Partida Rol por web

          - Muy bien señor Anderson, ya que nuestro día ha sido tan largo e intenso le pido por favor que ahora que tenamos un decanso le platique mi idea para pedirle me ayude con un diseño suyo de construcción de defensas y puestos de contrataque improvisado con mi mismo carromato, cuento con algo de material para el salón y podría acompletarlo con madera, cuerda y tela recolectada en el camino, además de que mis chicas y yo misma podriamos colaborar con usted si así lo desea, ya que me parece que nuestro camino podría tener riesgos no contemplados -    De manera directa y sencilla le propone Lady Millay a Douglas con un susurro junto con una botella de Whiskey, una vez que su esposa resguarda a sus hijos en el interior de su carreta una vez que el grupo se había separado del reverendo y sus seguidores

      - Estimado padre Rousell le pido por favor que rese por nosotros como yo lo hare por usted y los suyos, de manera que si cuando nosotros lleguemos a nuestro destino no han llegado ustedes pediremos se haga una comitiva que los busque para ayudares, así como ustedes con nosotros cuando lleguen a su destino!     Ayudémosnos que dios nos ayudará! -     Le susurra Meave al reverendo con una amable sonrisa antes de besar les la mano en señal de respeto antes de despedirse de él

—¡Oh, vamos! Estoy bastante seguro de que tiene un gran corazón de bajo de toda mala leche —dice referiéndose a Ellen con gesto adulador— ¡Somos una compañía teatral que anda de gira por la frontera! ¡Pero me temo que nos hemos topado con nuestro límite hace un par de kilómetros atrás...! —dice casi a gritos en dirección del resto— Así que nos preguntábamos si podrían... dispensarnos algunos víveres, ya que estamos bastante escasos —La cara de Jenny deja bastante clara su opinión, aunque Drew empieza a decirle algo por lo bajo.

Tras el señor extravagante, el grupo de tres hombres se queda mirando a lo que comenta el primero. Justo detrás se encuentran los tres carros, desde donde se asoman algunos hombres y mujeres con rostros empolvados, labios pintados y otras trazas de maquillaje para destacar sus rasgos faciales. Algunos miran divertidos, mientras otros comparten el gesto de enfado de los tres de fuera.

—¡Créannos, estamos desesperados! —se gira hacia Jenny, intentado captar su atención— Oh, ¿y si... pudiéramos ofrecerles algo de información a cambio? Les convendría saber algo que hemos descubierto hace un par de días, de veras —Jenny aparta la cara de Drew de su oído con la mano.

—¿Qué información, patroncillo? —se le queda mirando con más curiosidad.

—¡Bueno, bueno! Si le contase, creo que el que... ¡los que, los que, sí! Los que saldríamos perdiendo seríamos nosotros, ¿no cree? —pone una sonrisilla pícara.

Jenny pone su peor cara y suspira, pasando a mirar a Ellen y Sarah para que opinen, ya que han sido las únicas que han intervenido. Desde la división de la caravana, no la veis con ganas de que hayan más reuniones generales.

Cuando está echando un vistazo ve que no es la única a la que le dan mala espina aquellos tipos, Douglas también esta alerta. Al final parece que el macho si que va a tener algo de seso. Si el padre de familia vigila sus espaldas, puede centrarse en dejarles las cosas claras a los feriantes.

¡Si claro! Suministros para todos... después de que se haya alargado nuestro viaje ¡Ja!

- Los que saldrán perdiendo serán... si no desisten... los que tengo delante, si - advierte - porque debajo de toda esta mala leche tengo una puntería cojonuda y un humor muy negro que me tendría haciendo bromas sobre como se desparraman esos sesos durante días. Aquí no sobra nada... tampoco el tiempo - dejando claro que no quiere tener que repetirlo - ¿no te parece, vaquera? - esperando el apoyo de Sarah ante el tipo del bigote, con esperanza de que desista sin tener que armar jaleo al ver que nadie esta dispuesto a ceder suministros... aunque bueno si hay jaleo tampoco pasa nada.

Apoya la mano izquierda con las riendas en la silla del caballo, si tiene que disparar no quiere caer por el retroceso...eso si que la dejaría en mal lugar. La mano derecha esta totalmente libre ya... 

         - Por favor señores, señoritas ... creo que podemos llegar a acuerdos que a todos nos convengan si y solo si todos ponemos de nuestra parte  ... me llamo Meave Millay y aunque concuerdo en gran parte con las duras palabras de la señorita Hardin ... tambien me gusta arriesgarme y apostar por el valor de las personas, así que si y solo si nos dicen la información y esta nos parce valiosa yo puedo ofrecerles una botella de Whiskey, que es lo único que ahorita me podría sobrar! -    Responde la bella Meave Millay al trío de hombres junto a un par de pistoleros a su costado para protegerla, por si a los colonos que se les cruzaban se pusieran pesados

Después de tener serias dudas sobre mi intervención en la cabecera de la caravana, motivo por el cual el pastor Rusell podría haber entendido justificada su decisión de avanzar "en solitario" con sus fieles, no me atreví a levantar la voz ni para opinar al respecto. Habíamos tomado la decisión de ir por la ruta más larga, a sabiendas que tendríamos que buscarnos el alimento, con lo que donar parte a otros implicaba un riesgo mayor.

