Partida Rol por web

Al principio no os dais cuenta, ya que el ruido de los motores de la aeronave lo enmascaraban pero a medida que se van a acercando escucháis una serie de ruidos procedentes de motores de avión.

Son biplanos de color rojo, sin duda Grumman G164 Sea Cat. Llevan una S de color negro rodeada de un círculo como marca distintiva en la cola del avión, no pertenecen a la RAF sin lugar a dudas. Contáis al menos cinco aparatos, todos llevan una ametralladora por lo que no son aviones de "paseo".  Se mantienen a distancia pero sin acercarse demasiado. 

 Me levanté de mi asiento rapidamente, mientras decía a los demás, preocupado:

 - ¡Tenemos compañía!. Hay cinco aviones que nos están siguiendo.

 Lo que faltaba, la cuestión era saber quienes eran y que querían. ¿Por qué no nos habían derribado inmediatamente?. ¿Estarían esperando a que llegáramos a un sitio determinado para atacar?.

Infiernos. Nos van a agujerear, y luego explotaremos. Ese fue mi primer pensamiento. 

-¿No se supone que a esta altitud no nos alcanzarían ? -Hablaba mi impaciencia por mí, todavía no nos habíamos elevado tanto.

-Capitán, es un avión alemán, ¿no? -me fijé el como se mantenían a distancia, y comenté  de manera distraída para todos.

-No abren fuego. Quizás tienen miedo que la deflagración de nuestro barco volador les alcance de lleno.

La verdad es que el dirigible es una máquina impresionante a la que me gustaría poder conocer más afondo, conocer cada uno de sus caminos puede ayudarnos a escapar si ocurriera ese ataque improbable. Así que aprovecho para ver la librería, para ver mapas de la zona mientras esperábamos al despegue.
Es en ese momento cuando vuelvo a la cabina de mando con un libro en las manos que voy leyendo y curiosamente no me he tropezado con nada ni nadie en este pequeño paseo.
Solo suspiro cuando nos vamos adentrando en las nubes, mientras sigo ojeando el libro que tengo en las manos sin mucho afán. Observando por encima a los que estamos en aquel lugar, la verdad es que eso a veces hace que se relajen y pueda ver como son realmente. Al menos ninguno es una momia, de momento.

Arqueo una ceja levemente al oír el sonido de esos motores y miro por la ventana es cuando pongo los ojos en blanco. Esto no me gusta nada, toda esa palabrería de que no nos iban a encontrar, no podían subir hasta esta altura no era tan magnífica.

- Tal vez podríamos hacer algo para que a ellos se les ralentice el viaje. Si hubiera algunos globos podríamos llenarlos con algo inflamable, lanzarlos y luego dispararlos cuando estén junto a los aviones o lo suficientemente cerca.
 

La verdad es que al final el viaje se estaba desarrollando con relativa calma, casi como si fuese más por placer que por obligación, hasta que un sonido extraño que no parecía provenir de nosotros llamó mi atención, mientras estábamos en el salón de observación.

-No es mi estómago, lo prometo -les dije a todos. Entonces, al girarme para mirar a través de las ventanas, los vi. Eran aviones que se aproximaban hacia nosotros, cinco, y aunque en un principio me pareció una visión bastante curiosa, no tardé mucho en darme cuenta de que no venían precisamente como amigos, más que nada por las ametralladoras que me pareció distinguir .

Los demás también se dieron cuenta de ello y empezaron hasta a hacer planes sobre como quitárnoslos de encima.

-Eeeeeh.... pues no sé si son alemanes, pero me parece que están armados -comenté, antes de oír la sugerencia de mi hermanita -. Vaya, eso no es típico de ti. Creía que dirías algo más del estilo de... no sabemos si son amigos o enemigos, pero me parece una estupenda idea. O también podríamos ir más altos y perderlos. ¿Se puede hacer algo así?

En cuestión de dirigibles, no tenía ni idea, pero cualquier cosa era mejor que esperar a que nos disparasen y volásemos por los aires. No sabía si era como Rick había dicho, que no querían que les explotásemos encima, pero había que hacer algo.

Hacéis algo de memoria y recordáis noticias en la prensa sobre varios dirigibles que fueron atacados por un misterioso grupo de piratas aéreos que trabajan bajo las órdenes de un hombre sanguinario llamado Sala. Los aviones los pintaban de color sangre y solían asaltar el dirigible o hacerlo descender para robar todo lo de valor que tenía para luego incendiarlo o destruirlo. 

