Partida Rol por web

Casi no he terminado de sacar las armas cuando la puerta del granero cede bajo su fuerza. El tablón que había colocado no ha sido lo suficientemente resistente y mi enemigo se encuentra a escasos metros de mí, pero a distancia suficiente para lanzar una estocada. La mejor defensa es un buen ataque y no tengo tiempo que perder.

-Te dije que no quería luchar contigo y aún así sigues detrás mía. Huye lejos de aquí ¡y vuelve al infierno del que has venido!-Me lanzo en carrera hacia él tratando de clavarle ambas armas en un rápido movimiento. Primero lanzo la espada para intentar hacer el mayor daño posible antes de usar la daga que viene a continuación como un rayo. Ambas armas se clavan en el cuerpo de mi oponente y me retiro un poco para ver los efectos de mi ataque mientras preparo el siguiente movimiento.

¡Uggggh!
La sombra gime de dolor ante ambas estocadas del príncipe, las cuales impactan contra él sin remisión. Al parecer le había pillado a él antes, cosa que casi no se esperaba ni se explicaba en absoluto, pero que ahora daba igual.
Ceñudo, mirándole con furia y rabia, Saca sus cadenas de uno de sus brazos y las envía hacia el cuello del príncipe con la intención de envolver el mismo con sus afilados eslabones.
Me temo que no puedo hacer eso, mi príncipe... - Dice con su siniestra voz.

Ardashir ataca con la velocidad de una centella al ser oscuro que acaba de aparecer en la pequeña choza iluminado por la ténue luz del amanecer.
Éste recibe repetidos cortes y mandobles dolorosos en su cuerpo pero aún así no sangra, se mantienen abiertas es su extraña piel brillando y componiendo dibujos extraños que surcan todo su cuerpo.
Tras el ataque, es el Maldito el que hace surgir sus afiladas cadenas para rodear el cuello del Príncipe e intentar asfixiarle con ellas.

Con las mismas, y viendo que ha podido enganchar su cuello con als cadenas, el maldito intenta tirar al atrapado príncipe al suelo con un violento movimiento de sus cadenas. Está claro que en la distancia tiene ventaja, ha conseguido darle unas buenas puñaladas, lo cual en parte le hacía entrever una grata media sonrisa en su oscuro rostro, pues ello demostraba que era hábil, y mucho.
En estos momentos es cuando agradezco que hayáis sido vos quien haya liberado la maldición de la daga. ¡Ahora doblegaos a la misma, mi príncipe! - Dice con su siniestra y profunda voz.

El demonio que liberé y que me persigue desde entonces se encuentra ante mí. Mis estocadas no le han hecho gran cosa, pero puedo ver el centelleo de las mellas que han hecho mis armas en su inhumana piel. Sus ojos, llenos de furia desatada me revelan que no piensa ni mucho menos darse por vencido. Las cadenas que ahora aprisionan mi cuello no se las había visto utilizar antes, pero son efectivas.

Siento una presión en el cuello de la que me es difícil librarme, aún así lo intento o acabaré cayendo al suelo bajo el impulso de su tirón. Lamentablemente su fuerza consigue desequilibrarme antes de que consiga soltarme y su fuerte tirón me arrastra al suelo sin remedio.

La sombra estira con energía y vehemencia al Príncipe, el cual no es capaz de reaccionar con la suficiente rapidez o fuerza y cae estrepitosamente al suelo, todavía a un metro de distancia de su reflejo maldito pero aún así en clara desventaja pues la daga ha resbalado de su mano y tan sólo posee su espada que sigue aferrando con firmeza mientras las cadenas continúan en su cuello.

Caigo al suelo por el impulso de su tirón. Las cadenas que me aprietan el cuello. Saboreo el polvo que se levanta bajo mi cuerpo y levanto la cabeza para mirar a mi enemigo-Maldito engendro.-Apoyo un pie en el suelo para tomar impulso-¡Si no te vas por tus propia voluntad tendré que mandarte yo mismo!-rujo mientras de un salto salgo disparado contra él con el fin de embestirle con el hombro y tumbarle en el suelo.

Al ver que el príncipe se abalanza sobre él con la intención de tirarle al suelo con als mismas, la sombra intenta esquivar como puede su tosco placaje.
Pero al parecer para ser tosco había sido muy rápido, y por desgracia hace que caiga al suelo junto con él. Mas aún le tiene cogido con las cadenas, y no querrá soltarlo hasta la muerte de uno de los dos.
¡Argh! Intentadlo, si podéis. - Le dice forcejeando en el suelo.

El condenado espíritu intenta moverse para esquivar al príncipe, pero al parecer sus movimientos no son lo suficientemente rápidos o acertados y ambos caen estrepitosamente en el suelo de la choza, tirando con ellos algunos tarros y herramientas que causan el suficiente alboroto para despertar y alterar a los granjeros cercanos...

