Partida Rol por web

El mago elfo se había relajado un poco, o eso parecía, y se quedó en silencio mientras ellos hablaban entre sí. Se acercó al Eluvian que, aparentemente, habían cruzado los extranjeros, y palpó la superficie. Estaba oscurecido y mate, inactivo, como el propio Solas había esperado.

Con una ceja arqueada escuchó la procedencia extraña, los nombres de ciudades desconocidas, el desconcierto en el fondo de las voces tanto de Rick como de Eva, cada uno mostrándolo a su manera, uno tiñéndolo de amabilidad, ella con esa punta de agresividad no contenida.

A la definición de Aisha del Eluvian asintió levemente, y sus ojos dejaron escapar un brillo de complacencia.

Alguien que valora el legado.

De pronto su rostro se ensombreció, y sus facciones se entristecieron como si soportara el peso de una súbita culpa. De una súbita revelación que le concernía.

-Algo ha activado el Eluvian y os ha traído de otra dimensión, me temo. La Grieta... el Orbe. La energía necesaria para cerrarla, la que ha roto el Artefacto, se ha expandido como las ondas del agua tranquila de un lago al que le cae una enorme roca. Ha explosionado, y por un segundo, debe haber llegado hasta aquí, y quizá hasta haya variado la naturaleza del portal.

Murmuraba para sí más que para ellos, no les estaba dando una explicación, estaba compartiendo un hecho. Que le trastornaba enormemente. Sacudió la cabeza, preocupado.

-Sea como sea, ahora está cerrado... y el Orbe... no existe.

Quedó pasmado un momento. No había entendido nada. 

- Así resumiendo para los que no somos expertos. Que no podemos volver por donde hemos venido, ¿verdad?

Suspiró, dió una vuelta sobre si mismo, lentamente con los brazos en la cabeza y dijo para si mismo, gruñendo. 

- Que estupendo es todo, lo que me faltaba para la noche. O me he vuelto loco o esto es real y estamos jodidos. No se que parte prefiero, la verdad. - Intentó calmarse un momento y refiriéndose a los elfos y al hombre que los acompañaba les preguntó - ¿Y no hay manera de volver a... nuestro lugar, o mundo, o planeta o lo que sea de dónde se supone que hemos venido nosotros y estáis vosotros?

Vale, todo aquello parecía irreal, eluvianes, lo que sea que fuera eso, elfos, lugares de nombres sumamente raros y nosotros que no pintabamos nada en aquel lugar, como uno de aquellos árboles tristes que solía pintar aquel viejo del cabello gracioso de la tele llamado Bobb Ross, sin embargo, algo había leído en alguna parte de mi vida como uno de mis pasatiempos, no acerca del lugar donde estábamos, o tal vez si, pero si de algo que podía llegar a ser una respuesta parcial, o al menos algo que nos ayudara a comprender, más aún cuando el elfo calvo hablo de lo de otra dimensión

-Vale, supongamos que esto no es un sueño, supongamos que nosotros realmente hemos cambiado de dimensión, en algunas culturas de nuestro planeta se cree que existen planos de existencia alterna, dimensiones múltiples que existen y convergen en espacios y tiempos paralelos, en algunas historias y mitos la barrera entre esas dimenciones ha llegado a abrirse, podría citar más para mis compañeros que para los demás algunas historias sobre un árbol de los Vikyngos llamado Ygdraseel, pero no veo el punto de momento, sin embargo, todas esas historias coinciden en algo que dijo el señor elfo... creo que si mal no recuerdo te llaman, Solas, cierto? la energía necesaria para abrir esas brechas entre dimensiones debe ser muy grande, suponiendo que esas historias son en parte ciertas, creo que podemos asumir que algo así nos sucedió a nosotros...

Mencioné aquella idea con miedo, en alguna etapa de mi vida hace algunos años me había interesado el ocultismo pero jamás lo había tomado en serio hasta ahora...

