Partida Rol por web

Al ver como llegan una veintena de orcos maldigo para mis adentros mientras me preparo para volver a disparar.

Justo en ese momento oigo unos ruidos por detrás y veo como media docena de Jinetes Huargo llegan por la retaguardia.

- Maldición.

Sin tiempo de apuntar disparo la flecha que tenía preparada en dirección a los Huargos esperando poder abatir a uno de ellos y con suerte que este caiga encima del orco y no pueda moverse.

Con la muerte del primer orco atravesado por la flecha me di cuenta del fracaso de mi cometido. Ya no era necesario seguir fingiendo, muy tarde así que desenvainé mi espada e icé el escudo cuando llovieron las saetas negras de morgul. 

Pronto hubo respuesta de mis compañeros, diestros arqueros a juzgar por su punteria y me sumé a la carga de Tareth, la cual me pilló un poco por sorpresa, no la esperaba así que reaccioné de forma lenta lo que se notó en mi pésimo lance de espada fácilmente bloqueado.

Maldije mi poco acierto y anticipándome a la respuesta armada de mis numerosos rivales de piel verdosa rodé por el suelo tratando de cintar así su cercano tajo buscando ganar su flanco.

Ross toma tres flechas para realizar rápidos tiros a los que que cabalgan huargos. A pesar del viento la distancia y el movimiento de los jinetes, los finos sentidos de la elfa le ayudan a colocar las bellas flechas elficas sobre los enemigos. Uno de los jinetes cae inmediatamente. 

La joven elfa respira con calma mientras sigue con aguda vista sus siguientes blancos que se aproximan velozmente, del otro lado también hay orcos, pero si no se detiene a los huargos, estos aplastarían a los pocos compañeros de a pie que están bloqueando el camino.

Esto no me daba una buena espina, el obrar de los Edain era algo que repelía de forma instintiva. -Realmente era una raza imperfecta, mucho de que lamentar. - pienso mientras preparo mi arco en uno de los picos altos del risco en donde tenía mi posición para atacar.

Mientras cabeceo suspirando del enfado por el mal proceder de algunos voy fijando un objetivo al cual disparar. No lo tenía fácil porque una lluvia de flechas se dirigían hacia nosotros, pude esquivarlas ocultándome hasta que aproveché la carga de ellos para darle a un orco en su cabeza. -Uno menos..-festejé.

-Por varda... un poco de luz en esta batalla.- digo a modo de súplica.

Luego del derrumbe generado por Galvan, una parte del camino queda sellado por las piedras surgiendo una complicación. Por una lado no recibirán ayuda por parte del ejército de Mandos

Anduin observa atento cómo sucede todo. No puede evitar abrir los ojos de par en par y la boca ligeramente.

-¿Desde detrás? No los recordaba tan listos. Bueno, empieza a animarse la batalla. Vamos allá. 

Sin levantarse, procurando seguir oculto entre la maleza, se ha girado hacia su izquierda, de donde vienen los jinetes en sus huargos. Lo principal es que no alcancen a los demás. 

Mueve su arco a la vez que dispara para compensar la velocidad de una de las bestias que cabalga. Se estaba acercando a la posición del hombre de la cota de malla. 

-!Maldición! 

La flecha golpea en ese casco improvisado que porta el sucio jinete y parece no surtir efecto. 

Luego del derrumbe generado por Galvan, una parte del camino queda sellado por las piedras surgiendo una complicación. Por una lado no recibirán ayuda por parte del ejército de Maedhros pero mantienen al enemigo en un espacio reducido que les puede ayudar si trabajan en equipo de forma eficiente.

Se nota a simple vista la habilidad innata de algunos miembros del grupo de Elite, Ross disparando de forma certera y letal va reduciendo el número de Orcos que se aproximan, por otra parte la osadía de Evereth no sólo en el uso de la espada si no en poder salvarse de los ataques inminentes del enemigo siendo una pieza clave en este momento por su valentía y destreza.

Indis, ayuda como puede dada su inexperiencia pero si ha podido salvarse de la lluvia de flechas disparados por los orcos, lamentablemente no tuvo esa misma suerte Kiara que recibe el roce de una de ellas en su brazo, nada importante por el momento pero si necesitará hacer algo inmediatamente con esa pequeña herida.

Por otro lado el Edaín (Anduin) y el medioelfo (Tareth) fracasan en sus intentos de ataque, algo preocupante para el resto del grupo.

Los orcos avanzan están entrenados para ellos, los años de hostigación hicieron mella en aquellas criaturas que una vez fueron algo mejor que esto.

Herido en su orgullo Tareth arremetió contra el siguiente orco, consiguiendo cortarle la cabeza de un solo tajo haciendo que está rodase unos cuantos metros colina abajo. Aprovechando su situación esquivó el ataque de otro de aquellos inmundos seres parapetándose detrás del cadáver mientras arengaba a sus compañeros en sindarin en lugar de en quenya.

- Tangado haid! Leithio i philinn!¹

Dredoc escucha la carga desde atrás, así que se gira alarmado y ve a los seis jinetes cargando contra... su espalda. Y aparentemente se encuentra solo, ya que el resto lidian con un grupo bien grande detrás.

Piensa, piensa...

