Partida Rol por web

Había llegado la noche del evento.

Aunque en Byzantium Secundus siempre sucedían cosas una fiesta en la mansión de Seraya Decados provocaba un especial ruido mediático. Había algunos reporteros de revistas de glamour en la entrada, fuera de los muros de la mansión, convenientemente mantenidos a raya por las fuerzas de seguridad de los Decados.

A un lado de la puerta en el interior del jardín se podía ver, vestida con un traje militar, a la impasible Ilyana. La jefa de seguridad de Seraya comprobaba personalmente que la seguridad perimetral hacía su trabajo. Era una mujer alta, fibrosa, que llevaba el pelo rubio y corto. Su forma de moverse y la fiereza de su mirada deshacía el encanto que podría provocar su rostro aniñado. No por nada en algunos la llamaban la Belleza Asesina. Eso sí: asegurándose de que ella no pudiera escucharlos.

Ok-Sar contemplaba la escena desde el coche que había aparcado a una distancia prudencial, como si se tratase del escolta o el chofer de algún invitado que no hubiera querido acercarse en vehículo a la puerta. En el maletero tenía un montón de explosivos y armas como para empezar una guerra, así que prefería mantener un perfil bajo.

No hacía lo mismo Silvie, que se aproximaba a la puerta radiante en su belleza. Aunque Ryan también se había vestido al estilo auriga, con un llamativo traje, no podía eclipsar el glamour que irradiaba su compañera. Un poco por detrás de ellos, con un traje mucho más discreto, Aaron intentaba que la atención se fijase en sus acompañantes. Angrend intentaba disimular la incomodidad del emplasto de piel-máscara que había tenido que usar para tapar sus tatuajes. Le provocaba un calor incómodo pero por suerte no necesitaba sonreir. Iba vestido y actuaba como un eficiente guardaespaldas, así que no tenía que parecer simpático ni acercarse a la gente.

Estaban a punto de entrar en el cubil de la Araña.

Esperaban en la cola a pasar el primer control de entrada. Comprobaron entonces como se cacheaba a todo el mundo para asegurarse que nadie, ni siquiera los escoltas, pasasen armas al interior. Uno de los hombres de Illyana se encargaba de pasar el detector de metales alrededor de cada persona que entraba.

En cuanto estuvieron en la cola Angrend se pensó que habría sido mejor deslizarse por las cloacas, al menos allí las ratas se distinguían bien. En cambio en aquella fiesta cada cual sería más tortuoso y cruel que el anterior. Cosas de la nobleza y los pijos ricos.
Aún así se mantuvo estoico e impasible mientras permanecía detrás de Silvie mirando a todos lados con el ceño fruncido como haría cualquier guardaespaldas que se preciase. Iba bien armado al encuentro. Una pistola en cada sobaquera, Autofeed en la derecha, laser en la izquierda. U Hod Out en la pantorrila derecha. Y un buen cuchillo telescópico en la cadera, por dentro del pantalon.

Sabía que no iba a lograr pasar nada de eso, pero quería que se centraran en esas armas. Incluso se molestaría un poco cuando se las quitara, lo cual no era tampoco demasiado dificil. Habían pagado un buen dinero por aquellas armas irrastreables solo para que se las quitasen al llegar.

Afortunadamente aquello era parte del plan.

Aaron se colocó detrás de Angrend. Habían hablado sobre la posibilidad de que Aaron introdujera algunas armas¹ mientras la atención del paso de la puerta se centraba en el cargamento del asesino.

Con suerte, la funda que cubría las armas soportaría el escáner de la entrada y, si Angrend era suficientemente hábil en su pantomima, el cacheo podría ser más rutinario de lo habitual.

Esperó a que empezara el show y en ese momento, dio un paso adelante anticipando su turno de franqueo de la puerta.

Como no podía ser de otra manera, la apariencia de Naadir llamaba bastante la atención. Una mezcla de elegancia y el exotismo típico de la casa al-Malik tan cercana muchas veces al Gremio. No obstante, tampoco era todo lo espectacular que uno podría esperar, en parte por dos razones. 

