Partida Rol por web

El centro en Mayotte resultó ser un entorno ideal para recuperarse. La ayuda psicológica estaba disponible 24 horas, aunque el centro funcionaba como un complejo de cabañas junto a la playa con servicios de hotel 5* apoyados de un edificio central que contenía spa, piscina, gimnasio, biblioteca, salas de estar, comedor y bar; así como los servicios médicos en un ala separada y con acceso independiente.

Pasaban solos o los dos juntos la mayor parte del tiempo fuera de terapia, puesto que cada cabaña estaba aislada de las demás y, aunque unas cuantas estaban ocupadas – probablemente por directivos de ICON – las instalaciones eran lo bastante grandes para que no coincidieran muchas personas en el mismo sitio y éstos estaban claramente sobredimensionados. Incluso si una docena se decidían a comer en la misma hora podían estar a una diez metros unos de otros, si así lo querían.

Nadie parecía estar muy interesado en confraternizar y las consultas de psicología y las terapias de relajación eran lo más frecuentado por los residentes, a pesar de que había disponibles numerosas opciones de ocio tanto en el edificio como en las aguas cercanas.

Lo peor era que Wimbo no se había despertado, tras unos días la habían trasladado del centro de relajación a un hospital más convencional en Johannesburgo y, aunque les mantenían informados, ya no podían ir a verla hasta que ellos se recuperasen y pudieran volver a la ciudad.

Todos los días, a media mañana, llegaba un helicóptero con pasajeros y suministros urgentes. A media tarde se marchaba, llevando a quienes abandonaban el centro de relajación, en dirección a la sede de ICON. Una vez a la semana llegaba un barco pequeño con suministros abundantes.

La televisión, vía satélite, tenía el más amplio surtido de series, películas y documentales y había Internet de alta velocidad en los cuartos; pero resultaba complicado acceder a las noticias del mundo exterior, al menos las importantes: no había ningún problema en entrar en un periódico deportivo pero las noticias de verdad sólo podían verse en los espacios comunes y los terapeutas aconsejaban que se evitasen durante la estadía.

No estaban presos, ni mucho menos, podían coger el helicóptero de vuelta cuando lo desearan pero, les dijeron, era preferible esperar a que el equipo de apoyo psicológico les diera el visto bueno.

- El atardecer precioso empieza a ser repetitivo. Myriham sentada en la playa continua como ausente, desde la salida de Tara II casi no ha cruzado palabras con Kauri más allá de buenos días, y las necesarias para las sesiones de terapia conjuntas, ultimamente el silencio es casi su única compañía.
- No se que hacer, no se como comportarme Andrew, te hecho mucho de menos y el vacío que sentí cuando enterraron tu cuerpo sigue sin marcharse, antes de ir al circo no era así, no tenía dependencias.
Recoge un puñado de tierra y deja que se deslice entre sus dedos.
- Siento que hay algo que se me escapa como esta arena entre los dedos. sin el helor de costumbre el frío del atardecer causa un escalofrío que recorre la espalda de Myriham.

Kauri vio a Myriham sentada en la arena y decidió ir a hacerle compañía. Parecía que estaba hablando, tal vez pensando en voz alta. Ella siempre le había parecido una mujer callada y reservada, pero esos días en el centro de recuperación habían hablado menos de lo que esperaba, teniendo en cuenta lo que habían pasado juntos.

Se acercó lentamente. Iba vestido con una camiseta de tirantes y unos pantalones holgados, igual que si fuera a cualquier playa en un día cualquiera. Había decidido tomarse ese descanso en serio, ya que jamás había pasado por algo parecido. Ni siquiera su experiencia cercana a la muerte le había causado tanta impresión como lo que había visto y hecho en TARA II. Por suerte, su madre le había venido a visitar un día para darle apoyo. Esa mujer era increíble y tenía una fortaleza envidiable.

- Hola, Myr- saludó con una sonrisa y usando de nuevo aquel diminutivo inventado-. ¿Cómo estás?

Se sentó a su lado. El tacto de la arena era perfecto. Le encantaba la playa. De pequeño siempre iba con su madre a disfrutar del mar y ella le hablaba de las costumbres de su pueblo. El mar era como un refugio para él. La arena, un tapiz suave sobre el que descansar.

- Apenas hemos hablado desde que hemos llegado aquí- empezó, un poco nervioso-. Te veo triste- afirmó sin mirarla a los ojos-. Siempre estás como... ausente.

Tocó la arena y empezó a jugar con ella, pasándosela de una mano a la otra. No sabía como hablar de las cosas. A veces le costaba expresarse.

