Partida Rol por web

Fragged Empire

Ambientación

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20/11/2017, 01:56

Un poco de historia
—La historia es un tema complicado. Da la impresión de que debería ser estática... y lo es, pero, como todo, cambia según el ángulo desde el que se mira, y cuanto más miras, más matices ves—Gregory se recostó en su sillón de oficina mientras se preparaba para un largo debate con su querido amigo, Grofix.
Había sido un turno de trabajo muy largo y ambos amigos tenían ganas de aprovechar la calma temporal del despacho de Gregory para entregarse a sus aficiones filosóficas e intelectuales.
—Eso es cierto—Grofix se sentó en la mesilla de café cercana.
El hecho de que ninguna de las diversas sillas de la sala tuviese espacio para su cola decía mucho del tipo de gente con el que “se suponía” que Gregory tenía que tratar—. Tiampoco ayudia el hecho de quie estemos trratandio de analitzar dietz mil años de historria y varrios imperrios derrumbados.
Incluso a Gregory le costaba entender el marcado acento de su amigo a veces. A menudo repetía lo que acababa de oír, para asegurarse de que había escuchado correctamente; un tipo de “escucha activa”, como le gustaba denominarlo.
—Sí, estamos tratando de discernir hechos ocurridos hace mucho tiempo y ver a través de la neblina de varios imperios caídos, el mayor de los cuales fue el de los humanos, y solo los religiosos se atreven a especular qué vino antes que ellos—Gregory sacó un puro del cajón de su escritorio mientras tecleaba la palabra “humano” en el programa de búsqueda del Torrente de su ordenador.

La humanidad
—El problema de hablar de una raza que lleva mucho tiempo muerta, una con un peso tan enorme en nuestro universo, es que no podemos evitar reducirlos a una caricatura. Una lista fría e impersonal de logros y fracasos dignos de mención—Gregory jugueteó con su puro sin encender mientras pensaba por dónde empezar—. Aunque estoy seguro de que los humanos fueron tan culturalmente diversos como nosotros, ¿cómo podemos saberlo con seguridad? Quizá ellos inventaron las emociones, el dinero y... la familia.
El último punto tocó una fibra dolorosamente sensible en el corazón capitalista de Gregory.
—Piodemos especularr tota la nochie si quierres. Perro no ne teniemos tiempo—la empatía era un concepto difícil para Grofix; no formaba parte de sus genes. Pero incluso él podía emularla si eso hacía más eficiente este intercambio de información—. ¿Quié hay en esa “lista frría ed imperrsonal’?
Gregory recobró rápidamente la compostura, y se encendió el puro.
—No podemos estar completamente seguros del orden de los acontecimientos; la búsqueda del Torrente los lista así: alcanzaron una Singularidad Tecnológica basada en la electrónica...
—¿Ciómo disess?
—Pues... Un punto de progreso tecnológico exponencial—parafraseó Gregory, mirando a su amigo en busca de alguna confirmación de que su respuesta había sido suficiente; pareció que así era—. Eso llevó a un suceso trascendental y único conocido como la Fractura de la Realidad, que resultó en lo que llamamos Líneas Ley: áreas delimitables del espacio en las que se pueden romper ciertas leyes científicas, en concreto la capacidad de viajar más rápido que la luz sin un aumento exponencial de masa o dilatación del tiempo, lo que permitió a la humanidad expandirse por la galaxia, quizá más lejos
aún, y terraformar muchos mundos. Con más recursos y espacio del que jamás pudieron necesitar, la humanidad se halló con que no le faltaba nada, y todos los conflictos se acabaron.
—Hmrgh...—al haber sido creado para combatir, a Grofix ese concepto le resultaba difícil de creer y más indescifrable que ningún otro logro humano.
—Pero la humanidad se estancó. Dejaron de aprender, de progresar, de viajar y de crecer.
—Esso es lo quie ocurre cuandio dejass die lutchar parra vivirr.
—Evidentemente...—aunque su idea de un conflicto sano era mucho menos física que la de su amigo, estaban de acuerdo—. Eso llevó a la erosión genética, y a una descomposición de su diversidad biológica. Murieron por billones debido a enfermedades, desnutrición y defectos congénitos, unos problemas que habían olvidado cómo combatir. Fruto de la desesperación, crearon a los Arcontes...

