Partida Rol por web

Bennet estaba esperando en la puerta, escocido física y mentalmente, porque la reacción de Sarah le había dolido incluso más de lo que estaba dispuesto a aceptar. Él no se había comprometido y no era un ángel, pero estaba claro que Sarah era una mujer muy especial, que follaba como nadie y además, lo único que pedía era un poco de consideración a cambio.

Joder, tendría que comportarse como una persona humana, con lo que le fastidiaba eso.

Pero bueno, cuando llegara el momento ya lo hablaría con ella. Ahora estaba pendiente de lanzar aquellas balas al fuego. 

-Marion, espero que esté lista porque me está pareciendo que...

Y fue decir eso y ver un monstruo sobrevolando por sus cabezas, los nativos gritando asustados, y el teniente, la mayor y el fantoche de Colton llegando, justo por donde estaba la hoguera.

Todo sucedió tan deprisa que apenas tuvo tiempo de pensar. Harry le había prendido fuego y el estaba instando a que lanzara las balas y crear más confusión, pero Bennet esperó a que los demás estuvieran algo más alejados del fuego antes de hacerlo. 

Cuando se acercó a la puerta, hizo valer su grado.

-Espere un momento, detective, que esto es lo mío -le dijo, y en cuanto por fin tuvo la hoguera a tiro... la lanzó -. ¡¡Está bien, vámonos!!

No fue un lanzamiento perfecto... pero sí lo suficiente como para darles lo que querían.  Además, ahora hasta podían salir por la puerta, en lugar de por detrás. No es como si tuviese problemas con aquello, le encantaba entrar y salir por detrás tanto como por delante, pero... en fin, cada cosa en su momento.

-Venga, chica lista, mueva ese pequeño culo que tienes antes de que le claven una lanza -le dijo a Marion.

Cuando salió, se encontró casi frente a frente con Sarah. Durante un segundo no supo ni que decir, pero rápidamente, se colocó a su lado para ayudarla a moverse.

-Me alegra que hayas vuelto, pezones rosados, aunque sea con el teniente. Sabes que eres especial para mí, ¿verdad? 

Aquello era lo más cerca que iba a estar de una disculpa en tan poco tiempo, al menos por el momento, pero es que tampoco disponían de más oportunidades hasta que no saliesen de allí, por lo que empezó a tirar para correr juntos.

-Teniente, vamos a ver si sacamos a su querida Mayor con vida, ¿le parece? -le dijo a Rick.

El caos se adueñó completamente del poblado indígena. El fuego no llamó la atención hasta que ya fue demasiado tarde y el humo se había extendido por casi todos los lugares, junto con las llamas, que parecían estar saltando de cabaña en cabaña. Por otro lado, el pterodáctilo había ocasionado una fuga masiva y descontrolada de los nativos, algunos de los cuales empezaron a intentar acertarle con sus lanzas, sin conseguirlo, mientras otros ponían a salvo a los pequeños y unos pocos intentaban descubrir de dónde venía el fuego para intentar apagarlo.

El último aporte de desastre vino por las balas que Aloyssius Bennet lanzó al fuego, iniciando una secuencia de explosiones que acabaron por dispersar a todos los nativos, dando vía libre al grupo para que pudiera salir del campamento en dirección opuesta a la que había entrado, a toda velocidad, porque sin duda alguna, existía la posibilidad de que en cuanto se recuperaran de la sorpresa, llenos de rabia, fuesen a intentar recuperar a su dios, que no solo les había engañado sino que había lanzado una criatura destructiva contra ellos.

Ahora se trataba de pura venganza.

La vegetación volvió a hacerse densa y difícil de atravesar, pero la urgencia empujaba lo suficiente como para que nada fuese más importante que correr. ¿Hacia dónde? Eso era lo de menos en esos momentos. Lo único que queríais era alejaros, y hacíais bien, porque el pterodáctilo no tardó en dejar al poblado a su suerte, ahuyentado por el humo, y poco a poco voces de deseos de sangre y muerte fueron elevándose entre las demás.

Los nativos no tardarían en ir a por vosotros.

Coronel sonrió ante tu confesión.

-Entiendo, entiendo. Es justo lo que pensábamos -dijo, haciéndole una señal a alguien que estaba detrás de ti, una especie de "armario ropero nazi" que te agarró de los brazos y te inmovilizó en la silla.

El coronel se puso en pie.

-Efectivamente, sabemos lo de su grupo, por eso tomarme por estúpido no va a funcionar. Mientras ustedes venían en dirigible, nosotros encontramos una entrada submarina, eso es, pero ahora no importa. Solo importa... lo que usted pueda decirnos -comentó, sacando un cuchillo y mirándolo casi con admiración. 