La primera porque el tiempo había jugado en su contra. Tras decidir echar mano de Ni-Yei, un notorio "alquimista" que frecuentaba las altas esferas y que le debía cierto favor a Silvie para conseguir unas drogas que hicieran cooperar a Rainias, lo que quedaba del tiempo lo había tenido que emplear en lo que era el plan en si y en la preparación... lo que incluía tiempo en preparar a los demás para el evento. Ella era la que mejor sabía moverse en aquel ambiente y tenía que plantear una serie de atuendos acorde a lo que se esperaba en sus acompañantes y que además no revelara demasiado de su identidad... por no hablar de intentar enterarse de otros nobles que pudieran ir a la fiesta y que pudieran poner su charada en evidencia. Quizá este punto había sido más complicado. En definitiva, el tiempo empleado no era todo lo que le hubiera gustado pero ¿cuándo se tenía todo el tiempo del mundo para aquel tipo de misiones?

La segunda razón era la más obvia. Naadir era una noble de segunda con aspiraciones. No podía presentarse en la fiesta de Seraya mejor vestida que muchas de las invitadas que tendría. Prefería que la vieran como lo que era su personaje -una joven noble con ganas de comerse el mundo- que la vieran como una competidora directa. Sobretodo porque tenía que seguir jugando con la estrategia empleada contra Stefanos.

Con aquellas premisas se habían presentado en la fiesta. Naadir tenía "tablas" para ocultar bien aquel agujero en el estómago que provocaba el inicio de cualquier misión y confiaba que sus compañeros, aunque sintieran lo mismo, también tuvieran la misma disciplina. 

Mientras esperaban a entrar Naadir ya "había cambiado el chip" completamente soltando los típicos comentarios a su acompañante Auriga, retocando un poco su vestimenta y sin siquiera dirigirse a su escolta. El control de armas no sería un problema puesto que la al-Malik llevaba desmontado su pistola de mano, oculta en la bota su daga y se había apañado para que el escudo luciera debajo del vestido como si fuera un adorno. Activarlo necesitaría colocarlo en mejor posición y quitar un seguro que desconectaba la célula de energía para hacerlo indetectable, pero era un precio que había que pagar por pasar desapercibido y no era la primera vez que lo hacía.

Una vez dentro, empezaría por el comportamiento esperado. Saludos y reverencias, ojeando el panorama y haciéndose notar lo justo.

Ok-Sar respiró tranquilo en el coche. Tantas operaciones a sus espaldas y tenía que ser una infiltración. Justo lo que peor se le daba. Toda otra avenida había dado con un muro. De acero. Afortunadamente él no tendría que estar dentro del lugar. Tenía un vehículo blindado, armamento, trampas en el camino y una puerta corredera por donde podrían entrar el resto si hiciese falta. 

Ahora tengo que pegar un ojo por si hay alguien más como yo.

Sí, no sólo tenía que estar pendiente de si necesitaban distracción o extracción, sino también de si había otros como él...seguridad en los tejados, otros vehículos de guardias. Cualquiera podía estropear la operación. 

La personalidad tímida y algo extraña de Ryan, había cambiado por completo cuando se había sumergido en personaje. Una especie de Auriga Mercader, viajero intergaláctico en su carguero, una versión de segunda entre flash Gordon y el piloto del Halcón Adamantino, del Capitán Fargo.
Llevaba implantes de cabello, como la ocasión anterior, luciéndolo un poco largo hasta los hombros, gafas de piloto oscuras, un sobretodo largo, y un cinturón a juego con sus botas especiales. Tenía un reloj digital, así como una serie de artículos brillantes, que ocasionalmente emitían algún holo-brillo, preparado para llamar la atención.
Llevaba también un arma vistosa colgada de su cadera, un Blaster tan llamativo que era obvio que era un artículo de colección, y también obsoleto. Si alguien intentaba dispararlo, tendría el mismo efecto que nada. Claro que intercambiando algunas secciones que llevaba disimuladas consigo, y con Silvie, podría ponerlo completamente operativo.
Que sus ropas estuvieran tapando un mono de sinteseda, y el broche de escudo desactivado fuera la hebilla del cinturón de vaquero espacial, era una forma de disimular a simple vista lo que tenía. Además, por las dudas, llevaba otro. Nunca se sabía. Hacerla pasar por una llave de salto falsa de las veinte que llevaba al cinco luciéndolas ostentosamente era algo que solo podía ser un chiste interno.
Lucia del brazo a Naadir, quien le dejaba la ropa prolija cada cinco minutos e intentaba corregirle el rulo del cabello, cosa que el cada tanto, se ocupaba de desarreglar, para perfeccionar su aspecto de cuidadosamente descuidado, y para darle pie a ella para volverlo a arreglar.

