Partida Rol por web

Expedición a la Tierra Hueca

2. EL CAIRO

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21/08/2021, 21:38
DIRECTORA

El jefe cayó al suelo muerto por los impactos de Colton y Astrid, mientras también lo hacía uno de los dos agentes que todavía quedaban en pie.

Desde luego, el resultado era alarmantemente desfavorable para los nazis, que en cuestión de segundos habían perdido toda posibilidad de respuesta, gracias a la aparición de Bob, que había creado una distracción inesperada. 

El agente que quedaba se dio cuenta de que estaba solo, pero en lugar de rendirse o intentar huir, hizo lo que cualquier nazi estúpido haría. 

Elevar su arma y empezar a disparar. Claro que eso sería si los demás se lo permitían.

- Tiradas (2)

Notas de juego

TURNO

Rick 
Sarah
Colton 
Astrid 

Agente 2

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21/08/2021, 21:43
DIRECTORA

Fuiste el último en llegar y estabas exhausto. Correr no era lo tuyo desde hacía mucho tiempo, desde luego.

Harry y Corvin estaban ya allí y te asomaste para ver lo que había dentro. 

El avión estaba al fondo, y cerca de él, varios hombres armados, a quien no reconociste. A unos metros estaban el Teniente y la Mayor y ocultos detrás de sendas cajas, la pelirroja y el capullo de Colton.

Y en mitad de todo había un tío que le sonaba haber visto antes de ese momento, precisamente de pasada, en el local de opio. El hombre estaba en mitad, y se había acercado a la pelirroja para decirle algo, mientras la pelirroja disparaba... y las balas le atravesaban.

La mayor había caído sobre el Teniente y este se había movido, disparando contra uno de los hombres que estaban cerca del avión, al igual que la pelirroja. Eso hizo que el hombre cayese al suelo, junto a otros dos que ya estaban al lado. También Colton consiguió que otro de los hombres cayese, por lo que solo quedaba uno en pie. 

El último de los hombres contra los que disparaban estaba vivo... y a punto de disparar.

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21/08/2021, 21:45
Director

Notas de juego

Orden de iniciativa, aparte de los de dentro:

HARRY
ALEX
GARETH

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21/08/2021, 22:07
Nikolai Vladiminovich

Al escuchar lo que decía Harry cuando se iba, me quedé bastante extrañado. Mi fino oído de lechuza captaba el más mínimo sonido desde aquí hasta la Conchinchina. Estaba rumiando en ello cuando se escuchó un disparo, bastante amortiguado, para seguidamente oírse más disparos. Venían de un hangar, al cual los tres compañeros empezaron a dirigirse. Yo, al escucharlos, salí corriendo al igual que ellos, pero no hacia el hangar, sino para meterme dentro del coche. Allí seguro que estaría más seguro.

Notas de juego

Ya dije que me quedaba en el coche, ¡pero ahora lo recalco! Jajajaja

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22/08/2021, 07:35
Sgto. Harry Blackhorn

Si nos habíamos alejado unos de otros era por algo, ¿no? Yo al menos tenía mi propio motivo y era que no me viesen "hablar solo" de nuevo. Corvin se movió hacia otro lado y Jenkins se quedó sólo. Entonces... ¿por qué les tenía detrás de mi trasero en ese momento? Me iban a joder la idea de entar en sigilo. Uno puede esconderse, tres son multitud.

Aprovechando el lío de los disparos me colé en el hangar, tratando de hacer menos ruído que esas balas y no atraer demasiado la atención de nadie. Me oculté tras unas cajas donde poder ver la situación mejor y sentí como me clavaba algo en el trasero que me hizo gemir de dolor antes de levantarme. Bob seguía allí plantado e idiotizado con la pelirroja. Asomé lo justo la cabeza para gritarle al fantasma.

