Partida Rol por web

El reconfortante helor de la cercanía de Andrew hace que Myriham se sienta más despejada, sus palabras la recuerdan al hombre del callejón y su forma de moverse adelante entre el ahora y el antes, nunca quieto en el mismo tiempo, gente que muere y ya no está muerta, gente que está viva y luego ya estaba muerta antes. Quizá inmersa en la sensación de confort por la presencia, aunque sea intermitente, de Andrew o abstraída por sus pensamientos no se da cuenta de la pesada marioneta que se abalanza sobre ella y se comunica con sus compañeras -Gente, tenemos un problema, son marionetas un telequinetico u otro tipo de metahumano, alguien como el "pupet máster" de los tebeos de los cuatro fantásticos. Quizás tarde para su bien o como está empezando a sospechar con una cierta tendencia suicida empieza a centrarse en la irreal situación en la que la gran marioneta del saurio se abalanza sobre ella aplastando a EVA y los instrumentos de los músicos. - Me va a aplastar, Andrew, voy contigo. Otra ráfaga helada la pincha con un dolor tanto mental como físico y la impulsa a seguir centrada en ayudar a sus compañeras, en no ser egoísta y abandonarse. - Nuestro amigo del callejón debe estar aquí, creo que el tipo salta atrás en el tiempo ajusta la realidad de alguna forma y obtiene así su ventaja. La marioneta esta a pocos metros de Myriham. - Dado el volumen y tamaño su velocidad y el poco espacio..., es posible..., solo posible que si consigo evitar en empellón inicial, pueda moverme a su espalda cualquier fallo y estoy muerta, mucho. La maniobra de Myriham puede llevarla al hospital o conseguirla a ella y al resto de la gente del teatro algo de tiempo, ellos podrán huir y ella, ... de nuevo los pinchazos de las ráfagas de viento gélido la espolean a no rendirse y a seguir luchando ... sus compañeras la necesitan, los extintores si evita el ataque debería buscar los extintores o algo para dañar a las marionetas.

El monstruo trató de atrapar a Myriham que se escurrió con facilidad evitando el mordisco, en su precipitación por seguirla mientras le pasaba entre las patas mastodónticas estuvo a punto de caer rodando y se desequilibró embistiendo contra la bancada de un lateral hasta golpear los palcos ya desalojados. Sin embargo no tardaría en recomponerse y era veloz, más de lo que uno esperaría en una bestia de ese tamaño.

No improvisa, hace trampas y obliga al resto a repetir el tema...

...entonces mejor se lo ponemos difícil.

Con un gesto abro la comunicación. -Chicas tenemos obligarle a forzar sus poderes. Hacer lo que normalmente no haríamos. EVA encárgate de la gente. Myriham combate las mrionetas. Yo voy al altillo. -Anuncio mientras busco el camino para alcanzar el atrio y rezo para que el dragón sea menos temible que en escena.

Wimbo trató de pensar, definir prioridades y buscar dónde podía ser más útil. 

El peligro más obvio era el tiranosaurio pero EVA y Myriham parecían haber tenido cierto éxito en enfrentarle. El resto de criaturas parecían ir detrás, aunque ahora la caballera parecía estar conteniendo a algunas de las bestias agresivas; como para romper esa teoría el rugido enfadado dio paso a una lluvia de escayola, madera y pintura cuando el dragón atravesó el falso techo con el que se había bajado la bóveda del edificio para hacer más barato climatizar el patio de butacas.

-"Quietos todos, dejad de huir y dejad vuestras joyas en un montón" - chilló por encima del crujido de sus cuatro tobillos al caer, que evidenciaba que seguía siendo una estatua de madera poco pensada para caer desde cuatro metros. La respuesta de la gente fue correr aún más, provocando la furia del monstruo leñoso.

Pero había más, Wimbo lo tenía claro. Era obvio que aquellas criaturas tenían que ser animadas por alguien. La lógica decía que había un metahumano o algo que las controlaba. Seguramente en el altillo, y él tenía que poder desactivarlas... seguramente. El era la clave de aquellos peligros, aunque saberlo no ayudaría a los civiles.

Y sin embargo, algo no encajaba tampoco en aquella conclusión. ¿Por qué se descontrolaban en la enésima actuación? ¿para qué? ¿por qué no coordinarlos si quería atacar con ellos? La respuesta tenía que ser el peligro real en aquel teatro, el motivo de aquel embrollo era algo o alguien que estaba con el Titiritero y había afectado a su actuación.

