Partida Rol por web

Expedición a la Tierra Hueca

3. LA AURORA

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23/08/2021, 10:12
DIRECTORA

Poco a poco los que no estabais sujetos, fuisteis volviendo a vuestros asientos. El avión ya se encontraba estable y era ya cuestión de esperar a llegar a Malta, el destino que habíais escogido finalmente para aterrizar. Mientras tanto, hasta vuestra llegada, aún había cosas que hablar y quizás concretar.

Una vez llegaseis, quizás fuese conveniente también ponerse en contacto con Nueva York para transmitir la información y recibir instrucciones.

Una nueva etapa se abría para vosotros.

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26/08/2021, 12:20
Mayor McDuncan

Con el avión ya estabilizado y algunos volviendo a sus asientos, aparentemente bien, dejé el uniforme a un lado, me solté el cinturón y cogí mi maletín. - Teniente, ayúdeme. - La calma parecía haberme devuelto mi rango o quizás como se desarrolló todo. Harry estaba tendido en el suelo aún cuando llegué a su lado.

- ¿Señor Blackhorn, se encuentra bien? ¿Dónde le duele? - Le pregunté levantádole la cabeza con la mano para ver si estaba consciente o no. Bajo su cuerpo estaba el del copiloto. Harry estaba KO después del golpe, porque lo siguiente que miré fue su pulso y ahí estaba, vivo pero inconsciente.

- A parte de su trasero, veo que tendré que limpiarle un poco la cara. - Habló mi lado de enfermera en aquel momento. Uno al que jamás renuncié, ni al doctorarme en medicina ni al ascender a mayor. No porque fue el principio de todo y lo que me hizo conocer a Rick.

Además, la humildad y la honradez la llevaba dentro, aunque tapada y oculta bajo lo que ser mayor implicaba, no me dejaban desapegarme de ella tampoco.

- Rick, vamos a tener que ponerle tumbado en el suelo, sobre su lado... - Le miré el trasero. - Derecho. Pero antes tengo que saber si tiene algo roto... Si le movemos y tiene una vértebra dañanada... no andará más en la vida y no tengo nada con que hacerle una radiografía. Pero antes, a ver si puedo despertarle.

Y saqué del maletín el bote con sales, que apestaban a amoniaco. Si con eso no despertaba, mal iba la cosa. Lo abrí y se lo puse debajo de la nariz. - Vamos Harry... - Le susurré, debía despertar o ya nos iríamos a un problema en su cabeza de difícil solución en un avión y lejos de un hospital.

 

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26/08/2021, 13:16
DIRECTORA

Notas de juego

Harry Aturdido (que no inconsciente, solo más tonto de lo normal)
Marion con una herida, nada grave, solo golpeada.
Astrid y Jenkins bien.

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26/08/2021, 19:03
Rick "Jester" Heatherly

No sabía si era culpa de Colton o simplemente que todos los despegues eran siempre así, aunque cuando salimos de Nueva York no noté nada, la verdad. El caso fue que en cuanto el aparato se levantó, todos tuvimos que agarrarnos para evitar ser arrastrados hacia el culo del avión y que por fortuna, unos cuantos de nosotros nos habíamos puestos los cinturones.

Vi como Astrid, Gareth, Jenkins y Marion, caían sin remedio hacia el final del aparato, junto al cuerpo del pobre copiloto, que nos habíamos olvidado de sujetar.

-¡Maldita sea! -exclamé, sin dejar de sostenerme, junto a Sarah.

Cuando por fin el avión volvió a la posición horizontal, me solté el cinturón y me apresuré a echar una mano.

-Voy enseguida -le dije a Sarah, acercándome a Harry, que parecía estar, si no inconsciente, si al menos bastante golpeado. Los demás se movían, evidentemente doloridos, pero conscientes -. ¿Ustedes están bien?

Sarah levantó la cabeza de Harry, que parecía estar fuera de combate.

-¿Cómo se encuentra? -le pregunté. Vi como le tomaba el pulso y con un simple gesto suyo entendí que al menos no se había roto el cuello. Suspiré, aliviado -. Ese Colton pilota como hace todo lo demás, con el culo.

Sarah sugirió que lo colocásemos de lado, sobre todo para poder palparle y ver si tenía alguna clase de daño interno. Aunque allí no podíamos hacer mucho, lo que fuera sería mejor que nada.

-Está bien. Tumbémoslo. Intenta despertarle -le dije, ayudándole a colocarlo en el suelo.

Lo último que me esperaba era perder a un miembro del equipo gracias a uno de los nuestros, o a su estupidez, porque tenía que haberse puesto el condenado cinturón.

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26/08/2021, 19:27
Rick "Jester" Heatherly

Ser oficial implicaba muchas cosas, la mayoría de ellas desagradables, pero también algunas que te podían hacer sentir orgulloso. No era lo mismo tomar decisiones que hacer sugerencias, y cuando de ellas derivaban implicaciones como la vida o la muerte de soldados, aparecía el verdadero problema.

Pero eso únicamente en tiempos de guerra.

Durante las épocas de paz, había otra serie de responsabilidades que provocaban que un oficial soliese estar solo y aislado. Yo siempre me había sentido un soldado más, ya fuese cabo o sargento, "cabalgando" siempre junto a los míos, peleando codo con codo y emborrachándonos en los mismos bares, y cuando aparecía una pelea, yo era el primero en en meterme en ella.

Como oficial, todo aquello se acabaría para mí.

Sin embargo, estaba dispuesto a hacerlo, porque en aquellos momentos me encontraba en un momento de mi vida en el cual necesitaba estar junto a Sarah, y si eso implicaba evolucionar... tendría que hacerlo. Por mucho que me dijese que estaría a su lado siempre que me necesitase, no esperaba que fuese a aguantarme siempre y por supuesto, que aquello acabase como ambos, secretamente, deseábamos.

Para Sarah, sin embargo, ser oficial implicaba ganarse de inmediato un respeto que como mujer, le estaba siendo sistemáticamente negado, además de premiar su enorme capacidad de liderazgo, algo que yo veía en ella como si fuese transparente, aun cuando por sí misma no fuese capaz.

Afortunadamente, había confianza entre nosotros para que ella pudiese sincerarse en cuanto a sus dudas, y además reírnos un poco por el camino.

-Y seguirás haciéndolo, Sarah. Seguirás pudiendo curar a la gente, solo que ahora, en lugar de limitarte a limpiar y hacer pequeños arreglos, podrás aconsejar a otros, ayudar a quienes sepan menos y en definitiva, salvar a muchos más, gracias a tus habilidades y conocimientos.

Había algo extraño en ella, que como un idiota no fui capaz de ver en su momento.

Aquellos ojos llorosos, cuando hablamos de la maldita enfermera, que para mí hacían referencia a una especie de complejo de "patito feo" que tenía, y que era, por supuesto, completamente infundado. Quizás también me necesitara para encontrar la seguridad en sí misma que le permitiese unirse a un hombre y ser feliz a su lado, y a pesar del dolor que me provocaba pensar en esa posibilidad, mi honor, y mi amistad, me obligaban a hacer lo que pudiera, en aquel y en cualquier otro aspecto de su vida.