Miron frunció visiblemente el ceño al escuchar los nombres de los lugares de procedencia de esa gente. Negó con la cabeza al no poder situar ninguno de ellos en el mapa que tenía en la cabeza, ni tampoco en los libros que había leído a lo largo de su vida en el Círculo. Reafirmó las palabras de Aisha, dando a entender que tampoco él había oído hablar sobre aquellos sitios, y cuando Solas empezó a teorizar sobre lo que había ocurrido, sus ojos brillaron con curiosidad.

- Solas, ¿es posible que exista algo más que Thedas y el Velo? ¿Otra dimensión?- meditó durante unos instantes.- Nunca he visto estudios que mencionen siquiera esta posibilidad, la idea parece inconcebible.

Miró a su alrededor, dándose cuenta de nuevo de dónde se encontraban, y se tragó sus palabras junto a cualquier argumento que estuviera preparando para continuar.

- Claro que, después de ver esto- dijo haciendo un amplio gesto.- no puedo decir que sea imposible. Toda nuestra vida hemos creído que lo más extraño en nuestro mundo era el Velo, pero... ¿De verdad es posible que estemos conectados a otros planos?- tamborileó rítmicamente en el bastón con los dedos.- Un momento. ¿Y si esto es una parte del Velo que nunca hayamos visto, y esta gente sean espíritus o demonios que intentan engañarnos? A fin de cuentas, el reino de los espíritus es cambiante e impredecible...

Miró a Solas, pues sabía de sobras que él era un experto en todos aquellos asuntos, y que tenía más experiencia en el tema que cualquier mago rebelde que Miron hubiera conocido en la Inquisición.

 Aisha atendió con interés a la explicación de Solas sobre lo que había podido pasar. Le había costado comprenderlo, la magia no era su punto fuerte... No era su punto a secas, en realidad, pero había entendido la idea principal.

 - Por el color del Eluvian diría que no podéis volver por donde habéis venido. - Contesta a la pregunta del primer hombre. - Pero no soy ninguna experta, si hay alguna forma de volver a activarlo, ellos podrían orientaros mejor que yo. - Sugiere, aunque poco convencida. 

 Miró confundida y con desconfianza al segundo antes de contestarle. - No se muy bien de qué hablas, shem, pero en todo Thedas, y en el Velo, siempre ha habido mucha magia. Hasta hace poco se habían estrechado mucho, y la actividad mágica en general se ha multiplicado... Los picos de energía deben haber llegado a niveles mucho más altos de lo normal. - Mira un momento hacia arriba, como buscando algo. - Habría que estar ciego para no verlo - Vuelve a mirarlos. - Pero no se cómo eso podría haber afectado a vuestro mundo. - Arqueó una ceja antes de formular su siguiente pregunta, incrédula. Casi se sentía estúpida teniendo que explicar algo así, en presencia de dos magos, además. - ¿De verdad no sois de Thedas? - 

 Su desconfianza y su tensión aumentaron tras la sugerencia de Miron. - Pero... ¿Eso cómo va a ser? Hace un momento me has dicho que estamos aquí físicamente - Le recuerda, esperando su confirmación o la de Solas.

 - Aun no os habéis presentado, y espero que ese hecho no tenga relación con lo que acaba de sugerir mi compañero... - Inquiere seria a los desconocidos, frunciendo el ceño e inclinando levemente la cabeza.

-No, no son espíritus, o demonios. -Negó contundente Solas, respondiendo a Miron.- Su naturaleza es humana, sin lugar a dudas, y esto no es el Velo, con absoluta seguridad. Pero estamos en un Cruce de Caminos, un lugar fuera del espacio y el tiempo tal como los conocemos, un lugar puente, y punto de encuentro a la vez. Aquí todo confluye, y se abre a todas partes. Cada Eluvian es un portal. No es que lo fuera, es que lo es, aunque requiera una llave, cada uno una distinta. Una circunstancia, un objeto, una palabra... y magia. Energía.

