Hombres crueles y malcarados

Munin echó un vistazo por el bosque aprovechando que podía utilizar las alturas en su beneficio. El cuervo regresó al rato con algo de información que intercambió con Ainar por un puñadito de almendras. Según el cuervo, los bandidos que se encontraban acampados al abrigo del bosque eran por lo menos cincuenta guerreros y otras tantas personas conformadas por niños, mujeres y algún hombre mayor. Aprovechando que nadie sospecharía de las intenciones de un pájaro, aunque manteniendo las precauciones necesarias para no llevarse un flechazo, el cuervo se posó en la rama de uno de los árboles para examinar mejor el campamento que toscamente habían montado allí.

Munin le contó a Ainar lo que había visto, y el enano se lo expuso al resto. Miriel interpretó las descripciones del cuervo e indentificó los lugares de procedencia de aquellas personas, pues en verdad eran una amalgama de lo más variopinta. Aquella hueste estaba formada por hombres del este, hombres de las tribus de los bosques, exiliados de las tierras de los señores de los caballos del sur, y otros más que no podían llamar hogar más que al camino libre. Hombres de terrible aspecto, merodeadores y asesinos, sin causa común excepto su malignidad y su ambición, en busca de tesoros y de conquista a juzgar por las conversaciones que el cuervo estuvo espiando. 

En el centro del campamento había una gran tienda de campaña que era, según el cuervo, la del líder de aquel peculiar grupo, junto a una gran hoguera en la que se reunían tanto el líder como sus compinches. Munir había escuchado su nombre, le llamaban Valter el Sanguinario, y aquella chusma lo trataba con la deferencia propia de un rey. También el cuervo les advirtió de que había patrullas merodeando los alrededores. Debían tener cuidado. 

Vanwa felicitó a Munin por su valentía y su astucia. Gracias a él tenían una detallada descripción de los que tenían retenido a Odorico. Todo un pueblo de humanos sin mayor deseo que el saqueo y el latrocinio. Lo bastante violentos y vagos como para preferir robarle el sustento a otros que no ganárselo ellos mismos.

- ¿Y ahora?- Preguntó Vanwa.- Son demasiados como para intentar un rescate por las buenas. Quizás podríamos mirar de parecer exiliados que buscamos unirnos a su grupo... Pero si todos son humanos, quizás no aceptarían a aquellos que no lo son.- Comentó, callándose la posibilidad que solo los humanos fueran lo bastante bajos moralmente como para llegar a formar tribus más similares a orcos que cualquier otra raza. Los elfos podían ser altivos y los enanos codiciosos, pero rebajarse a comportarse como sucias bestias sedientas de sangre y oro...

- Toda persona puede verse lanzada a esa situación, con el empujoncito necesario...- Se dijo para si mismo, intentando huir de los prejuicios que tantas veces había escuchado de los elfos hacia las otras razas.

Ainar estaba rebosante de orgullo por su emplumado amigo. No sólo era compañía, si no que además los acababa de salvar. Iban a ir a la boca del lobo de cabeza, sin considerar que podrían ser demasiados para ellos. Porque una cosa son sucios goblins y otra muy distinta el rejunte variopinto de humanos rastreros y asquerosos.

-¿Y si es para que se una a ellos?- soltó luego de pensarlo un momento, mientras veía cómo Munin retomaba el vuelo mientras aprovechaban un descanso -Tenemos que sacarlo de allí lo antes posible, sea la situación que sea-

-¿Cuánto más nos queda hasta el Salón?- le preguntó a Welf -Tal vez hasta podríamos conseguir refuerzos... mientras Miriel y Balbrand los vigilan. Podríamos viajar sin descansos-

Sí, quedarían cansados, pero al menos tendrían más posibilidades.

-No podemos dejar a esas escorias pululando e infectando la zona... ¿cuánto falta para que la Sombra los atraiga aún más y sean un peligro para más personas? ¡Incluso si deciden cruzar el río!-

Baldbrand quedó sorprendido y satisfecho por el papel del Cuervo como explorador. La información que había conseguido era bastante precisa y, al mismo tiempo, muy preocupante.

