Partida Rol por web

Cuando comence a caminar y vi que el nipon no solo nos seguia sino que se ponia delante nuestro comence a replantearme si realmente la informacion de que disponia seria tan importante o lo era tirarle por el barranco; me detuve en seco.
Tu!! le grite señalandole y le señale nuevamente y señale al "supuesto piloto", señale la direccion que debian seguir e hice un gesto con los dedos de caminar

Asi tambien le hice los gestos de que si pretendia seguir con nosotras le rajaria el cuello; volvi a coger a la rubia y a ponerme a caminar con la esperanza de que esta vez ni se le ocurriera seguirnos si sabia lo que valia su vida y por lo que parecia, el muy insensato no lo sabia.

Sextus estaba mojado. Olia mal. Estaba sin aliento. Estaba confuso. Estaba asustado.
Sextus era un verdadero pelele. Y solo quería estar en un lugar cómodo leyendo un libro.

Pero ahora no tenia otra opción que salir de allí, y esperar no encontrarse con otra de esas criaturas de pesadilla que había visto desde que saliera del fuselaje roto del avión.

Dónde estaban, y que clase de artimaña de los Japoneses era aquello. Porque, era cosa de los Japoneses. Era la famosa isla de los monstruos de la que había escuchado hablar, verdad.

Vio la liana sobre su cabeza, y sin dejar al medico colocarse para cogerla se agarro a ella. Nunca le había gustado el ejercicio, y concretamente el de subir por la cuerda. Que erróneo, tendría que haber puesto mas interés. Pero recordaba la técnica, como en la mayor parte, era una tarea de control mas que de fuerza y potencia.

Y poco a poco, subió su culo hasta la parte de arriba. A saber qué clases de horrores vería desde allí.

Gracias a la liana que la Hermana Claire había lanzado, Sextus logró emular a la monja y llegar hasta arriba, solo para fijarse, otra vez, que el resto de sus compañeros de desgracias estaba enfrente de ellos y no había, en apariencia, ninguna posibilidad de reunirse, al menos en aquel lugar.

El piloto y el japonés parecían estar peleándose por algo, mientras la joven morena, esa tal Carter, mucho más decidida, se había puesto a andar en busca de un lugar por donde pasar. Quizás eso era lo que debían hacer ellos también.

Carter giró hacia la izquierda y comenzó a caminar paralelamente al barranco, aunque muy pronto tuvo que adentrarse de nuevo entre la espesura de la jungla, dado que no era posible seguir al no haber camino alguno.

Enfrente, uno tras otro parecían estar trepando por la pared y al menos, no había peligro inmediato. Después de todo, cuando uno de esos gigantescos animales hacía su aparición, lo que no se podía negar era que se percibía su llegada con facilidad.

Estaba tan aterrorizada por la llegada de aquellos bichos que ni me atrevía a moverme.

Tanto que cuando vi la pata de ese enorme bicho me encogí de miedo y cerré los ojos. Oi cosas como Choff, Choff... y risas. Las del Japo. Pobrecico mio, está muerto y en sus estertores dolorosos rie como un pobre loco. Cuando oi su Ñam Ñam imagine que se lo estaban comiendo.

Pero olía tan mal que tuve que abrir los ojos.

No se como pasó pero me vi envuelta entre esos dos, el japones y el piloto enzarzados en una pelea de excrementos. Y yo impoluta cual virgen antes de un sacrificio. Para cuando salieron de la mierda y el dinosaurio se marchó, nosotros también y el japonés me cogió balbuceando cosas que levemente pude deducir.

- ¿Simiente? Pues oliendo así tu no entras en este vergel, amigo!- Dije antes de verme arrastrada por su mano llena de caca- Uggg...- Ya no me daba tanta pena.

Menos mal que la Morena americana macizorra volvió para salvarme de las manos del amarillo. A esta yo si la dejaba entrar hasta la cocina. Juro que lo pensé tan solo por todo el trabajo que estaba haciendo. Si la supervivencia de la humanidad dependía de estos hombres desde luego prefería reproducirme con ella aunque fuera por esporas!

Llegamos a un acantilado justo donde habían desaparecido el resto.

- Freund Claire!- me alegré de ver a la monja aunque fuera en paños menores.- Ciertamente Dios esta de su lado- Ella tiraba la liana que salvaba el culo a los que colgaban del barranco.

