Partida Rol por web

- Salut, primo! 

El saludo fue acompañado de un abrazo. Desde pequeños habíamos deseado algo así: los meses de verano se hacían demasiado cortos comparados con todo lo que podríamos hacer durante un año escolar entero. Siempre esperé que fuera Pierce el que se trasladara a Beauxbatons y no yo a Hogwarts, pero uno tenía que saber adaptarse a los acontecimientos. 

- Me han comentado que somos los uniques -expliqué-. Supuse que esa denominación te divertiría. 

No sabía a qué negocios se refería la chica con la que iba Pierce, pero cuando me dijo su nombre no pude hacer más que coger su mano entre las mías e intentar no parecer un perrete demasiado emocionado. 

- Oh, Nana, soy yo quien me moría por que nos presentaran -le confesé-. Debes saber que he seguido tus crónicas con ansia. Son unos documentos importantísimos a nivel antropológico y social. Memorias impagables sobre la realidad actual -me incliné hacia ella-. Me preguntaba si algún día podría conocer a los héroes del día a día que se plasman en las crónicas. Julian y Dariel, en particular. Su lucha contra ese techo de cristal que son la masculinidad tóxica y la mala fama de la bisexualidad me ha emocionado tanto. Gracias por dar visibilidad y cabida a la diversidad sexual. 

Bajé ligeramente la cabeza, mostrando mis respetos à la japonais. 

- El Darian es un rayo de esperanza, querida Nana. 

Volví a erguirme, todavía sin soltarle la mano.

- No sé a qué negocios te refieres, pero considérame por lo menos abierto a ellos -acabé, dejando libre su mano con delicadeza-. ¿Comemos, mes amis? 

[En los jardines - Charlando con April]

Iba a responderle una bordería por la forma en la que me dice que no, pero al ver que aún así saca el cigarro y me lo tiende, cambio mi expresión e incluso le sonrío un poco. Sé la fama que tiene Glasckstone pero no sé, digamos que ¿me va la marcha?

-Gracias - lo cojo y me lo enciendo con la varita, inhalando hondo e incluso cerrando los ojos del gusto. Demasiado estrés, eso es lo que empiezo a tener. Lo que me hace abrir los ojos son las posteriores palabras, más bien preguntas, que me hace la "chica oscura". Primero la miro muy confusa, descolocada (y eso es difícil) y después no me queda otra que reírme - Perdona - me disculpo enseguida, pues no quiero que piense que me río de ella - Oh, espera, ¿va en serio? - agrego al ver que realmente espera mis respuestas - Lo malo es que si respondiera a por qué llevo el pelo azul...quizás tendría que matarte - bromeo, aunque muy seria y sin dejar de mirarla - Y respecto a lo otro, no sé... ¿Sí? No me he enrollado nunca con una chica pero supongo que si alguna me gustara lo suficiente, ¿por qué no? Quiero decir, quiero pensar que tengo la mente abierta y eso. ¿Por qué lo preguntas? - frunzo el cejo, ¿será ella lesbiana? ¿Bisexual? Sólo sé de ella que rompió su relación con Dariel hace poco - ¿Y por qué crees que tiene relación mi pelo con mi sexualidad? - eso sí que me da curiosidad.

[Gran Comedor - Mesa Slytherin - Charlando con Cassia]

-Un mal día, lo entiendo - le respondo enseguida a Cassia. No es que acepte eso como excusa de que no coma pero no es algo que quiera discutir ahora y aquí con ella; ya ha tenido bastantes mierdas con la gente como para que encima venga yo a joderla. Precisamente es todo lo contrario, pues si quiero que nos veamos después es para desahogarnos un poco ambos con nuestras mierdas - Y no, no quiero matarte a flexiones. No voy a arriesgarme a que te rompas de cara al partido. Pero un poco de ejercicio siempre nos ha servido a ti y a mi para desquitarnos. Siempre puedo hacer ejercicio yo y tú ver mis increíbles músculos en acción - bromeo, y hasta yo me sorprendo de hacerlo debido al poco humor que tengo últimamente - No, va, en serio: gimnasio, después de la cena. ¡Y no cenes sólo una manzana! - la advierto, porque la conozco. Después, aunque dudo un poco, termino dejándole un beso en la mejilla antes de levantarme - Me voy a hacer deberes porque voy de culo con ellos y los trabajos - confieso - Te veo luego, C.

[Pasillos salida del Gran Comedor – Julian y Drew]

Master: En el Gran Comedor, la mesa de los Hufflepuff y de los Slytherin no es la única con actividad inusual. La zona reservada para los Ravenclaw se ha convertido en un hervidero de excitación y algunas malas vibraciones. Muchos de sus alumnos (femeninos y masculinos) han recibido con entusiasmo la llegada de su ex alumna más brillante, Werd Blackwood. Algunas de sus mayores fans se emocionaron al conocer a su hermana pequeña, que sonreía tímidamente. Durante la comida, la hija pródiga lanzó varias miradas veladas hacia la mesa de las Serpientes, no sin cierta melancolía de cuando todo era de otro modo, cuando todos eran amigos. Al acabar la comida y ver como Julian se predispone a salir, Werd se levanta con rapidez y le murmura algo al oído a su hermanita. Tras eso, camina hacia la puerta de salida del Gran Comedor, dispuesta a interceptar al Capitán verde-plateado fingiendo un falso tropezón que la hace chocar ligeramente contra él. Una táctica manida, pero siempre eficiente para una dama de alta alcurnia.