A continuación, dos hombres trajeron una especie de fogata portátil y el coronel colocó el cuchillo en el fuego.

-Voy a darle otra oportunidad, herr doktor. Si nos ayuda, todo irá bien. Si se resiste... irá mal para usted.

Tras un rato de dejar el cuchillo al fuego, lo cogió de nuevo y te lo mostró. El filo estaba al rojo vivo.

Después de todo, allí parecía que ibais a estar a salvo, y que disponíais de agua de sobra. Eso sí, estabais agotados, no solo Corvin, a causa de su pierna, sino también Jenkins y Astrid, que habían cargado con él y que además llevabais en pie desde quién sabía hacía cuánto tiempo, porque como allí no se ponía el sol, era difícil averiguarlo.

Al no existir día y noche, solo vuestro cuerpo podía deciros si era el momento de dormir o comer.

Mientras tanto, no parecía haber peligro inmediato. Algunas criaturas pastaban en el claro y cerca de los árboles, y también otras se aproximaban a otras zonas de la laguna para beber y refrescarse, pero al menos no parecía que el T-Rex anduviese por allí... ni tampoco el resto de vuestra expedición.

Además, gracias a Corvin, disponíais de un buen maestro que os ayudaría a salir adelante.

- Tienes razón en una cosa, que no debemos preocuparnos por nada. Dos días y nos vamos, uno a ser posible. Con el daño que me ha hecho y el cansancio que tengo, creo que primero iré a dormir y luego ya veré si cuando despierte nos vamos sin decirle adios o que hago. Pero me ha venido bien hablarlo para desquitarme y saber cuanto te amo. - Le respondí a Rick antes de que apareciese Colton, prácticamente dejando la conversación zanjada.

Y es que lo tenía claro. Bennet se quedaría allí, como divinidad del pueblo y teniendo sexo a diario con quienes quisiese. Nunca encontraría a ninguna allí que le complaciese como yo sabía que le gustaba, pero llegado el orgasmo eso le daría igual. Así que realmente la única necesidad era saber porque había sido así de cabrón conmigo. Nada más.

Lo que tampoco me esperaba era que me doliesen las palabras que soltó Rick sobre Bennet y su karma al enterarnos de que él también iba a ser sacrificado y servido de cena. Pero le vi decidido a salvarle aunque sus últimas palabras no concordasen con la realidad, puesto que ya le dejé claro que no quería saber nada de él, pero claro... aquello cambiaba todo de nuevo.

Los besos de Rick parecían infundirme la energía que me faltaba para poder moverme, así que cuando me instó a correr, eso hice, pero muy torpe y lenta, tanto que tuvo que ayudarme a hacerlo. Harry nos ofreció cobertura mostrando su arma, pero él también debía correr, no estaba en condiciones de hacerse el héroe aunque con la medicación que llevaba en el cuerpo, debía moverse mucho mejor que yo. Él había descansado y yo le había llevado y no había parado ni en aquel maldito lugar. Sin duda Harry estaba más preparado para huir de allí que yo que dependía de Rick.

Y en ese momento apareció Bennet de la nada y sentí un incómodo silencio junto a sentimientos enfrentados. - Sí, tan especial que casi me vuelo la cabeza por tú culpa. El fallo fue que el arma estaba descargada. - Le respondí resentida a sus palabras.

Estuve a punto de decirle que no me tocase, pero la verdad era que la fatiga me tenía entree sus brazos y pronto la ayuda de Rick no sería suficiente y Harry no era una opción. Pero ahí no acabaron los puyazos. No estaba nada convencida de que lograse escaparme de aquello, pero sin duda no iba a olvidar ese día.

- Ya puede volver con su tribu y que le traten como a un dios. Dígales que la próxima vez hará que llueva fuego si intentan hacerle daño, señor Bennet. - Le dije a Aloyssius al ponerse a mi lado. - Seguro que Venecia le está esperando para decirle: "Oh, el mío amore, cuanti te echato de menos. Vene que voy a fecerte una mamaita alora mismo." Y tu querida Moscú pegada a su lado: "Y mientrras ella hacerrte a tú esso, yo dejarr que me comass las míass tetass o mejorr aún, lass doss te comerremos tu sagrrado palo de el ferrtilidad". - De dije imitando tanto el acento italiano, aunque ese no se me daba muy bien, pero colaba y el ruso, que ese si lo clavaba.

Sí, lo hacía cargada de mala intención, pero también entonándolo de tal manera que sonase seductor. Estaba segura de que Bennet no se resistiría a oírme hablar así y acabaría con otra erección, lo que a la larga sería un bonito y ejemplar dolor de huevos por no descargar y andar empalmándose como un adolescente.

