Partida Rol por web

Rápidamente, enarbolo la Espada Solar a dos manos e invoco el poder de Castigar Muertos Vivientes, golpeando al malvado Conde en su forma de lobo. El impacto no es todo lo fuerte que yo hubiera deseado, pero al menos le he dado.

Estuvo de acuerdo con Tasia sobre el lugar para mantenerse acampados y parecía que el resto también, así que comenzaron a instalarse allí. La capilla no tenía mucho que explorar, pero Ivalic la recorrió de arriba abajo, no solo para conocerla por si había una lucha allí, sino porque pocas veces podría estar en algún lugar como aquel, con tantos detalles y adornos desde luego no se parecía en nada a la iglesia del pueblo, mucho más sencilla.
Acudió a la llamada de Tasia, algo nervioso cuando escuchó el tono bajo que utilizaba la muchacha y que empezaba a enseñarle sus tatuajes ¿Iba a enseñarle aquel tatuaje que mantenía oculto?

-¿El león? No, todavía no está. Yo también creo que debes descansar, ha sido una lucha agotadora y el monstruo te ha golpeado duro. ¿Donde conseguiste esos tatuajes? Me gustaría tener unos así, son muy útiles...

Dejó que Tasia descansara mientras pensaba que tipo de tatuajes podría hacerse, desde luego el del león no le parecía adecuado para él, no se veía dando puñetazos, tenía que haber otras utilidades más compatibles con su estilo.

Uno que me vuelva invisible, o potencie mis hechizos...

Se puso a dormir pensando en todos los tatuajes que podría hacerse y sus diversos usos, no sin antes haber comido algo, reponer fuerzas era tan importante como descansar y la caja mágica de Ludovico estaba resultando vital para la existencia del pueblo y del grupo de aventureros, era una pena que el semi vistani no los acompañara, con él tendrían muchas más posibilidades. Cuando ya llevaba un rato durmiendo alguien lo despertó.

-¿Que? ¿Ya es mi turno de guardia?

No lo era, solo se trataba del Doctor Rudolph queriendo explicarle algunas cosas, pero a pesar de la decepción que sentía por la noticia de no recibir los conocimientos mágicos del doctor comprendía los motivos que le habían llevado a esa decisión y tampoco estaba dispuesto a tal sacrificio. Otros como Ludovico estaban dispuestos a enseñarle muchas cosas sin tener que renunciar a nada.

-No se preocupe Doctor Rudolph, le comprendo. Debería hablar usted con Firan, es un excelente mago, quizás reúna las condiciones que busca. Pero... dígame algo. ¿Conoce usted bien a Tasia? ¿Que puede contarme sobre ella?

Le parecía una buena posibilidad, aunque no sabía si su amigo era lo que el doctor buscaba, parecía algo exigente. Por su parte se conformaba con lo que supiera de aquella chica que había entrado en su vida con tanta fuerza. Tras la conversación siguieron durmiendo, hasta que un disparo lo despertó. Se reincorporó de repente asustado mirando a su alrededor.

-¡Es Strahd! ¡Debemos matarlo!

Bueno, ya que habían ido a eso estaba bien no gastar más fuerzas contra sus monstruos y enfrentarse directamente a él. Lo malo es que Ivalic no se sentía descansado y apenas se veía con fuerzas para lanzar hechizos. Esperaba que el vampiro no fuera inmune a su trabuco. Cargó y apuntó con cuidado mientras veía como su enemigo se iba transformando en un lobo. En cualquier caso estaba preparado, tenía muchos balines que seguramente le harían daño al vampiro, cogió no especial, una bola de plata mágica.
Su disparo ni siquiera llegó a impactar en el lobo para su desgracia, había perdido una de sus mejores balas.

