Partida Rol por web

Miro avergonzada al joven que se postra arrodillado ante mi ofreciéndome su propia daga, la escena que acaba de ocurrir ha resultado un tanto bochornosa para mi, que no estoy acostumbrada a este tipo de cosas. No se como reaccionar. Tras un momento de duda cojo al joven por el hombro y tiro hacia arriba de él.

-Levántate por favor. Mi rostro está enrojecido por el acaloramiento. No es necesario que me deis vuestra daga, en vuestras manos será más útil que en las mías. Yo ya tengo una como podéis ver. Doy unos golpecitos con la mano en mi cintura, donde tengo la daga enfundada. Martillo Blanco ha debido pensar que la había perdido cuando me caí al río y por eso quería conseguirme otra, pero afortunadamente la llevaba bien sujeta. Hemos venido a ayudar no a causar ningún problema, no sigáis discutiendo por favor. Esbozo una ligera sonrisa para intentar calmar al padre y al hijo.

Miro a Martillo Blanco encomiándole a que corrobore mis palabras para que nuestros anfitriones no sigan discutiendo por el malentendido. Verdaderamente ha sido casi un milagro que conservara la daga después de todo.

- "Insisto en que os la quedéis, Loto-san. Yo siempre puedo conseguir una lanza o algún otro arma. Vos no tenéis más recursos y si perdéis vuestra daga al menos tendréis esta otra." -

Mazo se cruzó de brazos.

- Bueno, bueno, no es para tanto. - Dijo el Dragón. - Además, mi vista ya no era como lo era antes. Creo que me estoy haciendo viejo a pasos agigantados. -

Después sonrió como él siempre suele sonreír y asintió con la cabeza.

- Bueno, si estamos todos listos, creo que lo primero será ir a recorrer el pueblo para recabar un poco más de información. Creo que sería lo correcto teniendo lo que tenemos. -

Miró a su pupila y enarcó una ceja, pensativo.

- Dulce Loto, ¿estás enterada de como han sucedido los asesinatos en este Arrozal? Al parecer, los demonios solo atacaron a doncellas que iban solas por la noche. -

-Está bien, agradezco enormemente tu ofrecimiento. Recojo la daga que me ofrece el joven y la cuelgo en mi cinturón, al lado contrario de donde tengo la otra y sonrío al joven, no quiero que se sienta despreciado después de haber insistido con su regalo.

Después me dirijo a Martillo Blanco.

-Sí, vayamos a recorrer el pueblo, cualquier dato nos puede ayudar a desenmascarar a los culpables. Me callo cuando Martillo Blanco me explica como han sucedido los crímenes. No lo sabía, pero es un dato interesante. Una idea se me cruza por la mente. ¿Y si me usáis de cebo para atraerlos? Podríais seguirme a distancia y echaros encima de ellos cuando me ataquen. No era el mejor plan del mundo ni estaba muy elaborado, pero si la única manera de hacerlos salir era con una chica solitaria podría ser una buena manera de poder colaborar al fin. Además con Martillo Blanco y el joven vigilando seré la doncella más segura de todo Arrozal Dos.

- "Os agradezco enormente lo que estáis haciendo por el pueblo de Arrozal Dos.

Martillo-sama, si necesitáis a la milicia, el Alguacil está a vuestras órdenes. Podéis encontrarle en la Casa del Alguacil, que está frente a esta en la plaza del pueblo. Tai Pei ya ha sido instruido de que debe ponerse totalmente a vuestra disposición, además su propia sobrina fue una de las víctimas, por lo que estará ansioso de que se haga justicia." -

El Administrador despide a Martillo Blanco y a Dulce Loto con sendas corteses reverencias y la audiencia se da por concluida.

Mazo saludó al Administrador con una reverencia profunda y después, miró a Dulce Loto.

Sabía muy bien cuales iban a ser las palabras de la muchacha, y en ese sentido, no se sintió para nada defraudado. Pero dejar a una simple chica, la cual necesita un buen entrenamiento en combate, enfrentarse sola a uno o más demonios, no era algo que le gustara.

Tal vez sea la única manera, sin embargo, Mazo no estaba dispuesto a que sea lastimada.