Ella, eso sí, no dejaba de repetir que era fantástico, aunque yo no me consideraba como tal. Bromeaba, me mostraba seguro y a todas luces de hacer lo que fuese necesario, pero ni mucho menos era el hombre que aparentaba. Demasiado serio, demasiado calvo, demasiado... bueno, yo. Eso no era atractivo para una mujer, como lo demostraba el hecho de que a pesar de su incomprensión, aún estuviese solo.

-Sí, soy un auténtico ligón, desde luego. Allí donde voy, dejo las mujeres derretidas y arrodilladas a mis pies -le dije, levantando ambas cejas -. Lo que esa mujer haga me da lo mismo porque yo no quiero que me cuide. Llámame caradura si quieres, pero no te cambiaría por ninguna mujer del mundo. Por ti hasta sería capaz de comerme una lata de raciones K. ¡Y mira que eso son palabras mayores para un soldado!

Pude arreglar al final lo que en un principio me estaba sonando como lo más cercano a una declaración de amor. Estuve a punto de decirle que me gustaría que me cuidase siempre, no solo aquí, sino en nuestra casa, y hacer lo mismo con ella, como marido. Me contuve... a duras penas.

Ella parecía insistir en algo parecido, y me acabó diciendo que haría cualquier cosa por mí. Yo agarré sus manos y le dije lo mismo, pues era lo que sentía.

-Yo también haría cualquier cosa por ti...

...mi vida, mi corazón, mi amada...

Los dos nos quedamos dudando unos momentos, en ese momento sin entender por qué, pero tras estar juntos y declararnos lo que sentíamos el uno por el otro, quedaba claro que era porque estábamos conteniendo nuestros sentimientos y esperando que el otro dijese algo.

Después de aquello, empezó a arreglarme como si nada hubiese cambiado entre nosotros. 

Que te quite la ropa la mujer que amas y deseas no es algo sin importancia; transmite tantas emociones a la vez, que resulta difícil concentrarse en una de ellas. En aquel instante, sentir su piel acariciando, aunque fuera por casualidad, la mí, me hacía temblar y claramente ponerme nervioso. La dejaba hacer, pero al mismo tiempo que disfrutaba, sufría.

Cuando me hubo quitado todo menos la ropa interior, la miré de manera traviesa, con un deseo interno que procuré controlar.

-Cuidado, enfermera, vaya a ser que lo que vea le ponga demasiado nerviosa -le dije, guiñándole un ojo. Contuve la respiración y levanté el trasero para que me retirara la ropa -. Haz lo que debas, Sarah. No te preocupes por mí.

Por supuesto, saber que su mano estaba tan cerca de mí y sentir, aunque fuese por un instante, su calidez, fue más que suficiente para que mi hermanita pequeña despertase de su letargo, no mucho, pero sí lo justo como para hacerse evidente bajo las sábanas.

No dije nada, a pesar de que sabía que ella debía haberse dado cuenta. 

Por mucho que se tratase de una función normal, no era tan normal para mí, puesto que era ella, Sarah, la que me excitaba. Había comprobado que a veces solo con mirarla, sentía ganas de yacer con ella, así que no tenía que extrañarme aquella reacción.

Estaba seguro que ya podría ella sola, pero también de que dentro de poco, tendría que volver a aliviarme por mí cuenta. No era una máquina, sino un hombre, y ella sacaba el deseo que había en mí, sobre todo porque la quería con locura.

-Claro que puedes sola, y para empezar, porque confío en ti. La enfermera de la cara agria no podría hacerme algo así en la vida, ni tampoco yo reaccionaría igual con ella -le dije, sin darme cuenta que quizás ella se diese cuenta de que también me refería a mi pequeño despertar.

Para mí, ya entonces, Sarah era la única.

Notas de juego

Flashback

Lugar: Rusia

Año: 1922

Escena atemporal

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26/08/2021, 20:13
Sgto. Harry Blackhorn

Tras el segundo golpe, lo vi todo negro. Literalmente. Había perdido el conocimiento. Y de golpe aquel apestoso olor a amoniaco me hizo despertar. - ¿Eh? ¿Qué? - Pregunté desorientado. - ¿Qué ha pasado? ¿Por qué me duele todo como si hubiese pasado una manada de elefantes sobre mí?

Las voces de mi alrededor se aclaraban al igual que los rostos. Vi a la doctora a mi lado y junto a ella a Jester, hablaban de mover a alguien, aunque la verdad era que yo esperaba despertar con otra persona junto a mí.

Y sentí como tiraban de mí y me arrastraban por el suelo, sin poder hacer mucho más con mi cuerpo aún. - Me duele todo, sobre todo el culo. - Confesé sin tapujos. - Veo borroso y me siento... atontando. Es como si todo me llegase más lento a la cabeza. - Expliqué a quienes estaban a mi lado.

Pero que yo viese solamente a Mac y a Jester, no quería decir que no hubiese más gente conmigo. ¿Verdad?

Sentí como me colocaban en el suelo de lado y como unas manos me soltaban el cinturón del pantalón. Por que... ¿era eso lo que me estaban haciendo? - Vale, vale... no estoy para eso ahora... - Dije tratando torpemente de evitar que aquello ocurriese. Pero simplemente no pude. - Quizás cuando me encuentre mejor... - Y miré quien era. - ¿doctora? - Y para cuando me di cuenta, el pantalón estaba suelto.

Oía a la doctora hablar y Jester estaba a mi lado. Era él quien sostenía mis manos. Pero, ¿qué me iban a hacer esos dos?

- ¿Bob? ¡Bob! ¡Necesito tu ayuda! ¡No se que van a hacerme! ¡Un experimento militar sin duda alguna! ¡Haz algo!- Exclamé asustado por todo aquello y es que no era para menos. Mientras mi cabeza seguía sin marchar como debía y notaba un ruido raro de fondo... como si estuviese en un avión y ese olor, que no era al de amoniaco, tan desagradable y cercano a mí...

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26/08/2021, 20:29
Bob

Bob se acercó tranquilamente al final del avión, paseando como si estuviese por la quinta avenida, y faltándole únicamente ir cantando "On the Street Where you live". Estaba claro que no le preocupaba Harry o que lo que tuviera, aún no era suficiente como para alarmarse.

Cuando llegó y vio el comportamiento de Harry al despertar, se echó a reír.

-Eso es, Harry. Van a experimentar contigo. Comprobarán si tienes cerebro y las damas podrán ver lo que se pierden por no estar contigo.

Entonces se adelantó y se colocó delante de Astrid y Marion, que aún estaban recuperándose del golpe.

-Todo va bien, no se preocupen. Aquí la verdad es que no hay mucho que ver. Se lo garantizo. Pero siempre es divertido ver como un niño descubre lo que tiene por primera vez.

Sin dejar de reírse, se volvió para ver el espectáculo.

-Eh, Colton. Si tiene tiempo quizás debería venir aquí. No aprenderá nada pero a partir de ahora podrá reírse cada vez que le mire.

