Partida Rol por web

Parriwimple no dice nada. Le duele el brazo mucho, sí, pero eso no es lo peor. Se ha quedado mirando el cuerpo parcialmente devorado de Irina, con un gesto de profunda confusión. Ya la muerte de Ashlyn le había ocasionado una profunda tristeza, pero esto... El gigantón conocía a Irina. De alguna manera le apreciaba. 

Y ambas ya no estaban con ellos. Parriwimple siempre había pensado que la gente se quedaba dormida, pero, ¿qué iba a pasar cuando se despertara si parte de su cuerpo había sido comido? La cabeza le dolía por el esfuerzo de pensar cosas tan complicadas. Además, escuchaba los gritos de Ivalic. 

Y él no podía hacer nada. Intentó removerse, para ayudar. Pero era incapaz. Si al menos Guiseppe y sus manos milagrosas estuvieran aquí... ¿por qué él no les ayudaba? Alguien con todo eso dentro debía tener una solución. No se dio cuenta que un sollozo se escapaba de su pecho cuando volvió a mirar a Irina. 

Era todo tan triste.

Lanzo otro rápido y débil tajo hacia las manos del maldito zombie. Me parece que he vuelto a cortarle algunos dedos, pero diría que la vil criatura no muerta se sigue moviendo, eso sí, cada vez más débilmente.

Varikov empezaba a hartarse de tanto zombie. No podía dar un paso que ahí aparecía otro, como los mosquitos en verano, con la pequeña diferencia que hacía falta un poco más de esfuerzo para acabar con ellos. Aunque no tenía problemas para ver, ese puñetero apareció como si hubiera caído del cielo. Para ponerle algo más de emoción al asunto en ese momento se encontraba bajando las escaleras y con el pequeño mocoso hablador agarrado a él.

Hizo lo que pudo cuando atacó al muerto, pero su hacha solo tocó la cola del gato que ese engendro estaba comiendo. Y hablando de rabos, Ivalic había agarrado al Trampero de donde no debería…

¡Arik! ¡Hemos venido a buscarte! ¿Donde estás?

El grito de Ivalic llega amortiguado, como si se hubiese alejado desde que el oído del posadero hubiese escuchado los murmullos. Por lo demás no tiene ni la menor idea de que Urik está a punto de, con grandes dificultades, matar al zombi que le bloquea el paso en el boquete y que otro zombi está a punto de comerse a los débiles e indefensoso Varikov e Ivalic. También ignora el estado final de Irina, Parriwimple y Ashlyn, sea lo que sea lo que le ha pasado a cada uno de ellos. En este instante solo tiene la certeza de que es el hijo de la señora Yannoff el que está en la casa junto con alguien más, ya que habla en primera persona del plural.

- "¡Por los Poderes Benignos, que el Mal retroceda y se consuma!" -

Con un poderoso tajo horizontal siego ambos brazos de la pútrida criatura a la altura de los codos.

Poco después, la luz maligna que ilumina los ojos del muerto viviente se va apagando y vuelve a ser un cadáver inanimado.

El enano se agitó para golpear al zombi e Ivalic lo hizo con él pues solo podía hacerse uno con Varikov si no quería caerse al precipicio que había detrás. Su pie no había encontrado nada donde apoyarse detrás así que en cuanto se estabilizaron un poco volvió a apoyar la punta de su bota en el trocito de escalón que quedaba libre y se agarró aún con más fuerza al enano poniendo en peligro su futura descendencia.

-¡Señor Varikov, nos vamos a caer!

El enano parecía demasiado ocupado con el zombi al que Ivalic no podía ver, y por debajo de ellos parecía que Herr Urik también seguía luchando pues de vez en cuando se le escuchaba gritar invocando la protección de sus dioses.

Era curioso como trabajaba Varikov bajo presión, en concreto la que Ivalic hacía con la mano sobre su... bolsita de semillitas izquierda. Podría fallar o hacer justo lo contrario en cuestión de segundos. Ni él sabía si tenía algo que ver o simplemente era cuestión de suerte, como una tirada de dados.

Estaba tan concentrado en no caerse y a la vez matar al zombie, que poco le importaba lo que hablaban a su alrededor. Esta vez su hacha cortó algo más que el aire y solo podía esperar seguir entero… por todas partes.