- Sabía que dirías eso, Dulce Loto, y me alegro. - Dijo el grandullón con una sonrisa. - Pero si podemos evitar que seas dañada, de cualquier manera, buscaré la forma de masacrar a esos engendros sin ponerte en peligro. Eso... lo utilizaremos como último recurso. -

El dragón miró al Joven y asintió.

- Vamos al pueblo a hacer averiguaciones. Tal vez saquemos algo más en claro. -

- "Que los dioses os favorezcan." - Se despide de Mazo con una reverencia.

- Dulce Loto y Mazo salen de la Casa del Administrador.

Mazo se giró hacia atrás al escuchar las palabras del jóven y frunció el ceño.

- ¿Es qué tú no piensas acompañarnos? - Dijo serio, y tras unos segundos, comenzó a esbozar una gran sonrisa. - ¡Anda! ¡Ven con nosotros! -

- "¡Claro!" - El Joven corre para ponerse a la altura de Dulce Loto y Mazo.

Los tres recorren juntos en pueblo.

Durante varias horas, el Joven de Arrozal Dos, Martillo Blanco y Dulce Loto recorren el pequeño pueblo.

La gente está aterrorizada y nadie en el interior del pueblo dice nada útil.

Los tres se entrevistan con el Alguacil Tai Pei, un hombre mayor y algo lento, destrozado por la pena de lo sucedido a su única sobrina. Pone a disposición de los héroes a la milicia, pero Martillo descubre que son sólo seis milicianos inexpertos armados con palos. Un estorbo más que una ayuda.

Martillo y Dulce Loto descubren que Arrozal Dos es un pueblo rico gracias a la exportación de arroz y al comercio. Las cosechas suelen ser buenas.

De forma similar a como ocurre en Arrozal Uno, hay un pequeño puerto fluvial contiguo a un mercado. También hay almacenes de arroz y mercancías. Y un santuario dedicado al dios Hu cerca de la orilla.

El Joven de Arrozal Dos confirma que durante años han habido rumores de esporádicas desapariciones de mujeres que viajaban solas atravesando la zona. Siempre se ha pensado que los responsables debían de ser los bandidos del bosque hechizado de Shin-Mei. El Templo de los Cinco Dragones acabó con esos bandidos por completo el año pasado.

Sin embargo, el año pasado, y en fecha posterior a la desaparición de los bandidos, una mujer forastera afirmó haber sido violada y golpeada por gente del pueblo. El Administrador Chi Huang no quiso creer a esa mujer y dijo que tenía que ser una enviada de un pueblo rival que quería perjudicar el comercio y la economía de Arrozal Dos. De hecho, durante un tiempo hasta que se acallaron los viles rumores, es cierto que se notó malestar y dificultades en el comercio.

Loto pregunta a una mujer del pueblo acerca de la mujer forastera que afirmó haber sido violada. La mujer le responde que si alguien sabe algo serán los campesinos que viven fuera del pueblo, en las chozas construidas alrededor de los propios arrozales.

La población de la zona es aproximadamente de un millar de habitantes, pero casi la mitad no viven en el propio pueblo, sino más cerca de los arrozales que cuidan y cultivan a diario.

POR LA TARDE.

-Tenemos que ir a preguntar a los campesinos por la historia de esa mujer Martillo Blanco, creo que es la única pista fiable que tenemos por ahora. ¿Nos acercaremos a sus casas?

Sería un breve paseo hacia las afueras del poblado, los campesinos tenían sus viviendas en los arrozales. La tarde había resultado agotadora, aunque no habían conseguido obtener mucha información útil. Al parecer los primeros ataques habían sido obra de los bandidos, pero hacía un año que estos habían desaparecido. Espero la respuesta de Martillo Blanco.

- Los tres se alejan del pueblo en dirección a los arrozales.

- A diferencia de lo que pensaba Dulce Loto en un primer momento, son muy extensos. Están inundados y hay que caminar por una serie de puentes hechos de cañas y cuerda a modo de pasarelas elevadas.

- Aquí y allá, alejadas entre sí, hay chozas de campesinos. En cada una suele habitar una familia de unos diez a quince miembros.

Los arrozales son más extensos de los que me había imaginado y moverse por ellos resulta también complicado. Además las casas están desperdigadas por aquí y por allí, no será fácil recorrerlas todas.