Julian: Tras terminar de hablar con Cassia, me levanto de la mesa y decido retirarme ya del Gran Comedor; tengo un montón de deberes atrasados y aunque sólo tenga una hora, puedo intentar adelantar algo.

No mucho más allá, tras salir, noto como alguien choca contra mí por la espalda y me dispongo a darme la vuelta rápido para disculparme (aunque no haya sido culpa mía).

-¿Est…? - iba a preguntarle si estaba bien porque tengo experiencias anteriores de gente chocando conmigo, pero al ver a Werd es como que me quedo atascado. Aprieto la mandíbula pero aún así - ¿Estás bien? – soy imbécil pero no puedo evitar estas mierdas.

Werd: La joven morena sonríe levemente, casi con timidez (fingidísima, pero elegante, always classy).

-Estoy bien. Es culpa mía. He perdido la costumbre de llevar estas túnicas tan amplias. Me tropiezo con ellas todo el rato- se disculpa ésta. -¿Y tú? ¿Estás bien? La última vez que hablamos no parecías estar en tu mejor momento… Y cuando acabó la fiesta de los Swann parecías atribulado…- dice con su voz más dulce y calmada. Parece genuinamente preocupada.

Julian: Ladeo la cabeza, mirándola. ¿Me lo creo? No mucho, la verdad. Estoy seguro de que ella sabe por lo que estoy pasando, más tras su advertencia durante la fiesta que ella misma menciona.

-¿Por qué no me lo dices tú? Seguro que sabes más de lo que quisiste hacerme creer en dicha fiesta… - murmuro. Sí, al igual que en la mansión Swann, aún estoy muy a la defensiva con ella. Incluso puede que ahora más.

Werd: La inglesita de tez pálida, clava sus enormes ojos azules en Julian.

-No sé a qué te refieres… - dice, balbuceando levemente, sorprendida por la agresividad que rezuma todo el cuerpo y las palabras de su ex, que, por cierto, la lleva a hacerle una buena repasada, porque hace mucho que no se ven. Sacude la cabeza, para quitarse fantasías pasadas de su mente. -¿Estás enfadado conmigo por algo?- finalmente consigue hacer la pregunta del millón -¿Ha pasado algo en estos días que deba saber?

Julian: -Estoy enfadado contigo por muchas cosas, Werd – bufo, apartando la mirada de ella cuando noto que me…¿me está repasando con la mirada? Vamos, eso sería el colmo ya – Y aunque hubiera pasado algo, ¿qué te hace pensar que te lo diría? – alzo las cejas – No tengo por qué contarte nada, y menos cuando estoy seguro de que no fuíste del todo sincera conmigo en la fiesta. Seguro que sabías, o sabes, más de lo que quieres hacerme creer, y encima me instaste a que no me fiara de nadie aquí – sonrío un poco, cínico – Además, me gustaría ser yo el que, para variar, hace las preguntas: ¿qué coño haces aquí?

Werd parpadea repetidas veces, totalmente en shock con la reacción de Julian y esa agresividad tan masculina e impropia de él.

-Yo fui sincera contigo. Te avisé. No tenía por qué. Y lo hice en contra de la voluntad de mi padre y sus amigos. No entiendo porque pagas conmigo tu enfado, sea cual sea el motivo que tengas…- contesta, en voz baja, en un intento de ser discreta. -Cosas…- le tiembla la voz, azorada –Cosas de familia… No pensaba volver a Hogwarts, o a Londres, pero me pidieron amablemente que recuperara mi estatus aquí. Negocios familiares. No tiene nada que ver contigo, si es eso lo que te preguntas.

Julian: Entrecierro los ojos, mirándola: ¿le acaba de temblar la voz? A Werd nunca le pasaba eso, a no ser que lo hiciera a propósito…
Espera, ha dicho una cosa más importante.

-¿Tu padre está detrás de…? – miro hacia los lados, por si acaso, porque no sé quién puede estar pasando por los pasillos – La Orden, ya sabes. Tú me dijiste que iban a por mí.

Werd lanza miradas a todos lados y carraspea ligeramente, algo nerviosa.

-Ni mi padre ni nadie de mi familia tiene interés alguno en vuestros jaleos- dice, de repente, elevando algo más el tono, respecto a hace un momento. Lanza una mirada a Julian de “entiéndelo, este no es el sitio”. -Sólo estamos aquí por el bien de la educación de mi hermana y mía. Durmstrang se estaba volviendo un poco… revuelta y decidimos que era mejor volver a un entorno más familiar y acomodado. Nada más- sonríe fríamente.

