Partida Rol por web

El Doctor Brolin miro a su alrededor. Las paredes estaban llenas de mapas de la isla, con anotaciones y símbolos que no llegabais a comprender. Llevaban mucho tiempo intentando desentrañar los secretos de aquella isla... y no podían abandonar ahora.

-Ustedes pueden hacer lo que quieran. La balsa está río arriba, a unos kilómetros de aquí. Pueden usarla si se atreven. Pero no saldremos a por sus compañeros. Así que será mejor que se marchen. Tenemos mucho trabajo que hacer.

La doctora miró a Brolin, enfadada.

-No es asunto nuestro -le dijo éste.

La monja se ocupó de buscar un nuevo atuendo bastante más adecuado para la situación en la que nos encontrábamos que el hábito que llevaba-Hermana espero que ésta vez pueda aguantar más tiempo con la ropa puesta-dije divertido, pero cuando escuché lo de la balsa miré a ambos científicos-¿Una balsa? Esa es nuestra oportunidad de escapar!- comenté esperanzado-ustedes pueden hacer lo que quieran, quedense para seguir haciendo lo que sea que hagan, pero nosotros no nos podemos quedar, prefiero jugarme la piel ahí fuera antes que quedarme aquí pudriéndome, no se ofendan-les miré con ojos comprensivos, desconocía el por qué de su estancia en esa isla, pero desde luego yo no iba a quedarme allí más de lo necesario.

-Vamos hermana, deje de poner a prueba nuestra hombría maldita sea, claro que la acompañamos, busquemos a los demás y luego vayamos a por esa balsa, el barco encallado es nuestra una posibilidad de escapatoria ahora mismo-dije con seriedad-Doctora, Doctor, gracias por su ayuda y si cambian de opinión esperen en al balsa, seré nuestro próximo destino-me ajusté el casco y miré al delgaducho dándole una fuerte palmada en el hombro-andando, no hay tiempo que perder-dije retomando el camino a la salida del complejo.

Por un momento, había rondado por mi cabeza el funesto pensamiento de la muerte. Al verme totalmente superado por una jauría de bestias hambrientas, deposité mis últimas esperanzas en aquella bengala que, con esfuerzo, logré disparar hacia el cielo. Cuando todo parecía estarse tiñendo de color negro, reconocí una extraña voz entre los gruñidos de las criaturas. Era el puto japo.

Sin saber muy bien cómo ni por qué, el muy cabrón logró sacarme del verdadero apuro en el que me encontraba, para trepar velozmente a un árbol instantes después. Entre tanta confusión, me pareció distinguir a dos de las mujeres que habían formado parte de los supervivientes del hospital, pero estaba demasiado aturdido como para reconocer sus identidades.

Tenía mordiscos y arañazos por todo el cuerpo, y escocían una barbaridad. Estoy seguro de que esta isla debe ser un nido de enfermedades, por lo que debía tener cuidado con esas heridas. Cuando traté de incorporarme, ante mí se alzaba la colosal figura de... ¿un simio?

''¿Pero qué cojones es eso...?''

Permanezco inmóvil tendido en el suelo.

Cuando vi aquellas sombras entre la niebla me llevé una mano a la boca para intentar ahogar una exclamación que de seguro habría sido un error.

Podría haber llamado la atención de aquello que estaba a nuestro alrededor. Tiré de la tira y me acerqué a Carter cuanto pude, como si hubiéramos sido presas en una cárcel de niebla, unidas por cadenas de tela. Mantuve el aliento hasta que algo llamó nuestra atención: una bengala.

La niebla ya no importaba y seguir allí, en medio de la nada, tras ver aquella señal posiblemente de alguien que estuviera en peligro, podría ser un error. Por ello seguimos el rastro y al llegar nos encontramos con diminutos bichos asediando al piloto y al japonés. Aunque este último subió a un árbol como una cría de oso asustada.

 - Si!.- Aseguré a Carter buscando alguna rama o algo para usar de lanza contras los mini-dinos. Conseguí una rama bastante larga a un lado de la zona del aterrizaje y quise usarla de escoba contra los bichos cercanos al árbol de japonés.- Fuera bichos! Fus-fus- Dije agitando la rama-escoba.- Funciona! -Grité alegre cuando los vi darse la vuelta y salir corriendo.

