Partida Rol por web

Expedición a la Tierra Hueca

2. EL CAIRO

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01/08/2021, 11:54
DIRECTORA

Pocas veces Jack había corrido tanto en su vida, aunque en más de una ocasión, como hacía poco, se había visto obligado a ello. Efectivamente, el disparo del "silencioso" dio en la pared y en cuanto al otro, se quedó dolorido, con los ojos inyectados en sangre, a la vez que profundamente cabreado por lo que había sucedido.

Desde el suelo, ambos contemplaron como huías y salías del local, aunque por desgracia, tras hacerlo, te diste de bruces con un coche en donde esperaban dos hombres más, que al verte, confundidos, farfullaron algo en alemán entre ellos.

No les diste tiempo a hacer nada porque seguiste corriendo en dirección contraria, intentando alejarte lo más posible de ellos, mientras los otros dos salían del local, ladraban unas cuantas órdenes y todos entraban en el coche para perseguirte.

Oíste el sonido del motor del coche al arrancar, y también derrapar en el asfalto para girar. Al volver la cabeza, te diste cuenta de que te iban a perseguir sí o sí, por lo que no te sería tan sencillo escapar de ellos.

Sin embargo, las calles eran estrechas y no les resultaría tan fácil hacerlo.

Notas de juego

Con ese pleno, es evidente que Jack puede con los dos y sale a toda pastilla.

Tirada de MOVIMIENTO

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01/08/2021, 12:06
Rick "Jester" Heatherly

Era difícil resistirse a quedarse en aquella ducha o al menos, en la habitación, no una hora, ni dos, sino todo el día, la noche o toda la vida, si es que era posible. Evidentemente, no lo era, pero eso no quitaba que no pasara aquella idea por mi cabeza. Mientras contemplaba a Sarah, desnuda, no podía sino sentirme el hombre más afortunado del mundo y que el amor que experimentaba era algo que jamás había sentido.

Quizás alguien pudiera decir que se trataba de un enamoramiento absurdo, pero después de quince años, no solo estaban asentados todos mis sentimientos, sino que habían despertado con tal pasión que me resultaba muy difícil reprimirlas. Además, había tal conexión entre ambos, después de todo el tiempo que llevábamos juntos, durante el cual habíamos reprimido nuestros sentimientos, que ella era... como mi hogar fuera del hogar. Ahora entendía que durante todos aquellos años, había estado fuera, lejos de todo, y que si no me había importado era solo porque no lo había hecho sin ella, sino a su lado. Eso me había permitido sentirme bien y a salvo, a gusto con lo que hacía y sobre todo, correspondido a su manera, como ella buenamente creía que podía, sin sobrepasarse.

¡Vaya par de idiotas, amándonos en secreto durante tantísimo tiempo y descubriendo que podíamos haber compartido años juntos! Pero quizás ahora estábamos más preparados para seguir adelante, con todo lo que habíamos pasado y la confianza generada a lo largo del tiempo.

No lo habíamos perdido; solo habíamos esperado a tener una mejor ocasión.

Cuando bajamos, aquel árabe estaba allí esperándonos, de lo más servicial. No estaba mal; mientras los otros estaban haciendo algo útil, nosotros podíamos relajarnos unos instantes.

-Pues la verdad es que eso del mercado no suena nada mal. Debemos buscar algunas cosas -dije, mirando a Sarah y después fijando la vista en su dedo anular. Allí debía ir un anillo que si bien no sería el de verdad, para mí valdría tanto como si lo fuese -. ¿Te parece bien, Sarah? ¿Visitamos el mercado?

Y aunque no estábamos de turismo, en esos momentos me sentía como si aquella fuese nuestra auténtica luna de miel y pensaba disfrutar cada minuto de ella. Así que cogí su mano, entrelacé mis dedos y le sonreí, sintiéndome especial por encontrarme allí con ella.

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01/08/2021, 12:16
Jack Colton

Nada más volverme para ver si me seguían, tropecé con un grupo de árabes que iba por mitad de la carretera. Claro, como allí no había gran diferencia entre acera y calzada, qué más les daba. El caso es que tropecé y caí al suelo, maldiciendo en todos los idiomas que conocía, es decir, en inglés pero con un vocabulario rico e incendiario.

Al ponerme en pie de nuevo, vi como el coche giraba y se dirigía hacia mí.

Tenía que salir de allí, y deprisa.

-¡Mierda! -exclamé, al tiempo que me ponía de nuevo en movimiento. 

Delante de mí la calle se estrechaba, así que cogí precisamente aquel camino, el que quizás les costase más seguirme porque había, además de poco espacio, gente y ropa colgada por todas partes, e incluso puertas abiertas con jarrones, mesas, sillas, y  un largo etcétera de cosas, como si la propia calle formase parte de su casa.

¡Qué gente más rara era aquella, aunque a mí me venía bien, la verdad!

- Tiradas (1)
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01/08/2021, 12:25
Sgto. Harry Blackhorn

Tras vestirnos, no sin miradas furtivas y traviesas que decían que en cualquier momento saltaríamos uno sobre el otro y volveríamos a empezar, logramos contenernos y salir de la habitación, no sin antes besar a Rick nuevamente. No sabía cuanto tiempo pasaría hasta que pudiese hacerlo con calma y el vestíbulo no era una buena idea.

Descendimos juntos las escaleras, cogidos de la mano. - Espero que el tipo de recepción hable inglés y nos pueda dar indicaciones, sino... nos tocará buscarnos la vida... como en todos nuestros viajes. - Solo que aquel era distinto. Era una misión, sí, pero a parte de eso, era, al menos para mí, mi Luna de Miel particular con el hombre que amaba.

Pero al llegar abajo nos encontramos con que el señor Smith seguía allí. - Vaya, menuda sorpresa. Creí que había llevado a la señorita Rosenwood y a los demás al museo. - Le dije sin ocultar mi gesto de sorpresa ni una sonrisa a la par que continué sujeta a la mano de Rick. No iba a soltarle y menos aún dejarle escapar.

