Partida Rol por web

RIQUEZA EFIMERA:

- Tal y como esperabas, la criatura ha oído los golpes de Patán Sabio y ahora viene hacia ti.

- Lo que tal vez no esperases es que saltase con una velocidad y precisión sobrenaturales para aterrizar justo delante tuyo, y que inmediatamente después esté intentando cogerte del cuello con una garra.

- Tirada de Astucia + Consciencia para verle venir bien (es muy rápido). Si fallas esta tirada, cero éxitos, no reaccionas a tiempo y te agarra del cuello con la garra sin que te dé tiempo a hacer nada. Si tienes éxito, le ves venir con una décima de segundo de tiempo para hacer algo. Entonces tienes opciones:

* Simplemente apartarte y esquivar sus intentos de cogerte del cuello (no es la reserva normal de Esquiva):

plan a: Esquiva dentro de los límites humanos: Astucia + Esquiva.

plan b: Esquiva sobrenatural: Astucia + Esquiva + rasgo de Esencia (la tuya es 4). Al hacer esto te delatas como un ser sobrenatural.

* Atrapar su muñeca o rechazarla con un golpe de mano: Astucia + Artes Marciales o Pelea.

* Usar la espada y parar: Astucia + Armas Cuerpo a Cuerpo.

RIQUEZA EFIMERA:

- La figura tiene forma humana, o eso crees, ya que va cubierta en una tela oscura andrajosa y se mueve con una velocidad y agilidad sobrenaturales. Distingues, eso sí, unos fieros ojos rojos en un bello rostro de chico adolescente.

- Pero tú también eres capaz de reaccionar deprisa, cuando lanza su garra derecha hacia tu cuello la deflectas con un preciso golpe de artes marciales con el canto de tu mano izquiera mientras en la derecha sostienes tu arma. Observas con alarma que sus manos son esqueléticas, como garras de hueso, y que las envuelve una siniestra energía maléfica.

OJOS ROJOS:

- El viejo reacciona deprisa, aunque en lugar de intentar parar tu garra con su espada, te da un golpe en la muñeca con el canto de su mano izquierda, la que tiene libre. Su golpe no te hace el más mínimo daño, pero desvía tu ataque de forma que no te es posible cogerle del cuello. Sin duda este hombrecillo tiene nociones básicas de artes marciales.

- Podrías matarle con dolorosa facilidad, pues la armadura que lleva no le proporcionaría protección alguna contra tus garras. Sin embargo, sospechas que puede ser un cazador de tesoros, la casta conocida como Lores Carroñeros. Ese tipo de gente siempre sabe cosas, sin duda sabrá rumores sobre lo que pasa en este país.

PATAN SABIO:

- Estás golpeando el tejadillo del camarote de popa a través de la ventana.

- Lo que no sabes es si eso ha tenido algún efecto, ni siquiera estás seguro de que haya nadie más en el sampan.

- Tira Percepción + Consciencia a ver si oyes algo raro.

- La criatura de ojos rojos y garras esqueléticas ataviada con una oscura tela andrajosa da un potente y preciso salto de espaldas de varios metros de longitud, aterrizando justo sobre el tejadillo que hay encima de la puerta del camarote del sampan.

Escucho las palabras del hombre, las que me advierten de su plan para atraparme. Espero unos segundos a que el Automatón se meta en el camarote de popa antes de hacer mi jugada. Estoy nervioso, estoy ansioso, nunca había intentado acercarme a un humano de esta forma y no quiero que las cosas se salgan de control y tener que asesinarlo en defensa propia.

El momento preciso se acerca y mi mente está totalmente concentrada en lo que debo efectuar para evitar que me rodeen. Junto mis fuerzas y mi agilidad sobrenatural para saltar desde el tejado rápidamente, lo que efectúo de manera tal, que caigo justo delante del sorprendido hombre. Intento agarrarlo del cuello para inmovilizarlo, pero reacciona de manera veloz, golpeando mi muñeca con un ataque que no me causa el más mínimo daño pero que logra desviar mi intento.