- ¿Tiene algo que ver con... aquello que me dijiste?- preguntó tímidamente-. Lo de... la persona que había muerto.

Se quedó mirando a Myriham pero rápidamente miró hacia otra parte. Sacar temas como ése no era muy agradable. Sin embargo, quería saber algo más de ella. Entenderla mejor.

-"Es un dolor intenso, Myriham, tal vez el mayor; pero te equivocas, lo has superado antes y también lo has olvidado. Antes también lo había, no lo recuerdas, miras recuerdos que son como una foto preciosa del momento preciso, pero no todos eran como esos. Además, mira despacio, hay muchos de ellos que sabes que no encajan. Están pintados en tu memoria y se nota la pintura si te fijas bien, tapan la imagen que había detrás con una fachada bonita como tablones con termitas recién pintados."

Con la mirada perdida en el infinito Myriham contesta en voz alta, y su aliento se hace volutas de vapor como en una fría mañana de invierno, ella puede sentir como un cierto helor hace nacer alguna flor de escarcha del agua que queda en la arena mientras las olas se siguen retirando en la bajamar.
- Duele mucho, no recuerdo que nada me haya dolido tanto nunca antes. Un breve sollozo corta la frase mientras toma un nuevo puñado de arena, y de nuevo deja que se vaya escurriendo entre los dedos.
- ¿A donde pretendes llegar con lo que me dices?. Un nuevo sollozo saca una lágrima de los ojos de Myriham y se gira hacia Kauri, la gotita de agua se ha cristalizado en el rostro de la joven.
- Solo se que te quiero. Vuelve a sollozar cuando mira a Kauri.

Kauri se quedó totalmente helado al ver a Myriham tan desolada. Lo poco que había visto de ella siempre había sido una fachada seria, pragmática, propia de una mujer ensimismada y algo arisca. Ahora estaba en una posición vulnerable y estaba al borde del llanto más descorazonado. Y, encima, decía aquellas cosas tan extrañas...

- No... no te entiendo...- respondió confuso pero ansioso por poder comprender mejor lo que ocurría. ¿Le había dicho que le quería? Eso no era normal... ¿verdad? No podía quererle...

Como no le salían las palabras, se acercó un poco más a ella. Lentamente, comprobando que sus gestos no la importunaran, la abrazó por encima del hombro para darle un apoyo físico y emocional. Tenía la sensación de que ella estaba a punto de romperse en pedazos y no deseaba presenciar eso.

- ¿Qué quieres decir?- le preguntó con un tono más cálido. Realmente hacía más frío de lo que esperaba.

A: Le has asustado, puede ser un amigo, puede ayudarte en tu camino.
Myriham mira con sorpresa a Kauri
- No es lo que piensas, no te lo decía a ti, siento haberte incomodado, estaba hablando con otra persona, bueno ahora no.
Aceptando el apoyo que ofrece el joven polinesio se limpia los ojos con el dorso de la mano.
- En su momento fue muy duro perder a EVA y ahora Wimbo no despierta de su coma. He perdido a mucha gente.
Toma aire como cuando te presentas a un examen oral, y entona.
- Soy Israeli, huerfana, vengo de una pequeña aldea cerca de Gaza, iba al instituto con un amigo palestino, lo mataron los soldados de mi país. Luego me fuí a Estados Unidos a estudiar ingeniería y cuando salí a conocer mundo en un viaje por Europa me incorporé al circo Aberdeen Artistic, allí conocí a Andrew y me hice su ayudante hasta que otro artista del circo lo mató. Esa ha sido mi vida, perdí a mis padres antes de nacer, a Ismail en Gaza, a Andrew en el circo, a EVA hace poco y ahora Wimbo no despierta.
Se queda en silencio esperando la mirada de aprobación del profesor tras recitar la lección.
A: Estás muy segura de lo que le cuentas, ¿Te gusta creerte la historia?.

Kauri escuchó en silencio, pero no podía evitar poner cara de tristeza. La historia de Myriham era más trágica de lo que hubiera podido imaginar. Había perdido a tanta gente, y aún temía perder a más personas, lo cual era de entender. Había pasado por una vida muy dura. El polinesio no sabía qué decir, así que mientras ordenaba sus ideas, se quedó en silencio manteniendo su apoyo y abrazando a Myriham para reconfortarla.

- Lo siento- dijo finalmente. Su tono de voz era grave, respetuoso y triste-. No sabía que lo hubieras pasado tan mal.

