Partida Rol por web

Miro a Billy como me quita el paracaidas

Hey Billy, como en los viejos tiempos en la guerra! que bien me siento de estar en mi entorno...

¿Cuál es el objetivo?

Veo caer a los demas alrededor y me pregunto que mision tendran ellos, si será la misma mision

Vamos Billy... dime que esta mision será la monda

Billy se ríe ante tu comentario. Te da una palmada amistosa en el hombro.

- Eres Sabu... ¿Verdad? Mira, el Billy que conociste es otro... ahora tocan las explicaciones, las misiones vendrán después. Tom se encargará de todo... sé que puede resultar un poco confuso. Igual, encantado de conocerte. El Billy que te conoció en Afganistán me dijo que eras un tío estupendo. Vamos, cuando estéis reunidos os llevaremos a un lugar más cómodo.

Con el paracaídas a cuestas, empieza a caminar hacia Tom y Robert Banks.

Bueno, no puedo esperar que todos los billys sean el mismo

cierto Billy... fue un poco confuso en su momento, pero ahora me alegro, y decir que estube a punto de matar a tu compañero billy...

Miró el paracaidas y se centró en seguir a Billy al mismo paso

Oye Billy... dime que en esta mision tendremos armas... armas de verdad, automaticas, granadas... como en la guerra!!

Estaba deseando matar a alguien... necesitaba distraccion, y en la guerra la unica distraccion era esa...

Me quito el paracaídas y echo a correr los 20 metros que me separan del centro de la equis, no me gusta haber caído tan lejos...

Cuando se me acercan Robert y Sabu les sonrió.

- ¿Os ha molado? - 

Salto del avión y la sensación de vértigo es increíble. Mientras voy cayendo, el vacío rodea mi cuerpo, el estómago lo tengo en la boca pero es maravilloso. El aire me sostiene, más la fuerza de gravedad no deja de hacer su trabajo. Con los ojos cerrados me entrego a la caída pensando que la distancia que me separa de la muerte decrece en forma vertiginosa. Pronto alcanzaré mi objetivo.

Más nuevamente el destino, o quien sea que fuera ese tal Tom, me juega una mala pasada y el paracaídas se abre, muy a mi pesar.

Fuck!

Abro los ojos, maldiciendo por dentro a Tom y a toda su familia y lo que veo me corta en seco el pensamiento. La vista es magnífica. Claramente se ve el lugar dónde esperan que aterricemos ...Habría que ser ciego para no verlo... o muy idiota... rodeado de jeeps militares. También puedo ver más vehículos por ahí patrullando el bosque, que se ve verde y lleno de vida. Pero todo eso lo registro a través del rabillo del ojo. Mi visión frontal y toda mi atención están puestas en la ciudad de Los Ángeles. O más bien, en lo que queda de ella.

¿Qué mierda es esto? ¿Qué está pasando? ¿Habrán sido los chinos? ¿Y por qué mierda no me enteré? me juego el culo a que estos chulos del avión tienen algo que ver con todo...

La curiosidad supera mis deseos de morir... al menos por el momento. Miro un poco los aparejos del equipo y me doy cuenta cómo es que se maneja. Poco a poco pongo rumbo a la ciudad. No alcanzaré a aterrizar allí, tal vez debería haber saltado en otro momento, tal vez si hubiera abierto los ojos antes, tal vez si... No importa, no quedaré lejos, una o dos horas de marcha forzada a lo sumo, lo cual no será un inconveniente.

Más difícil veo el tema de escapar... Al parecer nos están monitoreando... ¿Tendremos algún dispositivo de rastreo en la ropa? En este momento no puedo revisarme. Si suelto los controles del paracaídas no llegaré a destino. Más en cuanto aterrice, me desharé de todo lo innecesario por las dudas.

Poco a poco, el suelo se acerca. Hasta ahora no veo ningún jeep cerca. Con un poco de suerte aterrizaré antes de que me vean.

No ha estado mal Tom. Pero te he superado marine! Tras esto sigo a Billy acompañado tambien por Tom

Aterrizas en el bosque, en un mínimo claro entre los árboles. El impacto del suelo te hace daño en las rodillas. El paracaídas se enreda entre las ramas y tira de tí. A lo lejos, escuchas motores de Jeeps patrullando cerca. Las tiras de la mochila se clavan en tus hombros.

Miro a Tom y le hago un gesto con la mano de "no está mal"

- Le ha faltado algo de... efectismo, pero bien

Miro alrededor, algo confuso.

- ¿Y ahora qué, T...Tom? - casi se me atraganta el nombre al decirlo

Un Jeep llega apresuradamente, derrapando a vuestro lado. De él, baja un Billy. Aunque está pálido, una siniestra sonrisa asoma en su cara. En la parte trasera del Jeep podéis ver un montón de grandes bolsas de basura negras.

- Tom, ha habido un pequeño problema con el recluta Ryan... parece que el paracaídas no se abrió.

En unos segundos, comprendéis que lo que hay en las bolsas de basura son los restos de Ryan.