Estaba satisfecha cuando todo quedó en silencio y una sobra se cernió sobre mi, tapando el sol. Cuando alcé la cabeza y me di la vuelta...o vi.

- A-así que no los he asustado yo...- Balbuceé abriendo tanto los ojos que de no estar pegados a mi cabeza se habrían salido del todo.

Ese mono gigante, atraído sin duda por la bengala, el olor a mierda de los hombres y el ruido, nos observaba desde las alturas.

- C-creo que deberías bajar del arbol!- Grité a Zenji. Era el que mas "a mano" estaba de aquella bestia.

 Y yo me quedé tan quieta como pude. Glups!!

Efectivamente, Diana tenía razón. El mono no le hizo demasiadas cuentas a la gente del suelo, pero si fijó su atención en algo que se movía en un árbol, así que lo arrancó y lo elevó varios metros por encima del suelo para ver mejor qué tenía, sin darse cuenta de que el japo estaba agarrado como una garrapata al tronco y que amenazaba con caerse... y romperse la cabeza.

El simio olisqueó el árbol y al oler las heces que todavía rodeaban a Zenji, retrocedió ligeramente para a continuación, lanzar un enorme alarido que llenó de saliva al japonés... y empujarle con un viento huracanado.

El bueno del nipón pensaba que había sido más inteligente que aquellos tres que se habían quedado en tierra, esperando a ser devorados por los pequeños y endiablados dinosaurietes. Mostrando buenas dotes de ser ágil y fuerte, no había tenido ningún problema en subirse a uno de los árboles aledaños y observar la situación divertido. Incluso en cierta medida, se veía superior a esa panda de extranjeros que no podía entender. ¿De veras iban a ponerse a agitar unas ramitas para ahuyentar a esas criaturitas que se relamían de solo ver su jugosa carne blanda? El piloto tenía unas pintas horribles, y no tardó 3n dejarse caer al suelo casi convaleciente, y las mujeres,....¡Qué carajos, eran mujeres! Puede que la pelinegra tuviese algunas aptitudes decentes, ¿pero la rubia cañón? Solo serviría para engendrar hijos, estaba seguro.

Aún en lo algo de aquel árbol y contemplando la escena de abajo, no fue capaz de cerciorarse de lo que ocurría hasta que fue demasiado tarde. De pronto los pequeños dinosaurios graznaron estrepitosamente y salieron como despavoridos en bandada, dejando a aquellos tres con caras de asombro mirando las alturas. ¿A él? No, más arriba, mucho más arriba. Y cuando Zenji levantó la mirada ennla misma dirección ya fue demasiado tarde.

Un enorme simio, muchísimo más grande que un gorila, de tamaño colosal, le miraba fíjamente. Y antes de que pudiese reaccionar, se dió cuenta de que el árbol ennel que estaba había sido arrancado de cuajo cual florecita, y estaba suspendido en los aires muchos metros por encima del nivel del suelo. Abe solo pudo sujetarse a una de las ramas con toda la fuerza que tenía, y rezar, rezar mucho a sus dioses para no morir. El simio gritó fuertemente al olerle y como si de un estornudo se tratase, se vio completamente impregnado de babas. ¿Mierda y babas? Debía estar como un pincel a la vista de todos.

Zenji quería gritar, pero no podía, estaba aterrado, en shock. Lo que si era cierto es que estaba allí tan fuertemente agarrado, que difícilmente nadie podría haberlo separado de aquel tronco ni aún usando maquinaria avanzada. Formaba parte de un todo con aquel árbol.

- No quielo molil! Ni quielo molil! ¡¡¡NO QUIELO MOLIL!!!

Mientras buscaba una rama con la que espantar a aquellas criaturas no sabia como pero el nipon habia conseguido liberarse de sus mini dinosaurios para ayudar al piloto y salir de alli como alma que llevaba el diablo, parecia que la cosa funcionaba a nuestro favor pero nada mas lejos de la realidad pues el nipon se subio a un arbol y el cielo se volvio oscuro.