- O quizás Moscú prefiera hablarle en su idioma, ya sabe, el ruso. - Mi trato hacia él había cambiado, ya no le tuteaba y en cuanto me diese la ocasión le cortaría que me llamase Sarah.  - YA osobennyy dlya nego. I der'mo yest'. Yesli by eto bylo tak, on by otnosilsya ko mne s minimal'nym uvazheniyem, on by ne pozvolil, chtoby k sebe tak prikasalis', on by ne kichilsya tem, chto dolzhen delat', kak Bog, kotorym on byl. Mne khochetsya zayti v kayutu i obnyat' yego, a ty, proklyatyy ublyudok, topchesh' ostatki moyego bednogo serdtsa. Ty dazhe ne vyshel posmotret', kak ona, tol'ko Marion i, konechno, Rik. I teper' ya dolzhen poverit', chto ya osobennyy dlya tebya... Chto plokhogo ya tebe sdelal, chto ty tak so mnoy obrashchayesh'sya? Slishkom mnogo, chtoby govorit', chto zhenshchiny - predateli, i pervaya, kto predast menya, eto ty... i eto ne bespokoyas' o tvoyem proiskhozhdenii, o kotorom ty tak mnogo khvastayesh'sya... pryamo seychas ya mogla by vynosit' tvoyego rebenka ili rebenka Rika, tvoyego naslediye. Skol'ko u vas priznannykh detey, kotoryye mogut skazat', chto vy ikh otets? YA nikogda ne prosil tebya svyazyvat' sebya so mnoy ili zhenit'sya, eto zavisit ot Rika, no... tebe bylo tak trudno uvazhat' menya khot' nemnogo? 

Solté en ruso, con mi perfecta pronunciación y mi acento que casi parecía nativa de allí. Sabía que de los presentes solo yo hablaba ruso, al menos del grupo. Bennet ni idea, pero si no había visitado Moscú dudaba que lo supiera. Así que me desquité en ese idioma, descargando algo de dolor y rabia. Y mientras corría sentí que tropezaba con algo, pero a la vez que alguien me sostenía con fuerza y casi me levantaba en volandas para no caer de bruces contra el suelo.

Rick tenía razón, pero si alguno les salía por la espalda y acertaba con su lanza jamás me lo perdonaría. - No se preocupe, estoy bastante descansado teniente y lo que me puso Mac funciona. - Aunque doliese al hacer esfuerzos, podría conseguirlo.

Cuando Marion salió de la cabaña me agarré a su mano. No quería dejarla atrás, no quería perderla ahora que estábamos tan cerca y con tanta suerte como para huir con todo aquel revuelo. Las balas no tardaron en dispararse y recé por primera vez durante mucho tiempo porque diesen en alguno de ellos, de hecho que se cargasen a más de uno.

Pero no miré atrás para comprobarlo, solamente corrí con mi amada de mi mano y buscando con la mirada a mi madre y a Bob.

En ese momento escuché a Bennet hablarle a Mac y negué con la cabeza. - Vamos, puedes hacerlo mejor. Estoy seguro de que la quieres... estás dolorido porque te tienen roto y seco de tanto sexo y la ves y se te pone dura de inmediato... eso es más que "ser especial" y es una mierda de disculpa... si esperas que te perdone con eso...

Y efectivamente, Mac no tardó en responderle herida por sus palabras más que alagada. Casi me hizo reír cuando imitó de aquella manera a Venecia y a Moscú y más con el uso que le dio a las palabras y la entonación. Ahí si me tuve que girar para comprobar que mi teoría era cierta. Mac iba en sostén, con aquella falda y encima le habló de aquella manera tan exótica, con un tono claramente provocador al igual que sus  palabras. Si estaba en lo cierto, a Bennet se le tendría que poner dura de nuevo a pesar de su malestar y dolores solo con eso.

Y fue entonces cuando Mac arrancó a hablar en ruso y yo me volví a mirar hacia adelante. Marion y yo íbamos en cabeza y sin saber hacia donde ir, buscaba el camino más seguro para poder correr sin peligro de caídas.

- Mac, sea lo que sea lo que está diciendo, déjelo para luego. - Le dije entonces a la mayor. - Necesita ahorrar fuerzas y controlar la respiración. No creo que le haga mucha gracia que acaben llevándola entre los dos en sus brazos. - O ya puestos, Bennet con ella a horcajadas y sosteniéndola con su duro mástil.

Al oír los gritos a nuestra espalda, me temí lo peor. - ¡Vamos a tener que buscar un sitio donde escondernos! Colton, Bob, quizás deberíais adelantaros y mirar... - y volví a buscar a Bob con la mirada, el muy salido miraba como los pechos de la mayor se movían arriba y abajo con la carrera. Y como no a Bennet, se le iba la mirada de vez en cuando. - Y una leche especial... me da que le va a doler más a él que a ella perderla. - ... si hay alguna cueva o un río donde poder hacerles perder el rastro.