Julian: - Vale, lo pillo… - murmuro. Está claro que hay más pero no va a contármelo aquí en medio. Bueno, eso puedo entenderlo. Pienso unos segundos: sé que no debería quedar a solas con ella, porque no me fío en absoluto y estoy seguro de que si ha mencionado a su “padre y amigos” es porque también tienen algo que ver, pero…

No, es absurdo, ¿cuándo he podido yo llevarla a mi terreno? Nunca. Es más inteligente que yo y no debería ni pretender intentarlo.

Niego un poco con la cabeza.

-Bien, pues que os vaya bien por aquí. Eso sí, intenta no meterte de nuevo en o con el grupo, ¿hm? Vivimos más tranquilos sin ti – le digo, sobre todo por Cassia.

Werd agacha la cabeza, como si la hubieran golpeado con fuerza, al escuchar sus palabras, sobre todo las últimas. No le han agradado nada. Cuando vuelve a levantarla para mirar a Julian tiene los ojos húmedos, como si estuviera a punto de echarse a llorar en cualquier momento inmediato.

-Ya veo. Lo siento… Nunca fue mi intención…- le susurra, con la voz temblorosa y aspecto de estar realmente muy impactada por la actitud del joven –Será mejor que me vaya… mi hermana aún no conoce este sitio y no tiene mucho sentido de la orientación- trata de forzar una leve sonrisa elegante de las suyas, pero se queda a medias. Hace intención de dar media vuelta para ir a buscar a su hermana, que la espera un poco apartada de donde están ambos hablando. -Lo digo en serio, nunca quise eso… Yo… les echo de menos- se despide de ese modo y camina con paso digno hacia la mini-replica de sí misma, Nora.

Julian: Intento que no me afecte, de verdad lo hago, pero toda mi vida ha sido lo mismo con respecto a las chicas: no puedo verlas mal aunque hayan sido unas completas zorras conmigo. Y eso que estoy casi seguro de que me la está colando porque si no es así, es que está afectada de verdad, y ni siquiera parecía tan mal cuando me dijo que se iba y que yo no tenía hueco en su “cambio de vida”… Así que esa actitud suya sólo me hace plantearme que esté pasando algo gordo. Claro que el que sí está pasando por algo más gordo soy yo, ¿no? ¿O qué?
Joder, qué mierda.

El caso es que soy tan imbécil que me estoy creyendo que esté jodida, aunque eso de que no lo pretendía, tal y como se portó con Cassia…

-Lo siento – termino por decirle, aunque ya me haya dado la espalda – Pero todos los actos tienen consecuencias, Werd.

En medio del revuelo del pasillo de retorno de la lechuería, una preciosa grulla de papel apareció agitando sus alas hasta aterrizar en la palma de la mano de Lance. Al abrirla se percató en seguida de que era su propia nota con una línea breve, añadida en tinta dorada y letra estilosa.

“Después de la clase de esgrima.

Fdo. Hanita Bakshi.”

WERD + STEVIE

[Hall - Pasillos]

Stevie: Encontré a Werd cerca del Gran Comedor, junto a su hermana. Nora parecía un cervatillo asustado dispuesto a salir corriendo a la mínima señal de peligro, y Werd no tenía cara de estar pasándoselo precisamente bien. A pesar de que mis lealtades estuvieran con Julian, Werd era el último reducto de normalidad que me quedaba en aquel castillo, un vestigio de la realidad anterior a la guerra al que deseé aferrarme. 

-Qué raro se hace todo, ¿no? -le dije a Werd a modo de saludo.

Era como si todo el mundo hubiera avanzado y nosotras nos hubiéramos quedado atascadas en otra vida paralela. El amenazante pensamiento de que Dariel pretendía sustituirme con otro rubio con acento raro (mi acento escocés era un detalle que parecía hacerles mucha gracia a algunos, sobre todo cuando estaba borracha), y que todavía no había identificado como tal, apareció en forma de punzada en el estómago. 

-No sabía que habías ido a Salem. Ahora entiendo por qué estabas en el tren -confesé-. Qué calladito os lo teníais, ¿eh? -esbocé una media sonrisa amistosa. 

Master: Werd, tras dejar atrás a un Julian semi-traumatizado, se dirige con su caminar seguro y elegante hacia la mesa de Ravenclaw donde la espera su hermana Nora. Hablan en susurros y ambas, finalmente, se levantan para marcharse. La hora de la comida ha llegado a su fin. Ambas jóvenes se dirigen con su pequeño séquito hacia la salida, en dirección hacia la Torre de los Ravenclaw. Werd tiene que ponerse al día de muchas cosas… cuando alguien se interpuso en su camino, Stevie Carson.

-Oh my oh my…- sonríe levemente Werd. A su lado, Nora sonríe tímidamente. Se acuerda de la amiga rubia de su hermana mayor.