Cuando el hombre nos ofreció aquella gama de oportunidades miré a Rick. - El mercado me parece una buena idea... siempre que acepten dólares americanos. Sino, tendremos que ir primero a cambiar el dinero a algún sitio. - Le dije al hombre. Desconocía las costumbres de allí y sabía que nuestra moneda si se usaba en otros países, pero lo normal era usar la propia. En Rusia el dinero ameriacano solo valía entre nosotros, con los rusos debíamos utilizar los rublos, aunque algunos aceptasen dólares, no era lo común.

- ¿Qué te parece, Rick? ¿Vamos primero al mercado y luego a ver que más nos ofrece está ciudad? Ya que estamos aquí y hasta que vuelvan los demás, podemos hacer un poco de turismo. - Le dije con una sonrisa, preguntándonos ambos lo mismo a la vez. Algo que me hizo reír. - Está claro señor Smith, al mercado. - Le dije al hombre para que nos llevase a aquel mercado tan maravilloso que esperaba que fuese algo mejor que el hotel.

Algo mejor no, muchísimo mejor que aquel sitio.

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01/08/2021, 12:26
Terence Bey

Terence Bey nunca se había fijado demasiado en las mujeres. Estaba casado, felizmente casado, y tenía tres hijas y un hijo, y para él solo había dos cosas. Su familia y su trabajo.

Así que el hecho de ver mujeres a su alrededor no le importaba en lo más mínimo; si eran inteligentes, algo que no solía ver a menudo, entonces les prestaba atención en base a su trabajo; y si eran idiotas, como solía suceder, simplemente las ignoraba. En el caso de Astrid, no se fijó mucho en ella, solo que era claramente de un lugar lejano, aunque Holmes sí que le dijo algo.

-Pues... creo que era rubia, parecida a Marion; tenía un acento diferente, no como el suyo, sino más forzado. Holmes me dijo que era de Suecia o un lugar de aquellos y que tenía un interés muy especial en el diario. Pero no le saqué nada más; solo me comentó que tenía el derecho a ayudarle. Pero no me fijé en nada más. Para mí solo era una mujer.

Era lógico aquel desprecio con el que hablaba, teniendo en cuenta que desde que se había casado, no había vuelto a mirar a ninguna otra mujer.

-El señor Holmes fue despedido hace exactamente una semana. Yo no estaba al tanto de las veces que venía esa mujer, así que quizás apareciese por aquí uno o dos días antes. No tengo nada más que decir. Y por favor, no suelte a ese gato. Podría romperlo todo y aquí hay cosas demasiado importantes. 

Ahora sí que parecía visiblemente preocupado. Lo de desordenar un despacho era una cosa pero romper importantes hallazgos... eso constituían palabras mayores.

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01/08/2021, 12:26
Gareth Jenkins

Finalmente, no hizo falta que Marion fuese a ninguna parte. Aquel amigo suyo apareció como si estuviese vigilándonos. De repente me hizo sentir como un niño travieso que hubiese sido atrapado haciendo alguna trastada, aunque en lo que a mí se refería, lo único que habíamos hecho era buscar algo que él no nos había podido dar.

Así que si le molestaba que hubiésemos removido todo aquello, ya podía habernos ayudado más.

-Señor Bey. No hemos venido aquí de turismo. Necesitamos hablar con ese Holmes o en su defecto, con esa mujer, Strindberg (que por cierto, vaya nombrecito, demonios), sobre ese diario. Tan pronto lo hagamos, antes nos marcharemos, no solo de su preciado museo, sino de esta ciudad. Así que cuanto más nos ayude, mucho mejor para todos -le dije, conteniendo las ganas que tenía de ser más borde de lo que estaba siendo.

A veces me sorprendía a mí mismo por mi paciencia, pero mejor no forzarme demasiado.

Blackhorn empezó a tomar notas de todo, como si estuviese en uno de sus supuestos casos, lo cual nos permitió darle algo de forma a lo que teníamos. Holmes no estaba; pero esa sueca, por que era sueca, nos lo confirmó Bey, quizás sí que estuviese por ahí. Claro que había pocos ánimos de colaborar. Eso volvió a encenderme.

-Vale, señor Blackhorn... creo que el señor Bey está deseando que suelte usted a su gato para que se una vuelta por ahí y tire algunas cosas, ¿no le parece?, Señor Bey? Podríamos volver a buscarle... ¿mañana? A no ser, claro está, que nos diga algo ú-til,d de una vez por todas.

Notas de juego

PNJOTIZADO POR AUSENCIA

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01/08/2021, 12:37
DIRECTORA

El coche dio la vuelta con relativa facilidad y los cuatro hombres que llevaba vieron con satisfacción como Jack caía al suelo al tropezar con unos árabes que caminaban como si la calle fuese suya.

Para ellos, era una oportunidad de atraparle. 

Sin embargo, las callejuelas eran demasiado estrechas. Cada vez que Jack cogía un callejón, girar se convertía en un reto que obligaba al conductor a detener el coche, girar con mucho cuidado y acelerar de pronto para recuperarse, entre maldiciones y maldiciones, en alemán, por supuesto.

Jack no terminaba de alejarse, pero eso no significaba que fuesen atraparle. 

Para eso necesitaban algo de suerte y que las calles estrechas se le acabaran de una vez por todas.

Pero por si acaso, el silencioso sacó su arma y empezó a disparar.

- Tiradas (2)

Notas de juego

4 éxitos. Toca esquivar. Pero suma 2 por dificultad al estar en marcha y ser un lugar estrecho.

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01/08/2021, 13:13
Rick "Jester" Heatherly

Yo me sentía orgulloso de mi proceder, aunque fuese una completa estupidez. La bota del capitán aplastaría mi pecho e incluso me haría arrepentirme de mis palabras a causa del dolor, pero no de mis actos, que respondían a mi manera de ver la vida, la mía o la de los demás.

Sarah parecía sorprendida, además de traumatizada por lo que había ocurrido, por sus consecuencias para mí.

-La vida está sobrevalorada, Sarah. No merece la pena cuando sacrificas todo en cuanto crees. Todos moriremos algún día; la cuestión es... haciendo qué.

Pero el dolor me impedía hablar demasiado. Había alcanzado el límite de mis fuerzas y apretar la mano de Sarah ya no servía tanto como antes. Aunque... seguía siendo agradable. Con aquel pensamiento fue con el que hice lo posible por continuar manteniéndome consciente y haciendo que mi mente se mantuviese en su lugar. 