 La americana decidió que buscar un camino mejor era prioritario. Yo también lo pensaba. Salir de allí a un lugar seguro fuera del alcance de esas bestias. ¿ Había algo al alcance de ellas? Eso esperaba. Cuando me volvió a coger de la mano y tiró de mi me sentí abrumada. Ains que manos mas suaves... cualquiera diría que le ha hecho un torniquete al brazo del Japo... Y yo con estas pintas. Realmente sin zapatos y mugrienta ( que no llena de mierda de dinosaurio) estaba lastimosa. Y mi pelo? Argg. Afortunadamente no era algo que me importara demasiado, No hacia muchos años recorría las calles de Berlin con pintas similares.

Miré al Japones, que seguro buscaba novia.

- Se te han adelantado, mein lieber Japaner- Dije al japonés haciendo un gesto hacia la morena.

- ¡Doc, agarre la liana! - Observó la monja.- ¡Tiraremos de usted, así será más fácil! - Dijo entonces. En ese momento miró al escuchimizado interprete. - ¡Ayúdeme hombre! - Le ordenó.

Escuchó entonces si nombre. Miró al otro lado del acantilado y vio a la despampanante rubia saludando con la mano junto a la morena que sabía lo que de hacía. A su lado también había dos...¿Eslabones perdidos? Pues en un primer vistazo el amarillo y el inepto del piloto eso le parecieron. Pero no, simplemente iban cubiertos de... ¿Caca? Sin duda eran patéticos.

- Tire ahora... Le dijo a Escuchimizado. Acto seguido empezó a izar al sanitario.

No me lo podía creer, aquella anciana jugaba en otra liga ¿cómo era capaz de hacer todo eso? mi cabeza no alcanzaba a entenderlo, esa agilidad y fuerza no podían ser de ella, mi cabeza racional sabía que eso Dios no lo daba, pero visto lo visto, daban ganar de empezar a rezarle.

Escuché unas voces lejanas y giré mi cuello mientras me agarraba con fuerza al saliente mirando de dónde provenían, ¿esa era Samantha? ¿y la rubia, el jodido japo seguía vivo? hubiera querido seguir mirando, pero la situación era demasiado jodida para perder los pocos apoyos que tenía. Ví como el escuchimizado conseguía alcanzar la posición dónde se encontraba la monja y entonces una liana cayó  a mi lado, con la voz de la monja instándome a atraparla-La madre que me parió, tenia que haberme quedado en dentista, ganan más dinero y tienen consulta propia..-mascullé cogiendo la liana con fuerza.  A continuación subí lo más rápido que pude hasta que estuve a salvo junto a mis dos compañeros-Hermana, si no fuera monja, le daría un beso, encenderé una vela a su salud en la próxima iglesia que vea-dije soltando un suspiro y dándole un fuerte manotazo en el hombro al flacucho que casi lo desarma-¿Y los demás dónde coño van? tenemos que reunirnos de nuevo ¡busquemos otro punto donde cruzar!-dije exaltado mientra comenzaba a caminar sin perder tiempo.

Contemplé durante unos instantes la subrealista escena: una jodida monja y un enclenque de tres al cuarto estaban siendo capaces de trepar por una liana como si de chimpancés se tratase. Incluso para alguien con un severo entrenamiento militar (como es mi caso) le costaría ejecutar tal heroicidad. ¿Me estaba volviendo loco? Esta puta isla... El aire que se respira parece vapor venenoso. A saber si la mierda que tragué antes no tiene propiedades alucinógenas.

Habían pasado tantas cosas tan rápido que casi había olvidado la necesidad de fumar. Podría pedirle un pitillo a la chica valiente, pero un pensamiento rondaba mi cabeza. Parece ser que el grupo está algo dividido, y las dos mujeres tomaban una dirección concreta. Estaba claro que estos idiotas no hacían más que retrasarme, por lo que decidí que lo mejor para mí (y para cualquiera que tuviera un mínimo de inteligencia) era tomar justo el camino contrario, con tal de librarse de estas cargas humanas. Aunque aún tenía una tarea pendiente...

Me acerqué al amarillo, saqué la pistola de señales y le grité tan cerca del rostro como pude: ¡TÚ! Hijo de puta, malparido. No te atrevas a seguir mis pasos o te juro que te meto la bengala por el culo. ¿ME ESTÁS ENTENDIENDO? Yo no te quiero aquí, y estoy seguro de que nadie te quiere aquí. Lo mejor que podrías haber hecho es morir antes de subir en el avión... Gilipollas de mierda. No voy a perder más el tiempo contigo.

No estaba seguro de si me habría entendido o no, pero seguro que al menos lo interpretaría como una hostilidad. Así pues, emprendí mi camino, sin decir nada a nadie, pues no quería que me siguieran precisamente.