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26/08/2021, 21:09
Mayor McDuncan

Me sentía completamente perdida y el único ancla que tenía era el hombre que en ese momento estaba postrado en una cama, herido, por el cual mi corazón sufría o se desbordaba de alegría. Yo no era más que una montaña rusa de emociones. Entre lo que sentía por Rick, mi pasado, el presente, el futuro, mi nuevo y desconocido rango, aquel lugar que me era ajeno y donde ya tenía una enemiga... Quería reír y llorar a la vez.

Quizás simplemente fuese eso, que me estaba volviendo loca.

Y no me refería loca por Rick, porque eso ya era una realidad, sino a loca de verdad, de esas personas que acaban encerradas para siempre y donde jamás se volvía a saber de ellas. Pensar en eso me hizo temblar. No quería acabar así, pero si seguía con aquel oleaje de emociones, subiendo y bajando con tanta fuerza... no duraría mentalmente sana mucho tiempo.

Y entonces era cuando Rick hablaba y me centraba, porque él era capaz de ver lo que yo no veía y respondí a sus palabras con una sonrisa sincera y me centré en su rostro, en sus facciones. - Que perdida estaría ahora mismo sin ti. - Le dije sin borrar la sonrisa de mi rostro, antes de que las lágrimas por aquella mujer cambiasen mi rostro más adelante por completo.

A pesar de su comentario de que era un ligón sonase a broma, me dolió. - Aquí tienes a una que se derrite por ti, está a tus pies y no eres capaz de verlo... - ¿Sólo una lata? ¡Eso no tiene mérito! - Preferí en ese momento aferrarme a la broma que me gastaba y volver a reír a sentirme mal de nuevo por su amor. - ¡Una ración entera! ¡Con eso si me demostrarías algo! Una lata hasta me la como yo... pero el contenido... no la lata. Si hablamos de la lata en sí, es cierto que tiene su mérito. - El esfuerzo fue grande al principio, pero con Rick todo se volvía fácil, porque me transmitía esa confianza y calma que necesitaba a pesar de tener los nervios disparados por lo que sentía por él.

Aquellas raciones de comida para la guerra, usadas sobre todo cuando viajaban a pie, eran una verdadera asquerosidad a pesar de que trataban de que no fuese así, ni los perros las querían.

Y cuando ambos nos confesamos que haríamos cualquier cosa el uno por el otro, el silencio apareció, como si alguno esperase a dar un paso más o ver si el otro lo daba. Pero yo no podía hacerlo, no cuando sabía que a pesar de que él no me mentiría con eso, no sentía lo mismo que yo por él. Así que lo mejor que pude hacer fue seguir con mi trabajo y se acabaría el llanto durante un rato.

A pesar de que no vería nada al retirarle la ropa interior, puesto que estaba bien tapado con las sábanas, Rick no pudo evitar bromear sobre aquello y sacarme los colores de nuevo. - Ojalá pudiese verlo en todo su explendor y guardarlo en mi cabeza para siempre. - Y sentí como me ruborizaba con más intensidad con aquel pensamiento y retiré la parte más complicada por así decirlo. Me faltaba bajarlo por delante y luego evitar la herida de la pierna y al mirar vi aquella leve erección y me arrepentí de no haber dejado la ropa de cama más alta, porque quizás esa fuese mi última oportunidad de verle así.

Con cuidado, le bajé la ropa interior, por si su gran amigo terminaba de despertar, no hacerle daño. Que inocente era con aquellas cosas y cuantos años más me duraron... pero en aquel momento tenía aquella parte de la anatomía del hombre como una zona muy sensible y que conque le presionase más de la cuenta, creía que le haría daño.

Salvada esa parte y con sus palabras de fondo, seguí bajando su ropa interior con cuidado, pues la herida del muslo estaba cerca. Inicialmente no fue de manera voluntaria, pero al ir bajándole aquella prenda, sentí como las yemas de mis dedos acariciaban con suavidad su piel y al no quejarse, seguí con ello de manera voluntaria esta vez, sintiendo la piel de sus piernas y cada uno de los pelos que había en ellas, en los dedos de mis manos.

- Vale Rick. - Dije al fin después de tragar saliva para poder hablar. - Necesito que dobles un poco las rodillas, para salvar la herida del muslo. - Y cuando lo hizo, me dediqué con cuidado a ese lado solamente, tirando de la goma para que no le rozase nada. A la altura de la rodilla paré e igualé con suavidad la prenda. - Ya puedes estirar las piernas. - Le dije y a partir de ahí, opté por retirarle la prenda de manera más natural, aunque no pude evitar acariciar con dismulo uno de sus marcados muslos.

- Bueno, me queda hacerte la cura. - Le dije cubriéndole la pierna sana. - Después del viaje y de lo que hicieron esta tarde, quiero ver como estás. Te pondré la medicación después y a ver que hay de cena. Y te aseguro que como me entere que tienen raciones K, te traeré una. - Bromeé tratanado de no mirar la sábana y su miembro algo más crecido.

¿Lo había causado yo?

Nuevamente ruborizada, me di la vuelta y acerqué el carro con todo lo necesario para las curas. Corté el vendaje con cuidado y vi que el sangrado se mantenía, pero después del viaje era normal. Retiré las gasas. De no haber sido reutilizadas hubiese podido comprobar algo más de como estaba la herida, pero al tener ya sangre y porquería reseca no iba a sacar nada de ahí. Le limpié la zona y miré la herida. - Bueno, parece que está bien du... - Mi mente me traicionó y mi boca pareció unirse a ella, debía buscar algo que salvase la frase y mis palabras, para que no se diese cuenta a que me refería. - ... dura y seca... la parte externa y superior del corte... los puntos están todos y el drenaje aún está mojado. Eso es que aún sueltas porquería. Hoy te quitaré eso del brazo. Teniendo aquí medicación en comprimidos y viendo que estás fuera de peligro no te hará falta más... así que en cuanto te inyecte lo que queda... te lo retiraré. - Le dije con una sonrisa antes de girarme para coger el yodo y demás y empezar la cura.

En unos minutos, su pierna estaba lista.

- Ponte de lado, déjame ver ese medio trasero. - Le sonreí. - Quizás algún día me atreva a pedirte que me lo dejes ver entero. Ya solo por saber si eso que dices de que es tan perfecto es real. - Le dije ruborizándome al instante pero él ya estaba de espaldas. Nuevamente la porquería de la gasa no me decía gran cosa. Los puntos estaban en su sitio. - Esta está mucho mejor. Más seca y mejor curada que la otra. Te dará menos guerra.

Y es que después del castigo al que le sometió el cabrón de Smith, estaba segura de que ese muslo tardaría un poco más en sanar. A penas tardé nada en curarle aquella herida, le ayudé a tumbarse y me aseguré de que estuviese cómodo y bien tapado para comenzar a recoger todo. Primero el carrito de curas, dejando los desechos en su cubo. Luego comencé a doblar su ropa y separé la manta, los calcetines y la ropa interior para poderla lavar al día siguiente. Y cuando estaba terminando de dejar la ropa para lavar doblada, apareció el mayor con un soldado, que traía el petate con nuestras cosas.