-Hacía mucho que no nos veíamos…- se gira hacia su séquito y le dice algo al oído a su hermana. Se acerca a Stevie, sola.

-¿Por qué no damos una vuelta tú y yo, como hacíamos antes? Echo de menos esos días… ¿Tú no?- coge del brazo a Stevie y se cuelga de él, como cuando eran niñas, sólo que ya empezaban a no serlo.

[...]

Stevie: Le quería partir la cara. Destrozarle las costillas. Arrancarle las uñas una a una, echarle limón a la carne viva y luego meterle los dedos en sal. Escupirle y tirarle del pelo tan fuerte que se le partiera el cuero cabelludo.

Nadie había hablado así de Dariel conmigo delante y se había ido sin por lo menos un ojo morado, aunque yo hubiera acabado peor.

Pero en vez de eso la abracé torpemente, pensando en cómo mi padre se estaba pudriendo en una celda. 

-Sé que lo dices por mi bien -le murmuré, intentando mantener el abrazo, conteniéndome como bien pude-. No te odio, Werd -me separé de ella, sonriendo-. Pero como vuelvas a hablar así de Dariel, te corto la lengua y se la echo al kraken. 

Werd me había arrinconado demasiado, y estaba a punto de morder. Al final siempre era incapaz de quedarme callada cuando hablaban de Dar. 

-¿Quedamos luego en los jardines? Llevaré a Monty, para que le eches un ojo -le pedí, sin borrar la sonrisa-. Todavía no entiendo muy bien a qué te refieres con que no es para ti, pero ya me lo explicarás. 

Me giré para volver hacia el Comedor, donde esperaba que siguieran Dariel y Levi. 

-¡No me falles, W! -le dije, echando la vista hacia atrás un momento, sin dejar de andar. 

Master: Werd recibe con agrado el abrazo de Stevie y parpadea repetidas veces ante lo que le suelta después. Traga saliva al notar el esfuerzo que hace la chica por contenerse en sus palabras. Le lanza una mirada de sentirse dolida por la amenaza, que sabe que es más que real. Conoce a los Carson y sobretodo, sabe de lo que es capaz Stevie. Ella misma había sido beneficiaria de esa protección tan ardua por su parte.

-Claro. En los jardines estará bien…- responde en voz baja. Deja que Stevie se marche y sonríe levemente cuando ésta se gira para repetirle la famosa cita de dentro de un rato. El séquito, que se había mantenido alejado, a una distancia prudencial, se acerca al ver que el paseo y la conversación privada había terminado.

-¿Estás bien, hermana? Pareces algo… - pregunta Nora, preocupada por el aspecto algo atribulado de Werd.

-Sí. Estoy bien, no te preocupes. Todo está como debe estar…- sonríe cariñosamente a su hermana pequeña y la coge de la mano para dirigirse a las estancias de los Ravenclaw.

[Levi + Dariel: en el Gran Comedor]

Levi: Por fin la tal Steve se marcha. Todo en ella le daba mala espina, aunque quizá solo fuese su imaginación. Pensaba aprovechar el momento que tenía a solas con Dariel.

- ¿Me vas a decir qué relación tienes con Steve y por qué tenías esa cara? - le pregunta rápidamente y en susurros, por si a la otra se le daba por volver de repente.

[...]

Dariel: Me quedo pensativo un momento.

-Seguro que sí. Ese hombre no hace nada de gratis, te lo aseguro- respondo, en referencia a la “recompensa” que podría recibir mi padre a cambio de hacer de intermediario. Eso me recuerda que debo ir pensando mi oferta por su ayuda a medio plazo.

-Claro. ¿Por qué no? - me levanto de la bancada y cojo una manzana roja y brillante –¿Quieres una? - le ofrezco, sonriendo maliciosamente. Salir afuera siempre mejora mi humor.

[Cuarto femenino Slytherin]

Tras hablar con Werd me sentí entre prostituida y cabreada. Sorprendentemente, también complacida de no haber perdido mi magia amenazando gente notable que creía que podía avasallarme por parecer más tonta que la media. ¿Era la violencia las solución a mis problemas? Un 98% de las veces, sí. 

Volví al Gran Comedor para darle la buena noticia a Monty, pero ni él ni Dariel estaban allí. Pasé de buscarlos: que se fueran a la mierda. Aproveché para ir a mi nuevo cuarto, a sabiendas de que Nana estaba todavía comiendo. Cogí uno de los pergaminos que tenía por ahí, corté un trozo y le cogí prestada la pluma. A saber por dónde se la había metido escribiendo todas sus mierdas. 

Monty,

Werd te verá en los Jardines por la tarde. Ves al acabar las clases, en el periodo de estudio. 

Es encantadora; te va a caer genial. 

SRC

La encanté para que volara hasta él. Luego aproveché para darme un baño de agua ardiendo. Parecía que hacía siglos que sólo me duchaba con agua fría. Tanteé con la mano el suelo hasta encontrar la túnica, tirada sobre las baldosas, y cogí un cigarro del paquete de tabaco ya casi vacío. Dejé que el vaho me atontara mientras me lo fumaba. Eché de menos que el cigarro llevara algún condimento, pero ya hablaría con Alvin cuando todo fuera un poco más seguro. Él seguro que sí que me había echado en falta.

