Partida Rol por web

La respuesta fue tal y como se esperaba, por suerte no había que llevar nada personal a sus habitaciones.

Riha preguntó y fue contestada de la misma manera, con la misma seriedad que había mostrado hacia él "Interesante... Así que el garage" Aramis no preguntó sobre aquello, ya que no pensaba romperla, pero quien sabe, igual algún monstruo era más de lo que pudiera esperarse... Pero era poco probable.

Fuera como fuere, la profesora preguntó de nuevo, cuando Keaths dijo -Sí, ¿Cuando llegamos?- Con una sonrisa en el rostro, queriendo ser gracioso, a cierto tono burlón pero sin que la jefa de estudios lo expulsara ya.

Siward volvió a activar la pulsera una vez acabó de hablar Elektra. Esta vez empezó mirando el mapa de las instalaciones para familiarizarse con lo que sería su nuevo hábitat. Acto seguido empezó a mirar los diferentes departamentos y misiones para identificar cuales se adaptaban mejor a su perfil.

Su concentración solo se rompió cuando escucho a Aramis hacer una de sus bromas. Suspiró y volvió su mirada a la pulsera.

La mujer mantiene la vista fija en Aramis un momento, aunque no añade nada.

Casi al mismo tiempo notáis como la nave se sacude un poco y empieza a descender. Y, en apenas un minuto, notáis como se posa en el suelo y la compuerta se abre.

- Bienvenidos al Jardín de Galbadia... Intentar no morir en la primera semana...

Y sin decir nada más, sale de la nave para internarse en el Jardín. 

Aramis notó que tras su pregunta, la nave empezaba a tambalearse más de lo normal, miró de izquierda a derecha rápidamente, nunca le había gustado ir en algo que no controlaba él mismo y esa no iba a ser una excepción.

Por suerte todo el temblor acabó, quedaron suspensos en tierra y la queridísima jefa de estudios indicó "amablemente" que no era buena idea morir la primera semana "que maja..." pensó, tras todo el viaje en aire, ya deseaba tocar tierra, así pues, en cuando se abrieron las compuertas, no tardó en bajar, colocarse de nuevo las manos en las costillas y abrir la pulsera de nuevo, miró hacia la dirección de la enfermería y dijo -Nos vemos luego- Tras aquello se marchó del grupo dirección a curarse todos aquellos golpes.

Siward bajó de la nave y respiró hondo. - El jardín de Galbadia... - Pensó mientras se ubicaba mentalmente en el mapa que había estudiado durante el vuelo.

- Si estamos aquí.... - Decia en voz baja mientras se despedía de Aramis con un gesto -entonces el garaje estará hacia ahí. - El joven arquero no era un fan de la tecnología, pero si esta podía mejorar su arco o ofrecer una mejor armadura tampoco iba a quejarse. 

Ya orientado, Siward se dirigió hacia el garaje.

Un hormigueo recorría la punta de los dedos de Riha por la emoción de haber llegado por fin llegaron al lugar. Suponía que el resto de los recién admitidos habrían comprobado el mapa como ella para dirigirse cuanto antes a ver de qué se trataba eso de mejoras de armas. Sin plantearse ninguna otra opción toma el camino más corto hacia el garaje. Mientras tanto, utiliza la pulsera para ver qué misiones pueden sonar mejor.

Una vez que la jefa de estudios se retira, los nuevos estudiantes os empezáis a mover.

La arquera, manteniendo a su Halcón en el hombro pero el arco aún en la mano, sale de la nave sin decir ni una palabra. Por un momento veis que mira su pulsera y, tras esto, se interna en el jardín, mezclándose con el resto de estudiantes.

- Bueno... Parece que hemos llegado.

Comenta el chico del pelo rubio.

- Creo que no me he presentado aún. Mi nombre es Iron, Iron Irlens. Es un placer. - Y os saluda con una inclinación de cabeza y una gran sonrisa. - Parece que Galbadia no es famosa por su amabilidad... Pero no es nada nuevo en verdad... - Os mira un segundo. - Creo que primero iré a la habitación, a ver si puedo hacer que me manden un par de mudas de ropa y un par de cosas... Y supongo que luego iré a la armería... Así que luego nos vemos.

Y tras esto, se aleja de vosotros con una sonrisa.

Por vuestra parte, Aramis avisa de que irá a la Enfermería, mientras que Siward decide ir al Garaje. Riha por su parte se mantiene en silencio.

Llegar a la enfermería no te reslta demasiado complicado. El mapa que hay del jardín es bastante sencillo y, en general, todo está bastante bien indicado.

