Partida Rol por web

Fuiste rápido, muy rápido, lo suficiente como para quitarte a los bichos de encima y aprovechar el mismo hueco por el que estaban entrando como una riada para salir tú por él, y entonces te encontraste al piloto allí mismo, mientras estaba siendo rodeado por las criaturas como fuese un entremés de hormigas.

En una mano tenía la pistola de señales y en la otra... los pequeños monstruitos le estaban dando mordiscos en los dedos, uno tras otro.

La sangre empezaba a brotar de ellos y el piloto parecía estar a punto de caer.

Por fin conseguia ver a Diana, me fije en donde me encontraba, me habia caido en la huella que habia dejado alguno de aquellos animales cuando paso por hay, por suerte Diana habia tenido mas suerte que yo y aun se encontraba en la parte plana de la selva. Mientras volvia a mi posicion inicial en el cielo vimos una bengala, los hombres habian entendido mi mensage cuando les dije que hicieran fuego cuando encontraran un puente por donde cruzar; parecia que habian tenido mas suerte que nosotras.
Que opinas?? le pregunte a Diana Les hacemos caso??

Aquella empalizada que teniamos delante era una buena manera de encontrar ayuda e ir con ella hacia los demas por otro lado la bengala nos indicaba lo del puente y la oportunidad de volver a estar juntos y que el medico me curara la herida, no lo pense y nos dirigi en direccion a la bengala pero no sin marcar el camino por el que ibamos para poder volver a aquella estructura.

Lograste disparar la pistola de señales pero no tardaste en encontrarte rodeado de aquellas criaturas por todas parts, como si tú fueses un plato exquisito para un hormiguero entero. 

Las criaturas se abalanzaron sobre ti y empezaron a morderte por todas partes: la cara, las piernas, los dedos... uno por uno. La situación empezaba a ser dolorosamente desesperada.

Y entonces viste una sombra, algo que se acercaba por tu lado. ¿Otra criatura? No, no. Era el puto japonés que había aparecido de repente.

Tirando de ella, Diana consiguió evitar lo que parecía una muerte segura, porque de no haber abierto bien los ojos, habrían caído por el precipicio, que de repente estaba justo a su lado, como si les hubiese seguido.

Os disteis la vuelta y os alejasteis de la niebla y aquel extraño y horrible sonido, caminando de nuevo entre la vegetación para encontraros otra vez, tras una pequeña caminata... en el puto descampado en donde estaba el avión.

Pero todo no estaba como antes.

Además del avión, o más bien, rodeándolo, había medio centenar de pequeñas criaturas, como dinosaurios en miniatura, que además corrían detrás de... el japonés, y tenían atrapado, casi asfixiado, al piloto simpático, que sostenía la pistola de bengalas en su mano.

- Así es... - Confirmó la religiosa. - Dos mujeres que han demostrado valor y dos hombres. Un japonés y un borracho... - Suspiró compungida. - Hay veces que me cuesta seguir al pie de la letra los mandamientos de nuestro señor Jesucristo... - Meneó la cabeza negando y mirando al suelo. - Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros... - Pronunció aquella oración resignada.

La hermana se retiró el velo desvelando media melena castaña. Su pelo era brillante y liso y no tenía canas. Un pelo muy cuidado para tratarse de una religiosa. ¿Pero quien decía que las monjas no pudieran cuidar su estética? Fue entonces cuando Claire eligió algo de ropa para vestirse. No podía seguir paseándose por la selva casi en pelotas, no era decente. Contra todo pronóstico eligió unos pantalones vaqueros y una camisa. Vio un par de botas de su talla y se las calzó. Ahora si estaba preparada para salir de nuevo en busca de las mujeres.

- ¿Me acompañan? - Les preguntó al médico y al intérprete. - Si están demasiado cansados o sienten miedo, ya iré yo sola. No hay problema. - Dijo muy seriamente.