Se figuró que, cuando hablaba en voz alta, era para comunicarse con algunas de aquellas personas a las que había perdido, una manera de mantenerlas vivas en el recuerdo, tal vez. Quizá sus espíritus podían escucharla así que sus palabras no serían en vano. También era una buena forma de desahogarse en los peores momentos.

- No te preocupes por Wimbo, no vamos a perderla- dijo con una sonrisa, intentando buscar el lado positivo en la situación-. Solo necesita un tiempo para recuperarse y sé que va a despertar.

No estaba ofreciendo más que conjeturas, claro, pero confiaba en la resistencia de la cantante. Durante mucho tiempo la había admirado, aunque después se hubiera dado cuenta de que no era menos humana que el resto. Había demostrado ser una chica con determinación.

A: Deberías decirselo amor, recuerda, pintura, tablones carcoma. De nuevo el frío alrededor de Myriham se presenta como una presencia casi física, la presencia de Andrew se hace más fuerte empujando a Myriham a buscar en su memoria.
- No lo entiendes, intento hacer las cosas bien pero solo consigo muerte a mi alrededor. Myriham no siente más que la presencia de Andrew, el calor del polinesio no la llega.
- Los soldados mataron a Ismail porque yo estaba donde no debía y el me acompañaba. Y a Andrew la mató Leonard porque yo rechacé a ese psicópata loco y callé y no denuncié su despecho, y EVA, es casi como si yo la hubiera matado cuando la empujé a jugar con esos armónicos, y Wimbo está así porque me separé de ella, no debí apartarme de Wimbo.
A: Sabes que no es así, no eres Atlas, sabes que yo tomé mis decisiones, piensa en lo que sabes, tienes una mente analítica piensa.
El aliento de Myriham sigue haciendo nubes de vapor cuando habla, sin embargo en la playa hay una agradable y cálida temperatura.
- Cuando pienso en EVA no puedo evitar pensar en que he perdido alguien más que una compañera, cuando la recuerdo parece ...
-A: Mi cielo, si tan solo quisieras ver lo que te niegas a ver, si pudieras ver a través de tu propia niebla.
... como si hubiera perdido una parte de mi, al principio me asustaba pero luego no, esa niña que encarnaba a veces ...

Kauri torció los labios. Myriham estaba tan llena de tristeza, frustración y culpa... ¿Cómo podía ayudarla?

- Myr, no puedes hacerte responsable de todo- le dijo para intentar animarla, convencido de lo que iba a decir-. No puedes impedir que todas las cosas malas ocurran. Hacemos lo que podemos para ayudar a los demás, pero nuestro trabajo es peligroso. A veces... ocurren desgracias- terminó bajando el tono de voz, como si tuviera miedo de decir eso en voz alta.

Su piel empezó a refulgir con luz dorada. El ente en su interior estaba intentando combatir contra el frío que parecía acompañar a Myriham allá donde fuera ella. La entidad protectora se veía obligada a proteger a la mujer, aunque no hubiera ningún peligro inmediato más que sus sentimientos negativos.

- Tienes razón- admitió apenado-. No puedo llegar a entender cómo te sientes. No he pasado por lo que has pasado tú.

Cerró los ojos y suspiró. La luz de su cuerpo empezó a perder fuerza. Pasaron unos segundos de silencio en los que no sabía qué decir ni qué pensar.

Entonces, abrió los ojos y empezó a desprender una luz más brillante que antes. Sus pupilas eran como dos focos de intensa luz dorada. Miró a Myriham y la abrazó con más fuerza. La luz se extendió alrededor de los dos, por mucho que le costara combatir contra ese frío antinatural, y de esta forma parecía que un rayo de luz hubiera descendido del cielo solo para iluminar a la pareja.

- Pero puedo prometerte que, mientras esté aquí, no dejaré que pierdas a nadie más- dijo con suprema determinación.

Asentamiento de los Ogobe. Extrarradio de Soweto. 

El punto más alto de las tierras de los Ogobe no era una gran montaña, ya no. De hecho a duras penas podía considerársele un cerro, igual que “sus” tierras eran más bien un préstamo. Desde allí contemplaba ahora Faraji cómo su gente se había adaptado.

