Partida Rol por web

-No se cuanto tardaré, si una semana, un mes, o un año....es dificil de definir

Dijo mientras otro pedazo de pescado iba a su boca con ayuda de los palillos.

-Y debes tomar mas en serio los trabajos de mensajero, imaginate por ejemplo, que tenemos una oleada Oni que hace falta que pidamos ayuda a las tierras vecinas, si el mensajero no llega, el clan cae ¿No crees?

Dijo mientras le miraba y un rubor salia en sus mejillas. 

-Sí, lo sé, pero eso no quita que sea algo tedioso y aburrido. Si hubiera una oleada Oni, al menos tendría algo que hacer, y adrenalina, que es lo que necesito. Y si llegado el caso me tocara a mí ser el mensajero, sería tal la vergüenza de no poder participar en batalla que me sentiría muy humillado.

Casi terminándose ya la comida, va apartando las espinas del pescado con rapidez, todo sin dejar de hablar.

Eijiko termina su comida, con tranquilida, siempre le gustaba degustar bien la comida, y es bueno comer con tranquilidad para hacer bien la digestion y que en combate no pudiera darle cualquier cosa extraña que le impidiera pelear.

-Con tu permiso, voy a ir a prepararme, no debo retrasarme, cuanto antes salga, antes volveré....yo...

....Te echaré de menos....

----Ya...nos veremos

No quiso decir lo que en verdad sentia, no queria mostrarle su debilidad, aunque fuera la felicidad que albergaba su corazon y su alma cada dia...lo echaria de menos...verlo, poder hablarle, mirarle....seria doloroso....pero era fuerte, y debia superarlo

  -Eijiko-san...cuéntame tus aventuras cuando vuelvas, quiero sentir envidia de nuevo - Con una suave sonrisa, Kyoga se levantó de su sitio con presteza, e hizo una reverencia pronunciada.

 Eijiko se diriigó hacia la salida, para coger sus cosas y salir del castillo Hida.

El sol arreciaba y dió e sus ojos cuando ella salió por la enorme puerta.

Cuando hubo andando un poco, miró hacia atras, quizas esperando que Kyoga estuviera corriendo hacia ella para abrazarla y besarla. Pero sabia que aquello no ocurriria. Él era un cangrejo, y no dejaba nunca ver sus verdaderos sentimientos.

Asíponiendo su mano sobre las cejas miró hacia el enorme castillo, echanole un ultimo vistazo. Para luego, agarrar su montura  cabalgar hacia su destino.

El primer día transcurrió sin incidentes, y apenas encontraste gente cruzando el camino. Algun samurai a caballo viajando en dirección opuesta, y un par de aldeanos ancianos encorvados fueron lo único que viste por el camino. La mayoría del tiempo lo pasaste sola, sin más compañia que tus propios pensamientos. Al llegar a una aldea, decidiste torcer hacia el este, más allá del Bosque del Zorro, pues tu deseo era hacer noche en la Ciudad del Lobo.

Allí llegaste, a la hora del crepúsculo, medio amparada por la oscuridad. Tu caballo merecía un buen descanso después de recorrer un largo viaje, y tú tambien deseabas una cena copiosa, una cama blanda y quizá un baño para desentumecer los huesos. Una modesta posada, de precio asequible pero bastante acogedora, te proporcionó todo eso.

Tras una acogedora noche en la ciudad, seguiste tu camino al salir el sol. Saliste con tu caballo alimentado y descansado con las primeras luces del alba. Pero esta vez no fuiste sola, ya que una caravana comercial salió al mismo tiempo que tú. De modo que decidiste unirte a la caravana, ya que los asaltantes no atacan a grupos numerosos, y tampoco te vendría mal algo de compañía.

A mediodía la caravana se detuvo a descansar en una aldea llamada Shino, pero tú divisaste un templo dedicado a Bishamon, dios de la guerra, y te acercaste para dedicarle tus respetos y rezar a la deidad.

