Partida Rol por web

Todo se resolvió deprisa.

Un borrón seguido por una cálida salpicadura en el rostro.

El desesperado sicario del local repentinamente quieto, con su cabeza convertida en un amasijo de carne y sangre.

Hunter tomó aire.

Un estupido acto reflejo, eco lejano de un tiempo pasado en que su cuerpo era debil. El olor de la vitae y los pegotes de masa encefálica impregnado en su barba invadian sus fosas nasales, azuzando a su ya de por si excitada Bestia.

El cazador alzó la vista y sintió como se le encogía el alma al presenciar la monstruosa figura que era su sacerdote. Su propia Bestia se revolvió, como un perro con el rabo entre las piernas, ante un depredador superior. Hunter se relamió y tragó saliva, estremeciendose de placer y de temor.

Su mirada bailó del cadaver que se alzaba frente a él al cadaver que se enfriaba bajo él. Inconscientemente volvió a relamerse, saboreando la sangre del sicario. Al observar el gesto imperativo del señor Koldolak, todos los instintos de Hunter entraron en colisión. El antitribu Gangrel lanzó una mirada al hueco de la escalera que le habia indicado sucintamente el sacerdote de la Manada y volvió a mirar el cadaver del guardia. Un estremecimiento le sacudió de nuevo y notó como se le desnudaban los colmillos... La sensación de salivar se hizo insoportable, incluso a pesar de ser imposible...

La Bestia tomó el control.

Hincó los dientes en la tremula carne del cadaver. Notó como la sangre resbalaba por su lengua y su garganta. Sorbió con fuerza, apurando los pocos posos que quedaban. Cambió de lugar y mordió con más fuerza aún, arrancando y escupió un trozo de carne anonima. Y volvió a tragar. Hunter gruñó, jadeó, gimió y suspiró mientras rebañaba los escasos restos de vitae.

El cazador sintió la penetrante mirada de su sacerdote en la nuca y alzó la vista, mostrando el rostro ensangrentado y feliz. Revigorizado apenas por la parca ingesta de sangre, Hunter se levanto del tejado arrastrando consigo el cadaver del sicario. Sin apenas esfuerzo, arrojó el cuerpo por el hueco antes de adentrarse él.

Sin embargo, Hunter se giró hacia el señor Koldolak y se irguió, lo más orgullosa y respetuosamente que pudó.

- Gracias.

Con ese lacónico agradecimiento, se introdujó rápidamente, en busca de sus compañeros, deseoso de cumplir con su misión.

Maldicion, no se que ha podido pasar, pero bueno. Ahora es el momento de salir de aqui. No ha salido como estaba planeado por que nadie ha echo lo que deberia hacer como se le ordeno.

Miro a la niñata que me acompaña y estoy por tirarla a la fosa prender fuego, un mero daño colateral para que se le acabe la tonteria.
Volvemos con los demas, no quiero arriesgarme a que haya otra trampa aqui abajo. Quemaremos todo desde arriba.

El momento para el sigilo y las sutilezas hace tiempo que pasó, y ha llegado la hora de que esta escoria sienta las oscuras garras de la realidad: no se juega con fuego.

Sin perder un instante, aterrizando junto al malnacido pirómano, extiendo mis garras hacia su cuello con los pulgares contra su nuez con la intención de atravesarle con ellos la garganta y arrancarle a continuación la tráquea.

Ninguna palabra sale de mi boca mientras me abalanzo contra él. Mis ojos, inyectados en sangre, son el único testimonio de la Bestia que ruge en mi interior avivada por las llamas que bailan a mi alrededor. Mi rictus en cambio muestra la mueca cínica habitual en mi rostro, leal símbolo del control de las sombras sobre el fuego

Desandáis el camino andado, con un regusto a derrota impregnando vuestra vitae. No habéis sucumbido ante nadie, pero las tretas del enemigo os han detenido. Para vuestro ego, es casi como una derrota. Momentánea, para nada determinante en la guerra, pero igualmente amarga.

Ascendéis de nuevo las escaleras que os llevaron al insidioso templo de las serpientes, volviendo a pisar aquel pasillo en que vislumbrasteis a esa figura desconocida que os ha burlado. La puerta por la que entrasteis está cerrada. Tratáis de abrirla por la fuerza, simplemente girando el pomo y tirando, pero parece fijamente sellada. Al otro lado se oyen disparos, gritos, toda una suerte de caos y descontrol propia de los mejores asedios de la secta. Vuestros hermanos están disfrutando o sufriendo, puede que ambas cosas. Pero la puerta es blindada, muy resistente.