Incluso la charca aquella me servía, daba por sentado que nosotros sabíamos nadar, pero... ¿y ellos?

-Volveré enseguida -les dije a Jenkins y Corvin.

Me levanté mientras preparaban el campamento y, cogiendo todas las cantimploras que llevábamos, me dirigí a la orilla del lago, a un punto a buena distancia de aquellos grandes animales que bebían de sus aguas. No había muchos arbustos tras los que esconderme, pero la necesidad de limpiarme superaba a mi sentido del decoro, así que confiando en que mis compañeros se portarían como caballeros, me despojé de mis sucias ropas y me desnudé por completo. 

Sumergí mi cuerpo en el agua. Estaba fresca, pero agradecía la sensación de sentirla en mi piel, llevándose el sudor y la mugre. Hundí la cabeza en ella y permanecí unos segundos bajo la superficie, como cuando hacía de niña en Suecia, intentando comprobar cuanto tiempo podía aguantar el frío y contener el aliento.

Cuando emergí de nuevo, me froté bien todo el cuerpo y no dejé de hacerlo hasta haberme asegurado de eliminar todo rastro de suciedad de todos los rincones. Luego cogí la ropa y la sumergí también, para limpiarla todo lo que me fuera posible. Tendría que ponérmela mojada, ya que no tenía otra, pero eso era mejor que llevarla cubierta de caca de dinosaurio. Y con el fuego que estaban encendiendo no tardaría en secarse. 

Cuando salí, me vestí de nuevo, sintiendo como la tela mojada de la camisa de hombre se pegaba incómodamente a mi cuerpo. Me alejé de la zona donde me había lavado para llenar las cantimploras de todos de agua limpia, intentando encontrar un arroyuelo de los que debían alimentar al lago para que fuera agua corriente a ser posible. 

Después de eso regresé junto a mis compañeros, con el pelo tan mojado como todo lo demás, dispuesta a dejarme caer rendida junto al fuego y cerrar los ojos hasta que no hubiera más remedio que despertar de nuevo.

La aparición de Bennet, antes que después, hizo que todos los planes que pudiéramos tener sobre ese reencuentro se fuesen a la mierda. De qué servía pensar en lo que podíamos decirle y hacer cuando volviésemos a encontrarnos, si apenas disponíamos de tiempo para lanzarnos unas pocas miradas asesinas. 

Desde luego, la reacción de Bennet fue la que se merecía, aunque me dolió que volviese a hablar de su intento de suicidio. De haberlo conseguido, yo habría sido el siguiente; habría cogido el arma, disparado en la boca y caído directamente a su lado, pues no existiría razón alguna para continuar.

Pero de haber podido pegarle un tiro en ese momento, Sarah lo habría hecho; al menos en sus cojones, para que no pudiera volver a usarlos y se acordase bien de ella. 

Sonreí ante aquella idea que por supuesto, no iba a llevarse a cabo.

-Está bien, dejemos los saludos cariñosos ahora mismo y empecemos a correr para salir de aquí -dije, agarrando a Sarah por un brazo mientras Bennet lo hacía por el otro.

Y mientras tirábamos, Sarah seguía soltándole cosas, burlándose de las dos nativas con la se nos había presentado, y diciéndole un montón de cosas en ruso que, a pesar de no entender del todo, sí que supe aproximadamente interpretar, gracias a lo que había aprendido de mi estancia allí.

Madre mía.

Yo no hacía más que mirar hacia atrás, para ver si nos perseguían, y Sarah continuaba incordiando para ver si conseguía vengarse lo suficiente de aquel hombre.

-Será mejor que no se lo traduzca, pero más o menos sabrá hacerse una idea, ¿verdad? -le dije a Bennet, sin dejar de correr.

Harry decía lo mismo que yo pero sabiendo la mitad. Menos mal, porque solo hubiese faltado que se uniera a la conversación. En lugar de eso, mandó a Colton y a Bob por delante, aunque en esos momentos, lo que nos preocupaba estaba detrás.

-Eh, será mejor que uno de ustedes vaya hacia atrás, a ver si nos siguen, no sea que estemos corriendo como idiotas.

Yo corría como los demás, aunque a mí no me afectara, cuando si lo pensaba bien, lo único que tenía que hacer era sentarme y esperar a que la petaca que llevaba Rick me atrajese como si fuese un imán. Obviamente, no me iba a quedar sentado sin hacer nada, así que les seguí, igualando su ritmo.

