Partida Rol por web

Te acercas al cuarto donde está Picahielos y te asomas un poco al marco de la puerta. Es un cuarto algo pequeño que parece no haber sido abierto en años, aunque está amueblado. Tiene una cama en el centro de la habitación, con dos pequeñas mesitas, una a cada lado. En un lateral hay un armario de madera con motivos idénticos a los que figuran en el cabecero de la cama y en las mesitas. En un rincón se encuentra un tocador, con un espejo ovalado, también con los mismos motivos tallados en el marco del mismo.

Lo que ha llamado la atención de Picahielos, es justo lo que hay en el rincón contrario. En una esquina puedes ver un niño vestido con ropa india, sentado en el suelo ante una caja repleta de utensilios para limpiar calzado. El niño os mira en silencio sin moverse.

Oye, Picahielos pero que te pas..... Juárez deja de hablar cuando ve a un niño en una esquina de la habitación. ¿Y este niño que hace aqui?, ¿como no lo hemos visto antes?

Dios que rara es esta gente, no se mueve, ¿estara bien el niño?

He sentido un poco de remordimiento al ver renquear a Spundie por delante de nosotros. Aguardando ante la puerta del cuarto de baño hacia donde Ella me ha conducido, trataba de justificarme para mis adentros (“No quise darle tan fuerte, de verdad, fueron los nervios… Tan sólo me excedí para no quedarme corto. No tengo nada contra ese hombre. Mejor se lo dices a él, ¿no, Steve?, en cuanto encuentres un momento. Aunque por otro lado, ¿por qué debería hacerlo? La culpa de que flaquee la tiene esta mujer…” Así, dirigía la mirada hacia nuestra anfitriona, cuando la reacción de Picahielos me sobresalta; llevo mi mano al arma, sin sacarla todavía, me vuelvo en cuanto se siente a la mujer que tomamos como rehén (“Donna, creo que se llamaba”). Trago saliva y, arrastrado por la curiosidad, me encamino hacia los primeros, con intención de echar un vistazo a uno de esos nuevos artefactos.

“No se acaban las sorpresas en esta casa. Es como estar en el interior de un reloj de cuco, de esos tan complicados, de la Selva Negra”, pienso.

Al acercarte puedes ver que está en la habitación de invitados, donde se encontraba el niño limpiabotas que habíais visto antes Morton y tú.

Está claro que Picahielos no está nada cómodo con las "maravillas" de la casa. Son demasiado reales, como si estuvieran conspirando en secreto mientras los seres humanos no se fijaran en ellos. La verdad es que no se siente nada cómodo durmiendo en esta habitación.

Pero ahora todo el mundo está mirando y no quiere quedar como un cobarde.

Así que se obliga a acercarse al muñeco con aspecto de niño marroquí y después de darle un toque con los dedos en la frente, como intentando demostrar que no le da ningún miedo, pregunta:

-¿Y que demonios hace esto? ¿Lía cigarros?-

Tras el golpecito en la frente, el niño no se mueve. Ella interviene explicando una vez más aquel artilugio.

Es un limpiabotas. Coloque su pie sobre el pequeño taburete, le dejará los zapatos relucientes - sonrío mientras con su mano señalaba el taburete invitándole a probarlo.  - Como ya expliqué antes a sus compañeros, es otro de los inventos de mi marido. ¿No es realmente extraordinario?

Oh!!, exclama Juárez sorprendido, pues he de decir que parece muy real. Da incluso un poco de respeto.

Menos mal que duerme en esta habitación Picahielos, si me hubiera tocado dormir aqui seguramente no pegaria ojo en toda la noche.

¿Entonces dice que funciona solo el muñeco nada mas poner el pie en aquel taburete?

Tras dudar durante unos segundos se decide.

Quiero probarlo. Dice sonriendo.

Juarez se acerca al taburete y pone su bota manchada sobre el mismo.

Que curioso...

Según Juárez coloca su pie sobre la tablilla, el niño comienza a moverse repentinamente, con movimientos armoniosos, como si fuese un niño de verdad. Eligió entre los distintos botes de tinte, el de color más similar al de las botas de Juárez. Con esmero comenzó a limpiar las botas, dejándolas impecables en cuestión de excasos minutos. Una vez finalizado recogió sus cosas, volviendo a adquirir la pose inicial, inquieto con la mirada fija al frente.

A pesar de la extraña situación, parece que poco a poco te vas familiarizando con esas criaturas. Aún te intriga y te dan algo de respeto, pues no alcanzas a comprender cómo ha hecho Uder para crear semejantes artefactos. Sin embargo, parece que les vas perdiendo un poquito el miedo.

En el momento en el que la estatua comienza a moverse Juarez no puede evitar asustarse un momento, pero no quita el pie.

Oh, dios mio!! me dan ganas de darle algo de dinero. Juárez mira sorprendido con que naturaleza se mueve el muñeco y le limpia el zapato. Parece tan real.

Cuando termina de limpiarselo, mira a la cara al muñeco y no puede evitar preguntar: ¿Gracias?

Luego disimuladamente se aleja del muñeco un poco sorprendido y se pone en el marco de la puerta. Mira el lado positivo Picahielos, mientras no coges el sueño puedes darle conversación.

Picahielos entorna los ojos mirando a Juarez y dice de seguido:
-Yo espero que no arme jarana esta noche, que estoy rendido. ¿Hay alguna forma de pararlo?- Dice con tono desdeñoso, por muy útil que sea el muñecote no parece ser del agrado del convicto fugado.

Bueno, buenas noches y que descanses le dice Juárez antes de irse de la habitación a Picahielos, por cierto buenas noches tambien al resto, tras esto se dirige a la habitación en la que se encontraba con Jack.

De camino no para de mirarse las botas. Oye pues la verdad es que no han quedado nada mal.