Parriwimple, cuando despertó, trató de explicar lo que había visto, pero era demasiado confuso, y se hizo un pequeño lío. Era... algo enorme haciéndose malo y deforme y que se comía luz. Parriwimple estaba herido y cuanto más herido, más luz salía y más luz comía el ser y más feo y purulento era. Al no conseguir explicarse mejor, negó con la cabeza, aunque se le notaba feliz al recibir la llave de su querida esposa.

Ahora estaban más cerca de rescatar el alma de su hijo, y besó con cariño los labios de su mujer, incapaz de mantener el miedo con ella cerca, a pesar de todo lo que la vida les había castigado.

- Gracias a todos. Querer rescatar hijo-  dijo Parriwimple mirando a los presentes sin saber muy bien qué más decir.

¿Después? El cansancio, el descanso con todos, y el abrupto despertar.

Era el vampiro. Había llegado, y estaba ahí, frente a todos, y muchas armas no le hacían daño. Parriwimple se preguntó como actuar, y finalmente, tomó una decisión, y acercándose a Strahd, le tocó con las manos desnudas. Aún estaba por ver que sirviera de algo, pero enlentecer al ser parecía una buena opción.
 

El lobo terrible lanzó un bufido de dolor. El corte de la Espada Solar era profundo, y el poder benigno de la hoja aún le escocería durante días. De la mano de Parriwimple empezó a surgir hielo dorado en la zona en la que tocaba el pelaje de la bestia, pero de una sacudida, Strahd rompió aquella escarcha resistiéndose a la naturaleza divina de aquel material. Finalmente, la gemela que estaba de guardia lanzó un segundo frasco de agua bendita. Al romperse sobre el Conde, el agua empezó a hervir al contacto con el pelaje del lobo, quemándolo.

Consciente de su precipitación... de su error... Strahd Von Zarovich volvió a transformarse en murciélago y ascendió descuidando sus defensas. Eso permitió a Urik tener oportunidad de atacarle en su retirada. El murciélago se transformó en humo y siguió ascendiendo hasta debajo de la balconada, a cincuenta pies de altura, y desde ahí se filtró por la misma grieta de la roca por la que había llegado.

Huye hacia su ataúd, para lamerse las heridas, pero será difícil seguirle. Esa grieta puede bifurcar en cualquier dirección por el interior de los muros. Tal vez separándonos... un grupo por las puertas, y otros dos deshaciendo las barricadas y aventurándose por los dos pasillos. Algunos podrían llegar a recuperar su pista, y otros quizás alcanzarían la muerte. Es vuestro ritual, Herr Urik. ¿Deseáis completar la vinculación con el Icono del Cuervo o tratamos de encontrar el ataúd de Strahd mientras está débil?

- "Nosotros también estamos débiles, Doctor Van Richten. Las defensas del Castillo siguen mayormente intactas, y no deberíamos enfrentarnos a sus trampas y guardianes cuando apenas nos queda poder sanador. Yo prácticamente he agotado todas mis energías.

Quizá eso es justamente lo que Stradh quería, que le persiguiéramos en nuestro actual estado, estando tan debilitados, para atraernos a trampas cada vez más mortíferas y letales.

Creo que debemos descansar y recuperarnos. Creo que envalentonarse y perseguir al Conde por el Castillo de Ravenloft a lo loco es lo que puede haber acabado antes con tantos grupos aventureros.

Sobre separar el grupo, personalmente creo que es la única manera eficaz de llevar a cabo un asedio a un castillo como este, pero no soy yo quien decide. Nuestro líder es Herr Parriwimple, y ahora mismo nuestra prioridad más inmediata es salvar el alma de su hijo. Es un objetivo factible y realizable, mientras que el resto de nuestros objetivos... bueno, aún están por dilucidarse." -

Parriwimple se rascó la cabeza, pensativo, y finalmente asintió a las palabras de Ser Urik.

