Partida Rol por web

Ya iba la Japuta a liarse a palos con la Dominga, cuando el jodío jobit le encharcó la mandanga (nunca mejor dicho). Con tanto griterío de mea ogo, mea ogo, no había quién peleara en paz. Así que, muy a su pesar, hizo lo mesmo que la Dominga, que ambas eran mujeres de Bree (¡y qué mujeres tié Bree!) y s'acercó pa solidarizarse con el dolor ajeno, esto es, mientras la Dominga tiraba de una mano pa leventarlo, la Japuta tiró de la oreja p'apremiarlo. Aún así, mirando fijamente a la Dominga, y brevemente al gorrino, como dando a entender que había una primera batalla que librar antes de saldar cuentas, soltó una sola palabar que lo dicía todo. - Taresperando.-

Gromenauer seguía avanzando a su ritmo. Total, si al remate el gorrino acabaría arrimándosele. Y ahí sería donde emplería sus dotes de enano.

Lo mejor, sería acecharle desde no le viese. Así, el enano se echó al suelo, y se puso a rodar para llenarse de mierda. Ahora era del mismo que el suelo, y olía como el suelo (lo cual era mejor que el olor normal del enano). Ahora el gorrino no le vería.

Todo un lince en la caza, el Sinpán.

Odo tuvo que retener una arcá cuando s’acercó la odorosa de la Dominga. Cagon l’hostia, que podía tumbar tres balrogs levantando el alerón que estuvieran a fanega y media de distancia. Que ni toda la Comarca que olía a pinrel podía asemejarse a eso. A pinrel y a flores, que había que disimular un poco la elor.

Copón bendito, que el Odo hizo to lo que pudo para resistirse pero ahí le cogió de la mano la Dominga. Iba a quejarse de la pringue que llevaba en la mano cuando alguien le tiró de la oreja. –Cagontó- dijo el jovi viendo que le tiraban de la oreja y de la güena. –Irsus a la mierda- trató de manotear y que le soltaran, aunque como consecuencia salió del barro y se pudo liberar. No hay mal que por bien no venga dicían.

- ¡¡¡¡¡¡¡¡Sinpaaaaaaaan, coge ar puto gorrino yaaaaa!!!!!!!!!!-

Herculano no se separaba de su vinico. Arriba, abajo…

La Lore rodeaba el redil a medida que el Sinpán se movía para verle bien, muchas de las veces metiendo codazos a diestro y siniestro para poder arrejuntarse a la valla y seguir animando desde allí.

- ¡Vamos Sinpán! ¡Que ya es tuyo!

Y de repente...

¿Dónde está el jodío enano? ¿Ha desaparecío? Espera... algo no me cuadra... antes había un gorrinico, y un enano. Ahora no hay enano, y hay dos gorrinicos... ¿Sa tranformao el enano en un gorrino? Hombre la verdad es que siempre le faltó poco pero... ¡Ah no! Que sólo es que el Sinpán se ha rebozao en el barro, como el gorrinico. Eatá zumbao. ¿Y si a los demás les pasa lo mismo y le confunden con el cerdo?

Cómo le cambio la cara al Éuhlogio cuando se cruzó la vista con la mirada sesina del gorrino, fue pa verlo. Se empezó a poner blanco y a sudar frío, y se puso a aminorar el paso.

- Yastá, me ha conocío... y el mu cabrón seguro que viene a por mí. -viejos fantasmas de revolcones y hocicazos en Fiestas pasadas comenzaron a acudir a su cabeza.

Asín que, reuniendo valor pa superar el miedo escénico, se puso detrás de una de las vallas centrales, pa ver por dónde se le ocurría salir al piazo tocino, o si le daba por quedarse en lo alto de la carreta, más chulo que un ocho.

Entre La Japuta y yo, lanzándonos rayos con las miradas la una a la jotra, hisimos qu'el canijo aquel se lievantase del suelo. Yencima que le sacamos de jaí, el muy petardo ni nos dió las gracias ni ná, salvo que se lió a soltar manotazos y a mandarnos justamente de donde le jabíamos sacao.

