Partida Rol por web

-Recibido capitán. acto seguido dejé de puntar al jinete que se alejaba hacia la estructura de madera, coloqué el seguro a mi rifle y me dirigí a mi vehículo asignado saludando con la mano y una sonrisa a Phee, mientras nos metíamos en los vehículos. 

-Capitán, ¿tenemos algún plan?

Por mi parte, me limito a sentir tras recibir las ordenes.
Me aseguro en la parte trasera del vehículo en el que estoy asignado, el de retaguardia e informo.
Listo por mi parte mi capitán.
Y callo pues estoy particularmente interesado en saber sobre algún posible plan de acción inmediato. Pues algo me dice que es muy posible que acabemos teniendo un encontronazo con el par de jinetes que cabalgan hacia la aldea. Y teniendo esa posibilidad en mente, reviso todo mi armamento en previsión de lo que pueda pasar.

El sacerdote mantuvo abierta la puerta apremiando a las muchachas ante un posible incio de combate, pero una vez estan dentro oye como el Capitan da orden de no atacar, pese a ello la tension era palpable.

A pesar de ello, trato de no parecerlo, no debian de causar mala impresion, asi que tratando de hacer caso omiso a la situacion decidio acompañar a Barberan en la travesia interlinguistica que se cernia sobre ellos.

Primero señalo al negociador y dijo.

- Victor.

Luego a si mismo.

- Javier.

Decian que lo primero era dar nombre a las cosas. Lo primero que hizo el hombre una vez fue creado fue tomar posesion de lo que le rodeaba asignandole un nombre. Veamos como iba esto.

Las dos chicas se sentaron en el vehículo de mando y lo miraban todo, Phee recordaba a una niña que lo miraba todo con muchísima curiosidad, la chica incluso movía las orejas como un animalillo curioso. La mirada de Leela era muy diferente, curiosa, pero denotaba una gran inteligencia, parecía que la chica estaba examinando todo y a todos.

Desde donde estaban podían ver como el jinete solitario se alejaba a gran velocidad, parecía realmente apurado, aunque en ningún momento pudieron verle mirar atrás lo que sí que se podía ver es que al menos a la distancia las ropas parecían similares a las de los dos jinetes que iban al pueblo.

Por su parte los dos jinetes se detuvieron a la entrada de la aldea, allí había algunos aldeanos que aprecian observar y escuchar a los dos hombres, Phee miro hacia las ventanillas y se puede ver claramente como sus orejas y su cola se tensan, Leela se mantiene en silencio observando el vehículo pero sobretodo como actúan sus ocupantes.

El silencio reinaba en el vehículo de acompañamiento. Roberto se recostó ocioso en su asiento, miró a su amigo Rodrigo que también guardaba silencio y se asomó por la ventana para terminar de ver como unos jinetes estaban llegando a la aldea. En dirección contraria se alejaba un jinete, quizá a alertar a alguien...

Y ahora ¿qué? ¿Vamos a dejarle escapar? se dijo a sí mismo. Por el intercomunicador llegaban voces de presentación, mezclados con ruidos de movimiento en el otro vehículo. Roberto intentando mantener la compostura se coloca las gafas de sol y se apoya en el asiento tratando de escuchar la conversación.

Víctor asintió cuando el Padre Orpinell dijo su nombre señalándolo, y sacó de su mochila sus apuntes, rebuscando algunas de las imágenes de dibujos y fotografías de reconstrucciones históricas que tenía sobre ropas y equipo militar romano. Rebuscando entre las imágenes hasta encontrar una de las clases sociales de la Antigua Roma.

Señalando al dibujo de más a la izquierda, dijo tratando de pronunciar claramente.

- Patricio. - Luego fue yendo señalando las distintas partes del dibujo, diciendo los nombres poco a poco. - Legionario. Esclavo. Plebeyo. - Iba dejando pausas, para ver si la chica entendía lo que quería decir. Con un poco de suerte saber si tenían palabras para aquello y como de parecidas eran sería una gran ayuda. Una vez finalizado con aquello, pues era de los dibujos más simples, comenzaría a buscar otros, con más cosas de la vida cotidiana.

Una pena que me trajese mis apuntes y no un libro de secundaria. Esos traen más dibujitos.