Pude, no obstante, ver aparecer al cabo y también al doctor. Su aspecto no era muy ortodoxo, pero quién lo era en aquellos tiempos que corrían. Y en cuanto a sus garfios, más de una vez hubiera querido tener un par de ellos para hacer que alguno se arrepintiese de sus palabras, aunque debía ser incómodo sostenerla cuando meara, eso sí. No, definitivamente mejor una mano.

-Hola, "doc".  Parece que se ha perdido la fiesta -conseguí decir.

El cabo parecía estar de nuestro lado, incluso el doctor, pero entendía que una orden era una orden. Aún así, su actitud era suficiente para mí. No siempre podías conseguir lo que querías, pero sí intentarlo, como había hecho yo.

-Se lo agradezco de veras, "doc", aunque creo que quien debería ayudar es a ella. Se merece mucho más que estar encadenada como un perro cuando ha salvado tantas vidas -le dije, mirándola como a mucho más que una simple enfermera.

Sarah empezó a tratarme, con ayuda de otra enfermera, y el olor de la sangre llegó hasta mi nariz, hasta el punto de ocasionarme nauseas. Era algo normal; en batalla, los vómitos se mezclaban con los olores de la putrefacción y el miedo. No había nada romántico en la guerra; siempre la vendían como si fuese algo que merecía la pena, pero no había oído a nadie hablar con orgullo después de regresar, pues siempre había secuelas, físicas o mentales.

-Estoy... tranquilo. La verdad es que nunca había tenido a tanta gente cuidando de mí -dije, sonriendo, a pesar del dolor. Sarah parecía más preocupada que yo, la verdad, seguramente porque ella luchaba contra la muerte, mientras que yo la había aceptado plenamente, como parte de mi vida.

Mientras se encargaba de mi pierna, miraba al techo, intentando descubrir en las sombras que se formaban en él algo más que simples manchas. No era el test de Rorschach, pero cuando en ellas veía la figura de Sarah era por algo. Se había metido tan dentro de mí que me costaba pensar en algo diferente y no era un mal pensamiento si la muerte terminaba por alcanzarme.

Además, me ayudó a soportar el dolor y a que las manos que sentía adentrándose en mi carne, me provocasen un dolor insoportable. Pero sí que lo había sentido. Por eso cuando me dijo que descansara y que lo sentía, le sonreí con delicadeza.

-Es un buen corazón, Sarah. Nunca lo pierdas. Pase lo que pase, no dejes de seguirlo, porque es lo que más me gusta de ti. Bueno, aparte de tus manos, por supuesto, que hacen maravillas con las heridas...

Y estoy seguro que con otras cosas también, pensé, antes de caer en un estado de semi-inconsciencia que no me permitió más que captar palabras sueltas. Parecían estar encargándose del niño, y por lo visto, al cabo le habían degradado, él y Sarah se pusieron a hablar de algo que no comprendía completamente... y finalmente su rostro, cerca del mío, preguntándome cómo estaba.

Afortunadamente, la anestesia ya estaba haciendo su efecto, así que debía tener una estúpida sonrisa de colgado en el rostro porque no me dolía absolutamente nada.

-Pues estupendamente, Sarah, como si todo esto fuese un sueño -le dije, como si no hubiese ocurrido nada de nada. Vi entonces la cadena con la cual estaba atada y recordé que había sucedido.

-Bueno, estar encadenado a ti no es lo peor que podría ocurrirme. Si hubiese sido con el sacerdote, me habría muerto con sus lecturas de la biblia -bromeé, removiéndome inquieto en la cama. Aunque no me dolía, sentía tirantez en mi pierna, más que antes, sin duda causada por el dolor de la caída, además de una presión en mis costillas, a causa de la bota del capitán.

-Oh, lo siento. A lo mejor es usted religiosa. Yo la verdad es que no demasiado. Mi padre era un devoto católico irlandés pero no recuerdo cuando fue la última vez que fui a la iglesia. No confío en que el Señor me preste demasiada atención, ni a mí, ni a los demás -comenté, mirando a mi alrededor y terminando por fijar mi vista en Sarah. Ella debía saber mejor que nadie que Dios no estaba a su lado cuando había tenido que aguantar al cabrón de su marido.

Notas de juego

Flashback

Lugar: Rusia

Año: 1922

Escena atemporal

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01/08/2021, 13:41
DIRECTORA

El mercado de la ciudad, uno de ellos al menos, se extendía por calles y calles, sin tener un punto de comienzo y final claros. Carlton os seguía de cerca, a veces marchando delante, para señalar el camino, y otras detrás, para dejaros a solas. A los lados, las tiendas, que parecían una continuación de las casas, mostraban ropas hechas a mano, alfombras, joyas, comida, especias, y cualquier cosa que pudiera imaginarse.

Las voces de los hombres y las mujeres que hablaban entre ellos, negociando, comprando, a veces discutiendo, le daban a aquel lugar un aspecto especial, muy exótico y distinto a lo que estabais acostumbrados.

Para poder realizar su actividad, las casas habían colocado unos techados de madera o mimbre que hacían que pasear por allí no solo fuera posible, sino incluso una bendición, porque la temperatura descendía notablemente a la sombra. Así que se convertía en algo más que un sitio de visita; era un lugar de paso obligado, y de paseo, y media ciudad estaba en aquellos momentos caminando al mismo tiempo por aquellas calles.

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01/08/2021, 13:52
Jack Colton

Oí los disparos y pensé que ya estaban tardando en intentarlo. Era la segunda vez en pocos días que alguien intentaba matarme y había descubierto que la gente que lo hacía tenía una especial predilección por infringir dolor o que me odiaban profundamente.

En aquel caso, dudaba que me conocieran lo suficiente como para lo segundo, así que lo primero caía por su propio peso.

Me moví en zig-zag al tiempo que me agachaba ligeramente, y vi como varias balas impactaban en las paredes que tenía al lado, hacían añicos un jarrón y espantaban a todo el mundo.

