Partida Rol por web

Me he reído de lo lindo con la escena. Juárez tiene los cojones como un toro; si en vez de un cepillo al autómata se le hubiese procurado una navaja, le habría ajado el pie.

Sin embargo, se me ocurre que que Picahielos ocupe solo esta habitación es un desperdicio. Además, aparece compungido ante la perspectiva, así que, frotándome las sienes, decido:

-Me quedaré con Picahielos. La cama es ancha. Y, Ella, por favor, necesitaría ropa. De la que puso debajo, sólo me sirvió esto –me señalo el pijama. –Siento ocasionarle tantas molestias.

-¿Eh? ¿No hay más habitaciones?- Protesta Picahielos que parece contrariado por esta intromisión, pero secretamente parece más calmado... así no tendrá que compartir el solo la noche con esa "cosa" en la habitación.

-De acuerdo Updike. Pero que corra el aire... no se si me entiendes.- Dice Picahielo con un mal humor un tanto fingido.

-Despreocúpate, Picahielos, no eres mi tipo –repongo en el mismo tono.

Entro en la habitación.

-No voy a trastear en el… en la cosa esa, para buscarle el interruptor. Me da grima.

“Me pido esta vera –por supuesto, es la más alejada al muñeco. Me echo en la cama. –No sé tú, pero esta casa de muñecas me provoca escalofríos y a la vez me fascina. ¿Cuánto crees que puedan valer esas cosas?

Picahielos cogió el costado opuesto de la cama, quedándose a dormir con la cara hacia le filo de la cama. Con una mano cogió su parte de la almohada y acomodo su cabeza.

-Deben valer una fortuna, pero la verdad creo que solo un loco pagaría por estas cosas. Un loco como el dueño de esta granja. Buenas noches- Y cerró los ojos intentando dormir, en vano.

No se preocupe, mañana os buscaré algo de ropa para todos. Entiéndalo, hoy ha sido todo algo precipitado y he bajado lo primero que he visto.

¿Qué tal todo por allí, Juarez? Dijo Jack mientras se acomodaba mejor en la cama. ¿Todo está tranquilo?

Aún estaba un poco dolorido de los riñones, pero parece que la medicación hace algo de efecto.

¿Qué ha sido todo ese movimiento?

Ummm, sabias tu que nuestros anfitriones se dedican a hacer esculturas mas tenebrosas aun que la que vimos en el cuarto de baño. Resulta que en la habitación en al que va a descansar Rompehielos hay una escultura de esas, que limpia zapatos. Me ha sorprendido, no he podido evitar poner el pie para que me hiciera una buena limpieza y asi ha sido.

Juarez se sienta en una silla y bosteza.

Naaaa, esta todo tranquilo, no te preocupes. Simplemente ha sido el susto, parecia un niño de verdad. Es mas, si Ella no nos lo aclara, nos lo creemos.

Ummm, aun asi,Juarez se toma unos cuantos segundo para pensar lo que va a decir, es todo muy siniestro. Me da un poco de yuyu todo.

La verdad es que sí, es todo bastante siniestro en esta casa - dice Donna estremeciéndose por un momento y abrazándose a si misma mientras  se reclina un poco en un lado de la cama. - Pero será mejor intentar descansar algo, al menos así pasará el tiempo más a prisa.... - estas últimas palabras las dice en un tono más bajo, como tratando de ser optimista para sí misma.

Yo sigo pensando que todo esto es demasiado extraño para ser verdad. Sobre todo la manera en que nos tratan y todo eso.

¿Dormir? Yo no creo que pueda dormir con toda la adrenalina que me recorre el cuerpo... aún más... creo que el dolor de los cojones no me dejará dormir. Siento como me está bajando por la espalda.

Bueno, esperemos que podamos dormir tranquilos. Y que los demás se porten como deben comportarse. Tengo miedo por picahielos... no sé que puede llegar a hacer...

Picahielos, al escuchar el nombre del fugado Juárez comienza a reirse, no te preocupes de el, esta controlado, tenias que ver la cara que se le quedo al ver la maquina que parecia un niño limpiando botas. No creo que se mueva de alli en toda la noche, eso si, tampoco creo que vaya a pegar ojo.

Tras dirigir un momento la miarda hacia la ventana rompe su silencio de nuevo.

Presiento que esta noche va a ser muy larga para todos.

Aunque os costase creerlo, vuestros párpados pesaban y poco a poco comenzaban a cerrarse. El cansancio hacía mella en vuestros cuerpos, las horas iban pasando, y aunque quisiérais resistiros, el sueño os iba venciendo.

Sin embargo, cuando por fin parecía que comenzábais a descansar, un fuerte y seco ruido os sobresalta. Parecía venir del piso de abajo, como si algo pesado se hubiese caído de golpe al suelo, o como si una ventana o una puerta se hubiese abierto de golpe, ¿o tal vez había sido un disparo?. Acabáis de despertaros y estáis algo desubicados, no sabríais decir exactamente de qué se podía tratar: un ruido fuerte, un ruido seco...

Nerviosos prestáis atención desde vuestras respectivas posiciones, tratando de escuchar algo más, pero ahora, tan solo silencio.

