Partida Rol por web

Miro a Kromdil con la expresión de seriedad que se requiere para un momento así. Agarro el bastón con fuerza y me interno en el iris. He venido para hablar con Él, he nacido y estudiado toda mi vida para llegar a este momento, maestro.

La sala es como el interior de una esfera, todo cubierto de engranajes, ruedas, y cadenas que mueven ese enorme mecanismo... En medio de la sala hay una pequeña plataforma, el único lugar que parece libre de los engranajes que giran sin cesar. El ruido es ensordecedor.

Miras hacia arriba y hacia abajo e intuyes múltiples niveles de esa enorme esfera. Múltiples niveles de engranajes que giran y giran, por un propósito desconocido.

No parece que haya nadie en la sala. Sea como sea, moverse por ella es complicado sin que el diente de un engranaje no te hiera o perder pie y caerte hacia abajo...

Sigo caminando. 

El iris de metal se cierra y te queda sólo en la Sala de la Máquina, con el repiqueteo metálico reververando por todas partes.

No me caigo y sigo firme en la sala del Artífice. Él sabe que soy fuerte. Voy hacia la esfera o a la plataforma donde no hay nada, donde sea más factible.

Avanzas por las cadena shacia el centro de la sala... En varias ocasiones casi pierdes el equilibrio y por un pelo no te pillan los dientes d eun engranajes y te hacen mierda el pie, pero finalmente llegas hasta la plataforma del medio de la sala, que se sujeta por cadenas que hay en sus extremos, que mantienen tenasa la estructura. la superficie es lisa, redonda, y parece estar hecha de oro. El oro más puro que has visto jamás. No hay nada. Sólo el oro reluciente. En este punto no hay peligro.

El "chumchum" de las máquinas es enloquecedor.

Si no hay nada que activar aquí en la plataforma seguiré avanzando Artífice?

Nada responde a tu pregunta...

Los dioses de las otras razas residen en los cielos y algún día se caerán de allí, el nuestro es el padre que sostiene al mundo.

No voy a ningún sitio, me quedo allí sentado meditando con los ojos cerrados, buscando en mi corazón las respuestas. Por supuesto mi bastón puede aconsejarme con sus sabios consejos mentalmente.

Te pones a meditar en la pequeña plataforma, aunque el chumchum de la máquina no lo hace fácil...

El bastón se agita nervioso al ver como no consigues concentrarte.

No! Glorin, no! No escuches la Máquina. La Máquina es una ilusión. No hay Máquina. Tú eres la Máquina!!

Pero las palabras del bastón te tocan las pelotas y te entran ganas de lanzarlo a la ilusión y que le den pol culo.

Notas como hace un conjuro y conjura comida y bebida ante ti. Para un día. No parece muy apetitosa, pero sí nutritiva. Huele raro, como a madera húmeda y la textura es batante desagradable.

Buena comida. Para ti. Tu cuerpo de carne y sangre necesita de estas cosas, verdad? No salgas. Mañana vuelve a probar.

Pasas el segundo día e intentas meditar otra vez... Esta vez sí que consigues abstraerte a la Máquina... y notas como el chumchum es en realidad algo rítmico, como unos tambores que ayudan a meditar... Y entras en un trance, sintiendo lo que hay fuera de ti como si estuviera dentro de ti. Está dentro de ti, pues tú estás fuera de ti.

Percibes dolor. Como pinchazos en tu cuerpo...

A pesar de notar esos pinchazos consigues mantener tu concentración, perdido en el "chumchum", y tu voluntad, tu alma, fluye. Notas como te escapas, como te fundes con la Máquina, y en ese estado de conciencia alterado es como si supieras todo lo que desconocías. Lo que habías olvidado. No es que nadie te explique nada, sino que es como que recuerdas cosas muy viejas. Muy antiguas.