Con tanta emoción y nervios, lo había olvidado en el jeep.

- ¿Como van? - Preguntó el mayor a los dos mientras que el soldado dejaba el petate a nuestro lado y tras un saludo, se marchaba. Parecía que tenía las órdenes claras. - ¿Han conocido ya a la enfermera jefe? Nunca recuerdo su nombre... Y tampoco es que me importe demasiado...- Dijo restándole importancia a aquella mujer. - Creo que no la dije nada sobre su rango, teniente... solo que venían un herido y una enfermera de otro campamento. Espero que esté cómodo, sargento y que no le importe que le robe a la teniente unos minutos.

» No se preocupe, iré a enseñarle donde está el comedor, supongo que tendrán hambre. Aunque me temo que aquí no se cocina tan bien como esa comida rusa del viaje. - Dijo con una sonrisa a ambos. - ¡Ah! Mañana vendrá el coronel a verles, a ambos. Después del desayuno. No ha concretado hora, pero siguiendo su rutina diaria... estará aquí a las nueve cero cero zulu. - Y entonces me miró. - Teniente, si quiere acompañarme.

Y con el brazo hizo un claro gesto para que me agarrase a él. - Espero que no le importe sargento. Uno no puede presumir de esta compañía siempre y aún no lleva los galones puestos. A partir de mañana, esto estará prohibido para nosotros dos. - Y me miró y me sonrió. Yo miré a Rick, era a su brazo al que quería agarrarme, no al del mayor, pero tampoco iba a hacerle el feo. Así que me aferré a él.

- No lo olvides, Rick, como encuentre esa comida... será tu cena. - Le amenacé en tono de broma y mi mirada decía que no quería irme. Pero debía aprender donde estaba cada cosa y el comedor era esencial. A fin de cuentas, todo iba a seguir igual y los dos comeríamos lo mismo.

- ¿De qué comida habla, teniente McDuncan? - Preguntó el mayor mientras ambos se alejaban y viste como Sarah se volvió a mirarte un par de veces antes de salir de allí.

Notas de juego

Flashback

Lugar: Rusia

Año: 1922

Escena atemporal

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27/08/2021, 09:03
Astrid Strindberg

Después del accidentado despegue, y con el avión ya  rumbo a Malta, ocupé mi asiento junto a Marion, me abroché el cinturón y esperé a que terminaran de ocuparse del desafortunado Harry.

En cuanto todo el mundo estuvo en su sitio, me aclaré la garganta.

-Con algunos de ustedes he tenido la ocasión de presentarme. Para los demás, soy Astrid Strindberg y soy reportera. Sé que muchos de ustedes se estarán preguntando qué diablos hago a bordo de este avión.

Eché mano a mi bolso y saqué un librito de tapas grises, cerrado con una goma elástica negra sujeta a sus tapas. 

-Yo también ignoro los detalles concretos de su misión, pero ha sido la necesidad mutua lo que me ha llevado hasta aquí. No sé que les habrá contado Holmes, en paz descanse, si han podido hablar con él. Ustedes vinieron a El Cairo en busca de un libro que él estaba restaurando, un diario. Yo trabajé con él en su restauración y traducción. Y no solo eso: hice mi propia copia.

Les mostré el librito gris. 

-Ustedes necesitaban esta copia. Yo necesitaba sobrevivir a los nazis que me perseguían para eliminarme y que lo que sé muriera conmigo. Así no tendrían rivales en su intento por usar el diario que robaron del museo. Serían los únicos en conocer el modo de llegar a la Tierra Hueca.

No sé qué saben exactamente del diario. Perteneció a Knut Fraenkel, un explorador sueco. Fue hallado en White Island, Nueva Zelanda, junto a su cuerpo, hace seis años. 

Fraenkel formaba parte de una expedición que partió de Suecia en globo aerostático en 1896. Nunca regresaron. Llevo años investigando el caso, por motivos personales; al parecer querían encontrar algo, un lugar, en el que nadie creía. Querían encontrar un pasaje a la Tierra Hueca. 

Y el diario de Fraenkel nos dice que lo consiguieron. 

En cuanto a mis motivos personales para investigar la expedición, asunto que les prometí aclarar -dije, dirigiéndome a los militares-, creo que esto lo explicará sobradamente. 

Y procedí a leerles las dos primeras entradas del diario: las notas del traductor y la primera entrada del puño y letra de Fraenkel. 

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27/08/2021, 10:42
DIRECTORA

Notas de juego

Ya podéis leerlas, están para todos. ;)

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27/08/2021, 11:45
Mayor McDuncan

- Cálmese Harry. Ha recibido un fuerte golpe y está atontado. - Que le doliese todo y aclarase que lo que más era su trasero era buena señal. No había nada roto. Así que opté por ir al lugar donde debí mirar al principio. Pero no podía dejar a Tom así. Sobre todo por Rick.

Mis manos se apresuraron a soltarle el pantalón y Harry, evidentemente no se dejó. - Es esto o cortarle la ropa y creo que no lleva más. - Le dije al hombre, pero este empezó a llamar a Bob. - Rick, sujétale. No va a estar tan sumiso como antes del golpe y quiero curarle eso ya. - No sabía que tenía y sí sabía que le dolía y sangraba, bastante para mí. Y ante el silencio de los demás a la pregunta del teniente sobre si estaban bien, mi prioridad era el detective.

Bob llegó cuando ya le había desabrochado el pantalón y comenzó a mofarse de él. - Él le llama amigo y usted...  - Dije mirando al fantasma. - Mejor vaya a molestar a otro sitio, además nadie va a ver nada, salvo que vengan expresamente a terminar de bajarle la ropa interior y no lo voy a permirtir. - Con razón era un fantasma. Si así era muerto, vivo debió ser peor. No sabía porque no ardía en el infierno y estaba atado a Harry así.

Dicho esto le bajé la ropa interior con cuidado, dejando la nalga herida al aire y en ese momento, la mujer que sacamos de El Cairo, comenzó a hablar. - Es una lástima que Harry esté así, se va a perder todo. No le sueltes Rick, voy a limpiarle a ver que tiene... - Abrí el botiquín de campaña. Era más completo que uno normal, no era el de cirugía pero no se quedaba corto precisamente. Había anestesia local y un bisturí junto con hilo para coser junto con lo básico.

Y mientras Astrid contaba la historia de... no sabía el que, pues estaba centrada en el trasero del detective, limpiaba la zona con gasas y agua oxigenada. Al terminar de limpiar, se veía claramente la astilla, gran astilla, en su trasero. En algún momento en la caída se hundió un poco más en su cuerpo, así que extraerla le dolería. - Harry, le voy a poner anestesia local, ¿me entiende? Tiene una buena astilla clavada y me tocará... en fin, será complicado sacarla sin tener que hacer un corte. - O más bien iba a meterle las pinzas de tal manera que o le ponía anestesia local o tendríamos que sujetarle entre todos.

