Partida Rol por web

Helene vio cómo Parriwimple operaba con la maestría de un genio de la logística organizando el vivac para aquella noche. Sonrió cálidamente al gigante y acercándose a él, le acarició el rostro como solo una madre sabe hacer, como si el propio Parriwimple fuera su hijo.

-Eres un sol, mi buen Parriwim -dijo apocopando su nombre-. Y esto es simplemente... perfecto. Nadie más hubiera podido hacerlo igual de bien. ¿Sabes? Me siento segura contigo a mi lado, porque sé que cuidarás de mi hijo y eso para una madre no tiene precio, especialmente cuando el peligro vive a nuestro alrededor -Helene se puso de puntillas y besó maternalmente al gigantón-. Shhh, Ivalic. No grites. No despiertes nada que no quieras que sea despertado. Y ahora, niños, a dormir. Urik parece que va a hacer la primera guardia, así que yo le sustituiré luego. Vjelkus, es hora de que empieces a asumir responsabilidades. Harás la guardia conmigo. Es algo importante. De adultos. Como saber qué es una ramera, pero con mas contenido. De que estemos despiertos y alerta dependerá la seguridad de los demás y que duerman serenamente sabiendo que están protegidos. ¿Lo entiendes, verdad? Y podrás preguntarme cuanto quieras mientras velamos el sueño de nuestros amigos. Mira, ahí hay más clavas como la que Ivalic acaba de coger. Toma dos. Una para ti y otra para mí. Es hora de que aprendas a defenderte, hijo. 

Me alegro de ver que los demás al menos no discuten acerca de la necesidad de montar guardia cuando pasamos la noche al raso en un bosque de Barovia.

Cuando ellos se duermen, yo permanezco alerta y vigilante, con la espada en la mano diestra y el escudo sostenido en el brazo izquierdo. Permanezco especialmente atento ante signos de la presencia de Frau Irina o de Maese Hurnn en cualquier parte.

Ivalic dejó de saltar y se llevó el dedo índice a los labios mientras asentía ante las palabras de la Señora Helene.

-Tiene razón, será mejor no hacer mucho ruido. Y mientras Herr Urik hacía guardia el niño se acomodó en uno de los lugares que había acondicionado Parriwimple. ¿Vosotros sabéis hacer guardias chicos? Yo nunca hice ninguna... Señora Helene ¿Que se hace en la guardia? ¿Basta con quedarse despierto o hay que hacer algo más como lanzar una consigna cada cierto tiempo? Parriwimple, nuestra consigna puede ser... puede ser... ¡Ajo! porque además si viene un vampiro igual se asusta. ¿Que te parece?

Tumbado allí los ojos se le fueron cerrando poco a poco, al final a pesar de la pequeña siesta, las idas y venidas y todo lo que había corrido y jugado comenzaron a hacerle pesados los párpados.

La primera guardia fue realizada por Herr Urik sin contratiempos, a pesar de que no se había dado cuenta de que tres turnos de dos horas hace que descanses durante dos turnos de dos horas. La tercera guardia terminaría aproximadamente hacia las cuatro de la madrugada, y aún quedarían muchas horas por delante que no se habían planificado.

Tampoco se había tenido en cuenta realizar una hoguera...

Cuando estuvo lo suficientemente cansado, despertó a Helene y a Vjelkus.

Herr Urik les despertó a ambos, madre e hijo, para que hiciesen la segunda guardia, y a continuación se acostó. Vjelkus se mantuvo apoyado en el monolito casi todo el tiempo, usando la punta del clavo para dar pequeños toques al saco de Ivalic. Ivalic se revolvía dormido con cada dichoso golpecito, pero una madre es una madre, y Helene sabía que Vjelkus no lo hacía como travesura. A su benjamín le preocupaba algo.

Mamá... si no encontramos a papá, ¿te casarás con el señor Parriwimple? Es que... parecías muy cariñosa con él cuando estaba poniendo los sacos de dormir...

Tras un extraño intercambio de palabras, la ronda duró un par de horas más. Después de eso pudieron dormir, y despertaron a Parriwimple y a Ivalic para que les relevaran.