- ¡Bob! ¡El nazi! ¡Haz algo! - Le exclamé señalándole al tipo armado, seguramente llamando la atención de más de uno al final, justamente lo que no quería, pero Bob debía hacer algo antes de que nos hiriesen a alguno. - ¡Ya ligarás luego! - Y volví a ponerme a cubierto descubriendo que era un pedazo de palé de madera roto lo que me había dañado el culo.

En cuanto a Bob, ya le habían visto todos o casi todos... me compadecí de las mujeres del grupo, lo que iban a tener que aguantar a partir de ahora...

- Tiradas (1)
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22/08/2021, 08:02
Rick "Jester" Heatherly

No sabía los procesos mentales que estarían sucediendo en su cabeza, pero podía imaginarme que no eran buenos por los gestos que adoptaba, con un rostro que parecía quedarse laxo ante la falta de buen ánimo y a continuación, endurecerse con los sentimientos que encontraba, y que sospechaba debían estar relacionados con aquel despreciable “John”, su marido, aunque la palabra no reflejara en absoluto lo que era.

Para aquel… “hombre”, marido significaba poseer, controlar, decidir sobre la existencia de una mujer, esclavizarla a su voluntad, que en realidad era frágil y pobre en espíritu, pero cuya crueldad era capaz de socavar cada atisbo de posible escapada que cruzara por su mente. Sarah era prisionera de una vida indeseable, y cuando a un prisionero se le negaba la posibilidad de libertad, una vez tras otra, acababa convirtiéndose en un espectro de lo que era.

Sarah, me parecía, se encontraba en el límite por segunda vez. La primera, según me había relatado, había sido bajo el yugo de su propio padre y solo porque era joven y aún miraba hacia el futuro, fue capaz de liberarse de él. Pero en aquella ocasión, mucho me temía que la repetición de algo tan duro iba a resultarle pesado como la cadena que había leído ataba a Prometeo a una roca.

La roca en este caso, y no como sinónimo de fortaleza y resistencia, sino de ancla al infierno, era ese John, al cual odiaba con más fuerza a cada minuto que pasaba.

Por ese motivo, además de muchos otros, como que por ejemplo, la quería más que a nada y nadie en todo el mundo, era por lo que siempre la protegería. Ella me lo agradeció, sonrojándose ligeramente de aquella manera que me encantaba, pero no podía hacer otra cosa, puesto que perderla, ahora lo sabía, significaría morir por dentro.

-Y seguiré haciéndolo cuando haga falta, aunque espero que no corramos tanto peligro como para que debamos repetirlo. Tampoco hay que convertir en costumbre eso de estar a punto de morir –bromeé, aligerando un poco el tono, que de repente, quizás por mis propios pensamientos, se había vuelto algo más oscuro.

Pero la oscuridad estaba dentro de ella. Con cada palabra de ánimo mía, venía una de desánimo suya.

-Bueno, eso tampoco es del todo correcto, Sarah. La medicina no es una ciencia exacta. He visto médicos asegurar a alguien que viviría y perder al paciente en cuestión de minutos sin explicación alguna, y casos imposibles que se solucionaron satisfactoriamente gracias a lo que podríamos considerar como un “milagro”. Pero lo más importante es el espíritu, ese que llevas dentro, y que a pesar de que estás cansada, y lo sé, Sarah, sé que lo estás, tiene tanta fuerza que estoy convencido de que conseguirás lo que te propongas. Y si tengo que confiar por los dos, lo haré. Yo seré tu roca el tiempo que necesites.

Ella le daba tanta importancia a lo poco importante que era, que todo le parecía suficiente justificación para perder la esperanza que yo intentaba proporcionarle. Era como llenar con agua una botella llena de agujeros. Pero no eran grandes, sino que había que taparlos de vez en cuando. Sarah quizás no fuese capaz de seguir adelante sola, pero conmigo… estaba convencido de que lo conseguiría.