Ahora que los dos estamos en el suelo sus cadenas ya no me tiran, así que teniéndolo tan cerca tengo la oportunidad de volver a clavarle mi espada e intentar acabar con él o al menos conseguir que suelte la cadena*.-Parece que al final estamos los dos en el suelo. ¿Qué harás ahora?-coloco mi espada en su cuello con intención de usarla si se mueve lo más mínimo.-Suéltame ahora y lárgate de aquí y dejaré que vivas tu vida de penitencia o muévete y acabaré contigo.

Argh.
La sombra cae al suelo junto con el príncipe y no puede evitar que éste deposite la afilada hoja de su espada sobre su oscuro cuello.
Aunque su cuello aún es rodeado por las cadenas, no le aprieta tanto y el menor movimiento alterará el filo de la hoja que acaricia su pescuezo inhumano.
Vos, mi querido príncipe, también debéis cumplir penitencia por haber liberado la maldición. - Dcie ceñudo tras lo que intenta rodar junto con él por el suelo para desasirse de su cogida.

La criatura intenta rodar por el suelo antes de que el príncipe consiga posicionarse amenazadoramente con su espada, pero sus cadenas están demasiado enredadas en su cuello y no consigue hacerlo a tiempo, recibiendo además un corte poco profundo por parte del arma de Ardashir por haber intentado moverse.

Ahora la situación de la Sombra es algo peliaguda; tumbado en el suelo con la espada en su garganta mientras el sol del amanecer ya se ha alzado e ilumina con mayor intensidad el interior del cobertizo, sin embargo las cadenas siguen rodeando el pescuezo de su enemigo...

Con la espada en su garganta y bajo amenazas, la sombra decide moverse y forcejear. El resultado es que mi espada se aprieta contra su cuello produciendo una herida.-Te dije que no te movieras, ¿qué esperas?, ¿que te mate?-mi espada sigue en su cuello y mis intenciones empiezan a no ser tan pacíficas. No puedo arriesgar más la vida por alguien o algo que pretende matarme, la piedad tiene un límite.

-Está bien alma del averno, tendré que deshacerme de ti. No puedo darte más oportunidades.-Aprieto fuertemente mi espada contra su cuello mientras deslizo el filo de la espada por su garganta para cercenar su cabeza y despojarlo de todo rastro de vida.-Yo tengo mi maldición, pero tu tienes la de ser yo quien te liberó.

¡Argh...!
Con un grito algo ahogado por el corte en el cuello, la sombra intenta apretar aún más las cadenas que se ciernen en el mismo cuello de su rival. Todo esto estaba siendo un poco deshonroso y tosco, pero antes que eso quería su cuerpo y su vida a toda costa. El sol estaba saliendo, no le quedaba mucho tiempo...

A pesar de la posición ventajosa de Ardashir, parece que el corte letal no es tan fácil cómo había previsto y su brazo resbala perdiendo su oportunidad mientras las afiladas cadenas metálicas aprietan su cuello dolorosamente, provocando cortes que empiezan a sangrar a la vez que el aire empieza a faltar en sus pulmones...

La cadena se aprieta en mi cuello tras el intento fallido de rebanarle el pescuezo.-¿Qué ocurrirá cuando me mates?-digo con dificultad forcejeando con la cadena que me aprieta el cuello cada vez más. El aire me empieza a faltar y tengo que pensar en sobrevivir más que en quitarle la vida.

Agarro la cadena que me oprime el cuello y trato de soltarla a toda costa sabiendo que en la situación actual tengo las de perder. Me resulta más fácil pelear de pie y pudiendo respirar.-Maldito seas...

Mmmmjejeje... - Ríe siniestramente el ser sombrío mientras intenta quitarse de encima al príncipe flexionando las piernas y tirando de él hacia atrás para que cayera en el lado opuesto. Por supuesto, apretando las caenas con tal de que el movimiento le causara graves heridas el las manos que ahora sujetaban sus eslabones.
Si se liberaba de las cadenas o no era lo de menos, pues tardaría seguro más que él en volver a levantarse y tomar el contrataque.
Volviendo un segundo su sombría vista hacia el crepúsculo del alba, la sombra vuelve su vacía e infernal mirada hacia el príncipe.
Lo siento, mi príncipe... Pero el tiempo... se nos acaba. - Dice con intención de empezar a levantarse.

La sombra se sitúa emepzando a empujar al Príncipe con las piernas para obligarle a asfixiarse y clavarse las cadenas, pero él consigue sujetarlas con la suficiente fuerza cómo para librarse de ellas y apartarse un poco del maldito, todavía tosiendo y con el cuello sangrante pero "libre".
La sombra se levanta con un gesto rápido, ya ha amanecido del todo y las puertas de la ciudad deben de estar abiertas, aunque eso no significa demasiado en estos momentos.

Fuera del cobertizo se empiezan a distinguir conversaciones y murmullos de gente. Quizá llaméis la atención o tal vez ya lo hayáis hecho.