Partida Rol por web

Finalmente, el grupo avanzó río arriba, observando como las aguas parecían comportarse como caballos desbocados, y llegó justamente a donde debía, una zona más baja, en donde encontraron... un balsa preparada y perfectamente dispuesta para ellos.

La balsa parecía estar hecha de maderos resistentes y sin duda, había sido preparada para soportar los rápidos que debían encontrarse río abajo. Debía haber costado mucho fabricarla y era vuestra oportunidad para llegar al mar. No iba a ser sencillo... pero en aquella isla, nada lo era.

Después de otra caminata que me pareció eterna, llegamos a una pequeña zona donde el agua estaba más tranquila y como nos habían dicho allí se encontraba la ansiada balsa-¡Si, la balsa!-dije exaltado señalándola con el dedo como el mismísimo Colón-vamos Carter, aguanta, cuando salgamos de ésta te invito a lo que quieras, pero no te desmayes ¿Me oyes?-ordené, aquella mujer necesitaba una transfusión en breve y como mínimo reposo absoluto.

-Hermana despeje el camino y apunte hacia adelante, no me gustaría recibir otro balazo..- gruñí acercándome a la balsa con cautela.

La hermana Claire se sintió orgullosa nada más llegar al río y observar la balsa de la que había hablado. Esperaba que todos pudieran caber en su interior. No era demasiado grande, pero tampoco eran tantos. Suponía que podrían llegar a caber. El problema iba a llegar en el momento en que llegaran las curvas. Si les tocaba pelear contra cascadas, o rápidos lo tendrían muy mal para salir victoriosos.

- ¡Bien! - Exclamó la religiosa. - ¡Aquí está lo que os prometí! Una vez lleguemos a la costa, es más que probable que encontremos una embarcación mayor con la que hacernos a la mar y tratar de regresar a la civilización.

Sin pensárselo dos veces, la monja tiró del cabo que unía la balsa a tierra y la acercó. Entonces miró al médico ofreciéndole ser el primero en subir a bordo junto con la morenaza.

-Gracias hermana-dije mientras me ayudaba a subir a Carter sobre la balsa. Tenía una pequeña parte cubierta con una lona en forma de tienda de campaña así que manteniendo el equilibrio la llevé hasta allí y la ayudé a tumbarse.

-Vamos Carter recuéstate y evita moverte lo máximo posible-dije tomando su cuerpo con cuidado, tenía manchas de sangre por la mitad de su cuerpo, así que en la medida de lo posible intenté limpiarlas con el exiguo material médico que me quedaba-tenemos que darnos prisa hermana, necesita atención urgente-dije con preocupación clavando mis ojos en los de la monja, lo que le había proporcionado eran meros parches y no servirían de mucho a largo plazo...

Después de que el grupo lograse salir con vida del cenagal infecto con aquellas criaturas letales, todos iniciaron la marcha río arriba siguiendo a la monja, la cual parecía haberse convertido en la improvisada guía al conocer el paradero de salto que Zenji no llegaba a comprender. Poco a poco iba entendiendo algunas palabras en inglés, aunque no las suficientes como mantener una conversación. Al menos, la sensación que percibía era que aunque la mayoría no lo consideraba su amigo, tampoco lo veían ya como al enemigo después de que les salvará usando la liana.

Zenji no podía evitar mirar a la atractiva joven rubia, y a medida que avanzaban, se esforzó por ir aprendiendo a comunicarse con ella. Empezó señalándose a si mismo y susurrar su nombre, "Zenji," la señaló a ella y susurró el nombre de ella, "Diana", y desde entonces, entabló un juego en el que señalaba distintas cosas, y esperaba a que la joven respondiera para memorizarlas. 

La travesía se hizo amena para el nipón, que mientras aprendía diversos conceptos, se había hecho con dos maderos robustos, y con el cuchillo que portaba fue dándoles punta, afilándolos para tener armas con las que defenderse, que al terminar, le entregó gustoso una a Diana.