-Nada de eso importa, Sarah. Me has curado; me has salvado. Has actuado tan profesionalmente como el mejor médico del mundo y más, porque muchos médicos se negarían a actuar como enfermeros por considerarlo indigno de ellos. Y además, te has arriesgado por mí, así que aunque fuese solo por gratitud, que no lo es, que además es porque me importas, no tendrás que hacer nada de todo esto sola… si me dejan, claro. Lo intentaré por todos los medios pero si me envían a otro lugar… me temo que no podré hacer nada. Pero haré todo lo posible por estar contigo… Teniente McDuncan, y si usted lo solicita, a lo mejor también ayuda.

Solo cuando a veces sonreía, en respuesta a algo que le había dicho u otra sonrisa mía, veía que podía tener éxito allí donde ella misma se había dado por vencida.

Cogí su mano en cuanto oí la palabra “defraudarte” y aunque dejé que terminase la frase, la cual no me esperaba, me mantuve casi igual hasta que hubo acabado de decir todo lo que sentía.

-Pues sí, has acertado. Soy maravilloso. Soy guapo, tengo un buen trasero, como has podido comprobar en persona, soy divertido… y además de todo eso, sé ver a las personas, y cuando te digo que no me defraudarás nunca porque da lo mismo las veces que caigas, yo estaré a tu lado para ayudarte a levantarte, es que es verdad. Así que sé buena chica y empieza a creer en mí, si es que no lo haces en ti misma. Y como yo creo en ti… pues entonces, perfecto.

Por desgracia, su abandono no solo se debía a su marido, sino al amor no correspondido. Me dijo que solo se había enamorado una vez y que no era correspondido. Entendía cómo se sentía… porque yo estaba experimentando la misma sensación. Tenía el corazón roto, a pesar de que latía, y la mirada perdida cuando pensaba en ella, y me obligaba a seguir adelante, hablar, ser optimista y comprometerme a estar a su lado, para ella, porque estar juntos era al menos algo que traería cierta paz a mi espíritu. Era mejor eso que no volver a verla jamás.

-Te entiendo, Sarah. Créeme, te entiendo –le dije, sin dar más detalles.

El amor podía vencerlo todo, o eso decían, pero también era capaz, como en mi caso, y seguramente el de Sarah, de corromperlo todo hasta destruir cualquier cosa que antes hubiese sido bella y honesta. Muchos hombres se habían vuelto locos al ver que su amor era recibido con indiferencia e incluso traición. Las prisiones estaban llenas de hombres que habían matado aquello que más querían y que pasarían el resto de sus días lamentándose por ello. Así que era fácil volverse loco al perder el amor que habías encontrado después de tanto tiempo. Pero yo no lo había perdido; en realidad, no lo había tenido nunca. Y por eso me resultó más fácil conformarme con ello, aceptar el destino y entender que mi felicidad, aun no siendo absoluta, podía ser lo suficientemente grande como para permitirme seguir viviendo, basándome en la de Sarah. Ella sería mi roca, y no al revés como le había hecho pensar.

Su marido, en cambio… era otra cosa. No le pedí que me hablara de todo, sino que dejé que soltara aquello que se consideraba capaz en aquellos instantes. Me afectaba como hablaba de él, la manera que tenía de entornar la mirada cuando pronunciaba su nombre, pero me contuve, mientras continuaba cogiendo su mano, demostrándole que estaba ahí, a su lado, compartiendo con ella lo que me permitiera, alimentándome de su confianza para sobrellevar el hecho de que yo la amaba y ella a mí no.

-En ese caso, no te preocupes que jamás tendrás que pensar en perderlo. Estos brazos te aplastarán como un auténtico oso, siempre que lo necesites, y podrás dormir a mi lado sin miedo, Sarah. Te lo prometo.

Al igual que te prometo estar contigo en lo bueno y en lo malo, en la pobreza y en la enfermedad, aunque no haya un anillo que nos una.

La historia de Sarah, no por haber sido contada miles de veces, había perdido un ápice de su horror y fuerza, más aun teniendo en cuenta que no se trataba de una desconocida, sino de alguien a quien amaba.