Los módulos de regeneración de EVA se activaron rápidamente después de que un pisotón de aquella bestia casi la cercenase por la mitad. Sin pestañear, EVA adoptó el uniforme de un policía varón de la ciudad, que según sus datos programados eran útiles era una de las figuras de autoridad que los humanos respetaban en situaciones de emergencia. Usando su apariencia y dando órdenes perentorias, logró que la multitud comenzase a retirarse de una forma más coordinada, aunque aún caótica. Aprovechó también para recalcular en la manera de lo posible patrones de conducta de los robots hostiles, a fin de interponerse en su camino si fuese necesario para ello. El combate no era su fuerte, pero no tenía más remedio que usar sus limitados recursos para ello.

Por un instante me siento tentada de pedir ayuda a la caballera, pero lo descarto rápidamente. -Eso es exactamente lo que harías normalmente idiota. -Me parece oírle decir a Miku. Si nuestro adversario era como sospechábamos debíamos resultar imprevisibles, hacer justo lo contrario de lo que se esperaba de nosotras.

Por fortuna mi experiencia entre bastidores me iba a resultar muy útil. Sin dudarlo me dirijo a al corredor de servicio que me conducirá al atrio. El silencio en torno a mi me sorprende y me doy cuenta que estoy cantando en negativo. Absorbiendo los sonidos de mi entorno aunque en mi cabeza el silencio también tenia su propia melodía.

Wimbo se apresuraba por las escaleras que llevarían al altillo, espantado unos buitres de madera que trataron de volar sólo para despeñarse, pudo ver claramente en la pared que pillaba frente al pasillo del voladizo agujeros de bala, muchos, tal vez medio cargador, tenían cierta dispersión pero la propia de tirar contra un blanco en movimiento. Sin embargo en el pasillo no había cadáver ni rastro de sangre, como si hubieran disparado contra un holograma.

El pasillo acababa en una puerta cerrada, que con seguridad daba acceso al voladizo de control de escenario. Un guardia de seguridad, con una Vektor CP1, en la mano embestía una y otra vez tratando de abrirla por la fuerza, los nervios y el pánico del vigilante eran evidentes, como también el inconfundible olor que indicaba que la pistola había sido disparada hacía muy poco.
 

Ahora era, en la practica, invisible acusticamente. No por que no no emitiese sonido alguno. Todavía estaba demasiado caliente para eso [1]. Simplemente la frecuencia de mi canción anulaba la del resto de sonidos que emitía. Eso me daba tiempo para evaluar la situación. La posibilidad de volver a reclutar aliados se presentaba de nuevo. Pero un potencial testigo podía hablar en el futuro de mis acciones y alertar a mi adversario a pesar de mis esfuerzos por resultar impredecible.

Tenia que esforzarme por ser atipicamente reflexiva y asegurarme de contar con toda la información posible. -Nicholas estaría super feliz si me viese. -Pienso mientras sondeo la puerta, el entorno, y al propio guardia con las no-vibraciones de mi tema.

No había mucho que estudiar, pero el esfuerzo de Wimbo tuvo su premio. Se fijó en la mirada del guardia cuando retrocedió para una embestida definitiva, y su lenguaje corporal.

Tenía el miedo que bordea en la locura de quien ha visto algo que no entiende, del que se ha enfrentado a algo que considera sobrenatural por lo que su mente pugna por encontrar cómo encasillar la experiencia en lo que le resulta natural o romper sus moldes y construir otros nuevos.

También pudo leer los labios de lo que gritaba, probablemente a alguno de los que peleaban dentro.

-Hazle caso - repetía insistentemente, con cara de preocupación y desesperación.

Mientras su embestida consiguió romper la puerta y a punto estuvo de enviarle al piso de abajo, pues el suelo había quedado reducido, al menos justo enfrente de la puerta, a un armazón de hierros tras romperse los cristales que servían de suelo en la mitad del cuarto para poder controlar el escenario desde lo alto.

Una gran mancha de sangre llegaba desde la parte del cuarto que no veía y corría por las vigas, incapaz de caer al piso de abajo gracias a los rebordes que habían anclado los cristales a ellas. Poco más podía verse pues la estrecha puerta apenas permitía ver desde el fondo del pasillo un par de metros a lo ancho de un cuarto que debía tener al menos cinco veces más.

No parece que el guardia vaya a ser un testigo muy relevante en el futuro. Me limito a quitarle de la puerta y arrebatarle el arma [1] antes de que se ponga en peligro a si mismo o a otros. Sin que mis botines de tacón supongan ningún problema me deslizo con un paso de baile sobre las vigas en el interior del atrio. Mas preocupada por el estado de mi inadecuado vestuario que por enfrentarme finalmente con el causante de este caos.

EVA siempre parecía anticiparse a las marionetas más agresivas interponiéndose ante los ciudadanos; con frecuencia para sustituirles frente a sus garras y dientes de madera, aunque más allá de estar quedándose con la ropa convertida en jirones y andar rodando por los suelos cada poco no era que las consecuencias tuvieran importancia durante más tiempo del que tardaba en reordenar sus nanobots.