Helene despertó a Parriwimple, y Vjelkus hizo lo propio con Ivalic. Era el tercer turno, y Parriwimple parecía preocupado por algo. Por contra, Ivalic seguía tan inquieto y hablador como siempre.

Pasada una hora, Ivalic escuchó un gruñido en las sombras. que rodeaban el santuario. Algo animal y peligroso. Cuando se volvió vió a un par de lobos acercarse a la carrera. No eran demasiado grandes; su pelaje estaba despeinado y lejos de la majestuosidad de los lobos de las leyendas; ni siquiera sus mandíbulas parecían más grandes que las de un perro grande. Y a pesar de todo, un escalofrío surcó la espalda del niño.

¡GROOOOOAAAAARRRR!

El gruñido de ataque despertó a la gente en sus sacos. Uno de los lupinos se frenó en seco, y empezó a olisquear el suelo. El otro cargaba con las fauces abiertas en dirección a Ivalic, que aún tuvo tiempo de reaccionar, ¿pero qué hacer?

Abro los ojos sobresaltado. Por un momento mi vista está enturbiada y apenas distingo formas. ¿Qué está sucediendo? Todo es confusión...

Helene despertó con los gruñidos. La sorpresa y el sueño jugaron en su contra y enredándose en el saco, fue incapaz de hacer nada.

Algo agitó a Ivalic mientras dormía plácidamente y se resistió a despertarse.

-No mamá... es muy temprano aún, está oscuro.

Siguieron insistiendo y no tuvo más remedio que entreabrir los ojos para comprobar que no era su madre, era Vjelkus.

-¿Vjelkus? ¿Pero que haces tu en mi...? ¡Ah! Es verdad... el campamento, la guardia, no me acordaba. Aunque de mala gana se desperezó poco a poco e intentó espabilarse un rato. ¿Que tal tu guardia? ¿Todo bien?

La noche parecía tranquila y ni Herr Urik ni la Señora Helene y su hijo habían tenído ningún inconveniente. Se puso al lado de Parriwimple y comenzó a hablarle para así mantenerse despiero más facilmente.

-¿Que tal dormiste Parriwimple? ¿No tienes sueño? Yo me muero de sueño !Auuuuaaaaaa! Ivalic bostezó y se desperezó y mientras lo hacía le pareció escuchar algo. ¿Que fue eso? ¿Oíste algo? No... no debe ser nada.

Se volvió para comprobar un par de sombras que se movían en la oscuridad intentando pasar desapercibidas, eran dos lobos y no parecían tener buenas intenciones. La impresión dio un escalofrío al niño que se quedó quieto observando, hasta que uno de los lobos comenzó a correr en su dirección mostrando sus feroces fauces.

-¡LOBOS! ¡LOBOS! ¡NOS ATACAN LOBOS! Necesitaba despertar a todos para que no les pillaran desprevenido.

Estuvo tentado a salir corriendo en dirección contraria y refugiarse tras el monolito pero él era uno de los vigilantes de ese turno y no podía hacerlo, junto a Parriwimple resistirían el ataque mientras los otros se despertaban. Esperó que llegara el lobo y le soltó un golpe en la cabeza con su palo.

Justo cuando parecía que el lobo se estaba comiendo la pantorrilla de Ivalic, los demás espabilaron lo suficiente tras la cabezadita como para fijarse en los detalles. La dentellada solo había mordido tela, y el lobo forcejeaba con la pernera del pantalón sin haber saboreado carne. En el suelo, los símbolos mágicos se iluminaron dando a Ivalic la protección justa para esquivar aquellas fauces por los pelos. El niño incluso logró contraatacar dando un débil mamporrazo a aquella bestia sanguinolenta sedienta de tejidos de lana.

Los demás estuvieron lentos y tardaron en reaccionar. Según se mire, eso fue una suerte: ninguno de ellos pudo salir al encuentro del segundo lobo, con lo que el animal siguió olfateando... y olfateando... y olfateando... Metió el hocico en uno de los densos bancos de niebla que salpicaban el lugar y tiró de una túnica negra con los dientes...

Grrrr... grrrrrrrrrr...

¡Ay! ¡Maldito lobo hijo de perra! ¡Suéltame! ¡Que me vas a estropear la vigilia!

