Partida Rol por web

Escape from Kong Island

CAPÍTULO 1: LA HUÍDA

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16/02/2019, 21:23
DIRECTORA

LUGAR: SINGAPUR

DÍA: 13 DE FEBRERO DE 1942

SITUACIÓN: La ciudad es un auténtico desastre. Su caída a manos de los japoneses es inminente y soldados y civiles buscan el medio más rápido de huir. Un pasaje en uno de los barcos del puerto puede llegar a costar miles de libras, y ni aún así, existe la seguridad de subir a él.

El hospital del ejército es el último bastión de dignidad que queda en la ciudad, pero incluso en él, la desesperación está empezando a hacer estragos. Empujados por ella, los ladrones se llevan todos los medicamentos que pueden, violan a todas las mujeres que encuentran a su paso y matan a todo el que se los impide, sobre todo a los heridos japoneses que aún quedan con vida.

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21/05/2019, 20:26
DIRECTORA

Otra bomba cayó a poco menos de quinientos metros del edificio. Todos habíais perdido la cuenta de cuántas llevabais, aunque teníais muy presente que en cualquier momento, alguna de ellas podía "aterrizar" directamente allí, sobre vuestras cabezas.

Había enfermos en las camas, en el suelo, e incluso en los pasillos. Médicos y enfermeras se afanaban por cortar hemorragias, cuando no estaban cubriendo con una sábana alguno de los que no lo habían logrado. Las jóvenes voluntarias corrían de un lado para otro, sin aquellas sonrisas con las que habían llegado cuando el ataque aún no había comenzado y la tierra no temblaba cada cinco minutos.

Los médicos hacía ya tiempo que no sonreían. No podrían volver a hacerlo en mucho tiempo, después de la cantidad de hombres que habían muerto bajo sus ojos.

Algunas camas estaban ocultas tras un biombo y unas sábanas mal puestas. Estaban operando, a vida o muerte, seguramente, y no había tiempo que perder. Mientras, los enfermos se amontonaban. Algunos se quejaban en silencio porque sabían que iban a morir; otros, simplemente, se quejaban. El dolor era insoportable. La morfina escaseaba y estaba racionada al máximo, solo para los casos más graves.

Pero casi todos eran graves.

Y en medio de aquel caos, del infierno de la guerra en un país diferente, estabais vosotros, cada uno con ideas distintas pero el mismo deseo secreto.

Sobrevivir. Sobrevivir como fuera y a costa de lo que fuera.

Notas de juego

Pues todo vuestro. Empezamos poquito a poquito. 

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21/05/2019, 20:37
Jack O'brian

-¡Enfermera, deme unas pinzas de cangrejo, rápido!- exclamé hundiendo mi mano en el muslo abierto de un joven soldado, había explotado una granada a su lado y podía ver el hueso fracturado, entre los girones de músculo sanguinolento, el cuádriceps se había literalmente esfumado, desde luego había que amputar, pero antes debía de encontrar la femoral, debido al trauma se había seccionado y retraído hacia la ingle y me costaba cogerla-¡Vamos chico, lucha joder, vas a salir de aquí, tranquilo, tendrás una ligera cojera de acuerdo?-le dije al soldado prácticamente ido, le habíamos metido más morfina de la permitida, pero era eso o sus alaridos y sacudidas no me permitirían trabajar en condiciones.

-¡LAS PINZAS YA!-noté el pequeño instrumento en la palma de mi mano y la llevé al boquete que había en su ingle, estaba empapado de sangre hasta los codos, pero lo había conseguido, llegué al grueso vaso pulsante, sentía el latido del corazón a través de la sangre que se resbalaba por el fino guante estéril lo sujetaba con dos dedos, pero necesitaba pinzarla o moriría desangrado en el siguiente minuto, entonces una explosión hizo temblar el suelo y perdí la femoral, sentí como se escapaba de entre mis dedos-¡NO JODER, NO ME HAGAS ESTO CHAVAL!-gritaba con el gorro totalmente empapado en sudor, la bolsa de sangre que pendía del pie de suero se estaba vaciando a una velocidad de vértigo y no podíamos ponerle más, porque no había más. Metí de nuevo mis dedos en sus entrañas-Vamos hija de perra déjate coger, vamos...-mascullé apretando los dientes hasta que di con ella de nuevo, la aferré con fuerza y tiré con mis dedos hacia el exterior necesitaba tirar un par de centímetros más para poder pinzarla-si, bien, vamos-conseguí ver el fino vaso sanguíneo acerqué las pinzas consiguiendo atraparla, ahora dejaría de sangrar.

