Partida Rol por web

Miro severamente Viktor, asintiendo ante las palabras de Frau Helene y respaldándolas explícitamente.

- "Así debe ser, Viktor Limutnova. Debéis respetar las leyes de los hombres y vuestros votos sagrados." -

Una vez terminado esto, seguimos a Arik.

Ivalic no pudo evitar reírse ante el despertar de Vicktor, al que señaló con el dedo mientras compartía la diversión con Vjelkus y Parriwimple.

-Jajajajajajaja. ¡Menudo susto se ha llevado! Y ahora está todo mojado, seguro que la señora Litmunova le riñe cuando llegue a casa.

Una vez encontrado el carpintero y viendo que estaba bien las prisas por ir a comprobar si Layla estaba donde Ivalic decía fueron evidentes tanto en Arik como en Herr Urik, aunque ambos parecían algo reticentes a creer que pudiera estar allí.

-Solo puedo localizar objetos, en este caso lo único que llevaba era la ropa, seguro que la ropa está allí, ella... Pues supongo que también, no va a ir desnuda, la gente la señalaría y se reiría de ella.

Mejor que no fuera desnuda, la última vez que habían visto a una mujer desnuda se habían quedado ciegos y no quería que le volviera a pasar, por si acaso trataría de no mirar.
Pero la Señora Helene no parecía convencida de irse de allí, no sin antes sermonear al señor Litmunova, Ivalic no entendió muy bien, aunque como buen niño que era se quedó con ciertas cosas.

-Jijiji tu madre ha dicho Gilipollas Vjelkus, eso es un insulto...

Dijo otros insultos, pero no habían sido tan graciosos y del resto de cosas que había escuchado el niño se había quedado con bastantes dudas, pero la Señora Helene parecía enfadada y sería mejor no molestarla en aquel momento, así que se acercó a Herr Urik, él seguro que sabía que pasaba.

-¿El Señor Litmunova se portó mal con la Señora Stara y con Margarita? No entiendo lo que pasa.

- "Me temo que sí, buen Ivalic." - Digo mientras le revuelvo el pelo de forma afectuosa.

- "El señor Limutnova es un hombre casado, y pronto será además padre de familia. Tiene obligaciones y responsabilidades. No puede pasar la noche fuera de casa, y menos para estar con otra mujer que no es su esposa. Los votos matrimoniales son una unión muy seria, y un engaño o una traición puede poner esa unión en serio peligro, Ivalic.

Viktor obró muy mal, no actuó movido por la razón, por el buen juicio ni por nada sensato. Espero que las sabias palabras de Frau Helene le hagan recapacitar y se convierta de ahora en adelante en un buen esposo y pronto en un buen padre para su bebé." -

El niño se quedó mirando sorprendido al paladín ante la explicación, aquello parecía más grave de lo que él había pensado en un principio.

-Vaya... ¿El Señor Litmunova y Margarita...? ¿Entonces la Señora Stara...? ¡Oh! Yo también espero que haga caso a la Señora Helene, Herr Urik.

Si él hubiera hecho algo malo su madre le hubiera castigado. ¿Pero quien castigaba a los adultos? Ivalic no lo sabía, suponía que el burgomaestre, él solía castigar a los hombres y mujeres malos, pero ahora era una vampira y no se podía contar con ello.

Así lo haré, Helene. De verdad. He aprendido la lección. Te prometo que no haré sufrir a Helene y que romperé con Margarita. Os lo prometo a todos. Esta vez en serio. Soy un hombre nuevo. No volverá a pasar-prometió, como había hecho la vez anterior, en este mismo establo.

Los ojos de Arik se le salieron de sus órbitas, mirando hacia arriba en un gesto de escepticismo. Cedió las riendas a Helene, y el carro de los Litmunova, del que casi se habían apropiado a perpetuidad, abandonó el pueblo con todos sus pasajeros.

En cuestión de minutos, las ruedas de madera se abrían paso en un océano dorado de hierba alta. Gracias a su don, Ivalic señalaba el rumbo a seguir, y cuando echar el ancla. Helene frenó el carro. Allí había una zona de cinco o diez pies de diámetro, despejada. Encontraron las ropas de Layla hechas jirones, y sus zapatos, pero no a la chica, como muy bien había supuesto Herr Urik.

También había mieses arrancadas, acumuladas en un túmulo a modo de cama. En las cercanías quedaban los restos de una serpiente cruda, mordisqueada, y un círculo de piedras, como el que se prepara para delimitar el fuego de las hogueras... aunque no había cenizas que indicasen que se hubiese llegado a prender fuego.

El río... Aquí ha comido y dormido, pero para beber ha tenido que desplazarse hasta el río.