Aquella voz les era familiar. Pocos segundos después, el lobo logró tirar lo suficiente como para sacar a Madame Eva de las Brumas y exponerla a la vista de todos. Parece ser que ahora necesitaba la protección del bosque para no ser detectada, y que como todo hijo de vecino, llevaba toda la noche rezando y meditando en el Santuario para poder conseguirlo.

Nuevamente, el anciano continuaba...

¿Quién mató al petirrojo?
"Fui yo", dijo el gorrión.
Con mi arco y mis flechas.
¿quién bebió de su sangre?
"Fui yo", dijo el pez.
La bebí en un plato pequeño.
¿Quién cantará su elegía?
"Sere yo", dijo la paloma.
Lloraré por mi gran amor,
esa será su elegía.
¿Quién hará sonar las campanas?
"Sere yo", dijo el toro.
Todos los pájaros del cielo cayeron estre suspiros y lloros
cuando escucharos las campanas tocar a muerte por el pobre
petirrojo
Pero...
¿Quién le vió morir?
"Fui yo", dijo la mosca.
¿Quién llevará la antorcha?
"Sere yo", dijo el pardillo.
Fue el gorrión el que mató al pobre petirrojo...
¿Y quién mató al gorrión?
"Fui yo", dijo alguien riendo...

Al no tener nada mejor que hacer, parece que el viejo seguiría repitiendo la canción durante horas. La puerta de la derecha, las tres puertas de la izquierda, las escaleras que suben y el rastrillo que impide el paso a otra habitación son las opciones para seguir explorando. A espaldas de Irina, la puerta por la que llegó, que daba al comedor de la guardia y a la puerta pequeña que no había revisado. A Irina le costaba reconocerlo, pero con tanta puerta, se había perdido.

Irina fue consciene de que se había perdido, si, así que optó por traspasar la primera puerta de la izquierda. Sospechaba que su hermano estaría en lo más profundo del caatillo pero no quería cometer el error de pasarselo de largo.

Irina no encontró nada interesante en esa habitación cuadrangular. Se trataba tan solo de un pequeño dormitorio del servicio, lleno de basura: ropa, escudos mellados, espadas rotas, cascos abollados... Si no estaban utilizando ese lugar como almacén temporal, es probable que el demente de la canción del pasillo tenga síndrome de diógenes, y haya estado acumulando estos objetos por décadas.

No había puertas, pero es de suponer que la pared de su izquierda limite con el comedor de la guardia, y la pared de la derecha con la habitación a la que dé la segunda puerta a la izquierda del pasillo.

El fantasma, cada vez mas frustrado, examino la puerta mas pequeña, para ver que escondia

-¡Ay Ay!

Los dientes del lobo se clavaron muy cerca pero por fortuna no llegaron a la pierna del muchacho, tan solo a la pernera del pantalón.

-¡Déjame lobo feo! Ivalic soltó otro golpe con su palo esperando que fuera más efectivo que los anteriores y que sirvieran para ahuyentar al animal. ¡Parriwimple quítamelo que me muerde!

Miró desesperado a su amigo y al resto por si alguno podía acudir en su ayuda y vio como el otro lobo sacaba de entre los arbustos y la niebla a Madame Eva, pero estaba demasiado ocupado con su lobo como para poder hablar con ella.

-¡Socorro!

Me pongo en pie, embrazo mi escudo en el brazo izquierdo y desenvaino la espada de acero encantado, esgrimiéndola en la diestra.

Me pongo a la defensiva mientras evalúo la situación.

Helene se puso en pie, perpleja por la aparicion de la vieja cuya presencia les había pasado totalmente desapercibida. No tuvo tiempo de prguntarse quién podía ser y cuál era el objeto de su presencia allí. Aún estaba oscuro y no podían aporeciarse bien las cosas y los perfiles. Manteniendo a Vjelkus a su lado, a quien sujetó por el hombro, murmuró un sencillo hechizo.

-¡Luz!

Al ver que su amigo estaba siendo atacado Parriwimple reaccionó con rabia. Al fin y al cabo, había perdido muchos amigos. Con unas rápidas zancadas se puso junto al pequeño Ivalic, descargando contra el lomo del lobo un durísimo golpe que resonó con el sonido de huesos partiéndose

- Lobo malo. Suelta