Partida Rol por web

Galbadia.

Una región que desde siempre se ha movido por la guerra, el poder y la violencia. Pocas poblaciones han logrado esquivar dichos acontencimientos a lo largo de los años, y justo en los últimos tiempos, precisamente el núcleo de toda la espiral de violencia ha sido, en gran parte, el Jardín.

El Jardín de Galbadia...

Cuna de los temidos y aclamados Seeds, unidades de élite para afrontar cualquier tipo de situación o problema. Entrenados para superar a todo aquello que se puedan encontrar y, ante todo, a las brujas.

Un puesto muy ansiado entre los jóvenes de esta región, aunque también poco conseguido. 

Mientras que antiguamente entrar en un jardín era algo sumamente sencillo, en la actualidad es completamente diferente. Los pocos elegidos que lo logran conseguir tienen que superar una ardua prueba que, hoy, da comienzo.

Por eso una pequeña cantidad de jóvenes se ha acercado a la entrada del jardín, esperando, con esperanza, ser uno de los pocos que lograra entrar este año. No por nada, este jardín, es el más duro en dicha prueba, o al menos eso dicen. Sin embargo esto no ha hecho retroceder a aproximadamente una treintena de "aspirantes" que han decidido probar suerte. Aunque, como todo, hay algunos que sobresalen más que otros.

En primer lugar una joven... Una chica de aspecto peculiar, combinando ropa con diferentes piezas metálicas a modo de armadura, aunque parecen más adorno que verdaderamente armadura. 

Va armada con un arco, un carcaj lleno de flechas y, lo que llama más la atención, un halcón posado en su hombro.

Otro chico lleva una armadura más completa y más preparada para el combate. Le protege sobre todo las extremidades y la parte del torso, aunque tiene pinta de ser ligera y flexible. 

De melena rubia y sonrisa altiva, no parece llevar armas. Ni lugar alguna para poder ocultarlas. De manera que seguramente ataque con su propio cuerpo o usando la armadura que porta a modo de Cestus.

Otro de los candidatos llama la atención por llevar un ajustado traje de cuero negro, bastante ceñido. Algo que seguramente le dé poca protección aunque facilite movimientos más rápidos y ágiles.

Claramente se ve que lleva dos lanzas, una en cada mano y cada una de un color diferente. Lo que podría dar a entender que son de materiales diferentes. 

Una de las aspirantes, una mujer, resalta sobre las pocas que se han presentado.

Cubierta por una pesada y resistente armadura completa, que deja ver poco de su anatomía, hacen que su metro ochenta sea superior. Además, si esto no es suficiente para intimidar al resto de candidatos, su gran mandoble que lleva en la espalda hace todo el trabajo. 

Muy parecido a uno de los aspirantes, hay otro que lleva una armadura ligera, aunque con algunas diferencias.

Parece más rígida y resistente que la del otro, aunque tiene menos cuerpo cubierto por ella, aunque uno de sus brazos sí que lo tiene completamente cubierto.

De echo, este brazo parece más un cestus que una armadura.

Otro de los aspirantes que llaman vuestra atención es un hombre de pelo blanco y una gabardina roja. 

Por su indumentaria parece más un noble o consejero en lugar de un luchador. Aparentemente no lleva armas, pero eso no significa que las lleve escondidas bajo la gabardina.

Mientras que el último que te llama la atención es un hombre semi-desnudo, con el pecho al descubierto.

Casi sin protección y con una espada bastarda sobre el hombre, con una pose "chulesca" y desafiante.

En general, de los 30 aspirantes que parece que hay, estos son los que te llaman la atención.

La cuestión ahora es, de todo esos, ¿quién pasará la prueba?

Aramis llegó al Jardín montado en el automóvil de su padre y acompañado por Siward, no había soldado de Galbadia a su alrededor, no quería un trato distinto a los demás, aunque se lo mereciera por ser hijo de quien era, el joven Keaths pensaba pasar por encima de todos y cada uno de ellos sin que nunca se supiera que era el hijo del general de Galbadia.

El chico estaba con los ojos cerrados, durmiendo y pensando en sus cosas cuando notó un golpe seco en su costado, abrió poco a poco los ojos y soltó un largo bostezo mientras estiraba los brazos -Tío... Estaba soñando con algo precioso...- Dijo a su compañero rubio mientras finalmente se incorporaba en su asiento y miraba por la ventana, se rascó el ojo derecho y acabó con un -Por fin-.