Con una sonrisa de victoria me acerqué a la cara del joven... y entonces explotó la ventana acristalada que había en el otro extremo de la sala tirándome al suelo junto con la enfermera debido a la honda expansiva.

Estaba aturdido pero debía levantarme, el chico seguía allí, aún podía salvarle, me incorporé aún mareado y fuí hasta la camilla quirúrgica-Eh...chico, aguanta que...no..no..-un pedazo de cristal había salido despedido como una cuchilla y había cercenado el cuello del chaval, estaba muerto. Me quedé en silencio observando la cara del joven, jamás volvería a casa ni vería a sus padres, ni besar a su pareja, si es que tenía. Me quité la mascarilla y la tiré con furia al suelo y los ojos inyectados en sangre por el agotamiento. Salí de aquella sala sembrada de cristales y fui una pequeña habitación contigua donde me encontré con aquel japo herido que me habían encomendado. Le miré fijamente, furioso y me descubrí empuñando un escalpelo ¿Cuando lo había cogido?-Tienes suerte, amarillo el Juramento Hipocrático te salva de morir degollado ahora mismo- mascullé furioso mientras guardaba el escalpelo, no sabía si ni siquiera entendía mi idioma, me daba exactamente igual-Pero no sé por cuánto tiempo lo respetaré..-mi ojos ardían de odio, pero inspiré hondo y le di la espalda no podía perder el tiempo, aquel chaval había muerto, no pude evitarlo, pero llegaba una nueva camioneta con más heridos, el sonido de la sirena lo anunciaba.

La enfermera se había incorporado y el cuerpo del soldado degollado ya estaba cubierto con una sábana. Miré a la mujer y le dediqué una triste mirada, igual que la suya-Vamos a la entrada, llegan más-dije cogiendo un par de guantes nuevos de látex de mi bolsillo y salí corriendo hacia los nuevos heridos. Debía de salvarlos, ellos no merecían morir allí y yo haría todo lo posible por devolverlos a sus casas vivos.

Notas de juego

Siento el tocho xD

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21/05/2019, 21:52
Enfermera

La enfermera que ayudaba a O'brian hizo lo que pudo. Era ya veterana en aquello de aguantar el mal humor de los médicos... y perder pacientes, aunque no tanto como hubiera querido.

Cuando la ventana explotó, no solo cortó el cuello de aquel chaval. También lo hizo con las esperanzas de todos los que luchaban en el interior por salvar aunque fuese una vida más.

Pero mientras O'brian descargaba su frustración en forma de ira contra el japonés, ella se sentó, temblando, en el suelo, y empezó a sollozar sin poder detenerse.

Una mano se puso en su hombro y al mirar hacia atrás, vio a un joven soldado que había perdido un ojo y que lo miraba con el único que le quedaba y una sonrisa amable.

-Anímese, enfermera. La necesitamos.

La enfermera asintió en silencio. Sabía que la necesitaban. De lo que no estaba tan segura era de si podría soportarlo. Lentamente, se puso en pie como buenamente pudo.

-Vamos a la entrada, llegan más-

Y sin decir nada más, se marchó corriendo hacia la entrada.

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21/05/2019, 22:29
Hermana Claire

- Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén. - Pronunció la hermana mientras realizaba la señal de la cruz sobre un joven soldado al que ya pocos segundos de vida le quedaban.

Una bomba estalló cerca de donde la hermana Claire estaba realizando el sagrado sacramento de la extrema unción sobre aquellos enfermos a los que les quedaba muy poco para abandonar la guerra y reuniese con su señor.

Muy cierto era que no recaía sobre una monja el deber de administrar tal sacramento, pues la iglesia no lo permitía, pero el último sacerdote había salido por patas antes del bombardeo y aquellos fieles que permanecían en el matadero en el que se había convertido aquel hospital, no merecían abandonar la tierra sin recibir el perdón de los pecados.

