Partida Rol por web

Me doy la vuelta, mirando a la pantalla para que el acólito no vea mi cara de preocupación <<La hemos liado parda. Espero que no nos mezclen en todo esto, porque los Davion no son buenos enemigos.>>

Cuando estoy seguro que ya no se me va a notar, me giro de nuevo y pregunto, para restar importancia al momento -¿Ya está, hemos terminado de inscribirnos?

Ehm... Gracias, Sargento.

Morton miró el formulario como si estuviese viendo un misterioso criptograma. La burocracia no se le daba bien.

Entiendo que este es el formulario estándar. Pero nosotros veníamos por el anuncio de la página web. Vamos, que más que para alistarnos, venimos por información para ver si merecía la pena. ¿Era un anuncio genérico o era para alguna misión más concreta?

Y otra pregunta... ¿Es necesario pertenecer a una unidad registrada o les vale con tener dos pelotas y un mech? Lo pregunto por si se puede apuntar uno individualmente. Bueno, somos dos, pero no somos una unidad.

Rakhir esperó a que el acólito contestase. Tenía muchas ganas de salir de allí, y no solo por que le incomodase el tema, sino porque quería saber como andaba lo que sus otros dos compañeros hacían.

-¿Eh?.- El acólito te miró como despertando de un sueño hasta que comprendió porqué estábais allí. -Si, desde luego. Llévese la copia, hasta que emitamos la ficha será el comprobante de registro. Que la palabra de Blake vaya con ustedes.-

Por fin salís del registro y respiráis aire. Estar allí era como un mausoleo, una cripta que retenía vuestro espíritu. Os acordáis que Morton tenía un comunicador. Es posible que necesite el nombre y número de registro de la unidad.

-Sinceramente, de mechwarrior a mechwarrior, no tengo ni idea. Ya sabes como son estas cosas y como a los altos mandos les gustan los secretos. Yo solo tengo que enviar los formularios rellenados a la oficina de arriba antes de terminar el día y deciros que mañana todos los interesados debéis estar presentes en la sala de juntas, planta primera, ala oeste.- El sargento te miró directamente a los ojos, sin pestañear y con un discurso que posiblemente había ensayado muchas veces a lo largo del día. -En cuanto a lo de ser solo dos, en vez de marcar la casilla "unidad mercenaria" y poner el número de registro, debe marcar "independiente" poniendo su número de pasaporte. Sacaré otra hoja para su amigo.-

El sargento os entrega otra hoja esperando a que las relleneis como corresponde.

- Y contigo. Le contesto al despedirnos. Pliego el comprobante y lo mete en la libretita que suele portar en el bolsillo de la guerrera. Nada más salir repasó el comprobante. Quería saber si estaba todo, y sobre todo, la fecha estimada en la que estaría ya el documento de registro.

Desde que se comentó la noticia estaba con "el culo apretado". No sabía hasta que punto tenía su acción, la de su grupo, influencia en lo sucedido, pero aún así, ellos lo temían. Lo temían tanto que consideraba que igual, por eso, ellos eran responsables. O por lo menos, algo habían tenido que ver. - Puede que en la guerra que se avecina, ya hubiéramos elegido bando, o incluso, que el bando hubiera elegido por nosotros.

Miró a Nacho a los ojos. Asintió con firmeza, como si se fueran a lanzar al asalto de una posición enemiga. - Vamos a por los demás. Si les seguían, pillando un taxi, era fácil que los siguieran, pero si tomaban líneas comunes, como bus y metro, era más fácil aún ... pero si hacían pertinentes cambios de línea, podrían descubrirles. No temía que les siguieran. Si les estaban vigilando, todos sabían donde se dirigirían. Y si no lo sabían, es que eran muy malos. - Vamos. Se ordenó a si mismo, para infundirse ánimos, y la determinación que se tiene al seguir órdenes.