Adicionalmente Ryan empezó a trabajar. Puso en marcha su segundo cerebro, y empezó a hacer trabajar al mismo, primero mapeando la zona, y haciendo análisis con los datos que tenían de la casa, para ver si encontraba incoherencias, luego, analizando los rostros, verificando que fueran quienes decían ser y contrastándolos contra bases de datos de la liga, para ver si habia algún asesino, o personaje notorio que debieran saber. Mientras, hacia caras, sonreía, saludaba y hacia lo que debía hacer.

El grupo había pasado el umbral y de momento el plan iba tal cual lo habían establecido. La pantomima de Angrend consiguió que Aaron pasase con todo el equipo. Los demás ni se preocuparon por el cacheo porque todo iba convenientemente desmontado de tal manera que parecía inofensivo.

Silvie tomó nota de varios detalles de otros invitados que quizás más adelante le pudieran servir de ayuda¹. Luego agarró del brazo a Ryan y con una sonrisa se dirigió hacia el jardín. Aaron iba tras ellos satisfecho por haber logrado escamotear el equipamiento necesario para cualquier tipo de intervención técnica².

Angrend, que todavía lucía un gesto de fastidio acorde con la situación fingida, se estaba fijando más bien en los demás guardaespaldas y guardias del lugar. Vio que había dos tipos de guaridas distintos y se notaba que varios de ellos eran refuerzo de bajo nivel. Pero estaban bien armados. Eso eran buenas noticias porque no veía dificultad en inutilizar a uno de los novatos y hacerse con su arsenal, que complementaría a lo que llevaban desmontado en su propio equipo³.

Ryan miraba alrededor intentando quedarse con las caras. ¿Había gente importante? Le parecía haber distinguido a algunos individuos notorios pero ¿eran amigos o enemigos?⁴

Por su parte en el exterior Ok-Sar revisaba el entorno buscando cualquier cosa que pudiera complicarles la vida. No vio francotiradores en los tejados ni fuerzas especiales desplegadas, lo cual indicaba que el Emperador no acudiría a esa velada pese a la insinuación que Stefanos le había hecho a Silvie. Eso eran buenas noticias. Si el Emperador se presentaba allí los niveles de seguridad serían aberrantes y la cosa sería mucho más complicada⁵.

El grupo atravesaba ahora el jardín en dirección a la mansión. Podían ver que algunos invitados paseaban por los jardines charlando entre ellos. Había guardias apostados en las balconadas de la casa y paseando por el jardín, pero la sensación era de libertad.

¿Irían para la mansión o se demorarían por el jardín?

Aaron se detuvo un instante antes de entrar a la mansión.

—Voy a valorar el perímetro un instante —dijo susurrando al grupo—. Podéis ir entrando si queréis, nos vemos en unos minutos.

Dicho esto se separó del grupo y caminó por el jardín valorando posibles vías de escape. Las alcantarillas habían sido medio analizadas en la visita anterior pero quería echar un vistazo por el perímetro de la mansión. Si hubiera alguna alcantarilla por ahí se encargaría de liberar los tornillos y dejarla colocada en su sitio de manera que si alguien no miraba atentamente, no se notaría que no estaba atornillada. Eso les daría una ruta de escape rápida en caso de necesidad.

Aaron se separo del resto. Los accesos que había visto estaban a un lado del camino y allí sería imposible desatornillar nada, pero esperaba que algún punto más discreto le revelase una sorpresa. Y así fue: junto a una de las fuentes del lateral de la casa vio una rejilla que si bien no era tan amplia como las demás le permitiría a cualquiera de ellos colarse por ella aunque con cierta dificultad¹.

