Partida Rol por web

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Mientras habláis, el campamento termina de recogerse. Gideon intenta poner el último de los fardos en el interior de su carro, y al ver que sus fuerzas flaquean, Susan se apura en ayudarle hasta conseguir dejarlo todo listo, para luego sellar sus esfuerzos con un tierno beso. Martha Welsh pone a sus dos hijos mayores en la parte trasera del carro y coge al bebé para llevarlo con ella delante, mientras espera a que Sarah llegue y coja las riendas. Los otros tres Anderson suben también por su lado al carromato, con la joven Rebecca haciéndole un gesto a su padre con la mano, mientras este se dirige hacia ellos. A Meave la viene a recoger uno de sus hombres a caballo, dándole la mano para que suba, mientras ve que su carro ya está dispuesto para salir. Jochane sube a la parte delantera de su propio carro y deja que Josiah coja las riendas, no sin antes echarse una mirada mutua de sincero silencio. El resto, incluido el padre Russell en su propia montura, se encuentran preparados para continuar.

Finalmente, todos los carros se encuentran listos para partir, y es Jenny, ya acomodada y mirando a quienes tendrá a su cuidado por varias semanas más, quien da el pistoletazo de salida con su efusiva voz.

—¡Adelante, maldita sea! —Mientras, no puede evitar echar una mirada hacia la caravana y más allá, como si fuera a ver este lugar por última vez. Drew la sigue echando un vistazo hacia atrás, pero sin demorarse lo más mínimo.

Así continua el viaje hacia el infinito horizonte, hasta que os topéis con la última parada en el camino a varias decenas de kilómetros más adelante. Donde al fin esperáis iniciar una nueva vida.

Douglas sostiene la mirada de Meave todo lo que la prudencia estima oportuno antes de responder:

-Seguro que conversar con usted acerca de los planos promete muchísima y mejor diversión que contemplar el trasero de mis mulas, pero convendrá conmigo que la gente podría malinterpretarlo y no deseo que ningún tipo de murmuraciones alcance a mi familia. Es usted una mujer excepcionalmente bella y yo un hombre casado. Las personas ordinarias son incapaces de ver más allá de sus prejuicios.

Doug se lleva los tres dedos al ala de su sombrero a modo de despedida:

-Si me disculpa, señorita Millay. Hasta esta noche -saluda mientras corre hacia su carro que ya se ha puesto en marcha con su hijo Sam a las riendas.

Tras acabar de hablar con Ellen volví al carro para apurar la recogida de cosas y así evitar dejarnos algo atrás o simplemente no llevarlo atado y bien atado. Lo último que pretendía era que por algún problema tuviéramos que decir adiós a algún barril o caja de las que transportábamos en el carro. También me aseguré de que las cuerdas del ganado y la mula estuvieran bien, no acabasen siendo un problema.

- Creo que ya está todo - miré y volví a revisar desde las ruedas, hasta la mismísima lona que cubría el carro - todo listo - me senté en la silla y ajusté las riendas de las que tiraban dos caballos para mover aquella mole - sujetense bien - arrojé el lazo sobre los muslos del primer caballo para que empezara a caminar, no fue un movimiento brusco aunque escuché que alguna caja que había movido "alguien" bailaba detrás - No me responsabilizo de lo que han usado después de que yo lo haya dejado todo en orden, sr. Allister, luego son todo quejas... y no es mi culpa.

Volvió hacia el carro de la viuda tras su conversación, aquello no era responsabilidad suya así que no se molestó en revisar el carruaje. Le dio un silbido a su caballo, aquello nunca funcionaba, pero eh... habría que seguir intentándolo y quizá algún día aprendiera a acudir a la llamada. En ocasiones miraba: era un primer paso.

- Vamos Bonito... - mientras revisaba la silla de montar y las riendas antes de subir - que ya no queda nada. Pronto volvemos a la buena vida... - le prometió al caballo

Ellen parecía distraerse con cualquier cosa, cabalgaba hacia la mitad de la caravana y volvía a su carruaje, casi como una silenciosa queja sobre el lento avance de la misma. Lejos de eso aprovechaba para vigilar el frente y la trasera... después de todo mirar atrás podría hacer que si algún forajido les seguía supiera que había alguien alerta, pero volver a la trasera de la caravana quizá pasara más desapercibido. 