Ahora que Herr Urik ha eliminado la amenaza, limpiar el estropicio para pasar no debería llevarle más de doce segundos: lo justo para empujar los cadáveres que asoman por la pared, soltar su espada y empezar a picar el yeso cogiendo el pico con la mano cuyo antebrazo no tiene las correas de un escudo.

Hacer más florituras, como entretenerse en envainar su espada de plata, buscar una vela y encenderla antes de entrar en la casa de al lado, o arrancar la de Ashlyn del pecho del zombi, tan solo elevarían el tiempo total a dieciocho segundos. Pero esa parsimonia puede costarle muy caro a Ivalic: según las palabras que soltó en algún rincón oscuro de la casa, se podría caer.

Y en las escaleras también se reducía todo a una cuestión de tiempo. Varikov y el zombi, igual de malheridos y con el mismo olor a podrido (cosa curiosa, porque el enano se bañó esta madrugada y un par de pedos después ya volvía a recuperar su característico hedor), intercambiaban dentelladas y hachazos. Tal era la vorágine, que daba la impresión de que el siguiente golpe podría ser el último.

Varikov odiaba a los humanos, eso no era nuevo. Odiaba más a los humanos muertos y vueltos a la vida, pero si además no paraban de morderlo, simplemente se volvía loco de odio. Y mientras tanto en niño no dejaba de apretar sus partes. Con la misma fuerza agarró el enano su hacha y le dio otro golpe al puñetero humano podrido.

Ivalic sintió el movimiento del enano pero esta vez el sonido del arma hundiéndose en el zombi le confirmó que Varikov había alcanzado su objetivo.

-¿Lo ha matado Señor Varikov? ¿Lo ha matado?

Seguía en un complicado equilibrio al borde del escalón y agarrándose bien fuerte a su compañero, sin lugar a dudas esta lucha juntos no haría otra cosa que reforzar los lazos de su reciente amistad, eso si no se caían por el precipicio que había detrás.

Sí. Varikov lo había matado. El edificio estaba limpio al fin de zombis. Sin saberlo, Urik se ponía a hacer malabarismos, a la pata coja, mientras su otro pie empujaba a los zombis a la altura de la cintura del paladín y la espada de plata se le escurría hasta caérsele al suelo con un sonido sordo contra la madera. Terminó de picar la pared y obtuvo el derecho a reunirse junto al niño y al enano del grupo asalta-balcones. También tuvo tiempo de encender una vela que encontró por ahí, justo antes de que Parriwimple le indicase que llevaba un farolillo en la mochila.

Varikov e Ivalic aún no sabían nada del estado de Parriwimple, y sobretodo del de Irina. Caminaron por el segundo piso sin esperar a Urik hasta subir las escaleras al desván. Allí, los nubarrones templaban la luz del día y el agua de lluvia caía sobre sus cabezas en cataratas. El suelo estaba salpicado por trozos de tejas rotas. La explosión de anoche se había cobrado el tejado, y una viga de madera se había caído sobre las piernas de Arik. La fuerza de Parriwimple sería de ayuda si es que estuviese en condiciones, pero la manera más inmediata de rescatar al posadero era cortar la viga con el hacha del enano.

Recojo, limpio y envaino la espada argéntea en la vaina que pende del lado izquierdo de mi cinturón. Me coloco el escudo a la espalda.

Voy hasta el cadáver del zombie en cuyo cuello quedó atascada la espada de Frau Ashlyn y recupero el arma encantada, la limpio y la guardo en su funda, que va a la espalda, por debajo del escudo.

- "Maese Varikov, Ivalic, si no me necesitáis, me quedaré junto a Parriwimple. Está herido e indefenso en medio de la calle y preferiría no dejarle solo si no es imprescindible." -

Cojo una manta y salgo a la calle. Regreso a la calle junto a Parriwimple y me aseguro de que se encuentre cómodo dentro de lo posible, dada la gravedad de sus heridas. Le tapo con la manta para que no tenga frío y enferme.

Finalmente Varikov consiguió acabar con el zombi. Ivalic siguió agarrado, aunque apretó un poco más para que el enano notara que estaba muy contento con lo que había hecho.