La cuestión era intentar abrirla sin que nadie se diera cuenta. Echó un vistazo alrededor y vio que algunos nobles charlaban junto a la fuente². Eran un problema más complicado que el guardia que se encontraba junto al muro, del que se podría ocultar usando los matorrales decorativos de alrededor³.

A Angrend le gustó la seguridad del lugar. Era más o menos lo que esperaba. Separó la que podía ser un problema en un momento de tensión y se quedó con varios a los que podía "pedir" suministros si empezaba la fiesta.
Se mantuvo pegado a Silvie, pues ese era su trabajo, y dejó que Aaron paseara por los alrededores. Él prefería estar atento a potenciales amenazas.
De hecho quería entrar cuanto antes para poder echar un vistazo al salón donde se hará la fiesta. Suponía que sería en la planta baja del mapa que tenían. Por lo que quería pasear por allí para forzar un poco la seguridad del lugar a ver qué margen de movimiento les dejaban, y cómo de complicado sería escabullirse en caso de desaparecer un rato. Si le pillaban siempre podía decir que estaba revisando la seguridad para asegurarse de que su protegida estuviese bien protegida.

Aaron se ocultó tras la fuente y echó un vistazo alrededor. La oscuridad de la noche le ayudaría con su maniobra y, además, los guardias parecían estar más atentos a otras zonas del jardín, donde había más gente.

Una vez asegurada su posición y libre de miradas indiscretas comenzó a retirar los tornillos de la alcantarilla. En pocos minutos la alcantarilla estaba dispuesta y colocada en su sitio pero sin la seguridad de los tornillos. Al menos tenían una salida rápida en caso de necesidad.

Terminado el trabajo volvió con sus compañeros a dentro de la mansión.

Ok-Sar no sabía nada sobre si estaban buscando rutas de salida alternativa, aunque era una posibilidad. De hecho no le avisarían de algo así para no comprometerse, salvo cuando ya estuvieran fuera. 

Él mantendría la vigilancia de los alrededores, ahora que había comprobado que no había la cantidad de seguridad de una visita del emperador (rara con lo que estaba pasando con los Decados, suponía) y para estar prevenido contra cualquier eventualidad.

"Naadir" no se preocupó demasiado por el "aparente" revuelo creado por su guardaespaldas. Era de esas nobles que confiaba completamente aquellas cuestiones en aquellos que habían sido entrenados para tal fin.

Una vez dentro, la "fauna" del jardin era variopinta, pero su objetivo estaba claro. Si alguien se acercaba a la pareja, Silvie saludaba como era de esperar, ayudando a su compañero a pasar el rato, pero el objetivo estaba claro: entrar en la mansión donde estaría la acción.

Cuando Aaron expresó su deseo de ir a "explorar", tan sólo asintió y dibujó una amable sonrisa. Tras aquella separación, lo suyo era entrar en la mansión sin prisa pero sin pausa. 

Ya una vez dentro, Naadir intentó adivinar cuál sería el mejor punto desde donde no perderse detalle, mientras ponía cuidado en ver quién estaría en la zona "principal" del evento...

Aaron reconoció a uno de los invitados como Stela Magnus, la reportera de una de las revistas más afamadas de Bizantium. Se aproximó a ella para, en una charla casual, comentar que acababa de ver entrar a Signus Decados, un conocido auriga que hacía poco se había dejado ver con una de las hijas menores de la Loton Malik. El caso es que la hija también estaba en la fiesta, en el vestíbulo principal. Si Stela se apuraba quizás podría ver alguna noticia del corazón de primera mano. 

El ardid tuvo efecto y Aaron se quedó solo en esa zona. Aprovechó el tiempo de forma eficiente para proceder a desatornillar la alcantarilla sin que nadie se percatase, dejándola lista para que puediera ser apartada de una patada. Una vía de escape alternativa siempre sería bienvenida tanto si las cosas iban bien como mal¹.

Por su parte sus compañeros ya habían entrado en la mansión. Tal como Angrend esperaba la parte principal de la fiesta se desarrollaba en el hall donde unos días antes habían estado esperando a ser recibidos por Stefanos. Miró alrededor y vio que en ambas escalinatas había guardias armados que impedían el paso a los invitados. La puerta que conducía al salón de reuniones de Stefanos tenían delante una banda que las precintaba claramente.

