Partida Rol por web

Me quedo en la entrada mirando a las personas que estan dentro y veo un grupo bastante curioso el que se ha reunido en el establecimiento.

-Buenas señores y señora. Me llamo Vadia y esta otra elfa que viene conmigo es Thenidiel. Estamos buscando a alguien llamado Manfrost, pero no sabemos nada más acerca suyo. ¿Nos podríais ayudar, por favor?

Y miró al ave fijamente.

Cuando Braka propone que nos sentemos en una mesa, asiento con la cabeza, pero lo primero que hago es llevar a Rufus y su jarra de cerveza a la mesa, para que esté tranquilo, no le gusta que lo excluyamos de las charlas.

Después me acerco con una silla y mi propia jarra de Guinnes para escuchar atentamente el relato del orco. Algunas de las cosas que dice las veo muy lógicas, otras las veo imposibles, y otras las veo factibles.  Cuando acaba su relato me pongo de pie en la silla para poder llegar a apoyar mi diminuta mano en su hombro y darle unas palmadas de afecto, mientras Rufus nos mira con cierto desdén, aunque mantiene el pico cerrado, que ya es algo.

Te comprendo, Braka. Se lo que sientes, ya que es lo mismo que siento yo. - Digo con mi voz aguda. - Me temo que no había oído hablar de ti antes, ni de tu clan. Mi clan era pequeño y nos movíamos principalmente por El Reino, siguiendo sus rutas y ajenos a casi todo lo que pasa más allá de la siguiente colina. - Me encojo de hombros antes de continuar. - Tal vez tú si puedas pagar al curandero, ya que provienes de un clan poderoso, pero mi clan era pequeño y pobre, sólo tengo lo que llevo encima, y no es mucho, como puedes comprobar a simple vista.

Cuando Abaliv se une a la conversación, me doy cuenta de que ambos se mueven en un mundo muy distinto al mio.

Me temo que no he oído nada de él, Abaliv. - Digo cabizbajo mientras me vuelvo a sentar en la silla y le doy un trago a la cerveza. - Veo que los dos estáis interesados en ir a la Nación de los Magos, yo no tengo un rumbo fijo, voy allí donde me llevan mis pies, busco trabajos que me permitan comer y beber unas cuantas cervezas y sigo con mis preguntas y mi búsqueda. Nunca he estado en la Nación de los Magos, puede ser interesante, y tal vez allí nos puedan dar alguna indicación sobre lo que buscáis y sobre los que acabaron con mi clan. - Me giro hacia el pato para preguntarle: - ¿A ti que te parece, Rufus? ¿Estás de acuerdo con lo de ir a la Nación de los Magos?

A mi me da igual, verdoso, mientras sigamos buscando a Cornelius, para poder librarme de ti lo antes posible, lo demás no me importa. - Responde el pato con su habitual diplomacia, aunque de pronto deja de beber y se gira su cabeza hacia la puerta con el pico abierto. - ¡Hostia puta! ¡Son dos elfas! Mira verdoso, elfas, nunca las había visto.

Me giro hacia la puerta y veo las dos gráciles figuras que han entrado, por la puerta mientras yo hablaba. Enarco una ceja al verlas, ya que no es habitual ver a los elfos, y menos aún a dos elfas entrando en una taberna. Me levanto de un salto y tras girar en el aire y caer encarado hacia ellas, hago una grácil reverencia hacia ellas.

Lady Vadia, lady Thenidiel. - Digo con mi habitual voz aguda. - Bienvenidas a La Ciudad del Agua, ¿les apetece una cevecita? Ah, no, perdón, tengo entendido que a los elfos os gusta más el vino, ¿no? No se como será el vino de aquí, pero hasta ahora el tabernero se ha portado así que habrá que probar. - Digo con una sonrisa antes de girarme hacia la barra y gritar con voz aguda y chillona - ¡Tabernero! ¡Dos copas de tu mejor vino para las damas! - Me giro de nuevo hacia ellas antes de continuar: - En cuanto a vuestra pregunta, a mi no me suena su nombre. Tal vez a alguno de mis compañeros les suene. ¿Lady Mirr? ¿Maese Weispell? ¿Maese Abaliv? ¿Caudillo Bagim?

Observo algo perplejo al goblin pues sus habilidades diplomáticas y de conversación no son las típicas de los de su raza. Como habla el bicho, no para. Pero no se de que me extraño, va con un pato que habla.

Palmeo el aire haciendo como si apartara esos pensamientos tan absurdos y me centro en las dos elfas, mirándolas de arriba a abajo. Varias veces. Deteniéndome cuando es necesario.

Esto, ¿que? si, digo no, nunca he oído hablar de ese tal Manfrost -ese nombre es absurdo, me deja helado, un hombre helado -¿Quién es él? ¿para que lo buscáis? Si puede saberse, claro. En estos tiempos de conflicto todos debemos ayudarnos los unos a los otros pues campan a sus anchas asesinos y bandidos que sirven a la oscuridad. Nosotros partimos a la ciudad de los Magos, tal vez podamos preguntar por ese hombre allí.