Pongo cara de impaciencia mientras observo a Barberán comunicarse con las muchachas. Mientras tanto, observo al jinete alejarse. Aquel era el que más me preocupaba, el que podría estar encaminándose a buscar refuerzos. No sabíamos si era amigo o enemigo, o si nos había visto, pero dar la iniciativa a un posible enemigo no era buena idea. Y Barberán se ponía a hablarles del imperio romano. - Vehículo de exploración, modifiquen su trayectoria, rumbo de intercepción del jinete que huye. Atrapenlo, como sea, pero lo quiero vivo. El vehículo de mando tomará rumbo de intercepción con los dos jinetes que se dirigen a la aldea. Preparense para un posible combate. No sabemos lo que podemos esperar de ellos. - Preparo el fusil y hago señas a Connor para que conduzca en dirección a los Jinetes. - Lago, opere la ametralladora. - Dije brevemente.

Después, me dirigí hacia Barberán y el padre, especialmente hacia el primero, con cara de urgencia. - Barberán, entiendo su curiosidad, pero ahora es primordial saber si esos jinetes son amigo o enemigo. Ya habrá tiempo de ponerse a enseñarles nuestra cultura. - Después me muevo en los asientos y me adelanto hasta el asiento del copiloto. Señalo con el dedo hacia delante, hacia los jinetes. - Connor, intercepta su trayectoria, ponte delante y cortales el paso. Después giraremos en torno a ellos. Dejemos que la velocidad juegue a nuestro favor. Atrapemoslós con vida. - Aquellos jinetes se parecían lo suficiente al ejército que atacó Madrid como para justificar una acción como aquella, y estaban cerca de la puerta, por lo que tendrían oportunidad. Sin embargo, podría estar equivocándome, suponía que cualquier jinete hubiera tenido aspecto similar y no conocíamos su heráldica. Por ello no quería inflijir un daño que no pudiera ser reparado.

Al fin escucho las ordenes que estaba esperando.
Desde mi posición, asomo la cabeza por el portón trasero para evaluar la distancia a la que se halla el jinete que sigue al galope. Ha aprovechado, aunque el no pueda saberlo, para situarse ya casi en el limite de nuestro alcance.
No obstante, una cosa es el jinete y otra muy distinta, su caballo.
Mi alférez, ¿podrá alcanzar la montura de ese tipo?. Si lo logra, no creo que le queden muchas ganas de pelea después de caer a esa velocidad.
Pero la distancia, me hace dudar. Y es algo que se me nota en el tono de voz.
Girando la cabeza, añado en dirección a nuestro conductor.
Aconsejo ir arrancando por si fuera necesario acortar distancias.

Me había quedado dentro del vehículo de mando a espera de órdenes. Me sorprendió ver desde allí como iban las cosas afuera, encontraron una nativa con la que entablaron una vaga conversación y luego lo que dejó a todos pasmados fue que del bosque saliera una especie de medio humana, entre zorro o algún otro tipo de felino. Los demas intentaron comunicarse lo mejor que podían pero la diferencia de lenguaje era demasiado amplia, aún así la que parecia que se llamaba Leela empezo a usar palabras que pudimos entender.

Dw repente divisan jinetes a lo lejos, almparecr no han visto y empezaron a cabalgar, alejándose de nosotros. El grupo se alarmó y decidieon dejar las pláticas para luego. Las dos mujeres o medio mujer subieron al vehículo. Volteo para verlas de cerca, según tenía entendido la media humana se llamaba Phee y parecia que tenía una mentalidad algo infantil, la otra 100% humana era Leela, parecía más madura y con curiosidad observaba todo lo que pasaba, mientras que su compañera tocaba todo lo que veía. Sonrió parecía una mascota curiosa o un niño eranun sentimiento complicado no saber que pensar de alguien asi. Pensé que nos retirariamos, peor César decidió ir a por lo jinetes. - Hecho- respondo a las órdenes, pongo en marcha el vehículo y acelero dirigiéndome a toda velocidad hacia los objetivos. -Ya era hora- pienso mientras nos acercamos a los jinetes rebasandolos en un segundo. Derrapó y poniendo el vehículo delante de ellos le scorto el paso.