Los aviones se mantienen a distancia, aunque de vez en cuando alguno hace algún amago de acercarse. El capitán no pierde la calma, incluso lo veis sonriendo. En un momento os dice aplaudiendo la idea de Jonathan y respondiendo a Rick:

- No os preocupéis, ahora nos siguen porque estamos a una altura en la que sus aviones pueden llegar, no hemos llegado a nuestra altura máxima de vuelo. Pero empezaremos a  ganar altitud en breve, lo haremos despacio para que no se den cuenta al instante y no nos ataquen de inmediato.

Podéis ver como el piloto comienza a ascender lentamente el dirigible. Aún así le llevará un tiempo llegar a una altura que impida el vuelo de los aviones.

- Por si acaso intentaremos producir más niebla para que tengan difícil vernos y así confundirlos. 

Las máquinas empiezan a producir una niebla pero con el movimiento y la acción de las hélices del dirigible y de los aviones de momento se diluye en el aire y no logra su objetivo. El problema era que esos aviones podrían estar modificados para llegar a gran altitud, y afinando la vista podéis ver que los pilotos parecen llevar máscaras de gas lo que os indica que no son unos "pilotos" normales.

En ese momento en la radio del dirigible suena una voz:

- Aquí Sala llamando al capitán o al que esté al mando del dirigible sin matrícula . 

La voz suena distorsionada, como metálica a través de la radio. El capitán os indica a uno de vosotros que contestéis. 

Parece que lo que podria servirnos no lo hace, si al final la idea de los globos con liquido inflamable gana por segundos y algo me dice que con la preparación que tienen puede, solo puede que nos sigan a cotas mas altas.
Cojo el micro, aclaro la garganta y pulso el boton a la vez que hablo.

-Aqui cabina del dirigible ¿con quien tengo el placer de hablar?

-¿Y si preparamos esos globos que sugiere mi esposa? -pregunté al capitán- ¿De qué armas dispone este trasto? Quiero decir, esta maravillosa máquina de la ingeniería inglesa.

La cosa era preocupante. Las máscaras, la seguridad en la voz del tipo ese. La seguridad también en la respuesta de Evelyn. Qué mujer 

-Hice memoria. Lei en la prensa algo acerca de piratas del aire, capitán Nathan. Atacan y roban a los dirigibles. Nuestra ventaja es que desconozcan la clase de artilugio a la que se enfrentan...

Busqué la mirada de mis amigos, en busca de ideas o comentarios. 

Al capitán parecía no molestarle la presencia de aquellos aviones pero a mí me había quitado la idea de montar un negocio basado en dirigibles. Los cielos no eran tan seguros como yo pensaba.

Claro que el capitán dijo que cuando efectivamente ganásemos altura, los dejaríamos atrás, pero no sabía por qué eso no terminó de calmarme.

Y cuando oímos la voz de ese Sala a través de la radio, relacioné el nombre que dijo, Sala, con lo que había leído en los periódicos. Eran piratas, simple y llanamente.

Mi querida hermanita se apresuró a responder pero a mí me parecía que no íbamos a conseguir gran cosa haciéndolo. Casi era mejor no decir nada y mantenerlos en la ignorancia, por así decirlo.

-Eh, capitán, sí, mi cuñado tiene razón. Son piratas, eso es lo que son. Y deberíamos no hacerles caso porque todo el mundo sabe que los piratas son gente sin honor y sedientos de sangre. Lo mejor es que nos larguemos rápidamente.

Entonces vi el gesto de mi hermana y me di cuenta.

Había hablado mientras la radio seguía activada, lo que significaba que aquel Sala había oído todo cuanto decía.

-Peeeeero al mismo tiempo son gente muy caballerosa y capaz de respetar a las mujeres y los inocentes y como aquí hay de las dos clases, lo normal es que esta noble gente no nos ataque y nos permita continuar volando sin problemas, ¿verdad? -me apresuré a corregirme, tragando con dificultad.

La voz metálica volvió a sonar tras la contestación de Evelyn, y el miedo de Jonathan a que hubieran escuchado lo que había dicho. Miedo que parece ser que Evelyn no parece querer quitarle a su hermano.

- Una mujer capitana, interesante. ¿De qué tipo de nave se trata? ¿Llevan mercancía o pasajeros? - sus preguntas denotan que no sabe a qué se enfrenta, ¿podrían amedrentarse si se le indica que es un dirigible de la RAF? Es una posibilidad - Si hacen el favor, nos gustaría que descendieron lentamente a unos mil pies, para que dos de mis hombres puedan inspeccionar su dirigible y recaudar el impuesto por volar por estos cielos. Tienen mi palabra de que no serán derribados si siguen mis instrucciones, pero si intentar ascender o realizar alguna acción contra nosotros... - hace una pausa y añade con un tono amenazante ampliado por la voz metálica que suena a través de los altavoces - No tendré piedad. 