El acuerdo con ICON había sido una sorpresa, nadie estaba dispuesto a alojar a su tribu de mercenarios ni a creer en su redención, ningún país les ofreció ni siquiera una isla remota. Por eso la oferta de casi cincuenta hectáreas de tierras, aunque fuese un antiguo complejo industrial en las afueras de uno de los arrabales de Johannesburgo había sido, a la vez, una sorpresa y una bendición. Sobre todo cuando lo único que tuvieron que hacer fue firmar algunos acuerdos de comportamiento y buena voluntad bastante razonables, comprometiéndose a ser cívicos y pacíficos, desarmarse como grupo militar para pasar a ser refugiados civiles y firmar algunos documentos leguleyos, sobre todo declinaciones de responsabilidad, sobre los recursos recibidos, las vacunas obligatorias y cosas similares para asegurar que la generosidad de la corporación no se volviera contra ellos.

Ahora los antiguos barracones y naves industriales conservaban su aspecto, pero habían sido convertidos en edificios de viviendas, con los materiales que les había proporcionado ICON su gente les había adaptado para servir como edificios de pisos y algunos comunales.

Los campos, antes llenos de almacenes, gravilla para estacionamientos y desechos estaban cultivados y éste año, por primera vez, tendrían excedentes que poder vender para tener cierto margen de decisión en qué comprar, en lugar de depender de lo que otros consideraban que necesitarían más.

Los rebaños habían dejado de ser destino neto de recursos para engordarles y estaba cerca el día en que darían más beneficios de los recursos que consumían. Pronto podrían tomar carne fresca de vez en cuando y tanta leche como quisieran tomar.

Cerca estaba el día en que serían un pueblo autónomo, salvo porque vivían en tierra prestada.

Los niños salieron corriendo de la escuela, alborotados y alborotando, cuando los finos instintos del guerrero ya escuchaban el helicóptero desde hacía varios minutos. Como siempre, tomó tierra para dejar salir un pequeño tropel de personal de ICON con sus inmaculados uniformes blancos y azules de su división de ayuda internacional, siempre amables, siempre sonrientes dedicados a descargar los contenedores de suministros, por suerte cada vez menos numerosos. Al principio venían en un Chinook, ahora les servía con un Eurocopter.

Un Chinook y un Eurocopter:

Pero ésta vez bajó otro tipo, uno con traje a medida, zapatos caros y gafas de espejo, que un ojo menos entrenado podría haber confundido con un directivo de la corporación o algún otro tipo de burócrata importante. Pero Faraji era Shujaala y antes de eso había sido un guerrero Ogobe. Reconocía a un líder de operativos militares cuando lo veía.

Con paso firme y rápido el trajeado se dirigió al encuentro de Faraji, confirmando con su facilidad para transitar por el campo y subir las cuestas sin fatigarse su suposición.

-”Buenos días, majestad” - saludó ofreciendo un apretón de manos firme y seguro mientras se quitaba las gafas y las guardaba en el bolsillo de la chaqueta - “Soy Nicholas, enlace de ICON” - el rey no tenía muy claro qué significaba ese puesto, pero tampoco tuvo mucho tiempo para preguntar.

-”Me satisface ver cómo su pueblo se adapta a su nuevo entorno. Tiene que estar usted muy orgulloso de sus logros.” - sólo en ese momento apartó su mirada de sus ojos para contemplar la escena que Faraji había estado viendo hasta la llegada del helicóptero.

-”Buena gente. Gran trabajo. Como la mayoría, por aquí. Johannesburgo ha trabajado muy duro para reconstruirse y construirse desde la llegada de la nave. Pero mucha gente peligrosa trata de amenazar los esfuerzos de la buena gente, sobre todo últimamente, es la obligación moral de quienes tienen la fuerza para defender a los que no pueden defenderse detenerlos ¿no le parece?”

Sin duda Nicholas hablaba de las últimas convulsiones. Los Ogobe estaban en el extremo opuesto a ser ricos, desde luego no tenían un televisor para cada cuarto, como los americanos. De hecho muy pocas casas tenían uno; aún así tenían cuartos comunes dónde ver la tele; mucho más útiles, si se paraba a pensar, pues veían las noticias en comunidad, contrastando opiniones, y, así, estaban perfectamente informados de lo que ocurría en el mundo. Algo en la mirada del enlace le dijo que, particularmente, hablaba de lo que habían costado al grupo de superhéroes que patrocinaba su empresa.

Todo en mundo en Sudáfrica conocía a la colorida y alegre Wimbo, la reina del pop del país y superheroína icónica. Todo el mundo sabía que en el hospital psiquiátrico de TARA II* había pasado algo grave con los héroes y todos hacían correr rumores de que algo especialmente grave había pasado a la heroína de ICON, unos decían que había muerto, otros que estaba terriblemente desfigurada o que se había vuelto loca. El caso es que hacía semanas que no se sabía nada de la chica que no podía pasar más de diez minutos sin escribir en las redes sociales.