DARIEL + STEVIE

[Gran Comedor - Jardines - Enfermería]

Dariel y Stevie, que tienen una gran facilidad para hacer el ganso, van a los Jardines para practicar pelea como si fueran Van Damme. Dariel casi le rompe la nariz a Stevie y ella casi le rompe el bazo a Dariel, que acaba en la enfermería. 

Stevie: En teoría, después de las clases había dos horas en el limbo que, supuestamente, debían ocuparse haciendo deberes. Ugh, deberes. Tras el baño, que había durado hasta que el agua se había templado, decidí rescatar a Dariel de su aburrimiento (y, ya de paso, a mí del mío). 

-Psst -llamé a Dariel, que garabateaba en su pergamino-. Esto es una mierda. Vámonos a los jardines -susurré-. Nos damos de palos como en Karate Kid -puse las manos rectas, moviéndolas como si fuera una karateka. 

Todavía no entendía cómo nuestros padres nos dejaban sin ningún tipo de supervisión viendo películas muggles, pero era algo que siempre agradecería. Los veranos hubieran sido muy distintos sin ellas. 

Obviamente, no me costó demasiado convencer a Dariel, y diez minutos después ya habíamos conseguido escaquearnos del estudio y salir a los jardines. Todavía hacía algo de sol. Me quité la túnica y me desanudé la corbata. Adelanté una pierna y alcé las manos a la altura de la cara, en posición de defensa. 

-¿Sigues esquivando como un gato o has perdido la técnica desde que me fui? -me burlé, dibujando una sonrisilla en los labios. 

Dariel: Voy con retraso. ¿ Por qué voy con retraso? Tras volver del picnic improvisado con Levi (no mordió la manzana, que pena, a veces creo que es demasiado inocente), intenté sentarme para hacer las tareas que me quedaban (que son muchas, por lo visto). De verdad que lo he intentado. Pero entonces la mosca cojonera de Stevie me tienta con más aire libre, no, con batallitas al aire libre. Una de mis diversiones favoritas. Y pierdo toda intención de seguir estudiando.

-Mejor como en Kickboxer. Siempre he querido aprender a dar esas patadas tan locas de los muggles. Tiene que ser un puntazo darle una ostia asi a alguien...- sonrío maliciosamente. Vale, no tardo ni dos segundos en salir por patas, dejando atrás libros y deberes. Al llegar a los jardines dejo caer al suelo la mochila como si fuera un fardo, me quito la túnica y la corbata, que las tiro encima de mi mochila vieja.

-Comprobémoslo- sonrío socarronamente.

Stevie: - Si quieres primero te dejo la cara roja y luego ya te enseño a pegar patadas -me hice la chula, aunque el karma me la devolvió cuando me adelanté y le quise dar una hostia en la cara con la mano abierta: Dariel la esquivó con una facilidad que me dolió en el corazón. 

Todo aquel tiempo recluida me había pasado factura. Iba a tener que entrenar más. 

-Uhhhhh Dar -volví a posición de defensa-. ¿Has estado practicando sin mí? 

Dariel: Sonrío frivolamente.

-Puedes intentarlo.

Camino a su alrededor, tratando de fijarme en sus movimientos corporales para predecir por donde me vendrá la hostia. En seguida capto su tic peculiar antes de golpear: avanza su pie derecho previamente. Eso me permite esquivar con suma facilidad su primer asalto. 

-Practicar? Sabes que soy un vago de cuidado- me burlo de ella y de mi mismo, como si Padre nos permitiera nunca vaguear en eso…

Tras conseguir apartarme de su primer intento, lanzo un gancho de izquierda directo a sus costillas que no alcanza su objetivo.

-No has estado leyendo precisamente eh Princesita de los Demonios...- me burlo, de nuevo.

Stevie: Los días entrenándome en solitario no habían caído en saco roto. Conseguí esquivar el gancho de Dariel, aunque le faltó poco para darme. 

-¡Serás cabrón! -dije, medio riéndome, medio cagándome en la estirpe Lefay- Estás empezando muy fuerte y te vas a arrepentir. 

Giré sobre mí misma, subiendo la pierna. Cogí impuso para dar la patada de gracia que con tanta ansia había pedido antes, pero Dariel consiguió evitarla con una acrobacia felina. 

-Lo que te voy a leer son mis intenciones escritas de mandarte a tomar por el culo -gruñí-. Ven aquí, que te voy a reventar. 

Dariel: Merde. Ha esquivado mi gancho. Aunque tampoco me sorprende. Siempre ha sido mejor que yo en combate físico (algo que el Viejo me ha recordado unas cuantas miles de veces).

-¡Eh, tú eres la que ha ido a por mi jeta en primer lugar!- protesto medio riéndome -Es culpa tuya, ¡acéptalo!