Día 2

(Turno de día)

Las sombras acechan

Llega la mañana siguiente sin mayores contratiempos. Y hasta los mas escépticos comienzan a pensar que eso de la llegada del Mal podría ser cierto. Cada vez hay mas violencia y muerte en los caminos, y no parece tratarse de simples criminales...

Sombras, todo el mundo dice que se trata de las sombras. Primero los gigantes ciegos parecen abandonar las Tierras Sombrías sin motivo aparente y ahora las sombras cobran corporeidad y aniquilan todo tras su paso...

Lo peor de todo, es que las sombras están en todas partes...

Los guardias de todas las zonas del mundo no paran de repetir que lo mas seguro en el día de hoy es no salir de sus hogares*

Rendam negó con la cabeza, suspirando. - Me temo que no he descubierto nada más. Sin embargo si Baesa puede sernos de ayuda quizás sea la clave para descubrir qué diablos está pasando en el reino. -

- Yo tampoco sé nada de nadie con ese nombre, pero también estaré encantado de ir con vosotros a la Nación de los Magos. No os he contado todo lo que os podía contar, así que si nos dirigimos hacia allí seré claro. - dijo, terminandose la nueva cerveza que había pedido

- Como os he dicho, soy Rendam Weispell. Estoy bajo las órdenes directas del Rey Cail, y hasta ahora me dedicaba a ir por el Reino solucionando los problemas que en éste surgían. No me encontraba muy lejos de las Tierras Sombrías cuando noté que algo extraño estaba pasando, así que volví a la Ciudad del Fuego. El Rey me confirmó mis sospechas y me pidió que viniera aquí para comenzar una investigación. -

- Mis motivaciones no son tan profundas como las vuestras, pues yo sigo órdenes, pero quiero que ese Mal Supremo se vaya por donde ha venido y si hay que acabar con el hechicero que lo está provocando, así sea. Mi espada está con vosotros. - digo dándome un golpe en el pecho con el puño, a la altura del corazón

-Bueno entonces estamos de acuerdo, viajaremos a la Nación de los Magos antes de que anochezca...pues será más seguro. -dijo el orco mirando a Pispas, Abaliv y Rendam. -Sé bienvenido a nuestra compañía, Rendam. -a las claras el orco nunca reparó en temas de cortesía, heráldica o pompa alguna...siempre ha preferido ser más práctico que todo eso.

No pudo evitar tratar a las elfas con recelo, pues instintivamente desconfiaba de ellas...pues siempre ha pensado que las delicadas y gráciles formas de los míticos elfos son un buen motivo de desconfianza...como si la rudeza fuera sinónimo de sinceridad. -No recuerdo a nadie con ese nombre. -es lo único que respondió, antes de volverse a sus compañeros. -Quizá deberíamos investigar juntos por los alrededores sobre esas extrañas sombras, por peligroso que pueda resultar...Aunque parezca mentira mi hacha se desoxida con la sangre y la batalla... -acabó diciendo con una muy amplia sonrisa. Humor orco podrían llamarlo... -...aunque por desgracia las sombras no tienden a sangrar. -añadió perdiendo gran parte de la sonrisa.

Partiremos pues a la Nación de los Magos -concluyo, decidido -pero mientras estemos aquí me gustaría obtener toda la información posible. Decidme, elfas, ¿quién es ese hombre? ¿para que lo buscáis? Y tu, Tiria, ¿tienes algo que nos pueda servir? -pregunto a todos, tratando de saber más de los problemas que se avecinaban en la tierra.

Poco puedo aportar a esta situación. No soy una guerrera y eso del Mal... me sonaba a cuento pero parece cada vez mas real y eso asusta un poco.

No creo que pueda ser de mucha utilidad ahora mismo.

Asiento ante las palabras de mis compañeros, aunque me sorprendo un poco por la locuacidad de Rendam, ya que no me la esperaba. Cuando terminan de hablar, la decisión es clara, nos vamos a la Nación de los Magos.

¡Decidido entonces! - Digo levantando la jarra para brindar y beber por la decisión tomada. - ¡Nos vamos a La Nación de los Magos! ¿Que te parece Rufus? ¿No crees que es un buen plan?

A mi me da igual, siempre que no te olvides de que estamos buscando a Cornelius. - Responde el pato indiferente, sin dejar de mirar hacia las elfas. - Yo sólo se que una elfa me está mirando, a mi, no a ti, verdosillo, ¿que te parece eso a ti? ¿eh? - Se burla el pato antes de volver a beber por la pajita de su jarra de cerveza de trigo.

Dejo escapar una carcajada ante sus comentarios y levanto la jarra para brindar con él. Después de dar un largo trago a la cerveza, poso la jarra y saco la espada, comprobando su filo, mientras recuerdo las palabras de Braka.