La sala de estar de una residencia de clase media en un barrio residencial boer tranquilo de Johannesburgo 

La televisión encendida, aunque fuera de fondo, se había convertido en una rutina para Cameron. Intentar recordar era toda su obsesión y, tal vez, escuchar sin prestar atención a la cotidianeidad, al día a día, disparase antes o después un recuerdo, una familiaridad, un rostro... un algo.

Pero últimamente sólo daban malas noticias, de muertos y atentados. Desde el apagón y la muerte de Dynamo todo había ido a peor. Pensó en la pobre chiquilla perdida, había perseguido a Dynamo por algunos de sus delitos, sin coger nunca a esa condenada electromante. El sabía la verdad, es cierto que era una asesina, es verdad que sólo ayudaba a los suyos con el dinero que robaba, lo que indicaba que probablemente un poco racista, pero Dios sabía que nunca mató a nadie que no fuera un monstruo, dijeran lo que dijeran los periódicos. Y sin que eso la justificara, claro. Pero lo que más le había dolido es saber que Dynamo era la pequeña de los D'Lacroix, una pareja trabajadora, que hacían turnos dobles en trabajos duros para sacar adelante su familia y vivir en un pequeño apartamento en una torre de vivienda social en la manzana de enfrente a su casa. Una niña que apenas había cumplido 16.

Probablemente fue la asociación de ideas la que le hizo prestar más atención al último atentado. Muchos de los disturbios de las últimas semanas se debían a los enfrentamientos raciales que se habían provocado, inflamados torticeramente por los medios y grupos extremistas tanto supremacistas de ambos bandos como de integración, cuando la heroína nativa por excelencia, Wimbo, había brindado un sentido homenaje a la antiheroína Aafrikaner por excelencia desde el mismo lugaar de su muerte a los pocos segundos de producirse.

O tal vez fueron los pitidos insistentes de la Fuerza Matriz.

Como fuera, en la tele hablaban de otro atentado, ésta vez en un psiquiátrico. Había habido muertos, heridos y mucho caos, estaba implicada la tal Wimbo, que era la heroína patrocinada por una de las mayores corporaciones presentes en Johannesburgo, y con ella su equipo. Les había visto en el funeral de Elen, dónde había habido también algunos disturbios de importancia.

Wimbo no apareció en toda la grabación, y no veía por ningún lado a ninguno de los otros héroes, hasta que reconoció a la chica rapada como la rubia platino que estaba entre ellos en el funeral. No era fácil, se había quitado la larga melena de raíz, junto a ella iba un chico polinesio al que no reconoció, por ningún sitio estaba la otra mujer ni el hombre enmascarado.

Pero todo eso se fue de la mente cuando un grupo de médicos pasó por el fondo a la carrera con una camilla. Parecían ser los primeros en salir del edificio y un furgón medicalizado les esperaba tan cerca de la puerta como era posible. En su carrera la manta térmica que tapaba el cadáver osciló y el cuerpo quedó a la vista una fracción de segundo.

Nadie podría haber distinguido nada, ni siquiera él había visto nada. Pero la Fuerza Matriz sí, parecía que por eso pitaba, estaba escaneando la imagen, o lo que quiera que hiciera aquel aparato misterioso. Y le ofreció una toma clara del rostro que había debajo de la manta, en cuanto le apareció en la cabeza aquella cara de anciano muy desmejorado, con el cráneo trepanado para dar cabida a un cerebro sobredimensionado, el mundo desapareció de sus ojos, perdido en ensoñaciones y recuerdos, tan vívidos que no podían ser sólo producto de su mente.

Durante una millonésima de segundo recordó todo su pasado, tan poco tiempo para tantos recuerdos, que no pudo aferrar ninguno. El último instante de ser él mismo, todo su pasado fue robado por aquella mente de diamante, que raspó hasta el último recuerdo como una pulidora mientras él se perdía en aquel cebo, aquella trama que también había olvidado hasta ese momento.

¡Los rescatados eran secuestrados! ¡La facción de los rescatadores eran insectos cambiantes!

La Fuerza Matriz se apagó de nuevo, como si se le hubieran acabado unas baterías que no tenía – o él no sabía identificar – y el televisor volvió a ser la única luz y sonido en su cuarto. Victor, así parecía llamarse el difunto, ya no estaba, ni la furgoneta de ICON Medical que se lo había llevado. Tampoco estaban los héroes de ICON, no sabía cómo se los habían llevado ni a dónde habían ido.