Mientras, no podía dejar de reír por todo lo que le estaba soltando la Mayor. No entendía nada de lo que estaba diciendo, porque estaba detrás de ellos y la mitad estaba en ruso, y la otra mitad en una mezcla de acentos que solo me provocaba carcajadas. Eso sí, Bennet se merecía no solo eso, sino mucho más.

Fui a adelantarme cuando entonces el Teniente me sugirió que me quedase atrás para ver si nos seguían, así que decidí hacerle caso. Era una buena idea.

-Está bien, volveré y veré qué están haciendo. Por si acaso, sigan corriendo. Ya saben, por si deciden volar lanzas por encima de sus cabezas. Como no me canso, en cuanto pueda les diré lo que encuentre.

Me di la vuelta y empecé a correr de regreso al poblado.

Bob aparecía y desaparecía, porque ya había visto tantas cosas que en realidad, lo más interesante era lo que se generaba bajo las sábanas. Aquello era como asistir a un striptease y quedarse con las ganas de que se quitase la ropa interior. Una decepción. Había estado preocupado por Harry, pero una vez fuera de peligro por sus heridas, gracias a Sarah, ahora tocaba preocuparse por los nativos y nada más.

A su lado corría también la madre de Harry, por lo que ambos fantasmas se movían como si fuesen una especie de avanzadilla. También ella había estado preocupada por su hijo, pero no ahora. Ahora solo pensaba en escapar de allí.

Bob asintió ante la idea de ir a mirar más adelante, pero Martha le detuvo con tres palabras.

-No hace falta. 

Bob se volvió hacia ella.

Sé perfectamente lo que hay delante y me temo que es nuestra única solución, a no ser que queráis volver atrás y me parece que esa alternativa ha quedado completamente eliminada. Si ese Jack nos confirma que no nos siguen, podríamos buscar otra salida, pero si nos siguen... 

Martha miró de reojo a Bob y después a Harry.

-Será mejor que os preparéis.

La reacción de Sarah al verme fue más o menos la que podría haber esperado Bennet, la de una mujer despechada y llena de rabia. Bueno, eso era lo normal, pensó Bennet, que no se lo tomó demasiado a pecho y no dijo nada inmediatamente. Además, había que largarse de allí, así que se unió a Rick el Teniente de Mantequilla para tirar de Sarah.

Por el camino, Bennet hasta intentó aliviar la tensión usando uno de esos apodos cariñosos y disculpándose.

-No es mi tribu, mujer, no sé por qué sigue diciendo eso. Cuando me dijeron que era un dios me pareció divertido, pero le aseguro que no tardé en darme cuenta de que no lo era en absoluto. Al final, han abusado de mí como han querido -le dijo a Sarah, para después agitar la cabeza con la burlas de Sarah -. Vale, vale. Me lo tengo merecido. De verdad que me lo tengo merecido. Y deja ya mi palo de la fertilidad, que está en las últimas. Estoy tan cansado que ni ganas tengo.

Si hubiese estado en otra situación, hasta se habría reído, pero no le hacía ninguna gracia.

-Joder, Sarah, déjalo ya, ¿quieres? Yo solo soy una víctima. 

Pero ella siguió, y esta vez, hablándole en ruso, con lo que a le excitaba ese idioma, que le ponía cachondo casi con una sola palabra.

Bennet vio como le miraba hacia la entrepierna y sintió como esta se enderezaba con fuerza, rozándole el pantalón y haciéndole dar un repullo.

-Maldita sea, Sarah. Lo estás haciendo a posta, ¿verdad? Te aseguro que no he disfrutado más que lo básico. Si hubiese podido ir a buscarte lo habría hecho. Pero ya te dije que soy débil y que cualquier mujer que se me ponga a tiro, es mi perdición. Después.. ya no pude huir y cuando te vi.... pues me hice el macho, qué esperabas. 

Rick no le dijo lo que significaba todo aquello, y tenía razón en que no hacía falta saber el idioma para comprender que estaba acordándose toda mi familia, si es que le hubiera importado.

-Ahora has conseguido que se me empalme y me tardará una hora en bajar, y me duele hasta el alma. Después de esto voy a tener que estar al menos un día sin correrme para que se recupere, con lo que me cuesta aguantarme.

Y entonces centró su atención un momento en como los dos fantasmas de delante se ponían a hablar de lo que les esperaba. Bennet se temió que terminaran en algún lugar peor que el poblado, aunque eso era casi imposible. Mientras no se los comieran, ¿qué podía ser más terrible que aquello?

- Será mejor que no mires atrás, Marion. No es muy agradable ver a un hombre con el ariete corriendo delante suyo. - Me burlé de Bennet. - ¿Es solo el idioma, Bennet? ¿Quiere decir que si me pongo yo a hablar en ruso también se pondrá así o es por quien lo está hablando?