Finalmente llegaron órdenes del vehículo de mando. Un poco tarde, pensó Julio, pero bueno. Tampoco iba a ponerse especialmente puntilloso. Ahora mismo todo el mundo tenía muchas cosas que asimilar a la vez. Él, por ejemplo, no acababa de cuadrar bien lo que había oído cuando la chica con aspecto más maduro- Leela había empezado a soltar palabras en español. Él no era un experto en linguística, desde luego- eso esa para otras especialidades- pero desde luego, le parecía un tiempo espectacularmente corto para “cazar” palabras en un idioma que no habría oído nunca. Campesina o no, estaba claro que era inteligente.

Después, quitándose esos pensamientos de la cabeza, empezó a mover los controles de fuego de la Samson. Decidió no intentar siquiera alcanzar al jinete- era un blanco traqueteante y muy pequeño desde esa distancia. Ya no era solo que fuese dificil de apuntar, es que con el tipo de munición que usaba el arma, un bache en el camino o un bote del caballo en el momento del impacto podría convertir una posible herida incapacitante en una auténtica carnicería.

El caballo, sin embargo… aquello era otra historia. Era un riesgo, obviamente. A esa velocidad y embutido en metal, si derribaban al jinete el golpe podría matarle tan fácilmente como sus balas. Pero algún riesgo tendrían que correr. Era obvio que no iba a pararse por las buenas.

García, elija. Uno de los dos tiene que matar al caballo. Si cree que puede hacerlo, mejor para todos. Usted es el experto. Si lo prefiere, puedo barrerlo yo desde aquí con la Samson. Pero hagamos lo que hagamos, tenemos que hacerlo YA.

Ya estaban todos dentro del vehiculo a salvo de cualquier ataque externo. Todo aquel embrollo le hacia sentirse transportado a una era antigua, una era en la que la Biblia comenzaba a surgir y donde las espadas mandaban.

La idea de Barberan era buena, pero era apremiante que supieramos si eran amigos o enemigos. Una vez mas tuvo que recurrir a la psicologia y al lenguaje corporal para hacerse entender. Una idea se le ocurrio buscando la manera,harian una sentencia al estilo romano.

Primero se señalo junto con el sargento. Sonrio y agarro la mano del sargento haciendo un apreton de manos y levantando la otra mano con el pulgar hacia arriba mostrando amistad. Posteriormente señalo a traves de la ventanilla hacia los dos jinetes y con gesto interrogativo en la cara hizo dos gestos, uno con el pulgar hacia arriba y luego otro con el pulgar hacia abajo.

-Brigada Ndoye, yo le disparo pero antes quiero estar mas cerca, acerquen me lo mas rápido que pueda este vehículo, cuando yo le avise, frene en seco, yo le dispararé, he intentarté incapacitarlo.

empieza la acción, ahora si sin boberas, fuera seguro, recamara lista,mira ajustada, me subí al nyala, abriendo una de las escotillas y apostando mi rifle preparado para efectuar mi disparo.

¡Vamos tropa a moverse que se nos escapa!

Había muchas cosas que se estaban haciendo mal. Se estaban corriendo riesgos totalmente innecesarios y se estaban tomando las decisiones bastante tarde. A Rodrigo le parecía cuando menos arriesgado montar a esas dos desconocidas en el vehículo de mando. Parecían inofensivas y seguramente lo fuesen pero nadie las había registrado, ni siquiera les habían inmovilizado las manos con unas bridas como solía hacerse cuando se hacía un asalto a un lugar con rehenes. Los rehenes se inmovilizan con bridas hasta que no ha acabado el peligro por varios motivos pero sobre todo por la seguridad. 

Si aquellas dos mujeres tuviesen un arma oculta podrían causar un grave problema en el vehículo de mando pudiendo incluso acabar con la vida de alguno de sus compañeros. Eso por no hablar de que no llevasen algún dispositivo explosivo en el pecho. Un chaleco bomba como los que se usan día si y día también en oriente medio. Era tanto lo que desconocían de ese mundo que suponer que carecen de esa tecnología era un riesgo. La pólvora ya se usaba en europa allá por el siglo trece o catorce. 

El jinete que se alejaba a buscar refuerzos era otro problema, llevaba siendo un problema desde que se había divisado pero de nuevo, como había pasado con el perímetro, la decisión se tomó tarde y el jinete había estado a punto de salir del rango de disparo. Ahora tendrían que comenzar una persecución con el vehículo y apostar por un disparo a larga distancia. Que seguro que no había problema, al final son la élite, pero era un riesgo innecesario si se hubiese actuado a tiempo. 