La Japuta miró al coshino y con una sóla palabra, supe cual era el reto. Pero el mozo aquel me jabía tocao el xoxo con su comportamiento y su fiarta de ducasión... así que, aprovichando que estaba dándome la esparda, le cogí de los pelos esos qui tinía y tiré d'él p'atrás, con la clara intención de diejarle tirado de nuevo en el charco.

A ver siesta vez t'ahogas! Dije dispues del tirón y sin mirar si caía o no, me moví jaci'al coshino.

El guiri estaba un poco así que como que nirvioso, que no satrevía a dar el paso, que sí que no que sí que no, con las rodillas doblas y la pustura medio gazapá, tanteando al Chispas. Entonces dicidió de moverse palante, que había que ganar el juego y él había vinío a jugar.

– ¡A ver, cochino, ven aquí que te pillo! ¡Chus! ¡Chus! –dicía sonriente. Se lo estaba pasando bien.

Chispas miró al guiri con resquemor y intiligencia. Tinía el brillo de la maldad y el resabío en la mirada de puerco.

– Oink –bromeó.

Zapateó en la carreta y bajó el morro. Rascó con la pezuña delantera y resopló, y de un saltico bajó de la carreta como un rayo y enfiló pal guiri. ¡La virgen! Eso era pa velo como corría el Chispas y con cuánta inquina. Eso era como Sombragris con to la mala leche de Grond.

El guiri ni lo vio de venir, que pa cuando se dio cuenta el Chispas lo entopetó con to la cabeza como si fuera un aurach de Cardolan, dándole en tol pecho con sus 250 kilos de bicho. Ni las catapultas del Rey Brujo contra los muretes de Minias Tirith.

Te lo digo to y no te digo na. El guiri salió disparao patrás como un canto que tira un niño jobi en el riacho pa velo saltar. Pos igual. El guiri rebotó cuatro veces antes de acabar contra un tablao. Ese no se levantaba antes del almuerzo. ¡Copón bendito!

Chispas se rió a carcajadas.

– ¡Oink, oink, oink!

Y tol mundo estalló en aplausos. Eso había sido impresionante.

– ¡Dales candela, Chispas! –grito alguien. ¡Hay ca'cabrón por ahí suelto que es pa velo!

Ni el Bron el Tocho sesperaba eso. Iba a avanzar a to lo que dé, pero el topetazo del Chispas al tontaco del guiri lo dejó tupefato. Dio unos pasos medio agachao, con las manos palante en plan que salto pero no, marcando las destancias con el Chispas como tanteándolo.

Ahora gromenauer era uno con el barro. Era uno con el fango. Era parte de la guarrería. Podía sentir el palpitar del gorrino, podía sentir como avanzaba acabando con todos los indeseables que se cruzaban en su camino.

Bueno, o igual no. Igual es que le había subido la chispa por echarse al suelo a rodar. Porque es que menudas ideas de montaraz retirao que tenía el enano.

En cualquier caso, y reptando por el suelo, el enano siguió avanzando por el barro. Tenía claro su objetivo, igual que tenía claro que si el gorrino se cargaba a todos, no tendría que hacer na.

La Dominga le había dado la espalda a la Japuta. Craso error. Ya se preparaba la bicha pa saltar sobre su presa y placarla cuando los vítores de la gente le hicieron levantar la cabeza y lo que vio no le gustó en demasía. El jobit rascándose las orejas, un follaovejas y un hombretón acojonaos, la Dominga era tontalaba y no contaba, y el enano... el enano... ¿dónde coña s'había ido el enano? ¡Cobarde! S'había largao el muy cabrón. El único k'había dado la talla era el guiri. Uno de ciudá s'iba a llevar la gloria. Eso en Bree no iba a ocurrir, no mientras la Japuta viviera.