Siguiendo su deducción, o presentimiento, Arik echó a correr en solitario por en medio del centeno, obligando a los demás a seguirle para no dejarle sin custodia. Apartando las hierbas con la mano, llegaron hasta el río Ivlis...

No... no está aquí. Pero Olga tenía razón con respecto al Ivlis. Algo debe de estar ocurriendo río arriba.

Aquel reguero que quedaba recorriendo el lecho del cauce, equivalía a un nuevo camino para avanzar. Sin embargo, la tierra embarrada podría ser un quebradero de cabeza para las ruedas del carro. Por otro lado, unas cuantas yardas más río abajo, se apreciaba el puente que unía el camino desde Barovia a la Encrucijada, y que más allá llevaba por dos veces hasta las partes más altas del río. El primero, a orillas del estanque del Tser, en la explanada ocupada por Madame Eva y sus vistani. El segundo, casi en las montañas, en el puente de las cataratas del Tser.

La desilusión se dibujó en el rostro de Ivalic cuando al llegar al campo tan solo encontraron los jirones de las ropas de Layla pero no a la muchacha. Siguiendo un presentimiento de Arik se acercaron al río, pero el resultado seguía siendo el mismo, la muchacha no aparecía por ningún sitio.

-Lo siento Señor Arik, pensé que podríamos encontrarla... Pero si no puedo imaginar algún objeto que lleve puesto ya no puedo localizarla...

Ivalic buscó en el suelo alguna huella, pero no encontró nada, tan solo pudo comprobar como las palabras de su amiga Olga eran ciertas y el río parecía bajar demasiado poco caudaloso.

-¿Os parece si seguimos el curso y miramos que ocurre? Quizás Layla haya ido por allí...

Ya no sabía que decir tras la gran decepción que había supuesto no encontrar a Layla.

- "Ya que estamos aquí debemos investigar. Pero será mejor que eludamos el camino que pasa por el campamento vistani... Eso significa que debemos ir por el viejo puente de las cataratas del Tser, casi en las montañas." - Digo sin mucha seguridad, intentando recordar lo que sé sobre la geografía local gracias a mis muchos viajes buscando pistas para encontrar reliquias que me ayudaran a combatir a los no muertos.

-Todo nos ha conducido aquí así que aquí debemos estar. Remontemos el cauce, comprobemos qué ocurre y quizá todo nos conduzca a un desenlace donde todo esté interrelacionado. Aquí, en estas tierras hostiles, nada responde sino a una causalidad poco improvisada -dijo Helene, que revolvió el pelo de Vjelkus y dirigió una sonrisa a Ivalic. No olvidaba que aquella noche sería la que determinara el éxito o fracaso de su cura-. Partamos -gritó animada, azuzando a los caballos con un seco gesto en las riendas. Pese a todo, disfrutaba de aquel paseo por aquellos lugares aún no domesticados por la mano del hombre.

- "¿Queréis seguir por el lecho embarrado del río? ¿Y si fuéramos por el camino del viejo puente? Sé que está más lejos, casi en las montañas, y que con seguridad no estará exento de sus propios peligros, pero al menos podremos llevar el carro." - 

Parriwimple es evidente que iba a seguir por el camino indicado por Helene, pero las palabras de Urik le hacen detenerse y mirar a uno y otro, esperando que se pongan de acuerdo sobre el camino a seguir.

-Urik, tienes más razón que un santo. Por el camino de la civilización y los peligros conocidos. 

- "De acuerdo, pues." - Sonrío mientras hacemos avanzar a los caballos por el camino transitable que conduce hacia el viejo puente y las cataratas del río Tser.

El viaje en carro llevó desde los campos de centeno al puente del curso bajo del Ivlis. Pasaron por delante del sendero oculto que llevaba al campamento abandonado de Ludovico. En la Encrucijada, ignoraron el cementerio, el patíbulo y la bifurcación que iba hasta el campamento vistana y la orilla de un estanque que quizás ya a esta altura del río estaría seco. Ignoraron otro sendero más, el que ascendía por la colina de Lysaga a las ruinas del monasterio de Santa Ecaterina, donde anoche tuvo lugar un oscuro ritual para invocar al demonio Chernovog.

Finalmente, llegaron al segundo puente, el de las cataratas del Tser, que habían sido reducidas a un delgado hilo de agua. Con la catarata menguada, se pudo ver la entrada a la caverna que antes la cortina de agua ocultaba. Si hubiesen ido por el lecho seco del río hasta la pared vertical, la entrada les quedaría lo suficientemente alta como para tener que trepar. Un saliente rocoso a modo de cornisa hacía de estrecho camino que partía de la cueva secreta subiendo en pendiente hasta perderse de vista, oculto por los árboles de la vera del camino. Tan solo deberían abandonar el camino y echar un vistazo más allá de la arboleda para llegar al punto desde el que explorar la cueva.