Apreté la mano de Marion. - Metiste las tablillas en una mochila, ¿verdad? Sería una pena que se perdieran en el incendio. Al menos tendrías un recuerdo del poblado donde casi nos comen... si es que salimos de esta. - Le dije a la mujer de mis sueños antes de que empezasen a mandar a los fantasmas de misión exploratoria.

En ese momento fue mi madre quien habló, mientras que detrás seguían con la discursión.

- Mamá, sé que siempre te gustó hablar con tono misterioso y todo eso, pero creo que no es el mejor momento para dejar las sorpresas para cuando lleguemos, ¿no crees? Si tan malo es, podemos desviarnos hacia un lado... será que no hay sitio para correr salvo ir de frente a... ¿un abismo?

Era lo único que se me ocurría, algo que nos detuviese y nos dejase acorralados. O saltábamos y moríamos o nos cosían a lanzazos y acabábamos siendo su cena... o lo que fuese con aquel sol siempre en el mismo sitio.

Además, podía sentir a Mac encontrándose mal por la situación en general. No me había fijado quien la sostenía del brazo derecho, pero debía tener un dolor horrible con todo el brazo magullado y la presión de la mano de su salvador. Al menos Bennet parecía ir reconociendo cosas, pero según arreglaba unas, las cagaba con otras.

Pero aquello, si tenía solución, era hablándolo ambos con calma, sin carreras de por medio, sin peligros y con el corazón en la mano. Pero algo me decía que Bennet no lo iba a sacar, algo que Mac si tuvo el valor de hacer delante de todos. - Quizás debería pesar un poco más lo que dice, Bennet. Veo que la está dando una de cal y otra de arena y creo que la mayor no llegó a ese puesto precisamente por irse acostando con hombres.

Y volví a dirigirme a mi madre. - Mamá, ya has tenido tiempo de asimilar la respuesta... ¿qué nos espera ahí delante? Yo aún puedo moverme, pero Mac... ella es la doctora del equipo, si cae... ninguno podremos hacer nada por ella.

Se notaba que el terreno era más abrupto y que me costaba moverme con agilidad. Además, correr y hablar no era bueno.

Y Bennet parecía tener ganas de hablar cuando yo no podía más, pero el dolor en mi brazo magullado y escucharle mentirme así de descarado me hicieron correr más o al menos intentarlo, queriendo dejarle atrás.

- Eso no fue lo que dijo, señor Bennet. Yo no vi a una víctima en esa cabaña ni en ese poblado. Sino a alguien que disfrutaba de su nuevo status. Alguien a quien yo le importé una mierda aún viéndome la cara de dolor y rabia mientras sus súbditas le sobaban... regocijándose en lo que haría después con ellas aún viéndome hundirme poco a poco. Y las mujeres somos las traidoras... - Me atreví por fin a soltar algo de lo que había dicho en ruso. - ... ¿qué le hice yo para recibir ese trato? ¿Acaso me porté mal con usted en algo? Si yo fuese tan especial como alega, si realmente le hubiese importado lo más mínimo, hubiese mandado a ambas mujeres fuera y no hubiese dicho nada de sus planes con ellas. Eso solo se hace cuando quieres herir a alguien y en mi caso lo logró y no se imagina cuanto.

» Creí en usted cuando nadie lo hizo en La Aurora, di la cara por usted, le brindé protección militar para que el suceso con la pelirroja no se repitiese y nadie le apuntase más con un arma. Le confesé cosas de las cuales Rick acaba de enterarse hace a penas unos minutos... como cuando mi marido me hizo abortar de su propio hijo dándome una paliza cuando estaba de dos meses. ¿Y qué recibo a cambio? Ni un mísero abrazo, que era lo que esperaba al menos en la cabaña, porque por respeto a Rick no iba a haber nada más. Sino el peor de los recibimientos que pude tener. Y encima tendré que dar las gracias y todo por ser especial para usted, serñor Bennet, porque de lo contrario no me quiero imaginar como me hubiese recibido.

Mejor no pensar en ello o acabaría por joderle vivo. Lo que no me imaginé es que el ruso le pusiese así y sonreí ante el comentario de Harry con respecto al tema. - La verdad es que no tenía ni idea de que el ruso le pusiera así, ya sabe algo más que se ha perdido. O quizás no. Lo hablo perfectamente y creo que va siendo hora de que Rick aprenda algo más del idioma, así que le daré clases estos días delante suyo, para que lo disfrute también. - Le dije cargada de rencor. - Así disfrutará de más dolor y sin poder correrse durante una semana... por no hablar de lo que te hayan podido contagiar sus "secuestradoras y violadoras". Lo mismo hasta se le cae a pedazos.