Al mirar hacia él un simio enorme se encontraba alli, en mis muchas expeciencias en combate y miles de misiones jamas habia visto algo asi y por tanto no estaba preparada pero en cuanto oi a Diana gritarle al nipon, del cual estaba siendo agarrado o mas bien arrancado del suelo me acerque a ella con pasos lentos, mientras el simio se centraba en olisquear al nipon.
Ni se te ocurra volver a gritar le dije a Diana una vez me encontraba a su lado Si lo haces llamaras su atencion y no creo que quieras ser su desayuno

Parecia que al simio no le gustaba nada el nipon, cosa que era comprensible pues creo que no le caia bien a nadie y profiriendole un alarido lo avento como si de una mosca se tratase.
Creo que debemos escondernos le dije a Diana intentando mantener mi concentracion en el asunto para despues intentar ocultarnos

El simio miró el tronco con mucho interés y lo movió de un lado a otro para ver si caía algo o no, aunque el japonés estaba agarrado con manos y uñas como si fuese un maldito hongo y no se soltaba.

Finalmente, tras ver que no había nada de interés, lo soltó en el suelo, aunque no exactamente en el mismo sitio. Lo lanzó con desgana hacia el resto de árboles, para a continuación marcharse por donde había venido... fuera de donde fuese.

- Un placer señor Brolin. - Le dijo al doctor con un cabeceo. - Señora Bain... - Lanzó otro cabeceo a modo de despedida. - Muchas gracias por la ropa y por la información. 

Acto seguido comprobó que su pequeña pistola estuviera cargada, y se la introdujo en la parte de la cintura del pantalón, bien agarrada por el cinturón. Estaba lista para salir allí afuera y patear algunos culos de engendros del pleistoceno.

- Doctor... - Llamó la atención de O'brian. - ¿Nos vamos? - Y se lo dijo sólo al doctor, pues Sextus parecía que prefería quedarse en compañía de Brolin y Bain.

Esperen. Déjenme darles un consejo antes de que se marchen. Si ven una extraña... anomalía, una especie de círculo de luz o algo similar... no se acerquen. Es... peligroso.

El rostro del doctor Brolin parecía sinceramente preocupado por vuestra seguridad. Quizás no pudieran ayudaros pero al menos, en aquello sí que parecía haber algo de verdad.

Desde donde estabamos ocultas podiamos ver como el mono balanceaba el arbol en el que se encontraba el nipon como si fuera un sonajero pero de alli no se movia ni una hoja, no entendia como lo estaba haciendo pero aquel japones debia estar pegado al arbol sino no era comprensible; despues de un rato tiro el arbol y se fue...

Sali del escondite en el que estaba y junto a Diana me acerque al piloto
Vamos a por ese japo y busquemos a los demas le dije alargandole la mano para que se incorporara, aunque ahora que lo pensaba aquel hombre aun estaba lleno de... mierda??
Mire en que situacion nos encontrabamos ahora, por donde habia caido el arbol y me puse de nuevo en camino en busca del nipon, si volviamos a dejar solos a aquellos hombres de seguro serian devorados y aunque no eran de gran ayuda como distraccion para futuros depredadores podian servir.

-¿Q-que no grite?- Balbuceé mirando al mono junto al pincho moruno del Japo.

No me salió nada mas, tan solo me llevé la mano a la boca y la tapé, por si se me escapaba algún grito sonido o lo que fuera. Seguí como una ratoncillo a Carter mientras se escondía y desde allí, cagada de miedo, mirábamos como finalmente el mono se iba y lanzaba al árbol-japo cerca de Thakeshi Casttle.

Intenté ayudar también agarrando la otra mano al piloto para intentar que se incorporarse.

-¿Esta bien?- pregunté arrugando un poco la nariz por el olor, aunque poco a poco ya me iba acostumbrando a esta mierda.- Ya hay ganas de comérselo, no cree- pregunté intentando sacar algo de humor del asunto, señalado las heridas o cortes que tuviera de los mini dinosaurios.

Todo sucedió muy deprisa, y de estar el japonés parado frente a aquel simio colosal a varios metros de altura, sujeto lo más fuerte que podía al tronco, pasó a ser zarandeado de lado a lado, y lanzado como una colilla para caer sobre la tupida y densa selva. Zenji tuvo los ojos cerrados en todo momento, y cuando los abrió después de todo aquel despropósito, se mantenía en el aire.