Aramis abrió la puerta sin esperar un segundo, con calma pero sin demora, del coche negro con la insignia de Galbadia apareció un joven con una camiseta, cubierta con unas hombreras que poco iban a proteger y una pechera ligera, además de unos pantalones anchos de un azul desgastado, no necesitaba más que aquella indumentaria, lo único que sobresalía en él era esa espada enfundada que llevaba colgando de la cintura. Hizo un gesto a su amigo con la cabeza señalando la entrada del Jardín y salió directo hacia allí, con ambas manos en los bolsillos caminó tranquilamente, aunque grande fue la sorpresa al ver aquel grupo de, según Aramis, payasos que se habían acercado para nada.

La vista del joven Keaths pasó de un aspirante a otro, centrándose en unos pocos, una arquera -Tienes competencia- Dijo sonriendo a su amigo, siguió un rubio que provocó una sonrisa de superioridad en Aramis, algo bastante común en él "Menudo espécimen, le doy 30 segundos antes de salir llorando de aquí", pasó por el inútil de cuero, se centró cinco segundos en la mujer con armadura mientras en su rostro pasó a dibujarse una sonrisa, más que de superioridad, de gracia "Si lleva tanta armadura solo puede significar que es una cobarde, no tiene valor para enfrentarse a alguien sin ella, enserio... ¿No habrá nadie competente?".

Finalmente Aramis decidió girarse por completo hacia Siward -Fíjate, tenemos a un niñato, un pijo y un payaso...- Dijo haciendo referencia a los tres últimos que parecían sobresalir del resto -Menuda panda de despojos que se han juntado, me dan ganas de humillarlos a todos...- Por suerte el joven no alzó mucho la voz, solo audible por Siward y quien estuviera muy pegado a él,

Para Riha, y algunos otros aspirantes, el camino hasta el Jardín había sido un poco menos cómodo. No todo el mundo podía permitirse tener un vehículo propio y ¿para qué alquilar uno cuando saliendo con la suficiente antelación podía tener un calentamiento fantástico? Con un par de monstruos derrotados a sus espaldas, se sentía preparada para cualquier cosa a la que tuviera que enfrentarse.

Al llegar a las proximidades no pudo evitar sorprenderse. Había esperado encontrar mucha más gente reunida allí... pero no debían ser más de una treintena y tampoco parecía que tuvieran que llegar muchos más. Otra cosa que pudo notar fue que al menos un tercio de los aspirantes parecían bastante buenos. Ajustándose los guantes a las muñecas con algo más de fuerza se acercó al grupo. No podía dejarse intimidar sólo porque pareciera que alguno llevaba preparándose para eso toda la vida.

¿Y si le quedaba grande? No, nada de eso. Le había prometido a su padre que conseguiría entrar y pensaba cumplir con ello. Lo importante ahora era aparentar seguridad, con suerte alguno se arrepentiría de estar allí y reduciría la lista de quienes amenazaban su lugar en el Jardín. Además, ¿cómo de dura podía ser la prueba? Sí, había muchas historias al respecto pero a la gente le gusta mucho exagerar.

Ya entre los demás, su confianza creció un poco. Había aspirantes con armas bastante grandes pero… nada realmente llamativo. Mucho cuchillito grande… y hasta gente con palos. Lo tenía en el bote.

Justo en ese momento escuchó un coche que llegaba y, al reconocer a quienes se apearon, cambió rápidamente el foco de su atención. En serio, ¿por qué tenían que ser tan pocos?

Siward acompañaba a Aramis en el coche de su familia. No tenia muchas ganas de ir en ese coche, pero sabia que Aramis se pasaría todo el viaje durmiendo. - Despierta. - Le dijo mientras le daba un codazo en el costado. 

Al salir del coche Siward ya se percato de la presencia de los otros participantes. Muchos de ellos parecían fuertes, gente que debería observar, sobretodo la arquera. Aramis empezó a andar hacia adelante mientras observaba a los participantes. Siward vestía una elegante gabardina blanca y pantalos a juego. También llevaba su arco y carcaj en la espalda, vistiendo una expresión seria y fría como de costumbre, mientras seguía a Aramis de cerca. Tengo unos segundos antes de que Aramis insulte a alguien y este intente matarle. Sera mejor que disfrute de la paz mientras dure, se decía Siward a si mismo mientras observaba atentamente a la arquera.