Preparé la dosis y fui a pincharle cuando escuché a Astrid referirse a nosotros, los militares. Alcé la cabeza y la miré. Esperaba que no fuese una nueva provocación. Entonces leyó los pasajes del diario y de entre ellos surgió un apellido que si me era familiar. De hecho debía ser familia de aquella mujer. - El señor Strindberg, ¿quién era? ¿Su padre o su tío? - Pregunté con curiosidad y cuando obtuve mi respuesta, comencé a anestesiar el trasero de Harry en torno a la herida.

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27/08/2021, 12:04
Jack Colton

Eché un vistazo atrás cuando oí los golpes, pero estaba tan concentrado en pilotar que no pude entretenerme demasiado. Solo cuando nivelé el aparato, establecí la dirección a seguir y la velocidad en vuelo, y pude poner el piloto automático. Bob me había dicho que mirara, pero hasta ese momento no pude hacerlo bien.

-Ah, listo. Ahora por fin podré estirar un poco los brazos y ver qué demonios ha pasado allí atrás.

Cuando me levanté y fui al compartimento principal, aquello era un auténtico desastre, con restos del copiloto por todas partes y Harry totalmente fuera de combate.

-Eh, ¿pero qué demonios ha pasado aquí? 

La única manera de que hubiera ocurrido aquello era que no se hubiesen puesto el cinturón, así que se lo tenían bien merecido. El teniente me echaba la culpa, de aquello y de todo, ya que estábamos.

-Oiga, teniente, no he sido yo quién se ha olvidado de ponerse el cinturón, a mí no me miré.

Parecía que entre él y la Mayor estaban intentando que volviese en sí, pero lo peor fue cuando se dedicó a bajarle los pantalones para sacarle una astilla que por lo visto se había clavado antes. Con cara de disgusto, me di la vuelta.

-Ah, ya podía avisar, demonios. Lo último que quiero es tener esa imagen en mi retina para el resto de mis días.

Entendía que había que curar la herida, pero no era una visión agradable. Me senté algo alejado de los tres, y mientras tanto, oí lo que la pelirroja tenía que decir, por fin, sobre su implicación en todo aquel asunto. Tras leernos los dos primeros pasajes del diario, entendí que se debía a algo personal. 

-Sea quien sea, le ofrezco mis disculpas por mi arrebato de antes, señorita Strindberg. Entiendo que todo esto le afecte de manera especial -le dije, algo arrepentido por haber saltado en el taxi, aunque no entendía el motivo de guardarse sus razones durante tanto tiempo. Pero la gente es extraña, siempre lo he dicho. La Mayor le hizo la pregunta que seguramente todos queríamos hacer, si se trataba de su tío o su padre, y con la respuesta quedaría todavía más claro el por qué estaba allí... y lo que esperaba.

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27/08/2021, 12:25
Astrid Strindberg

- Muchas gracias, sargento Colton. Ha sido un día muy intenso, supongo que para todos. Por mi parte está olvidado, y pido disculpas también a usted y a quien haya podido ofender.  

Y también debo darles las gracias. Sin ustedes no creo que hubiera sobrevivido al día de hoy. 

Miré a la Mayor. 

-Así es. Nils Strindberg era... es... mi padre. Nunca llegué a conocerle. Yo nací cuando él ya había partido en el Águila.

Miré por la ventanilla unos segundos, antes de seguir. 

-He dedicado mucho tiempo y esfuerzo en investigar la expedición del Águila, en intentar descubrir si mi padre podría seguir con vida. Si él y sus compañeros tenían razón. Por eso viajé al Cairo en cuanto supe del diario de Fraenkel.

Pongo a su servicio todos los conocimientos que he podido obtener, el contenido del diario, todo. A cambio, solo pido que si de verdad pretenden seguir los pasos de Fraenkel y mi padre, si de verdad piensan viajar a la Tierra Hueca, me lleven con ustedes. Es la oportunidad de mi vida. 

Respiré hondo. Ya estaba, ya lo había contado todo. No había sido fácil, pero si iban a estar todos juntos en aquello, se merecían saberlo. Por mi parte, jugaría con todas las cartas sobre la mesa. Era lo justo. 

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27/08/2021, 12:57
Mayor McDuncan

Mientras Harry se resistía, algo que entendía por su estado actual, al menos en parte, la anestesia iba haciendo efecto. Aproveché ese tiempo para escuchar lo que la señorita Srindberg tenía que añadir.

- Como ve, son momentos un poco tensos para mí en este momento. - No solo me refería a Harry, sino a todo en general. - Y ando un tanto desbordada. Pero ya le dije en tierra lo que debía. La parte técnica de todo esto la llevan ellos. - Dije refiriéndome a todos aquellos que estaban en los asientos o lo que eran lo mismo: los civiles.

- Ellos son los que tendrán más preguntas que yo. En mi caso ya dije que apoyaría que viniese con nosotros en caso de que hubiese dudas. Con lo que me contó fue suficiente y el dato de su padre, es un añadido más que para mí, suma puntos. - Miré a Rick y cogí las pinzas, con las cuales pellizqué las cercanías del trasero del lugar donde estaba la astilla alojada. Ni se quejó.

No necesité decirle nada al teniente para que supiese que el momento había llegado.

- Señor Blackhorn, ¿ha atendido a las explicaciones de la señorita Strindberd? ¿No tiene ninguna pregunta que hacerla? - Le dije con intención de distraerle al tiempo que me subía a horcajadas sobre sus piernas para sujetarle, porque visto como se puso Colton con la herida, lo mismo se mareaba y todo si le pedía que le sostuviese un poco y dado que los demás habían quedado enmudecidos con todo lo ocurrido, solo podía contar con Rick... y si quería escuchar sandeces, con Bob.

- Un militar que se pone malo con las heridas... no es un soldado. ¿Quién es Colton?

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27/08/2021, 20:25
Rick "Jester" Heatherly

Afortunadamente para mí, había hallado en Sarah mucho más que una enfermera. Era la mujer que me había salvado la pierna, y quizás la vida, pero sobre todo, la que me había ofrecido una visión distinta de cuanto me rodeaba. Al ayudarla a ella, me estaba ayudando también a mí mismo, pues poco a poco había ido convirtiéndola en el centro de mi existencia.

Que pensara en ella al despertarme y al acostarme, y en el futuro teniéndola a ella como referencia, demostraba no solo lo mucho que la amaba, sino cuanto dependía mi cordura de su presencia.

Así que cuando me dijo eso de que estaría perdida sin mí, pude decirle perfectamente que a mí me sucedía lo mismo, que sin ella hubiera estado perdido, a mi manera, puesto que si bien mi vida no adolecía de las dificultades de la suya, no era menos cierto que carecía de esperanzas y deseos más allá de servir a mí país y sobre todo, y eso iba descubriéndolo poco a poco, porque siendo militar, no debía pensar ni tampoco esperar nada más que órdenes.

Era una vida cómoda; para un solado, todo era blanco o negro, vida o muerte, victoria o derrota. Sarah me hizo ver que podía ser útil más allá de todo eso.

Bromeamos con lo de la enfermera arrogante y eso nos permitía acercarnos y olvidar nuestras dudas, dejar lo que sentía por ella y centrarme solo en disfrutar cada momento que pasábamos juntos, aunque como siempre, las risas venían sacudidas por extraños silencios o inesperadas miradas que en aquel momento no me atrevía a interpretar, pero que procedían de nuestros corazones.