-¡Muy bien Señor Varikov! ¡Me ha vuelto a salvar la vida! Pero será mejor que nos movamos de aquí, no quiero caerme por el precipicio.

El enano ascendió por la escalera e Ivalic lo siguió agarrado pues seguía sin ver absolutamente nada. Encontraron otras escaleras y subieron.

-Arik tiene que estar aquí arriba, la voz venía del segundo piso o del desván.

Al menos desde su precaria posición de equilibrio en el escalón le había parecido que la voz venía desde arriba. Cuando Varikov abrió la puerta la luz que se colaba por los agujeros que la explosión había dejado en el techo hizo que Ivalic por fin viera algo. Desde luego el tejado no tenía muy buen aspecto y además la lluvia se colaba por cada agujero que encontraba. Tirado en mitad del desván el niño pudo ver a Arik que parecía estar atrapado.

-¡Es Arik! Gritó Ivalic en la oreja de Varikov pues seguía pegado detrás del enano, además era necesario que lo reconociera no lo fuera a confundir con otro zombi. En cuanto dijo eso dejó de abrazar a Varikov y salió corriendo hacia el herido. ¡ARIK! ¡ARIK! Gertruda nos mandó a buscarte y un zombi me atrapó en el balcón, pero mi amigo Varikov -señaló al enano- me rescató y seguimos buscándote, pero estaba muy oscuro y nos atacó otro zombi -las palabras salían una tras otra sin casi dar tiempo a pronunciarse a la anterior- en la escalera y casi me caigo, pero me agarré a Varikov y no me caí, y Varikov mató al zombi y mientras tanto Parriwimple estaba haciendo un agujero en la pared para poder entrar porque no se podía subir por el balcón, pero ya lo terminó porque oímos a Herr Urik pelearse con algún zombi y también vino la Señorita Irina, se alegrarán mucho de que te hayamos encontrado. Miró la viga que tenía atrapado a Arik. ¿Estás bien? ¿Te duele mucho? Deja te que ayude. Ivalic empujó con todas sus fuerzas pero la viga era demasiado grande, tanto que no creía poder moverla ni con la ayuda del enano. No puedo... Dijo con tristeza. Pesa demasiado. ¡Ya se! ¡Diremos a los otros que suban!

Ivalic corrió de vuelta a la puerta y sacó la cabeza para gritar pero escuchó la voz del paladín decirles que iba a salir a cuidar a Parriwimple pues estaba herido.

¡Oh no...! ¡Le habrán mordido los zombis...! ¡Maldita sea!

Parriwimple era fuerte y Herr Urik no parecía muy preocupado, seguramente no querían dejarlo solo por si aparecían más zombis. Era una lástima porque seguro que su amigo podría levantar aquella viga, era el hombre más fuerte del mundo, estaba seguro. Tendrían que encontrar una solución.

-¿Está bien? Gritó Ivalic hacia abajo esperando que le escucharan. ¡Nosotros encontramos a Arik está atrapado en el desván pero intentaremos sacarlo, si no podemos tendréis que subir a ayudarnos! ¡Puede quedarse la Señorita Irina con Parriwimple! ¡Voy a ayudar a Varikov!

No les iba a hacer perder el tiempo, quizás entre el enano y él pudieran hacerlo. Corrió de nuevo hacia donde se encontraba Arik y se quedó mirando la enorme viga.

-Creo que no la podemos mover... ¿Podrías cortarla con tu hacha? Seguro que si podemos con un trozo más pequeño. Miró a Varikov en busca de la mayor experiencia del enano, seguro que él sabría que hacer. No te preocupes Arik, te sacaremos y podrás ver a Gertruda pronto.

- "Parriwimple, parece que necesitan mi ayuda ahí arriba. Ven conmigo, te ayudaré a moverte al menos hasta resguardarte dentro de la casa, no sea que venga algún otro zombie y te encuentre aquí tirado en mitad de la calle." -

Ayudo a Parriwimple a levantarse y con mucho cuidado de que no se lastime más le ayudo a caminar hasta un lugar más resguardado y protegido.

Al entrar veo los restos de la noble Frau Irina Kolyana y niego con enorme tristeza y pesar. Era una mujer muy especial, y sin duda nuestra cruzada contra Stradh ha sufrido dos golpes casi letales con su pérdida y la de la paladina Frau Ashlyn.

