Partida Rol por web

Creía que íbamos a morir ahí mismo, aplastados como unos míseros mosquitos por aquellas manazas tan enormes, cogió el extremo de aquel enorme tronco como si fuera un palillo para los dientes, así que eché a correr tras la monja que corría como una jodida atleta y saltó como una habilidad asombrosa ¿qué coño le echaba al café por las mañanas? era impresionante lo de la vieja esa...

Salté con todas mis fuerzas cuando pensé mi futuro era terminar espachurrado contra el suelo de aquel enorme precipicio, volé por el aire durante un par de segundos y estirando los brazos todo lo que pude conseguí aferrarme a aquel saliente como si me fuera la vida en ello, que de hecho era así. Al final conseguí incorporarme sobre tierra firme para incorporarme lo más rápido posible, el flacucho por algún milagrado del destino, seguía con nosotros, meado, pero vivo-vamos no os quedéis quietos, ¡nos tenemos que esconder en algún lado para que no nos vea ese mono peludo!-

Tras la Herman Claire, Sextus fue el siguiente en arriesgarse, y a pesar de lo que todos esperaban, lo hizo bien, aterrizando justo al lado de la monja, aunque resbalándose y teniendo que sujetarse a "algo" de su cuerpo que quizás era mejor no identificar. O'Brian resbaló, pero en el último momento, logró alcanzar la pequeña roca que ya empezaba a estar demasiado llena, y apretarse junto a sus compañeros, agarrándose todos para no caer, mientras el simio levantaba completamente el tronco y lo lanzaba abajo, al río.

En el fondo, muy al fondo, visteis como aquel pedazo de madera que bien podía llevar varias decenas de años allí, aterrizaba con un silencioso chapoteo y se deslizaba corriente abajo.

El simio se enderezó para asustar al otro monstruo, que permanecía en su lado del barranco y ninguno de ellos parecía haberos visto. La escena era impresionante.

Unos segundos más tarde, ambos monstruos desaparecían con sendos rugidos, quedando todo en silencio.

Carter se ocultó justo a tiempo para ver como el monstruo que la había perseguido avanzaba, pasando a escasos centímetros de sus compañeros, yendo en la dirección en que se habían marchado los otros. Tras unos segundos, el temblor desapareció. El monstruo se había alejado, quedando todo en silencio.

Consegui esconderme lo suficientemente bien como para que aquel animal no me encontrara y este paso de largo a mis compañeros, cosa que era completamente normal al encontrarse en la situacion en la que estaban. Volvi a salir de mi escondite y a dirigirme hacia las personas que estaban alli.
El medico?? les pregunte pues aunque se veia que uno de ellos era el chino y la otra la rubia aun no sabia quien era el que estaba enterrado en aquello

Mientras os reponíais del susto, pudisteis mirar exactamente en donde os encontrabais. Había unos pocos metros hasta llegar arriba, y el saliente en el que os encontrabais, tampoco es que fuese demasiado grande. 

Llegar arriba no iba a ser nada fácil y bajar... no era una opción, si es que queríais seguir vivos.

Viendo que el medico no se encontraba alli solo me quedaba una posibilidad.
Esperad aqui dije con voz autoritaria mientras volvia a introducirme en el avion y buscaba un botiquin o alguna vengala con la que poder marcar nuestra posicion.

Una vez busque y encontre poca cosa, cogi a aquellos tres.
Vamos a buscar a los demas les dije mientras seguia el camino perfectamente marcado por aquel animalillo, seguida por aquellos que, para poco me iban a servir.

Te dirigiste siguiendo el camino de árboles derribados y vegetación aplastada que habían dejado los monstruos a su paso. A lo lejos, pudiste escuchar su rugido, que ya identificaste con claridad, por lo que al menos, estabas a salvo. Tras un rato de caminata, llegaste a un barranco, que impedía seguir el camino gracias a un salto de varios metros.

Pero eso no fue lo que llamó tu atención.

A tu izquierda, en un saliente de la pared del lado opuesto, había varias personas agarradas. Eran el médico, la hermana Claire, que estaba semidesnuda, y aquel enclenque traductor.

Carter desapareció igual que había aparecido, entre la vegetación, mientras vosotros veíais como los monstruos parecían haberse ido para no volver.

No obstante, seguíais envueltos en mierda y sin ningún lugar a donde ir.

Zenji jamás imaginó que se encontraría en una situación similar, perdido en una isla con animales prehistóricos, con gente que no le entendía y no dejaba de gritarle improperios y propinarle puñetazos, recubierto de mierda hasta la coronilla y sin saber realmente que hacer. En el momento que encontró unos segundos de tregua con aquel piloto insidioso, pudo percatarse de que la pelinegra que sabía hacer las cosas (no como el piloto) llegaba hasta su posición y tras rebuscar algo en el maltrecho avión sin mucho éxito, gritaba y hacia hacía señas como para que la siguieran.

En verdad Zenji no tenía claro cuál era la mejor opción, pero desde luego permanecer allí como unos pasmarotes a que algún animal salvaje o criatura colosal los devorase no era una opción, por lo que decidió seguir a la joven apresurando la carrera para alcanzarla. Al llegar a su lado, observó que hacía muecas como que apestaba a mierda, nunca mejor dicho, pero lejos de sentirse avergonzado o mal por sus gestos, el nipón se limitó a presentarse como buenamente pudo.