En una fracción de segundo veo como Stevie empieza a girar sobre el eje de su pierna para dar una de esas patadas a lo Van Damme.

'Diosa, si me pilla me hace trizas", es lo único que consigo pensar antes de que me tire hacia un lado. Su pie pasa a escasos centimetros de mi cara. Usando el único apoyo de mi mano derecha, mi cuerpo gira en el aire como una noria hasta que aterrizo, de nuevo, en el suelo, de pie, sano, salvo y sin ningún rasguño.

-Oye, ¿que forma de tratar a un amigo es esa? ¡Chica mala!

Trato de lanzar un codazo a la cara de Stevie...

Stevie: …que aterriza sobre mi nariz, abriéndome la piel y haciendo que la herida empiece a sangrar. Estaba demasiado enfadada por haber fallado la patada, y no me había dado cuenta a tiempo del siguiente movimiento de Dariel, que era claramente a traición.

Un par de gotas de sangre me mancharon la camisa del uniforme. Recordé que sólo tenía otro recambio. Dariel me las iba a pagar. 

-¡Casi me rompes la nariz! -me quejé, de mala hostia. Aproveché su proximidad para cogerlo por los hombros, apoyarme en él y subir la rodilla. Al principio iba directa a los huevos, pero luego lo pensé mejor y la rodilla siguió su trayecto hacia el estómago. 

Le di demasiado fuerte. Lo supe en cuanto el hueso de mi rodilla impactó en el vientre de Dariel. 

-¿¡Estás bien!? -no lo solté. Noté como me ponía lívida, todavía salpicando sangre. Por dónde le había dado, era muy probable que le hubiera roto el bazo. 

Dariel: No quería romperle la nariz, pero es la puta costumbre. A veces me cuesta frenar. Bueno, la patada en el estómago que recibo a cambio lo hace. De forma definitiva. El dolor tras el impacto es ATROZ. Se me doblan las rodillas y caigo al suelo. Creo que me ha roto algo, pero interno que es mucho peor. No puedo respirar y vomito sangre, que cae sobre la hierba, tiñéndola. Apoyo las manos en el suelo e intento calmarme y concentrarme en no morir de un modo tan idiota, por una patada. Finalmente, me dejo caer de lado al suelo, ya convencido de que no puedo aguantar más el dolor.

Stevie: Miedo es haberle pegado a tu mejor amigo demasiado fuerte. Terror es que le esté doliendo tanto que no se mantenga de pie. Horror es que vomite sangre sobre la hierba. 

Caí con él, intentando sujetarlo en vano. Me temblaban las piernas. No dejaba de pedirle perdón. Esto tendría que haber acabado estirándonos del pelo mientras retozábamos sobre el jardín, pensé, no así. Me quedé mirando la sangre sobre la hierba y a Dariel de costado, y durante unos segundos me quedé bloqueada. El ruido de alrededor comenzó a amortiguarse, y casi podía jurar verme en tercera persona. 

-¡Carson, hay que llevarlo a la enfermería! -escuché decir a alguien. 

Conseguí reaccionar. Me levanté corriendo y, por puro instinto, lo cogí por las axilas para empezar a arrastrarlo. Durante la guerra evitábamos usar magia: los aurores la rastreaban. Cuando Dariel empezó a quejarse, recordé que estaba en Hogwarts. Saqué la varita y, con un hechizo, Dariel levitaba junto a mí. 

Corrí hacia la Enfermería. 

-Dar, lo siento. Dime algo. No te mueras. Dariel, lo siento. Te dejo que me revientes la cara con una bludger. Por favor, no te mueras. 

Dariel: Solo siento dolor y no puedo ni responder a sus demandas. Me es imposible. Querría decirle que estoy, estaré, bien pero es que no tengo voz, ya me cuesta suficiente respirar... Aunque me lleva flotando a la Enfermeria (menuda vergüenza), sigo revolcándome de dolor y babeando sangre por la comisura de la boca. Oigo la voz de Sheridan y Pomfrey pero no entiendo nada. Joder, no debería doler tanto, he recibido peores…

Master: Sherry y Pomfrey alucinan cuando ven llegar a Stevie y a Dariel, entrando en la enfermeria de esa guisa 

-Vaya, ¿tanto te gustaron mis cuidados que no has podido resistirte a volver?- dice en tono cínico el experimentado sanador.

-Primero la pierna y ahora, ¿qué? ¿El bazo? Estás completamente loco, muchacho.

Pomfrey va a preparar un par de remedios mientras Sherry se ocupa de estabilizar a Dariel y acomodarle en una cama. La mujer va renegando algo de "estos chiquillos de hoy en día están enfermos de la cabeza".

-Eh, chica. ¿Qué ha pasado exactamente? ¿Otra persecución?

Stevie: -Ha sido sin querer. Yo… Nosotros… Estábamos en los jardines, imitando a los de Kickboxer -le empecé a explicar atropelladamente, sin dejar de mirar a Dariel-. Van Damme, ya sabes, joder. The Muscles from Brussels. 