¡Ay, no habernos atrevido a dar el paso cuando estábamos tan cerca el uno del otro! Con el tiempo, todo fue más frío y la costumbre hizo que resultase más fácil estar juntos, pero podríamos haber aprovechado mejor los días, aunque... si ahora era feliz, para qué arruinarlo pensando en el pasado de aquella manera.

Por eso jamás miraba atrás con reproche; lo hecho, hecho estaba.

Cuando acabó de arreglarme, yo aún mantenía la erección, medianamente contenida pero sin lugar a dudas, una incomodidad que sabía iría en aumento. Ella tuvo cuidado al cambiarme, pero tuvo que ver algo, estaba seguro, y sin embargo, se portó magníficamente, como siempre. Yo fui siguiendo sus indicaciones, intentando dejar de lado mi pequeño problema, pero una nueva caricia por su parte, involuntaria seguramente, hizo que recuperase la fuerza que había logrado anular.

Definitivamente, tendría que terminar por hacer algo, enfermo o no enfermo, a no ser que me dejase llevar y terminase manchando las sábanas, lo cual sería incluso peor.

-Entonces no queda mucho, la verdad, pero no tengo prisa -le dije, al nombrar lo de la cura. Después bromeó con lo de la ración K y me llevé una mano a los ojos, como si me los tapara para evitar verlo -. Oh, no. No me tortures así, por favor. Puedo soportarlo todo menos las raciones K.

Y retiré mi mano, para echarme a reír con ella.

Eso no impidió que mi miembro hubiese alcanzado su tamaño máximo, y que de no encontrarme parcialmente de lado, hubiera parecido que tenía una bandera allí abajo. Eso no podía ser bueno.

La enfermera que me había cuidado tan bien, volvió otra vez a trabajar con celo, yendo a por el carro, preparándolo todo perfectamente y procediendo a retirarme las gases y limpiarme las heridas. En un momento determinado fue a decir algo pero se interrumpió, sin que yo entendiese a qué se debía. Al completarla frase, mi cerebro fundió aquella expresión con lo que yo sentía y no quise pensar que se refería a aquello. Quizás me la hubiese visto y entones, su mente la traicionó sin poder evitarlo.

No dije nada, pues no había nada que pudiera decir al respecto.

Sin embargo, no iba a dejar de agradecer todo cuanto hacía por mí, aunque ella lo hiciese por gusto, aunque yo de estar en su lugar lo hiciera también. Lo justo era mostrarle que de verdad su esfuerzo era algo que yo apreciaba.

-Eh... perfecto, muchas gracias. Y no lo digo por cumplir nada más, Sarah, ya lo sabes. Gracias... de verdad.

Tras curarme la pierna, le tocó el turno al trasero.

-Ya estamos. Estabas deseando que llegase esta parte, ¡eh, picarona! -bromeé con ella, mientras me giraba para que pudiera encargarse de él -. Ah, pero para eso tendrá que estar perfectamente curado. Entonces, si quieres, dejaré que lo veas en su plenitud.

Cuando me puse de nuevo tumbado boca arriba, observé como guardaba y doblaba la ropa. Me hubiera gustado decirle que sería una gran esposa, pero teniendo en cuenta el tipo de marido que tenía, era mejor no remover lo peor de su vida. Cuando llegase el momento, algún hombre al que yo odiaría, disfrutaría de su maravillosa forma de ser, pero ahora tendría que conformarme con disfrutar en silencio de ello.

Y en ese momento, llegó el Mayor, tan agradable y desenfadado como siempre.

-La hemos conocido, Mayor, y desde luego, no cambio a la Teniente por ninguna otra enfermera -le dije, antes de que me la "pidiera prestada". Tampoco es que fuese mía, pero reconozco que al oír aquello, me sentí algo celoso. Fue solo un instante, el mismo que tardé en responderle -. Eh... claro que no, Mayor. Pero devuélvamela, ¿eh?

Sarah pareció irse con él sin problemas e incluso se despidió con una pequeña broma, de nuevo con las raciones K. Yo le sonreí, mientras observaba cómo se marchaba y alejaba de mí, sintiendo como si de repente me hubiesen arrancado una parte de mi propio ser.

Era extraño... pero me parecía que no podría volver a vivir sin ella. De hecho, hasta la hinchazón que sentía había desaparecido, aunque sabía que no tardaría demasiado en regresar...

... y esperaba que ella tampoco.

Notas de juego

Flashback

Lugar: Rusia

Año: 1922

Escena atemporal

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27/08/2021, 21:11
Sgto. Harry Blackhorn

Como se notaba que Bob estaba fuera, que era libre al fin y que podía codearse con un grupo de gente que no fuese solamente yo. - Bob... ¿te estás burlando de mí? - Le pregunté sin poderme creer lo que estaba haciendo quien yo creía mi amigo. Pero quise moverme y no pude. Entonces vi que Rick me tenía bien sujeto.

- Vamos, teniente... no sea así... - Le dije a Jester. - No me he portado mal con ustedes y estoy en la reserva, dígale a la mayor que me deje... - Y sentí como la mujer me soltaba el pantalón y tuve que cerrar los ojos para no pensar en nada. Porque saber que era una mujer quien me estaba haciendo eso podría traerme problemas y Bob no iba a ayudarme.

- ¿Qué tal si lo hablamos primero? ¿No irán a meterme una de esas sondas rectales, verdad? - Miré a Mac, que parecía centrada en lo suyo y sentí como me bajaba el pantalón y la ropa interior. - ¿Pinchazos? ¿Anestesia? Que detalle, doctora, pero de verdad... no necesito que experimenten conmigo...

Y para cuando me quise dar cuenta, Sarah estaba sobre mis piernas. A mi mente acudió una imagen nada inocente en ese momento y preferí centrarme en lo que me iban a hacer antes que en lo que mi cabeza deseaba que pasase. Comencé a oír una voz de mujer, lejana, hablando de un diario o algo así. Pero evidentemente estaba más pendiente de mi trasero que de lo que hablasen los demás.

El caso es que al poco, no sentía dolor alguno.

- Doctora McDuncan. Lamento haber dudado de usted... ha logrado quitarme el dolor enseguida. Al menos el del trasero. Espero que tenga algo para el resto del cuerpo, ¿me puedo vestir ya? - Ni recordaba la astilla hasta que la mencionó y vi como cogía las pinzas. - Mierda. - Susurré al pensar en ello. Pero pensar me hacía que la cabeza me doliese ahora. Entonces oí a Sarah decirme lo de preguntarle algo a Astrid.

- ¿Yo? ¿Preguntarle algo a ella? Pues... no sé... - No sabía de que hablaban, así que lo que saliese de mi boca podría ser una metedura de pata tremenda. Miré hacia la mujer pelirroja y mis ojos se desviaron de nuevo hacia Marion. - Ol-ví-da-la. - Me dije a mí mismo y apoyé la cara en el suelo, rendido por completo. - Doctora, algo para la cabeza. Es lo que me más duele ahora...