Ante las palabras de sus compañeros se quedó pensativo.

-Si "Munin" dice la verdad... estoy con maese Ainar en que estas gentes podrían ser un problema para todos. Ya sea el Salón o más adelante, el propio Vado de donde venimos. No se me ocurre como tratar con un grupo tan grande la verdad... -se quedó pensativo- No creo que tengamos nada que pueda interesarles para canjearlo por Odorico... o igual incluso nos matan antes de poder acercarnos.

Volvió a pensar. 

-Lo único que podríamos hacer es tomar por sorpresa a alguna de sus patrullas e interrogarles después de reducirles. -terminó de decir.

- Eso es bastante arriesgado. Con que uno de esa patrulla escapara daría la voz de alarma y tanto nosotros como Odorico estaríamos en serios problemas. – replicó al Beornida con tono suave y amable, se limitaba a señalar un riesgo obvio - ¿Pudo Munin ver donde tenían a Odorico? – los cuervos eran de las aves más inteligentes, incluso capaces de diferenciar rostros humanos – Si supiéramos donde lo tienen podríamos sopesar intentar sacarlo sigilosamente. – no creía que una banda como aquella tuviera mucha disciplina.

- En cualquier caso estoy de acuerdo en que debemos avisar a los Hombres del Salón de la Montaña y a Beorn. Este grupo es un riesgo para las gentes libres allá por donde pasen. – confirmó – Lo que me preocupa es que si vamos hasta el Salón de la Montaña después habrá que seguirles el rastro, dudo que se queden quietos. – aunque seguir el rastro de un grupo tan numeroso con mujeres y niños no sería excesivamente difícil ni tampoco deberían poder moverse más deprisa que ellos que eran un grupo pequeño.

Es un grupo numeroso para ir demasiado lejos sin llamar la atención y esta no es una zona donde poder conseguir riquezas de mercaderes... porque no hay mercaderes. Son demasiados para vivir sólo de lo que les ofrece la tierra y demasiados pocos para plantearse asaltar una de las poblaciones de los hombres del bosque.

Me preocupa la posada de los medianos y las granjas de las orillas del Anduin, ellos si corren peligro.

Ante las preguntas que le surgieron al grupo, Munin dio las respuestas que pudo. El cuervo no pudo graznarles nada sobre la situación de Odorico en el campamento, puesto que no conocía cómo era su rostro. Ninguno de ellos lo había visto. Sí les dijo que había algunos esclavos que el grupo de bandidos llevaba consigo, tal vez estuviera con ellos. Deberían echar un vistazo para cerciorarse si es que querían saberlo con seguridad, y ya que tenían la descripción que les habían ido dando las diferentes personas que lo conocían o lo habían visto, era probable que lo reconocieran. 

Por otro lado, las preocupaciones del grupo parecían bien fundadas. Aquella hueste numerosa de bandidos había logrado internarse hasta el corazón de las tierras de los hombres del bosque al oeste del Gran Río, y no sería de extrañar que su intención fuera continuar avanzando e invadir las tierras desprotegidas y confiadas de los beórnidas o los hombres del bosque, tal vez no las ciudades y pueblos más grandes, pero sí las granjas y pueblos pequeños. La posada de los medianos sería un objetivo muy sencillo y apetecible para aquel grupo si lograban enterarse de su existencia. 

- Es posible que Odorico esté entre esos esclavos, ellos pueden tener más información sobre estas gentes y el Salón de la Montaña está a 3 días de camino. – pensaba que quizás sería posible que llegaran allí con Odorico, incluso con más esclavos liberados, si apresuraban mucho el paso. – Ir allí sin ninguna prueba, solo con nuestra palabra… Nos será difícil convencerles del peligro que son realmente. – eso era otro aspecto que le preocupaba, que ir al Salón no les garantizaba en absoluto que fueran a tener su ayuda para enfrentar este peligro, menos aún si solo contaban con sus testimonios.

Vanwa no estaba muy contento. Todos parecían hablar de asesinar a aquel grupo humano. Aunque descarriados, no era esa la manera de actuar. La Sombra tentaría a los asesinos de uno y oro bando.

