Partida Rol por web

 Giuseppe termina la conversación con Josh de una forma agraciada. Incluso el joven subcapitán no pudo mantener su mirada de recelo ante los comentarios amigables del cardenal. Aquel muchacho se retira y Roni queda solo, pudiendo dedicarse a dormir un poco en preparación al gran día que sería mañana. Se acomodó en un colchón y se cubrió con una sabana modesta. El lugar en el que se posicionó era cercano al capitán, proveyéndole seguridad en caso de que... algo pasara.

 Quizá Roni solo quería descansar un poco los ojos y pensar en algunas cosas, pero terminó por quedarse dormido luego de uns minutos. Y su sueño se extendió por un par de horas más. Quizá, interrumpido por alguna extraña sensación en el ambiente... o quizá no.

El cansancio de Giuseppe Roni era tal que tan solo deseaba echar una buena siesta, a fin de cuentas, mañana iba a ser un gran día para la revolución. Iban a acabar de una vez con el gobierno opresivo en "Los Bloques" e iban a salvar a la gente de aquel régimen tiránico sin derramar ninguna gota de sangre civil... o al menos, ninguna más.

Por un momento, Vladimir se mantuvo sólo escuchando expectante, sin dejar de avanzar por el camino en que creía haber visto a aquellas dos personas. Al escuchar a Zeta, dudó un momento. -Considerar es una palabra muy grande... pero creo que podríamos dejar que parte del plan de Roni se lleve a cabo. Es decir, que el propio pueblo se revuelva contra Donna, pero intentar impedir que los piratas se armen. ¿Como ven la posibilidad de permitir que los fuegos de revuelta inicien, pero darle un aviso a Donna para que estén preparados en el cuartel y ellos embosquen a los piratas?-

 Las preguntas que planteaba Vladimir hicieron reflexionar a los agentes del otro lado del comunicador. El soviético optó por no defender abiertamente la posición que Jack comentaba, pero también reconoció las virtudes que podía tener el plan del Roni, incluso si el cardenal fuera un hombre peligroso. Ese enfoque hizo que Zaheera se convenciera más de lo que sus compañeros estaban considerando.

Zeta: Si... si tomaramos esta ruta... que no estoy diciendo que la vamos a tomar... pero si la tomáramos... entonces tendríamos que estar sumamente alertas de todo. Avisarle a Donna del peligro inminente nos pondría en una situación complicada con ella, en especial cuando la gente decida revelarse contra el régimen. Necesitamos una vía de escape para no quedar "pegados" si es que Donna busca culpable entre su gente.

Jack: Si, esa Donna tiene pinta de que se volverá loco cuando todo caiga. Incluso podría poner su dedo en la misma Peggy. Lo que si sé es que no quiero estar cerca de ella si todo falla. Preferiría verla tras las rejas.

Zeta: Hay una gran lista de gente que quisiera ver tras las rejas aquí. Y no todos pertenecen al régimen... Vlad, iremos a donde estás tu. Respecto a los prisioneros... si quieres seguirlos, queda bajo tu criterio. pero quizá sea mejor para el plan de Roni que nadie los rastree.

 Giuseppe no sabía con exactitud cuanto tiempo había pasado desde que se inclinó en los brazos de Morfeo para descansar un poco. Pero había sido el suficiente para sacarse el cansancio de encima. Los demás piratas, rápidos para encontrar razones para festejar, también habían caído dormidos luego de unas cuantas botellas de sake, vino y cerveza. El hecho de que mañana tenían un día largo no impedía a los bucaneros disfrutar de la bebida.

 Sin embargo, fue imposible para Roni seguir durmiendo luego de un tiempo, al sentir un calor abrasador cercano a él y un olor a quemado distintivo. El cardenal se despertó y vio unas grandes llamas que se formaban cercanas a las paredes del viejo depósito, cuya humedad impedía que el fuego se extendiese con demasiada rapidez. Aún así, se podía vaticinar que en pocos minutos aquel lugar iba a ser envuelto en llamas y eventualmente derrumbarse sobre si mismo.

 Roni recordaba haber oído algún ruído extraño hace algunas horas, como de unas personas caminando con líquidos. Pero estaba demasiado exhausto para levantarse. Ahora se sentía bien, y tenía que analizar qué era lo que iba a hacer. Puesto que la mayoría de la tripulación no se había percatado de las llamas todavía.