Las bestias no eran capaces de alcanzar a los ciudadanos, pero eso desatendió al dragón que, con un rugido golpeó con la cola brutalmente frente a las ventanas, hiriendo a los que salían en ese momento pero sin hacer daños excesivos.

-"Quietos todos he dicho. Sólo podrá salir quien entrege todos sus bienes de valor en un tributo, aquí frente a mi. Y lo mismo va por los de atrás" - rugió lanzando una bancada contra la puerta, que se cerró provocando más daños no muy graves a los que salían en ese momento. Por suerte su avaricia hacía que procurase no matar a nadie.

La gente histérica se apresuró a cumplir la exigencia, aunque eso aumentó el tumulto. Dejaban relojes, joyas y carteras para que les permitieran correr hacia la puerta o las ventanas.

- Venga Myriham, piensa un poco amiga, tienes un T-Rex, juguete tamaño real, gente corriendo de un sitio para otro, bichos pateando a EVA, literalmente, y un precioso dragón que actúa como el Smaug de Tolkien. Mientras continua con sus esquivas y fintas Myriham trata de hacerse una composición de lugar con la situación en el patio de butacas. - Bien, actuemos como nunca hemos hecho desde luego Andrew cielo, esta noche no vamos a pasarla juntos, espero. Utilizando lo que queda del arpa de la orquesta usa el arco de un violonchelo como flecha y apunta al gran dinosaurio con la esperanza de que cargue contra ella y pueda arrollar al dragón, quizá consigamos distraerlo y sacar a más gente, en el hueco que rodea la gran marioneta no hay casi nadie y el costado del dragón está expedito, puede conseguirlo. - EVA atenta a la carga de la brigada pesada transmite por el comunicador de su compañera para evitar que se cuele en la trayectoria del T-Rex, disparando la improvisada flecha llama la atención de la marioneta mientras grita - Eh, grandullón si me buscas estoy aquí. La respuesta de la marioneta es la esperada, carga con todo ignorando el improvisado proyectil que se hace años en su frente, repitiendo la maniobra que la permitió esquibar la anterior embestida deja solo al T-Rex en su carrera al lateral del Dragón donde impacta, consiguiendo un tiempo precioso a los que huyen.

Planta inferior del Teatro del Mercado

La arriesgada apuesta de Myriham tuvo notable efecto y el saurio de madera se estrelló con violencia contra el dragón, haciendo volar trozos de madera por todas partes. Las patas del ser mitológico, ya dañadas por su idea de dejarse caer desde las alturas, no soportaron el nuevo envite y chascaron, quebrándose y dejando que las dos moles se estrellaran con violencia – y daños notables – contra la pared de los ventanales.

El dragón rugió furioso y centró sus ataques en el dinosaurio de madera, que no tardaría en tener el cuello medio quebrado.

La gente se apresuró de nuevo a correr hacia las salidas, viendo que los monstruos grandes luchaban entre ellos y los pequeños se lanzaban una y otra vez contra EVA haciéndola jirones de “carne” sólo para volver a tenerla intacta dos segundos después, pero el caos de los colosos luchando amenazaba con seguir causando daños colaterales.

Cabina de control del Teatro del Mercado

Mientras Wimbo entró en la sala de control con la pistola del guardia en la mano, tras confiscarla dejando al hombre. Justo enfrente la otra puerta también temblaba por los empellones que, cabía suponer, un segundo guardia daba tratando de entrar desde el otro pasillo.

Como una acróbata comenzó a pasear entre las vigas en dirección a un hombre yacente en un charco de sangre y clavado al suelo por el pecho con una colorida azagaya, probablemente procedente de los restos de una representación anterior... pero su equilibrio estuvo a punto de fallarle enseguida cuando sus sentidos se vieron saturados, había empezado con un grito de rabia y furia que se inició antes de que entrase en el cuarto, aunque no se había dado cuenta de que sonaba hasta bien entrada en la habitación.

Entonces un caos sensorial estuvo a punto de hacerla caer era como si un centenar de personas confluyeran una tras otra a lo largo de unos segundos, aunque todas parecían la misma. Aparecían una décima de segundo y volvían a desaparecer, forcejeando con el tipo moribundo o rompiéndole el cuello, lanzandose contra ella, trepando hacia los conductos de ventilación, saltando al piso de abajo y otro montón de acciones que no pudo registrar. Era como si esos segundos se compusieran de trozos de cientos de momentos diferentes.

Finalmente la realidad se estabilizó, dejandola un poco mareada y desequilibrada. El hombre del suelo agonizaba, repitiéndo entre gorgoteos con sensación de apremio y temor ...las marionetas, las marionetas se descontrolarán... sin dejar de aferrar algo con fuerza en una mano medio agarrotada por los estertores.