- ¿Y qué será de aquellos que maten por un quizás a hermanos de raza?- Preguntó, refiriéndose a la idea de que los soldados del Salón se encargaran de matar a aquellos intrusos.- ¿O de aquellos niños o adultos que escapen a la masacre? De posibles bandidos pasarán a ser fieles seguidores de la Sombra. Hay esclavistas entre ellos, desde luego. ¿Pero son todos manzanas podridas? ¿No habrá quizás entre ellos algunos que prefieran una vida normal? ¿No sería mejor encargarse del líder de esas gentes? ¿Un líder de un grupo asi podría aceptar el desafío de otro que quisiera disputarle su papel? Sería eso posible? ¿Encargarse de su líder no podría dispersar al resto o hacerlos más proclives a cambiar ese estilo de vida saqueador?- Fue preguntando Vanwa. La idea de ser cómplice de la masacre de un enclave de humanos, por muy corruptos que fueran, no le agradaba. 

- Rescatar a los esclavos se me hace muy complicado. Quizás no tanto para entrar, sino más bien para salir.- Expuso el elfo.

- Si su líder no va a aceptar un público desafío, quizás podríamos elaborar un plan para encargarnos de él.- No le gustaba usar la palabra asesinato, y esperaba que con más información, podría saber más como abordar aquella situación.

- El tema de la patrulla expuesto por Baldbrand tiene su riesgo, pero tampoco me parece tanto si vemos sus beneficios, dama Miriel. Podríamos saber muchas más cosas de su líder y si sale mal y alguno escapa, no dejaríamos de ser un grupo de aventureros en el lugar equivocado. Nos darían caza, sin duda. Y eso sería muy, muy inconveniente, pero si manentenemos oculto nuestro número, como por ejemplo atacando a la patrulla solo tres de nosotros, hasta la desventaja puede ser ventaja, y el resto ocultos cerca para intervenir si eso puedo darnos la victoria, o bien mantenerse ocultos si eso pudo cconfundir a nustros enemigos más adelante.- Tampoco es que estuviera muy seguro de sus palabras, pero la alternativa de iniciar una pequeña guerra para masacrar a un pueblo de humanos desesperados o codiciosos no le parecía una buena idea.

-Munin no miente- respondió agriamente Ainar ante el comentario de Balbrand -Y siendo beórnida deberías saberlo-

No lo miró más, al menos durante un rato largo, porque encima la propuesta no era una mala opción. Atacar una patrulla, interrogarla, y actuar en consecuencia. Podía salir bien... y muy mal.

Y mientras estaba en esas cavilaciones, Vanwa comenzó con sus dilemas morales.

-¿Cómo harías para saber quiénes están ahí por convicción y quiénes por circunstancias?- preguntó el enano -Seguramente, una buena forma sería atacando... y quienes se rinden es porque no es por convicción, ¿no es cierto?- se mesó la barba, porque entendía el dilema, y nuevamente, tampoco le parecía desacertado. Al menos no por completo.

-El desafío al líder me parece una gran opción, gustoso estaré de terminar con su reinado de terror, pero el problema es que un líder siempre anda acompañado de secuaces que no siempre se toman a bien que asesinen a su jefe... sin contar con la falta de honor en gentes así- continuó el enano, hablando tranquilamente, pero con el rostro pensativo.

-Deberíamos evaluar si son disciplinados o, por el contrario, hacen honor a su estadío actual: simples bandidos que se han reunido alrededor de un líder fuerte-

-Era una forma de hablar maese Ainar. No os ofendáis. -comentó el beórnida brevemente al ver que había ofendido al enano. Parecía que estaba especialmente unido al pájaro.

Las palabras del resto hicieron reflexionar al joven beórnida un poco.

-Vuestros pensamientos son nobles maese Vanwa... pero, a diferencia de maese Ainar, dudo mucho que el líder acepte un desafío justo y más contra alguno de nosotros ¿Por qué lo aceptaría? Teniendo una gran mayoría a su favor no tiene sentido con tanto que tiene por perder frente a ¿qué ganancia?

-Por otro lado, aproximarnos al campamento sin saber más sobre estas gentes me parece algo arriesgado. Si algo sale más tendremos a decenas de hombres contra nosotros.