Los Arcontes
—...una raza creada mediante ingeniería genética para sustituir a la humanidad.
Gregory hizo una breve pausa; pensar en sus creadores, los Arcontes, le generaba opiniones y sentimientos complejos.
—Quie vendrrían a ser algo así ciomo unos padrres negligientes para vosotrros y unos abuelos quie nos reputdian para nosotros— caviló Grofix. Nunca supo muy bien qué opinar de los Arcontes. Pero por el momento dejó de lado esos pensamientos; muy pronto Gregory hablaría de su creador, X’ion, y entonces de la Gran Guerra. Ahí es donde su pueblo había entrado en escena.
—Los Arcontes no querían recorrer los mismos pasos que sus antepasados, por lo que no trataron de redescubrir lo que la humanidad había logrado en el pasado. En lugar de eso, avanzaron en una dirección distinta, cuyo resultado más destacable fue la repoblación con sus propias creaciones de ingeniería genética del imperio que habían heredado. Todo eso en un esfuerzo por crear la raza perfecta, a la que bautizarían como los x’ions.
Gregory empezó a enfurecerse en cuanto le vino a la cabeza lo que los Arcontes le habían hecho a su pueblo. Cerró la pantalla de su ordenador y compartió su opinión, visceral y sin adulterar.
—Fueron unos padres horribles. Colmando de favores a algunos, como los ridículos kaltoranos, y limitando el potencial de sus retoños “fallidos”... ¡como nosotros, la Corporación!—Gregory se había puesto de pie, recordando lo que él y su gente habían tenido que soportar.
—Puess lies disteis una liección.
“Sí.... Sí que lo hicimos... O mejor dicho, tu gente les dio una lección—Gregory volvió a sentarse—. Pero antes de llegar a eso, tenemos que hablar de vuestro propio padre fracasado.
La expresión de Grofix permaneció inalterada.

X’ion
—Tras tres mil años y cientos de especies nuevas, los Arcontes creyeron haber creado finalmente la raza perfecta, digna de llamarse X’ion—Gregory hizo girar su silla hasta quedar de cara al gran ventanal de acero sintético que le proporcionaba una vista fantástica del gran gigante gaseoso Alabaster, que la estación espacial de su compañía estaba prospectando para obtener combustible y otros compuestos químicos.
—Corriecto—Grofix también se puso en pie para mirar por la ventana—. Perro los Arrcontes cambian di opinión, decident que no ne son merrecedores... ¿Cuántos x’ions habíant crreado a esas altiuras?
—Doce. Aún estaban en el laboratorio de genética donde habían sido creados. No les habían dado aún un mundo propio—una sonrisa incómoda se le dibujó en el rostro mientras daba voz a un pensamiento—: Imagina si les hubiesen asignado un planeta y dejado que se reprodujesen.
—In ese ciaso crreo quie no ne estarríamos aquí habliando como amigos.
—Eso es verdad—Gregory se levantó de la silla para tener una mejor vista del planeta y la estación espacial en la que se encontraban—. Los x’ions no se tomaron a buenas que los Arcontes les quitasen su título. Imagino que la pelea que se desató fue brutal. Pero los x’ions no tenían ninguna posibilidad; los Arcontes trajeron naves con refuerzos y los mataron rápidamente a todos... excepto a uno...Él, ella... eso... dime, ¿X’ion tiene género?”
—No lo sié.
—Bueno, pues “eso” robó una nave y voló hacia el espacio inexplorado, con los Arcontes dándole caza durante por lo menos cinco años, según las especulaciones de cantina locales.
—Perro acabarría violviendo.
—Sí, pero primero merece la pena comentar los cambios en la cultura Arconte.
Grofix se dio la vuelta para mirar directamente a Gregory. Esta era una parte de la historia de la que había oído hablar muy poco.
—Los Arcontes sufrieron una fuerte división ideológica sobre las diferentes perspectivas de la “perfección” y la necesidad de poner a prueba a sus retoños ya existentes. Muchos Arcontes creyeron que necesitaban pasar penurias y tribulaciones para poder crecer y demostrar su valía, mientras que otros hicieron presión para que se detuviesen todos los proyectos genéticos que estaban en marcha.
—¿No tie parrece raro que nios interresen tanto istas cosas?
—No me extraña en absoluto; en muchos aspectos, la cultura y la historia influyen más en nosotros que la genética.
Esa idea contradecía lo que le habían inculcado a Grofix desde que nació, pues en su sociedad la vida entera de los individuos se definía por la naturaleza de su nacimiento. Pero si esa creencia era el resultado de su educación cultural, entonces solo reforzaba la opinión de Gregory.
—La historia nos define, especialmente en sus momentos más trascendentales, como las guerras.