- La cosa pinta mal... - Le dijo a un sanitario que estaba colapsado por la afluencia masiva de heridos. - Los muertos se agolpan en las salas y la sangre y los gritos corren por estos pasillos como si en el mismo infierno nos encontraramos. - Dijo con la tranquilidad que un hombre de a pie le da los buenos días a su vecino por la mañana.

El doctor la miró con los ojos como platos, pero no dijo nada. Aquel hombre con su bata teñida de rojo carmesí y las fuerzas por los suelos después de infinitas horas tratando de poner orden en el caos, no podía entender la calma con la que aquella buena mujer pronunciaba aquellas palabras.

- Ya... - Dijo con una sonrisa en los labios. - ...la ciencia. Si creyera como yo creo en el milagro de una vida después de la muerte, su existencia de haría mucho más llevadera.

Entonces se acercó a un nuevo moribundo. En este caso era una enfermera. Rachel Burns, una joven australiana que no había cumplido el cuarto de siglo de vida. Había sido alcanzada por metralla horas atrás, pero la escasez de medios, medicamentos y personal la habían condenado a una prematura muerte.

- ¿Cómo te encuentras, pequeña? -
Le preguntó a aquella mujer. Ella no contestó, tan solo la cogió de la mano y apretó con fuerza. - ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados. Epístola de Santiago 5:14-15. - Y realizó la señal de la cruz sobre su rostro y entonces la mano de Rachel perdió fuerza. Se había ido para no volver nunca.

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21/05/2019, 22:50
Diana Hoffman

- ¿Sabes lo que me pides, Frank?- Estaba arrodillada junto a mi mánager y amigo durante todos estos años.

Mucho tiempo y en ningún momento me había puesto la mano encima. Para nada. Todo lo contrario. Me protegía! Pero lo que me estaba pidiendo el señor Frank Schreiber, allí tumbado sobre una camilla de hospital, en sus últimos momentos, era toda una hazaña y una locura.

- Me pides que...- Una mano ensangrentada me hizo callar con un dedo en mis labios, manchando de carmín negruzco una parte de ellos. Sus ojos, aunque a medio cerrar, se movieron rápidos de un lado a otro observando el lugar a toda prisa, como si temiera que alguien estuviera escuchando.

-[ Por... Alemania...Diane. Hazlo por Alemania...]- Una mano salio de debajo de su chaqueta, y se metió repentinamente dentro de mi abrigo. Noté un papel meterse dentro del bolsillo interior. Una carta, no mucho mas grande que medio folio doblado en cuatro partes, pues el sobre era pequeño. Pero por la forma y la rapidez de su maniobra, suponía era algo importante.

Me agarró la mano fuertemente, hasta que no tuve mas remedio que asentir. Y fue entonces cuando su rostro, sus ojos, me traspasaban como si mirase a través de mi. Supe que su vida se estaba escapando, al igual que un par de lágrimas por mi rostro levemente maquillado, y ahora manchado con polvo de los escombros en que la ciudad pronto se quedaría sumida.

Cerré sus ojos con la mano y tapé su rostro con su propia chaqueta.

- Hermana!- Grité a la monja que estaba por allí cerca. No sabía si Frank era religioso o no, pero ami así me lo habían inculcado, así que me pareció bien que le diera sus últimos sacramentos.- Mi amigo... podría usted...?-

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22/05/2019, 09:24
William

William estaba tumbado en la cama, retorciéndose de dolor, sudando, y abriendo y cerrando la boca como si fuera un pez, a medio camino entre la consciencia y el sueño eterno. A su lado, en otra cama, se encontraba otro piloto con el que ya habían compartido quirófano y esquirlas de metal procedentes del bombardeo incesante.

Vance.

Ambos habían sido el apoyo del otro, pero desde que le amputaron las piernas, William ya no tenía ninguna esperanza de salir de allí con vida como había planeado. Pero al menos intentaría que Vance sí que lo hiciera. 

-Mc-Coy. ¡MCCOY! ¿Me oyes, McCoy? Tienes que salir de aquí. Yo no podré hacerlo p-pero tú... tú estás a tiempo. Tienes que huir. No estás tan mal como yo. Puedes conseguirlo.