Sabes que no fuisteis los primeros. Sabes que antes de los demás estuvieron los orcos. El primer experimento de los dioses. Una raza grotesca pero en gran comunión con la naturaleza. Los hijos de Ma-ka, la que luego llamaron Tellus y más tarde Sirona. El Artífice sintió envidia de los hijos de Ma-ka, pues él estaba sólo y los tentó con sus creaciones maravillosas pero sin vida. Ma-ka se enfadó por ello y ambos dioses riñeron. El Artífice aprovechó su experiencia con los orcos para crear a sus propias creaciones vivas. Los enanos. Ma-ka hizo más hijos pues los orcos ya no querían a su madre, sino que su naturaleza quedó perdida entre ella y el Artífice. El Artífice ya no los escuchaba y Ma-ka se sentía dolida, por lo que decidió crearles hermanos, pues creía que su problema era que eran hijos únicos.

El Artífice creó a los enanos, como un reflejo de él. Una raza tosca, trabajadora, y de mente y cuerpo fuerte. Hijos de la Montaña. Hijos del Metal. Y el Artífice, avergonzado por su debilidad con los hijos qu eno eran suyos, no pudo evitar volcar en sus hijos el odio que él sentía por los hijos de Ma-ka. El odio por su propia debilidad reflejado en el producto de sus propios defectos.

Ma-ka creó a los elfos, como un producto refinado de los orcos. Una empatía igual sobre la naturaleza pero de construcción más bella y suave. Menos funcional, pero les otorgó el don de la larga vida, huyendo así del ciclo natural de la vida y la muerte que compartían los orcos con la naturaleza de la que provenían. Los elfos adoptaron a su madre con el nombre de Sirona.

Y al crear Ma-ka una raza tan delicada y bella despertó la admiración de las mujeres enanas. Fueron ellas las que dieron la espalda a su creador para adorar a Ma-ka, bajo el nombre de Tellus, más apropiada para que protegiera a sus hijos. No podía ser que el mismo que protege a los objetos sin vida pudiera proteger a sus tiernos hijitos. Y el Artífice se enfadó con Ma-ka por tentar a sus hijos. Y Ma-ka se rió en su cara.

Al ver esas estúpidas competiciones de uno y otro, apareció Aike El Mentiroso (o Aike La Mentirosa pues es dios y diosa al mismo tiempo) y creó su obra como burla de los demás. Creó a los gnomos, y los drow y los puso en Gallantia para que se rieran de unos y otros. Los elfos se tomaron a bien la broma pues son volubles y estúpidos, pero los enanos no se tomaron tan bien la burla. Ellos veían el desafío de Aike.

Aike se encariñó con su obra y quiso crear otros hijos. Unos hijos genuinos, fruto de su amor por las cosas vivas y no por una broma a sus hermanos "serios". Entonces creó a los halflings, buscando la raza perfecta. Sencillos, bondadosos, humildes... Había aprendido más que sus hermanos de la vida y dotó a sus hijos de los dones adecuados, y para protegerlos de las intrigas de sus hermanos los puso en un pedazo de tierra apartado y creó un río con su dedo para evitar que fueran molestados, y como eran una raza sencilla se conformaron con lo que les fue dado y vivieron felices e ignorantes.

Entonces los enanos y los elfos sintieron envidia de los orcos, por haber tenido la atención de sus padres, y creer que tenían unos dones que ellos no tenían. Y lucharon contra ellos. Y murieron muchos orcos. Y los elfos aprendieron que habían matado a sus hermanos por una sabiduría que ellos ya conocían, pero se emperraban que sólo conocían los orcos. Y los enanos aprendieron que luchaban para ganarse el aprecio de su padre y no supieron si hacían bien o mal, pues su padre se dio cuenta que aún quería a los hijos de Ma-ka... Pero los orcos convirtieron su sufrimiento en odio. Llegó Bane y les prometió venganza. Y casi todos ellos accedieron, y sus mentes fueron un reflejo de su cuerpo. Grotescos, brutales, feroces. Esperan lo prometido por Bane. Y Bane tomó con artimañanas la obra de otro y la hizo suya, y se rió de todos sus hermanos diciendo que con la obra de otro destruiría la de todos los demás.

Todo continuó en ese estado de extraño equilibrio... Hasta la llegada de los últimos nacidos.