Como Aisha un momento atrás, miró a Jacob con cierta curiosidad.

-Tampoco yo he entendido de qué hablabas, pero sí que entiendo, y comparto, el concepto. Hay árboles cargados de esencia ancestral, que puede canalizarse o desatarse, poderosa. Percibo en ti la vibración innegable de la magia, y por lo que dices... ¿eres mago en tu... Tierra? -Se giró hacia Eva, una ceja levantada, y la miró de arriba abajo, repasando el ajustado y breve atuendo sin pudor ninguno. -Tú, sin embargo, vistes como un luchador de arena, pero sin armas ni armadura. Dices que no vais peleándoos por las esquinas, y que deben daros licencia para armaros. ¿Estabas descansando cuando el Eluvian despertó...?

Solas seguía observando a los tres extranjeros con detenimiento. El último al que se dirigió fue a Ricky.

-Tú eres pragmático. Expeditivo, directo. Y tienes razón, tal como están las cosas, no. No podéis regresar sin más. Necesitáis ayuda. Suponiendo que, aún y encontrándola, sirva de algo porque...

No pudo seguir.

Una voz femenina, grave y cargada de sorna, interrumpió sus palabras.

-Así que ahora has provocado esto, viejo amigo...

Y de entre la bruma la figura de una mujer apareció, bella y enigmática a un tiempo.

Solas parpadeó un par de veces, perplejo. Pero enseguida recuperó su autocontrol.

-Morrigan. Debí suponerlo...

En la primera parte del portal y del orbe ya me perdí, pero vamos, que no parecía importarles mucho la cara de " no se de qué leches me estáis hablando " que estaba poniendo, porque ellos seguían dale que te pego.

Ricky dio rápidamente con lo esencial, que era cómo carajo volver a casa y dejar de ver elfos por todas partes, aunque luego Jacob comenzó a divagar.

- Oye ¿ tú no has dicho que estabas en una fiesta? Creo que aún no se te ha bajado el morado... - Dije como para decirle que estaba alucinando un poco con eso de las dimensiones paralelas. Empezaba a parecer un capítulo de Stargate Atlantis.

No tardé en volver a mirar a Jacob, sobretodo después de escuchar las palabras de aquel hombre que no parecía elfo pero que estaba con ellos.

- ¿ Y ahora encima repartes de eso que fumas? - Sonreí divertida, por no tirarme de los pelos.

Miré al hombre que nos había llamado espíritus o demonios.

- Si, soy la doble de la niña de The Ring. - Le dije haciendo una mueca. Estaba segura de que no me iba a entender, pero me importaba un pimiento, me había sentido un poco ofendida.

La elfa volvió a interesarse por nuestra procedencia, pero negué con la cabeza.

- Hasta que no lo habéis pronunciado no había escuchado eso de Thedas. En serio, el lugar del que venimos, nuestro planeta, se llama " Tierra ". - ¿ Teléfono, mi casa?

Eso de que parecía un luchador me hizo gracia, aunque negué con la cabeza.

- Esto es mitad afición y mitad trabajo. No es por ser luchadora o no. - Aún no me había dado por apuntarme a algo como TNA. - Estaba en el gimnasio. - Me di cuenta de que así no íbamos a llegar a ninguna parte. - Tenemos unos lugares con unas máquinas que lo que hacen es ejercitar músculos. Dependiendo cual de ella uses, ejercitas brazos, piernas, lumbares... y así, después de mucho tiempo, consigues que se note.

No había acabado con mi explicación de cómo una chica como yo acaba con su culo metido en un gimnasio cuando llegó otra a la fiesta.

- Aquí se sigue reuniendo gente...

