Partida Rol por web

- No hay sitio aquí para vosotros. - Dijo el reflejo de Mano Larga con la misma voz gélida que el reflejo de Ela. - No podéis estar aquí. Primer aviso. No habrá un segundo aviso. -

Siguiendo el grupo, cerca para mantener el poco calor corporal que pudiera tener, me acerque lo suficiente para reflejarme en esa extraña pared de hielo.

-¡¡¡GUAU!!! ¿Ese soy yo?-Me señale sorprendido al ver a mi propio doble. Aunque... lo que decía no me gustaba un pelo.

- Habéis hablado demasiado. - Dijo el reflejo de Pia. - Se acabó. -

Los seis reflejos sacaron sus armas y se colocaron delante del cristal.

- Os retiráis ahora, o sufriréis las consecuencias. -

DÍA 4 - Turno de noche

Cuando la oscuridad envuelve a la luz

"Todos somos importantes, hasta el ser, a simple vista, mas prescindible puede cambiarlo todo si se lo propone"

Rey Cail 

Las cosas comenzaban a complicarse, el Mal estaba en clara ventaja contra el Bien. La ciudad de la Tierra había sido arrasada y un ejercito de muertos vivientes dominaba la zona, al igual que ocurrió poco después en la nación de los magos. Y ahora, noticias recientes informaban de la caída de la capital, de la ciudad del Fuego. Tan solo el castillo resistía, donde el Rey y sus hombres aguantaban todo lo que podían. Pero ¿cuanto serían capaces de resistir?

Mucho se habla acerca de cuatro elegidos. El Bien Supremo escogerá a cuatro personas, como ya hiciera antaño (Fuego, Agua, Tierra y Aire) que contarán con el poder suficiente para derrotar al Mal Supremo. Pero poco se sabe de ellos ¿realmente existen? Y si es así ¿donde están? Incógnitas y mas incógnitas en una noche que se torna cada vez mas oscura...

Pero nuestros compañeros tenían otras cosas con las que lidiar antes que nada... sus reflejos... y estaban listos para la acción.

Como era de esperar para Braka entre unos y otros consiguieron hallar un camino. El caudillo orco les siguió, pues pocas opciones tenía. Y tras atestiguar los sucesos en la barrera de hielo no pudo evitar sonreír mientras desenvainaba su gran hacha. -Sin duda un digno contrincante. -dijo sonriente y orgulloso, mirando desafiante a su propio reflejo. -Quizá si vencemos a estos guardias podamos continuar, pero quizá no y no sabemos a qué nos enfrentaremos... -dijo dirigiéndose a sus compañeros antes de dirigirse a las extrañas copias sin vida: -Venimos en son de paz. El Mal Supremo lo arrasa todo a su paso y los señores de esta fortaleza, vuestros amos si no me equivoco, podrían sernos de mucha ayuda. Además tenemos algo importante con lo que comerciar, si fuese necesario... -y se giró levemente hacia la gnoma para añadir: -Enséñales el cofre por favor. -pero volvió a girarse hacia las copias de sí mismos para acabar su monólogo. -Pero antes debemos saber algo: ¿Se hallan los señores enanos dentro de esta fortaleza, vivos y libres? -al orco le pareció adecuado concretar la pregunta, porque con las últimas acciones del Mal Supremo podrían estar perdiendo el tiempo. Y si no quieren hablar y quieren luchar que así sea. pensó el orco para sí agarrando fuerte el mango de su hacha.

Había tenido que seguir al chico Evert que de repente toma el mando que yo estaba ejerciendo sobre los demás, no dudo que sea mejor que yo para ese cargo, pero muy posiblemente sea para lo único que es bueno...

Más tarde se me adelantan con la idea de golpear por sí hay alguien en casa, puede que Ela nos sea útil en un futuro... - pero que! - quedo atónita al ver como los reflejos de nosotros cobran vida. Es una mala señal.

- Vaya Pia, yo no te recordaba así - le digo en son de broma a la autentica por las acciones de su reflejo.

- Yo me retiro, no quisiera dañar mi cabello, aunque claro, el mio es mucho más bello - Le digo a mi propio reflejo dando unos pasos atrás con hacha en mano para interceptar cualquier ataque.

Adaeric guiaba la expedición en silencio, sumido en sus propios pensamientos. Notaba cómo la mirada de Ela lo taladraba de cuando en cuando, sin duda preguntándose qué demonios le pasaba.

Pero no es ni momento ni lugar. No cuando tantos oídos indiscretos nos rodean.

La joven debería aguardar al menos hasta que el paladín pudiera contarle cuantas cosas había descubierto en sus viajes. Cuantos peligros y sobre todo cuanta maldad se cernía sobre la Orden y sobre el mundo entero.

Sin darse cuenta, merced a ese mutismo, el grupo había llegado hasta una extraña barrera de hielo, pulido como el cristal, y de pronto, sin poder hacer nada por impedirlo, Adaeric vio cómo Ela golpeaba con el dedo aquella barrera. La advertencia murió en los labios del paladín, pues fue el propio reflejo de la guerrar de la Orden quien les respondió.