- Alma, tú defendel, no sabel peliglo - logró expresar por por primera vez una frase completa, en un torpe pero entendible inglés, dirigiendose a la joven y sonriéndole, al entregarle la afilada estaca. Zenji cuidal a ti. Diana sel muy helmosa, no quelel que nada malo pasado a ti. y tras aquello, acarició su largo y brillante cabello rubio.

Al llegar a la balsa, y antes de subir a esta, el nipón se lavó en el agua cristalina del río toda la suciedad que pudo lograr retirar, y ya más animado, se sentó en el extremo opuesto a donde Carter seguía siendo tratada de sus heridas por el matasanos. No sabía donde se sentaría la joven rubia, pero esperaba que cerca para poder seguir conociéndola.

Una vez O'Brian y Carter subieron a la balsa, hizo lo propio la hermana. Aquella balsa se movía bastante sobre el agua. Era muy inestable, pero era lo que tenían. Claire solo deseaba no caer al agua nada más subir al bote.

Al final conseguimos llegar a un claro que conducia a un rio y alli plantado se encontraba un perfecto bote que parecia preparado para albergarnos a nosotros y a alguno mas, mi cuerpo seguia manchado y ahora ya no era el agua de la lluvia la que marcaba mi silueta sino que era mi propia sangre.

Hermana como sabia que esto se encontraba aqui?? cada segundo que pasaba me encontraba con mas reticencias contra aquella monja, nada de aquello era normal y aquella monja debia saber mas de lo que sabia, seguramente por aquello habia intentado matarme y volveria ha hacerlo. Me apoye en el medico, al que por un momento, recorde, como en un sueño haber besado y volvi a deducir que se trataba de lo mal que me encontraba.

Aquella balsa nos debia conducir a un barco y en el seguro que acababan por matarme asi que no tardaria mucho en alejarme de aquella monja y su pistola.

- Me lo dijo un tipo que salió de una roca, me apuntó con una pistola y me desveló que él y su ayudante, una muchachita que no parecía con muchas ganas de seguir allí, estaban estudiando la fauna local. - Respondió aquella monja a la pregunta de la morena. - ¿Bien? - Le preguntó tratando de averiguar si había saciado su curiosidad. - La misma persona que me dio la ropa limpia que ahora esta sucia...

Y lo cierto era que, aunque no se habían dado cuenta hasta ahora, la hermana ya no lucía su habitual habito, sino que portaba botas, pantalones vaqueros y una camisa. Todas esas prendas cubiertas por las interioridades y sangre del dinosaurio volador en el que había surcado los cielos y con el que se había estrellado por segunda vez en esa isla de mierda.

La balsa era bastante inestable. Había sido fabricada con bastante cuidado, y sin duda, le habría llevado mucho tiempo, pero eso no significaba que fuese la Santa María. Bajar por el río no iba a ser un viaje de placer, o de lo contrario, otros ya lo habrían hecho.

Al mirar río abajo, todo parecía tranquilo, pero sin duda, no tardaría en torcerse.

Y dicho y hecho, algo se movió en la ribera del río, algo que no podía ser amistoso. ¡Oh, no, no iba a serlo en absoluto! Y como siempre en aquella isla, los problemas no venían solos, sino que en este caso, llegaban en grupos de cinco.

Eran como escorpiones, gigantes, por supuesto, y emitían un ruido desagradable al abrir y cerrar las pinzas. Los cinco comenzaron a acercarse rápidamente hacia vosotros, que aún estabais en la orilla.

- ¡Pero que diablos son eso! - Exclamó la hermana con los ojos como platos. - No puede ser verdad... - Dijo en un tino más sereno.

Sólo esperaba que aquellos escorpiones gigantes le tuvieran miedo al agua o no supieran nadar, porque de lo contrario, viendo la agresividad que mostraban, si llegaban hasta la balsa iban a tener más problemas. Ya habían tenido suficientes, necesitaban un descanso. Al menos ella lo necesitaba. Estaba agotada y malherida y podía hablar en boca de la morenaza también cuando decía aquello. 

