Partida Rol por web

En él, un hombre cubierto con una túnica oscura se mantiene con los brazos abiertos:

- Malditos energúmenos ineptos ¿que habéis hecho? ¡Tráeme a la chica, ahora! -

Al aparecer esa oscura figura Arc no puede evitar sentirla familiar... Tras todos estos sucesos, podría ser él mi maestro? 

Arc trata de fijarse mejor para ver si puede reconocerlo.

Edwind se queda sorprendido al ver sus cortes en la piel, siente el dolor pero es como si estuviese en un segundo plano. Toda esa sangre es mía? Mejor que haga algo... Edwind empieza a perder la visión y no se entera de que sucede en ese momento, pierde la noción del tiempo se tropieza con su bastón y cae al suelo. Desde el suelo alza la mirada y ve a una silueta blanca, una mujer joven que emana luz por todas partes mientras desciende poco a poco por el firmamento como si éste fuera una escalera, el rostro de la mujer está lleno de luz y no se puede ver la cara, aún así Edwind sabe que esa figura es lo más bello que ha visto en su vida. Ella toca delicadamente el suelo y empieza a andar hacia Edwind, cuando llega a él se pone de cuclillas le pone la mano en la herida y le da un beso en la frente, Edwind cierra los ojos y se deja caer hacia atrás.

Al abrir los ojos Edwind coge una bocanada de aire y se sorprende al ver que aún sigue estirado en el suelo, mirando a la Luna. Se mira la herida, pero ya no está, en su lugar se ecuentra una marca semicircular parecida a una Luna que aún no ha llegado a su punto álgido, se asusta y se pone de pie, al ver que la gente le mira intenta esconder la marca y actuar de forma normal.

Arc pone rapidamente a Edwind detrás suyo y pide ayuda a el grupo de soldados que justo acaban de aparecer para que lo ayuden a él y al otro muchacho, aunque no tiene demasiadas esperanzas para el pobre pescador.

Se levanta aún en posición de guardia preparándose para lo que pueda pasar pero deseando que no haya más conflicto, con un brazo sujeta la vara y con el otro rodea a Torrente ofreciéndole protección, Arc mira intensamente a los ojos de la oscura figura que acaba de aparecer - Quiénes sois? Por qué queréis a la niña?!

No reconoces las palabras de Edwind, aunque su sonido es musical y evidentemente tienen algún tipo de significado.

Tu aguda vista confirma tus sospechas, el hombre encapuchado no es otro que Aristeo y cuando pedía que le trajeran a la niña te hablaba directamente a ti. 

Al darse cuenta de que el encapuchado no es otro que Aristeo Arc siente un escalofrío, cómo es posible que ese hombre, que es como un padre para él esté haciendo algo así? Arc no quiere causar ningún alboroto así que trata de usar su anillo para hablar una vez más con él...

- Por favor vete, van a hacerte daño, no se porque persigues a esta niña pero estoy seguro que no ha hecho nada malo, si me contarás que está pasando quizás lo comprendería... estoy muy confuso.

Un aprendiz no cuestiona al maestro sobre sus métodos, le escucha, le obedece... Arc, el camino de la magia es confuso, estarás ciego sin mi mano, pero no puedo confiar en ti si tu no confías en mi.

En las manos de esta chica está el poder para cambiar el mundo. Entiendo que todo esto te haya sorprendido, incluso asustado... ¿Pero quien te acogió cuando luchabas por sobrevivir en las calles de esta ciudad? Vestir armadura no te hace más noble ni más honesto, llegará el momento en que todos quieran a esta niña y tus dudas nos han hecho perder la ventaja.

Estas serán las últimas palabras que recibirás a través del anillo, espero que recapacites y consigas traer la niña mis manos, de lo contrario, no nos volveremos a ver.

Los sicarios cruzan corriendo el portal que se desvanece tras ellos y poco a poco todo se queda quieto, dejando un cadáver en el suelo. Empieza a llover y el soldado crestado carraspea y habla:

- Tulio y Cato, avisad a la guardia de la ciudad ¡Traedlos a rastras si hace falta! Maldita sea, Celio custodia el cadáver hasta que llegue la guardia, Manio y yo estaremos en la posada de al lado. - Después de impartir las ordenes, os pide que le sigáis, no sabéis quién es pero su petición parece más bien una orden, emana autoridad y habiendo visto de lo que pueden ser capaces un par de sicarios no queréis poner a prueba a un guerrero.