Bueno, parecía que mi idea no era tan descabellada después de todo, al menos para el elfo del bastón a quien llamaban Solas, lo cual no sabía exactamente como tomar, había afirmado algunas cosas un tanto raras sobre nosotros, probablemente en su mundo realmente existiera la magia o algo similar o algo que ellos pensaban que era magia sin embargo antes de que pudera decir realmente mucho más, la bruma reveló la figura de una mujer realmente hermosa y cautivadora, sin embargo algo en ella me hizo sentirme tan alerta como atraído, ahora volvía la conversación en susurros, no sabía quien era aquella mujer, pero si que se veía bastante extraña -Cierto, tal vez aún no se me haya bajado al completo, pero aquí parece que se armará otra fiesta y de las grandes, no se si quiera quedarme aquí para averiguarlo- le respondí en susurro a Eva

Poco a poco el dolor lacerante que sentía en cada fibra de su ser se fue focalizando en la cabeza. O sería mejor decir en la mente...

No podía moverse, y aunque tenía los ojos abiertos, una telaraña espesa le impedía ver nada claramente, sólo formas en un magma azul. Alguien le había dado la vuelta, lo recordaba de un modo vago. Pero no había podido decir nada, ni siquiera hacer algún gesto que les mostrara que aún estaba vivo, que en alguna parte de sí mismo aún persistía una pequeñísimo hálito de vida...
 

Marcus no sentía el paso del tiempo, sentía... no sentía nada. Una parte de sí mismo quería despertar, levantarse, vivir. Pero otra parte se aferraba a sus recuerdos más horribles, a la muerte de su madre, a las palizas que le dieron de pequeño. Veía a su madre, tras tantos años, la veía, delante, cocinando la poca comida que hubiesen conseguido, pero poco a poco desapareció como toda ilusión y recordó que iba a morir o, que ya estaba muerto. Quizá no me importa. Se dijo a si mismo. No conozco a nadie, ¿Por qué me iban a salvar? Nadie tenía esa obligación. Y así, en pensamientos se mantuvo en un estado entre la vida y la muerte, olvidándose del mundo que le rodeaba.

 Aisha intentó seguir el hilo de lo que decía la rubia, pero por su expresión dejaba claro que no entendía la mitad de las cosas. Si eso ya le molestaba, para colmo que continuaran susurrándose, o que aun no hubieran dicho sus nombres tras pedírselos un par de veces, no la hacían estar de mejor humor, incluso habiendo afirmado Solas que eran humanos. Shemlen desarmados, sí, pero con un mago entre ellos, y una mujer entrenada. 

 - ¿Es que sois demasiado buenos en esa Tierra como para hablar con elfos, Shems? ¿O es simple y burda descortesía? - Profirió claramente irritada. También había barajado que pudiera tratarse de miedo, después de todo no sería la primera vez, pero por la actitud que mostraban había descartado esa posibilidad, y con Solas presente, y a su entender al mando, no quería mostrarse especialmente agresiva.

 Su actitud hacia los extranjeros se calmó cuando apareció Morrigan, en la que al instante centró su atención, algo más tensa. 

 - Parece que ha sido ella la que nos ha encontrado a nosotros, al final... - Comentó directa a Miron, poco entusiasmada.

¿ Esta elfa era un poco borde o era cosa mía? La acaba de mirar, de responderla que no sabía nada sobre Thedas y que veníamos de La Tierra y se pone toda rancia diciendo que a ver si no hablábamos con elfos.

- ¿ No te acabo de responder a tus palabras? - Gruñí cuando nos habló de aquella manera. - Además, con todo lo que habéis contado seguido sin que podamos interrumpir tampoco pretenderás que vaya tomando apuntes para después responder a todo lo que decís.

Desde luego a mí estas tonterías no me gustaban un pelo. Me daba igual que viniera esa tía a la que ahora todo el mundo mirara y que ni siquiera sabía quién era.

- Y no, no solemos hablar con elfos porque allí de donde venimos no existen.

Me crucé de brazos.

- ¿ Hay algo más que quiera saber su majestad?