Pero tus rezos fueron interrumpidos por un fuerte ruido de batir de alas, y cuando alzaste la mirada vuste un cuervo de gran tamaño, de tres patas, posándose en una rama, y mirandote con sus ojos rojos como la sangre.

 Eijiko se sorprendió ante tal animal. ¿Los cuervos normales poseian tres patas? no!!!

-¿Quien eres demonio?¿Y que haces en estas tierras?

Preguntó la samurai sacando su tetsubo ante el diablo que se le presentaba delante de ella. Si era un Oni estaba segura de que hablaria, o se haria el loco. Pero a ella no se le escapaba ninguna...Aquel animal no era normal, y tenia quesaber que era antes de matarle.

Siempre sea dicho, la curiosidad mató al gato, pero ...siempre existe esa curiosidad que nos come a todos, intentando saber a que nos enfrentamos.

Pues Eijiko no era diferente, y aunque queria destrozar esa criatura su curiosidad de saber que era, pues nunca antes lo habia visto, la consumia. pero aunque no obtuviera la respuesta, si le atacaba...ella se defenderia.

Ante tus respuesta, el mosntruoso cuervo se irguió en toda su estatura. Realmente era enorme. Debia de ser tres veces mas grande que un cuervo normal.

Mirandote de nuevo con sus ojos rojos, el cuervo graznó, con un sonido que helaba el alma, y que hacía temblar los cimientos de la tierra. Un graznido que te hizo estremecer. Sonaba como un reproche. No. Mas bien como una... ¿advertencia?

 ¿Pero que demonios?

La cangejo no entendia nada de nada. ¿Que era aquel cuervo?¿Que queria decirle?¿Quien lo enviaria? Mejor seria seguir adelante, en buscade su destino, debia llegar cuanto antes, y no hacer esperar a aquellos que la llamaron.

- Vete a molestar a otro, pajarraco

Dijo antes de continuar su marcha. No debia perder mas tiempo.

 Eijiko recordó algo que antaño le decia su padre.

- Hija si encuentras algun cuervo en tu camino, guarda tus espaldas. Puede ser traicionero a la vez que sanador. Si posees un cuervo en tu cuerpo, te protegera de la corrupcion, pero en carne y hueso podria ser un mal augurio.

Sí, vale...un mal augurio...pero habia tantas cosas para su padre que daban mal augurio...pero no era solo él quien decia, los cuervos dan mala suerte para quien se lo encuentre. Era una señal.

-¿Que puede significar? ¿Encontraré mi muerte pronto?¿Una trampa?¿Un duelo mortal?

Se preguntaba muchas cosas.

- Tambien podria ser un espiritu enviado para ayudarme en algo...pero...¿Seria asi?

Las dudas rondaban la cabeza de la samurai, y se dió la vuelta para mirarlo de nuevo.

-¿Qué deseas designio de la catastrofe? ¿Que quieres de mi?

¿Que hago hablandole a un cuervo?

El cuervo se dedica a mirarte fijamente, sin dar muestras siquiera de entenderte.De repente, vuelve a lanzar otro graznido, tan estremecedor y aterrador como el otro, y despliega sus inmensas alas para emprender el vuelo. Pero en lugar de eso se lanza en picado como un halcón... directamente hacia tu rostro.

El demoníaco animal se mueve con velocidad asombrosa a pesar de su tamaño, mas rápido que cualquier otro animal que hayas visto en tu vida. Aun así, estas atenta ante el ataque, moviendote con gran agilidad para escapar del cuervo. Y conseguiste evitarlo... en gran parte.

Conseguiste aludir las garras de sus dos patas, pero su tercer apéndice lanza un zarpazo contra tu rostro. Un destello sangriento nubla tu ojo derecho, seguido de un dolor lacerante. El cuervo te ha provocado un corte en el ojo izquierdo, con tanta furia que si no hubieras tratado de esquivarlo lo habrías perdido. Tras este ataque, el ave oscura remonta el vuelo, y vuelve a posarse en una rama. Te vuelve a lanzar una mirada inescrutable con sus ojos rojo sangre, y emprende el vuelo una última vez antes de perderse en la lejanía.