-No. Aunque haya riesgos -miró especialmente a la dama Miriel que parecía tener mayores objeciones- es mejor que nosotros elijamos a nuestra presa y las condiciones del enfrentamiento que nos vernos superados. Enfrentarse a pocos y, como ha dicho maese Vanwa, con la posibilidad de ocultar nuestro número o emboscarles. 

Esperemos. 

Tenemos una misión encomendada por Beorn que es llevar a Odorico a su presencia. Ahora Odorico es prisionero de un grupo de gente que no sabemos quienes son, qué quieren o a dónde van. Esperemos. Veamos sus actos. 

Cierto que Ainar no es el más indicado para permanecer oculto pero que crezcan nudos de roble en las piernas si no puedo vigilar a distancia a ésta gente sin que me detecten... y pongo la mano sobre el fuego más ardiente por las habilidades de Miriel para desaparecer de la vista si es lo que quiere. Esperemos y observemos. Sigámosles y tengamos los ojos y los oídos alerta.

Una vez más habían llegado a un punto complicado de resolver, y necesitaban ponerse de acuerdo sobre el paso que dar a continuación para que éste fuera lo más acertado posible. Algo importante en una situación tan delicada como aquella. Tenían que sacar a Odorico de allí, pues no sabían que intenciones tendría el grupo de bandidos con respecto a él, pero debían hacerlo con cuidado para evitar verse envueltos en un grave problema.

La discusión del grupo sobre cómo proceder tenía casi tantas propuestas y opiniones como ellos eran en número. Cada uno aportaba un punto de vista, una idea diferente, y muchas eran las opciones: continuar hasta el Salón de la Montaña en busca de ayuda, retar al líder de los bandidos a un duelo, encargarse de una de las patrullas, o entrar al bosque a espiar y recabar información. Fuera cual fuera su siguiente paso debían actuar cuanto antes. En cualquier momento podría aparecer una de las patrullas haciendo la ronda por el lindero del bosque y meterles en algún tipo de problema. 

Welf dijo algo que le hizo pensar en una nueva vía.

- Un momento... ¿Y si negociamos la libertad de Odorico? Para esos hombres no es más que un esclavo. Bueno... Lo ideal seria negociar la libertad de todos, pero no sé si estaría en nuestra mano poder liberar a tantos. Ni sabemos qué nos pueden pedir, pues tampoco tenemos mucho oro, pero bien podría servirnos para conocer a su líder y tomarle las medidas...- Propuso. No es que fuera tampoco una idea genial, pero era otro acercamiento posible. La negociación.- Puede ser que no respeten la figura de un heraldo, pero debería preocuparles si creen que su presencia ya es conocida por las gentes del Salón. Eso podría jugar a nuestro favor.

El joven beórnida refunfuñó, pues estaba claro que no se ponían de acuerdo y no parecía que su idea calara en el grupo.

-Maese Vanwa, creo que estáis presuponiendo demasiado ¿y si ese desgraciado les ha convencido de algo o ha comprado su libertad con la plata? No podemos dar por sentado que es un esclavo hasta no estar seguros. Por otro lado, me da que muchos de ellos no serán de respetar autoridades. No lo se con seguridad, por supuesto, pero el hecho de que parezcan ser fugitivos, asi me lo hace pensar.

Resopló. Aquella gente le tiraba más de la lengua. Había hablado más en aquellos pocos días que en dos semanas. Ni siquiera cuando tenía que descansar en el hogar tenía que hablar tanto.

-Si no vamos a interrogar a una patrulla, supongo que la idea de maese Welf es la que prefiero. -terminó sentenciando.

El elfo se sonreía, pero aunque por dentro se partía de risa por las reacciones de Baldbrand, intentaba no exteriorizarlo. Viajar con Ainar le había llevado a saber (un poco) como tratar con aquella especie de cabezotas gruñones. Le parecía increíble como obviaba las señales de combate para hacer cuadrar a odorico en su esquema de delincuente. ¿Para qué negociar por una plata que pueden tomar por la fuerza y hacerlo esclavo? No. El hombre prefería pensar que ahora Odorico formaba parte de aquel pueblo de forajidos.