Todo aquello era demasiado jugoso, carros llenos de suministros por todas partes. Ella misma se había planteado dar un golpe... y era imposible en su cabeza que en un viaje tan largo no hubieran tenido el más mínimo problema. O esta maldita tierra estaba realmente alejada del mundo o algún granuja estaba esperando el momento. ¿Tantos años robando le habían hecho creer al ladrón que todos eran de su condición? 

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Durante el trayecto, donde cada quién maneja sus riendas, Ellen echa un buen vistazo desde varios puntos de la caravana. Y si bien no sabes si es que se te has pasado algo por alto, o si simplemente este día también será igual de tranquilo que los demás, la cuestión es que no ves nada anormal en el camino ni las llanuras aledañas.

La caravana avanza a buen ritmo y sin percances. Algunos colonos van a pie para quitar peso al carro y estirar las piernas, otros pasan el rato cantando, fumando o hablando desde el carromato. Drew por su lado va intercambiándose con Jenny para vigilar la cola y la parte delantera de la caravana, dándose toques de cuando en cuando en los momentos que creen ver algo extraño. Y precisamente en cierto momento, mientras pasáis por una zona con un camino bastante poco definido — suponéis que por lo pobremente transitado — Jenny manda parar con un gesto a todo el mundo.

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A lo lejos y desde vuestras respectivas posiciones, salvo quizá por Ellen por ir cambiando de posición casi constantemente, no se apreciaría con claridad la visión de cinco figuras a caballo a casi un kilómetro de vuestra posición. Quedan allí, en la lejanía, impertérritos. Al menos hasta que Jenny se empieza a adelantar tras echar un vistazo atrás y hacer un gesto con la mano abierta a la altura de la cabeza, mostrando la palma en dirección a las figuras desconocidas. Las figuras avanzan por igual y quedan a medio camino de llegar a la caravana, hasta donde Jenny también termina por acercarse.

Ahora los detalles de las figuras son más visibles: indios. Aunque en un principio su apariencia podría confundir, al menos, a quienes tienen una idea algo romántica de su aspecto; ya que llevan una vestimenta bastante heterogénea: abalorios de arcilla y cuentas, ropajes nada caucásicos, botas con espuelas y chaquetas remendadas. Y por supuesto, solo uno de ellos parece ir desarmado, o al menos no hay rifle a la vista. Mientras que el resto van con uno cada uno en mano. No podéis oír qué dicen, y tampoco es que el lenguaje corporal de los recién llegados diga mucho para saber sus intenciones.

En la caravana, a pesar del silencio reinante, empiezan a surgir murmullos en varios carromatos.

Si queréis, podéis hacer un control de 'Supervivencia' para recordar experiencias pasadas con nativos, y así saber interpretar qué puede significar este tipo de encuentro (valorando la cantidad de personas en el grupo, el que vayan armados, los protocolos de acercamiento y espera, etc).

Doug se pone de pie en el pescante de su carromato que ahora mismo conduce su hijo Samuel. Su gran altura le permite ver a los indios y a Jenny, pero no entiende nada de lo que está pasando. ¿Qué querrán esos indios? Espero que no tengamos demasiados problemas con ellos..., se preocupa Doug que, al haber vivido toda su vida en Boston, nunca ha tenido la oportunidad de ver a ningún nativo en su hábitat natural.

        - Muchas gracias por preocuparse por nuestra buena reputacion señor Anderson!   Por cosas como esa me agrada trabajar con usted!    Continuaremos trabajando despues como ha propuesto porque tampoco tengo tanta prisa y es importante que avance la caravana de una buena vez gracias a dios nuestro señor! -     Dice con un evidente acento yanqui Meave mientras saca un abanico purpura con el que se refresca y cubre temporalmente la expresion del rostro con cierto exotico misterio antes de despedirse de la pareja y de famila, entonces regresa para continuar el trayecto con la caravana junto al resto de su personal

Samuel se asoma desde el interior del carro, intentando divisar lo que ha detenido el movimiento de la caravana. Rebecca le imita, añadiendo una sonrisilla, hasta que se fija bien en las figuras y se queda algo confusa.