No se si las sombras sangran o no, nunca me las he encontrado. - Saco la piedra de afilar y me pongo a repasar el filo de la hoja. - Pero desde luego tienen toda la pinta de ser las responsables de lo que le sucedió a mi clan, por lo que tengo ganas de encontrármelas y de presentarles mis respetos. - Mi voz ha bajado su sonoridad mientras una sonrisa siniestra asoma en mis labios - El clan Ilquar era pequeño pero nunca rechazó una buena pelea, y como uno de sus últimos miembros del clan, no pienso insultar su recuerdo. Buscaré y exterminaré hasta el último hijo de puta responsable de enviar a esas malditas sombras contra nosotros, o moriré en el intento y me reuniré con los míos en las estepas del más allá. - Mientras hablo voy pasando el filo por la mano, empapando la hoja con mi sangre, como en su día hice con mis dagas del clan. - Este es mi juramento de sangre.

-Señor,- respondo al humano que ha dicho que está siguiendo ordenes del rey Cail -nosotras también estamos siguiendo sus ordenes, pero hemos decidido que antes de partir debemos hacernos con provisiones, por lo que estaríamos muy agradecidas si nos indicaraís donde los podemos obtener. Por otra, no se quien es Manfrost, ni para que lo buscamos, solo se que debemos encontrarlo lo antes posible.

Viendo que este grupo no sabe nada de Manfrost me giro hacia Thenidiel y le digo.

-Creo que deberiamos investigar la ciudad haber que encontramos y haber si podemos conseguir algo de provisiones.

A Braka nunca le gustó estar cruzado de brazos... -Sea pues, iremos al mercado a comprar provisiones y luego investigaremos sobre los peligros que acontecen. Quien quiera unirse a nosotros bienvenido sea. -dijo el orco saliendo de la taberna, esperando que por lo menos le siguieran aquellos que habían mostrado interés en la investigación.

Bien, vayamos todos juntos a volver a recabar información y, cuando acabemos, partamos a la Nación de los Magos. Puede que allí encontremos más respuestas a nuestras cuantiosas preguntas -dispongo, elaborando un plan de acción -somos siete y un pato-que raro suena eso-propongo que tanto yo como Rendam preguntemos y que el resto nos apoye. Yo iré con Pispas, Rufus, Thenidiel y Braka. Rendam irá, si os parece bien, con Tiria y Vadia. Así tal vez recabemos más información. Nos encontraremos aquí, juntaremos nuestra información y partiremos.

Salvo Tiria, que no parece ser en absoluto útil, parece que hacéis un buen equipo y entre todos lográis recabar bastante información.

Las sombras son reales, pero reales como monstruos, mas de una persona las ha visto. Extrañamente, muchos afirman que tras enfrentarse a esas sombras y sobrevivir, ya sea huyendo o luchando contra ellas, todo parece volver a la normalidad pero nadie, salvo los implicados directamente en el combate recuerdan nada. Y todos los muertos por las sombras desaparecen automáticamente.

Es todo extraño, muy extraño.

También os ronda en la cabeza las palabras de una anciana acerca de una vieja leyenda: "Cuando el Mal se acerca, es hora de que el Bien escoja a sus elegidos" No entendéis muy bien a que se refiere pero sus palabras se han grabado a fuego en vuestra mente...

Tras la investigación y con la promesa de volver a veros pronto, Abaliv, Braka, Pispantorín, Rendam y Rufus, se van de la ciudad.

Investigando por la ciudad encontráis varios recursos, que probablemente os sean útiles en vuestro viaje y que debéis repartir como creáis oportuno:

-Poción de salud menor (Recupera dos puntos de vida) x2

-Comida x2

Tiria miró a las extrañas con cierto desdén.

Podéis quedároslo todo, yo no necesito nada de eso...

Miro a Tiria incredula.

-Como quieras. Entonces, Thenidiel ¿nos los repartimos a medias?¿1 poción y un ración de comida cada una?¿Te parece bien?

Noche 2

Las sombras acechan

Hasta los mas escépticos comienzan a pensar que eso de la llegada del Mal podría ser cierto. Cada vez hay mas violencia y muerte en los caminos, y no parece tratarse de simples criminales...

Sombras, todo el mundo dice que se trata de las sombras. Primero los gigantes ciegos parecen abandonar las Tierras Sombrías sin motivo aparente y ahora las sombras cobran corporeidad y aniquilan todo tras su paso... Y lo peor de todo, es que las sombras están en todas partes...

Los guardias de todas las zonas del mundo aseguran que lo mas seguro en el día de hoy es no salir de sus hogares*

Y tenían razón, no era seguro que la gente esperara fuera de sus casas, y en ese lugar es en dónde se encontraban nuestros aventureros. Y fue en ese momento de incertidumbre, cuando dos Sombras Oscuras del Mal™ aparecieron de la nada y se lanzaron sobre los aventureros completamente desencajados, dispuestos a matar a todo lo que se encuentre en su camino.