No entendía nada de lo que me decía. ¿Qué persecución ni qué mierdas? Estaba histérica.

-¿Qué le estáis haciendo? -pregunté- ¿Qué le pasa? Se va a poner bien, ¿no? 

La herida de la nariz seguía chorreando sangre, pero me había olvidado de ella. Sólo pensaba en lo fuerte que debía de haber dado a Dariel como para que hubiera vomitado sangre. ¿Qué coño pasaba conmigo? 

-Ha sido sin querer -expliqué-. Lo estábamos haciendo como en la película -repetí.

Master: Sheridan lanza una mirada de confusión a la adolescente. ¿The muscles de qué? No tiene ni idea de qué le está hablando, pero sí ve que la nariz de Stevie gotea sangre.

-Mira, no sé qué estabais haciendo y empiezo a creer que no quiero saberlo. Otra vez. Ya le dareis explicaciones a la directora luego. Ahora tengo que ocuparme de tu compañero problemático y con tendencias suicidas, por lo visto- eso último suena muy cínico.

-Asi que porque no te sientas ahí, me dejas hacer mi trabajo y luego te arreglo la nariz. Y ya si de caso luego hablas con la Directora, vale?

Stevie: - Sí, señor Sherry. Mister Sherry -corregí. Ya ni sabía lo que decía-. Señor Mister Sherry. 

Pero, en vez de hacerle caso al sanador pelirrojo, mi cuerpo puso el piloto automático y en vez de sentarme en la silla, fui a la cama donde estaba Dariel. Me coloqué en el lado contrario a Sherry, me senté de rodillas y le cogí la mano a mi amigo, como si fuera un perro guardián. 

-Te enseñaré a dar la patada de Van Damme -murmuré, como si con eso fuera a compensar el bazo roto-. Cuando salgas de la Enfermería te enseño, D. 

Ni siquiera pensé en que era probable que me expulsaran por aquello. 

"¿He hecho una pregunta tonta?" pienso al verla reírse de mí, lo que hace que me avergüence y mi nivel de cabreo aumente un grado más. Tendría que haberme callado.

— Pfff —dejo escapar el aire cuando "bromea" (porque está bromeando, ¿no?) con que tendría que matarme. Evidentemente, no veo capaz a un bueno para nada de Hufflepuff siendo capaz de matar a alguien. Además, ponte en la cola guapa.

Otra que viene con la frasecita esa de la mente abierta... ¿qué coño significa eso? ¿Eres capaz de tener sexo con personas del mismo género solo por tener la mente abierta? No lo entiendo.

— No, por nada. Curiosidad, supongo. —respondo con cierto tono cortante, algo disgustada por una respuesta tan abstracta que no acabo de entender.

Y al parecer mi padre también está equivocado cuando dice que los jóvenes de hoy en día se pintan los pelos de colores raros para llamar la atención porque son unos desviados. Tiene sentido, en Hogwarts hay varios que no llevan el pelo pintado y aún así...

— Ah, ¿no tiene relación? Pensaba que sí, que era como una moda. No me hagas caso. —respondo, apagando el cigarrillo ya consumido y me giro para ir a la clase de Crianza y acabar esta interesantísima charla con la chica del peloazul. — Hasta luego. —me despido.

[Gran Comedor]

-Uniques, huh?- el joven tuerce algo la boca pero no llega ni a sonrisa. A la que en cambio sí se le escapa la risa es a Nana, que murmura un “y lo puedes decir, si”, apenas audible. Pierce no le da ni la más soberana importancia a ninguna de las dos cosas.

-Mejor no lo repitas mucho por aquí. Algunos tienen la piel muy fina.

La chica parpadea varias veces ante el discurso de Niko y esboza una sonrisa de puro placer.

-Lo que yo decía, hago un gran servicio público. Que cobre por ello no es más que un mero detalle transaccional- sonríe ampliamente.

Se oye de fondo el bufido de exasperación de Pierce, que no parece estar demasiado de acuerdo con eso (y, aun así, compró y envió un ejemplar de cada publicación nueva para Niko. Ironías de la vida).

-Claro. Los dos son Sly y bastante populares, a su manera. Por ser el primo de Pierce me esforzaré por conseguir un encuentro- le guiña un ojo cómplice –Gratis- matiza al notar la mirada clavada de Pierce en su nuca.

Ambos insisten en que Niko se siente con ellos en la mesa de Slytherin, pasando de todo protocolo, porque ellos son así y se la suda todo. Y porque son familia y es su primer día, mon dieu, ¿qué somos, bárbaros?

Tras un buen rato de estar en la Enfermería observando como Sheridan se ocupaba de Dariel (y evitar que muriera de un derrame interno), llegó un bonito kraken de papel, flotando en el aire. A Stevie ya no le sangraba la nariz gracias a que Pomfrey se había ocupado de ese tema. No estaba el hueso roto, pero había tenido una hemorragia importante con el golpe. Ashley había llegado como un vendaval silencioso y clavando toda su ira en su mirada hacia la pequeña Carson hacía apenas unos minutos. Hasta ella podía ver que se estaba mordiendo la lengua y conteniéndose por no estallar allí mismo. No era el momento. Más, el estallido de esa tormenta llegaría pronto.