Una sonora maldición, que haria enrojecerse a un marinero Yasuki escapaba de sus labios, al tiempo que lanzaba un último y fallido golpe con el tetsubo. Las lagrimas, tanto de dolor como de rabia, corrian por las mejillas de la samurai-ko, mezclandose con la sangre que brotaba del corte de su parpado.

Con el dorso de la mano, Eijiko limpia sus lagrimas, avergonzada por su comportamiento, indigno de una bushi del clan del Cangrejo. Lanzando una mirada preñada de odio al punto donde se perdia la criatura, la muchacha desmonto. Agarrando las bridas de su montura, se puso a resguardo, evitando el arbol desde donde el sanguinario cuervo se habia lanzado al ataque.
Rapidamente, Eijiko se limpió los últimos restos de su verguenza y, con cuidado, remendo como pudo su herida.

"Seguro que tiene mal aspecto... Y, encima, se esta hinchando... Malditos sean los ancestros alados de ese bicho..."

Entre dientes, murmura:
"Mientras no se infecte..."

Una vez satisfecha con los pobres cuidados que le habia profesado a su herida y no queriendo hacer caso a la imagen mental de ella misma con un parche, Eijiko volvió a montar, dispuesta a continuar viaje, a pesar de que sentía como su parpado palpitaba y latia, a medida que se hinchaba.

Una vez pasado el incidente del cuervo alado, saliste del monasterio. No tenía más sentido quedarse esperando.

Utilizaste el camino que conducía al este, para seguir el camino a través de la costa. Eso te obligaba a atravesar el territorio Grulla, pero te ahorraría varios días de viaje. No pensabas tener ningún problema con los gfrulla, y de ser así lo solventarías a su debido momento. Era mejor que contrariar al emperador en persona acudiendo tarde a la cita.

La noche te sorprendió cuando llegaste a la Aldea del Demonio. Esta aldea era poco más que un asentamiento. No era gran cosa, ni siquiera estaba fortificada, pero no querías dormir al raso esta noche, y menos teniendo la oportunidad de dormir en una posada.

Una vez llegaste, encontraste un lugar un tanto lúgubre. Los pocos aldeanos que encontraste rehuían tu mirada, y muchos de ellos se apresuraron a encerrarse en sus hogares ante tu paso.

Eijiko habia desmontado para recorrer a pie el último tramo hasta la aldeahuela. Ademas de para dar descanso a su montura, se sentia un poco indispuesta y no queria que un repentino mareo la hiciera darse de bruces contra el suelo.
Ademas, el atardecer en tierras de la Grulla suponia suficiente contraste, como para poder apreciarlo mientras caminaba tranquilamente.

Quizas fue por eso, por lo que fue recibida de modo tan poco hospitalario.

Eijiko caminó con paso seguro por el sendero que discurria entre dos hileras de humildes residencias  campesinas, esforzandose por ignorar los sonidos y murmullos que producian los aldeanos al esconderse en sus casas. Sin embargo, hay un limite en lo que a trato respetuoso con los heimin refiere el Bushido.
Se detuvo en medio del camino y palmeo el cuello de su montura, para calmar los nervios.

"Mi nombre es Hida Eijiko, samurai-ko del honorable Clan del Cangrejo." -Su voz era firme y clara, con el tono que empleaba durante la instrucción de los ashigaru- "Quiero hablar con el jefe de la aldea."

La guerrera, lanzó un par de miradas por encima del hombro y enderredor suyo, atenta a cualquier reacción a sus palabras, presta a defenderse.

Durante un rato, el ruido del viento es lo único que se oye en la aldea. Tras un rato, un anciano encorvado, vestio con un sencillo kimono marrón algo desgastado se acerca tembloroso hasta ti.

Yo soy el jefe, samurai-ko.-dice el anciano con voz quebrada. Por favor, no nos haga nada. Somos un pueblo sencillo, de gente humilde, y no ganamos mucho. Si no pagamos los impuestos es porque no tenemos ni para comer.