- Están a menos de 4 días siguiendo la ruta de donde venimos de la civilización - si seguían el camino que habíamos marcado a través de las ruedas de los carros, seguramente darían con el poblado desde el cual salimos. Seguramente mejor eso que encontrarse con los indios.

—¿W-Whiskey...? —dice el patrón con perplejidad, mientras hace un gesto con las manos para apaciguar a Ellen.

Jenny atiende la opinión de todas, mientras Drew no para de intentar convencerla una segunda vez. Lo vuelve a apartar y se dirige al tipo.

—Sea lo que sea, amigo, estoy segura de que sabremos apañárnoslas. Y más o menos, como dice la señorita, tienen un camino de semana y pico por delante hasta llegar a la frontera de Iowa —se reclina en su yegua, para acercarse más al tipo— Así que será mejor que no se entretengan y aprendan a cazar tejones, porque lo llevan crudo —le tira al pecho un bolsita de lona que llevaba al cinto, se recompone y espolea al caballo para comenzar de nuevo a caminar, seguido de otro gesto cansado para que avance la columna.

El tipo la abre con desesperación, como si esperase encontrar kilos de maiz, queso y pan, pero tan solo encuentra algunos pedazos de cecina y tabaco de mascar. Mira con auténtica ira a Jenny, y pasa la mirada por el resto mientras grita.

—¡DESGRACIADOS! ¡PEDÍAMOS UN POCO DE CARIDAD Y NOS ESCUPÍS EN LA CARA! —tira la bolsita al suelo, para que uno de los otros hombres se la acerque a recoger y se come una tira de cecina mientras el otro vocifera— ¡NI UN MÍSERO SACO DE LEGUMBRES, ZARRAPASTROSOS! ¡ASÍ CONTRAIGÁIS LA PEOR DE LAS PESTES! ¡YA VERÉIS LO QUE OS ESPERA! —sigue gritando, pero estos gritos cada vez deriva más en una actitud de derrota, hasta que se dirige a los tres hombres.

—Una oportunidad te dimos, Wilton. Y ya se ha terminado nuestro contrato —dice uno de los hombres con más pinta de forzudo de circo que de actor, y es el primero en empezar a reventar a golpes al hombre del sombrero de copa. Los otros dos le siguen sin pensárselo, y algunas chicas y hombres de los carros se unen al linchamiento, mientras los pocos que no lo hacen tratan de parar la paliza. Escucháis los gritos ahogados del tío extravagante mientras os vais alejando poco a poco.

Te pareció fijarte en algo entre las hierbas altas y resecas, pero no pareció ser nada. Esta gente es, aparentemente, la única que hay aquí además de vosotros.

Enarca una ceja ante las maldiciones de aquel tipo, lo que le faltaba por oír

- Ya tienen un caballo para comer - comenta sin pestañear, refiriéndose al caballo del tipo del sombrero de copa - no morirán de hambre - sin dirigirse a nadie en particular, como si aquello tranquilizara las conciencias de la caravana 

Al dar media vuelta en su caballo se quedó mirando a la mulata y a sus hombres, especialmente a sus hombres, parecía que tuviera algo en mente pero antes de abrir la boca ya había pasado de largo. Hoy a Ellen se le habían acabado hasta las malas palabras, pero alguna idea le estaba rondando. 

—Becca, entra ahora mismo en el carro —ordena Douglas a su hija cuando comprueba el cariz que han tomado los acontecimientos.

Mientras la caravana reanuda su marcha no puede dejar de mirar y de escuchar la paliza que le propinan a aquel desgraciado. "El lobo es un lobo para el hombre", recuerda la cita del Leviatán de Hobbes. La necesidad de una organización democrática y el imperio de la Ley son dos fundamentos de la supervivencia de la sociedad... El eco de sus propias palabras, pronunciadas en algún discurso ante los trabajadores, se hace más fuerte ahora mismo. La tiranía nunca duerme y posee muchos rostros, piensa mientras sigue con la mirada las evoluciones de Jenny Doughan y Ellen Hardin; la desobediencia hacia las leyes injustas y la rebelión contra los tiranos tampoco.

Finalmente su esposa Molly interrumpe tan funestos pensamientos cuando aparece en el pescante con un trago de agua para él.

Me quedé sorprendida por la inaudita reacción de aquel hombre; esperaba que le diéramos de todo y eso lo llamaba seguramente "caridad". De buena se libraron las posesiones de los Allister, si aquel individuo nos hubiera convencido, ahora mismo estarían apropiándose de las vacas y todo objeto de valor - ingratos - Gideon y Susan no habían hablado, estoy convencida que los cataron al primer vistazo, buenos son ellos cuando observan a la gente.