De manera que sales de la nave y, en cuestión de varios minutos, llegas a la enfermería.

Es una sala bastante amplia, blanquecina y que huele bastante bien. Puedes ver que si divide en dos zonas: una de ellas con lo que parecen camas, separas por cortinas verdosas, y otra que sería la entrada, donde hay un pequeño mostrador. Al otro lado de este último ves que hay una persona.

Desde luego, la primera impresión no es buena.

Se trata de un chico que no debe tener ni 15 años.

Si esto no fuera suficiente, su aspecto es... Inquietante para estar en la enfermería. 

No lleva bata, ni nada que pueda parecer que es médico, enfermero o algo así. Siempre y cuando se pueda considerar médico a alguien de su edad.

Aunque lo más perturbador de todo es la pequeña identificación que tiene en la solapa de la chaqueta, donde lees: Romeo Leoni, médico.

De manera que sí... Debe ser médico.

- ¡Buenos días! - Saluda efusivamente al verte entrar. - Vaya... ¿Un mal día? - Pregunta al fijarse en tu aspecto y en tus manchas de sangre. - ¡Espera! ¡No me lo digas! ¿Eres uno de los nuevos estudiantes? ¿A que sí? ¿Cuántos habéis entrado esta vez?

Siward había dicho que iba al Garaje, de manera que se encamina hacia allá.

Riha, por su parte, aunque no ha dicho hacia donde se dirigía, el camino que toma es el mismo que el de Siward.

Aramis se pasó el viaje mirando el mapa y el camino que recorrían sus pies, nunca había tenido muchos problemas para orientarse, pero estaba nervioso por no cagarla y entrar sangrando a una clase, así pues, tras unos pasos, habitaciones y unas cuantas puertas, llegó a la enfermería.

La primera impresión fue realmente buena, grandes instalaciones, buen material, medicamentos de primera, sin duda Galbadia era perfecta, desde el estudiante más joven, hasta el soldado más veterano... Pero todo eso desapareció en el momento que observó a aquel chico "Es un estudiante..." Se repetía mentalmente... "Debe serlo... Sí, seguro que es un..." Observó la chapa de su chaqueta y se le escapó un -No me jodas...- Durante unos segundos se quedó parado, boquiabierto por lo que tenía delante, aquel crío que se parecía más a un insurgente que a un auténtico hombre de Galbadia, pero cuando pudo reaccionar dijo -Eh, s-sí claro, hemos quedado 6...- Hizo una leve pausa -... Digo 5- Rectificó.

Tras acabar la frase y volver en sí por completo, notó de nuevo el dolor, dejando escapar una mueca en su rostro.

Siward tenía un buen sentido de la orientación. Habiendo estudiado el mapa de antemano, el joven arquero decidió prestar atención a la gente que la rodeaba. Fue entonces que se percató de la presencia de la joven mecánico detrás suyo siguiendo la misma ruta.

- Mmmmh... Es cierto que estoy en el jardín de Galbadia... y ella parece saber mucho sobre máquinas... - Se decía Siward para intentar convencerse. - Que remedio. Con lo mal que se me da la gente. -

Siward empezó a aminorar el paso hasta que este quedó al lado de la mecánico.

- Eh... esto... me llamo Siward. - Dijo el joven Graves con un tono de voz algo dubitativo y mostrándose algo incomodo y ligeramente agresivo. - Parece que sabes mucho de maquinas... tornillos... y tal.

Ya me arrepiento de esto.

¿Qué sabía mucho de tornillos? Ni que los tornillos entrañaran muchos misterios. Aunque… bueno… La prueba había terminado y por fin parecía que podían relajarse un poco, respirar sin tener que pensar en que todos sus movimientos estuvieran siendo observados. Puede que eso le hubiera puesto de buen humor.

-Sé quién eres.

Aun así resultó un poco cortante. No de forma premeditada pero el arquero no era el único poco acostumbrado a tratar con otras personas.

Sorprendido, Siward echa un vistazo a la joven. No, yo no tengo ni idea de quien es ella.

¿Sabes... quien soy? - Aun confundido e intentando sonreír "naturalmente" preguntó. - ¿Y... quien eres tu? - Se rascaba la cabeza Siward intentando recordar las caras de la gente que había conocido durante los últimos años. 

Tal y como había supuesto, no tenían ni idea. Había estado tomándose tantas molestias durante el día… para nada. Bien, mejor así. Le daría muchos menos dolores de cabeza.

-¿No lo sabe todo el mundo? El señor Edward Keaths no es cualquier persona. Me llamo Riha.