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22/05/2019, 10:02
Hermana Claire

La hermana Claire escuchó que alguien la llamaba. Como hermana clarista que era no podía negar la ayuda a alguien cuando en lo más profundo de su corazón solo se hallaba desesperación y muerte. Aunque tenía otros planes en ese preciso instante, ya había practicado el sacramento de la extramunción con todos los moribundos que se hallaban en la sala, se acercó a la mujer que le pedía auxilio. Esperaba que antes de que llegara una nueva remesa de heridos al borde de la muerte, le diera tiempo a realizar sus quehaceres, aunque con el caos que habían desatado los japoneses, eso era mucho suponer.

¿Qué sucede, querida? - Le preguntó a aquella gentil y hermosa dama. Miró entonces al hombre moribundo junto al que se hallaba. - ¡Oh... entiendo! - Exclamó. - Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. Evangelio de Marcos 6:13. - Y entonces realizó la señal de la cruz sobre aquel hombre que ya se encontraba a las puertas de la muerte.

 

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22/05/2019, 10:09
Hermana Claire

Habla usted un ingles con un perfecto acento alemán. - Le dijo a la joven en un perfecto alemán.  ¿Acento de Bremen? - Le preguntó de nuevo en alemán. - Su rostro me es conocido. - Aseguró. - Pero no sé de qué en estos momentos. - Miró al bolsillo donde acababa de guardar la misiva. - Sea usted más precavida. El arte del disimulo es algo que se cosecha poco a poco y solo con los años obtienes un buen cultivo. - Asintió con la cabeza. - Espero que esa carta llegue a su destinatario. - Le guiñó un ojo.

Notas de juego

Sugerencia: evita hablar en alemán con mi monja "francesa", al menos en público. Ya me entiendes. ;)

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22/05/2019, 12:03
Vance McCoy

Joder, vaya estercolero. La gente que hay por aquí está más muerta que viva... Ese de allí, por ejemplo. Lleva en la misma posición durante tres días. Juraría que no se ha movido ni un ápice. ¿Es que nadie va a sacarlo de aquí? Huele a fosa. Necesito aire fresco, y tabaco también. O alcohol. O ambos.

Pobre Willy. De no ser por él, quizás yo ni siquiera habría llegado hasta aquí. Pero él no puede decir lo mismo de mí...

Me levanté de la cama sin ningún temor a lo que el personal médico pudiera decirme: a estas alturas, pueden joderles a todos. Mi amigo me necesita. Y yo necesito salir de este condenado agujero.

-William... Por el amor de Dios, William. Estoy consternado, aunque no lloro. Nadie nos informó acerca de esto cuando nos alistamos. Es acojonante... Tranquilo, camarada. Tu mujer estará bien, al igual que tus hijos. Me aseguraré de ello colega, ¿entiendes?

En realidad, lo decía sobre todo por aliviarle. Porque ni siquiera recordaba el nombre de su consorte...

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22/05/2019, 12:55
William

William estaba agonizando, pero en un último esfuerzo, se medio incorporó y agarró a Vance de las solapas.

-Hay... un... avión... camuflado... en... pista abandonada... hacia el norte... Dile que la q-q........ 

La voz de William se apagó en un susurro ininteligible mientras te esforzabas por sostener su cuerpo, tenso por el dolor, hasta que se relajó completamente y su cabeza cayó hacia atrás como si fuese la de una marioneta.

Estaba muerto.

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22/05/2019, 13:59
Sextus Cadawallader

La bomba impacto a escasos 50 metros de la moto con sidecar. La explosión lo lanzo volando desde el asiento del sidecar, y callo al suelo, arrastrándole por él desnivelado suelo de la calzada. Casusandole heridas en las manos la cara y el costado.

Se levanto despacio, no sabia a dónde mirar, no sabia siquiera si se podía poner de pie. Maldita sea, no sabia siquiera si arriba era arriba o era abajo.

40 minutos antes, debajo de una lona del ejercito ingles.

Cadawall. Necesitamos que se persone en el puerto. SS Kuala, necesitamos que ayude a ordenar la evacuación, hay gente de varias nacionalidades, y no se promete que todo el mundo hable ingles.