Con esto en la cabeza, Rodrigo suspiró en el vehículo de exploración y se limitó a agarrarse para mantenerse en el sitio en las curvas que estaban a punto de venir. 

Todo estaba tranquilo cuando de repente el capitán pareció darse cuenta de la seriedad de la posible situación y comenzó a dar órdenes por el auricular. A partir de allí varias conversaciones sonaban por el comunicador de manera paralela. Mientras se escuchaba por un lado de fondo la conversación que tenía alguien con las extrañas chicas, juraría haber oído algo del imperio romano, por el otro se oían instrucciones de distintas personas.

Los vehículos se separaron. Nosotros nos dirigíamos hacia el jinete que trataba de escapar. Los compañeros estaban debatiendo sobre quien sería el encargado de hacer los disparos. Al igual que Julio, yo tampoco hubiera podido efectuar los disparos con gran precisión desde aquella distancia, pero tampoco era el operador. Roberto se gira tras escuchar suspirar a Rodrigo, y se sujeta en su asiento pendiente de la evolución de los acontecimientos. Parece que las cosas empiezan a ponerse en serio…

En cuanto el capitán dio las órdenes Iñaki puso en marcha el vehículo en persecución de aquel jinete, aún con la distancia que les sacaba no tardaría mucho en darle alcance.

En cuanto estuviera a la distancia correcta el alférez García le dispararía a la montura e inmovilizaría al jinete, el disparale con la torreta era demasiado arriesgado si lo querían con vida, así que avanzo hasta que el alférez le dijera el momento de detenerse.

Asiento al capitan y me pongo en la posición de la ametralladora por lo que puedo ocurrir, oigo discusiones sobre disparar al caballo del jinete no me parece la mejor opción con el vehivculo debería ser relativamente sencillo adelantarlo y simplemente cortarle el paso pero no soy quien para dar una contraorden asi que me quedo en el puesto de ametralladora vigilando los alrededores por si hay algún soldado dispuesto a tendernos una emboscada.

Leela observa lo que le enseñaba Víctor la chica asiente y dice:

• nobal, saamraajy ke sainik , daas gaanv

Ante el gesto del sacerdote Leela parece que le llamo más la atención lo que había fuera, observa unos momentos y parece que se sorprende, al mismo tiempo mira a Phee y le coloca la mano en la cabeza mientras se queda unos momentos pensando y dice:

• saamraajy sainik

Después se señala la cabeza y dice:

• Creo

Para hacer el gesto del pulgar hacia abajo.

Phee por su parte seguía con la piel erizada, parecía que estaba nerviosa al ver a aquellos hombres, el que estaba a su lado pudo notar como las uñas de la chica parecían crecer un poco más y sus colmillos eran un poco más largos mientras observaba a los jinetes que estaban en la aldea.

Los vehículos se pusieron en marcha, el de transporte se movía con velocidad y pronto empezó a recortar distancia con el jinete, en un momento dado se produjo un fuerte frenazo, el Nyala derrapo un par de metros llegando a una posición optima de disparo, el motor hacia que el vehículo vibrara levemente y el jinete parecía que no se había dado cuenta de nada.

Por su parte el vehículo de mando se movía y se acercó a la aldea, si seguían adelante entrarían sin duda en el rango visual de la gente de la aldea y no podrían mantenerse ocultos si iban en el vehículo. En la aldea los jinetes, uno de ellos había desmontado y hablaba con un hombre que parecía un poco asustado y el jinete estaba hablando airadamente

El Nyala se detuvo con un derrape,dejándome una buena posición para el disparo.

notaba bombear mi sangre por las sienes, sabia como contener aquello, debia disparar en el momento justo, uno... dos... tres... mi respiración estaba normal, como si estubiéra viendo el mar desde la playa, tenia el objetivo centrado en la mira telescopica, calculando distancia y velocidad, apuntando a el "glúteo" del caballo, no quería matar al pobre animal paro una herida en el glúteo se podía curar.-Listo, te tengo pavo. Y apreté el gatillo, noté el retroceso del AWP en mi hombro y el zumbido del disparo.En un acto mecánico abro el cerojo del rifle, dejando salir disparado el casquillo de bala, humeante y con ese olor a polvora quemada tan caracteristico