- Jonas ha llamado. Me ha dicho que no hay de qué preocuparse; que sigas adelante con el plan. Por lo que sabemos, Carrie Brixton está tratando de escapar hacia la ciudad. ¿La perseguimos? ¿O la dejamos ir tranquilamente?

Pongo cara de asco.

- ¿Y podréis... ya sabes... arreglarlo?

Trato de no mirar hacia las bolsas. Ni contarlas. Una.. dos... argh.

- ¿Y cómo sigue el plan?

 - Déjala de momento, ya la cogeremos... no tiene donde ir...- 

Miro a Robert que me pregunta por el "plan".

- ¿El plan? vamos a dar una vuelta- 

Digo mientras me monto en el jeep, esperando que se monten conmigo. 

Me quito el paracaidas con profesionalidad y me subo a la parte de atrás del jeep de un salto.

- ¡Tu conduces, jefe!

-¡Aaaayyyyy!- el impacto de mis pies y luego mis rodillas contra el suelo me toma por sorpresa. Una leve pero molesta ola de dolor me recorre. No alcanzo a asimilarla cuando me veo arrastrada hacia atrás por el aire que ha quedado embolsado en el paracaídas que aún actúa como freno, enredándose en los árboles y casi levantándome del piso una vez más.

El movimiento cesa de una vez. Me detengo unos segundos a estudiar cómo desabrocharme el arnés sin terminar totalmente enredada. Mi cabello cae sobre mi rostro totalmente despeinado y mi piel comienza a recobrar la sensibilidad perdida a causa del frío durante la caída.

Una vez libre, miro mis rodillas. Se han raspado, sin llegar a sangrar. Dos grandes manchas rojas las decoran. -¡Jaja, como cuando era niña!- exclamo divertida. Luego comienzo a palparme la ropa frenéticamente en busca de algún dispositivo de rastreo, mas no logro hallar ninguno. Descarto la idea de abandonarla. Es muy poca la que llevo como para desperdiciar la protección que me puede brindar ante el roce de ramas y pastizales. No resultará cómodo correr con la túnica. Llegado el caso, la ataré por sobre la cadera, o simplemente la arrancaré, pero por ahora sirve tal como está.

Me incorporo y doy un vistazo rápido al lugar. Ahora el tiempo comienza a correr y lo tengo en contra.

Veo a un jeep pasar a unos quinientos metros. Por las dudas, me tiro debajo de un arbusto. No quiero que me encuentren tan rápido... Bah, no quiero que me encuentren.

Cuando el vehículo se ha alejado, me pongo en marcha. Intento aprovechar la escasa protección que me brindan los pocos árboles que hay por allí. El sol está alto y comienza a hacerse notar.

Avanzo en la dirección que creo se encuentra LA, desviándome del camino que me lleva hasta la gran equis. Sé dónde está el este por el sol, más no tengo la seguridad de que mi ruta no vaya a desviarse. Desde arriba la cosa parecía fácil. Ahora, en terreno llano, ya no lo es.

A lo lejos diviso una débil columna de humo. -Mmmm, tal vez sea uno de los tantos fuegos que vi desde el aire- murmuro por lo bajo. Encamino mis pasos hacia allí, marchando ligero pero sin llegar a correr.

Camino un rato, lo que estimo serán veinte minutos. He visto patrullas, pero ellos parecen no verme, no parecen desesperados por hallarme. Mejor, tal vez, hasta me olviden y pueda llegar a la ciudad sin contratiempos.

Sigo avanzando, confiada de mi suerte, cuando a mis espaldas oigo un grito.

-¡Allí, en aquél claro! ¡Allá va la mujer!

Me vuelvo rápidamente para ver que a doscientos metros, un par de hombres vestidos como militares y armados, me señalan. Uno de ellos se comunica por radio con alguien más, el otro comienza a caminar hacia mí. Rayos, que poco me ha durado la libertad

-¡Deténgase, debe venir con nosotros, en la base la están esperando!

Miro al tipo que habla, que es el que comenzó a acercarme, sin moverme de dónde estoy. Cuento sus pasos. Oigo los latidos de mi corazón. Sonrío.

¿Qué más da? ¿qué es lo que pueden hacerme? ¿matarme?

Con un movimiento ágil e inesperado, vuelvo a cambiar mi frente y comienzo a correr lo más rápido que me permite mi cuerpo. La túnica comienza a enredarse en mis piernas. Sin perder tiempo, la subo por encima de la cintura y sigo corriendo con ella en la mano.

-¡Deténgase! ¡es una orden!-

La voz del tipo se oye agitada. Ha empezado a correr hacia mí. En línea recta, estoy segura de que él me aventajará, así que empiezo a hacer zig zags, esquivando plantas, arbustos y metiéndome por donde los pastos son más densos.

Mis piernas son constantemente flageladas por ramas y espinas, pero nada de eso importa. La sensación de libertad y la adrenalina que corre por mis venas me hacen sentir plena, alegre. Si no fuera porque casi no me queda aire, reiría a carcajadas.