Como hemos venido a ver de qué va todo esto e informarnos, igual sería mejor esperar el resto del equipo para registrarnos. Aunque visto lo que tenemos delante, irnos sin rellenarlo iba a quedar bastante feo.

- Dices que hoy es el último día? Y mañana la reunión para hablar de las condiciones... Sabes si, en caso de que las condiciones no se ajustaran a lo que buscamos, podríamos no continuar con el “reclutamiento”? Soy de pensarme las cosas y firmar algo sin saber lo que implica, no me genera mucha seguridad...

Espera... ¿esta no será una de esas campañas de venta agresiva, verdad? Esas en las que te prometen un regalo, o en este caso un puesto de trabajo, y al acudir te meten ocho horas de presentación para que compres unos estúpidos tupperwares. ¿Y qué hay de la protección de nuestros datos? ¿No se irá a vender nuestra información a una de esas pesadas empresas de telemárketing que te están llamando cada dos por tres para venderte un seguro o una tarjeta de crédito, no?

Morton miró las dos caras del formulario, por si había alguna mierda versalita en letra pequeña que al rellenar la solicitud se estuviesen comprometiendo a cumplir. ¿Ni siquiera había una cláusula de confidencialidad para que no desvelasen lo que se hablaría en la reunión de mañana?

No sabemos ni salario, ni duración de la misión, ni siquiera en qué rincón del universo nos van a soltar... ¿Puede darnos unos minutos asolas a mi amigo y a mí para que hablemos del tema, sargento Halder? Le da tiempo a tomarse un café.

Así podría llamar a Lortmark y preguntarle el número de unidad, si es que ya había cumplimentado el registro. Y ya de paso, consultarle si seguían adelante, claro. Pero el mismo recelo que tenía Morton a dar su nombre para conformar una unidad de mechwarriors, lo tenía también para dar su número de pasaporte, y bien que prefería rellenar el formulario con una unidad mercenaria y no a título individual.

De nuevo en la calle, asiento deforma sucinta a Lortmark y sin decir palabra avanzo hacia una parada de transporte público que nos venga bien.

Tras avanzar unos metros le pregunto —¿Les llamamos para decir que ya está hecho y preguntar cómo les va a ellos?

Tampoco me preocupa que nos sigan, pero me gustaría saber si lo hacen y, en su caso, quién lo hace.

El sargento asintió. -Ya les he dicho que es un mero trámite y por favor, está usted tratando con el ejército más poderoso de la esfera interior, ¿cree que haríamos venir a unidades mercenarias para venderles fiambreras?. Como ya les he dicho, mañana les informarán y ustedes podrán decidir si aceptan o no aceptan.- El sargento se levantó y os abrió la puerta amablemente.

-No se preocupen por nada. Salgan, tomen una decisión y vuelvan cuando los nervios hayan aflojado.-

¡Claro! Eso que dice es muy sensato, Sargento. Voy a hacer unas llamadas, por si nos ha salido algún trabajo en otro lado, y luego valoramos si nos anotamos o no.

Morton se levantó de la silla y abandonó el despacho. En los pasillos de la Manfed, Morton ojeó a un lado y a otro para asegurarse que no había oídos indiscretos, y tras eso sacó su comunicador para llamar a Lortmark...

El comunicador de Lortmark empezó a sonar... Era Morton, y hablaba en voz baja.

Psssst. ¿Jefe? Estamos en las oficinas de la Manfed. El formulario de inscripción es un paso previo para asistir mañana a la reunión de todos los mechwarriors que se apunten, que es dónde se nos empezará a dar la información sobre el tema. ¿Qué hacemos? ¿Abortamos? Y si no, ¿ya tienes el registro completado? Pásame el número de registro, Jefe, para cubrir el papeleo.

Antes de salir le estrecho la mano al sargento. 

- Muchas gracias por tu comprensión.

Las circunstancias se habían adelantado. Ni si quiera había tenido tiempo de formularse una hipótesis para contestar a Ignacio, y la marabunta de la realidad ya estaba pasando por encima.