A gran velocidad y con la potencia que identifica mis movimientos, salto de vuelta al tejado detrás de mi, sin dejar ni un momento de mirar de frente al hombre. Aterrizo junto arriba de la puerta del camarote de popa del sampan. Desde esa posición alta y a la luz del mediodía, el hombre puede notar que debajo de la tela que me cubre completamente cae un largo cabello de color rojo carmesí. Le miro fijamente con mis rojos ojos y le hablo:

 - "Eres hábil, humano, más de lo que pensé. No quiero hacerte daño, así que baja tu espada. Solo quiero hablar contigo y con tu Automatón. Si no me atacan, nadie debería salir herido."

Me mantengo quieto y examino sus reacciones así como su respuesta. Sé que estoy en peligro y mantengo mi oído atento a lo que haga el Automatón, al que no estoy viendo, mientras pongo atención al humano. Si todo sale bien, nadie debería morir y esto me será de gran ayuda.

Escucho las palabras del hombre, las que me advierten de su plan para atraparme. Espero unos segundos a que el Automatón se meta en el camarote de popa antes de hacer mi jugada. Estoy nervioso, estoy ansioso, nunca había intentado acercarme a un humano de esta forma y no quiero que las cosas se salgan de control y tener que asesinarlo en defensa propia.

El momento preciso se acerca y mi mente está totalmente concentrada en lo que debo efectuar para evitar que me rodeen. Junto mis fuerzas y mi agilidad sobrenatural para saltar desde el tejado rápidamente, lo que efectúo de manera tal, que caigo justo delante del sorprendido hombre. Intento agarrarlo del cuello para inmovilizarlo, pero reacciona de manera veloz, golpeando mi muñeca con un ataque que no me causa el más mínimo daño pero que logra desviar mi intento.

"Es un humano de recursos y valor, pues pocos se atreven a defenderse de una forma que no implique atacar locamente con sus armas, lo que este podría haber hecho y no hizo. De seguro que yo también despierto su curiosidad, pues parece ser un Carroñero, gente que tiene más curiosidad que temores. Él dijo que le extrañaba un demonio en el día, lo que probablemente quiere saber. Debo utilizar su curiosidad para obtener la información que necesito. Si sigo intentando imponerme a él por la fuerza, puede reaccionar mal y tendré que matarlo. Mejor le doy espacio y la ilusión de seguridad para que se sienta motivado a hablar sin coerción." 

A gran velocidad y con la potencia que identifica mis movimientos, salto de vuelta al tejado detrás de mi, sin dejar ni un momento de mirar de frente al hombre. Aterrizo junto arriba de la puerta del camarote de popa del sampan. Desde esa posición alta y a la luz del mediodía, el hombre puede notar que debajo de la tela que me cubre completamente cae un largo cabello de color rojo carmesí. Le miro fijamente con mis rojos ojos y le hablo:

- "Eres hábil, humano, más de lo que pensé. No quiero hacerte daño, así que baja tu espada. Solo quiero hablar contigo y con tu Automatón. Si no me atacan, nadie debería salir herido."

Mi cabeza da vueltas de los nervios, casi pierdo el control y fue más en miedo que la estrategia lo que me hizo salir de mi escondite. Calmo mi mente y pienso un momento:

"El Automatón puede estar aprovechando mi retirada para planear otra forma de capturarme. Debo estar atento a que lo que el humano haga no sean tretas para hacerme caer en sus redes. Por otro lado, confío en que los Carroñeros hablarían con mi propio padre si con eso sacan beneficios, lo que está a mi favor pues no es un fanático mata-demonios como otros con los que me he encontrado en otros momentos. No puedo bajar la guardia, no debo hacerlo."

Me mantengo quieto y examino sus reacciones así como su respuesta. Sé que estoy en peligro y mantengo mi oído atento a lo que haga el Automatón, al que no estoy viendo, mientras pongo atención al humano. Si todo sale bien, nadie debería morir y esto me será de gran ayuda.

-¡Fuera, fuera, fuera! -gritaba Patán con más temor que convicción.

El Lord Carroñero no bajó el arma. La naturaleza demoníaca de aquel ser estaba más que clara y lo único que lo separaba de una muerte cierta a sus manos era el alfanjón, que temblaba levemente en sus manos. Procuando no demostrar el miedo que podía llegar a sentir, aunque sin poder evitar que su voz sonara algo estridente y sus pupilas demasiado dilatadas, habló.