La Japuta se fue hasta el guiri, o lo que quedaba d'él. Cogiéndolo como un harapo, usándolo como escudo humano, le cogió los brazos y los movió saludando al gorrino. - ¡Eh, Chispas! ¡Sí, tú! !Lechoncillo destetao! - gritó la Japuta desde detrás del guiri, mientras con las manos del propio guiri le agarraba sus propios güebos  - ¿Qué pasa? ¿Eras el último de la camada y como no te quedaba teta tenías que mamarle la leche a tu padre? ¡Que no sirves ni pa bacon, puerco castrao!- finalizó, haciéndole un corte de mangas.

En tos los años que había participao el Éuhlogio en el concurso de agarrar al tocino, jamás de los jamases había visto tal ostia como la que se había llevao el guiri, que había rebotao y tó contra las vallas como una pelota de billar a cuatro bandas.

El chispas había bajao del estrao donde se le veía con todo su porte y manificencia, para demostrar que en el redil de batalla era un duro contendiente. Aprovechando el regocijo del cerdo, las provocaciones de la Japuta y el encaramiento que parecía que le plantaba el gigantón, el ovejero optó por la táctica de dar un pequeño rodeo pa llegar al objetivo, esperando quel cabrón de tocino no le viese las intenciones.

Dibía atriapar al cochino antes que La Japuta. Asín se sabría quien era la miejor de Bree. Mis ojos sestaban fijos en el coshino en cuando li vi tirarse a por el guiri aquel... No sabía di donde vininía pero, casi le manda de vuerta a su casa de la leche que le endiñó el jodio puerco.

Qu'elegancia! Que vuelo! Qu'ejecución! Y que piaso de aterrizaje en el otro lao del redíl. Me lievanté las faldas y saqué un papiro con mi puntuasión por aquel peazo de viuelo. Mi puntasión p'al guiri y su vuelo es de ocho! Leí con entusiasmo a todos y luego enseñé el chocho... perdón, el ocho a los asistentes.

Enluego vi a mi masho dudar un poco.. empiezaba a pensar que no jera tian masho como parecía. La Japuta se sacó una buena jugada usando al guiri para atraerlo hasia jella... piero no contaba con mi astucia. Miestras veía de reojillo al ovejero ir por un lao correteando, yo me fí a subir a una montañica de barro* quí había entre La Japuta y el gorrino. Tindría que pasar por allí sieguro... Una vez en lo arto, mi descalcé y pue sientir el fresco aroma a queso de cabrales. Era igualito al olor del quieso de verdá... mincantaba ese olor. Liancé las boticas hacia las afueras del redil y es que no quería pierderlas ni mancharlas en el barro. Miré al cochino y me quide inmovil... juando pasase a mi lado, saltaría sobre su lomo para atraparlo porcín.

¿Pero se pué saber que hace la callo malayo esa?

Tenía que avisarla y decirla que se había sentao encima del Gromenauer, pero entonces delataría su posición pal cochino y su plan no funcionaría. ¿Qué hacer?

- ¡Psss, pssss! - La chista intentando captar solo su atención y no la de los demás, pero era inútil. La pava estaba sacándose un algo del altramuz y no se enteraba de ná, y para colmo le empieza a llegar un olorcito que al principio hasta es apetitoso porque huele a leche frita, pero aquel que estuviera friendo la leche se la había dejado al fuego porque se había quemado y...

- ¡PUUUAAAAAJ PERO QUE AJJJJCOOOOO!

Tal que suelta la valla para poder taparse boca y nariz con las manos y al hacerlo pierde el equilibrio y se esmorra palante, pal redil, y se pringa de barro hasta las cejas, cosa fácil porque cae de morros.

Una princesa como yo, de boca en el barro.

El mundo se acaba para la Lore.

¡Menúo morrazo se pegó la Lore! ¡Lógico! Las botas de la Sabrosa habían volao pa su sitio y un tufo prutefato las siguió como la cola de un mitiorito, echando patrás a tos los questaban en la trayetoria. Una señora de Nueva Cameth Brin pal suelo que fue disvanecía del mareo, y la Lore se disiquilibró en cayendo palante, pal redil. La suerte quiso quiloiciera dentro del redil.