La figura múltiple apenas era visible, sólo su cabeza asomaba desde el techo del túnel de ventilación. Era como si el presunto asesino se hubiera quedado esperando una décima de segundo para cruzar la mirada con ella. Su mirada le era familiar, aunque su rostro no del todo, no era capaz de ponerle nombre y aún menos decir de qué podría serle conocido; es más estaba segura de que no le había visto... desde el callejón dónde mataron a Elen/Dynamo. Sin tiempo más que para cruzar miradas, el hombre que seguramente tenía planeado ese movimiento, desapareció en el techo.

Antes de que pueda disparar contra nuestra huidiza némesis esta se desvanece. Arrojo el inútil arma prometiéndome de nuevo atender a la instrucción de Nicholas en la próxima ocasión.

Me deslizo hacia el artista agradaciendo haber sido mas cuidadosa con ese aspecto de mi entrenamiento. Ejecuto un rápido triaje e intento estabilizarlo.

-Tranquilo voy a ayudarle. -Afirmo con total convicción a pesar de mi obvia falta de medios.

Parece que todo el mundo por aquí está a salvo, no queda gente en el patio de butacas. Debo ayudar a EVA. Contemplando la escena general Myriham se centra en observar como está la situación, las marionetas que atacan a su compañera apenas hacen mella en su sistema de regeneración, pero la están manteniendo demasiado ocupada para poder colaborar en la captura del atacante. Debo encontrar un armónico que inhabilite las estructuras de madera de las criaturas, bueno eso haría que también se tambaleara la estructura de madera del teatro. Mientras continua rebuscando en el entorno del teatro las dos marionetas de enorme envergadura continúan peleando entre ellas extendiendo caos y destrucción en el patio de butacas. Necesito encontrar algo que pueda usar para emitir una frecuencia de resonancia, ¿donde puedo encontrar algo que me sea útil?

Cabina de control del Teatro del Mercado

Wimbo llegó a tiempo de ver al hombre moviendo los labios, sin poder emitir sonido, con los ojos muy abiertos y convulsionando, en shock: "criaturas... control... caos..." le pareció leer.

No pareció que el herido la viera hasta que se arrodilló a su lado, no la reconoció, lo que no era raro porque no se conocían. Pero el hombre, un treintañero de apariencia centroafricana, se limitó a hundir una mano en su herida principal y tendersela tras empaparla en sangre hasta chorrear, incapaz de nada más y usando sus últimas fuerzas para mantenerla en alto y mirarla con urgencia infinita con mirada perdida y vidriosa.

Al hacerlo un trozo de tela, un bolsillo arrancado probablemente, y el papel que guardaba dentro cayeron al suelo cubiertos de sangre.

El triaje de Wimbo no tardó más de lo que él había demorado en aquello. Un código negro de libro. Incluso si estuviera en un quirófano entubado y con una máquina de bombeo artificial sus posibilidades serían mínimas: la azagaya había atravesado un pulmón de lado a lado, tocando la aorta; la mitad de la sangre del pobre infeliz ya se escurría por el suelo y sólo su fuerza de voluntad le mantenía consciente, fuerza que parecía perderse a ojos vista ahora que había levantado la mano chorreando sangre hacia Wimbo. Su acto de casquería no había ayudado en lo más mínimo.

Patio de butacas del Teatro del Mercado

Mientras Myriham observaba la escena, con EVA conteniendo las ansias asesinas de las bestias y evitando que llegasen a la aglomeración de espectadores en estampida, el dragón terminó de destrozar al tiranosaurio, que cayó en una excelente pantomima de muerte por desnucamiento, para un títere de madera.

Mientras el dragón, con las patas ya quebradas, trataba de erguirse y volvía a amenazar a todos para que dejasen de huir, tratando de incinerar a unos cuantos con un aliento de fuego que no poseía pero hizo lanzarse al suelo aterrados a unos cuantos.

Los procesos espía autónomos de EVA llamaron la atención de una extraña búsqueda en segundo plano que estaba produciéndose en la conexión de datos más amplia de allí que no tuviera un nivel de seguridad extremo – la que tenía configurada Myriham casi pública para cuando andaba por el hospital –

Cuando la comprobó la joven se sorprendió que, en teoría la transferencia quedaba en su terminal y era una escena de la bella y la bestia.

Unos segundos después varias de las butacas se levantaron y se acercaron a los caídos tratando de levantarles – causando más pánico que ayuda – mientras les hablaban con acento francés.

-“Pegmitame ayudagle, monsieur. ¿Puedo ofgegerle mi pata, mademoiselle?”

A pesar de que la lógica de EVA decía que era imposible, era obvio para Myriham que había algo en aquellas estatuas aunque no fueran capaces de detectarlo

El papel, y en menor medida el bolsillo, acaparan mi atención. Con la mano izquierda, la derecha esta ocupada por la del difunto, despliego el papel con una sensación de deja-vu.