- No hay quien te arregle. - Dijo mientras seguía observando a los participantes. - Guarda ese ansia para la prueba. Yo tengo de asegurarme de superar a cierta persona. - Comentó mientras señalaba con la cabeza hacia la joven del halcón.

Una vez llega la hora establecida para el comienzo del examen, veis que desde el jardín salen dos figuras.

A uno lo reconocéis de inmediato. 

Seifer Almasy, director del Jardín de Balamb y el que fue el instigador de la subida de la dificultad en los exámenes. Una persona seria, dura y distante. Y así se ve en su forma de caminar y aquellos ojos... Sobre su cadera izquierda veis como porta su famoso sable-pistola.

La otra persona que se acerca es una mujer.

Es rubia, con el pelo recogido en una coleta, vestida con un atuendo negro y rojo. También tiene un aspecto distante y frío, pero mientras Seifer da más un aspecto intimidante, ella parece más persuasiva en su forma de moverse. Se puede ver que llevas dos pequeñas pistolas en la parte baja de la espalda.

Con calma se acercan al grupo de los 30 aspirantes y los miran a todos de arriba a abajo.

- ¡Formar! - Grita la mujer de forma alta y clara. 

Y rapidamente todos los aspirantes empiezan a hacer varias filas como si fueran soldados.

- Mi nombre es Electra Elneist. - Sigue diciendo la mujer. - Jefa de estudios del Jardín de Galbadia. Si estáis aquí es porque queréis presentaros a las pruebas de acceso. Estas se realizarán hoy a lo largo de toda la mañana. 

Mientras habla, veis como Seifer empieza a pasearse por las filas, observando con detenimiento y cuidado a cada uno de los aspirantes.

- Al aceptar realizarlas, eximís al jardín de cualquier responsabilidad futura que tenga que ver con daños, heridas, amputaciones o muertes que se puedan dar en la realización de dichas pruebas, al igual que cualquier tipo de daño psicológico. 

La mujer vuelve a hacer un pequeño silencio que Seifer sigue aprovechando para pasearse por delante, notando como alguno de los aspirantes empiezan a sudar o temblar a su paso.

- De manera que, si alguno quiere re-plantearse la prueba, está a tiempo de abandonarla ahora.

Aramis escuchó las palabras de su amigo y mantuvo esa sonrisa cuando contestó a su frase con un -Me sobra fuerza para la prueba...- Miró a su alrededor -... Y aspirantes- Dijo guiñando el ojo derecho.

La risa acabó pronto, por ahí apareció el mismísimo Seifer, acompañado por una rubia que, para que negarlo, imponía bastante -Eh- Dijo dando un ligero golpe a Siward mientras hacía un gesto con la cabeza hacia la pareja que se acercaba a los novatos y al joven Keaths. De pronto el grito de la mujer cogió por sorpresa al chico y viendo que todos empezaban a formar frente a Seifer y la mujer, decidió hacer lo mismo, colocándose junto a los demás miembros de ese "juego de jardines".

"Electra Elneist..." Se repitió a si mismo en pensamientos cuando se centró en aquel par de armas que traía consigo "Bonitas pistolitas" pensó con una sonrisa, cogiendo con su mano izquierda el mango de su vibroespada, mientras se imaginaba cortándolas y borrando esa cara de zorra a la jefa de estudios, Seifer empezó con el típico paseo que todo capitán hace ante un pelotón de novatos en Galbadia, sin duda ese hombre no tenía que estar en Balamb, hizo bien en venir a la nación más poderosa de todas.

Aramis mantuvo aquella sonrisa de superioridad mientras veía sudar y sufrir al resto de los aspirantes, pero él no era como ellos, cuando el gran Seifer pasó frente al chico y le intentó intimidar, este contestó sin apartar la mirada, sin pestañear ni una sola vez, mostrando en su rostro nada más que una sonrisa maliciosa "¿Te crees que un soldado de la gran Galbadia va a temer a un director de colegio? Lo siento Seifer, pero hoy demostraré a todos los que es el ejercito de Galbadia".

Cuando su director pasó de largo la rubia continuó insistiendo en que si alguien quería marcharse, este iba a ser el momento, Keaths no quiso decir nada, pero sin mover la cabeza miró hacia su izquierda y seguidamente hacia su derecha, si alguien se movía de su puesta, era muy probable que el mismo le cortara en dos... En Galbadia nadie abandona.