La primera idea que le vino a la mente al nipón fue dejar al piloto a su suerte, mientras este ejercía de cebo, y seguir corriendo abandonando el lugar. Pero la humanidad de Zenji surgió a relucir, y mascullando improperios en japonés, trató de ayudar al hombre tirando con fuerza de él y ayudándole a seguir la carrera junto a él. Si querían sobrevivir, necesitaban buscar un sitio en alto sobre las ramas de algún árbol o de no funcionar, tirarse al río para librarse de aquellas incansables criaturas.

- **¡Tú colel si quelel soblevivi!! ¡Lápido! ¡Lápido! - gritó Zenji con determinación, aún a sabiendas que no le entendería en absoluto y que probablemente todavía estuviese cabreado con él. Pero en aquella crítica situación, poco importaban sus diferencias, importaba sobrevivir.

La Hermana Claire pareció sentirse como en casa. Acompañó al doctor y se cambió de ropa, o más bien, sustituyó la que había perdido, y cuando regresó, parecía más que dispuesta a ir en busca de los demás.

Pero la doctora se interpuso.

-Hermana, no es seguro quedarse fuera. Han tenido mucha suerte llegando hasta aquí. Si se marchan... podrían no volver. ¿Por qué se cree que no hemos querido irnos?

-¡No digas eso, Lorna! ¡Tenemos un trabajo que hacer y no sería honesto marcharnos antes de terminarlo! -dijo abruptamente el doctor Brolin -. ¿Saben que hay más de setenta y ocho especies de reptiles extinguidos en esta isla? ¡Setenta y ocho! Y eso solo sin contar el otro lado de la empalizada, a donde no nos hemos atrevido a llegar. Allí podría haber muchas más. Pero esos indígenas... y ese simio gigante...

¡Olvídate del simio! ¡John preparó la balsa! ¡Lo único que tendríamos que hacer es utilizarla! 

La doctora Bain estaba ahora verdaderamente irritada. Parecía como si fuera la única que deseaba marcharse de allí.

- ¿Tienen un bote para salir de aquí? - Preguntó la religiosa. - ¿Una balsa ha dicho? - Se acercó interesada a la doctora. - Mientras sobrevolabamos la zona no apreciamos nada en los alrededores salvo agua por todas partes. - Se llevó los dedos al mentón pensativa. - ¿De verdad pretende cruzar el océano en una balsa...? - Eso le dio que pensar. - ¿Dónde estamos por cierto?

Sí, una balsa. Existe un viejo barco encallado en una de las cosas, y la única manera de llegar hasta él es bajando por el río. Uno de nuestros compañeros fabricó una balsa para utilizarla... antes de ser devorado por una criatura. Pero es una locura y nosotros -Brolin se giró hacia su compañera - tenemos un trabajo que hacer.

¿Dónde estamos por cierto?

Brolin se sentó en una silla cercana. 

-Esta no es una isla normal, como ya habrán podido ver. Está aislada del resto de regiones continentales y tiene unas características muy especiales, entre las cuales está, que en ella el tiempo parece haberse detenido. Las especies de animales que encontramos corresponden en su mayor parte al periodo jurásico, pero hay también otras muchas que no conocíamos... además de algunos fenómenos extraños. Es una trampa mortal.

Diana y yo seguimos el rastro que habia dejado en el cielo la pistola de bengalas hasta llegar de nuevo al avion, no podia creerme que la señal viniera de alli cuando le habia dicho a aquellos dos zopencos que hicieran señales cuando encontraran el camino, pero claro ellos tambien lo hacian cuando se encontraban en peligro, acaso no eran lo suficientemente fuertes para encargarse ellos solitos??