-¿Que quieres hablar y no hacerme daño? Permite que me ría, señor demonio. Has abordado mi nave, me has asaltado e intentado apresar del cuello y solo la suerte ha querido que no me estrangularas o algo peor. ¡Lárgate de aquí! ¡No eres bienvenido a bordo! Y además, ¿de qué ibas a querer hablar con un mercachifle de río? -la pregunta fue inoportuna pues mostraba una curiosidad que no deseaba mostrar. Quería que aquel demonio de ojos rojos se fuera cuanto antes.

PATAN SABIO:

Escuchas lo siguiente:

- "Eres hábil, humano, más de lo que pensé. No quiero hacerte daño, así que baja tu espada. Solo quiero hablar contigo y con tu Automatón. Si no me atacan, nadie debería salir herido."

A continuación escuchas la respuesta de Riqueza Efímera.

- Dedudes que el intruso a hablado y que está fuera, posiblemente sobre la parte del tejadillo que da a la puerta del camarote, en el lado opuesto al que estás tú.

- En el interior del camarote, junto a la ventana de popa, Patán deja de hacer ruido, debe de haber escuchado las palabras del intruso y de Riqueza.

Escucho los ruidos que hace el Automatón desde la ventana en popa e, ignorando aquella distracción, pongo debida atención a las palabras del humano. Muestra no estar de acuerdo con nuestro primer acercamiento y demuestra el clásico miedo que los humanos me tienen, pero muestra además curiosidad, algo que esperaba en un hombre como él. Sonrío sutilmente.

Aun tapado con la andrajosa tela que cubre mi cuerpo, me pongo en cuclillas, sujetándome con mi mano izquierda del borde del tejado del camarote de popa. Fijo mi vista en él y le respondo con mi típica voz, que es más bien un tono suave y profundo, como una suerte de murmullos emitidos con la intensidad del habla:

 - "Si hubiera querido acabar contigo nadarías hacía el otro mundo en el charco de sangre que habría quedado de ti sobre la cubierta. No, no ha sido mi intención dañarte, sino más bien evitar que tu y tu Automatón me atacasen como planeaban hacerlo. Es cierto que abordé tu barco para viajar junto a ustedes de manera furtiva, pero responde a mi pregunta: ¿Me habrías aceptado en él después de verme? La respuesta es clara: No. Es por eso que me oculté e intenté pasar desapercibido. Ahora mismo podría matarte, pues tu arma no es una amenaza de peso, así como tu armadura no puede defenderte de mi poder. Pero esa no es mi intención, sino que solo quiero hablar contigo acerca de los asesinatos que han estado ocurriendo en la región. ¿Deseas hablar de aquello, "mercachifle de río"?"

Mantengo mi postura y mis ojos están fijos en el sujeto mientras escucho los movimientos del Automatón, quien aun no se ha enterado de mi conversación con el humano. La información que ambos pueden proporcionarme es demasiado útil como para desistir por un primer acercamiento con el pie equivocado. Me mantengo en esa posición, tentando su curiosidad y forzando a más no poder su apertura de mente y disposición ante anómalas circunstancias y situaciones.

Escucho los ruidos que hace el Automatón desde la ventana en popa e, ignorando aquella distracción, pongo debida atención a las palabras del humano. Muestra no estar de acuerdo con nuestro primer acercamiento y demuestra el clásico miedo que los humanos me tienen, pero muestra además curiosidad, algo que esperaba en un hombre como él. Sonrío sutilmente:

"Así que realmente tiene la curiosidad de un Carroñero. Pero es sabio y observador, pues sin poderme ver completamente ya sabe que mi naturaleza es demoníaca. Se debe estar preguntando de qué quiere hablar un demonio y más aun, por qué quiere hablar con él. De seguro que si le pregunto acerca de los ataques que han sido efectuados más que probablemente por demonios, su curiosidad podrá más, pues sería una pregunta a la que no puede responderse. ¿Como un demonio no sabe lo que otros hacen? ¿Que razón tendría para estar interesado? Además, si ha tenido contacto anterior con demonios, debe dudar mucho de mi comportamiento y mi falta de agresividad real. Todo eso me pone en una situación ventajosa en el intercambio. Una que para ser sincero necesito, pues en realidad yo no tengo información alguna que intercambiar. Eso no debe saberlo aun."