- ¡Vamos, vamos! - Gritó alterada. - ¡Cortad la cuerda y empezad a remar como podáis para alejarnos de la orilla! - Ordenó. Ella no estaba cerca de la cuerda, había sido una de las primeras en subir y estaba en la parte opuesta de la balsa.

Zenji permanecía embelesado observando al detalle la hermosa figura y facciones  de Diana, como completamente ido del mundo real, hasta que los gritos de la monja le hicieron reaccionar. Aquellas criaturas con apariencia de escorpiones gigantes daban toda la sensación de ser hostiles, peligrosas y francamente letales, por lo que Zenji no dudó en tratar de empujar la balsa hacia el interior del río con el madero que acababa de hacerse, y empezar a cortar el extremo de la cuerda una vez la cuerda se tensó y no podían alejarse más. Ni de lejos iba a bajar, correr y desatar la cuerda, por lo que todo dependería de que lograse cortar la cuerda a tiempo.

El empujón inicial surgió efecto, aunque tampoco es que se hubiesen alejado mucho aún. La parte buena era que el cuchillo estaba sumamente afilado, y en cuanto empezó a cortar, no tardaron en romperse las fibras y lograr liberarse. Misión cumplida.

- ¡Lo logré! ¡Remad, remad con lo que sea! ¡No quiero averiguar hoy si esas cosas saben nadar! - gritó nuevamente el japonés en su idioma natal, sin darse cuenta de que no le estarían entendiendo. Si aquellas cosas intentaban abalanzarse, se defenderia con ahínco con el palo afilado. No iba a permitir que ni él ni Diana fuesen apresados con sus afiladas y robustas tenazas o ensartados con su letal aguijón. ¡No estamos en el menú del día, criaturas infernales!

Diana y Vance fueron los últimos en subir de un salto, pero no "los últimos". Por increíble que pareciera, los bichos se impulsaron con sus patas para dar alcance a la balsa, que tan hábilmente había empujado y soltado Zenji y aunque tres de ellos cayeron al agua, dos consiguieron aterrizar justo uno al lado del otro, en medio de la balsa, haciendo que esta se moviese de un lado a otro. Afortunadamente, uno resbaló y terminó nadando igualmente, pero el que quedaba enderezó su extremo posterior y amenazó con sus pinzas, y su uña venenosa, a todos.

Claire no tuvo tiempo de hacer o decir nada porque no había apoyado bien el pie y al moverse la balsa, cayó rápidamente al agua, pero los demás tenían ahora un buen problema, uno con ocho patas y veneno llamado "escorpión asqueroso".

Clas, clas, clas. El sonido de las pinzas al abrirse y cerrarse no prometía nada bueno, pero el bicho no hizo más que girar sobre sí mismo sin saber a quién atacar, lo que os daba un poco de tiempo.

¿Por qué las desgracias se cenaban con ella? Estaba teniendo una suerte pésima, aunque otro podrían decir todo lo contrario. Con todo lo que le había sucedido hasta el momento, casi podía dar gracias de seguir con vida. En el fondo, ese dios del que en ocasiones empezaba a renegar, le tenía en alta estima.

Pero fuera afortunada o todo lo contrario, lo cierto era que había acabado en el agua y ahora tendría que nadar para tratar de salir de aquella situación. Y eso hizo, empezó a nadar y no tardó demasiado en comprobar que nadar con un brazo menos no era algo sencillo.

Su intención no era otra que la de llegar a la balsa y al menos tratar de agarrarse al borde de la misma. Tarde o temprano el río empezaría a arrastrar aquella nave y no quería quedarse en la orilla junto a aquellas bestias.

Y lo cierto era que le estaba costando mucho regresar a al balsa. Tanto que no sabía si podría hacerlo sin ayuda. ¿Podía ser ese su final? Esperaba que no, pero en las condiciones en las que se encontraba, bien podría serlo.