Me estaba escapando, pero como no me los quitase de encima, tarde o temprano iba a tener problemas. En aquel instante eché de menos no estar con los demás y no tener a alguien como a ese Corvin, disparando por mí, pero como estaba solo, lo único que me quedaba era seguir huyendo y dejar de protestar.

Así que corrí. Corrí todo lo que pude, usando los callejones más estrechos y dando todas las revueltas que era capaz, con tal de lograr perderlos.

- Tiradas (2)
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01/08/2021, 14:32
Mayor McDuncan

- No puedes pensar así, aún eres demasiado joven para eso... ¿qué edad tienes? ¿Veinticinco años? No creo que tengas muchos más que yo... yo debería pensar así por lo que me ha tocado vivir, Rick. Pero mírame, en el fondo aún pienso que en esta vida se puede ser feliz y esa es mi meta... pero no sé ni como alcanzarla, pero sí al lado de quien no lo lograré nunca... y en este tiempo, tu me has dado más esperanzas que nadie para ver que en algún momento de mi vida, podré ser feliz... conseguir tener fuerzas para dejar al malnacido de mi marido, conocer a un hombre maravilloso, - aunque le tenga delante ya y no pueda decírselo,- y formar una familia lejos de la vida militar. - Algo que ya me has dejado claro que no dejarás. - Le respondí buscando darle algo de esperanza, sin saber si mis sueños le servirían para algo.

Mientras, continuaba presionando su herida por un lado y sosteniendo su mano por el otro. No sabía, no era capaz de imaginar, que estaba sufriendo tanto por él porque sentía que le quería. - Tienes que aguantar, Rick... si no es por ti, hazlo por mí. - Le susurré al tiempo que llegaban los refuerzos.

Ver al doctor y sus instrucciones fue un alivio, al igual que tener al cabo de nuestro lado, aunque le tocase obedecer al capitán.

El doctor miró a Rick. - Lo único que puedo hacer, ya está hecho. Pero tendrá que estar así hasta que se solucione todo. No puedo contradecir la orden del capitán y menos cuando os acusa a ambos de algo tan grave. Solo espero que les saquen de aquí cuanto antes, porque Smith no está bien de la cabeza. Iba a pedir que se le retirase del servicio en aquella reunión a la que no pude asistir y donde perdimos a todos los mandos y yo a mis... - Mostró los muñones convertidos en garfios en aquella ocasión.

Tras eso, me puse manos a la obra con Rick y al terminar me dedicó unas palabras que nuevamente me hicieron sonrojar. Si él supiese que estaba dentro de mi corazón ya, seguramente no me diría aquellas cosas tan bonitas. Por eso no podía decirle nada. - Creo que estás delirando, Rick. El dolor es lo que tiene. - Le respondí tratando de salir de aquel paso.

Con él atendido, pasamos al chico y luego me encargué del cabo y escuché su historia, entendiendo porque el doctor quería retirarle del servicio. Y cuando todos se fueron y me quedé con él, fue cuando me recosté sobre él. Podía sentir su cansada respiración y seguramente le miraba como una boba, pero en su estado no se daría ni cuenta.

- Ojalá fuese un sueño, Rick, pero uno agradable para ti al menos. - Pero la realidad era otra y él no tardó en recordarla. Entonces bromeó sobre estar encadenado a un sacerdote y su dolor en hacerle moverse, lo que me hizo separarme de él. - Lo siento, Rick yo... no creí que te molestase que estuviese así contigo. - Y es que su gesto me lo tomé como que no quería tenerme encima suyo, algo normal estando con aquel dolor en el cuerpo por otra parte y me quedé sentada en la cama. A fin de cuentas, ¿a qué otro lugar podría ir?

Tonta de mí que creí que podría dormir a su lado un rato... al menos lo había intentado y ya sabía que solo obtendría un rechazo por su parte, así que no arriesgaría nada más. Nunca.

- Recuerdo... recuerdo que hasta hace unos años le rezaba y le preguntaba que porqué tenía que pasar por todo aquel infierno si me portaba bien. Era buena esposa, iba a misa todos los domingos y por las tardes cuando podía, aunque no siempre, porque acababa encerrada en un armario, llorando de dolor por la paliza recibida. Recuerdo que le rezaba mientras recibía cada golpe, tonta de mí poniendo la otra mejilla siempre al principio... Le preguntaba que porque me había abandonado y como permitía que me ocurriese todo aquello... y un día dejé de rezar y de preguntarle, porque descubrí que no estaba ahí y si realmente existía y estaba, no era para mí... - Crucé los brazos sobre mi cuerpo, el cual temblaba recordando todo aquello a la par que de frío.

Sabía lo que quería y lo que necesitaba, estar entre los brazos de Rick. Pero después de su gesto... no iba a arriesgarme a pedírselo si quiera. Un rechazo más y estando encadenada a su cama, no sabía como lo llevaría. Y rezar... rezar no me serviría de nada. Así pues, con mi pequeño sueño de dormir a su lado quebrado, de estar entre sus brazos y sentirme protegida por una vez junto a un hombre, suspiré y me puse en pie, saqué una de las mantas de debajo de la cama y me la puse por encima. Luego posé mi mano sobre la frente de Rick. Necesitaba tocarle y saber si tenía fiebre.

- Descansa un poco, te vendrá bien. - Le susurré tragándome el dolor que sentía, parecido al que aguantaba cuando John me pegaba, solo que este estaba directo en mi corazón. No dejaba cardenales ni cortes, solo un dolor por dentro que tardaría en aliviarse. Intenté sonreírle, pero esta vez no pude y cogí un libro de los que me había dado el doctor. Luego me senté en el suelo, entre la cama de Rick y el niño enfermo y comencé a fingir que leía. Quería esperar a que Rick se durmiera para que no me viese llorar.

Porque esta vez sería por él. Por Rick.

Y cuando creí que dormía, rompí a llorar en silencio. Estaba acostumbrada a hacerlo. Lo había hecho durante demasiado tiempo y eso me llevó a quedarme dormida, dejando mi cabeza apoyada en el colchón de la cama de Rick y quedando el libro en mi regazo. Ni sabía que me había dormido hasta que el cabo me despertó. No venía solo, traía a un soldado con un impermeable puesto... un soldado que olía a comida rusa y que usaba pantalones de civil.

