Partida Rol por web

Sin esperar ninguna indicación más, Sumirea marcha hacia la dirección señalada por el hombre con vendas, sabiendo que estar valorando pros y contras de cada camino les retrasará más que otra cosa. Si los demás le seguían bien, si iban por otro camino, bien también, aunque no quería expresar en voz alta la idea de separarse, la paciencia no era una de sus virtudes.

—¿Y tú cómo sabes eso? —señalo al vendado, preguntándole. ¿Hace magia este también? Pero no ha recitado nada ni se ha movido, no entiendo.

—Da igual, al final voy a acabar poniéndome de acuerdo con Sumirea y avanzar probando suerte. Es mejor que quedarse aquí discutiendo.

Voy entonces tras la gigante, esperando que no nos equivoquemos. Es una de tres posibilidades, ¿no? tampoco es que sea tan poco probable...

-Soy un Psíquico- dice el hombre -desde que tengo memoria lo he sido- y comenzó a avanzar a buen paso al noreste -lo importante es encontrar el niño y rápido-

- El cuervo no tiene magia, no al menos que pueda detectar. Me parece bien el camino que digáis, sigamos. Y rápido.

El grupo, tras ponerse de acuerdo, parece que quieren seguir una ruta hacia el norte. De entre todos los caminos, por la dirección del sol y de las sombras, dirían que deben coger el camino de la derecha. 

Avanzáis en esa dirección y no podéis evitar observar al cuervo, quieto en aquella rama, observándoos con sus oscuros ojos. No reacciona a ninguno de vuestros movimientos ni de gestos. Solo permanece allí. Quieto.

Continuáis por aquel camino, observando la vegetación. A medida que os internáis en el bosque, los árboles crecen más altos, más verdes y más grandes, y lo que comenzó siendo un camino ancho y despejado, poco a poco se empieza a encoger y estrechar, devorado por el entorno. Aún así es lo suficientemente transitable para poder continuar. 

Todo sería una estampa preciosa, digna de las historias de los mejores bardos, si no fuera por los cuervos: a medida que os habéis internado, su número ha ido en aumento. Y, mientras que al principio, los veíais cada treinta o cuarenta metros, llegó un momento en que estaban cada cinco. No parecían agresivos, solo estaban ahí, observando.

Hasta que llegó un punto donde el camino se volvía a dividir, en derecha e izquierda. 

Al llegar hasta los dos caminos, justo en aquella intersección, te parece escuchar algo.

Entre las hojas mecidas por el viento... Entre el ruido de los insectos... Escuchas algo... Una risa, enérgica, rápida y risueña... Parece la de un niño...

Miras a tu alrededor buscando el origen.

Parece que viene de la espesura, de algún punto entre los dos caminos. Como si no tuvieras que coger ninguno de los dos sino atravesar el bosque justo por el punto que hay entre ambos. 

- Creo que he oído al niño. Lo oigo por en medio, no por ninguno de los dos lados. Está escondido en el mismo centro del bosque. Aunque... parece reír. Tiene que ser algún tipo de magia venida directamente del Kuzimu. Debemos ser precavidos, pero destruirla, es lo que espera Moja. 

Empiezo a andar decidido hacia el mismo centro.

—Esta vez coincido, yo también lo oigo.

No puede ser, ¿será que al final todo es una trampa? ¿pero con qué finalidad? No, imposible, no se me ocurre de qué manera alguno de nosotros pueda ser el objetivo de alguien. Bueno, sí, en realidad sí.
Pero da igual, no voy a arriesgarme a abandonar todo sólo por una suposición sin fundamentos.

—Sólo les pido que tengan cuidado, de donde vengo mi gente es muy hábil con la magia, sobre todo las ilusiones, y eso me hace pensar que alguien puede estar jugando con nosotros.

--- Coincido con vosotros y más con la elfa, es posible que sea una ilusión- digo mirando a mi alrededor con los ojos entrecerrados, ninguno de los homúnculos que habia enviado habia regresado aún y eso le mosqueaba bastante, ellos habian andado un  poco y al parecer hacia el círculo de cuervos....cuervos...¿porque cuervos? Eran carroñeros y salvo que el niño estuviera riendose sobre un mar de cadáveres no veia sentido a aquello..

Pese a ello  esperé a que ellos fueran delante  no sin antes dirigirle una mirada de advertencia a mi hermana.

-Solo debemos asegurarnos que quien ríe es Timmy y no otro niño, pues vinimos a buscarle a él y no a otro- su cara ahora parece confusa, comienza a avanzar junto a sus compañeros, si están cerca del lugar se extraña que no haya detectado la codicia de los bandidos con sus habilidades aun.

Coincidiendo con las explicaciones de los demás miembros del grupo, Sumirea avanzó como habían sugerido Valdemar y su propia intuición, en línea recta sin tomar ninguno de los dos senderos, sino un camino propio que cruzaba entre los dos.

La risa escuchada le hacía desconfiar de lo que había dicho la humana en la posada pero, dado que ya habían andado demasiado rato, decidió acallar su desconfianza, teniendo claro que cenaría sopa de carne humana si aquella situación era una especie de broma. Por otro lado, la frecuente aparición de más cuervos sólo le hacían pensar en lo sabrosos que serían cocinados en momentos de necesidad y si su paciencia se agotaba, no dudaría en comerlos crudos hasta que ningún otro quisiera vigilarles. 