Comprendía bien que se hubiese acercado a él, y confiado en que el destino le hubiese ofrecido una salida. También sabía que aquellos hombres poseían una personalidad fascinadora, tan seguros de sí mismos y contenidos en los momentos iniciales, que resultaba muy sencillo dejarse arrastrar por su atractivo.

Ella no se había equivocado; era él quien se había aprovechado.

No supe muy bien cómo responder a lo de las lágrimas, pero esbocé al menos una sonrisa y apreté mi mano, que no había soltado la suya en lo que llevábamos de viaje desde que lo habíamos reanudado. No podía tampoco pedirle demasiado, que olvidase y fuese fuerte, cuando era una persona a la que habían vapuleado una y otra vez, física y metafóricamente. Sarah necesitaba tiempo, y también yo, para lograr convencerla de que todo era posible, incluso las cosas buenas.

Mis historias quizás no fuesen tan duras como las suyas, pero evocaban sentimientos y experiencias similares, enfrentamientos entre la violencia que muchos de nosotros llevábamos dentro, y la luz que buscaba un lugar en el que alumbrar. Yo no me consideraba como un ángel, pero tampoco como un demonio. No, ese sería John, sin lugar a dudas. Yo solo era un hombre que no comprendía ciertas cosas, pero que en el fondo sabía que la humanidad no tenía límites a la hora de mostrar crueldad. Contaba también con que hubiera siempre alguien que no temiera enfrentarse a ello, y por eso yo jamás daría un paso atrás en situaciones como aquella.

Y cada vez que ella se inclinaba hacia mí en un abrazo inesperado, o como en aquella ocasión en la que besó mi frente, deslizando sus suaves labios por mi piel y haciéndome temblar de pies a cabeza, comprendía que no me había equivocado y que aquella era una misión para toda la vida, que merecía la pena aceptar, por dura que fuese, por difícil que resultase verla día tras día sin poder abrazarla o besarla, o sin compartir momentos íntimos que harían sentirme vivo como jamás lo había estado.

-Esa es la actitud, Sarah. Claro que quiero estar a tu lado… Capitán. Y a partir de ahora, llámame Teniente, porque sacaré también el ascenso. Iremos juntos hasta el final.

Hasta el fin del mundo, mi vida. Hasta el fin del mundo.

Quizás pudiera parecer contradictorio que dos personas tan enamoradas como estábamos nosotros, desperdiciásemos quince años de nuestra vida sin declararnos lo que sentíamos, pero jamás pensaría que todos esos años fueron un desperdicio. Nos ayudaron a formarnos, a conocernos, a estar completamente seguros el uno del otro, y a aclarar parte de nuestras vidas que nos permitirían seguir adelante juntos, cuando llegase el momento.

No me importó tardar tanto, porque sabía que nos quedaba toda una vida por delante, una vida juntos, y aunque hubiera sido únicamente durante unos minutos nada más, merecía tanto la pena vivirla que no podía mirar atrás y decir que era el momento equivocado. Yo nunca miraba atrás.

El coche se movía como si fuese un trampolín, pero allí tumbado, en su regazo, era fácil dejarse llevar por la calma que necesitaba para descansar. Cerré los ojos porque ella insistió, dado que no me apetecía dejar de mirarla, pero me hacía falta, la verdad. El efecto de los calmantes y el cansancio me demostraban que aún no estaba recuperado completamente. Ella se permitió una pequeña broma y yo le sonreí de nuevo.

-Sarah, puedes ponerte donde quieras y abrazarme todo el tiempo, pero me temo que en este caso, el Mayor tenía que haber encargado un vehículo más grande –le dije -. Pero apúntalo en tu libreta. Pon algo así como… “Rick me debe una noche abrazados”. Ya sabes que yo siempre pago mis deudas.

Volví a guiñarle el ojo y entonces, me quedé dormido casi al instante.