Era evidente que la situación no parecía ser la mejor, en absoluto; no solo esto estaba siendo un desastre sino que estaba siendo un desastre en llamas; por suerte el Hombre de Dios tuvo a bien de despertarse y dar la voz de alarma para quienes seguían dormidos.

-¡Despertad! -Gritó- ¡Fuego! ¡Fuego!.

Su mirada buscó a los posibles culpables, aunque probablemente ya estuvieran lejos de ahí.

 La cantidad de piratas que se habían despertado y percatado del humo y del peligro eran pocos todavía. Giussepe incluso pudo contarlos con los dedos de una mano: cuatro piratas. Entre los cuales destacaba el segundo al mando, Josh Hinue. El cardenal pudo suponer que el muchacho había decidido no tomar nada, y eso le había permitido percatarse de las llamas.

 Lo que llamaba la atención era no se podía ver al capitán por ningún lado. Roni había intentado dormir cerca de él, pero Henry no estaba en aquel lugar y parecía que tampoco en otro lugar del depósito.

 Josh rápidamente cruzó miradas con el cardenal, que había comenzado a gritar para advertir a los piratas dormidos y emborrachados del peligro. Él siguió aquel ejemplo, al igual que el resto de los piratas despiertos, y comenzaron a gritar y a despertar a todos los presentes. Aunque algunos parecían imposibles de despabilar.

- ¡Vamos, todos muévanse! ¡SE ESTÁ INCENDIANDO EL JODIDO EDIFICIO!

 En ese momento, un tabla de madera que era parte del soporte del techo del edificio cayó desde el cielo y golpeó las piernas de uno de los piratas durmientes, haciendo que este se despertara y se retorciera del dolor. Dos de los piratas despiertos aprovecharon para tomarlo de los hombros y llevarlo afuera con rapidez. El subcapitán se acercó al cardenal después de eso, queriendo que lo que acababa de pasar no le sucediera a alguien más... débil.

- Stromboli, será mejor que salgas del depósito. Si te cae algo encima o el fuego te encierra, estaras en mayor peligro que el resto de nosotros. Además, quizá afuera encuentres al capitán. Nosotros nos encargaremos de la evacuación de todos los que están aquí adentro... sin dejar... a nadie... atrás.

 Josh intentaba darse esperanza a si mismo. Realmente el escenario era difícil, teniendo tanta gente incapacitada por la borrachera y poco tiempo para sacarlos a todos arrastrándolos o despabilándolos lo suficiente.

Era evidente que permanecer dentro de ahí no parecía que fuera lo más seguro para alguien de su delicada edad y tampoco es que tuviera demasiada fuerza como para sacar a nadie a rastras. Lo único que le preocupaba era saber donde estaba el Capitán, a fin de cuentas, su desaparición no parecía ser casual.

-¡Capitán!. -Gritó poniéndose la manga frente a su boca para no tragar demasiado humo mientras salía al exterior del edificio en su búsqueda.

 El cardenal se apresuró hacia la puerta del depósito que daba al callejón, siendo esta la que más habían utilizado estos últimos días. Al salir, pudo ver desde el exterior como el humo del incendio subía hasta el cielo y como las ventanas superiores del depósito estaban colmadas de llamas que salían con furor. Aquel incendio, evidentemente, no era algo natural o accidental. Una vez en el callejón, Giussepe pudo respirar un poco de aire puro y se dispuso a encontrar al capitán.

 Lo cual no fue una tarea difícil, puesto que Henry estaba sentado contra una pared en ese mismo callejón. Cuando el cardenal se acercó hacia él, pudo notar que el hombre tenía una herida en el lateral del torso que sostenía con sus propias manos. La expresión de Henry era de pura rabia, la cual no dudo en compartir con el recién llegado cura.

- ¡Stromboli! ¡Alguien nos tendió una puta trampa!

 El capitán intentó incorporarse, potenciado por su propia furia y ganas de arrancar cabezas, pero el dolor de la herida le evitaba tener plena movilidad. El hombre maldecía por lo bajo al no poder hacer nada mientras parte de su tripulación escapaba de a poco del edificio en llamas (y otra parte todavía dormía).