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28/08/2021, 03:28
Marion Rosenwood

- Eeagh. Estoy bien Rick. Creo. - Contesto tras el gruñido de queja, insegura entre el dolor y la conmoción. - Qué no ha pasado... - Respondo a Jack, aun de mala hostia mientras me recupero, no sólo por el accidente, si no por que con él vienen los recordatorios de cinturones, avisos... Ya estoy me he jodido, ya he recibido justicia divina, no necesito un te lo dije. - ...Se ha montado en el avión la turbomix 3000, le han sacado a Harry la astilla del culo, y se nos presenta la hija del mismísimo Strindberg con una copia del mismo diario tras el que andamos. - Casi no da tiempo a procesar lo rápido que va todo. - Tómate el tiempo que necesites. - Continúo dirigiéndome al rubio, terminando por levantar las cejas y apretando los labios en un cómico gesto que dice; Sí, esto es lo que hay. 

El detective está a una cosa, o más bien a lo que puede, pero McDuncan está a todo. Yo... Me dejo seducir por la tremenda fuente de conocimiento que la pelirroja revela ser, pero también por el culo de Harry, que tira de mis ojos a ratos como un imán... No así, si no por el proceso de extracción. Sería como de caricatura de humor, como de cuento de niños, si no fuera por la sangre que tira. 

Pero dividir mi atención no es problema, redirigir la energía de los nervios que se me acumulan y hasta contener la de sobra, escuchando a Astrid mientras me sujeto la barbilla apoyando el codo en el otro brazo que me guarda. Mis ojos se desvían de vez en cuando al procedimiento de la médica. Harry no se queja del dolor, pero cada vez que miro arrugo el rostro como si sí doliera.

- No creo que sea momento para bromitas, señores. - Reprocho a Bob, compadeciendo al más herido y reclamando la seriedad y la atención que la historia de Astrid y su ofrecimiento requieren. 

Me levanto para apartarme de la pelirroja y no tener que fumar justo en su cara, me enciendo un cigarro y me recojo el pelo. Me ayuda a concentrarme, a pensar en las preguntas. No se me escapa que Harry me mira. Igual le ha incomodado que le haya estado mirando el culo... O le atrae el humo. En cualquier caso me acerco a él asumiendo lo mejor, sin invadir el espacio de la doctora y sacando más tabaco para él. - ¿Un cigarro? - Le extiendo el pitillo. - No sé cómo irá para la cabeza, pero... - Supongo que es algo. Dejo en el aire el obvio final de mi frase, encogiéndome de hombros. No me alejo para que se lo piense mientras se recupera y miro a la reportera, ordenando mis ideas con una calada.

- Creo que todos nos beneficiaríamos de su incorporación, señorita Astrid. Por mi parte es más que bienvenida. Es más, si la han perseguido para acabar con lo que sabe, considero que o bien saben ya más que usted misma, o al menos lo suficiente como para querer asegurarse en ser los primeros en redescubrir la Tierra Hueca... En cierto modo es buena señal. Vamos por buen camino, pero tenemos que ir con más cuidado. - Observo. - Ahora, si el diario dice que consiguieron encontrarla, ¿No dice cómo? ¿Por donde adentrarse? - Espero a una respuesta antes de continuar especulando. Si esta fuera positiva no habría necesidad de seguir haciéndolo, si no de prepararse y ponerse en marcha. 

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28/08/2021, 09:46
Astrid Strindberg

-Gracias -dije tanto a la Mayor como a Marion-. Efectivamente, el diario revela como llegaron a la Tierra Hueca, y muchas cosas increíbles que encontraron allí. Holmes no creía demasiado lo que se nos iba revelando, pero yo estoy segura de que todo es absolutamente cierto. 

Mi copia está escrita en código; incluso siendo su autora, es lento y farragoso de leer en voz alta. Denme tiempo y se lo transcribiré íntegramente, para que puedan leerlo y consultarlo a placer. 

También he decidido escribir una crónica de esta misión. Necesitamos llevar un diario de los acontecimientos y los descubrimientos que hagamos. Quien sabe quién podría necesitarlo en el futuro. 

Y dicho eso, empecé a redactar la primera entrada, con los violentos y extraños sucesos de este largo día. 

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28/08/2021, 12:08
Rick "Jester" Heatherly

El pobre de Harry aún no se había recuperado, pero estaba entero, al igual que los demás. De hecho, parecía que su problema no era tanto el golpe que había recibido como la astilla que debía tener clavada en el trasero. 

-Casi es mejor que esté así. Quizás de esta manera no sienta el dolor en su trasero -dije, agarrándole para que Sarah procediese a verle la herida y curarle. Pero no era un hombre fácil de contener -. Demonios, Harry, estese quieto o yo mismo le dejaré fuera de combate de un puñetazo.

La llegada de Bob tampoco hacía las cosas más fáciles; parecía que aquel fantasma había nacido para pincharle y lo hacía en cada ocasión que disponía.

Por si fuese poco, Colton no hacía más que exculparse, lo que me llevó a lanzarle una mirada de reproche. En realidad, daba igual por lo que hubiera sido, porque el caso era que había que hacer algo y si le molestaba verlo, que se hubiese quedado en casa oyendo la radio.

Mientras tanto, intenta prestar atención a todo cuanto se decía, aunque era algo complicado con Harry luchando por retener sus pantalones e impidiéndole a Sarah hacer su trabajo.

-Harry, callese de una vez usted también y deje de moverse -volví a decirle.

Así que Strindberg era hija de un hombre que intentó llegar a la Tierra Hueca. El pobre diablo finalmente parecía haberlo conseguido, pero a un alto precio, me parecía a mí.

Mientras tanto, Marion pareció por fin recuperarse de su caída e intervino a su manera. Me llamó la atención ver como sacaba un cigarrillo para fumárselo, algo a lo que no terminaba de acostumbrarme, pero llegados a aquel punto, quizás no debía extrañarme tanto que una mujer como ella. Además, estaba de acuerdo con ella.

-Yo creo que simplemente estaban intentando cortar cualquier posibilidad de que alguien pudiera seguirles, pero ahora nosotros podremos hacerlo. Dígame, señorita Strindberg. ¿En ese diario viene a dónde tenemos que ir para supuestamente entrar en esa dichosa Tierra Hueca?

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28/08/2021, 12:41
Mayor McDuncan

La dosis de risas a cosa de las raciones K me vinieron bien y mis ojos volvieron a brillar por él. Qué difícil era amar sin ser correspondida pero que bien sentaba al menos poder disfrutar de su compañía aunque no supiese lo que mi corazón sentía por él. Verle reír y más aún, reír a su lado, era lo más hermoso que me podía pasar en aquel momento donde mi mundo estaba cada vez más patas arriba.

Si me costaba avanzar con mi pasado a cuestas, con lo que tenía ahora estaba saturada y perdida. Pero al menos estaba él y esperaba que realmente estuviese conmigo por siempre. Aunque también pedí eso con John, sin sentir lo que sentía por Rick y... ahora solo quería tenerle lo más lejos posible de mi mente.