Mi mente voló en ese momento y volví a imaginarnos juntos, yaciendo en la cama, rodando por ella y sonriendo sin parar, besándonos de tal manera que podía sentir sus labios sobre los míos y el calor de su cuerpo como si hubiese una hoguera a mi lado, en una noche de invierno. No sé como me deshice de aquella imagen, pues podía acabar siendo más de lo que podía soportar, pero sí que retuve una parte de aquel sueño que siempre utilizaría en mis momentos más bajos. Aquel rostro, con la sonrisa más hermosa que había visto nunca, mirándome solo a mí, como si yo fuese especial y único. Ella era la única mujer que me hacía sentir como si yo fuese el único hombre del mundo.

Notas de juego

Flashback

Lugar: Rusia

Año: 1922

Escena atemporal

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22/08/2021, 08:11
Rick "Jester" Heatherly

Sarah me había cubierto de nuevo, algo de lo cual tendría que hablar muy seriamente con ella. Estaba desarmada y me había empujado para quitarme de en medio, poniéndose ella misma en peligro. No quería ni pensar en la posibilidad de perderla por algo así.

Pero no disponíamos de tiempo. En mitad de aquel tiroteo, en el cual solo quedaba uno, al menos que supiéramos, lo importante era acabar con él y no tener más bajas, así que en cuanto Sarah se movió para colocarse a mi espalda, miré al malnacido que todavía estaba en pie, entrecerré los ojos y disparé.

Pero estaba en una mala postura y me pareció que mi disparo erraba, aunque fuese por poco. Quizás eran las palabras de Sarah, que me habían hecho darme recordad que mi amigo estaría seguramente muerto, junto a aquel asqueroso nazi, sin que yo pudiera hacer nada. No podía evitar tener sentimientos y también no ser más rápido de lo que había sido, aunque debido a ello, había cometido un error que podía ser fatal para alguno de nosotros.

Mientras me maldecía por fallar, los tiros se sucedían y rezaba porque alguno de ellos tumbase al cabrón que aún vivía.

- Tiradas (1)
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22/08/2021, 08:17
DIRECTORA

Notas de juego

TURNO

Rick - Dispara y falla.
Sarah
Colton 
Astrid 

Agente 2

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22/08/2021, 08:35
Mayor McDuncan

Iba a levantarme y correr hacia el teniente, segura de que Rick le daría de lleno, sin pensar en los disparos de los demás, cuando vi que falló. Quizás la nueva situación, ser él el protegido y no yo y que mencionase a Tom le pasaron factura. No lo sabía con certeza, pero me sentí culpable. Mi cuerpo volvió a ejercer presión sobre el suyo.

- Tranquilo, todo irá bien... - Le susurré asustada. Rick casi nunca fallaba y esta vez la situación era muy comprometida. Tanto que podíamos morir uno de los dos. - ¿Sabes de lo único que me arrepiento en todo este tiempo? De no conseguir esos dichosos anillos. - Y no me vió, pero le sonreí y me abracé a él con fuerza.

No podía hacer nada más que plantearme rezar a un Dios que jamás me había escuchado o confiar en que el nazi caería antes de darnos. Pegué mi cabeza a la de Rick y le besé en la mejilla. Y si giraba la cabeza, besaría sus labios, como posible despedida mientras sentía que mi pecho latía con la fuerza de diez corazones.

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22/08/2021, 10:05
DIRECTORA

Notas de juego

TURNO

Rick - Dispara y falla.
Sarah - Se abraza a Rick
Colton 
Astrid 

Agente 2

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22/08/2021, 10:21
Bob

Harry se coló en el hangar sin que nadie reparase en él, aunque cuando llegó y se colocó detrás de las cajas, desde donde podía ver a todos los demás, el resto se percató de su presencia, sobre todo después quejarse tras haberse sentado en una madera rota.

Por supuesto Bob se fijó también en él, antes incluso de que le pidiese que actuara.