- Hace unos minutos escuché un sonido extraño en el callejón. Cuando salí, vi unas cuantas figuras oscuras con galones de galosina. Los muy hijos de puta nos querían quemar vivos. Intenté acercarme a ellos con mi espada, pero uno de los desagraciados se me había acercado por detras y me apuñalo aquí...

Giuseppe se sorprendió al ver ahí al Capitán y se apresuró a ayudarle a levantarse, a fin de cuentas, si lo habían dejado ahí era porque probablemente estuvieran seguros de que no iba a salir adelante por sus propios medios; quizás con la ayuda del Hombre de Dios podía lograrlo.

-Dentro todo está ardiendo, -comentó Giuseppe Roni- El Sub-Capitán me dijo que saliera y aquí te he encontrado. ¿Quiénes más sabían que estábamos aquí?. ¿Dónde quieres ir?. ¿Hospital?. ¿Tenemos un doctor a bordo?.

El anciano esperaba que la herida no fuera letal, a fin de cuentas, le había cogido cierto cariño a aquel pirata, y lo que era aún peor, ese Pirata había cogido cierto apego a Roni... el resto parecían un tanto reacios a seguirle por mucho que les insistiera si no tenía el apoyo del Capitán y el Sub-Capitán... no le caía en gracia, y Roni no confiaba en él.

 Henry aceptó la ayuda del cardenal para incorporarse. Aún así, decidió no apoyar demasiado de su peso sobre él debido a que, a fin de cuentas, estaba tratando con un hombre mayor. El capitán mira su herida con cierto enojo, pensando en las posibles consecuencias que traía no tratar aquella puñalada con atención médica. Era un hombre salvaje, pero no era un hombre estúpido.

- La mejor opción sería... ir con Donald Soho y la mafia. No puedo atenderme en un hospital público sin que me vean las ratas del régimen, y Donny tiene sus propios médicos a disposición.

 Al hombre no le gustaba aquella opción: tener que buscar ayuda de parte del jefe mafioso era una señal de debilidad. Sin embargo, parecía ser la única salida que había en el mundo clandestino. Henry llamó a uno de los piratas que había salido del depósito y se apoyó sobre él, sacando su peso de encima del cardenal.

- Pero tu, Stromboli... te tienes que quedarte aquí y vigilar que todos salgan de aquel infierno. Mis hombres de confianza siguen allí adentro, y no sé si todos lo lograran. Hemos recibido un golpe muy fuerte, y necesito toda la ayuda para mitigar los daños. Yo me iré a tratar esta mierda...

 El capitán comienza a irse con aquel pirata, haciendo un gran esfuerzo para caminar por las penumbras de la noche.

El Hombre de Dios parecía decidido a ayudar al Capitán sea como diera lugar, por lo que lo primero que hizo, tratando de ayudar al hombre fue tranquilizarle al respecto de sus compañeros, y luego reafirmar la posición del Capitán dentro de su banda, a fin de cuentas, no era un simple grumetillo.

-Cuando me desperté grité y desperté a algunos, he visto también que el Sub-Capitán se encontraba en pie y comenzó a levantar al resto de los Piratas. Así que los que despertaron despertarán al resto y cuantos más despierten más podrán despertar, como una reacción en cadena explosiva que nadie pueda parar o negar. -Giuseppe no se fiaba del Sub-Capitán, a fin de cuentas, si este estaba en pie y se había percatado del incendio. ¿Por qué no gritó?. Si era para dar un poco de margen a que el Capitán muriera y el tomar el cargo tenía cierto sentido... pero que Giuseppe se despertara sería algo que no vio venir, aún con todo no dijo nada- Tus hombres estarán bien, pero tu estás herido y hay que sanarte a como de lugar. ¿Qué serán de ti tus piratas sin su Capitán?.

-De acuerdo, les espero.- Indicó Vlad a sus compañeros, y buscó un lugar donde situarse para evitar ser descubierto y a la vez mantener un ojo atento a los alrededores.Lo que planteaba Zeta era cierto, pero también era cierto que contaban con pocas ayudas en ese momento, y que el pater había tirado por la borda la idea de infiltrarse de a poco hasta poder hacer daño a Peggy desde adentro de su propia comunidad.

Quedaba, pues, el plantearse cómo convertir el plan de Roni de manera que les beneficiara. Quizás encontrar entre los rebeldes a un verdadero líder que se opusiera a los piratas...