Y acto seguido, todos sus reflejos los amenazaban ya por no marcharse. Todo ocurría demasiado rápido, sin tiempo a reaccionar, por lo que Adaeric intentó recobrar el control por última vez, en cuando el caudillo orco terminó de hablar.

Todos, retroceded lentamente y sin hacer gestos hostiles. Reagrupémonos y veamos qué ocurre con ellos, si desaparecen... susurró, para dirigirse entonces a su propio reflejo, mientras iba dando pasos lentos pero seguros hacia atrás Nos vamos. Podeis volver a vuestra custodia en paz.

Sonrío en dirección a Maxra y le contesto con una sonrisa en los labios:

- Es que esta mañana me he levantado un poco rebelde - contesto con un deje irónico en la voz. Lo cierto es que esto no me gusta nada de nada. Mientras veo cómo Maxra retrocede y valoro que hacer yo misma, la voz de Adaeric sugiere una retirada estratégica. Mi yo impulsivo preferiría pelear, pero dadas las circunstancias probablemente lo más adecuado sea tomar una decisión conjunta, así que hacha en mano retrocedo levemente preparada para lo que pueda ocurrir y con la mirada fija en mi beligerante yo reflejo.

- ¿De verdad retrocedéis? - Dijo el reflejo de Adaeric inclinando la cabeza. - Es decir, ¿no vais a atacar? -

Los demás reflejos miraban como cada uno comenzaba a retroceder y sonrieron.

- Bueno, por lo menos ya sabemos que entre vosotros no hay nadie digno de luchar. ¿Estos eran los que iban a salvar el mundo o alguna mierda de esas? - Les dijo mirando a sus compañeros. - Venga, vámonos de aquí, no hay nada que hacer. -

Y con esas palabras, las imágenes volvieron a la barrera de hielo espejada dejando el camino despejado, aunque la barrera seguía en pie.

Le devuelvo la sonrisa a Pia compartiendo su humor. - Ya vieron, solo hacía falta conversar, no nos van a atacar, aparte... no dejan de ser meros reflejos hechos de magia, probablemente hasta tienen un rango limitado de soltura para moverse, o quizás sean meras ilusiones que no podríamos dañar. Yo diría que quien sea que se oculta tras esa ciudad es el cobarde, tal vez esa magia los proteja de nosotros, pero dudo que los proteja del Mal Supremo - Y me mantuve con mi hacha lista para interceptar cualquier ataque, supuse que provocándolos saldrían de sus defensas temporalmente o algo. De hecho estaba más atrás del resto así que sí quisieran atacarme tardarían el tiempo necesario para estarme más preparada y era casi seguro que saldría ilesa.

Una risa se sintió junto a la barrera de hielo, al mismo tiempo que unos brazos se asomaron con un arco preparado y montado. La flecha no tardó en salir disparada en la dirección de la pequeña Maxra...

La voz, que era gélida como las demás, habló mientras los brazos se metían nuevamente en la barrera.

- Veamos si este es alcance suficiente, pequeñita. -

Por supuesto que no me esperaba un arco, acaso alguno de nosotros llevaba un arco y como es que no me dí cuenta de ello. Claro que para cuando llego la flecha la desvíe como quien espanta una mosca - Bueno, parece que tenía razón, su magia no emula sus cuerpos para que puedan venir a atacarme, por ello usas algo tan cobarde como un arma de distancia, ¿a que juegas? ¿acaso crees que ese juguete puede dañarme? - Sonrío a los demás aunque algo nerviosa, puesto que sabía que algo más intentarían.

Se oyeron cuchicheos.

- Parece que los tiene bien puestos. - Dijo una voz.

- Bueno, para ser una pequeña sabandija no puedo decir que sea una cobarde, además, ¿has visto como esquivó mi saeta? Bien que no ha sido mi mejor tiro, pero ha estado bien. - Respondió la otra.

- Si, pero es mía. Dejádmela a mí. - Dijo una tercera, la cual se parecía más a la voz de Maxra que las otras.

Cómo por arte de mágia, la barrera de hielo pareció brillar en un punto, justo en dónde el reflejo de Maxra apareció de nuevo. Miró hacía arriba y sonrió, al mismo tiempo que una barrera de hielo en forma de media esfera encerró a todos los aventureros de repente. Era una magia muy poderosa, sin embargo, no la utilizaban para atacar a nadie, sino para encerraros y que no podáis retroceder más.

Ahora estabáis todos encerrados, junto con el Reflejo de Maxra, que avanzaba hacía la muchacha con una sonrisa, hacha en mano.

- Esto es entre ella y yo, así que os pido que no os metáis. Sino mis compañeros vendrán a darles una lección a cada uno. - Dijo el reflejo de la pelirosa. - ¿Ha quedado claro? -

Y tras decir esto, miró a Maxra.

- No necesitamos tener un alcance infinito para encerraros y poner a todos al alcance que queramos. Ahora, tu que tanto hablas, a ver que sabes hacer. - Dijo alzando el hacha y corriendo hacía la muchacha.