Todo estaba ocurriendo demasiado rápido a su alrededor. Aparece otra persona de la nada con ropas estrafalarias, la elfa les trataba mal por no responder a sus preguntas rápidamente estando en shock y ahora también su compañera terrestre, visiblemente irritada por toda la situación se lanzaba pullas con ella. Me da a mi que no se van a llevar muy bien...

- A ver, a ver... un poco de calma. Si deseas saber nuestros nombres, yo voy a responder solo por el mío. Mis compañeros dirán el suyo si así lo desean. Me llamo Richard, pero podéis llamarme Ricky. El caso es... No se si es algo típico de vuestro pueblo pero, vosotros tampoco os habéis presentado. En mi... ¿planeta? - quedó pensativo un momento de lo absurdo que le sonaba o si ni siquiera eso era correcto - la gente tiende a presentarse antes de pedir presentación de otras personas desconocidas. Como para no crear tensiones y dar confianza. 

Se rascó el cogote e intento poner una sonrisa amistosa, aunque algo torpe. 

Al menos parece que a la mujer estrafalaria que acababa de aparecer si la conocen. Tenía la extraña sensación que eso era igual a problemas. 

Miron seguía la conversación tensa entre Aisha y la mujer rubia, intentando encontrar el momento para interrumpir y decir unas palabras para que ambas se calmaran. Sin embargo, comprendía perfectamente la irritación de la elfa, y a él tampoco le gustaba nada la situación. Además, encima el tal Richard les daba lecciones de educación, como si tuvieran que adaptarse a ellos en vez de lo contrario. Le dedicó una mirada llena de desdén como respuesta a su falsa sonrisa, y se dispuso a hablar. Tuvo que detenerse cuando apareció Morrigan, hecho que no le gustó demasiado.

Cruzó miradas con Aisha y asintió a sus palabras, tampoco con mucho entusiasmo. Ignoró por completo la presencia de los tres extranjeros y se fijó en Morrigan, prestando especial atención a su ropa. Realmente, era tan misteriosa como se esperaba, y de cerca le parecía aún más cautivadora que cuando la había visto en el jardín de la fortaleza. El mago miró a Solas, preguntándose qué clase de amistad tenía con ella. ¿Sería el momento de hablar, o de dejar que lo hicieran ellos?

Miron se decantó por lo segundo, pues nada de lo que dijera llamaría la atención de alguien como Morrigan. Todo lo que pudiera explicar, seguramente lo habría visto ya con sus propios ojos.

 Aisha inspiró profundamente para no responder de mala manera a la rubia, aunque sí lo hizo seria, omitiendo algún que otro comentario. No quería discutir frente a Solas, y mucho menos delante de la ahora presente Morrigan. Además, la actitud de Richard, más diplomática, ayudó un poco, o al menos hasta que pretendió darles lecciones de educación.

 - No pretendía que lo entendierais todo, dudas tenemos todos... Aunque unos más que otros. Sólo esperaba que os presentarais, simple y llanamente. No me gusta tener que insistir para algo tan básico. - Alternó la mirada entre los humanos. - Y, Richard - Se dio por enterada. - Estoy completamente segura de que nos he presentado, a Miron - Mira al mago humano - Y a mi, Aisha, al menos. - Le recuerda. 

 Volvió a mirar a la rubia por un momento, alzando una ceja. ¿Le estaba vacilando, o hablaba en serio? Obviamente se había burlado llamándola 'su majestad', pero no se lo preguntaba por eso, si no por lo que había dicho de los elfos.

Se rascó el cogote de nuevo

- Lo siento si no he sido capaz de quedarme con vuestros nombres. Esta situación me supera - dijo suspirando - No estoy acostumbrado a traspasar espejos extraños y conocer elfos. Lo siento de verdad. Un placer a todos.

Se disculpó sinceramente. No todos los días uno podía decir que llegaba a, como había dicho Jacob, mundos paralelos. Ya el simple hecho de todo lo que ocurría parecía un sueño y aún no estaba del todo seguro que no lo fuera. En cualquier caso, lo acabaría descubriendo de una manera u otra, supuso. 