Bebes. Bebes con ansia, con necesidad, con prisa. Tu Bestia requiere ser saciada, pero también tu cuerpo necesita su sustento. Y, lo que es más importante, sabes que no puedes dedicar demasiado tiempo a este sabroso placer, pues tus hermanos te requieren en la batalla. Tú, el gran cazador, debes hacer valer su puesto en la manada como devorador máximo de vuestros enemigos, y tus hermanos, ahora mismo, están combatiendo sólos.

La propia mano del Sacerdote así te lo ha indicado. Debes entrar, acceder al campo de batalla cuanto antes. Vuelves a mirar esa mano, pero ya no está. Miras la barandilla a la que estaba sujeto hace un instante, pero no le ves. ¿A dónde ha ido? Ese Tzimisce, en apariencia tan poca cosa, oculta recursos peligrosos. No es mala cosa que esté de vuestra parte, a pesar de ser tan siniestro y enigmático…

Sigues bebiendo, saciando tu sed, sabiendo que esta sangre deberá ser derramada pronto para mayor gloria de tu manada.

Aunque tu primer instinto es el del depredador, hace mucho que aprendiste a dominar los impulsos naturales de la Bestia. No, permaneces en medio de esa escalera, observando al pirómano con los ojos entrecerrados. Si aún respirases, lo harías de forma sosegada, controlada, manejando el tempo y concentrándote sobremanera. No respiras, ya no dependes de esas menudencias propias de mortales, pero el efecto es el mismo.

La imagen de ese sujeto se difumina ante tus ojos, desvelando trazas del espíritu de ese hombre. Vetas de colores púrpura, rojo y verde se entremezclan rápidamente, cambiando de unos a otros de forma giratoria e hipnótica. No sabes muy bien qué pensar, pero sabes que esos colores son demasiado vivos para tratarse de un vampiro. ¿Tal vez un ghoul, o un mortal controlado de otra manera?

Albret alta las llamas sin dificultad, alcanzando al malnacido pirómano. Se abalanza sobre él, clavando sus pulgares en los ojos del muy cabrón. El tipo grita, desesperado, soltando la bolsa que tenía en las manos. Líquido inflamable se desperdiga por el suelo, sin llegar a rozar las llamas, pero amenazando con hacerlo bajo los pies del Lasombra.

Al mismo tiempo, los hombres armados a los que Luigi había hablado empiezan a mirarse unos a otros. La situación se descontrola, y las miradas de quienes eran aliados hace un instante se vuelven desconfiadas. Uno de ellos levanta su pistola apuntando a un compañero, que hace lo propio a modo de defensa, y desencadena una reacción en cadena por la que todos alzan sus armas contra sus compañeros, algunos incluso dos armas apuntando a compañeros distintos. Los tipos quedan en una especie de red de tablas, en la que todos están empatados y nadie quiere ser el primero en apretar el gatillo.

Ni el último.

Sí, vas bien encaminado. Aunque si mientras esperas quieres añadir algo, no tengo problemas. Pero si tus compañeros actualizan no te espero, doy por actualizado usando la última parte de tu post anterior.

Dos muertos abajo. - dejo que sea mi voz la que revele mi posición, lo último que me apetece ahora mismo es que me confundan con un matón y me ataquen.

Avanzo rápidamente, mirando de reojo y relamiendome ante los ojos sangrantes del matón de Albret.

Yo me apartaría, antes de terminar calentito. - indico señalando al suelo y alejándome del líquido que podría convertirme en una pira andante.

Mientras el arma que llevo en la mano humea por el disparo, centro mi atención en Albret quisiera atarlo y arrastrarlo fuera para que salga de ahí y podamos largarnos de este horno. Pero el La Sombra es tan impetuoso como un brujah, pronto lo veo saltar hacia las llamas como un condenado león a través de un aro de fuego.

Hay que reconocerlo el tipo tiene el par bien puesto.

Siento la fuerza del poder de la sangre expanderse incorpórea pero efectiva sobre cada criatura que hay cerca de mí. Observo cómo es que Albret se mueve para arrancar la vida del sujeto de la molotov.