—¿Qué son, padre? ¿Federales? —pregunta Samuel.

El resto continua hablando por lo bajo. Y solo Sarah podría oír al padre Russell maldecir por lo bajo junto a la carreta de los Allister. A lo que Susan reacciona con una mirada de extrañeza, algo asqueada por su forma de actuar.

—Desgraciados, asesinos, paganos, la ira divina os mandará al abismo... —dice casi en murmullos con una mirada fija e inquieta desde su caballo, observando a los nativos.

Ellen, tras fijarse en los detalles del encuentro y los de los propios indios, llega fácilmente a la conclusión de que son una especie de partida de reconocimiento. Quizá os encontréis a poca distancia de su territorio. Pero lo que es seguro es que no han venido con intención de atacar: demasiado pocos, se han dejado ver en la lejanía y se acercan a parlamentar. No tardaréis mucho en conocer el resultado de este encuentro.

Meave podría fijarse en el carro de Jochane, donde Josiah parece bastante interesado en ver a los nativos. Al mismo tiempo, uno de los hombres de la señorita Millay se pone delante del carro mientras va apuntando con su carabina en dirección a los indios. Otro de ellos, mayor que él, se acerca con tranquilidad y le baja con rabia el arma. Meave oye claramente la reprimenda del viejo.

—Eres un puto imbécil Graham. Más te vale que no nos hayan visto —mira con ira al otro y le quita la carabina de las manos para enfundársela él en sus alforjas.

¿Alguien quiere hacer algo mientras?

- No os mováis del carro, todo va bien... - indica a Martha, tranquilizando a la viuda

Ellen recorre la caravana asegurándose de que ningún estúpido tenga ideas de ponerle la mano encima a un arma y se prepare una buena jarana

- Quedaos en los putos carros, tranquilitos y sin armar jaleo, no hay ningún problema - va anunciando según avanza por la caravana - el que desenfunde un puto revolver se lo come... - murmura con su amabilidad y buen trato habitual, es decir: ninguno vaya. 

Se le hacía largo cada instante que pasaba Jenny fuera del alcance de sus propias armas, ni fuego de cobertura le podía ofrecer desde aquí pero era mejor no acercarse.

—No, Samuel, son pieles rojas —responde Doug a su hijo.

—¡Indios! —exclama Rebecca—. ¿Puedo ir a verlos, padre?

—Silencio ahí dentro —ordena Doug—. Molly, carga mi revólver y mantenlo a mano por si hubiere menester de emplear la fuerza… ¡Señorita Hardin! —la llama Douglas cuando pasa delante de carromato­­­­­­­­—. ¿Han averiguado ya qué quieren los indios?

Tira de las riendas de Bonito para detenerse cuando le llaman la atención

- Puede estar tranquilo Anderson, nada de armas a la vista - advierte de forma más educada a Molly, pero no menos severa - si nos hubieran querido atacar no los habríamos visto hasta tenerlos encima, habría sido una carnicería, solo han venido a hablar. Puede que estemos cerca de su territorio y quieran saber de nuestras intenciones, o puede que no les parezca bien que pisemos sus tierras sagradas, o cualquiera de esas mariconadas de pieles rojas... no soy adivina, hasta que Jenny de media vuelta no sabremos mucho más... pero no se ponga nervioso - insistió - no han venido buscando sangre, créame. 

Continuó hacia la cabecera de la caravana

- Nada de armas... - insistió, sin mirar atrás. Ellen mantenía bien vigilada a Jenny en la distancia, no quería sorpresas. 

Douglas espera hasta que Ellen se aleja lo suficiente para decirle a su mujer:

—Haz lo que te he dicho, Molly: carga el revólver y tenlo junto a ti hasta que yo te avise. Pero por Dios no lo vayas a sacar a la vista de nadie.

Al ver el mudo rostro de preocupación de su esposa, Doug le pasa la mano cariñosamente por la mejilla y le coloca bien un mechón de cabello rubio que ya comienza a encanecer.

—No va a pasar nada, cariño —la tranquiliza y luego se gira a sus hijos, le posa una de sus manazas a cada uno en la cabeza y añade—: Si nos mantenemos los cuatro unidos nada malo podrá sucedernos.