- Parriwimple ya decir todos juntos. Si no estar juntos, seguro ser de talaraña- como en tantas ocasiones el burgomaestre distrae o confunde alguna de las letras de palabras que no usa a menudo- haber matado a amigos, o a propio Parriwimple. También ahora conde malo poder haber matado a algunos. Parriwimple cree que mejor Urik terminar ritual, y luego seguir y buscar otra llave, y salvar alma hijo Parriwimple, y luego seguir matando seres malos amigos conde, y luego matar conde, y salvar gente y pueblo.

Dicho así, parecía un proyecto enorme, e irrealizable. Pero al mismo tiempo... Había algo tranquilizador en la forma ingenua de expresar las prioridades del bondadoso gigantón que, al terminar de hablar, mira a Helene, y al resto de sus compañeros. Por si alguno no está de acuerdo con él.

Por un momento Ivalic pensó que podrían conseguirlo, pero su esperanza salió volando por el mismo lugar por donde había entrado. Quería seguirlo y acabar con él, acabar por fin con esa pesadilla que asolaba su tierra desde hacía ya demasiado tiempo, pero debía admitir que Herr Urik tenía razón. La lucha de aquella mañana los había dejado al límite y todos estaban cansados, el Conde sin embargo aún disponía de las defensas de su castillo y muchos esbirros, probablemente solo había probado suerte por si los tomaba por sorpresa.

-¿Para que sirve su ritual Herr Urik? El Conde parecía querer impedirlo a toda costa.

Y si el Conde quería impedirlo, ellos necesitaban completarlo para poder vencerle. También estaba de acuerdo con Parriwimple, debían permanecer unidos. Ivalic estaba convencido que si hubiera faltado alguien en la lucha contra el golem todo el grupo hubiera muerto.

-Parriwimple tiene razón, creo que lo mejor es seguir unidos, al menos así tendremos una posibilidad. Pero lo mejor es ir paso a paso. Sigamos descansado, el Conde se ha ido con el rabo entre las piernas y eso es una victoria, aunque la próxima vez tendrá más cuidado y eso es malo, pero ahora sabe que podemos hacerle daño y el miedo puede jugar a nuestro favor. También sus aliados se enterarán, puede que algunos acaben abandonándole, quien sabe... Por la mañana Herr Urik habrá completado el ritual, nosotros habremos descansado y repuesto nuestra magia y podremos seguir con el rescate de vuestro hijo. Después veremos como continuamos.

Sí, era lo mejor que podían hacer, ir poco a poco cumpliendo pequeños objetivos. Tras hablar Ivalic se acercó a Tasia.

-El Conde ha tenido mucha suerte hoy, si le hubieras dado uno de tus puñetazos habría volado pero a otro país. De todas formas acabaremos con él, este castillo será su tumba.

- "No creo que nos haya atacado por el ritual, mi buen Ivalic. Creo que ha sido porque nos creía en las últimas tras habernos enfrentado al Gólem de Telaraña. Y casi acierta.

No estoy completamente seguro del efecto exacto del ritual. Creo que al activar todos los poderes del medallón será posible volver a ordenar nuevos Caballeros del Cuervo. En esencia lo que da es esperanza, Ivalic, y la esperanza de por sí es la enemiga de todo cuanto el Conde representa." -

Unas cuantas horas más de descanso para recuperarse de las heridas, y el sol siguió surcando el cielo hacia el ocaso. Urik no. Urik dedicó ese tiempo a forjar su destino. El vínculo con el símbolo sagrado¹ se completó alrededor de las once de la noche. Todo el oro de las monedas dejadas en el altar se fusionó con la reliquia, con un destello de luz breve e intenso que anunciaba la epifanía.

Asombroso... Digno maestro de la Orden Sagrada del Cuervo.

Escuchad, Herr Urik de Teudeldorf... Ahora podéis usar los poderes del medallón.

-Luz, para iluminar el camino...

-Luces danzantes, cual fantasmagoría...

-Llamaradas, en un destello, para deslumbrar a vuestros enemigos...

-Detectar muertos vivientes, para distinguirlos de los vivos y saber cuando aplicarles castigo...