Aramis seguía con la misma chulería y confianza de siempre. Siward suspiró, y en ese instante Seifer y una mujer que Siward no conocía se presentaron ante los participantes. Su presencia imponía, solo con una mirada ya sabias que su poder era inmenso. Entonces la mujer empezó a dar un breve pero intenso discurso mientras Seifer andaba observando a los participantes. Ambos con una mirada gélida en su cara.

La fuerza y determinación del discurso de la rubia y el paseo lento de Seifer le hicieron recordar la primera vez que se fue el bosque. El miedo de ser la presa, siendo acechado por algo, o en este caso alguien mas poderoso. Esos recuerdos inundaron su mente. Un par de gotas de sudor recorrieron su frente, mientras su mano izquierda temblaba ligeramente. Siward podía sentir su propio latido resonando en sus huesos. 

Cálmate, cálmate, cálmate. Pensaba mientras su mirada se perdida en el horizonte. 

Por suerte todo estaba a punto de comenzar. Al grito de mando los aspirantes formaron. Riha sentia curiosidad hasta cierto punto por aquella mujer pero aún con sus palabras duras, la figura que realmente imponia respeto era la del heroe de Galbadia. A su paso incluso los más pintados podían sentir el peso de aquella mirada. En algún momento terminó de llegar frente a ella, examonándola y juzgándola como a todos los demás pero consiguiendo una reacción muy distinta. Estar allí, justo delante, pudiendo mirarle directamente a la cara... terminó de confirmarle que era justo el lugar en que debía estar.

Mientras Seifer va pasando por delante de todos los aspirantes, podéis ver como algunos llevan peor que otros la presión. Podéis notar perfectamente como algunos empiezan a sudar y a temblar, apartando la vista y mirando hacia otro lado. 

- Bien... - Dice la mujer al ver que ninguno retrocede, a pesar de haber varios que están a punto. Por su tono no se sabe si está contenta o no. - Empecemos entonces.

Al decir esto veis que del jardín salen varias naves.

Tres de ellas son iguales, pequeñas y sin armamento visible: ni ametralladoras, ni torretas, ni carcasa de misiles...

Se mueven de forma lenta por el aire aunque con seguridad. Y cuando aterrizan a pocos metros de vosotros veis que abren su compuerta delantera, estando más preparados para el transporte de soldados que otra cosa. 

- Podéis ir subiendo. - Dice Electra con seguridad.

La otra nave que se acerca es totalmente diferente aunque sigue guardando una estética similar.

Es cuadrada, sencilla, simple, aunque esta sí tiene algunas armas visibles, aunque pocas. 

En cuanto aterriza, Seifer, de un salto, se sube a esta nave, seguida de Electra que, con el mismo movimiento, hace lo mismo, elevándose ambos casi tres metros de altura casi sin pestañear.

En la nave A veis que se suben: La chica del arco y el chico rubio.

En la nave B: el chico de las lanzas y la mujer del mandoble.

Mientras que en la nave C: El hombre del cestus, el del pelo blanco y el que va con el torso al descubierto.

El resto de candidatos se dividen entre esas tres.

El paseo de Seifer y la charla de Electra acabaron antes de lo que uno se hubiera imaginado, o eso creía Aramis, pues parecía que para otros había sido un eterno infierno, Keaths miró hacia su derecha, donde estaba Siward y entrecerrando los ojos suspiró con enfado, pasando su mirada hacia el lado contrario, como si no quisiera ver a su compañero sudando como una colegiala.

Una vez finalizó todo, Seifer y Electra dieron un salto enorme, subiendo a una de las naves que acababan de aparecer en el cielo, exactamente a la cuadrada y con alguna que otra arma. Aramis se planteó seriamente ir con ellos, pero al comprender que 3 metros de altura no los salta cualquiera, sonrió... La sonrisa fue acompañada de la mano derecha del joven Keath rascándose la parte de atrás de su cabeza -Aix...- Dijo riendo un poco y se encaminó hacia la 1º de las naves que había, queriendo entrar justo por detrás de la mujer pájaro y la rubia con pintas de llorar pronto, realmente a Aramis no le daba igual en que nave iba, valoró opciones y rápidamente sacó la conclusión de que sería más útil en esa nave, además de que habría menos gente y, con suerte, podría pegarse una pequeña siesta en la esquina mientras no le molestaran.

Tras todos estos pensamientos, se encaminó sujetando la empuñadura de su vibroespada mientras caminaba con calma a la nave 1.