Bob lo único que hizo fue encogerse de hombros, como si aquello no fuese con él, pero al insistir, relajó el cuerpo como si se resignara, moviendo la cabeza a un lado y a otro, de manera cansina.

Se dio la vuelta y se dirigió hacia el agente, agitando los brazos y lanzando un "buuuuuuu" fantasmal que sonaba tan falso como los galones de Colton.

-¡Buuuuuuuuuuuu! ¡Soy el fantaaasma de las navidades pasadas! ¡Buuuuuuuuuuuu!

Eso hizo que el agente abriese mucho los ojos, lanzase un grito terrible y apuntase a Bob para dispararle.

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22/08/2021, 10:27
Jack Colton

Aquello parecía una de esas tragedias griegas que se habían empeñado en leerme cuando aun estaba en el colegio, y en las cuales todo el mundo moría. Al menos, en aquella, solo lo hacían los nazis, pero no sería por falta de ocasiones. Después de ver caer a casi todo el mundo, el agente que quedaba se aprestó a disparar y el Teniente erró el tiro.

Me parecía que era porque en aquellos momentos, estaba demasiado distraído con lo que tenía encima, pero no iba a entrar en aquello en ese momento. Estaba al descubierto, disparando, e iba a seguir haciéndolo mientras pudiera, así que después de acabar con el otro alemán, me moví para dispararle al que quedaba.

Claro que esta vez, no iba a tener suerte. Ni siquiera me acerqué un poquito.

-¡Mierda! -exclamé, pensando que ahora, podíamos caer cualquiera.

Entonces vi como esa aparición o lo que fuera, avanzaba hacia el alemán, como si intentara asustarle. No podía quitarle la vista de encima, porque fuera lo que fuese... además de resultar esperpéntico, ¡estaba de nuestro lado!

¿De dónde habría salido?

- Tiradas (1)
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22/08/2021, 11:15
Astrid Strindberg

El último nazi parecía tener una flor en el culo. Las balas silbaban a su alrededor sin tocarle. Entonces la aparición se volvió hacia él, haciendo la peor imitación de un fantasma que había visto en mi vida.

Pero una distracción era una distracción, por rara e inesperada que fuera, así que apunté de nuevo y disparé. 

- Tiradas (2)
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22/08/2021, 11:40
Alex Corvin

Le paso el arma a Jenkins, me froto los ojos por lo que creo que acabo de ver. Luego le pediré al médico del grupo que me dé algo por si sigo colocado con el opio, pero ahora toca disparar y acabar con alguno de los nazis que están atacando al grupo. Espero que no me afecté lo del fumadero en mi puntería. Ahora es el momento de demostrar porqué alguien como yo está en un grupo como este.

Entro apuntando con el revólver al primer nazi que vea cerca y disparo sin ningún miramiento. Ellos no han preguntado y yo tampoco lo haré. 

- Malditos boches... - comento mientras disparo y avanzo hacia el grupo sin hacerle caso a lo que decía ser el fantasma de las navidades pasadas, para mí era una alucinación compartida con Jenkins hace un rato. Pero ahora no me importaba, esa alucinación no nos había hecho nada la vez anterior y ahora parece que tampoco lo estaba haciendo en esta. - Póngase a cubierto... - ordeno

Reviso si existe algún alemán más en la sala para dispararle y acabar con su vida. Ahora la misión estaba en el terreno pantanoso en el que solía moverme, disparar y luego deshacerse de los cadáveres. Bueno, sobre estas dos cosas era un experto al menos. Era mi pequeña aportación al grupo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Disparo al nazi que veo: 5 éxitos

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22/08/2021, 12:33
Director

Notas de juego

Pues lanza el daño, ya que estás.