 Tratando de no ser oído por el que estaba al otro lado de a radio, le pregunté al capitán, con tono lleno de preocupación por lo que estaba ocurriendo:

 - Si la señora no consigue entretenerlos lo suficiente, necesitaremos con que defendernos hasta que lleguemos a una altura segura. ¿Con que podríamos defendernos en caso de que decidieran realizar un ataque?. ¿Podeos solicitar ayuda de alguna forma?.

La inactividad del capitán me estaba poniendo nervioso. Tanto, que agarré el micro.

-Y a nosotros nos gustaría que un rayo os parta por la mitad. De manera que os largáis ya o vamos a fundir vuestros cuerpos con la carcasa de los aviones. Una auténtica obra de arte. ¿Me has entendido? Hablo alto y claro. ¡Que preparen las ametralladoras! ¡Listos para abrir fuego! -añadí.

Había cenado con momias. Para que un payaso de estos viniese a tontear con mi mujer. 

Pongo los ojos en blanco al escuchar a mi hermano y a mi marido. No pueden esperar a que los demas tengamos un par de minutos para pensar en la respuesta a la comunicación. Luego nos atacaran, pero la culpa sera mia ya que resucite a una momia. 
Suspiro negando mientras me doy la vuelta para no decir lo que ahora se me pasa por la cabeza. Mi marido no tiene paciencia, para esperar a nada y como lo maten, pienso buscar el libro de los muertos para resucitarlo y matarlo luego yo por bocazas.  

La voz pareció sorprendida por oír a mi hermanita hablar, aunque supuso erróneamente que ella era la capitana. No como si no pudiera hacerlo, pero desde luego volar un dirigible tampoco debía ser tan sencillo.

Esta vez, cuando habló, procuré quedarme calladito y sin decir nada. Eso de los impuestos era muy antiguo y no sonaba nada bien pero si metía la pata de nuevo, todavía podía ser peor.

Pero todo se fue a la porra cuando Rick volvió a sacar aquella parte de neandertal que había en él y que le empujaba a hablar más de la cuenta, sin preocuparse por el resto de nosotros.

-¡P-pero Rick! ¡A lo mejor podemos darle algo a cambio de que nos dejen tranquilos! ¡Eso es mejor que empezar a dispara, ¿no?! ¿Y si le damos... no sé, cualquier cosa que nos sobre, como... ?

No terminé la frase. No había nada que pudiésemos entregarle para que nos dejasen en paz.

-¿L-las ametralladoras, por favor? -le pregunté al capitán.

Iba a ser mejor prepararse.

Podéis ver que dos de los aviones desaparecen de vuestra vista tras la advertencia de Rick. Pero el resto se mantiene en posición, y al parecer Sala sigue queriendo hablar. La voz metálica vuelve a sonar a través de la radio. 

- ¡Oh! Nos van a disparar con ametralladoras... - notáis un tono de burla en su voz - Buen intento, pero no tenéis a nadie custodiando el fuerte ahora mismo y solo será necesario que hagamos un par de pasadas y pinchemos el globo. Si tenéis hidrógeno saltaréis por los aires con las trazadoras.... - hace una pausa dramática - Así que no hagáis daño a los dos miembros de mi equipo que ahora mismo están en vuestro dirigible y permitirnos la inspección. Si alguno de ellos sufre algún daño volaré personalmente la nave.

El capitán Nathan se da cuenta de lo que significa el "fuerte", en la parte superior del dirigible hay una pasarela donde se pueden apostar hombres con ametralladoras y no había nadie cubriendo esa posición por lo que es normal que hayan podido descender con tranquilidad dos hombres de Sala. 

- Contramaestre, detenga máquinas. - ordena el capitán para luego llamar a otro y entregarle una llave - Oficial Thompson, abra la armería y distribuya un arma y munición a todo hombre. Saque las Lewis y colóquelas en sus posiciones en las barquillas y prepare a un equipo para montarlas en el exterior.

Veis al capitán molesto, no ha estado rápido dando órdenes pero se ve que con el riesgo se pone las pilas. En ese momento la voz metálica vuelve a sonar y Sala da un aviso:

- Como muestra de buena voluntad, subiré a vuestro dirigible. Tengo ganas de conocer a la mujer capitán. 

Dicho esto se corta la comunicación, podéis ver que otro de los aviones desaparece de vuestra visión al ascender. Durante unos minutos mientras el oficial Thompson reparte armas y munición a toda la tripulación, incluidos vosotros (aunque muchos lleváis vuestras armas); escucháis como el resto de tripulantes que están en el interior de la estructura que sostiene los globos que os dan sustento informan de que van tres personas hasta la sala de navegación.