Aun tapado con la andrajosa tela que cubre mi cuerpo, me pongo en cuclillas, sujetándome con mi mano izquierda del borde del tejado del camarote de popa. Fijo mi vista en él y le respondo con mi típica voz, que es más bien un tono suave y profundo, como una suerte de murmullos emitidos con la intensidad del habla:

- "Si hubiera querido acabar contigo nadarías hacía el otro mundo en el charco de sangre que habría quedado de ti sobre la cubierta. No, no ha sido mi intención dañarte, sino más bien evitar que tu y tu Automatón me atacasen como planeaban hacerlo. Es cierto que abordé tu barco para viajar junto a ustedes de manera furtiva, pero responde a mi pregunta: ¿Me habrías aceptado en él después de verme? La respuesta es clara: No. Es por eso que me oculté e intenté pasar desapercibido. Ahora mismo podría matarte, pues tu arma no es una amenaza de peso, así como tu armadura no puede defenderte de mi poder. Pero esa no es mi intención, sino que solo quiero hablar contigo acerca de los asesinatos que han estado ocurriendo en la región. ¿Deseas hablar de aquello, "mercachifle de río"?"

Mantengo mi postura y mis ojos están fijos en el sujeto mientras escucho los movimientos del Automatón, quien aun no se ha enterado de mi conversación con el humano. La información que ambos pueden proporcionarme es demasiado útil como para desistir por un primer acercamiento con el pie equivocado. Me mantengo en esa posición, tentando su curiosidad y forzando a más no poder su apertura de mente y disposición ante anómalas circunstancias y situaciones.

Riqueza se había esmerado. Ante sí tenía a una criatura diabólica y, de algún modo, pensaba que la presencia del cuervo no era casual. Ahora bien, ¿cuál era la relación entre ambos? Fuera como fuera, aquel ser de ojos rojos no le inspiraba confianza alguna. Había modulado su voz hasta darle aquel timbre asustado y del mismo modo había imprimido un leve temblor a su mano. Incluso había refrenado su instinto natural y había dejado incólume su esencia, todo por evitar que la criatura sospechara de su verdadera naturaleza. Pero eso era todo.

Su desconfianza natural se reforzaba por su conocimiento de que los demonios eran tentadores y buscaban la debilidad para aprovecharse de ella. Sus ofrendas eran regalos viciados y sus palabras ocultaban oscuras intenciones. Y en el presente caso, además, el demonio procuraba mostrarse lo suficiente amenazador como para amilanar a un humano cualquiera.

Le tentaba, sí, con una presunta información acerca de los asesinatos Yoma ocurridos en la zona. ¿Qué podía decirle? Nada que fuera cierto. Y, además, ¿por qué a él? Simplemente por creerle humano. En Arrozal Dos habían estado Martillo Blanco y Dulce Loto. ¿Por qué no se había dirigido a ellos? ¿Sería que la presencia de un Dragón lo había amilanado?

La mente de Riqueza ardía, pero había tomado una decisión.

-Gracias por no matarme, señor demonio -dijo el Lord Carroñero, en una voz donde conseguían mezclarse el cinismo y el miedo-. Pero ya mi padre y antes mi abuelo, ambos Carroñeros como yo, me advirtieron seriamente de lo poco conveniente de hacer tratos con demonios o de permitir que te susrren al oído. Mentirosos, falaces y siempre a punto de devorar nuestros cuerpos y mentes con falsas promesas y regalos podridos. Si quieres hablar de crímenes, acude a los alguaciles del pueblo. No es conmigo con quien debes hablar. Y ahora vete de aquí. No eres bienvenido. Fuera, fuera. Ve por donde has venido y regresa a tu orilla.

RIQUEZA EFIMERA:

- Tiradas ocultas:

* Percepción + Ocultismo.

* Inteligencia + Ocultismo.