Avanzáis por la espesura, guiándoos por el sonido de la voz de aquel niño, el cual no sabéis si se trataría de Timmy o no.

Vuestros pasos rompen ramitas al pisar y, toda vuestra comitiva, deja a su paso ciertos ruidos poco discretos. 

Tras alejaros unos metros del camino, en la espesura, a diez metros de donde os encontráis, podéis ver un pequeño claro en el bosque. 

En medio del mismo, atado a un árbol por la cintura, veis a un niño pequeño, de pelo y ojos oscuros. Tiene un cuenco de madera entre las manos, del que parece comer. Su voz es alta y clara, escuchándola sin problemas desde vuestra posición.

-¡Pues sí! El otro día Pepa me empujó y me caí a un charco. Me enfadé un poco, pero la seño me dijo que no me podía cabrear porque había sido sin querer y Pepa me pidió disculpas. Aún así me enfadé un poco. ¿A vosotros os han empujado alguna vez?

Escuchas unas cuantas carcajadas, mucho más bajas que el tono del niño, pero suficiente para poder mirar mejor en el claro.

Son un pequeño grupo que van con el rostro medio cubierto y armados. Cuentas un total de 6 en todo el claro, aunque no descartas que pueda haber alguien escondido en los alrededores.

Dos de ellos portan arcos cortos, otros dos espadas, uno de ellos un mandoble y el último espada y escudo. 

Parecen hablar con el niño de forma relajada, aunque algunos parecen estar atentos a los alrededores. Alguien le contesta algo, porque el pequeño prosigue.

-Sí, eso dice la seño. Es un poco dura a veces pero es muy maja. No sabe que el señor Derek, el que tiene la tienda de chiches, de vez en cuando me da una bolsa. ¡Pero no se lo digas a la seño!

Al encontrarse con la perturbante imagen, Valdemar se estremece, no a causa del miedo, sino por lo perturbador de la imagen de un niño atado, rodeado por hombres armados y encapuchados, pero comportándose como si fuese normal.

- Por la mismísima Moja, salvado sea su nombre... - Susurro para mi mismo al ver la imagen - El pobre niño... ¿qué tipo de enfermos ata a un niño tan pequeño y le trata de este modo? Tiene que ser algún tipo de ritual, posiblemente para causar el Kifokikua... no he tenido tiempo suficiente... hay que detenerlos...

- El de las vendas, ¿puede que tengan poderes psíquicos como los tuyos y por eso el crío está tan tranquilo? Es una imagen desquiciante, malditos sean los sunguras, ver a ese niño atado y... reír. Tiene que haber algo. Kaithel, ¿que ven tus ojos de elfa? ¿Son 6 o hay más?

El hombre habla lo suficientemente bajo como para que solo sus compañeros puedan escucharlo -Puede que solo sea que el chico es idiota- pone como idea y lentamente se empieza a mover para ocultarse -igualmente, ¿cuál creen que es el más peligroso de ellos?- pregunta observa con mucho interés la escena.

—O ingenuo, Henry, es un niño pequeño, por favor, puede que no tenga idea del peligro que corre y a los bandidos simplemente les hace gracia su ignorancia.

Doy un suspiro, si son sólo seis entonces no deberíamos tener problemas, mas allá de que sería la primera vez que combato a muerte con otra persona, y que no doy más de nervios, y que seguramente me tiemble el brazo al apuntar, y... quisiera poder concentrarme.
—Primero habría que encargarse de los que tienen arcos, tienen vía libre para dispararnos en cualquier momento si nos ven.
Ahora sí tenso la cuerda, preparándome. Mientras tanto me acerco cuidadosamente a un árbol bien grueso para usar como cobertura.
—Voy a dispararle a uno de ellos —por favor, perdóname por hacerte daño, pero la verdad es que no veo otra opción.

Al ver aquella conmovedora escena Sumirea vislumbra en su mente sus más ocultos deseos de formar una familia pero, rápidamente vuelve a la realidad y furiosa por la situación del niño, se acerca hacia el grupo no sin antes dedicar unas palabras a sus compañeros.

- Ninguno. - Responde a Henry mientras las fibras de su cuerpo se tensan en preparación al inminente combate. - Yo llamaré su atención, intentad flanquearlos o haced lo que sepáis hacer mientras se centran en mí. 

Entonces, sin intentar camuflar su presencia, aguarda un instante por si sus compañeros quieren moverse de su posición y luego camina en línea recta hacia el niño con su hacha en mano y apretándola con fuerza, dispuesta a blandirla contra cualquiera que no atienda a sus motivos. 

Desde su escondite sonríe y susurra -Me agrada la mujer del Hacha- y centra su atención en el hombre del mandoble, tiene para él un regalo especial.

No pude evitar soltar un bostezo bajo.

---Bueno,veo que todo está arreglado, yo trataré de apoyaros como pueda mi magia pero ya os digo que no es muy ofensiva pero no soy del todo inofensivo- digo mientras observo con cierta curiosidad  aquel panorama, me extrañaba bastante que un niño permaneciera tan tranquilo ante aquella situación o era como decian mis compañeros y era un ingenuo o habia algo más...

Así que  me pongo tras un árbol y comienzo a mover las manos pero a diferencias de otras ocasiones me dispuse a no pronunciar el conjuro,erá más complicado pero así evitarian que lo localicen tan rápido...