Sin embargo, el problema de caudal del Ivlis venía de más arriba. Para hallar el origen del problema, deberían cruzar el puente y abandonar el camino viejo de Svalich un poco más adelante, allí donde la silueta de los montes dibuja una falda más suave, y hay más probabilidades de encontrar una pendiente más accesible para subir.

Parece que hay dos sitios que investigar. Lo mejor será que nos separem... no, espera. Los aventureros que a lo largo de los años se han hospedado en la Viña de Sangre a menudo me comentaban que eso de separarse para explorar suele terminar muy mal...

Ivalic subió al carro, parecía que los adultos no estaban dispuestos a hacer una excursión por el lecho medio seco del río. A él le parecía más divertida aquella opción pues podrían saltar de piedra en piedra y quizás encontrar algún tesoro que se hubiera quedado oculto bajo el río.
Pero más adelante aquella misteriosa sequía le desveló otro secreto que había permanecido oculto por el agua: Una cueva.

-¡Una cueva! ¡Una cueva! ¡Mirad allí, hay una cueva! ¡Antes no se veía por el agua, pero como hay poca ahora podemos verla!

Aquella era una tentación muy grande para un explorador y aventurero. ¿Que misterios y tesoros contenía aquella cueva?

-¿Podemos ir a ver que hay? -No era la misión que los había llevado hasta allí, pero el niño tenía mucha curiosidad. Intentó dar una buena excusa para que los adultos decidieran entrar.- ¡Quizás Layla está allí dentro!

Esa debía ser razón suficiente para que la menos Arik no pasara de largo y ante la opción de dividirse él también pensaba que era mala idea, todas las veces que lo habían hecho alguien había sufrido las consecuencias.

-Pero mejor vamos todos juntos, así no nos perderemos.

- Tal vez Gertruda se haya escondido allí- intervino Parriwimple, apoyando a Ivalic, aun preocupado por la desaparición de la joven, de la que nadie sabía nada desde hacia muchos días- ¿Nadie sabe nada ni puede contar nada Parriwimple?

El gigantón tenía pocas ideas, pero cuando una se le metia en la cabeza, era difícil sacarla.

- "Muy cierto, hay varias personas desaparecidas que podrían encontrarse ocultas en esa cueva, como Layla o incluso Gertruda." - Digo asintiendo ante las palabras tanto de Ivalic como de Parriwimple. - "Creo que merece la pena investigar, y más tarde, si el río vuelve a su cauce, no volveremos a tener la ocasión de hacerlo.

Alguien debería de quedarse con el carro. Tal vez Vjelkus, y vos, Herr Arik, para proteger al muchacho contra una posible aparición de harpías voladoras." -

-¡Sí! ¡Puede que Gertruda esté en la cueva! ¡O igual están las dos juntas! ¡Eso sería genial! ¿Verdad?

La siempre optimista mente de Ivalic en su inocencia infantil prefería ver las cosas de manera positiva, aunque después la realidad fuera distinta, pero había que mantener siempre la esperanza y estaba seguro que tarde o temprano la fortuna les sonreiría. Quizás empezaran con aquella cueva una racha de buena suerte.

-Puede que también esté Ludovico con ellas... -Añadió Ivalic mientras pensaba si había más personas desaparecidas que pudieran estar dentro de la cueva.- Dejaremos el carro y los caballos bien atados Herr Urik. ¿Quien iba a venir hasta aquí a robarlos?

Seguía pensando que era mejor no separarse y que juntos podrían hacer frente a cualquier dificultad, pero las probabilidades de éxito se reducían si el grupo era más pequeño. Pero la decisión final, como siempre, era de los adultos. Al menos parecía que investigarían la cueva y eso resultaba emocionante.

-Y además igual encontramos también tesoros. En las historias siempre hay tesoros en las cuevas ocultas.

También había monstruos que los custodiaban, pero esa parte de la historia no interesaba en aquellos momentos así que Ivalic decidió no mencionarla.

- "Prepara tu antorcha, Ivalic. Y recuerda, mantente siempre detrás de mí​, nada de exponerte al peligro." -

Ivalic asintió a las palabras de Herr Urik y se quitó la mochila de la espalda para poder abrirla y rebuscar en su interior.

-¡Ahora mismo Herr Urik! No se preocupe, me mantendré detrás de usted. -Metió la mano en su mochila mágica y sacó una antorcha de ella.- Aquí hay una. ¿La enciende?