Sopesando las opciones, decido entrar en la nave 2. 

Siward ya se empezaba a calmar cuando se dio cuenta que los participantes empezaban a subirse a las naves. Estas parecían sencillas pero estables. Siward observó durante un par de segundos y respiró hondo. La arquera estaba en la primera nave, después de sentirse tan expuesto y vulnerable por ese discurso, lo último que quería era ponerse aun mas en evidencia. Ademas, No puedo depender siempre de Aramis. Parece que solo me quedan dos opciónes. 

Tras observar a los participantes y a donde se dirigían, Siward decidió dirigirse a la segunda nave. Parece que mis habilidades serán mas útiles en este grupo.

Con una decisión tomada y los nervios bajo control, Siward se subió a la segunda nave.

Una vez han aterrizado las naves, los aspirantes escogen.

Aramis escoge la primera nave, mientras que Riha y Siward escogen la segunda.

Una vez todos han subido, las naves comienzan a elevarse y a coger altitud. Sin embargo, las compuertas las dejan abiertas, de manera que un fuerte viento sacude el interior de las cabinas. 

Por ahora no sabéis hacia donde os dirigís ni qué tenéis por delante...

Aramis llegó hasta la entrada de su nave, colocó la mano derecha sobre el borde de la escotilla que estaba abierta y entró en la nave escogida por él, durante un par de segundos se quedó quieto, miró a su alrededor y tras ver la cantidad de "personajes" que iban a acompañarle, sonrió "Menudo grupo de perdedores, sin duda he elegido la peor de las naves" continuó su sonrisa de superioridad mientras se dirigía al interior del compartimento..

Tras dar unos pasos esquivando a unos y otros, se topó con la chica arquera -Cuidado- Dijo seco y serio, como si la culpa de aquel golpe que se acababan de dar fuera de ella, avanzó un par de pasos más y se encontró con el rubio -Aparta- Dijo también con seriedad pues lo que realmente quería era llegar al fondo de la nave, sentarse en un asiento y finalmente con los brazos cruzados, cerrar los ojos el resto del viaje.

Aunque algo sorprendió a Keaths fuera de lo común... Las compuertas se quedaron abiertas "Igual quieren que saltemos o algo por el estilo... No es mala idea, probarnos por nuestra valía" Sonrió de nuevo al imaginarse a la mayoría de participantes de esa nave estampados contra el suelo y todo gracias a su... Valía.

La posibilidad de socializar con otros aspirantes había pasado por la cabeza de Riha... hasta que vio a Siward entrar al vehículo. Entonces se apoyó en una de las paredes intentando pasar desapercibida. Al menos parecía ir solo.

Siward se subió a la nave, rápidamente observó a los demás participantes y se buscó un hueco en la esquina para empezar a prepararse mentalmente para la prueba. Cerró los ojos y recuerdos de las lecciones de su maestro resonaban en su cabeza, volviendo a vivir cada encuentro y pelea en la que participó.

​Avanzas con tu semblante serio y de pocos amigos por el interior de la nave.

La mayoría de los aspirantes te lanzan algunas miradas de desconfianza, sobre todo cuando te "tropiezas" con la arquera golpeándola, provocando el aleteo y un chillido del halcón que lleva la mujer en el hombro. Aún así ella te mira de arriba a abajo sin decir nada más.

Así que, atrayendo ya la atención, te sientas al final del nave.

Cuando todos los aspirantes se suben a las tres nave, estás se elevan dejando el portón abierto ante la sorpresa de algunos de los aspirantes.

El aire golpea con fuerza el interior de los vehículos mientras que las naves se elevan unos cinco metros del suelo. Y aunque no llegan a coger mucha velocidad, sí la suficiente para producir un gran ruido en la estancia, dificultando la conversación... De todas formas no parecía haber muchas ganas de hablar entre los aspirantes...

Y cuando apenas habían pasado tres minutos desde el despegue, se enciende una luz roja en el interior de cada una de las naves y notáis como empiezan a descender. En pocos segundos, bajan a dos metros de altitud al mismo tiempo que la parte de la compuerta se inclina hacia abajo.

-¡Atención aspirantes! -Escucháis por lo que parece un sistema de megafonía en el interior de la nave. - ¡Empieza la prueba! -La voz juraríais que es la de la jefa de estudios del jardín, incluso notáis cierta diversión en su tono. -Tenéis 30 segundos para dejar las naves.