-Palanca -murmura Arik agotado, dejando caer la cabeza contra el suelo-. Buscad algo con que hacer palanca, y moveréis el mundo.

El hombre abre los ojos, no sin cierto recochineo bailando dentro de ellos.

-Aunque mejor no menear el mundo, visto lo visto. Con que meneéis un tanto esta maldita viga yo ya me conformaré...

Varikov empieza a cortar la viga. Es una tarea rutinaria que no depende del azar. También es un modo más brusco que apartarla con una palanca: cada vez que el hacha del enano golpea el travesaño, el impacto se contagia a modo de vibración por la madera, causando un aumento de presión sobre las piernas de Arik y sus receptores del dolor. Finalmente el último tajo reduce el tamaño de la viga a la mitad, y hasta Varikov es capaz de apartarla sin problemas y liberar al posadero, aunque la madera humedecida por la lluvia la hizo algo difícil de sujetar sin que resbalara.

Arik comprueba que las piernas le responden, aunque con un leve hormigueo por estar dormidas. Podrá cojear sin problemas de nuevo hasta la posada, y más ahora que hay un boquete por el que salir por la planta baja sin hacer espectáculos circenses con una cuerda atada al balcón.

Urik hizo bien en volver a meter a Parriwimple en el salón de la casa aledaña a la de la explosión y guarecer al herido de la lluvia de la calle a espera de que bajen los demás. La sombra de un balcón del lado opuesto de la calle le evoca un ala negra a la que mirar pensativo. Quizás podrían dar un rodeo después de rescatar a Arik, para ir a buscar a aquel ser parlanchín... o podrían volver a la posada y terminar con el reparto de las posesiones de Frau Ashlyn, secarse y tomar un tazón de leche caliente.

- "Ivalic, tengo algo que hacer antes de regresar a la posada. Debo... debo hablar con un cuervo." - Explico honestamente, sin andarme por las ramas.

- "¿Seréis capaces de regresar solos a la posada llevando a los dos heridos?" -

Ivalic cerró los ojos cada vez que el hacha de Varikov golpeaba la viga, no quería ver al pobre Arik sufrir los golpes, pero aquella era la única solución que tenían en aquellos momentos, si todos hubieran subido a ayudar sería distinto, pero el más fuerte que era Parriwimple estaba herido e Irina y Herr Urik habían quedado cuidando de él. Por fin la viga se partió en dos y el enano pudo retirar el trozo que caía sobre las piernas de Arik. Ivalic dio un par de aplausos mientras saltaba.

-¡Muy bien Señor Varikov! ¡Lo consiguió! Ivalic corrió junto a Arik para ayudarlo a levantarse. Arik, ¿Puedes levantarte? Yo te ayudo.

En aquellos momentos escuchó la voz de Herr Urik, parecía que tenía que hacer algo, aunque no creyó entender muy bien. ¿Hablar con un cuervo? No, no puede ser. Quizás llevar un cuerno, o algo de cuero, o un cuerpo... ¡Un cuerpo! ¡Hablar con un cuerpo tiene que ser! ¡Quiere hablar con alguno de los zombis! Los paladines siempre intentaban solucionar las cosas sin llegar a la violencia, pero Ivalic dudaba de que fuera a funcionar, aquellas cosas no hablaban, solo mordían y atacaban sin esperar a responder ninguna pregunta. Miró a Ariy y Varikov intentando descifrar que era lo que pensaban sobre eso por sus caras, pero la cara del enano estaba demasiado oculta debajo de una sucia barba como para ver nada detrás y Arik muy dolorido como para pensar en otras cosas.

-¡Sí! ¡Entre Irina, Varikov y yo ayudaremos a Arik y Parriwimple! ¡Ahora bajamos! ¡Pero no se vaya a hablar con los zombis, es muy peligroso!

Sería mejor permanecer todos juntos, si de regreso a la posada los atacaban más zombis la presencia del paladín sería fundamental, pero si había dicho eso sería que era una misión muy importante que no podía esperar. Ivalic se limitó a encongerse de hombros y esperó para ayudar a Arik a ponerse en pie y bajar junto a los otros.