No se podía determinar en ese momento si estaba dicéndole la verdad o tomándole el pelo en venganza. Solo se notaba que estaba profundamente herida. - Sus vagas excusas no harán que le perdone nada. Usted mismo dijo que era el dios de aquella tribu, el encargado de preñar a todas sus mujeres y no pensó en una cosa... al menos Rick no me dejará sola con esto, de hecho de no ser por él ya tenía el aborto en mente, pero... ¿se ha planteado que pueda estar embarazada de usted? Tan orgulloso de su linaje, ¿cuántos descendientes tiene reconocidos para que lo sigan? ¿A cuántos ha visto crecer, señor Bennet? ¿A cuantos les ha enseñado el orgullo de su linaje? ¿Cuántos años cree que le quedan para poder hacerlo? - Y miré a mi amado.

- Lo de enseñarte ruso es cierto, no sé que entendiste, pero sin duda ni la cuarta parte de lo que dije. - Le hablé con más calma que a Bennet. - Solté esto mismo, casi todo más bien... no me atrevía a hacerlo y que me entendiese. Es duro querer a alguien y ver que te trata como una mierda sin valor alguno. - Y tragué saliva, evitando no llorar por él.

Y entonces fue cuando me di cuenta de la mujer que iba con nosotros, aquella extraña guía que Harry había llamado "mamá". No quise meterme en su conversación, bastante tenía con la mía y el dolor que tenía que soportar en mi magullado cuerpo y en mi corazón de nuevo. Solo que esta vez estaba Rick a mi lado.

- Si lo que nos espera allí delante señor Bennet es la muerte, al igual que lo que nos viene por detrás, espero que al menos sea sincero por una maldita vez en su vida conmigo y sea capaz de decirme que le pasa, porque tanto daño sin necesidad. Hubiese sido más humano decirme: Sarah, soy feliz aquí, tengo todas las mujeres que quiero y me tratan como a un dios... y no montar ese espectáculo para acabar conmigo de esa manera.

Correr y hablar cansaba, pero quería saber que ocurría en la cabeza de aquel hombre para me hiciese aquello antes de perder la vida. Porque si no lo hacían los cánibales, sino lo hacía lo que tuviésemos enfrente, lo haría la fatiga... y es que sabía que en cualquier momento acabaría desfalleciendo y sin duda sería mi fin y el de Rick, porque los demás harían bien huyendo y Bennet no se quedaría allí para ayudar, se marcharía también.

A fin de cuentas yo no era más que un simple polvo más, por mucho que me hubiese dicho que no era así.

- Y por cierto, deje de llamarme Sarah. Así solo podía llamarme el hombre que se quedó en la Aurora, no el que tengo delante. Sarah es para familiares, gente que quiero y me quiere, donde hay respeto mutuo y no te apuñalan en cuanto pueden por la espalda. Le diría que me llamase Mac, pero es que ni eso se merece. Mayor o mayor McDuncan es lo más oportuno, porque doctora... salvo que sea un corte en un dedo, creo que poco más haré por usted, señor Bennet. Quizás así sienta de alguna manera el dolor que yo siento. - Y viendo la espectación que empezaba a generar nuestra charla añadí algo más antes de llevarme la mano al costado. Ya dolía demasiado. - Creo que será mejo que esta charla la acabemos los tres a solas... pero al menos espero que sea capaz de responderme antes de que uno de los dos muera que demonios le pasa conmigo, Bennet. Al menos quiero entender eso.

Cubrió la entrada como mejor pudo y justo como Harry le indicó. Para cuando Bennet se dirigió a ella, frunció el ceño – No necesito que alguien como usted lo diga, y menos que diga algo así – sonó displicente, y es que con cada palabra que salía de la boca del capitán, Marion se daba cuenta de la basura que era.

Luego, el ruido y cuando vio la criatura, sonrió – Pterodáctilo. Carnívoros y se alimentan de peces. Claro que carnívoros, al fin y al cabo – y salió corriendo, sujetando la mano de Harry y sin soltarle. Se toparon con la Mayor y Rick, por lo que esta se sintió aliviada y se echaron a correr. Cuando el cerdo de Bennet se topó con Sarah, Marion suspiró por el numerito que hacía la mayor. Era una médica ejemplar, pero su fuerte no era tratar con hombres – Este no es el momento para eso – dijo quejándose y continuando.

Apenas Harry le preguntó por las tablillas – Pues… -, ella buscó en los morrales, pues recordaba que las iba a buscar, pero no que las hubiera empacado*. Luego vino el comentario de Harry sobre el “ariete” de Bennet y se rio -. Eso ya no es novedad. Se queja de lo que le duele y de lo mucho que no lo quiere, pero es como un mono – y siguió corriendo.