- Le encontré merodeando la base y supuse que venía por usted al notar el olor de la comida. - Me dijo el cabo Lazarus. - No hablo ruso, así que, me costó que entendiese que tenía que ponerse el impermeable para poder colarle hasta aquí.

Mis ojos estarían enrojecidos por el llanto, pero recién levantada, podría ser por el sueño. - Gracias cabo. - Le dije al hombre. - Yo se lo traduciré. - Y eso hice. El ruso me respondió enseguida y le sonreí agradecida cogiendo lo que traía para mí y para Rick. Precisamente la carne que pedí aquella mañana.

- Es lo que le pedí a los rusos cuando fui esta mañana a recogerlo... aunque claro, creí que lo traería sin hacer, no al niño. - Le expliqué al cabo al tiempo que me ponía en pie. Tenía ganas de orinar, hambre y entendía que Rick estaría igual. El ruso me preguntó por el niño y le miré fijamente. Era su padre. Le conté que lo había visto el médico de la base y que debíamos esperar a la noche para saber si el tratamiento funcionaba.

- Es la hora de que la suelte y debo estar con usted hasta que la tenga que encadenar de nuevo. No tiene mucho tiempo enfermera. - Y miré a Rick, quien se había despertado, seguramente con la llegada de los hombres. Dejé la comida en la mesita y cogí la cuña.

- Si yo tengo ganas, tu más... si necesitas ayuda... - No me hacía gracia invadir tanto su intimidad, pero después de lo ocurrido lo mismo si que necesitaba un par de manos. Una vez terminó, el cabo me soltó. Le dije al ruso que se quedase hasta que volviésemos, pero que no se moviese de allí. Todo fue rápido: una visita al aseo, preguntarle al cabo por su dolor de cabeza y por su nombre y regresar con algo de agua para beber y para que Rick pudiese lavarse las manos.

Lazarus volvió a encadenarme a la cama. - Acompañe a este hombre fuera del campamento y si quiere venga a probar una de estas shashlik... yo... no tengo mucha hambre, si me dice que sí le guardaré al menos una. - Y es que aún estaba pesadumbrada por lo ocurrido con Rick y no sabía cuando levantaría cabeza.

Descubrí la comida ante los hombres y le lavé las manos a Rick tras ayudarle a sentarse en la cama, usando las almohadas nuevamente para que apoyase la espalda en un sitio cómodo al tiempo que el cabo y el ruso se marchaban de la tienda. Era bueno ver que al menos había alguna persona más que merecía la pena en aquel lugar. - Vamos Rick, pruébalas. Te vendrán bien para regenerar la sangre que has perdido en estos días. - Le dije entregándole una brocheta cuando estuvo sentado y listo para comer.

 

Notas de juego

Flashback

Lugar: Rusia

Año: 1922

Escena atemporal

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01/08/2021, 16:09
Mayor McDuncan

Smith nos llevó en el coche y me senté en la parte trasera del mismo, junto a Rick. Debíamos aparentar lo que sentíamos el uno por el otro y simplemente me dejaba llevar por el corazón. La verdad es que le hubiese estado besando hasta que hubiésemos llegado a nuestro destino, pero ya iba a ser "demasiado aparentar" y la erección de Rick iba a ser complicada de ocultar, sobre todo por el tamaño de su miembro. Así que, con ir recostada sobre su hombro y agarrada de sus manos era suficiente.

En cuanto acabásemos la misión seríamos libres de ir por donde y como quisiéramos.

Entramos en el mercado escoltados por Smith. Respetaba nuestra intimidad, pero cuando no caminaba por delante lo hacía por detrás. Unas veces para guiarnos por donde movernos sin meternos en sitios peligrosos y otros sin duda para protegernos las espaldas. Yo iba agarrada del brazo de Rick, caminando a su lado, deteniéndome en algún puesto cuando veía algo que me llamaba la atención. Viendo aquellas alfombras tan coloridas no pude evitar preguntarle por nuestro futuro.

- ¿En que casa viviremos? ¿En la tuya o en la mía? ¿O prefieres que busquemos otra que nos guste a los dos, quizás más cerca de la casa de tu hermana? - Hablaba para él, porque no quería que Smith se enterase de que aquello no era fingido, sino real.

Cuando no caminábamos del brazo, lo hacíamos de la mano, con los dedos entrelazados y se nos veía sonreír y bromear, tal y como era una pareja feliz. Lo que deseaba desde hacía tantos años y que por fin podía disfrutar. - Que sepas que cuando acabe esta misión, pienso dejar el ejército. Puedo trabajar de médica en algún hospital civil y a malas de enfermera. La única guerra que quiero ya, es la que me des en la cama... - Y le sonreí y le quise besar, pero Smith estaba en ese momento a nuestra espalda y no sabía si nos miraba o no.

Caminando entre aquella gente y bajo la sombra, se iba bien, estaba feliz y tenía que quitarme la espinita de Nueva York, la que le quedó a él en mi piso antes de bajar al coche que nos llevaría al avión. - Rick, quiero que quede una cosa clara entre ambos. Es por algo que dijiste después de que te pidiese que me mirases como si fueras a quitarme la vida y me acorralases contra la pared. En ti esa mirada me excita y necesitaba saber si me mirabas así, si me ponías al límite que ocurriría, si me excitaría o si el fantasma de mi marido lo estropearía todo... y ganaste tú... no hay nada que disculpar de lo que pasó en ese momento, era lo que yo quería, lo que yo necesitaba... y te lo volveré a pedir, porque quiero borrar esos malos recuerdos y que esa mirada no signifique dolor para mí, sino placer... como el que me diste... porque aunque no terminase, te aseguro que disfruté de cada beso, cada caricia y cada movimiento de tu cuerpo dentro de mí. Pero no te acostumbres... que también me gusta terminar y me gustaría poder terminar un día los dos a la vez...

Y miré y vi a Smith al frente y acaricié el rostro de Rick y le besé, confiando en que aquel hombre no se girase a mirar. Fue algo rápido, una leve toma de contacto, pero no aguantaba más. - Creo que deberíamos empezar a buscar esas baratijas... y, aunque sean de pega, te aseguro que para mí tendrán siempre un valor especial... porque serán el indicativo de nuestro futuro juntos. - Le dije con una sonrisa y completamente enamorada de él, tiré de su mano hacia un sitio donde habían bastantes joyas.