La cura del muslo fue bien y creí sortear bien mi pequeño patinazo, pero como siempre, no estaba segura de nada. Solo de lo que era capaz de hacer como enfermera y de lo que había aprendido de medicina en aquellos meses atrás. Cuando tocó el trasero y bromeó sobre él, mi rubor aumentó ante el acierto de sus palabras. Pero cuando dijo que podría verlo cuando estuviese curado en su plenitud, no sabía si hablaba en broma o en serio, pues el tema era delidacado en sí. Pero al tenerle de espaldas, no me acobardé, sino que me envalentoné.

- Te tomo la palabra. Cuando esté curado en su totalidad y la cicatriz casi borrada, me dejarás verlo en su plenitud. Creo que de eso haré un acta y la firmaremos los dos para que luego no te retractes de ello y digas que estabas bromeando. - Le dije sonriendo divertida y más roja que un tomate maduro.

Y el mayor llegó y con sus buenas palabras y buen hacer me llevó a con él, no sin que antes pidiese permiso a Rick y eso me hiciese ponerme más nerviosa. Los pasos de ambos nos llevaron por el campamento. La oscuridad hacía que viese poco del lugar nuevamente y el mayor parecía resistirse a soltarme. - No se preocupe. Mientras no se suelte no se perderá. De aquel lado están los baños masculinos y justo detrás los femeninos. Evidentemente son más pequeños, pero también es que hay pocas mujeres aquí. Los soldados se encargan de limpiar sus baños y ustedes los suyos propios. Así que si se queda... - Sonrió divertido.

- No tendrá que hacer nada. Es usted teniente. Los oficiales tenemos otros baños, pero mujeres oficiales solo está usted, así que será algo a tratar con el coronel mañana. Salvo que no tenga inconveniente en usar las duchas con un viejo como yo. - La verdad era que me encontraba tranquila a su lado. A pesar de sus comentarios, no eran tan escandalosos como otros que sí se me habían dicho antes y su tono de voz, su manera de hablar, no me molestaban para nada.  En ese momento entramos en el comedor. Habían hombres cenando y todos guardaron silencio al vernos entrar agarrados así. Al sentir las miradas sobre mí, me aferré con fuerza al mayor, como si se tratase de Rick.

La inseguridad me podía.

- Señores. Me acompaña ahora mismo la teniente McDuncan. Que su ropa de enfermera no les haga pensar que es solamente eso. Mañana ostentará sus galones, pero el trato y reconocimiento por parte del coronel Cornelius se hicieron efectivos hace horas. - Le dijo a los hombres mientras me soltaba de su brazo con delicadeza. - Que no la vean temblar. - Me susurró mientras reiniciaba la marcha a la mesa donde estaba la cena y le acompañaba tratando de mantener la cabeza bien alta. - Así pues, ya pueden ir corriendo la voz. No quiero que mañana nadie acabe siendo castigado por meter la pata con la teniente.

Al llegar a la mesa, el mayor se quedó mirando las ollas. - ¿Qué es esto? - Preguntó al cocinero con cierta cara de asco.

- Carne... creo, mayor. - Resondió el hombre y la cara de Coverley cambio por completo.

- ¿Cree? ¿No sabe ni lo que es? Teniente, acompáñeme a la cocina. - Me dijo y entramos en ella. Allí aún habían algunas ollas cociendo. Todos se cuadraron al ver al mayor. - Sí, sí... - Dijo al verles. - Ahí fuera me dicen que "creen" que es carne lo que se está sirviendo. Tanto la teniente McDuncan, aquí presente, como un sargento herido y yo, acabamos de llegar de un largo y pesado viaje. La teniente estará junto al sargento en el hospital y yo esperaré la cena en mis instalaciones. Preparadnos algo decente a los tres. - Ordenó claramente cuando creí que me iba a pedir que cocinase yo, tal y como ordenó Smith que hiciese para Rick y para mí.

Desde luego las cosas habían cambiado para mejor.

Mientras, Rick permanecía recostado en su cama, con aquella erección que se iba y no se iba y tan solo que podía aliviarse si quería, salvo que pretendiese tener otra cuando Sarah se metiese a dormir con él esa noche en su cama. Porque ese era el pacto que sellaron en el jeep.

Y mientras Rick pensaba en sus cosas, apareció la enfermera jefe, con un papel en sus manos y sonrió al ver a Rick solo en la cama. Se acercó contoneando las caderas, moviéndose como un felino vigilando a su presa. Se detuvo unos momentos en unos estantes, en el puesto de control de enfermeras en medio de aquel lugar casi vacío y siguió caminando hacia Rick.

- Vaya, vaya. Veo que le han dejado solito... No se preocupe, vengo solo a traer la lista de medicamentos que solicitó la... teniente. - Dijo con cierta envidia en su voz y miró al sargento de arriba a abajo. - Creo que ya sé que es lo que ha visto en usted, sargento... - Y con esas palabras, dejó el papel sobre la mesita de noche y corrió las cortinas en torno a la cama.- Me da que ninguno se dio cuenta de este lujoso detalle... de lo contrario, le hubiera dejado con las cortinas echadas... - Se giró mirando a Rick con inocencia fingida y se sentó junto a él en la cama.

- Verá, sargento, no soy tan mala como pareció. No sabía que ella era oficial ni que usted... estuviese así de dotado. - Y la mano de la enfermera se posó sobre el miembro del sargento y ella sonrió, cuando lo acarició sobre la ropa de cama. - No sea tonto... ella no le hará esto... nunca... - Dijo al notar la resistencia del hombre y mientras Rick peleaba porque ella no le tocase, la enfermera sacó una jeringuilla cargada con algo y le pinchó al sargento, vaciando su contenido en su cuerpo. - No se preocupe... no le hará nada malo... solo que le podré controlar mejor... y hacerle mío mientras que esa puta está con el viejo Coverley. No tema por ella, está segura a su lado. A ese hombre ya no se le levanta... no como a usted, sargento...

- No se resista... cuanto más lo haga... antes le hará efecto. ¿No vé como se cansa? - Y entonces metió la mano por debajo de la ropa de cama y agarró el miembro de Rick. - Pero a esto no le afectará... se lo aseguro. No es la primera vez que lo uso. - Dijo comenzando a masturbarle mientras que Rick comenzaba a sentir los efectos de la droga que le había suministrado la enfermera jefe. - Y no se preocupe, por mí puede pensar en ella... o en el mayor si le complace más.

Viendo que Rick aún se resistía, la enfermera suspiró. - No me gusta llegar a tanto, pero si le pongo más, se dormirá y no será divertido para ninguno. - Y se levantó y sacó unos agarres del mueble junto a la cama. Con un poco de esfuerzo, en unos minutos tuvo al sargento sometido en su cama, atado a ella. Luego tiró de las sábanas y de la manta y se quitó ella misma la ropa interior. - Puede gritar lo que quiera... nadie va a ayudarle... sargento y puede intentar resistirse, es un hombre y no le durará mucho el hacerse el duro.

Notas de juego

Flashback

Lugar: Rusia

Año: 1922

Escena atemporal