Después de la disculpa se centró en la nueva figura que había aparecido. Al menos parecía humana, pero visto el éxito, no podía estar seguro de nada en este lugar. 

Mientras el cruce de saetas verbales seguía, y las presentaciones se iban intentando, y consiguiendo poco a poco, tanto Solas como la recién aparecida Morrigan estaban ausentes.

No, no era así. Ausentes de la discusión, sí, pero absolutamente pendientes el uno del otro. Los ojos de ambos estaban fijos en el otro, fríos, calculadores. ¿Expectantes...? Se mantuvieron así durante un buen rato, todo lo que duró la agria conversación del resto. Retándose, o eso parecía. Porque ninguno bajó la mirada, ni siquiera parpadeó.

Por fin la mujer estrechó la distancia entre los párpados, hasta que sólo dejó una fina rendija entre ellos, por la que asomó un destello de viva agudeza. Que ocultó, ahora sí, desviando la mirada y dejándola resbalar por el cuerpo del cuarto hombre, el que yacía en el suelo, inerte.

La mirada aún torva se posó en Markus.

-¿Y qué hay de éste desgraciado...? Aún hay un rescoldo de vida en el fondo de su cuerpo. Muy en el fondo, ¿no es esí...? -Solas asintió, en silencio.- Vamos a remediarlo. Si hay que arreglar esta... desafortunada complicación... -El tono de su voz se tiñó de ironía- ...mejor que devuelvas a su mundo a los cuatro, y no sólo a tres.

Miré a Ricky sin entender por qué se estaba disculpando con la elfa, pero no dijera nada, quizás fiera lo mejor, ya que ellos iban armados y nosotros no y aunque lo fuéramos, seguro que no sabríamos usarlas y ellos sí.

- Perfecto, tenemos que aparecer en un lugar en el que nos toca agachar las orejas como un perro.

Entrecerré los ojos, pero me mordí la lengua para no seguir con aquella discusión, aunque de poco sirvió cuando la elfa dijo que se había puesto así porque no le habíamos dicho nuestros nombres.

- ¿ De verdad? - A mí me iban a matar antes de diez minutos, pero si me callaba moriría porque mi cuerpo implosionaría por no poder decir lo que pensaba. - ¿ Te has puesto así porque no te hemos dicho nuestros nombres? No quiero ni imaginarme cómo de desmesurada puede ser tu reacción por una cosa importante de verdad.

Negué con la cabeza.

- Me llamo Eva. - Casi estaba segura de que aquello le iba a dar igual, pero ya que tenía tanto interés por saberlo...

- Con esta inestabilidad mental que asoma es mejor seguirla el rollo. Eva a ver si puedes estar un poco calladita. - No las tenía todas conmigo, la verdad.

Dejé el tema porque sólo me iba a traer problemas. Reconocía cuando estaba en inferioridad aunque me diera por saco estarlo y me centré en aquella mujer y el elfo. Parecían estar retándose.

Las palabras de la mujer me llamaron la atención y miré al elfo.

- ¿ Puedes devolvernos a nuestro mundo?

Estaba deseando salir de allí, por descontado.

La tensión que pudiera haber estado suspendida entre él y Morrigan se esfumó de golpe. La ironía le sentó al mago mucho mejor de lo que hubiera podido esperarse. Soltó una breve risa, y asintió de nuevo.

-Cierto. -En respuesta a la mujer. Y a luego Eva: -No es ni mucho menos fácil. No lo sé, no sé si es incluso posible... pero si estáis aquí es en cierto modo por... en fin, me siento responsable. Haré lo que pueda. Pero, primero, Morrigan tiene razón. Hay que hacer algo por vuestro compañero.

Se acercó a Markus también, y se inclinó hacia él.

-Necesitaré ayuda. -Hizo un gesto con la cabeza, señalando hacia Miron. -Toda la que podías darme los que tenéis el don de la magia...