Sólo sabía que el que le robó su pasado, estaba muerto. Y nuevos detalles de un pasado sin sentido.

"Nuestra casa es un regalo envenenado", pienso mientras veo al hombre de ICON acudir hasta nosotros. "Pronto podremos tener una tierra propia. Hasta entonces, tendré que escuchar lo que quieren decir". Le estrecho la mano y le mantengo la mirada, completamente serio, hasta que termina de hablar. Miro un segundo al cielo antes de responder. Llevo un traje de chaqueta negro, camisa dorada y un reloj Tissot, pero mis movimientos demuestran que sigo siendo un guerrero: rey, pero Shujaala al fin y al cabo.

- Siempre hay gente en peligro, señor Nicholas. Johannesburgo es una ciudad grande, hay mucha población. ¿Por qué iba a ser diferente aquí?- Le taladro sus ojos con los míos.- Pero mentiría si no me preocupa lo que he oído. Aquel desastre en el festival de música... Chavales que solo querían pasarlo bien corriendo ensangrentados en la tele. Eso marca. Y no lo digo porque lo viéramos en televisión. Algunos de nuestros chavales estuvieron ahí.- Camino un poco.- Niños, algunos antiguos soldados, que tenían la primera oportunidad de ser adolescentes normales, de tener la juventud de otros miles de chavales. ¿Sabe lo mucho que me dolió eso? No le negaré que me quemaba la rabia. Ningún niño se merece eso.-Me quedo quieto, las manos a la espalda, y miro al enlace de ICON muy serio.- Su grupo ha hecho bien, Nicholas. Y tengo una deuda personal con ICON. Dígame en qué puedo ayudarle.

El destino tiene un retorcido sentido del humor, aquel que me arrebató mi pasado, me otorgó una vida desde luego nada agradable. Después de todo, ser un poli blanco en una ciudad donde los blancos son minoría, tan solo significa una cosa...ser una diana andante.

A veces me pregunto el motivo por el que me sigo sentando frente al televisor ¿Realmente espero que mi memoria despierte al ver toda la porquería que nos cae encima o quizás sea que temo que llegue ese aciago destino que tanto me atormenta en mis pesadillas?

Sea como sea, la televisión tan solo me muestra lo que ya sé. El ser humano es una especie estúpida, que pese a reunirse en rebaños, tan solo busca devorarse los unos a los otros. El color de la piel, las creencias religiosas o las ideas políticas, son tan solo escusas que usamos para poder sacar a flote los oscuros instintos que todos llevamos dentro. Después de todo, la violencia forma parte de nuestra naturaleza y estamos tan acostumbrados a ella, que rechazarla nos resulta imposible.

Seguramente pensarás que soy un bastardo de lo más cínico, después de todo, hace menos de dos horas que acaban de ingresar en el hospital a dos criminales. Sí, acabaron allí por mi mano, pero unos pocos huesos rotos y unas cuantas contusiones, era lo mínimo que podía aplicarles tras la paliza que estaban propinando a ese pobre crió. ¿Su crimen? Salir con una muchacha blanca, mientras que su piel no era del color adecuado.

Sí, el mundo es una mierda y combatir el fuego con el fuego no es buena idea, pero el día que sea testigo de que con flores y firmando peticiones de paz las cosas se arreglan, colgaré el uniforme. Hasta entonces...

Agghhhhh ¡Mierda!

¿¡Qué diablos ha pasado, Matriz!?

La cabeza me va a estallar...Agghhhh...todo ha estado tan claro, tenía las respuestas al alcance de mi mano y ahora...¡Mierda! Eres como una jodida ex celosa, nunca estás presente, pero siempre sabes como mandar mi vida a la mierda.

A oscuras, iluminado tan solo por el brillo del televisor, su conversación privada con la Matriz se interrumpe de golpe. Ni tan siquiera sabe el motivo por el que la habla, quizás sea simplemente un mecanismo para no volverse loco o quizás sea que en el fondo, se siente perdido y solo. Sea lo que sea, ahora lo único que le importa, es localizar el cuerpo de ese maldito psionico. Si logra volver a verlo, si logra saber donde ha estado y qué es lo que ha hecho, quizás encuentre por fin la verdad.

Tras tomarse unos instantes para recuperarse, va a lavarse la cara con agua bien fría para espabilarse. Por último, hace un viaje hasta la nevera. Frunciendo el ceño al verla tan sumamente vacía, decide tomar una de las pocas latas de refresco que aún quedan y regresa junto al sillón que hay frente a la tele.