- La verdad es que estamos un tanto paranoicos, pero ... una precaución básica ... no es nada despreciable. De todas maneras, si los que nos han contratado, son discretos, no querrán tener noticia alguna de nosotros de manera directa y si pasamos cerca, nos mirarán como meros desconocidos, y si quieren liquidarnos, no les costará gran cosa.

Se le escapó al tomar el comunicador. - Estar entre iguales, es la manera más fácil de diluir nuestra presencia. Alguno ya podía suponer en que estaba pensando este lirano, que tras pasar por intentar engrosar las filas de la Guardia Real, se pasó al mundo "privado". Además, igual se cruzaba con algún conocido. - Estaremos allí en un momento. Contestó.

Unos minutos después el sargento abre la puerta y os mira un poco sorprendido. -¿Todavía aquí?. Creía que os habíais largado sin querer saber nada del asunto.-

Lortmark ya había colgado, y Morton tenía el comunicador aún en la oreja cuando fue sorprendido por la aparición del Sargento Halder. Morton se tapó la oreja opuesta y continuó hablando como si estuviese en medio de una llamada muy importante, ignorando al oficial de la Manfed.

Ajá... Sí, lo entiendo. ¿Y qué hay de lo otro?-hizo una pausa larga, mientras asentía, como si le estuviesen respondiendo-Espera un segundo...

Morton se llevó el comunicador al pecho y lo tapó con la otra mano, para que su interlocutor ficticio de los mundos imaginarios no escuchase la conversación con el militar.

Sí, disculpe... ¿Se refería antes a que lo hablásemos fuera del complejo? Yo entendí que podíamos tratar el tema fuera del despacho, es decir, en los pasillos. ¡Qué cosas! Seguimos indecisos. Prefiero no marcharme aún, porque si tengo que volver aquí me harán otro de esos cacheos de los guardias de la entrada que me hacen sentir tan violado, jajajaja...

Morton volvió a ignorar a Mike Halder para retomar su conversación con absolutamente nadie. Mucha gente se siente incomodada escuchando una conversación ajena. El mechwarrior esperaba que eso bastase para espantar al sargento y hacer un poco de tiempo hasta que llegase el "Jefe" Lortmark.

El sargento se alejó por el pasillo doblando en una esquina. Unos minutos después volvía con un café en la mano cerrando la puerta de su despacho tras de sí.

Llegáis a las oficinas de la manfed donde un par de guardias armados os miran con cara de pocos amigos. Preguntáis por la oficina para la inscripción y os indican un control donde hay cuatro guardias, también armados, escuchando las noticias del atentado a la princesa en Solaris.

Después de pediros que dejárais todos los objetos metálicos en una bandeja, pasáis por un arco detector de metales y os indican lan oficinas, mientras otro soldado guarda e una bolsa de plástico cualquier arma que llevéis encima para dárosla más tarde.

Subís un piso y allí, a la vuelat de la esquina se encuentran Morton y Max sentados delante de una puerta donde pone: Sargento Mike Halder.

Veis como aparecen Lortmark y Enderleich por el pasillo. Ahora estáis todos juntos.
 

Morton ya no tenía que seguir fingiendo que estaba hablando para hacer que parecía estar atareado. Guardó el comunicador y levantó la mano para saludar al Jefe.

¡Ey! ¿Cómo os ha ido? ¿Nuestra unidad ya tiene un nombre?

No puso sobre la mesa la historia de lo que había escuchado en la radio, porque no era el lugar adecuada para tratar temas tan delicados. Ya hablarían de eso después, en un lugar en el que no hubiese soldados de la Manfed al final del pasillo o del otro lado de tal o cual puerta.

¿Al final nos anotamos a esta mamandurria? Es en esa habitación de allí-indicó, señalando a la puerta del despacho del Sargento Halder.