Ya en la misma taberna de antes, sentados en la misma mesa, todo os da vueltas. Apenas han pasado unos minutos y la festividad se ha borrado de la sala y de vuestras caras.

- Disculpadme, soy Marco Celio "Tauro", emisario de Mildur y miembro de la orden de Rohir. Estaréis bajo mi protección hasta que lleguen las autoridades pertinentes. ¿Quiénes sois y que ha pasado aquí?

Mi nombre es Edwind señor, nos habíamos reunido aquí como cada año para celebrar la fiesta de la Cosecha sin embargo hemos oído unos gritos fuera y hemos salido a ver si alguien necesitaba ayuda. Al salir nos hemos topado con un hombre malherido y unos fugitivos, mis compañeros han ido tras ellos y yo me he quedado para sanar al hombre. Cuando he llegado a la escena habia un hombre con un rehén y he hecho lo posible para liberarlo, después... habéis llegado vosotros, por suerte. Edwind cuenta la historia de lo acaecido con la cabeza gacha mientras la sostiene con las manos.

Desaparecen los bandidos y Arc se tranquiliza un poco, aún así queda frustrado al tener tantas preguntas sin responder, la ignorancia se le hace insoportable a veces.

Al volver a la taberna Arc busca algún signo de la adivina, pendiente de si puede encontrarla, tras la introducción de “Tauro”, responde educadamente y de manera breve a sus preguntas tratando de parecer lo más tranquilo posible - Yo no soy más que un artista callejero, oí problemas en el exterior y fui corriendo a ver que había sucedido. - A todo esto Arc sigue al lado de Torrente intrigado por saber que la hace tan especial - Tu no sabrás porque te persigue tanta gente verdad?

Las preguntas a Torrente quedan sin contestar, ella, muda, aferrada a Arc con una mano, come del estofado que ha pedido el Rohir con la otra, ajena a la conversación.

Durante las siguientes horas Marco no deja de haceros preguntas, soldado veterano, mantiene las mismas costumbres fuera y dentro del campo de batalla. Habla dando órdenes precisas, dirige a sus soldados, a vosotros e incluso a la tabernera. Es educado pero firme y mientras espera a la guardia realiza preguntas concretas y espera respuestas de vosotros. No parece que confíe en vosotros, pero no os juzga ni os considera culpables.

Mientras dura esta especie de interrogatorio, llega la guardia que apenas hace más que levantar el cadáver y preparar el informe. Se acercan para llevaros al calabozo mientras dure la investigación, pero Macro intercede por vosotros y después de hablar con los guardias, lejos de vuestro oído, vuelve a la mesa.

- Se que ha sido una noche dura para vosotros y tenemos demasiadas preguntas sin contestar, pero estáis mezclados con un asunto cuanto menos turbio y aún no se ha decidido sobre vuestra inocencia. Me he comprometido a custodiaros y vigilaros mientras dure la investigación, os ruego aceptéis mi hospitalidad, el consejo me ha cedido una villa a las afueras de la ciudad y creo que ésta será más cómoda que la cárcel. Así esta pequeña estará custodiada mientras no sepamos que está pasando. – Aunque ha sido educado, su petición parece más una orden que una propuesta. - Tulio, Cato, Celio y Mano son solo parte de guardia, en mi villa otros dieciséis soldados nos aguardan, estaréis protegidos, no temáis.

- Comprendo la situación Tauro, iré con vosotros a esa villa de la que habláis si me lo permitís. Estará bien un sitio para ordenar mis ideas, hay mucho sobre lo que pensar, además así podré seguir vigilando a Torrente, esa chica me preocupa a la vez que me intriga.