La Gran Guerra
—Cuando X’ion regresó, trajo consigo un variado ejército de guerreros creados mediante ingeniería genética—Gregory miró a Grofix—: Tu pueblo, los nephilim, como os habéis acabado llamando.
—Mi madrre luchó en esa guierra.
—¿Siguen vivos muchos de quienes lucharon en la guerra?
—Sí, miuchos... porr lo menos una quintia parrte de la genten de mi ciudatd—Grofix se quedó pensativo unos instantes—. Lliamamos a los nephilim más viejos “sangrepura”. Siospechamos que altgunos pueden vivirr cientos di años. Perro yio no ne soy sangrepura; yio soy un “híbrido”, pues vengo de dos espicies de prrogenitores sangrepura distintas. Niosotros los híbridos somos muy diverrsos.
—¿Y qué hay de los “emisarios’? Son muy similares a nosotros.
—Sí, esos son niuevos... siólo existen diesde hadce muy pocos años. Perro estiamos cambiandon de tema; riegresemos a la guierra.
—Sí, claro... Aunque técnicamente fue una guerra, se pareció más a una masacre. Los ejércitos nephilim y las flotas de naves orgánicas de X’ion arrasaron casi todos los planetas con ataques nucleares, biológicos y terrestres. Algunos Arcontes eran tan estúpidos que recibieron la guerra con los brazos abiertos, pensando que serviría no solo para poner a prueba a sus creaciones, sino también a ellos mismos.
—Oh, sí, fuerron puiestos a prrueba... y no la pasarron. Ahora están todos muerrtos.
—Una vez X’ion hubo eliminado hasta el último Arconte, simplemente se fue. Abandonando a su ejército, tu pueblo. Nadie sabe por qué.
Grofix no sabía cómo sentirse al respecto. Él no había luchado en la guerra ni sentía lealtad alguna hacia su creador.

Reemergencia
—Han pasado cien años y apenas estamos empezando a comprender qué ocurrió entonces—Gregory se volvió a sentar en su escritorio y desplegó un holograma de su sistema solar, el Sistema Haven—. Nuestro pueblo sobrevivió, y el tuyo, igual que los kaltoranos y la Legión. Todos estamos actuando ahora más allá del propósito para el que fuimos diseñados.
—¿Is posible que nos abiandonasen parra que aprrendiesemos a valerrnos por nosotros mismios?
—He oído miles de ideas sobre que todo esto es parte del plan de los “Creadores”. Yo prefiero no creer eso; ellos fueron creados igual que nosotros. Imperfectos.
Grofix paseó por la habitación, pensativo, mientras Gregory fumaba.
—¿Perro dónde nos deja eson ahora? Tiodo pende de un hilo... apenans hemos reemiergido de niuevo al espacio hace unos pocos años...
—¡Mi gente ya hace más de cincuenta años que regresó al espacio!—sorprendido por su propia reacción brusca, Gregory hizo girar la silla dando la espalda a su amigo.
Grofix amaba el conflicto y lo malinterpretó como una invitación a hablar más agresivamente.
—¡Sí, oh mi amo Corrporativo!—dijo sarcásticamente, y hasta su acento pareció volverse más suave a medida que se le ordenaban las ideas—. ¡Y no ne tienéis ni idea de qué hay ahí fuerra! ¡No sabéis si X’ion va a volverr para rematar la faenan! Habéis iscapado de vuestrro miserable planeta y habéis venidon aquí a este Sistiema Haven para construiros unos cómodos hogarres.
—Grofix, no quería...
—Siemprre tan desesperados por hacieros valer ante vuestrros padres muertos. Pues yio no ne tengo nada que demostrrar, ¡yio soy nephilim! Sí quisiésemos os matarríamos a tiodos. ¡Siomos más que vosotrros y estamos mejor armados!
—¡Maldita sea, Grof! Ni yo ni nadie pone en duda que los nephilim sois la mayor potencia militar del sistema. ¡Pero también sabemos que nos necesitáis!—Gregory estaba ahora en pie, pero seguía sin mirar a su amigo; el contacto ocular solo daría alas a su deseo genético de conflicto—. Todos nos necesitamos unos a otros; no tenemos elección. No importa quienes fuesen a ganar otra guerra, estarían muertos a los pocos años. Necesitáis una sociedad y una economía estables.
Grofix se apoyó en la pared y contuvo sus palabras. Sabía que lo que decía Gregory era cierto, pero sus instintos pugnaban contra su mente racional. Le gritaban que tomase una posición de autoridad, tanto física como verbalmente. Pero Gregory tenía razón; para ser una raza que no tenía dones genéticos discernibles, su sabiduría era impresionante en ocasiones.
—Todos nos necesitamos unos a otros—Gregory podía sentir que Grofix se estaba calmando—. A pesar de la naturaleza habitualmente avariciosa de mi gente, proporcionamos combustible y manufactura de astronaves. Tu pueblo aporta ciencia y una mano de obra rentable...
—Hmmmm.
—...la Legión nos proporciona una fuerza militar efectiva y una dedicación a hacer cumplir la ley—Gregory se volvió para mirar a su amigo a los ojos—. Maldita sea, incluso necesitamos a los kaltoranos; ellos aportan grandes cantidades de minerales en bruto y alimentos.
—No son siólo cosas tangiblens que nos ofrrecemos unos a otrros. Nos ayudamos a encontrrar el equilibrrio, compensamos las niaturalezas de los demás.
—Hablas con sabiduría, amigo mío.

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