Bien, matriz, parece que quieres que siga a ese hijo de puta. Veré si en la comisaría saben quién se encargará de la autopsia del cuerpo, en caso de que esté fuera de nuestra jurisdicción, veré si logro llegar hasta la gran heroína Wimbo. Claro que seguramente y con mi suerte, sea tan solo el rostro de la corporación, a la cual usan para desviar la atención de los medios, mientras vierten residuos tóxicos al mar o realizan cualquier otra clase de acciones de moral cuestionable.

Tomando el teléfono, echa un vistazo a su listado de contactos, los cuales son más bien escasos. Trata de recordar el nombre de la forense que trabaja en el actual turno, pero que le disparen si lo recuerda. Bueno, poco importa, llamará a la comisaría o mejor aún, se pasará por allí para recibir noticias de primera mano.

Sin perder más tiempo, se prepara y parte camino a la comisaría. Con suerte descubrirá algo sobre el cuerpo y sino, no conoce mejor lugar para obtener información sobre Wimbo.

Myriham se aparta de Kauri con una sonrisa.
A: Es un espíritu puro, la bondad guía sus intenciones.
- Mira se que puedo parecer una loca, a Andrew le caes bien, ve una gran bondad en tí. continúa sonriendo mientras se pasa la mano por la cabeza, en un acto reflejo repetido muchas veces para colocarse el pelo, aunque lo único que consigue es tener la sensación de acariciar terciopelo, continúa con la respuesta
- Pero igual que me dices que no puedo salvarlos a todos, no deberías prometerme que no perderemos a nadie más.
De nuevo la melancolía acude a su mirada aunque sonría.
- Aún nos quedan tareas por hacer, Leonard sabe que estoy en Johannesburgo, hemos perdido al saltador y cada vez que pienso en ese tal "Hoffstader" que mencionaste en tus investigaciones mi mente se fuga y no se porqué.
Esto último me asusta mucho, mi mente es mi herramienta al igual que tu eres grande y fuerte, lo de que Andrew me ronde ayuda, verás es como tener compañía siempre. Si le hago caso y evito riesgos innecesarios puedo sobrevivir mejor que otros.
Con un suspiro corta el hilo de pensamientos y cuando reinicia las palabras solo acierta a volver a sonreir melancolicamente antes de continuar:
- no se porque necesito estar con él pero ...
A: - Oh si que lo sabes cielo, solo que no te quieres preguntar porque necesitas estar conmigo.
es casi una necesidad que me empuja a estar con él, a veces me siento como el personaje de Glenn Close ne atracción fatal, una loca obsesionada con un hombre, solo que este es un espíritu.

Asentamiento de los Ogobe. Extrarradio de Soweto. 

El agente parecía bueno manteniendo una cara de circunstancias, sin transmitir emociones. Era claramente un veterano. Aún así, asentía con empatía fría a los lamentos de Faraji por los atentados.

-“Así es” – asintió circunspecto – “Y no es sólo el atentado en el Teatro. En cada uno de los últimos ataques, hombres y mujeres valientes los han frustrado, o han impedido que fueran más costosos. Y en cada uno alguno de ellos lo ha pagado caro, gentes valientes han perdido la capacidad de combatir, o incluso su existencia. Aún hay un par de personas que están dispuestas a no dejar que quienes tienen la fuerza la usen contra los desvalidos, pero nuestro icono, quien les inspiraba… esta temporalmente no disponible, necesitan alguien que les lidere, que les inspire y bien dirija sus esfuerzos. Necesitan un nuevo icono.” –

La mirada de Nicholas era significativa, como también lo era el usar justamente esa palabra, la misma que nombraba a su empresa, a los benefactores de su gente. Sin pedirlo, estaba pidiéndole que ocupara el puesto de Wimbo, quien, estaba claro ahora, efectivamente había sufrido algún percance serio en la última misión. Era cierto que todo lo que se veía de ICON era intachable, su fachada estaba inmaculada pero ¿qué clase de empresa gastaba tanto en beneficencia y ayuda a la comunidad sólo por la propaganda?

Distintas parte de Johannesburgo hasta llegar a la terraza-chill out sobre la Universidad de Johannesburgo 

Cameron tuvo que rellenar mucho papeleo y esperar días antes de averiguar que Victor fue rescatado por personal de ICON en estado de muerte clínica y, no sólo llegó DOA (el acrónimo médico para decir que estaba muerto al llegar al hospital) sino que su cadáver había sufrido un proceso acelerado de descomposición.