 Las palabras de Giuseppe, como ya era costumbre, lograron que el capitán reconsiderara su posición y aceptara que el cardenal fuera el que lo llevara a ver a su contraparte de la mafia. Después de todo, lo que decía el pater era lógico dentro de las circunstancias, y Henry no estaba en la mejor de las situaciones como para ponerse a discutir con un amigo. El capitán dejó de apoyarse en aquel pirata, diciéndole que volviese a ayudar a los demás, y puso su brazo por sobre el hombro del agente.

- A veces me asusta lo sabio que eres, Stromboli...

 Gotas de sudor corrían por la frente del capitán, que se veía pálido y debilitado.

 Con paso firme aunque lento, los dos hombres se movieron por los callejones de la ciudad hasta llegar al negocio de canastas que albergaba el escondite de los mafiosos en su sótano. Al llegar allí, Giuseppe pudo notar que el capitán estaba sumamente desmejorado, al punto de apenas mantenerse consciente en los brazos del anciano. Lo que obligaba al pater a hacer un esfuerzo sobrehumano para mantenerlo en pie, puesto que sentarse en el suelo o acostarse podría significar que el capitán no se levantase nunca más. Tenía que mantenerse consciente.

 Ante un par de golpes en la puerta por parte del cardenal, la voz de una anciana que ya habían conocido antes se escucha con un tono bastante molesto. Como quién es despertado a altas horas de la noche por clientes despistados.

¡¿Quién molesta?! ¡No vendemos canastas a estas horas de la noche!

 Luego de que pasara un poco menos de media hora, Vlad pudo ver como sus compañeros se movían por las calles cercanas al callejón en el cual se encontraba escondido. Con sutileza, el agente soviético llamó la atención de los dos, los cuales rápidamente captaron la señal y se adentraron en aquel lugar para reunirse con su compañero. Nuevamente, los tres agentes estaban en un mismo lugar. Un pequeño sentimiento de alivio surgió entre los tres.

 La agente india se acercó a su contraparte soviético y le regaló una de sus escasas sonrisas. No habían estado separados por tanto tiempo, pero las tensiones de aquel día y el clima de resignación que había entre los agentes opuestos a Roni hacían que ver una cara conocida fuera una razón suficiente para sentirse bien.

- Es bueno verte en una pieza, Vlad... pensé que te ibas a quedar en el hotel cuidando a nuestro invitado de honor.

 Jones también sonrío, aunque su regalo vino acompañado de una estruendosa palmada en la espalda que no era tan agradable. Aún así la intención era lo que contaba. Zaheera rápidamente llevó la conversación a la planificación de cuál sería su próximo movimiento. Sobre todo, la mujer necesitaba convencerse a si misma de que dejar avanzar el plan de Roni era la opción correcta a seguir. Algo que se sentía tan... incorrecto, y aún así podía serles útil.

- Así que vamos a seguir adelante con esto, ¿no? Si lo que buscamos es debilitar a Donna al punto tal que no pueda dirigir la ciudad, entonces es nuestra mejor opción pero... no me imaginó que haran los piratas cuando sientan que tiene algo de poder en sus manos.

 Jones escuchaba a su compañera con seriedad. Él estaba más convencido de la idea que Zeta, pero no le alegraba para nada que aquella fuera "la mejor opción" en sus manos. Aquella situación era la consecuencia de las acciones e inacciones de los agentes, y no habían elegido las mejores opciones si aquella era la mejor salida de aquel aprieto. Aunque habría que preguntarse si había una mejor manera de hacer todo lo que hicieron.

- Pues es cuestión de no darles la oportunidad de que sientan poder en sus manos. El bastardo de Roni ha sido un grano en el culo por demasiado tiempo. Nos hizo mirar como se llevaba al arquitecto, me cagó en todo... Es hora de que acabemos con los piratas de una vez por todas... y con él también.

 Había una ira durmiente dentro del grandulón canadiense. Había mostrado ser una persona benevolente, como cuando luchó con aquel pirata que luego Ivanov ejecutó, pero no tenía lugar para la compasión con Roni. Se habían cruzado límites que dificilmente se podrían remendar.

- Lo que dijiste en el walkie me gustó, Vodka... ¿crees que una emboscada en el cuartel sea suficiente? Supongo que todos los piratas iran allí a matar a Donna cuando todo se descontrole.