Por la escalerilla que da acceso a la sala de navegación desde la estructura superior podéis ver que no desciende un hombre, es una mujer enfundada en cuero que cubre su cabeza con un gorro de aviador y unas gafas. Nada más descender retira el gorro y las gafas y podéis ver a una mujer morena de gran belleza. Tras ella descienden dos mujeres más, van armadas con pistolas ametralladoras Frommer Stop M1917. 

La primera mujer que descendió se presenta. Las otras dos parecen custodiar que no le suceda nada de nada. 

- Soy Sala, quería hablar con la capitana de este dirigible. 

Una de las guardaespaldas ve a Jonathan y le guiña un ojo de manera pícara. La otra observa al resto de hombres, notáis que se dibuja una sonrisa perversa. 

- Dejé arriba a más miembros de mi escuadrilla, los aviones que ven solo son los que quiero que vean. Así que no se les ocurra hacer ninguna tontería. - añade Sala. 

Notáis que Sala se muestra segura, altiva y parece disfrutar de la situación. 

 ¿Una mujer pirata?. Si no fuera la situación tan peligrosa, lo encontraría sexy. Naturalmente la experiencia me a enseñado a no subestimar a las mujeres, que pueden ser tan peligrosas o más que un hombre.

 Sin embargo también puedo jugar esto a mi favor, las mujeres como estas suelen subestimar a todos los hombres, considerándonos unos neandertales que las subestiman y que no son capaces de atarse un zapato sin ayuda. Lo mejor es esperar a averiguar que querían exactamente y luego esperar el momento oportuno. Al menos era de esperar que los demás aviones no nos dispararían con su capitán a bordo, por el momento, al menos.

Así que no se les ocurra hacer ninguna tontería. - añade Sala. 

 - ¿Cómo bailar el baile de los cisnes vestido de arlequín, señorita?. - Pregunté, de buen humor, con mi habitual desenfado ante el peligro, mientras le dedicaba a la líder de las recién llegadas una amplia sonrisa, tratando de demostrar que no era nadie que se dejase intimidar, pero al mismo tiempo podía ser agradable.

Nuestro capitán no era un incompetente sino lo siguiente. –Capitán, deberian revelarlo del cargo. Estoy seguro que Evelyn lo haría mejor, hasta Jonathan, si me apura.

Me resultaba increíble la situación, no habíamos comenzado ni a ascender y ya nos atacaban unos piratas.

Desenfundé mis dos revólveres. Sonreí de lado, una sonrisa aviesa. –al fin algo de acción –le dije a Eve.

Sala era una señora muy maja y muy confiada en sí misma. ¿Nos volarían en pedacitos con ella dentro? No sería sensato, esta mujer se alimentaba de nuestro miedo. ¿Y si se unía a la causa? Nah, era una pirata, no tiene bandera, solo el olor del dinero.

Alcé mis dos juguetes con el dedo en el gatillo, mientras Drac trataba de coquetear con la piratilla.

-Podemos dispararnos todos, monada, o meneas tu culo y te largas por donde has venido. –Yo también conocía los secretos de la diplomacia y no me faltaba sentido del humor.

Por supuesto.

Ardeth, tan cómodo como un salmonete en el desierto, había preferido permanecer en su camarote y, debido al cansancio, se quedó dormido. No escuchó ni tan siquiera el jaleo que siguió a la llegada de los aviones, dado que su camarote estaba situado cerca de uno de los motores y el ruido lo dejaba casi sordo a cualquier otro sonido del exterior. Pero cuando el capitán ordenó que repartieran armas, uno de los tripulantes lo despertó aporreando su puerta para tenderle un arma. La miró con algo de sorpresa y tuvo que comprobar cuanto rato había dormido. Tomó el arma con desgana, ajustándosela a las cartucheras interiores de su toga. Escuchó el breve relato del tripulante y, con gesto hosco, tomó sus puñales caminando hacia el lugar de donde escuchaba llegar las voces de sus compañeros.

Al llegar, la zona estaba repleta para tan estrechos habitáculos y permaneció al fondo, mirando por encima de las cabezas a las mujeres armadas que habían subido a bordo. Rick apuntó el claro error táctico que había supuesto aquello, puesto que la hacía tan vulnerable a un accidente fatal como a ellos. Por fortuna no era hidrogeno lo que llenaba la estructura principal del dirigible, pero eso ellas no lo sabían, ni tenían porqué saberlo.

- Rick -dijo posando una mano en el hombro de su camarada-, cuidado con esos revólveres. Un mal rebote y volaremos todos en pedazos -mintió, mientras hacia un gestó hacia arriba con su puñal grabado con un feroz tigre rampante, en pleno salto sobre un oasis.