Colton fue enviado a ver si los seguían mientras se confundían en la espesura y la madre de Harry dijo que debían prepararse – Señora Blackhorn, ayudaría mucho si nos dijera lo que es porque si realmente es un abismo, estar corriendo no es precisamente una manera de saltar muy segura – y ella seguía corriendo, tratando de ayudar a Harry para que pudiera seguir adelante. Sabía que le costaba, pero ella no permitiría que lo que Bennet le dijo, se cumpliera.

Entonces, Sarah continuó. ¿Cuándo iba a seguir pensando que ese hombre valía la pena? Marion sentía lástima por el teniente. ¿Por qué seguía haciéndole eso y él aceptándolo? Ella no lo entendía y para ella era absurdo. Era una obsesión sin sentido para ella. La Mayor seguía y seguía. ¿No se cansaba?

- Mayor, ¿podría recordar un momento que es posible que estemos f…? - pero se detuvo cuando mencionó un posible embarazo. Bueno, y es que haciéndolo como conejos, era de esperarse. Se quedó en silencio y volvió con la fantasma -. ¿Qué nos espera entonces, Señora Blackhorn? – dejaría que Sarah lidiara con su dolor a su manera. Si quería seguir menospreciando a un hombre como el teniente por un cerdo como Bennet solo por los fantasmas de su pasado, allá ella.

-"¡Gluuup!" Tragué saliva.

La poca valentía que pudiera haber pensado tener, se había esfumado en cuanto vi el cuchillo al rojo vivo. No me cagué encima porque no tenía nada que echar, pero empecé a sudar como un pollo. Miré con miedo al maldito psicópata que tenía delante y vi la locura reflejada en sus ojos. Un armario ropero de tres por tres me sujetaba por la espalda y me mantenía pegado a la silla; notaba el aroma a Eau de Macho en él. Volví a tragar saliva.

-"No me rrreziztirrré, ya le he dicho que colaborrrarrré, lo jurrro. No me torrrturrre, porrr favorrr, zomoz gente civilizada, ¿no? ¿Qué quierrre zaberrr?" Le dije medio llorando.

El humillo que salía de la pequeña fogata me estaba mareando, al igual que el miedo no me dejaba pensar bien. ¿Moriría entre terribles sufrimientos en esa maldita tienda nazi? ¿Sucumbiría antes de haber podido ponerle mi nombre a una planta autóctona? ¿Encontraría el Rex pareja? ¿Estarían bien los demás? Tragué saliva...

Veo que Astrid viene empapada tras haberse bañado en el lago. Le ofrezco mi chaqueta para que se vista con eso y espere a que seque su ropa. 

- Deberías ponerte mi chaqueta, cerrarla bien y así no enfermarás. Estar con ropa mojada no es bueno si esto enfría...

Veo que está cansada, al igual que Jenkins aunque un galés como él no va a decirlo a la ligera. Tiene mucho aguante como demostró en el fumadero donde casi no salimos Nikolai y yo, y él aguantó como un jabato aquella atmósfera.

- Creo que os vendrá bien descansar, yo como me pasé los últimas horas durmiendo gran parte del tiempo haré guardia mientras descansáis. Unas horas de descanso seguidas os vendrán bien, os avisaré si algo sucede. 

Compruebo que mi revólver está cargado, si no es así recargo las balas que necesite. Recuesto mi espalda contra el árbol, miro encima de mi cabeza por si hubiera alguna serpiente o algo que no quisiera ver en mis pesadillas. No sería la primera vez que me sucede algo similar por no prestar atención.

- Aprovechad para descansar, veré si hay café en las mochilas para tener preparado algo para cuando despertéis. Si no habrá que buscar algo para infusionar cuando estemos todos descansados, o mejor cuando aparezca Nikolai que es el experto.  

Recuerdo el té de pino que solíamos tomar en las Tierras del Noroeste en el tiempo que pasé allí, era un remedio indio indispensable para sobrevivir. Algo así será necesario, aunque no creo que haya muchas coníferas en este paraje.

Las costillas, los brazos, la espalda, los dolores empezaban a acumularse y la falta de sueño también empezaba a hacer mella. Los nervios y la curiosidad científica estaban haciendo su parte para mantenerme despierto, pero empezaban a doblegarse frente a todo lo demás.

Entonces volvió Astrid con la ropa empapada y completamente ceñida a su figura, por lo que rápidamente aparté la mirada, más por educación que por pudor.

—Dudo mucho que tengamos alguna toalla, pero una manta de sobra para que se seque seguro que encontramos—. Después me giré hacia Alex y asentí a sus palabras. —Me temo que tienes razón, no en lo puñetero del café, eso dudo mucho que lo encuentres. Pero si nos vendría bien descansar un rato, una mente y un cuerpo agotados, no sirven para un carajo.