De acuerdo a la forense, la gelatina babosa que entregaron a las autoridades podía ser cualquier cosa biológica, desde el cadáver de Victor, a los mocos de todo un parvulario o una medusa muerta y habría sido imposible saberlo.

La información de Wimbo, por el contrario era muy fácil de conseguir. Al menos la que se quería que se supiera, su historia como una niña de una familia luchadora, su abuela fue una importante activista y un miembro respetado de la ACN, el partido en el gobierno fundado por Mandela. Toda su vida perfecta de estrella del pop adolescente y heroína patrocinada por ICON era pública y estaba narrada al minuto – literalmente – en redes sociales.

Al menos hasta la hora en que se descubrió el terrible atentado en el psiquiátrico, desde ese momento sólo había post oficiales de los community de ICON y de Wimbo tratando de tranquilizar a un público cada vez más nervioso e imaginativo.

Acudir a la torre ICON no tuvo mucho más éxito, atentas, sonrientes y amables secretarias tomaron nota de sus citas pero manifestando que Wimbo y sus compañeros estaban actualmente de baja médica y no estaban disponibles por estar fuera del país. También le dio referencias de los inspectores que llevaban los casos relacionados con ella, en una poco sutil indicación de que su jurisdicción sobre la empresa era limitada. Hablar con ellos fue una pérdida de tiempo, pues resultaron ser burócratas trepadores que sólo estaban interesados en formar parte de los engranajes bien engrasados para ser una ruedecita más alta en un futuro lo cual era incompatible con retorcer el brazo de una de las empresas más poderosas de la nación y del mundo.
Llevaba un par de semanas tratando de averiguar algo de ICON cuando le entró el capricho de tomarse un café en la terraza de la azotea de la Universidad de Johannesburgo. El barrio se había revalorizado mucho, después de que ICON comprase y renovase los antiguos apartamentos Ponte, uno más de los sueños rotos de la nación arco iris que se convertían en gris desvaído; por ello la Universidad había alquilado su terraza a un establecimiento hostelero para una terraza chill-out de diseño y con los fondos salía adelante en un entorno demasiado caro para una institución pública. Desde allí tenía una vista excepcional de la Torre ICON.

No sabía por qué había decidido algo así, tal vez si hubiera llevado más a la vista la Fuerza Matriz, silenciosa desde hacía muchos días, hubiera podido ver el corto brillo rojizo que emitió cuando tomó esa decisión poco lógica.

En cualquier caso fue una suerte, pues antes de acabarse su bebida, demasiado buena lo que la hacía demasiado cara, un helicóptero de pasajeros último modelo aterrizó en lo alto de la torre ICON, con cierta ayuda de sus sistemas de vigilancia vio salir a los pasajeros: era el chico polinesio y la compañera rubia-rapada de Wimbo, aunque en éstas semanas el pelo ya le había crecido hasta el típico corte militar y volvía a tener la cabeza con una pátina de color rubio platino en lugar de rosada.

Kauri escuchó a Myriham con curiosidad. Hablaba como si realmente el espíritu de su amado la siguiera por todas partes. ¿Acaso era posible? ¿O eran imaginaciones suyas? Sin duda, ella tenía cierta... aura sobrenatural, y una intuición fuera de lo común. Y, siendo realista, ¿podía negar la existencia de un fantasma cuando él estaba poseído por una entidad a la que ni siquiera podía describir? Su interés por Myriham creció aún más. Él había tenido una experiencia mortal y sabía que, a veces, la muerte podía no ser el fin.

"Andrew", sonó en su cabeza varias veces. Su posible existencia cada vez se le hacía más creíble. Los vahos que solaba Myr al respirar no eran simple casualidad, estando en una playa bajo el sol.

- Tienes razón- admitió otra vez-. No debería prometerte eso.

Sonrió. De algún modo, la sonrisa melancólica de Myriham le inspiraba serenidad. Verla así le hacía pensar que aún no estaba rota del todo.

- Pero lo haré igualmente- añadió encogiéndose de hombros-. Creo que tú te mereces una promesa así.

Había dejado de brillar. Ahora solo era Kauri, mirando a Myriham con fijación. En algún momento se había sentido más cerca de ella. Ahora entendía mucho mejor a esa mujer que antes le parecía tan misteriosa. Y ahora tenía muchas más razones para protegerla, no como cuando la había dejado a su suerte en el psiquiátrico durante el ataque de Victor. Eso no volvería a pasar jamás.