El que hablaba era el Mayor Staton. El jefe de inteligencia del batallón. Había servido a sus ordenes los últimos seis meses, y la vida hasta hacia un par de días había sido sencilla.

Sus dotes idiomáticas le habían granjeado la confianza del Mayor, y del Coronel, y contaban con él para conseguir aproximarse mejor a los intereses de la Corona.

Sextus asintió, no dijo nada por enésima vez sobre qué pronunciaba mal su apellido. Aquello era bastante normal, a los hombres con poder no le interesaba lo más mínimo saber como era un nombre o un apellido. Solo querían que trabajo se hiciera rápido y bien.

Se dio la vuelta para salir de la tienda de mando cuando un Sargento entro a la carrera. Parecía que pasaba algo importante. Les dejaría hablar a solas, y salió.

Notas de juego

1/4

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22/05/2019, 15:22
Sextus Cadawallader

Una mano le agarro, le estaban gritando, algo al oido. Cuando centro su visión, observo que se trataba de un enfermero, había aparecido de la nada un vehículo, era una especia de furgoneta, no una camioneta, reconvertida. Era uno de los vehículos del patibulo.

Si, así los habían llamado unos soldados, si te llevan en una de esa, es que estas mas cerca de conocer al hacedor.

Con aquella idea y premisa en su mente, Sextus se intento zafar de su captor. Corrió carretera abajo, hacia la moto destrozada, pero freno en seco, alguien le agarraba por los hombros, y empezó a escuchar algo.

usted….ente loco, …. guerra … aguantara … otra… hospital de … vamos, va…

No tenia fuerzas para deshacerse de su captor, y entendió que iban de camino al hospital. Aquello le recordó que estaba haciendo en mitad de la zona de guerra.

Bajo la mirada, y vio un trozo de chaqueta con la divisa de un sargento.

Blake.

Fue la única palabra que dejo escapar al tiempo que el conductor y el enfermero lo llevaban en volandas hasta el vehículo.

25 minutos antes. Saliendo de la zona segura en una moto con sidecar.

Lamento que el plan haya cambiado en el ultimo momento señor, pero puede que sea la única baza que podamos jugar para darle la vuelta a este entuerto.

El que hablaba era el Sargento Blake, un joven que trabaja en inteligencia, pero que era bastante menudo y muy rubio. Parecía haber salido de una postal de los montes austriacos, y sin embargo era de un barrio pobre de Liverpool.

Fuera como fuera, era un joven espabilado y tenia buenos resultados en su trabajo, o eso había pensado hasta ese momento, puesto que no tenia claro cuál era ese trabajo.

Justo antes de subirse a un transporte con tropas de camino al puerto le había parado, y le habían dado ordenes nuevas.

Un hospital donde había retenido un nipón. Podía tener información vital sobre el asalto a Singapur. Y era preciso interrogarle, y para eso necesitaban a alguien que pudiera entender qué hacían los demonios amarillos.

Blake arranco la moto y dijo con una sonrisa.

Esto va a ser coser y cantar, mañana les estaremos dando una patada en el culo a esos amarillos raquíticos.

Notas de juego

2/4

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22/05/2019, 20:03
DIRECTORA

Mientras tanto, en el hospital...

Una nueva explosión hizo retumbar todo el lugar. Ya no quedaban cristales que pudieran romperse, pero muchas de las camas se cayeron al suelo al romperse las débiles patas que las sustentabas, y los gritos de enfermeras y heridos se confundieron entre el eco de la destrucción que se asomaba.

Los médicos continuaban corriendo de un lado para otro, a veces sin orden, a veces simplemente deteniéndose siempre que debían. 

-¡Morfina! ¡Enfermera, morfina! -dijo una voz.

-No nos queda, doctor. Gastamos lo último que teníamos hace diez minutos -le respondió la enfermera.

...

-No, no quiero perder la pierna. ¡Por favor, no me corten la pierna! -se podía oír de fondo, desde alguna parte detrás de un biombo.

...

Y en medio de todo aquel desastre, una voz resonó a través de los altavoces.

-Los japoneses han atravesado las defensas de la ciudad. Se espera que en breve alcancen nuestras líneas. ¡Buena suerte a todos y que dios los acompañe!

