Partida Rol por web

La mujer no pudo evitar esbozar una mueca de decepción al escuchar que El Negro parecía no querer ir a probar el Helado Kosher, buscando alguna excusa rocambolesca como por ejemplo "Me persiguen unos agentes que quieren matarme por creerme complice de un agente renegado que usa piratas para dar un golpe de estado" o similar; pero por suerte simplemente el agente se quedó en el no.

-Oh, una lástima que acabara de salir... -Comentó finalmente, aceptando con un sabor amargo en la garganta aquella negativa- Pues mi marido acudió a la llamada de su jefe, el que era el más bajito de todos. Pero cuando llegó, ya los habían llevado a otro lado, a Kuzaya. -Tras decir esto, se le ocurrió una idea que de inmediato propuso a El Negro- Puede venir a cenar a casa, ahí tengo un poco de helado y yo acabo de terminar mi turno. Estoy seguro que mis hijos estarán encantados de volver a verle a usted y a su mono.

Aquel mono estaba demasiado cansado, asustado y desorientado como para siquiera quejarse de nada de lo que estaba pasando a su alrededor; y estaba gastando todas sus energías que le quedaban en agarrarse firmemente en El Negro, evitando soltarse de todas las formas posibles de su soporte.

- Hyyyak... -Se quejó levemente...

-Será todo un placer!! - acepto la invitación de la señora con el mono colgándoseme de todas partes. Y parecía que se conocía la zona así que sería un punto extra para moverme por la isla...y quizá para deshacerme del mono. ¿Con los otros niños?... ... ... No estaba seguro de si yo era tan cruel.

Una vez que El Negro confirmó la aceptación de la invitación de aquella mujer, esta se alegró enormemente iluminandosele la cara de la ilusión que le hacía que, por fin, comería el postre.

La muchacha volvería entrar al casino para que, luego de un par de segundos, volver a salir al exterior con, ahora si, su ropa de civil, habiendo desechado su uniforme de trabajo.

La casa de aquella familia se encontraba a unas cuantas calles de distancia, en uno de los edificios en donde lo único iluminado era su planta baja y las señales llenas de anuncios luminosos en la fachada.

La ornamenta del edificio era claramente mucho más pobre y sobria que los edificios de las calles principales de aquella pequeña ciudad. Tan solo cumpliendo una función útil para anunciar y advertir casinos, hoteles y productos.

El interior del piso no era muy espacioso para toda la gente que vivía en el lugar, pero aun así se notaba cierto ambiente acogedor y hogareño.

En el interior de aquella casa se encontraban los tres hijos de la familia, así como el padre; aunque era evidente que no todos iban a darle la bienvenida a El Negro, principalmente porque los niños se encontraban durmiendo en futones en el salón que hacía de dormitorio para ellos.

Cuando aquellos dos llegaron a la casa, sorprendieron al cabeza de familia, el cual se encontraba en la cocina que también hacía a su vez se comedor. La repentina llegada de aquella pareja fue algo que no tuvo en cuenta.

-¡Menuda sorpresa!. -Exclamo para luego asustarse porque propio grito y empezar a susurrar, probablemente para no despertar a los niños- Uy, disculpa, los niños...

Tras rectificar, el hombre continuó hablando.

-¿Que haces aquí?. Tu compañero me llamó pero cuando llegue al lugar ya no había nadie en el campo de re-educacion. Creo que lo cambiaron de lugar debido a la amenaza pirata.

Por fortuna para El Negro, este no tuvo que responder a la pregunta principal, puesto que para dar esa respuesta ya estaba Sadie Hoffman, y no solo la daría sino que la respondería con una gran sonrisa en su rostro.

-Me lo he encontrado cerca de El Dragon Rojo y le he comentado si quería probar nuestro postre Kosher y acepto. -Dijo mientras le daba un beso a su pareja y se dirigía a la nevera para poder servir el postre- ¿Te has fijado?. Tiene un mono.

En efecto, el mono seguía ahí, no había aprovechado ningún momento para escapar, bien encaramado a la pierna derecha de El Negro, como si su especie hubiera cambiado de mono titi a koala.

El motivo por el cual esta unión aun no se había separado podría ser la confianza que le cogió al agente, aunque lo más probable fuera el miedo a aquella ciudad con tantas luces y estímulos, que lo sobresaturaban.

Era una casa relativamente pobre. Me recordaba a la infancia, y me sentía más bien a gusto en ese barrio. Excepto por las luces de neón apiñadas por todas partes. Estos chinos tenían algo en contra de la oscuridad, evidentemente.