Sigo corriendo, el costado comienza a doler. El soldado no se detiene tampoco, y al mirar por sobre mi hombro, me ha parecido ver alguno más por allí. No sé cuanto lleva ya la persecución. Cada tanto me dan la voz de alto, más aún no me amenazan con abrir fuego ¿Me querrán viva?

Estoy llegando al límite del agotamiento. Creo que en cualquier momento me darán caza. Estoy por abandonar toda esperanza, cuando, en el medio del pastizal, veo a un tipo rubio, de largos cabellos y de mirada extraña No veo sus ojos... ¿realmente no los veo? que me hace señas. Extrañada, me dirijo hacia dónde está él, más sale corriendo, aunque a cada rato se vuelve, para indicarme que lo siga.

Casi no me queda aire. Mis piernas tienen toda la piel lacerada. La ventaja que tenía sobre mis perseguidores se ha ido acortando.

El hombre rubio se detiene y vuelve a llamarme, por gestos. En un acto de voluntad suprema, arranco fuerzas desde el fondo de mis músculos y vuelvo a la carrera, perdiendo por un momento a mis perseguidores detrás de la vegetación.

Me giro para ver si puedo aminorar la marcha justo antes de llegar hasta el hombre y cuando vuelvo la cabeza él ya no está. Alcanzo el lugar dónde lo vi la última vez y descubro una cortada en el terreno, con vegetación bastante tupida y me arrojo allí, para ocultarme hasta recuperar fuerzas.

Tumtum tumtum tumtum... Mi corazón corre desbocado. El aire que entra en mis pulmones me quema, me pincha por dentro. El sudor cubre todo mi cuerpo y se mezcla con la sangre y la tierra. Me aferro a mis piernas, hecha un ovillo, esperando.

Pasa un minuto, dos, tres. Los gritos ya no se oyen. Espero un poco más. No me atrevo a salir aún.

Cuatro, cinco, seis... sólo se oyen los sonidos del bosque. Ningún grito, ningún ruido de motor. ¿Los habré perdido?

Me asomo entre los pastos y no veo rastros de mis perseguidores. Con alivio, me vuelvo a sentar hasta recuperar del todo el aliento. Mientras, mi mente vuela pensando en los acontecimientos hasta el momento. ¿Quién era ese hombre misterioso? ¿Por qué siento que ya lo conozco? ¿Es evidente que quería salvarme... pero dónde se metió él?

Frustrada, por no poder hallar respuestas, salgo de mi escondrijo para retomar mi camino. He perdido el rumbo. Aún sé dónde está el este, más no tengo idea cuanto me he salido de la ruta. Tantas vueltas y recodos me han hecho perder la noción de orientación que tenía.

Tomándomelo con calma, para que no vuelvan a encontrarme, emprendo nuevamente la marcha hacia la costa, rumiando aún el extraño encuentro con mi misterioso salvador.

El sol brilla en lo alto del cielo; ha ido haciéndose de día mientras huías. Deduces que deben ser las doce o la una. Había algo realmente extraño en tus perseguidores. Los dos a los que conseguiste ver la cara tenían la misma altura, la misma complexión física... la misma cara. Eran idénticos. Pensaste en eso mientras avanzabas, bajando una colina que te introducía en la ciudad.

A lo lejos, puedes ver incendios aislados, rastros de explosiones, humo... Lo que no ves es a ninguna persona. No hay cadáveres. En el suelo, las manchas de sangre están por todas parte, pero no hay nadie.

Algo extrañada, te adentras en la ciudad, caminando hacia el centro. Encuentras varios coches en llamas y cristales rotos. La puerta de la mayoría de las casas está abierta de par en par, así como las ventanas. El efecto es algo siniestro. Al no haber gente, no hay casi ruido. De ningún tipo. Sólo el sonido de coches moviéndose por el asfalto... lejos... muy lejos.

Sabu, mientras se mantenia callado, observaba la escena pensativo. Entonces vio que se fueron sin él.

¡Hey chicos! ¿Os vais sin mi?

Entonces escucho las palabras de Tom

Vaya... supongo que revivirá ¿no? y mientras le salió una sonrisa maliciosa

- Venga sube- le apremió a Sabu - supongo - le respondo alzando los hombros. 

Luego miro a Billy.

- Vamos a la posición de Carrie - 

Subís los tres al Jeep, pilotado por un Billy. Estáis Tom, Robert Banks y Sabu.

- Tom, tenemos un pequeño problema... Carrie, ha desaparecido. La hemos perseguidop por los bosques pero... parece esconderese muy bien. A estas alturas puede haber llegado a la ciudad y todo. Encontramos hace un rato su paracaídas, tirado entre unos árboles. Podemos buscarla, pero tardaríamos mucho. Si algo le pasa, si sufre cualquier accidente, lo sabremos, y podrá volver con nosotros.

Arranca el Jeep mientras habla, se dirige hacia unas colinas, al sudoeste.