- ¡Smith! ¡Espere un momento! - Le dije al hombre indicándole el puesto donde nos íbamos a parar a mirar.

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01/08/2021, 18:46
Terence Bey

El señor Bey cambió el rostro de modo "preocupado" a "alarma total" cuando Jenkins dijo aquello del gato. La idea de tener a un animal de aquellas características rondando por el interior del museo, lleno de vasijas y tablas de piedra únicas, se le antojaba un suplicio mayor que caminar por encima de un camino de brasas encendidas.

Así que con las manos temblorosas, sacó una especie de tarjeta, una del museo en realidad, un lápiz, y garabateó algo en el dorso.

-N-no puedo darles nada más, de verdad. Este es el local al cual creo que el señor Holmes solía acudir. Puede que lo encuentren allí, yo no he ido nunca. Quizás él pueda decirles en dónde está esa mujer, o lo que quieran saber. Yo no sé nada más, nada más. Llévense su gato y márchense de aquí, por favor -dijo en inglés, seguido de no sabíais cuantas cosas más en árabe, mirando hacia arriba, por lo que suponíais que le estaba pidiendo clemencia o ayuda a Alá.

Tampoco es que fueseis una plaga bíblica, pero para Bey estabais empezando a parecerlo.

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01/08/2021, 18:52
Rick "Jester" Heatherly

Carlton lo había hecho bien al esperarnos. Ambos nos sentamos en la parte trasera del coche, como si fuésemos en verdad un par de turistas, y en verdad, tras lo que había sucedido en la habitación y al ver el rostro de Sarah, así era como yo me sentía. No podíamos dejarnos llevar, no debíamos, pero mi corazón palpitaba como si fuese un caballo salvaje queriendo saltar la valla, y no me refería solo al sexo, sino a cosas sencillas como abrazarnos, darnos alguno que otro beso y mostrar en público lo que sentíamos en privado.

Pero tenerla tan cerca, recostada, bastaría para apaciguar mi alma por el momento.

Cuando llegamos al mercado, bajamos y continuamos a pie. Carlton se portaba, dejándonos libertad y al mismo tiempo, llevándonos por aquel laberinto de calles.

Todo parecía muy natural. 

De vez en cuando nos deteníamos y mirábamos lo que tenían en las mesas, y otras veces simplemente pasábamos por al lado mirando con curiosidad y disfrutando del momento.

-Mi hermana será feliz con tal de que yo lo sea y... lleve una vida tranquila. Creo que podríamos vender las dos y comprarnos una más a nuestras necesidades, con una habitación de más... por si acaso, ¿no? -comenté, mirándola para ver qué opinaba al respecto. 

Me había parecido que en cuestión de hijos, no habría problema, pero no quería que quedase aquel asunto sin aclarar, aunque no había ninguna prisa, por supuesto, y para mí no era lo importante, sino solo el aderezo a la comida principal.

-Amén a eso -le dije, satisfecho por cómo se iba desarrollando la conversación, al respecto de que iba a dejar el ejército -. Yo también lo dejaré. Creo que puedo tener opciones de trabajar en el ámbito privado, como en la construcción. Tengo un amigo... bueno, quizás no tanto, pero conocido, un ingeniero, que podría buscarme un empleo trabajando para él. Después de todo, he visto muchos edificios caer y tengo conocimientos básicos en demoliciones, así que creo que podría serle útil.

Y en respuesta a la pregunta que venía venir, continué hablando.

-Me debe la vida, así que no creo que diga que no.

Sin embargo, mientras hablábamos, una duda pareció hacer una sombra alargada entre nosotros. No me lo esperaba, pero intenté aceptar la pregunta con naturalidad y responder con honestidad.

-No me acostumbraré, tranquila. Llevo demasiados años esperando a que estemos juntos que ahora lo único que quiero es poder darte aquello que no has tenido, cuando tú quieras y como tú quieras. Siempre seré tuyo, Sarah. Lo sabes, ¿verdad? Para mí tú eres lo más importante.

Y me besó, dejándome con ganas de devolvérselo con mucha más fuerza, pero conteniéndome debido a nuestra situación.

-Sí. Y no importa de qué estén hechas, sino que serán auténticas, te lo aseguro, mi vida -le dije, acercándonos a un lugar en el que precisamente se vendían joyas y entre otras, anillos.

Lo cierto era que la mayoría de los objetos que allí había resultaban demasiado recargados para mi gusto. Era difícil cambiar de idea en lo que se refería a anillos de compromiso, en cuanto cómo había pensado que debían ser, puesto que buscaba algo más clásico, pero poco a poco me fui dando cuenta de que quizás no pudiera ser, hasta que...

-Estos. ¿Qué tal estos? -dije, mirando el mensaje que estaba escrito en árabe en su superficie. El vendedor pareció entenderme y miró a Carlton, que se acercó rápidamente a traducirlo.

-"Dame tu mano, toma la mía y entremos juntos en Al-Jannah" -dijo Carlton, leyendo el mensaje.

Miré a Sarah y dije solo una palabra.

-Perfecto.

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01/08/2021, 19:27
DIRECTORA

Con Jack corriendo todo cuanto podía y los alemanes persiguiéndole en coche, la situación se volvía cada vez más complicada, sobre todo porque al girar la siguiente esquina, Jack se encontró de lleno en una laaaaarga calle llena de mercadillos, y lo suficientemente ancha como para que el coche pudiera seguirle.

Afortunadamente, no fue lo suficientemente hábil como para coger la curva bien y chocó con la pared. Eso le dio a Jack el tiempo suficiente para coger cierta ventaja.

Jack pensó en entrar y esconderse en algunas de las casas, pero la verdad era que ni sabía por dónde entrar ni tampoco si era la mejor idea, hasta que finalmente, y para su sorpresa, distinguió tres rostros conocidos.

Sarah y Rick estaban delante de un puesto de joyas, con Carlton Smith justo detrás de ellos, exactamente a unos cincuenta metros. 