A ambos lados del salón había sendas puertas dobles que daban a otras estancias grandes donde varias mesas repletas de viandas y bebida estaban para agasajar a los invitados. Al asesino le sorprendió ver que había más mayordomos que guardias de seguridad en ese espacio pero el asunto cambió cuando se dio cuenta de que algunos de los mayordomos parecían demasiado torpes o altivos. Había seguridad infiltrada entre el personal de servicio. Probablemente tendrían armas cuerpo a cuerpo. Angrend apostaba por vibrocuchillos o quizás táseres que facilitasen la llegada de refuerzos. Y probablemente serían luchadores muy capaces cuerpo a cuerpo. Bien: había que mantener distancia con el personal². Se fijo también en las escalinatas que en la anterior visita habían visto que bajaban. Dos guardias estaban apostados en ellas de forma permanente.

En cuanto a Silvie: había aprovechado para mezclarse con la gente mostrando una sonrisa radiante. Por desgracia algunos individuos habían quedado demasiado prendados de su belleza e intentaban acaparar su atención sin que la mujer pudiera atender a todo lo que había en aquellos salones³.

Se estaban desplegando las piezas pero faltaba la reina de la velada. La Araña aún no había hecho acto de presencia.

El Auriga tenia un trabajo y era aceitar el trabajo de Silvie, la belleza de su compañera tenia como consecuencia allegados o conquistadores indeseados, de modo que en ocasiones haciendo gala de torpeza y en otros haciendo gala de estupidez galopante descarada, interrumpía a aquellos que querían detenerla, tomarla del brazo, o interceptarla para ponerse a hablar con ella, empujando, pisando pies, sonriendo y acaparando audiencias haciendo comentarios al estilo de “yo hice ese viaje, a un tercio de la velocidad de la luz, sabes? Si, lo se, no se puede viajar a esa velocidad… en nuestras naves. La mía era un crucero con tecnología Vau de punta, algo ilegal, ya sabes, no se supone que deba hablar de ello…. Pero bueno, fue para salvar a una princesa de un mundo perdido. Ella como es de costumbre, se enamoro de mi y….”

Naadir no se quejó de aquel "acoso" que no la permitía observar la escena con claridad. Tuvo que contener su risa al ver alguno de los intentos de Raynor en quitarle "moscosos" de encima. Ella se encargaba de "suavizar" la situación para que nadie se sintiera verdaderamente ofendido puesto que nunca se sabía las consecuencias que podrían tener un mal agravio con la persona menos indicada.

Confiaba al menos en que sus acompañantes tuvieran al menos las manos más "libres" para poder hacer su trabajo. Finalmente resopló un poco y le hizo una señal a su acompañante al ver un hueco libre en la esquina noroeste del hall. Tomando una copa de una de las bandejas que llevaba uno de los mayordomos.

-"Necesito tomar algo de forma tranquila... aunque sea un momento. La lengua se me está quedando seca con tanto hablar"... -dicho y hecho, fue avanzando hasta aquel punto. Una vez allí se separó un momento de Raynor y Angrend poniéndolos como si fueran casi una barrera ante posibles interesados. Mientras bebía el contenido a sorbos lanzó una mirada alrededor, especialmente a los nobles que se agrupaban cerca de la escalera para recibir los primeros a la Araña, aparte de conocer también la posición de su Séquito.

Una vez acabada la copa, no pudo evitar lanzar un vistazo a la escalera de acceso al sótano.

Sivie se puso en posición encontrando un hueco en la base de una de las escalinatas, aquella en que vio que se ubicaba la Jefa de Armas de la Casa, Ilyana, que había llegado desde el exterior disponiendo a dos guardias más a media altura en la escalera. Seraia estaba a punto de hacer su aparición y se notaba el nerviosismo en la sala.

Entonces vio a Stefanos en la planta superior, mirando desde una barandilla al público reunido. No había ninguna expresión en su rostro, se mantenía hermético ante las miradas de la gente y los murmullos.