- Supongo que es uno de los efectos secundarios que conlleva ser adoptado por los Keaths. - Suspiró Siward mientras relajaba un poco su postura.

- Ah, y un placer... eh... Riha. - Dijo ya algo mas calmado. - Supongo que también te diriges al garaje, ¿no? -

Asintió ligeramente a su afirmación. Estaba segura de que con un nombre como aquel cerca, la fama debía precederle allá donde fuera.

-Sí. Sin un Guardián propio sólo puedo contar con mi puntería y la potencia de mi armamento. Aunque por el momento ha ido bien.

Todavía no entendía que el resto no se hubiera dirigido también hacia el garaje sin dudarlo. Hablando de lo cual, ahí estaban.

- ¿Cinco?

Pregunta el chico tan sorprendido que se pone en pié y todo.

- ¡Vaya! ¡Son muchos! Normalmente suele haber dos o tres personas por año, el resto quedan demasiado mal heridos para continuar... Incluso hay algún que otro fallecido.

Dice esto último casi susurrando.

- ¿Pero cinco? Eso desde luego es todo un nuevo record... Tendré que mirar en los archivos cuando pueda para ver cuando fue la última vez que ocurrió algo así. ¿La prueba fue dificil? ¿Tal vez demasiado fácil? O puede que haya una buena remesa este año y por eso han entrado tantos, ¿no te parece?

Pero tras esta última pregunta parece darse cuenta de tu aspecto.

- Perdona... ¿En qué puedo ayudarte? ¿Has venido por ti? 

Mientras seguís charlando, llegáis al garaje o armería, y no hace falta ver el letrero para saberlo: el aire huele a aceite de motor y carburante.

Al cruzar las puertas entráis en una estancia gigantesca, casi como si fuera un gran teatro. Hay sonidos metálicos por todas partes y veis algunas secciones separadas de otras por mesas de trabajo y pilas de herramientas.

La zona izquierda está llena de vehículos de diferentes clases y tamaños, desde coches o motos, hasta aeronaves como las que os llevaron al jardín. La parte derecha esta repleta de armamento, como fusiles, pistolas, rifles, espadas o hachas tecnológicas. Todo un espectáculo.

Y cerca de una especie de mostrador, veis a una peculiar mujer.

Peculiar por su aspecto, ya que lleva un traje que no sabríais decir si es tela, neopreno o metal... Toda una rareza.

En cada mano lleva una herramienta y parece que está haciendo algo con un rifle gigantesco que hay tendido sobre el mostrador.

Desde luego, tanto el arco como la metralleta son demasiado simples para el nivel de armamento que se tiene aquí...

La mujer no ha levantado la cabeza cuando habéis entrado.

Y por el ruido que hay en el lugar... dudais un poco que sepa que alguien ha entrado...

Aramis se quedó callado mientras miraba al crío parlotear y parlotear "Maldita sea... ¿No piensa callarse nunca?" - Sí... Quizá...- Fue su breve contestación a las palabras que salían de la boca del chaval -No, fue sencillo creo yo, un par de robots inútiles- Tras acabar con aquella palabra, se dio cuenta de que quizá estaba hablando demasiado de la prueba y no era buena idea.

Por suerte el propio chaval cambió de tema y fue directo hacia lo que importaba de verdad -Sí, por aquí en las costillas es donde más me duele, lo demás parecen ser solo magulladuras sin mucha importancia... No se, tu eres el médico, paso de morir por un roce que parecía inofensivo- Dijo arqueando una ceja, acto seguido se quitó el cinto que llevaba a través del pecho para guardar la espada y la dejó sobre la mesa.

El olor les hizo saber que habían llegado al lugar indicado incluso antes de haber llegado realmente. Los últimos metros podrían haberlos recorrido sólo guiados por el olfato.

De pronto las ideas vagas sobre misiones y salir por ahí a completarlas desaparecieron por completo al contemplar aquel lugar inmenso. Tenía mucho de familiar pero todavía más de emocionante. Podía reconocer gran parte de los vehículos que albergaba y parecía una verdadera exposición de Armas. ¿Podría renunciar a su habitación y quedarse a vivir allí, no sé, para siempre por ejemplo? Pero antes estaba el asunto de la actualización de armamento. Acercándose a la mesa de trabajo en la que se encontraba aquella curiosa mujer, Riha decidió emprender la iniciativa.

-¡Buenos, días!- saludó alzando la voz por el ruido ambiente- ¡Somos los nuevos alumnos! ¡La jefa de estudios dijo que pasáramos por aquí para obtener una actualización de armamento!