-Todo lo anterior, a voluntad, pero además también podréis detener a los muertos vivientes dos veces al día, paralizarlos, para dejarlos indefensos.

Ese es ahora vuestro poder, Herr Urik de Teudeldorf. Esa es ahora vuestra bandera. ¡Larga vida a Herr Urik de Teudeldorf!

Por supuesto, nadie coreó a Hack, ya que solo podía ser escuchado telepáticamente por Urik, pero había sido un bonito intento por parte del cuervo que seguro que el difunto Hurrn nunca habría tenido.

Las gemelas abrieron las puertas de la capilla. La siguiente parada era el laboratorio de alquimia, en una de las torres del castillo. Allí encontrarían la llave que faltaba. Atravesaron un alto pasillo, con cuadros de retratos nobiliarios, de esos que dan la sensación de seguirte con la mirada. Finalmente, llegaron al recibidor en el que dos años atrás una mesa mostraba una colección de máscaras. Esa mesa había sido retirada, y la cámara estaba desnuda salvo por las columnas que sostenían su cúpula.

Cuando una de las gemelas, portando su antorcha, torció para tomar el corredor sur, cuatro de las gárgolas que coronaban las columnas se pusieron en movimiento. Las bestias desplegaron sus alas y echaron a volar, planeando en círculos sobre los intrusos.

¡Gárgolas mágicas! ¡No ataquéis si vuestras armas a distancia no son mágicas! ¡Es más! ¡Corred antes de que caigan sobre nosotros!

- "¡Debemos alcanzar las escaleras de caracol! ¡Corred!" -

Avanzo todo lo deprisa que puedo hacia las escaleras de caracol, donde planeo quedarme el último para rechazar a las gárgolas.

No era la primera vez que Ivalic contemplaba un ritual parecido llevado a cabo con Herr Urik. Años atrás había hecho guardia, más o menos, para que el paladín pudiera llevar a cabo la transformación de su espada solar, pero seguía maravillándose por los efectos de la magia.

-¡Vaya Herr Urik! ¡Un gran trabajo! Estoy deseando ver que puede hacer su medallón ahora.

Era toda una incógnita pues nadie parecía saber muy bien que poderes tenía ahora, aunque fuera lo que fuera Ivalic estaba seguro que les ayudaría en su propósito de derrotar al Conde. Antes de eso se habían fijado como objetivo rescatar el alma del hijo de Parriwimple y para ello su próxima parada era el laboratorio de alquimia, donde se dirigieron. Ivalic caminaba al lado de Tasia a la que ponía al día de todo lo que había pasado.

-Hace un par de años el Conde nos invitó a una fiesta de disfraces, fue entonces cuando llegamos a un acuerdo: una tregua de dos años. A nosotros nos venía bien pues debíamos prepararnos, creo que ahora podemos derrotarlo. Aquí había una mesa de madera y estaba llena de máscaras, todos teníamos que coger una, se supone que no debíamos saber quienes eran los otros invitados. ¿Has estado alguna vez en una fiesta de mascaras? ¿Te gusta bailar?

Las preguntas quedaron en el aire, el mismo aire en el que ahora unas gárgolas volaban amenazantes. Ivalic echó mano de su trabuco pero parecía que lo mejor era hacer caso a Herr Urik y salir corriendo, quizás no hacía falta derrotar a todos los aliados del Conde, al fin y al cabo en cuanto lo mataran la mayoría de esas criaturas serían más inofensivas o huirían. Cogió la mano de Tasia y tiró de ella.

-¡Corre! ¡Vamos!

Todos echaron a correr. Tasia agarró fuertemente la mano de Ivalic, quizás por el miedo, quizás porque su cuerpo estaba entrenado para hacerlo de ese modo. La gemela que iba más adelantada torció con su antorcha hacia el pasillo que daba a las escaleras, justo cuando la alabarda de la armadura decorativa del corredor amplio se escurrió del guantelete cayendo como una guillotina entre y ante varios de los corredores. No hubo que lamentar víctimas, pero quedaron con la duda de si aquello había sido una trampa o mera casualidad. Al fondo, escaleras hacia abajo y hacia arriba.