Viendo que todo estaba en posición Silvie echó un último vistazo a los accesos al sótano. Había cables que iban disimulados en la balaustrada de bajada. Seguridad digital tal como había predicho Rainias. Si lograban librarse de los guardias y entrar en esa zona con toda aquella gente mirando iba a ser complicado igualmente colarse allí de forma rápida. Y dudaba mucho que un pequeño escándalo montado por unas copas rotas hiciera fallar la infernal seguridad de aquel sitio. Demasiados mayordomos, demasiados guardias bien entrenados. Iban a tener que aplicarse a fondo.

Como no podía ser de otra manera la seguridad no decepcionaba una vez dentro. Era impecable, si no fuera porque tenían que burlarla estaría encantado. Pero lamentablemente necesitaban colarse en el sotano.
Angrend creía que el mejor momento era cuando apareciera Seraia. Quisieran o no la mayoría de ojos estarían fijos en ella, y los de la seguridad en potenciales peligros. Se acercó a Aaron y le indicó el acceso al sotano mientras avisaba a Silvie que montara su diversión.

La cual no era otra que mandar a los guardias que estaban más cerca del acceso a los sotanos a por alguno de los invitados. Gracias a Ryan y su magnifica memoría, localizó a un miembro del crimen organizado de la ciudad. Eso no es que fuese algo malo de por sí, había de todo en aquella fiesta. Y todo el que quisiera ser alguien iba a estar. Pero esa clase de individuos no le gustaba estar desprotegido en un lugar como aquel. Ya fuera él mismo, o su guardaespaldas más fiable. Así que lo único que tuvieron que hacer fue advetir a seguridad que a pesar del control exaustivo cierto individuo estaba armado instantes antes de que entrara en escena la anfitriona. Y seguro que no se lo iban a tomar a mal.

Después de eso era cuestión de ver si Aaron y Angrend eran capaces de aprovechar el momento. Al menos tenían los pases que les había hecho Rainias que les permitiría acceder a la mayoria de sitios salvo los más privados. Angrend sólo esperaba que el primer acceso al sotano no fuera uno de ellos.

El ardid había tenido éxito. Cuando Ryan identificó a uno de los invitados más peligrosos del lugar fue sencillo para Silvie, por indicación de Angrend, de dejar caer dicha información sobre otro de los asistentes. Un Capellán de la Orden del Pancreator que nerviosamente se dirigió hacia los guardias que vigilaban la puerta que bajaba al sótano.

Durante un momento los soldados dudaron pero el invitado no era un Capellán cualquiera. Era el Guardián de las Reliquias de la Catedral de Bizantium. Una persona a la que no querrías desagradar por el bien de tu alma... ni de las posibles represalias eclesiásticas. Así que los guardias decidieron, en lugar de pasar la pelota a otro tejado, satisfacer el nerviosismo de aquel hombre acercándose al guardaespaldas de Zaker Bronter, uno de los principales traficantes de Niebla Blanca del planeta. Fue como salir de una zona de zarzas para caer en arenas movedizas. El guardaespaldas se mostró sorprendido pero la indignación de Bronter era igual de peligrosa que la del Capellán. Y los guardias estaban ahora intentando averiguar como podían salir de aquel embrollo.

Angrend miró hacia lo alto de la escalera. Estaba todo cronometrado. En ese momento Seraya apareció en toda su majestuosidad en lo alto, acaparando la atención de Stefanos e Ilyana y evitando, por lo tanto, que éstos se dieran cuenta de que los guardias del sótano estaban fuera de lugar discutiendo con dos invitados. De hecho el resto de la fiesta se giró ahora hacia las escaleras.

La Araña estaba magnífica. Aunque ya había dejado atrás su juventud el tiempo la había tratado con especial delicadeza. Al contrario que otras mujeres de la nobleza no intentaba ocultar su edad bajo el maquillaje o fingiendo una edad que ya no tenía. Más bien al contrario: vestida con un elegante traje negro y se movía con estudiada parsimonia hacia las escaleras, prodigando con esmero una sonrisa que muchos sabían que podía ser tan encantadora como letal.

Era un buen momento para alcanzar lel primer acceso al sótano y comprobar si las llaves de Rainias funcionaban.