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22/05/2019, 21:13
Sextus Cadawallader

La especie de ambulancia improvisada llego hasta la puerta de un edificio que había pasado por mejores momentos.

Y los que lo habían subido a la fuerza empezaron a moverse.

Un vistazo rápido a los que estaban allí con él, y pudo contar con dos cojos, uno sin brazos y con la cabeza vendada que bien podía haber sido una momia. Y uno que tenia todas sus extremidades, pero que estaba terriblemente pálido. Debajo del mismo una mancha enorme de color negruzco empezaba a escurrir hacia la parte trasera del vehículo.

No era medico, y no pretendía jugar a adivinar la suerte de todos los que habían llegado en el transporte del patíbulo, pero ese joven cabo paliducho, ese iba directo a un nicho.

Sé bajo con la ayuda del conductor. Y busco a alguien responsable, vio a un hombre lleno de sangre que los esperaba en la puerta y determinaba quién iba a un sitio y quien se quedaba en otro.

Ese debía de saber quién era el japonés, y como llegar hasta él. Había que cumplir una misión. Lo cual era, problemático.

5 minutos antes en alguna carretera de Singapur.

Entonces, usted vaya traduciendo lo que diga, pero sobre todo si cree que se guarda algo. A veces es mas facial saber que hacen por lo que no te dicen.

El sargento tenia claro lo que quería conseguir, y sabia que la ayuda de Sextus era de vital importancia, no solo podía entender el japonés, sí ademas, como experto en lenguas y comunicación predecir que aportaba el lenguaje corporal del enemigo.

Sin embargo, no lo tenia tan claro, si estaban torturandolo, o tenia por su vida, en vez de tener una conversación casual con él, el resultado podía no ser muy fehaciente.

Pero suponía que eso ya lo habían considerado, y que necesitaban ese clavo ardiendo al que agarrarse.

En ese momento noto cómo sus nudillos estaban blancos agarrando el borde superior del sidecar. Nunca le habían gustado los viajes en aquel medio de transporte, era como lo que llevaran a la grupa a uno, y la amortiguación era malísima para sus corvas.

En ese momento escucho un silbido que sé hacia cada vez mas intenso y cuando estaba a punto de preguntar al sargento la carretera exploto delante de ellos.

Sintió la presión de la gravedad en contraste con la potencia de la explosión y como el aire se le escapaba de los pulmones cuando la carretera, irregular, llena de guijarros y piedras laceraba su costado y rostro.

Y lo peor, lo peor, era que su mente estaba tan embotada que no sabia casi ni quién era. Estaba dentro de una película muda, pero le dolía todo el cuerpo, y aunque no pudiera escucharlo, sentir cómo los huesos crujían debajo de la piel.

Notas de juego

3/4

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22/05/2019, 21:22
DIRECTORA

En las afueras de Singapur, todo era confusión y miedo. Los intensos bombardeos japoneses continuaban incesantes, cayendo por igual sobre la población militar como la civil. Después de todo, cualquiera que estuviese en aquel Singapur que no formaba parte del imperio nipón, era enemigo.

Los muelles eran un incesante conteo de todo tipo de personas que intentaban abordar cualquier cosa que flotase con tal de salir de allí. Era tal la aglomeración, que los soldados se vieron obligados a disparar para controlar las masas y retenerlas, evitando así que las pocas embarcaciones que había, se hundiesen debido al sobrepeso.

En el mismo instante en que el hospital estaba siendo atacado, como cualquier otra edificación que aún quedase en pie, el carguero británico SS Kuala y el chino Tien Kwang se preparaba para partir rumbo a un puerto aliado, sin cabida para nadie más.

Los heridos, soldados, médicos y demás personal que se encontraban en el hospital, estaban condenados, y lo sabían.