-Esto va a ser más complicado de lo que yo pensaba. Digo mientras mantengo el equilibrio cruzando uno de los puentes hechos de madera y cuerdas. Mejor será que empecemos por esa casa. Señalo la primera casa que veo. A ver si ellos saben algo o nos pueden dar explicaciones precisas de a quien tenemos que preguntar.

Me acerco a la puerta de la casa seguida de cerca por el joven y Martillo Blanco. Pico a la puerta decididamente y entonces con una sonrisa en mi boca cambio mi sitio y doy un pequeño empujón al joven.

-Será mejor que hables tú, a ti te conocen y a nosotros no.

El joven se queda sorprendido después de mi jugarreta mientras yo me río por lo bajo. Había hecho eso miles de veces con mi hermano.

Mazo sonrió ante la desfachatez de la muchacha, haciendo que el jóven sea el que hable. Sin embargo, aunque la idea es interesante, no me gustaría pensar lo que pueden llegar a hacer unos campesinos si realmente no les gusta la administración que lleva el padre del muchacho.

Aún así, creo que es mejor que hable él, o que por lo menos, nos presente para continuar con la investigación nosotros mismos.

- Dulce Loto tiene razón. Deberías romper el hielo tú. - Dijo Mazo. - Si por alguna razón no te sientes cómodo con alguna familia, nos presentas a nosotros y ya continuamos con las preguntas sin problemas, ¿entendido? -

Aunque el jóven no le debía nada a Mazo, el grandullón le tenía bastante aprecio y no quería, al igual que su pupila, que este salga herido de alguna manera.

El Joven lo intenta en varias casas. Los campesinos se humillan postrándose en el suelo en cuanto le ven. Todo el mundo es muy consciente de quién es hijo, y de que algún día gobernará el Arrozal.

Se deshacen en cortesías y muestras de obediencia, pero ninguno parece conocer alguna información que sea siquiera medianamente útil.

Poco a poco el grupo va llegando a algunas de las casas más apartadas. Queda claro que la táctica de hacer hablar al Joven no funciona.

Seguramente tampoco lograría mucho Martillo Blanco por sí solo, precisamente porque al ser un Sangre de Dragón de alguna forma también es la Autoridad.

Van pasado las horas.

Dulce Loto comienza a sopesar la opción de ir ella sola a alguna de las casas de campesinos.

Una a una íbamos pasando por todas las casas y siempre era lo mismo, aunque nos recibían bien, al final no lográbamos sacar ninguna información y eso estaba comenzando a desquiciarme.

Alguien tiene que saber algo, pero ¿porque nadie dice nada?

Quizá el joven imponía demasiado respeto a sus campesinos y no se atrevían a hablar de problemas con él. Estaba claro que Martillo Blanco les imponía temor con su arma y su estatura por encima de la media, tampoco a él le hablarían. Solo se me ocurría una opción y habría que llevarla a cabo ya, porque solo quedaban unas pocas viviendas, las más apartadas de todas.

-En la próxima casa hablaré yo. Pero iré sola, está claro que vuestra simple presencia retrae a la gente. Podéis quedaros afuera esperando ocultos cerca de la casa. Necesitamos esa información como sea. No me pasará nada, son simples campesinos y no se negarán a ayudar a una chica solitaria de Arrozal Uno. Y si hubiera algún problema vosotros estaréis cerca.

Al fin y al cabo solo iba a hacer unas pocas preguntas desde el umbral, sería rápido. Cruzo el puente que lleva a la próxima casa.

-Aquí podréis esconderos, estos matorrales os taparán, o también en el lateral de la casa, pero es importante que no os vean, sino el miedo seguirá sin dejarles hablar y estaremos igual.

Dejo al Joven y a Martillo Blanco que se escondan y me dirijo a la puerta de la casa. Pico suavemente y espero a que abran.

CERCANO EL OCASO.

Mientras el Joven y Martillo-sama se quedan bastante apartados, Dulce Loto se acerca sola a una de las casas más alejadas y llama a la puerta. Al poco abre una mujer desdentada.

- "¿Quién sois vos que venís a mi casa tan tarde? ¡Marcháos y no me molestéis!" -

(Se asume que Dulce Loto lleva un kimono bueno y puede pasar por una muchacha de cierta posición, de ahí el tratamiento respetuoso).