El coche de los nazis rugía todavía, pero si lograba alcanzarles, quizás pudieran disuadirles de que les siguieran o al menos, enfrentarse a ellos en números parecidos.

- Tiradas (1)
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01/08/2021, 20:15
Alex Corvin

Aquel detective me estaba tocando ya las narices. De ser alguien que careciese de mi temple, ya estaría estampado contra el suelo, de bruces y sin dientes. Pero afortunadamente, mis padres me habían enseñado a tolerar a los retrasados mentales y en aquel caso, me convenía más esperar que responder.

Así que me encogí de hombros y ni tan siquiera le respondí.

Lo que sí que hice fue atender a lo que nos decía nuestro buen amigo Bey, que parecía no estar al tanto de nada de lo que sucedía allí.

-Para ser el encargado de este museo, la verdad es que no está demasiado pendiente de lo que ocurre. Esa señorita podría robar una obra de importancia y por lo que hemos visto, usted ni siquiera se daría cuenta hasta que no estuviese volando hacia donde fuera -comenté, mientras Jenkins y Blackhorn continuaban preguntando.

Finalmente, y ante las reticencias a colaborar, el galés tuvo una buena idea, la de presionarle con aquel "gato". La verdad es que me sorprendió tanto la ocurrencia como que surtiese efecto, pero lo importante fue que lo hizo. Al menos ya disponíamos de algo.

-Bien jugado, señor Jenkins -le felicité, cogiendo la tarjeta que nos tendió Bey y leyendo lo que había puesto, una simple dirección.

Miré entonces a los demás.

-Está bien. Ya tenemos por dónde empezar, además de un nombre por el que preguntar. ¿Qué tal si salimos de aquí y dejamos a este buen hombre... encargarse de su museo?

No veía el momento de salir de allí y empezar a conseguir algo de verdad, porque por el momento, no teníamos diario, ni tampoco a nadie que nos pudiera hablar de él. Dos nombres, sí, pero ¿para cuando algo más concreto? Odiaba las vaguedades casi tanto como dar vueltas sin ningún sentido.

Notas de juego

PNJOTIZADO POR AUSENCIA

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01/08/2021, 20:38
Mayor McDuncan

A pesar de tener que contenernos, pasear por allí era un sueño hecho realidad, uno del que no quería despertar. Siempre me había sentido protegida y segura junto a Rick, pero desde que descubrí que me amaba como yo a él, aquel sentimiento, aquella sensación se disparó, porque sabía que si antes no permitiría que me ocurriese nada, ahora que teníamos la ocasión de estar juntos, nada le pararía. Algo que a la par me daba miedo, porque había puesto su vida por encima de la mía en muchas ocasiones y ahora sabía que lo haría con más impetú y podría perderle para siempre. Porque sí, yo era buena doctora y demás pero, no era infalible y perdía a pacientes y él era tan mortal como yo.

Al menos ahora le miraba a los ojos y le veía ver la vida de otra manera. No como la que me contó cuando nos conocimos en Rusia, donde más que vivir, parecía estar esperando a que la muerte se le llevase de una vez por todas.

- No sabía que la tuya la tenías también en propiedad. - Le dije a Rick. - No sé porqué tenía en la cabeza que vivías con tu hermana o de alquiler. - Todo era tan normal, que lo hacía especial. Éramos lo que siempre quise: Rick y Sarah. - La mía esta pagada... no se si la tuya también, pero es lo de menos. ¿Y si compramos otra y las alquilamos? Con el dinero del alquiler y los sueldos podríamos permitirnos una más grande o una casa con jardín, con varios dormitorios, ¿para que conformarnos con uno solo si con suerte podremos ser hasta cinco en casa? - Le sonreí melosa. - No tenemos porque vivir en medio de la ciudad y ya te dije que si querías hijos, tendríamos los que quisieras. No fue algo que dije por la excitación y el momento... es porque lo deseo y si tú también quieres, no vamos a esperar... y menos aún al divorcio. - Le dije claramente.

- Además, después de tantos años, seguro que está con alguna. Podemos contratar a Harry cuando volvamos, para entonces será de confianza y que demuestre que me ha sido infiel. Tendrá que darme el divorcio sí o sí. Sólo que en ese tiempo, tendremos que dejar de vernos así. Se puede anular un matrimonio de forma rápida por adulterio y prefiero que sea él quien quede de malo. A fin de cuentas es lo que es. - Y me contó sus planes sobre dejar el ejército y mi mirada de hizo darme una respuesta, pero no a la pregunta que tenía en mente.

- ¿De verdad estás seguro de eso? Siempre dijiste que el ejército era tu vida y que los militares eran tu familia y oírte ahora decir eso... es... - Y los ojos se me emborronaron con lágrimas, pero de alegría por escucharle decir que iba a dejar lo que más amaba por mí. Era lo más grande y más hermoso que nadie podría hacer en su vida por mí. Y tener que esperar quince años para esto. - Que idiotas fuimos... por no sincerarnos antes. - Le sonreí. - Aunque cuando nos conocimos, a pesar de haberme enamorado de ti, te lo hubiese hecho pasar muy mal. Yo no estaba preparada mentalmente para estar con un hombre en la cama... seguramente que ni a solas en una habitación... ni aún siendo tú. Todo era demasiado reciente. - Le confesé mientras seguíamos caminando, como una pareja normal y formal, aunque con limitaciones que nos gustaría poder saltaros y que sabíamos que no podíamos con Smith tan cerca.

- No eres tú quien debe acostumbrarse. Soy yo. Aún tengo pesadillas con él, con sus palizas y... por eso he permanecido siempre en el cuartel. Sé que allí no va a entrar, pero en mi casa... no podía dormir tranquila. Creía que en cualquier momento cruzaría la puerta y... todo acabaría para mí. Soy yo quien tiene que superar ese miedo, tú solo tienes que estar a mi lado y con tu apoyo, podremos con él. - Y me abracé a él y pegué mi cabeza a su hombro mientras caminábamos, demostrándole así que realmente quería que aquello saliese bien y que era yo quien debía superar todo después de aquel corto pero ansiado beso..