Del otro lado del mar llegó una nueva raza. Ellos decían ser hijos de Manos, aunque nadie conocía a Manos. Se ocultaba a sus hijos para que no supierna quien era su padre. Su llegada destruyó el equilibrio. Los enanos consiguieron más recursos y como respuesta por la burla de Aike hundieron la ciudad de los gnomos. Entonces sí que se rieron.

Los humanos han destruido los viejos bosques de Gallantia y han matado a los orcos como hiceron antaño los miembros de otras razas. En apariencia similar a los elfos pero más toscos y con un ciclo vital similar al orco, pero mucho más fértiles, son una amenaza para Gallantia. Los dioses desconfian unos de otros. Nadie sabe de quien es obra. Todos creen que son la creación de sus enemigos para destruir Gallantia.

Sabes que hay Ciclos. Y formas de forzar un nuevo Ciclo. Cada Dios tiene una forma de forzar un ciclo... Un nuevo ciclo y aquellos que lo fuerzan se convierten en los dioses del siguiente Ciclo. Cada ciclo anterior contiene los posteriores. O son destruidos. O es algo que ni el Artífice sabe.

Sientes la presencia del Artífice. Está en ti... O mejor dicho, tú estás en él...

Después de ese primer fogonazo de comprensión, notas que te observa desde dentro de ti.

Abro los ojos mientras mi corazón late al ritmo de las máquinas y el Artífice. Así que todo era una cuestión de odio y envidia. Los dioses sois iguales que los seres mundanos. Ahora más que nunca estoy orgulloso de ser hijo de mi Padre pero siento vergüenza de ti, Padre, como puedes amar a los hijos que no son tuyos? Niego con la cabeza decepcionado a la vez que orgulloso y me llevo la mano al pecho intentando notar a mi creador cerca de mi, dentro de mi corazón. 

Ya nací con tu comprensión Padre, he intentado convivir y tratar por igual a elfos, orcos y enanos. A los enanos no, que son nuestros enemigos, llevo mucho tiempo diciéndolo pero los reyes que nos gobiernan son ciegos.  Hago una pausa y me levanto con el bastón. Dame el poder y gobernaré a tus hijos y mis hermanos para hacer tu voluntad: forzar un nuevo ciclo. De lo contrario soy solamente un enano voluntarioso pero impotente para cambiar el mundo.

A la vez que formulas tus palabras eres consciente que el Artífice es mundano pues el Artífice podrías ser tú. Podrías ser tú el Artífice del siguiente Ciclo. Él lo es en el Ciclo donde tú habitas.

Preguntas sobre los orcos. Sientes la soledad en tu alma. Siglos jugando con sus creaciones materiales, pero solo... Siglos creando artefactos para su propio uso y disfrute, pero sin nadie para poder hacer partícipe de sus logros... Y allí estaban esos seres grotescos pero graciosos... Moviéndose, riendo, viviendo... Tan simples y desamparados... Y tú podrías darles tantas cosas y estabas tan solo...

Al comentar lo de los humanos te inunda una oleada de comprensión, de conocimiento. Pero sabes que los reyes no entenderán. No como tú entiendes. Nibelung sólo piensa en el oro y los buenos negocios. Schilung sólo piensa en destruirlo todo. Una comprensión primaria sin esperanza. Ambos están equivocados. Ambos no pueden ver. No te puede dar nada el Artífice, pues ya lo tienes todo contenido en ti mismo. Sólo has de tener la voluntad para hacerlo.

Ya he oído suficiente, mi decepción es infinita al ver que mi dios es algo tan mundano. Seguramente una criatura normal y corriente que forzó el ciclo anterior. Como menos sepa mejor. Intento largarme de ahí cuanto antes para olvidar semejante vergüenza.

Pensaba que sería diferente. Un enano es majestuoso, el Artífice... por lo que veo no.

Intento volver atrás y salir de esa sala maldita. Ningún enano debería saber lo que hay aquí dentro. Qué decepción de deidad y de orden. Mi antigua fe se queda aquí en esta sala y mi respeto por Kromdil y mi orden también. De esta sala salgo reformado y nuevo, ha nacido un enano llamado Glorin, dueño de su propio destino.