Cualquiera que viese la situación desde otro ángulo, vería como el árbol había quedado encajado entre otros dos árboles, paralelo al suelo, pero a menos de un metro de altura. Solo era necesario que Zenji hiciese descender una de sus piernas para tocar tierra firme, pero el nipón estaba acojonado, sujeto al árbol evitando caerse, temiendo por su vida, paralizado, en shock. Probablemente, en la mente del japonés se veía encontrandose a gran altura del suelo, sobre un precipicio o un lago con pirañas, cocodrilos o seres infernales, pero la triste realidad es que aunque se soltara, la caída era menor a un metro de altura, y terminaría reposando sobre el verde y acolchado sustrato herbáceo. Lamentable.

En medio de toda aquella confusión, algo sucedió. Unos ruidos procedentes del bosque llegaron hasta todos vosotros, aunque no se parecían a los que precedían a la llegada de una bestia, sino que eran algo muy diferente.

Quedó claro cuando un japonés vestido de uniforme apareció en el claro, y después, seis o siete más. Eran del ejército nipón. 

El japonés se sorprendió al veros, pero rápidamente empezó a dar órdenes a los suyos, que sacaron sus pistolas y os apuntaron, a la vez que os cogían uno por uno. Primero a Vance, que seguía haciéndose el muerto; luego a Diana y a Samantha. Y finalmente, el propio líder se dirigió hacia donde estaba Zenji y con ayuda de otro, lo ayudo a bajar, y a soltarse del árbol, y lo condujo con los demás. Los cuatro quedasteis rodeados por aquel pequeño ejército.

El japonés empezó a gritaros... obviamente, en japonés.

-A partir de ahora considérense prisioneros del Imperio Japonés. Usted -señaló a Zenji -tiene que ser un traidor y será ejecutado en cuanto regresemos. Ahora, quiero saber quién está al mando.*

Al ver que nadie respondía, intentó decirlo en inglés.

-Quien... mando... ahola.

Aunque parecia que todo habia acabado y que ya podiamos coger al nipon, que no sabia que diantres hacia para continuar nuestro camino, de la selva nuevamente se oyeron unos ruidos que.. esta vez no parecian de animal y es que de mitad de la vegetacion salio otro nipon vestido de uniforme mierda nos han encontrado!! y junto a él algunos mas.

Estaba a punto de propinarles una paliza cuando sacaron sus armas y nos apuntaron a todos; podria haber usado al nipon o al piloto de escudo y haberme llevado a alguno por delante pero eran demasiados como para que Diana no corriera peligro y no me la imaginaba utilizando a alguno de los hombres como escudo; con lo que no pude mas que levantar las manos en señal de rendicion. Un par de aquellos nipones se acercaron a mi y colocaron a mi espalda sus pistolas, baje mis manos y me los quede mirando con desprecio cuando el que parecia que mandaba se dirigia al nipon y luego a nosotros.

Cita:

Con estrategia señale al nipon y proferi una sonrisa malicionsa
Eramos sus prisioneros dije mintiendo Nos llevaba a vuestra base cuando vuestros compañeros nos derribaron, solo nos defendiamos... sonrei a la espera de ver si mi pequeña mentira colaba o ver que habian los demas

Sextus no hico caso de las palabras del doctor O´brian. No tenia ningún motivo para salir de aquel estupendo refugio hacia lo desconocido.

No estaban en la guerra, estaban mas bien, en una pesadilla y no tenia intenciones de meterse en más problemas de los debidos.

Dio unos pasos hacia atrás, y la monja parecía tenerlo claro, el traductor se quedaba allí. Con lo que estaba pasando fuera, suerte tenían de llevar la cabeza sobre los hombros.

Me interesan sus investigaciones, no soy una persona muy versada en la ciencia, pero algo conozco. Quizás pueda resultar de más ayuda aquí.

Dijo con un tono trémulo, esperando un agravio por parte de sus “acompañantes”.

La doctora Bain miró a Sextus. Aquel hombre parecía interesado en lo que estaban haciendo y hacía tanto tiempo que no hablaba con nadie más...

-Pues... lo cierto es que hemos localizado unas anomalías en la isla, difíciles de catalogar, lo que unido a la presencia de estas gigantescas bestias convierte a este lugar en todo un descubrimiento. Estos animales... creemos que no... son de aquí.