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22/05/2019, 21:32
Zenji Abe

Borroso.Todo se veía tremendamente borroso y se sentía mareado en cuanto Zenji Abe empezó a entreabrir los ojos, como quién sale de un largo letargo o sigue aún fuertemente drogado, y en ese estado le resultaría complicado a cualquiera llegar a identificar donde se encontraba y que estaba ocurriendo a su alrededor. Su cuerpo se sentía muy pesado, dolorido en varios puntos y entumecido, aunque todo parecía estar en su sitio y responder a sus órdenes mentales. Primero movió los dedos de los pies, después apretó los puños un par de veces, giró las muñecas y movió los dedos de la mano, todo correcto. La imagen se volvía lentamente más nítida, y al girar la cabeza a su derecha, lo primero que distinguió fue una pared blanca medio resquebrajada por profusas grietas y con una especie de cruz de madera con un hombre clavado, colgando a media altura. ¿Aquello era un simbolo religioso, un Dios pagano? ¿Dónde cojones estaba? La vista siguió su curso descendente y vio una mesilla improvisada con material quirúrgico de toda índole, desde pinzas, escalpelos, tijeras de distintas formas y tamaños que no sabía identificar, jeringuillas...hasta vendas y frascos con letras que no llegaba a identificar. También había un pie metálico, del cual colgaba un gotero con algún extraño líquido transparente desplazándose lentamente por el tubo hasta llega a su brazo. 

...pero qué demonios... ¿Qué es todo esto?

Atropelladamente intentó mover sus manos para quitarse las tiras que mantenían sujeta la vía, pero entonces algo tiró de su muñeca izquierda inmovilizando su acción. Unas esposas. Estaba retenido por el enemigo, todo empezaba a cobrar sentido. También observó que estaba parcialmente desnudo, con unas vendas rodeando la herida reciente de su abdomen, donde recordó que había sido alcanzado antes de ver que su avión cayese abatido y tuviese que desplegar el paracaídas. Si, era un jodido prisionero de guerra. Y entendió que si seguía vivo sería para interrogarle. Lo propio sería tratar de escapar, o en su defecto, encontrar un arma con la cual quitarse la vida de forma honorable.

Fuertes explosiones, gritos de desesperación y voces asustadas que hablaban con fluidez y no podía comprender llegaron de pronto a sus oídos. ¿No podía escuchar hasta ese momento y no se había dado cuenta? Sí que se encontraba desorientado para no ser consciente del hecho. Si caian bombas es que seguían combatiendo sus camaradas nipones, y si combatían es que la misión seguía su curso, la conquista de Singapur no había finalizado. ¿Ganaban o perdían? ¿Cuánto hacía que estaba en aquel lugar? Necesitaba respuestas, y lo primero era lograr liberarse. Con la mano libre trató de alcanzar la mesita y coger un escalpelo, pero se quedaba corto por poco. Y entonces alguien se aproximó, con ira y enfado en su voz, para descorrer la cortina y ver al amarillo completamente inmóvil, con los ojos cerrados, pero atento a todo lo que ocurría a su alrededor.

Tienes suerte, amarillo el Juramento Hipocrático te salva de morir degollado ahora mismo-  escuchó Zenji mascullar furioso al tipo, intuyendo que se dirigía a el. Pero no sé por cuánto tiempo lo respetaré..

Zenji no entendía un carajo, pero permaneció en silencio, como si fuese un jodido vegetal, y sin mover ni un músculo. Por no saber, no sabía si debía respirar, pero por suerte se escucharon vehículos, camillas y la cortina volvió a ser desplazada y cerrada, dándole a entender que se había largado.

Tras ese momento de máxima tensión, Abe volvió a intentar coger un escalpelo, con más ahínco que antes, hasta que sus dedos rozaron el instrumento y lentamente lo acercó hasta poder sujetarlo entre sus dedos y regresar. Entonces se retiró la vía del gotero, y con su mano libre trató de forzar las esposas. Necesitaba salir y escapar de allí fuese como fuese...

¡Click! Ya era hombre libre. Y no sin dificultad, se incorporó y aguardó a que entrase alguien. Se llevaría una sorpresa sujetándole por detrás y apuntando el bisturi a su garganta. 

 

 

- Tiradas (1)
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22/05/2019, 21:41
Director

Notas de juego

Pues tira también para ver si aguantas de pie. Se supone que estás herido XD. Una tiradita sencilla, de +6 (puedes sumarle tu habilidad).

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22/05/2019, 21:43
Zenji Abe
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

Era solo +1, pero lo pasas XD