El nipon y el piloto se encontraban rodeados de pequeños dinosaurios que parecia se los querian comer; el que parecia estar en peor situacion era el piloto.
Diana dije en voz baja busca una rama lo suficientemente grande como para ahuyentar a esos animales e intenta ayudar al nipon... yo hare lo propio con el piloto

Desate el lazo que nos unia y que hacia poco me habia salvado la vida y me puse a buscar un palo con el que poder lanzarme al ataque del dinosaurio que apresaba al piloto

- Perfecto doctor. - Dijo la religiosa. - Usaremos esa balsa en cuanto regresemos con las mujeres. - Miró entonces a sus compañeros. - ¿Se van a quedar aquí o van a actuar como hombres por una vez en le vida? - Les preguntó entonces. 

La hermana Claire estaba esperando una respuesta por parte del médico y el intérprete. No esperaba mucho de ellos, pero igual era mejor salir a la selva con alguien más. A falta de profesionales estaban ellos dos. Tampoco esperaría mucho su respuesta, si veía que dudaban, simplemente saldría sola y encontraría a las mujeres. 

Sextus se adecento todo lo que pudo, y cambio su maltrecha y sucia ropa militar, por un pantalón corto y una camisa caqui.

Casi, pero solo casi, parecía un explorador. Pero con aquella ropa, que evidentemente tapaba menos que el uniforme, se podía observar un cuerpo sin apenas musculatura.

El único que se había trabajado en aquel cuerpo era el cerebro, y pareciera no ser necesario en aquella isla atroz.

Escucho atentamente las indicaciones del doctor, y si bien no estaba del todo de acuerdo con bajar un rio con una balsa improvisada, la idea de permanecer en la isla le parecía muchísimo peor.

Cuando la hermana, si se la podía seguir llamando así, sugirió ir a por el resto de la comitiva, declino todo lo amablemente que pudo.

No hermana. Ya ha escuchado a la doctora. No creo que sea menester jugar con la providencia otro tanto mas.

Viendo la cara de desagrado de la misma, Sextus dejo el resto de su premeditada respuesta en sus labios y se hizo a un lado.

Tenia muchas e interesante preguntas sobre aquel lugar, y esperaba aprovechar el tiempo para entender su entorno, y sus peligros.

Zenji había tenido compasión del piloto, y habiendo podido huir corriendo y dejarle con aquel marrón, al final estaba allí tirando con fuerza de él para sacarlo y proporcionarle una oportunidad de sobrevivir. No sin esfuerzo, logró tirar de él hacia el exterior del avión provocando que algunas de las criaturas que lo cubrían casi al completo se separasen de su cuerpo, y lo que vió no le gustó, estaba sangrando bastante en algunos lugares accesibles, en especial los dedos. Atraería a más criaturas hambrientas.

Fue entonces que, en su trepidante huída, comprobó que las dos jóvenes de las que se había separado tiempo atrás regresaban hasta allí. ¿Quizà atraídas por el disparo efectuado por el piloto con la pistola de señales? Fuese como fuese, a Zenji ya no le caía bien la atractiva pelinegra que siempre estaba de mala leche y aparentemente dando órdenes con sus manos. No iba a entretenerse a ver qué diantres querían, por lo que pasando a toda velocidad por al lado de ambas y dejando al piloto en una mejor tesitura, huyó en dirección a la selva y la montaña, buscando un lugar lo más elevado.

- **Yo lalgalme de aquí. Ya ayudal a piloto a movelse, lesto sel cosa suya. Sayonara!!! - - Y tras gritar en japonés, sabiendo que no entenderían un carajo, siguió su idea inicial de buscar un lugar elevado donde realmente orientarse y saber dónde se encontraban.

El japonés se acercó al árbol más alto que había y subió como si fuese un mono, dejando a su suerte a sus tres compañeros. Vance había quedado libre de los pequeños monstruitos, pero no por mucho tiempo. 

Por supuesto, aquel ataque no iba a pasar desapercibido y el simio gigante hizo su aparición en el descampado.

Los pequeños monstruos gritaron y protestaron, y salieron en desbandada. El simio no pareció prestarles mucha atención pero sí que comenzó a olisquear el ambiente. Sus ojos buscaron en los alrededores... y finalmente, se fijaron en vosotros.