Aunque os costase creerlo, vuestros párpados pesaban y poco a poco comenzaban a cerrarse. El cansancio hacía mella en vuestros cuerpos, las horas iban pasando, y aunque quisiérais resistiros, el sueño os iba venciendo.

Sin embargo, cuando por fin parecía que comenzábais a descansar, un fuerte y seco ruido os sobresalta. Parecía venir del piso de abajo, como si algo pesado se hubiese caído de golpe al suelo, o como si una ventana o una puerta se hubiese abierto de golpe, ¿o tal vez había sido un disparo?. Acabáis de despertaros y estáis algo desubicados, no sabríais decir exactamente de qué se podía tratar: un ruido fuerte, un ruido seco...

Nerviosos prestáis atención desde vuestras respectivas posiciones, tratando de escuchar algo más, pero ahora, tan solo silencio.

Juarez... ¿has oido eso? Ha venido de abajo, ¿quién está abajo? ¿Qué ha sido eso? Parecía un disparo... dios...

Otra vez el dolor.

Seguramente las pastillas estaban dejando de hacer efecto.

¿Estás despierto?

Jack se quedó quieto donde estaba, esperando escuchar algo más, algún ruido que lo alertara, pero parece que nada. Todo está tranquilo. ¿Habrá sido un sueño?

Eh, eh....

Juárez se despierta sobresaltado con el sonido que se escucha en la parte de abajo de la casa. Tras escuchar a Jack preguntar le responde.

¡Para no estar despierto!. No se lo que ha sido eso la verdad, pero parece que algo ha ocurrido abajo.

Una vez se ha despertado del todo, mira un momento a Jack.

Tiene mala pinta, ¿como te encuentras?

Donna se despierta sobresaltada al igual que sus compañeros, mira ambos nerviosa.

¿Qué... ha sido eso? - al igual que Jack y Juárez trata de escuchar algo más que les ayude a saber qué sucede pero no escucha nada.

Yo estoy bien, un poco dolorido. Pero bueno, ahora ya no se siente nada. Seguro que ha sido el viento o algún trueno. Dijo con un rictus de dolor. Esperemos a ver si pasa algo más y sino, ya podemos bajar a ver. Aunque supongo que no ha sido nada.

O por lo menos eso es lo que espero.

Se despertó sobresaltado, se había quedado dormido sin saber como, seguramente tanto cansancio había podido con su nerviosismo. No había soñado nada, era como si hubiera habido un salto en el tiempo, al menos en su cabeza.

Había oído claramente un golpe abajo. ¿La policía los había encontrado? Se quedó en silencio y no escuchó nada más, si había ahora mismos SWATs entrando es posible que los tuvieran en la puerta esperando con las armas cargadas y preparadas. Se acercó a Updike, él único entre ellos con armas de fuego, y lo movió suavemente, susurrando en tono conspirativo:

-Updike, Updike, levanta. Creo que hay alguien abajo.-

Umm, este lugar no me inspira mucha confianza. Seguro que ha pasado algo abajo. El ruido no parecia el de un trueno pero creo que tienes razon, podemos esperarnos un poco mas en la habitación.

Juárez comienza a sentirse un poco nervioso lo que provoca que de pequeños golpes en el suelo con el pie.

Me siento como un muñeco de resorte. Mi rostro está descompuesto.

Estaba soñando que continuábamos sentados a la mesa y Uder me practicaba una operación a cráneo abierto –manipulaba por encima de mi frente, comprimida y sujeta al respaldo por una banda de acero- y parloteaba:

“-El mecanismo está mal, está todo lleno de migas de pan con mantequilla.

-Era mantequilla de la mejor –replicaba Ella muy compungida.

-Aquí está el problema, ¿ves? –Uder ponía ante mis ojos una rueda dentada ilegítima, una rebanada a rebosar de mantequilla.

-Es una rebanada –respondía yo.

-La sustituiremos –aseguraba y la tiraba por encima del hombro.

-Por eso se me ocurrió la idea de fugarnos –aventuraba yo.

-Ajá. Sería mejor que te entregases. ¿Adónde piensas ir? ¡¿Eh, adónde?!”

Los zarandeos de Uder se pronunciaban entonces, el viejo golpeaba la mesa, una tetera se volcaba, algo pesado se desplomaba fuera de mi ángulo de visión…

Es Picahielos el que me está meneando. Me domina el vértigo, la conciencia cae como una piedra en mi cuenco. “Finalmente, Ella no los engañó”, se me ocurre. La pistola está en mi regazo (mi presa se ha relajado mientras estaba dormido) como el acontecimiento más terrible. Por unos instantes, se me pasa por la cabeza la idea de pasársela a Picahielos, para que sea a él a quien deshagan los polis con sus armas automáticas. Por el contrario, asiento, y empuño el revólver. Busco las pantuflas con los pies y me levanto. Antes de acercarme con toda cautela a la puerta, echo un vistazo por una de las ventanas que dan a la parte trasera de la granja: veo lluvia en los cristales y relámpagos sobre los campos vacíos.

Mi mano izquierda toca ahora el pomo de la puerta.

-Veamos que pasa –susurro antes de girarlo y encarar el pasillo.