Sin embargo, cuando termina de hablar, un picor le recorre la parte quemada de su cuello y en su cabeza se forman algunas ideas ominosas.

La tensión crece conforme pasan los minutos, y tras casi un cuarto de hora, Jenny se vuelve desde la lejanía mientras los nativos parten en dirección contraria, en silencio. Ellen se termina de convencer en que esto no pasará de un intercambio de palabras y ve, junto al resto, como Jenny se aproxima sin demasiada prisa.

Una vez en la caravana pasa por delante de los carros delanteros y le comenta a Drew algo cuando pasa junto a él.

—¡Oíd! Vamos a parar aquí un segundo. Que un representante de cada carro se reuna conmigo en un círculo a la cabeza de la caravana —va recorriendo la parte delantera de la columna, y tras ver la pasividad de algunos, remata con un grito— ¡AHORA, HE DICHO!

Drew por su parte va desde la mitad del convoy hasta la cola comunicando lo mismo.

—Un-un momento, ¡vamos a parar un momento! Un reper-repren-repersentante de cada carro. ¡Delante! ¡Ya, venga, delante! —una vez llega atrás se vuelve con Jenny.

El señor Allister se baja de su carro y le hace un gesto a su mujer y a Sarah, indicando que él irá, aunque la señorita Baxter sabe que en el fondo preferiría no tener que hacerlo. Josiah intercambia unas palabras airadas con Jochane y ambos bajan del carro. Martha mira a Ellen con intención de que vaya de su parte. El matón experimentado de Meave le pone la mano y la aupa sobre su caballo, llevándola a paso ligero hasta la zona delantera. Poco a poco veis que más o menos se va juntando un número nutrido de gente a la cabeza de la caravana, con un impaciente Jenny haciendo gestos con la mano, exigiendo que se den prisa.

Ellen inclina la cabeza mirando hacia Martha y se da un toquecito al sombrero con dos dedos, confirmando que ella se ocupa del asunto. Da media vuelta al caballo con la mejor de sus caras para no preocupar a la viuda y tuerce el gesto cuando Martha ya no puede verla

- Jodidos pieles rojas y sus tocadas de huevos.... - murmura por lo bajo - ¿ahora que va a ser?

No quedaba tanto y tenia que pasar esto justo ahora. Llega a caballo hasta Jenny y los demás y desmonta, mantiene las riendas en la mano izquierda y no toma asiento. Apoya la derecha en su cinto, junto al revolver, por mera costumbre... impaciente por saber.

La verdad es que yendo en la posición que iba el carro de los Allister apenas se veía algo de lo que había en el horizonte, así que, cuando Jenny dio la señal de parar, detuve a los caballos sin más - Habrá sido algo, quizás un riachuelo - la caravana discurría cerca del río, así que, no era descartable que fuera eso, o quizás un montículo de piedras. 

Quién iba a sospechar que se trataba de indios, pero lo cierto es que sí. La noticia me causó cierto nerviosismo, supongo que como a la mayoría, así que, lo primero fue alertar a mis mandantes. Acto seguido busqué entre las cajas el rifle, la munición. Comprobé que todo estaba a mano.

Con la decisión ya tomada del sr. Allister de acudir a la reunión en la cabecera de la caravana, no había más que hacer que quedarse atrás con Susan comentando la situación - espero que no haya problemas, los indios si han ido a parlamentar es porque no nos quieren matar - salvo que se hubieran acercado para ver cómo de armados estábamos, quizás nos estén rodeando ahora mismo mientras nosotras nos dedicamos a hablar - No hay que perder la calma, Susan - estaba tratando de calmarla aunque ya me estaba poniendo un poco atacada de los nervios.

     - Por favor señor Rubbens le pido me deje ir a la reunión, auque si gusta puede acompañarme para enterarnos y parlamentar mientras que Graham se queda junto con William, los empleados y las chicas en el carromato! -     Dice con voz baja Meave mientras que esconde su pequeño revolver en la bolsa de la silla del caballo antes de montarlo para dirigirse con el resto de los allí presentes 

Doug baja del pescante al oír las palabras de Jenny y se encamina a la zona de la reunión. Se une al grupo de personas que avanza de pie, entre los que se encuentran Joshiah Newberry y Christopher Jochane, a los que saluda antes de ponerse a caminar junto a ellos. No los conoce apenas. A decir verdad, no tendría el más mínimo interés por ellos si no fuera por el color de la piel de Newberry: al verle allí bien vestido y con un proyecto de futuro, Douglas siente que mereció la pena pasar por el infierno de la guerra.