Dredoc debe evitar que la carga llegue a las espaldas de sus compañeros, por lo que se coloca entre las dos rocas del medio del desfiladero, el punto más estrecho. Con suerte, solo uno o dos de los huargos podrán atacarle mientras se apuntala contra el suelo y pone escudo y espada en ristre. Habría disparado antes de llegar al cuerpo a cuerpo, pero no tiene tiempo. Si dispara puede que derribe al de delante y entorpezca al resto, pero si saltan por encima o no lo derriba...

Le pillarían sin su espada en la mano

¡Venga! ¡A mi!!! AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH!!!!!!

Dredoc golpea el escudo con su espada, y calcula el tiempo para que se le eche encima su primer rival. Ya que no podrá con las trescientas o cuatrocientas libras de orco y huargo a la carga, planea lanzarse en el último momento hacia su derecha, de tal forma que la lanza, que estará a la derecha del huargo, no pueda cambiarla de lado tan rápido como para empalarle. Con suerte el huargo se lanzará a morderle, y cuenta con eso, porque espera atravesarle la cabeza al slatar hacia el lado, y dejar un cadáver en el estrecho hueco que entorpezca a los otros cinco.

Desgraciadamente, nada sale como espera. Su espada corta el aire, y Dredoc acaba volando por los aires arrollado por la carga. Cuando muerde el polvo, todo es dolor, pero los años de veteranía le hacen levantarse corriendo, casi como el resorte de su ballesta, aunque cuando se levante probablemente se de cuenta de sus verdaderas heridas.

Galvan saca al fin su espada y se dispone a encarar al enemigo. 

Con la espada en guardia, amenazando eleva la mano izquierda y la dirige hacia el filo mientras susurra unas palabras "Merun Hierydale Tenyaliah" que suenan con una cadencia grave y ceremoniosa. El filo de la espada parece escintilar por un momento hasta que desaparece por completo justo para recibir el envite de uno de los orcos.

Lamentablemente, cuando acaba su sortilegio es demasiado tarde y el ataque resultante es un tanto apresurado lo que hace que no cause ningún efecto.  

Las flechas orcas silban alrededor. Se mantiene agachado para no ser alcanzado por ninguna, pero es una postura complicada. Mira a Indis que se encuentra a su lado. Está bien. 

En ese momento le viene a la mente un vago recuerdo. Es como si los conociera de una vida anterior. A todos. Es como si conociera la personalidad de cada uno. Pero no, no podía ser. No coincidían realmente. ¿Qué ocurría en su cabeza?

Le distrae de su pensamiento el desgarrador grito del hombre de la cota malla. Mira hacia el lugar. Un jinete lo arrolla después de que él se pusiera delante.

-Lo han alcanzado. Pude evitarlo y fallé. Y el necio se coloca delante. Éste es un grupo de valientes, y yo aquí arriba fallando mis disparos. Maldición, no es culpa de nadie, aquel orco fue demasiado listo. No nos hubiera ido mejor si hubiera escapado con vida. No deben alcanzar a los demás. 

Llena sus pulmones de aire y calcula mejor el disparo.

La endiablada flecha corta el viento girando sobre sí misma. Primero atraviesa la capa de pelo. Luego el hueso del cráneo. Después el cerebro, hasta que la punta se encuentra con el otro lado del cráneo. El huargo que acaba de arrollar a Dredoc pone los ojos en blanco. Muerto. Sus patas no responden y su pesado cuerpo cae y derrapa en el suelo de tierra, levantando una polvarera, en la que se distingue a su jinete orco caer al suelo a la vez que su montura. 

Anduin expulsa lentamente el aire de sus pulmones, arranca otra flecha del suelo y apunta al siguiente objetivo.

Ross mira como caen un par de jinetes mas de sus monturas, lo que le indica que las tres flechas anteriores hicieron blanco, pero al disparar las siguientes tres un fuerte viento cambia la dirección de una de ellas al ultimo instante, otra va a dar sobre la armadura de uno de los jinetes y otra mas se incrusta en la gruesa piel de un huargo que al dar un par de zancadas, simplemente se desprende sin causarle siquiera escozor. Inmediatamente después, la pelirroja se desliza agilmente hasta la siguiente posición que tenia preparada.

El resto de los orcos entra en escena cargando por el sendero cuesta abajo. Aproximadamente sesenta orcos avanzan con sus escudos y espadones en alto para protegerse de las flechas y entrar en el combate.  Varios de ellos caen ante los ataques de los héroes y rápidamente pierden su organización táctica para atacar como simples bestias sin rumbo. En esta ocasión no obedecieron las órdenes de sus líderes.

La sorpresa dura poco y los jinetes rápidamente son abatidos y su número desciende a la mitad. Pero las espadas envenenadas y los temibles colmillos de los Huargos todavía representan una seria amenaza.

Las horribles monturas con sus zarpas trepan ágilmente y de un par de saltos llegan a la cima para caer sobre los héroes y atacar a mordiscos y sablazos a Dedroc, Kiara y Anduin.

El Disparo de ese Jinete de Huargo provoca que una ligera ira se apodere de mi.

-Venid a morir. - digo disparando una flecha tras otra.

Consigo abatir a uno de bcn ellos antes de sentir un fuerte zarpazo en la espalda.