Arc pasa los días en la villa escribiendo en su diario, tocando su laúd y hablando con Torrente (tal vez ella sepa algo sobre porque la buscan) Arc trata de usar su influencia para hablar con la niña, un día habló con uno de los guardias tratando que le contáse algo sobre Tauro, quería saber más sobre ese hombre...

Al encontrarse con Tauro, Arc le pide que le enseñe las habilidades de los Rohin, luchar, montar y que le cuente más de su cultura.

Tras unos días en la villa Arc decide contestar a su maestro así que le escribe una carta: “Aristeo, lamento que tengamos que separarnos pero no puedo aceptar estar debajo el tutelaje de un maestro que no responde a mis preguntas, agradezco todo lo que has hecho por mí pero esto no puede seguir así... nuestros caminos se separan pero estoy seguro que se volverán a cruzar, sólo espero que no sea en condiciones demasiado terribles, si recapacitas respecto a contarme tus motivaciones tal vez te ayudaría,quién sabe, hasta la próxima, tu alumno favorito, Arc.”

También escribe otra carta para Roamar preguntándole sobre cómo se encuentra y informándole sobre que Torrente está bien invitándole a visitarla si puede.

​Por lo demás Arc no hizo mucho más que practicar su magia, él sabe que va a necesitarla dentro de poco.

Joder, que dolor de cabeza... Edwind no oye más que sonidos, como si estuviera bajo el agua, al ver que su amigo asiente y Tauro le mira mueve la cabeza conforme con lo de ir a la villa y sigue con sus cavilaciones. En los días venideros Edwind se siente vacío durante el día, como si su cuerpo pesara toneladas. Por las noches es muy diferente, siente que es capaz de hacerlo todo, como si la Luna fuera su maestro vigilando cómo aprende bajo su cuidadosa tutela. El segundo día Edwind ya sólo duerme durante las horas de Sol y entrena por las noches, sale a correr, golpea los muñecos de entrenamiento y se queda sentado en el tejado observando a Anduriel. 

Una de esas noches Edwind oye como se abre la puerta de la casa y baja del tejado con un salto. Al caer se topa con Torrente y ella asustada con su repentina aparición hecha a correr, él la persigue y la acaba encontrando escondida entre unos sacos de arroz. 

Tranquila chica, no voy a hacerte daño, pero que haces saliendo a estas horas de la noche? La niña no responde No puedes hablar e... Sabes que, tengo algo que quizás podría gustarte. Las palabras de Edwind surgen como si fuesen la melodía de una nana haciendo que la niña se relaje y le coga de la mano. Empiezan a andar juntos. Edwind ayuda a Torrente a subir al tejado y luego él sube con un ágil salto. Están sentados mirando hacia la Luna mientras una ligera brisa pasa entre ellos. Debes haberte sentido muy asustada estos días, si te soy sincero yo también, todo esto nos supera... Por cierto, la noche del encuentro me encontré a Roamar, no tienes que preocuparte por él me encargué de que estuviese a salvo. Edwind se da cuenta de que la niña se aferra a él, temerosa de lo que pueda ocurrir en los próximos días. Shh tranquila, quieres ver un truco de magia? Edwind alza la mano y abre la palma, la luz de la Luna se empieza a arremolinar a su alrededor y una mota de luz aparece en ella, parpadea y desaparece. Vaya, se ve que no soy un gran mago. Dice Edwind mientras se hecha a reír, la pequeña Torrente emite una risita por debajo la nariz. Bueno chiquilla, ya ha sido suficiente por hoy, mañana será un gran día y tienes que estar preparada. Edwind la acompaña a su habitación y la acurruca en su cama. Después, el retorna al tejado.

Ethel decide quedarse con Tauro, como ha hecho la mayoría de los chicos que estaban en este altercado.
Ethel pasa los días explorando la gran casa, examinando con detalle cada habitación y sus contenidos. No roba nada (de momento) pero sí intenta identificar objetos de valor. También pasa los días practicando y entrenando sus habilidades.

Arc no se fia demasiado de nadie, especialmente de los que lo habían llevado ahi... Así que una de las noches Arc sale a investigar la villa, cada rincón, cada habitación, incluso va a ver que hacen los demás compañeros con los que había venido, al tanto de cualquier actividad sospechosa.