Subir los escalones de la escalera en espiral se hizo más extenuante...

Arf, arf... por si no tengo otra ocasión para contártelo, arf... No, no he ido nunca a una fiesta de máscaras. Y no suelo bailar, pero no es muy distinto a algunas modalidades de artes marciales...

Pasaron de largo por delante de la puerta cerrada del despacho del senescal. Siguieron corriendo escaleras arriba mientras dejaban atrás el rellano con una segunda puerta. Con el tiempo, no todos los corredores eran igual de resistentes y rápidos, y el grupo se fue disgregando. El último escalón daba a un tercer rellano más espacioso, de diez por veinte pies.

En cada uno de los lados cortos del rellano había un nicho y una escultura. A la izquierda, una escultura de cadenas. A la derecha, una de piedra. En el mismo lateral en el que terminaban las escaleras en espiral, empezaban otras en la mitad derecha que seguían subiendo.

En frente a las escaleras había una puerta cerrada de hierro, y un retrato bastante familiar...

Tatyana Federovna

Aunque el cuadro ponía el nombre de Tatyana, el rostro era el vivo retrato de su penúltima reencarnación: la difunta Irina.

Por aquí...-señaló la gemela que abría el paso, en dirección a las nuevas escaleras en espiral que subían desde el rellano, sin que estuviese su gemela para completar la frase.

A parte de Gennifer... ¿O quizás Laurie? También habían llegado hasta el rellano Tasia, Ivalic, Parriwimple, Hack, Urik y Helene. Y el resto les alcanzaría en breve.

Parriwimple corre tan rápido le es posible... pero prefiere no dejar nadie atrás. Aunque hasta su torpe cabeza comprende que eso es inevitable. Quizás por eso, al ver que Ida, su Ida, se retrasaba, la agarra del talle, aprovechando su enorme fuerza, para llevarla casi en volandas hasta el rellano. No estaba dispuesto a dejar que fuera atacada o muerta por su culpa.

No si podía evitarlo.

Quizás por eso no prestó demasiada atención cuando llegó al rellano, centrando su atención en su esposa.

- ¿Ida bien? ¿Parriwimple no hacer daño a su querida Ida?

Corriendo con todas sus fuerzas apenas podían hablar, pero el esfuerzo de hacerlo, si era con Tasia merecía la pena.

-Cuando venzamos a Strahd lo celebraremos con una gran fiesta y bailaremos. Arf, arf. Mi madre dice que soy un gran bailarín.

A decir verdad había estado practicando, incluso Ludovico le había enseñado algunos pases de baile vistanis.
Cuando llegó arriba se paró un poco a recobrar el aliento mientras miraba la estancia a la que habían accedido.

-¡Mirad! ¡Es la señorita Irina!

Dijo señalando un cuadro, aunque el nombre que indicaba era el de Tatyana Federovna, eran como dos gotas de agua.

Supongo que la pequeña Helene también será igual cuando crezca...

​Trato de ocultar mi sonrisa al escuchar al joven Ivalic. ¡Es todavía tan joven e inocente!

En el fondo de mi corazón, no tengo plena confianza de que nosotros seamos los que consigamos vencer a Stradh. Aspiro a debilitarle tanto a él y a sus defensas en su Castillo como para que quizá el siguiente grupo de aventureros dentro de una generación lo consiga.

Corría sin mirar atrás, avanzando como un barco en medio de la tormenta, confiando en que sus hijos la seguirían. Se detuvo un instante para coger resuello, jadeando casi dolorosamente, doblada sobre sí, cogiéndose los costados.

-Estoy ya mayor para estas cosas -farfulló, al tiempo que miraba alrededor-. ¿Jeff, Vjelkus, Firan? -preguntó súbitamente inquieta.