En la joyería aquella nos quedamos un rato mirando. Yo miraba a Rick y por su expresión le pasaba lo mismo que a mí, no me convencía nada para usarlo como un anillo de boda. Con que fuese dorado me bastaba, pero allí parecía que ese color no existía salvo para las piedras engarzadas en algunas piezas sobrecargadas para mi gusto. Y en ese momento Rick vio algo y lo señaló y los miré. La verdad es que eran preciosos, pero llevaban una inscripción en árabe que no entendía. Al menos el tendero y Smith se entendieron con la mirada y la frase fue traducida.

- Perdón por mi ignorancia pero... ¿qué es el Al-Jannah? - Pregunté a Rick quien enseguida dijo que eran perfectos y a Smith que nos acompañaba. - Además, Rick... habrá que preguntar el precio... a mi no me parecen simples baratijas y yo no entiendo de joyas...

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01/08/2021, 21:35
Nikolai Vladiminovich

Miré al señor Calvo cuando trato de pronunciar mi apellido.

-"No hace falta que me llame porrr mi apellido, ya dije que me llamo Nikolai y azí ez como prrrefiero que me llamen. Zi tiene prrroblema también en prrronunciarrr Nikolai, llámeme Niko. Y zi ve que tampoco zabe prrronunciarlo bien, llámeme porrr mi título, doctorrr. ¿Cree que podrrrá prrronunciarrr bien alguno de elloz, zeñorrr Blackhorrrn?" Dije mirándole fijamente. "Zi uzted ya tiene todoz loz datoz, no zé qué hacemoz aquí. Porrr mi parrrte, porrr prrreguntarrr no ze pierrrde nada y eztamoz juzto donde debemoz prrreguntarrr."

Entonces entró al trapo el vaquero y hubo ahí algo de discusión. Hasta el señor Calvo insultó a éste ridiculizando su bigote. No sé quién se había creído que era, pero se le habían subido los humos desde que habíamos llegado al museo. Parecía un clon de la Mayor. Lo mismo se enfrentaba a Alex porque le gustaba... si el otro le había palpado una nalga, tal vez era su forma de decirle que le había gustado. Una vez había escuchado que los enamorados estaban siempre discutiendo y llevándose la contraria. Íbamos a salir en busca de Bey, cuando éste apareció por arte de magia en la puerta. Me quedé algo extrañado. El detective, que decía todo el rato que fuera Marion la que hablara con él, disparó con metralleta al pobre anciano. Diez preguntas por segundo. Yo ya no sabía ni qué le preguntaba. Pero al final, entre eso, las amenazas de soltar al supuesto gato y la ayuda de los demás, consiguieron que soltara prenda y nos diera algo de información. Teníamos dos personas para hablar y un sitio dónde buscar a una de ellas. Aquí no teníamos nada más que hacer.

-"Bien, crrreo que debemoz de marrrcharrrnos entoncez."

 

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01/08/2021, 22:05
Sgto. Harry Blackhorn

Al final descubrí dos cosas, que el Galés tenía más malas pulgas que el teniente y que Bey le tenía miedo a los gatos en su museo. Lo de que ocultaba cosas, era evidente. Todos ocultamos algo... yo el primero y no demasiado lejos.

- Felicidades Bob, creo que esta noche te llevaré a algún sitio a beber algo. - Le dije a mi mochila mientras guardaba mis gafas. Esta se revolvió y sonó un ronroneo audible para todos. - O a fumar opio... - Bromeé, pero el caso era que estando allí sería libre, eso seguro. - Aunque señor Bey, sigue sin darnos la dirección del señor Holmes. ¿Acaso es que aprovechando la ausencia de este la está usando para otros menesteres? Porque se la hemos pedido varias veces y si se sabe de memoria el local donde todos tenemos claro que nunca ha estado antes y que cree que es donde va Holmes... no entiendo porque no quiere darnos también su dirección.

Miré entonces a la señorita Rosenwood. - Marion, querida, ¿cuán celosa es la mujer del señor Bey?

Me giré hacia el hombre. - Elija... a Bob una noche corriendo y defecando y orinando por su museo o una visita a su esposa. No me resultará muy difícil conseguir su dirección... ya le dije que me iría cuando acabase con mis preguntas, ¿verdad? Pues eso... dese prisa, creo que Bob tiene ganas de ir al baño, pero a mí no me apetece ir esta vez... la dirección de Holmes si es tan amable y entonces sí que me iré. - Los demás se podían marchar ya, pero aquel hombre no podía estar 24 horas metido en aquel local, debía descansar en algún sitio y si aquella dirección que nos había dado Bey no servía, algo sacaríamos de su casa.

- Y recuerde, que si no es la buena, mañana volveremos a verle y quizás Bob haya hecho amigos esta noche en la ciudad. El Cairo es muy grande y está lleno de gente... y de gatos. - Listo para irme al fin, miré a Marion.

- Lo lamento mucho. - Le susurré. A fin de cuentas aquel hombre "era su amigo". - Pero como ve, ni a usted le decía la verdad...

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02/08/2021, 08:35
Terence Bey

Bey negó con la cabeza. No podía creer lo que estaba oyendo, así de sencillo.

-No, no, yo no estoy usando nada. Pero en su casa... tome, tome. Aquí tienen su dirección -le dijo a Harry, cogiendo la tarjeta, volviendo a escribir otra dirección y devolviéndosela -. Pero no lo encontrarán allí. La última vez que envié a un muchacho para devolverle algunas de sus cosas, su vecina nos dijo que hacía días que no aparecía. No, ese hombre solo tiene un lugar en el que vivir y no es su casa.

Aquel hombre era despreciable. Le amenazaba, le insultaba, ponía en duda su buen hacer y sus intenciones, y todos los demás parecían estar de acuerdo con él, incluida Marion. 

Así que indignado, antes de marcharse, se volvió hacia Marion.

-No esperaba esto de ti, Marion, la niña de tu padre. Estaría decepcionado con la clase de gente que has traído a este lugar y como me han tratado. Eres una decepción.

Y con aquella última palabra coleteando en el aire como si fuese un eco infinito, Bey desapareció de la escena, dejando a Marion y a los demás, a solas con dos direcciones a las que ir y dos personas a las que encontrar.