–Espero que los indios no nos causen mayor molestia –comenta a la pareja de hombres mientras se pasa de nuevo la mano por la zona abrasada de su cuello.

Muchos y muchas van acercándose al lugar de reunión. Incluso más de los que expresamente pidió Jenny, pero viendo la prisa que corría llegar rápido a un consenso, no reparó en el error.

De camino, Doug intercepta al empresario y su empleado, a lo que el primero contesta con seguridad y un acento norteño bastante marcado.

—Esos salvajes no se atreverían a atacarnos con tanto descaro —se peina la punta derecha del bigote a cada poco, como si tuviera alguna especie de TOC— Primero, porque saben que Custer y el 7º de caballería no andan muy lejos estos meses. Les llegan las historias de esos valientes a la velocidad del rayo y se tienen que estar cagando en los calzones dentro de esas chozas inmundas suyas. Y segundo... —Josiah, sin quitar la vista del frente, interrumpe deliberadamente a Christopher con su voz profunda.

—A lo que deberían aprender ustedes es a dejar de infravalorar a esas gentes. Y no lo digo solo para tener en cuenta lo fuertes y capaces que son, sino también para que decidan de una vez dejarlas en paz —se adelanta con paso rápido, dejando a Doug y Christopher atrás.

—Me está empezando a calentar ese negro... —sigue el ritmo y se mantiene junto al señor Anderson.

A Meave la termina alcanzando el señor Rubbens en su caballo, mientras este le asegura que se hará como ella quiera.

No tardáis en llegar los que habéis decidido ir. Jenny baja del caballo mientras que Drew se queda montado, echando un ojo a la lejanía. En cuanto se forma el semicírculo, la señorita Doughan comienza a hablar.

—A ver, a ver, cállese todo el mundo y escuchen bien. Lo de hace un momento ha sido algo normal. Los indios suelen ser bastante tozudos con eso de pasar por su casa sin avisar, y era algo que estaba previsto —algunos murmullos se suceden entre el grupo, pero Jenny los ignora y prosigue— Ahora, para poder seguir hay que decidirse por una opción: o bien vamos por la ruta que atraviesa su territorio, lo que acorta el tiempo de viaje; u optamos por dar un rodeo, lo que suma casi cinco días más al trayecto, teniendo así que racionar la comida que llevemos hasta llegar a Coldforge.

El grupo empieza a vociferar y llamar la atención de Jenny, mientras esta trata de callarles sin armar ningún jaleo. Aunque finalmente tiene que pegar un grito para que cese el ruido.

—¡YA ESTÁ BIEN! —dice con las manos alzadas, con gesto de pedir atención— Les he pedido algo muy sencillo: decídanse por donde preferirán ir. Corto pero peligroso, o largo pero seguro. Teniendo también en cuenta que quizá nos estén rugiendo las tripas cuando lleguemos al destino. Y por favor, decídanse rápido —todo el mundo guarda silencio, esperando que alguien diga algo.

—Yo digo que vayamos por "su" territorio. Ni se atreverán a echársenos encima esos cobardes —dice Jochane, poniendo énfasis en lo último.

—Pues... la verdad es que preferiría que no me cortasen el cuello —dice el señor Allister, casi más como una reflexión en alto que otra cosa.

Se hace el silencio, mientras Jenny se desespera y se da la vuelta para montar de nuevo.

—Voy a echar un vistazo más adelante, a ver si hay un paso por el norte. ¡Hagan el favor de llegar a un acuerdo para cuando vuelva! ¿Vale? Y Drew —Moran se fija en ella con atención— Intenta que no se maten entre ellos —da un toque a su yegua y se aleja hacia la derecha de la caravana. Drew se queda desde su caballo mirando al grupo y sonríe con cierta vergüenza, como no sabiendo qué hacer. El grupo vuelve a estallar en una discusión casi al momento.