La gente que no estaba afetá por el meneno de la Sabrosa, que eran los del otro lao del redil, se pusieron aplaudir y gritar jurras y vivas frevorosamente por la entrada de la Lore, que tol mundo sabía creío que tiníamos un nuevo partecipante en la compitición. ¡Pues claro que sí! Nunca hay sufecientes pa agarrar un gorrino. ¡Es una risión!

En de mientras, unos mu preocupaos por el guiri iban a tirar de los despojos pa sacalo de allí y llevalo al ambulatorio pa que le pusieran agua usigená, pero la Japuta sabía adelantao y lo había cogío con mu mala idea pa usalo de escudo humano. ¡Japuta, qué jodía eres! ¡Que ese ya no vale pa na! ¡Que está machacao como ajos en mortero! Y lo que no esté machacao su señora lo va a acabar de dejar listo a base de tollinas y miradas ricriminatorias llenas de telodijeantonio.

La Japuta sabía tocar en hueso hasta al cochino más tocinesco, y eso tinía mérito. Que el Chispas no era de esos, que tinía mesura y cabeza. Pero algo diría la Japuta que el cochino la miró de lo lejos asín con ojos de resquemor. ¡Qué mirada! Pero claro, que por medio había muncha gente y el Chispas no estaba pa llegarse tan de pronto a partirle la boca a la Japuta. Pero el puerco se lanzó palante contra el Bron, como solo pué lanzarse un puerco con el celo enconao. Solo que asquí sin la pija tiesa, usté ya mentiende. No se llegó hasta darle porque el camino era largo, pero no se pué dicir que el Chispas anduviera escapando de la gente, que más bien parecía que iba a la caza.

En que lo tuvo al lao, el Bron el Tocho no desaprovechó laportunidá y intentó agarrar al Chispas. Eso iba a de ser una luncha de titanes. El Bron se tiró palante con esas manos de dar bofetás a troles, pero el Chispas le pegó un quiebro de cadera que el beórnida cayó palante de rodillas. ¡Qué manera desquivar! El Tocho pegó un zarpazo y casi que se lescapa el gorrino, pero consiguió cogerlo por un jamón. ¡Qué deficil era agarralo con tanto sebo untao! ¡Copón cómo resbalaba aquello!

El Chispas tuvo suerte que el Bron no lo había agarrao bien con to lo grande que era, que si lo pilla en condeciones lubiera pillao bien pillao. El chancho se rebeló como un demonio, se giró como un rayo y le pegó un bocao al Bron en el antebrazo con toa la mala leche.

¡La virgen qué bocao! ¡Copón bendito! La gente dijo uuuuuh to asustá, y el Bron pegó un grito de macho que ni un nimfiara de berrea en el Bosque Viejo. Pero no se vaya a creer usté que el beórnida sacojonó a pesar del peazo ñaco que labía dao el Chispas, que por sus cojones que el gorrino no se iba de ahí y no lo soltó ni na de na de na.

¡Quedaba por ver cuanto aguantaba la presa! ¿Sería ganador el Bron?

Gromenauer no tenía mu claro qué pasaba, ni porque ahora le costaba más levantarse. Ni qué era ese embriagador perfume que le inundaba las narices. Lo que tenía claro es que había escuchao al gorrino chillar, lo que significaba que estaba intentando ser cogío por alguno. Era el momento de atacar.

No obstante, no podía moverse. Y cuando miró pa'rriba, vio el porque. Y es que la Sabrosa estaba subía encima suyo. A ver ahora como salía de allí. Bueno, sí, eso sí lo sabía, la Sabrosa se iba a dar una hostia del copón contra el suelo. Pero... ¿Y si la lanzaba hacia el gorrino?

Así, el enano, desde el suelo, agarró los pies de del ser. Y con fuerza, la lanzó a pa saber dónde.

- ¡Que alguien me ayude, sacadme de aquí! - Gritaba la Lore mientras quié ponerse en pie, pero el barro era escurridizo y lo único que consigue es hundir se más y pringarse más.

Cuando ve que es inútil intentarlo, se queda tumbá en el barro lloriqueando y pataleando como una zagala chica, que más paice que está intentando nadar.