A Vanwa le parecía mucho más divertido presentarse en el campamento con una bandera blanca e intentar tomar el pelo a aquellos brutos, pero bueno, siempre le había dicho su padre que lo suyo era un caso perdido.

Se encogió de hombros ante las palabras de Baldbrand y se tumbó sobre la hierba, mirando las nubes pasar.

-Creo que lo mejor es que Munin siga vigilando a ese grupo por el aire y tal vez hasta dentro del campamento, mientras que Welf y Miriel los vigilan por los alrededores- quiso ordenar el enano -Nosotros- agregó mirando a Balbrand y Vanwa -Podríamos armar un rastro que lleve hacia el Salón, y luego reagruparnos en algún punto que podamos coordinar tal vez con la ayuda de Munin-

Así contemplaban a la patrulla, vigilaban y obtenían información, antes de tomar una decisión más importante.

...¿cómo se come un troll? De a pedacitos... le decía su abuelo, por más que no fueran a comer una carne tan correosa e inmunda, pero que se refería a cuando había logros grandes que alcanzar, algo que su padre también le había inculcado... pero que el Ainar II no atendía todas las veces.

-¡Vanwa! ¡No es momento de conversar con la hierba!- dijo acercándose al elfo -Vamos, a ponernos en marcha-

Las palabras del enano provocaron un asentimiento por parte de Baldbrand.

Parecía que ya tenían un plan... si el resto estaba de acuerdo.

- También presupones que tendrán el honor de no intentar esclavizar al supuesto emisario, ni que no decidan levantar el campamento y fortificarse en otra parte a la espera de la llegada de los hombres del Salón. – Miriel negó con la cabeza – No podemos contar con que sean hombres honorables. Pongámonos en lo peor cuando pensemos en su comportamiento. – había evitado por completo entrar en las disquisiciones morales que Vanwa planteaba. A veces pensaba que su compañero sería capaz de salvar a un bebe orco y llevárselo para criarlo en el bosque con la esperanza de que al crecer fuera de noble corazón. Negó mentalmente con la cabeza. No podía esperar que un haya se convirtiera en un roble por crecer en un robledal.

- Vigilarlos para aprender más de ellos me parece buena opción, pero me preocupa la idea de armar el rastro. Eso haría que perdiésemos por completo el conocimiento de donde están cada uno de nosotros y dificultaría sobremanera volver a reunirnos. – explicó sus preocupaciones – Preferiría que antes de vigilarlos buscásemos un lugar donde poder guarecernos, donde os podáis hacer fuertes y a donde podamos retirarnos en caso de que necesitemos huir. Así al menos tendremos alguna posibilidad de volver a reunirnos.

Se mordió levemente el labio. No le gustaba lo que iba a decir.

- Si no, prefiero que nos arriesguemos con emboscar a una patrulla para sacarles más información. Así al menos seguiremos unidos. – y es que Miriel tenía claro que en el grupo residía su mayor fortaleza.

Welf los miraba sin acabar de entender el problema... hasta que se dió cuenta que no todos serían capaces de volver a encontrar sus propias huellas en un secarral.

Carraspeó mientras que pensaba cómo plantear sus ideas, todavía no se sentía con capacidad de aportar mucho y menos aún exponerlo con claridad.

Podéis ir donde queráis, yo os encontraré. En esta zona no es fácil montar un campamento y permanecer oculto, pero alejarse tras una de las pequeñas colinas o con suerte en una hondonada o grieta es más sencillo. Minuin es un buen vigía pero sus ojos de cuervo miran como un cuervo y prefiero ver con mis propios ojos la sensación que desprenden en ese grupo. Quiero saber si los niños estan cuidados o son usados, quiero saber si las armas han sido usadas y afiladas o si son un grupo que apenas sabe qué hacer con ellas. Saber... Welf sonríe recordando Saber es poder nos decía Miriel cuando alguno protestábamos cuando queríamos saltarnos las lecciones y el tiempo, como siempre, le ha dado la razón.

Tomar distancia y dejarme echar un vistazo