Mi provocación dio resultado y parece que nos han encerrado, eso nos da espacio a que ahora que estamos adentro podremos hacernos de la victoria y los recursos... pero hay un pequeño problema y lo tengo justo al frente - Parece que quieres medir fuerza conmigo, solo te diré que mis destrezas e inteligencia sobrepasan infinitamente a la tuya que solo eres una copia barata de mi ser, como has dicho chicos manteneos atrás  y no me ataquen-sonrío-, la verdad es que tienes toda la razón, no necesitan un alcance infinito - dije esto mientras me ponía en guardia.

Su forma de correr y tener el hacha lista para destrozarme me recordó a la forma en que acabe con los esbirros antes de cruzar el portal dimensional, sabía que iba a hacer y me dedique a esperar el momento exacto, salto y con todo el peso que pudo hacer intento clavarme su hacha en la cabeza para sacarmela del cuerpo. Con un solo movimiento deje que mi cabello ondulara un poco mientras me movía hacia un costado, solo un paso y observar. Su hacha quedo en el suelo nevado clavada y ella tardaría mucho en quitarla, era mi oportunidad, volví a mover mi pie, pise sus manos que en vano iban pronto a comenzar a jalar del arma para volver a atacar, segundos a eso puse el filo de mi hacha sobre el cuello de mi doble, más bien sobre su garganta y con estas últimas palabras - Dije que no quería dañar mi cabello y cumplo con mi palabra - me dedique a cercenar su cabeza entera o a intentarlo. 

Me aparte como el resto ante las palabras de ese hombre que parecía mas dispuesto a hablar que a luchar, era raro teniendo ese semblante de guerrero condecorado y sabiendo ademas que era parte de la orden de la luz. Un segundo después de que la gnoma hablara provoco que una flecha saliera del espejo lo que me obligo a saltar hacia atrás en pos de mi propia seguridad. Bueno ya había un par de paladines entre nosotros, no iba a ser yo quien se hiciera el héroe, no todavía. Como decía Moringues, lo bueno se hace esperar, y el espero tanto que murió entre el fuego... en fin ese mejor lo cuento otro día. El caso es que la pequeña pelirroja no tenia unicamente una boca grandes, sino grandes reflejos.

-¡Vaya! Así se hace.-Me deje llevar por un segundo por la emoción y cuando me di cuenta estábamos encerrados entre dos paredes de hielo, con el frio que supone eso, y ademas el doble de Maxra estaba encarándose con ella.

-Esto... vale, ¡Buena suerte!-Si no quería nuestra ayuda supongo que no tendríamos que dársela. Nunca había conocido a gente tan valiente, normalmente con los que viajaba atacábamos en grupo o huíamos en grupo. Supongo que aun tenia mucho que aprender.

-Oye compañero orco.-No recordaba su nombre, seré sincero.-¿Estará bien ella sola?-Pero la propia gnoma me respondió al ver como atacaba sin miedo con esa pequeña hacha de manera tan directa.

-A... vale.-Las orejas en punta como cuando descubría algo realmente bueno.

Adaeric sonrió ante la desmedida confianza de la pequeña Maxra, pero lo cierto es que no se manejaba nada mal en combate.

Sin embargo, la magia era magia, y nada hacía pensar que fuera a tratarse de un combate justo. De modo que había que asumir que no sólo les habían cortado la retirada, sino que probablemente tendrían más truquitos preparados.

Aprovechemos la distracción, amigos. dijo en voz baja, intentando que los reflejos no lo escucharan, mientras se tapaba la boca con una mano para que no se le leyeran los labios. Toda precaución sería poca contra aquel enemigo. Ela, tú ya conoces a nuestros otros compañeros. Creo que ni Pía ni yo disponemos de armas de ataque a distancia. ¿Vosotros teneis alguna opción así? Si rompemos ese muro lo más probable es que los reflejos desaparezcan.

La sospecha que le rondaba era que alguno de aquellos orcos, o la propia Ela, contaran con un arco o algo similar, y que por ello su reflejo también lo hubiera recibido.

Si no es así, deberemos cargar al unísono mientras están entretenidos observando el combate de Maxra, así que responded deprisa, por favor

-¿A distancia? Lo único que tengo son mis escupitajos.-Y era cierto, en la pasada feria de la ciudad del fuego quede primero la competición de puntería, podía dar a lo que fuera a menos de 8 metros de distancia. Pero eso quedaba muy lejos ya-Pero salvo la molestia que puedes ser que te escupan en un ojo por ejemplo. No tengo nada mas para atacara distancia, ni siquiera veo piedras. ACHUSS!-¿Un constipado? No solo un reflejo de lo fríos que sentía mis huesos.

- Yo tengo flechas. Lo que me falta es el arco. - Le susurro con ironía atenta a su señal. Maxra era tan buena como prometía, pero no me gustaría que se pusiera en desventaja por extraños trucos, así que observo el combate dispuesta a responder en caso de necesidad.