-Gracias por su hospitalidad, y perdón por las molestias. Que hogar tan acogedor! - digo sin elevar mucho la voz para no despertar a los pequeños- gracias por invitarme. Elijah Hoffman estaba ahí cocinando. - Oh! habló usted con Forbúl? está bien? qué le dijo? Creo que... quizás sea momento de que vaya a sacarle de la rehabilitación... - Campo de rehabilitación? así lo llamaban ahora? ...era evidente que sabían lo de la amenaza pirata tras los anuncios de la Peggy...- Eh? ah sí... el mono por lo visto me ha cogido cariño - me lo quedo mirando, agarrado a mi pierna. Al menos parecía respetar el silencio.

La mujer sirvió el postre a El Negro.

-Pues llamó al "Dragón Rojo" preguntando por mi y me comentó que estaba con Ray Shugi, que al parecer hizo una protesta silenciosa en la cárcel. Y me pedía que buscara un conocido en la radio para hacerse oír... pero yo le dije que si la propuesta era silenciosa, "La Radio" no ayudaría a dar a conocer el mensaje...

Esa cuestión era un tanto extraña, pero ciertamente era lo que había pasado entre ellos, y no solo eso, sino que también había más cosas, cosas que, por otro lado, quizás no fueran del agrado de El Negro, pero aún así, seguían siendo cosas que debían ser contadas.

-Así que avisé a mi marido. -Dijo dándole otro beso a Elijah, así como una cuchara a El Negro.

En efecto, poco a poco la situación se iba complicando, o quizás simplemente se iba desarroyando tal y como había ocurrido, sea como fuera, el siguiente en tomar la palabra no sería otro que el propio Elijah Hoffman, en esta ocasión, partiendo desde aquel punto del relato.

-Así que allí fui yo. -Comentó con cierto orgullo- Incluso llevé mi equipamiento usual para que ellos pudieran tener voz en su mensaje, aunque evidentemente no con palabras. Nosotros respetamos mucho su decisión de tener una protesta silenciosa.

El hombre rebuscó en su bolsa de cartero y sacó una carta.

-Al parecer los trasladaron a otro lugar, -indicó señalando la dirección de la misma- de hecho, me ordenaron llevar la carta de inmediato hasta ese lugar. Pero porque mi turno terminaba, la guardé para cuando mañana a la mañana, llegue de vuelta mi siguiente turno. ¿Quieres venir conmigo?.

A pesar de que su participación había sido más bien anecdótica, aquel Mono parecía haber olido el postre y, una de las manitas que usaba para sujetarse fuertemente a la pierna de El Negro liberó la presión que ejercía hasta finalmente dejar de hacerla, así como, tras esto, emerger de debajo de la mesa, la mano en dirección hacia el postre.

Al parecer a aquel mono se le estaba pasando el miedo, o quizás su hambre era superior.

- Gracias. - digo al recibir el postre. - Tiene usted toda la razón - le digo a la mujer-  ¿A que conocido de la radio le dijo que quería avisar? quizás le conozca -Notaba que el mono estaba soltando mi pierna y alargando su mano hacia el postre. ¿Cuándo fue la última vez que le dieron de comer? y... ¿Cuándo fue la última vez que comí yo?. Rompo un trocito del postre y se lo doy con la mano al monito.

-Oh, que casual coincidencia! Desde luego que iré con usted. - coche y viaje gratis, sin llamar la atención, y escapando sin ser visto de los agentes locos. Y me dispuse a probar un bocado de ese postre...de aspecto... tan delicioso.

La muchacha negó con la cabeza, al parecer El Negro había dicho algo, o había comentado algo, que de lleno estaba completamente equivocado o que directamente iba en contra de lo que la propia Sadie Hoffman veía como algo bueno o positivo para sus ideales o conocimientos al respecto.

-Ni idea. -Dijo finalmente a modo de respuesta a El Negro- Yo no tengo ningún conocido en la radio, y mi marido tampoco. Por lo que creo que ese hombre simplemente estaba mal, el encierro le habrá afectado...

El hombre dio un pequeño aplauso y se estiró un poco, al parecer la situación para él había llegado a un punto en donde todas las partes parecían estar de acuerdo con el tema a seguir; siendo este tema, ayudar a El Negro a re-encontrarse con su compañero allá donde este estuviera.

-Muy bien pues, está todo decidido. -Comentó sin mayores miramientos- Mañana por la mañana nos ponemos en camino para entregar las cartas y vienes conmigo. Si deseas quedarte a dormir aquí y así ahorrar tiempo en la mañana, eres bienvenido, podemos... juntar un par de sillas para que duermas sobre ellas...