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22/08/2021, 12:34
DIRECTORA

Notas de juego

TURNO

Rick - Dispara y falla.
Sarah - Se abraza a Rick
Colton  - Falla el tiro
Astrid - Falla el tiro

Harry - Entra, se esconde y habla con Bob
Bob - Asusta al alemán
Corvin - Dispara (y presumiblemente mata al alemán, pero vamos a esperar el daño)

Agente 2

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22/08/2021, 12:59
Alex Corvin
- Tiradas (1)

Notas de juego

3L de daño y 14 en total. Además debería tirar los éxitos de sobra de la tirada del disparo. Que presumiblemente serían 4 dados más. Si quieres los tiro. Aunque no creo que sea necesario.

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22/08/2021, 13:06
Director

Notas de juego

Ya, si lo daba por hecho con 3D de daño letal, así que con eso basta ;)

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22/08/2021, 13:06
DIRECTORA

El movimiento de Bob fue lo último que necesitó aquel pobre diablo para que no tuviese tiempo de hacer nada más que morirse, gracias a los disparos efectivos de Corvin, que le acribilló de tal forma que ni tan siquiera llegó entender lo que le sucedía. Su cuerpo cayó hacia atrás y antes de que tocase el suelo, ya estaba muerto.

Quizás Corvin no había tenido hasta ese momento la oportunidad de actuar pero cuando tuvo que hacerlo, dejó claro que lo suyo eran las armas y que por donde pasaba, podía ir dejando cadáveres detrás de él.

Tras la caída del último de los alemanes, pudisteis respirar tranquilos. Estabais a salvo y el avión era vuestro, aunque el pobre de Tom estaba ya muerto cuando os acercasteis a mirar qué había sido de él.

Seguramente el copiloto habría corrido una suerte similar.

Notas de juego

Alex ha tirado el daño y lo fulmina.

Fin del combate XD

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22/08/2021, 13:16
Mayor McDuncan

Oí a Harry gritar. - ¿Bob? - Y miré hacia el lugar del grito y luego hacia lo que seguía siendo una especie de fantasma o broma pesada, que hizo caso a Harry y se fue hacia el nazi. Este le miró aterrado y le apuntó con su arma, mientras yo no daba crédito a lo que veía. Ya no solo eso, sino a que los demás disparos fallasen. ¿Acaso aquel ente desviaba las balas?

Pero entonces llegó Corvin y demostró que no era así, cosiendo a balazos al nazi.

En ese momento, sin pensar si estaban todos muertos realmente o no, me levanté y corrí hacia Tom. Estaba muerto. Por el lugar de la herida, seguramente murió segundos después del disparo. No habría podido hacer nada por él y eso me dolió, pero peor iba a ser decírselo a Rick.

Me levanté despacio, abatida y me di la vuelta y le busqué con la mirada. No necesitó más para saber lo que había sido de su amigo. Bajé corriendo a su lado y le abracé. - Lo siento, Rick, no hubiese podido hacer nada por él. - Le susurré mientras le abrazaba con fuerza.

Rompí a llorar, más que por el piloto, por el teniente y lo que había pasado. - Le llevaremos a casa. - Aunque claro, ahora teníamos el problema de que no teníamos piloto y sí un puñado de nazis muertos y alguno más detrás nuestra. Y sin soltar a Rick, me puse a dar órdenes. Me daba igual quien las cumpliese, si solo era Colton o si los civiles arrimaban el hombro, pero había que preparar todo para largarnos de allí y si teníamos que quedarnos... era mejor estar preparados.

 - Coged todas las armas y registrad sus cuerpos, coged todo lo que sea de utilidad. Ellos tendrán nuestras armas y munición en algún sitio, necesitamos las suyas. En el avión tiene que haber mantas, que alguien encuentre alguna y meted al piloto dentro. - No quería ni decir su nombre por Rick. - Yo me encargaré luego de cubrirle bien y sujetarle.

En mi mente el viaje de vuelta era similar al de ida, con Rick sentado junto a los pilotos, hablando y divirtiéndose y ahora... todo aquello había quedado truncado. - Y si alguno sabe pilotar, que lo diga ahora...