- Watashi Zenji Abe - comunicó en voz alta y se golpeó repetidas veces a sí mismo. Zenji... ZEN-JI A-BE

Después la miró fijamente a los ojos, y tocándole las tetas un par de veces preguntó por su nombre. ¿Entendería un carajo? Al menos no había desaprovechado la oportunidad y podía decir que le medían aproximadamente 100 cm, por lo que tendría una copa D. Realmente una pasada para la vista.

Te dirigiste siguiendo el camino de árboles derribados y vegetación aplastada que habían dejado los monstruos a su paso. A lo lejos, pudiste escuchar su rugido, que ya identificaste con claridad, por lo que al menos, estabas a salvo. Tras un rato de caminata, llegaste a un barranco, que impedía seguir el camino gracias a un salto de varios metros.

Pero eso no fue lo que llamó tu atención.

Además de tocarle las tetas y comprobar de qué tamaño las tenía, viste que al fondo, en un saliente de la pared del lado opuesto, había varias personas agarradas. Eran el médico, la hermana Claire, que estaba semidesnuda, y aquel enclenque traductor.

Los demas parecia que me siguieran aunque no sin cierta dificultad, lo cual era normal pues pocas personas y menos aquellas que no estuvieran entrenadas serian capaces de seguir mi ritmo en cualquier situacion; finalmente despues de seguir las huellas y rugidos de aquel animal llegamos a lo que era un barranco. Nos detuvimos y mire al barranco para ver si veia a alguien cuando el nipon comenzo a... presentarse??

Le mire con poco interes pero cuando se acerco a mi y me cogio las tetas, como acto reflejo cogi su brazo y le hacia una llave con la cual le tiraba al suelo y le colocaba uno de mis pies en el pecho muy cerca de su cuello aprisionandole
Mira amarillo!! le dije fuerte mientras seguia apretando Como se te ocurra volver a tocarme te matare!! le dije con furia y agachandome para estar a su altura le cogia las solapas Asiente si lo has entendido!! le grite y justo despues le propinaba un puñetazo en la cara para levantarme de nuevo y volver a mirar el barranco no sin dejar de vigilar al nipon para ver si necesitaba que se lo repitiera de una manera "mas adecuada".

En un pequeño saliente del barranco estaban agarradas las personas que estaba buscando asi que sali corriendo hacia alli.

Tras mi patético intento de agresión, lo que vino después no podría haber sido peor: el jodido amarillo me pilló desprevenido, intentando levantarme del suelo con considerable dificultad, cuando de repente otra masa de excrementos entró en mi boca. Me fue imposible no tragar cierta parte, por lo que comencé a vomitar instantáneamente. La escena debía ser verdaderamente rocambolesca.

Cuando vi que se aproximaba un puto dinosaurio, intenté camuflarme en el estiércol de la mejor manera posible, aunque todavía seguía con arcadas. Agraciadamente, la bestia pasó de largo. A los pocos segundos, apareció por aquí esa extraña chica morena buscando al médico, parecía tener unas heridas bastante desagradables. Propuso buscar al resto del ''grupo'', y a pesar de su estado la tía andaba a un ritmo difícil de seguir para mí, que me hallaba cubierto de mierda hasta las cejas y muy fatigado.

Llegamos a un barranco, y pude contemplar como el jodido japo intentaba violar a la mujer de gafas, pero esta fue capaz de defenderse sin problema ninguno y lo humilló delante nuestro. Ese hijo de puta se las vería conmigo tarde o temprano. Se la tengo jurada. Si alguien tiene que morir en esta isla, él será el primero.

Finalmente, al echar un vistazo, pude ver al resto de tripulantes de mi avión debatiéndose entre la vida y la muerte, pero no sabía bien como ayudarles... Tampoco sabía si debía hacerlo.

Zenji jamás pensó que la pelinegra le haría una llave como aquella, y aunque podría haberse librado cómo y cuando quisiera al ser cinturón negro de karate, judo, taijutsu, Kung fu, Muay Thai, Jui Jutsu, krav maga... Na, ni de coña, había hecho lo básico que se le exigía en el ejército y punto,... el caso es que acabó en el suelo, una vez más, y solo pudo sonreírle. La rubia igual estaba más buena pero ella era más salvaje y aguerrida, difícil elegir. Lo meditaría.

El japonés se acercó al barranco, sin perder de vista a sus "compañeros" de grupo, y observó que los tres de abajo estaban francamente jodidos. ¿Debería ayudarles? En verdad se la traía sin cuidado, pero era cierto que mientras más fuesen, más probabilidades habría de salir con vida de aquella jodida isla. Miró a su alrededor para comprobar si había alguna forma dea algunas lianas fuertemente  en algún árbol cercano y dejarlas caer para que tuviesen alguna forma de trepar. No sabía si quiera sí lo conseguirían, pero antes que no hacer nada, al menos intentaría ayudar.

Al rato pareció encontrar algo, realizó las oportunas ataduras y lanzó de arriba a abajo la liana...pero entonces tuvo la imperiosa necesidad de mear, y bajándose la bragueta del pantalón, empezó a mear por el acantilado sin darse cuenta de que el chorro caía en la cara del matasanos, a la vez que silbaba una hermosa canción...

- なんて驚きだったのでしょう。
- Nante odorokidatta nodeshou*. - y finalizó sacudiéndola dos veces, guadándola y cerrando nuevamente la bragueta.

*Que agusto me he quedado