Azucé a los caballos para que marcharan tras los demás carros, ni eché la vista atrás siquiera, no quería arrepentirme y tampoco preveía hacerlo.

- Una pena que el reverendo Russell se hubiera ido por el otro camino, estoy segura que les habría dado un escarmiento en nombre de dios.

[Música recomendada]

La caravana vuelve a ponerse en marcha con decisión y abandonáis con bastante rapidez la escena, hasta que dejáis de escuchar el barullo de la troupe.
Avanzáis durante horas y volvéis a acampar. Despertáis al día siguiente, seguís y volvéis a pasar la noche junto al río, y así hasta que pasan cinco días más. A la séptima mañana, Jenny cambia el tema de sus bramidos matutinos y comenta una noticia, pasando por cada carro.

—No sé si decir que serán buenas noticias, pero por primera vez en un tiempo, vamos a pasar por un pueblo —dice con cara de no estar demasiado convencida— No os voy a mentir, Credence es un maldito agujero a rebosar de basura humana: forajidos, putas, estafadores, borrachos y otros maleantes. Un lugar sin ley —se queda pensativa y alza el dedo índice, como dando una directriz— De hecho, deberían venir conmigo únicamente unos pocos; los más experimentados. Que tampoco les voy a decir lo que tienen que hacer y lo que no, pero más que nada lo aclaro por la seguridad de los suyos.

—Quizás sea una buena oportunidad de comprar algunas cosas que nos hacen falta —le comenta Doug a su esposa Molly—. Voy a bajar al pueblo con nuestra guía y otros miembros de la caravana. Os dejaré la escopeta. En caso de que haya algún problema acudid inmediatamente a Josiah Newberry o a la señorita Millay y sus hombres.

—¿Puedo ir contigo, padre? —pregunta Samuel con ojos ilusionados.

—Si vienes conmigo, ¿quién se encarga de defender a nuestras dos chicas? —le contesta su padre al tiempo que le pasa la escopeta. Samuel parece confundido: la negativa le ha desilusionado pero el que su padre le haya dejado el arma le sorprende positivamente.

Dicho lo cual se pone en marcha hacia el grupo que comienza a formarse en torno a Jenny Doughan. Por primera vez en todo este tiempo, Douglas lleva su viejo revólver al cinto, en una gastada pistolera militar de la Guerra Civil muy distinta a las modernas usadas por los cowboys. Sin embargo trata de ocultarla todo lo posible con su chaqueta de paño.

¿Forajidos, putas y maleantes? ¡Oh, al fin! ese pensamiento cruzó sin permiso la dura cabezota de Ellen, para que instantes después la pesada carga de un contrato ahogara sus esperanzas una vez más. Maldita la hora en que aceptó acompañar a aquella viuda y sus huerfanitos para protegerlos durante el viaje: poco podía proteger si se iba de paseo.

Cogió el cepillo de su caballo y se afanó en la tarea como si pretendiera sacarle más brillo que a una vajilla de plata, era el disgusto lo que le daba energías. Maldita sea mi suerte... el aburrimiento empezaba a hacer mella en ella y la incertidumbre sobre si un arma podía oxidarse por la falta de uso también: era la primera vez que transcurrían tantos días sin disparar.

- ¿Tu que opinas, Bonito? - consultaba a su caballo mientras le ofrecía un trozo de torta de maíz - ¿perderemos la práctica? - estaba claro que no esperaba que el animal respondiera, pero tampoco le extrañaría a estas alturas - Nah... claro que no.

Levantó la mirada hacia Douglas sintiendo una pizca de envidia hacia el hombre por primera vez en todo el viaje.

        - Por favor caballeros, requiero que dos de ustedes se queden con mis trabajadores y uno de ustedes me acompañe a ese peligroso lugar con un par de caballos!     Quién prefiere acompañarme? -    Dice Meave a sus pistoleros tras escuchar al par de sus guías, mientras que mira de reojo a Ellen y Douglas

- ¿Un pueblo? - aquello era lo más bonito que había oído en la última semana, qué decir que no tuve que convencer mucho a los Allister para que me permitieran ir. Por supuesto que Susan alegó todo tipo de peligros para que me echara atrás, pero no lo consiguió. Quien sí que se preocupó por todo el ambiente que me podía esperar fue Gideon, quien me obligó a cargar con el rifle, como si aquello fuera realmente un seguro de vida en semejante pueblo.

El caso es que no me pareció mal llevarlo, por si acaso, si se trataba de una ciudad sin ley, quizás podría alejar a determinada gente que sin ver un arma no se echaría para atrás.

- Entonces veré qué puedo comprar de suministros para no tener que depender de los demás - miraría a ver algo de alimento junto con algunas velas para alumbrar de noche el carro, quizás una manta más gorda. Tampoco me quería hacer muchas ilusiones, habría que ver los precios, tampoco era plan de perder todo el dinero.