El origami con forma de kraken aterriza sobre la cabeza de Stevie y al abrirlo se ve una letra superperfecta y clara.

“Ningún problema, Cupcake.

Nos vemos bajo las gradas a las 7 y media p.m. No llegues tarde.

XOXO

PD: ¿Todavía no te has dado cuenta? Los novatos son siempre los más afortunados.”

Aunque no lleva firma alguna, es obvio que es la respuesta de Bash a la nota que Stevie había enviado hacía un buen rato.

Todo pasa por una razón y a veces esa razón es que eres estúpida y tomas malas decisiones, como cuando pensé que era buenísima idea darle un rodillazo a Dariel en el estómago como si siguiéramos teniendo once años y fuerza pedo. No me moví de su lado hasta que Pomfrey me obligó a sentarme para curarme la nariz, alegando que lo estaba dejando todo hecho un estropicio. También para que, eventualmente, no me desmayara. Me daba igual: me lo merecía. Como también me merecía la bronca que me iba a echar Ashley, que me taladró con la mirada nada mas llegar a la Enfermería.

Cuando pasaba algo así, Addie era siempre la que se encargaba de regañarme hasta el extremo para luego llevarse ella las culpas por no haberme vigilado lo suficientemente bien. La eché de menos. La agresividad directa de Addie era mucho más fácil de entender que la velada de Ashley. También temía más lo que le pudiera contar a Galahad que al propio Ash. Sin embargo, deseé que el castigo llegara pronto y duro. 

Seguía sentada a los pies de la cama de Dariel, como un perro arrepentido, cuando un kraken volador flotó sobre mí como si fuera un sueño. Era de Bash. Miré de reojo a Ashley antes de abrir la carta. 

- Os dejo un momento solos -murmuré, con voz queda y apestando a culpabilidad. 

Me levanté y anduve cansada hasta la puerta, apoyándome en el marco, desde donde podía seguir vigilando a Dariel sin estar bajo el escrutinio del heredero de los Lefay. 

El tono de Bash era amigable. Agradecí que no me odiara a través de la letra escrita... hasta que llegué a la posdata. Tragué saliva. El rostro de Levi revoloteó en mi subconsciente, en círculos, sonriendo con satisfacción, como si hubiera ya llenado el hueco que yo había dejado. Dariel se aburrirá de ti pronto, le dije a la cabeza flotante de Monty. Crónica de una ruptura anunciada. Entendí todo lo que había sucedido en el Gran Comedor, y noté cómo el nudo que tenía formado en el estómago se enredaba más, se hacía más grande. Monty era un pasatiempo; no podía estar con alguien tan estirado y con tan poco sentido del humor. 

Le pedí una pluma a Madame Pomfrey, y sobre el reverso de la nota de Bash escribí:

Ha habido un imprevisto y no podré ir esta noche. Ashley me tiene echado el ojo. No es grave. Te buscaré en cuanto pueda.  

PD: Gracias por el chivatazo. 

Encanté la nota para que revoloteara de nuevo a Bash, y volví hasta la cama donde estaba Dariel a paso lento y precavido. Me senté en el borde, cogiendo la mano de Dar entre las mías. Él sabía que no había sido adrede. Ashley debía odiarme en ese momento, pero también era consciente. Habíamos sido así desde niños. 

- No volverá a pasar -le aseguré a Ashley en un murmullo ronco, con la mirada baja, como si fuera una niña disculpándose ante su padre-. Te lo juro, Ash. 

En cierta manera, era así. Si Stephen Carson hubiera podido elegir a quién dejarnos a cargo si a él le pasaba algo, hubiera puesto la mano en el fuego a que hubiera escogido a Galahad LeFay.  

[Gran Comedor - Mesa Huffie]

Hasta la llegada del correo había estado mirando a Lance de manera disimulada (no mucho en realidad), meditando si sería buena idea interceptarle por fin ahora, tras el fracaso del plan de ir a buscarla a la enfermería, pero todo parecía indicar que no. Mucha gente. Y aún si hubiese algo que inclinase la balanza a favor de ir a hablar con él, la llegada de la Seeker Weekly es mi perdición.

- Por fin, joder. -Miro la portada con rapidez, claramente buscando algo concreto.- ¡SÍ! -Vitoreo, al ver que en ella pone en grande el nombre de Gwenog Jones. Había rumores de que este número traería una entrevista a la misma, y así era.

Lo único que me saca de mi ensimismamiento es cuando Sigma se despide, mencionándome. Entonces miro a Lance y luego a ella nuevamente y alzo el puño como muestra de apoyo. Lo que pasa luego ya no lo sé, porque todo vuelve a ser Gwenog Jones en mi cabeza.