Entorno los ojos. ¿Dónde quedó la sutileza? niego viéndome atrapado por sus acciones y maldiciéndome por dentro por ayudarlo. Cuando los sujetos se empiezan a disparar entre sí me doy cuenta que ahora he creado el ambiente adecuado para dar la media vuelta y buscar a la rubia. Es entonces que hago un gesto instando a la gente que no es agresora a actuar.

- ¿Qué esperan? Si no quieren morir calcinados salgamos de aquí ¡Vamos! ¡Muévanse hacia la salida! -lseñalo la pujerta y los insto a avanzar hacia la puerta de salida, quizás un solo individuo no fuera capaz de salir del lugar, pero una masa de gente moviendose hacia la misma puerta, es diferente. Que importaba que unos cuantos quedaran aplastados pisados por otros, mientras nosotros pudieramos salir protegidos por la masa de carne humana que ahora eran como unos sacos de arena antibalas.

Desacelero aguardando a Albret - ¡Mueve el culo por un demonio! - le grito consternado notando como el líquido inflamable empieza a derramarse cerca de él.

Finalmente la voz de Jules aparece entre la multitud, por el rabillo del ojo noto donde esta - La puerta esta bloqueada -digo mirando el camino por dónde vimos por última vez a Steff - perdimos a la rubia -digo a ver si Jules tiene mejor suerte para abrir esa maldita puerta.

Cagalli caminaba hacia la salida, realmente le fastidiaba que aquel tipo se hubiera escapado de aquella forma, pero no había mas remedio que salir y ayudar al resto, su intento de infiltración en lo que ella era especialista no había salido ya que no se lo habían permitido desde un principio, mientras camina piensa:

- Creo que esta asociación no termina de gustarme si las cosas van a seguir así sin poder hacer lo que realmente se me da bien, pero desde cuando alguien con mis habilidades se tiene que conformar con pelear como si fuera un simple Brujah, bueno, que le vamos a hacer, terminemos esto y veamos que pasa después

Seguía caminando hasta llegar a la puerta, bien, las cerraduras se le daban bastante mal, ella prefería "usar otras formas para entrar en los sitios", se acerca y empieza a mirarla para ver si podría hacer algo, pero no eran lo suyo, estaba claro que las cerraduras no eran lo suyo 

Desandar el camino siempre es dificil, pero en este caso mucho mas si cabe por que no hemos conseguido las cosas por que no hacen lo que se les ordena. 
No hablare, simplemente dejare que nuestro Sacerdote imponga el castigo a los rebeldes y disfrutare mucho con ello. 

No sabe abrir una cerradura y quiere darselas de asesina, simplemente tiene que madurar mas de lo que podra soportar. La aparto con un gesto y simplemente saco una horquilla de mi pelo. La introduzco en la cerradura que esta un poco oculta, giro un par de veces y escucho el sutil click de la apertura, mientras se desliza para dejarnos pasar a la sala donde esta la pelea principal.

Estoooo... Espero que no estes pendiente de mi :$. Creo qno puedo aportar mucho más lo que he escrito en esta escena y que escribir por escribir, podria ser entendido como una demostración de onanismo gramatical :)

Un abrazo y un slaudo.

Cagalli trata de acceder a los controles de la puerta de seguridad, pero toca mal un cable y le da un chispazo de corriente eléctrica que le sacude la mano. La Asamitta Antitribu tiene que apartarse, con un fuerte dolor en la mano por la descarga. Steff toma el relevo con el orgullo que le caracteriza, y tras unos instantes manipulando los cables, la puerta se abre con un sonoro chasquido metálico.

Las dos vampiresas, cruzan la puerta a otro mundo, un salón de caos y destrucción muy propio de cualquier fiesta Sabbat, especialmente de aquellas que implican a sus enemigos. Tras la puerta se encuentra Luigi, quien trataba de abrirla desde el exterior. Su voz imperiosa ha hecho que los muchos mortales que estaban en el local estén huyendo despavoridos hacia el exterior. En medio del salón del local hay fuego por doquier, una intensa llamarada que trata de devorar los muebles cutres y viejos de madera y aglomerado. A un lado, Albret suelta con sus manos ensangrentadas el cuerpo ya derrotado de un mortal, que cae al suelo con los ojos atravesados. Por una puerta lateral, justo al lado del Lasombra, aparece Jules, pistola en mano, con el saber estar y estilo que le caracteriza, como si estuviera caminando por una pasarela de moda luciendo las últimas tendencias en lugar de por un campo de batalla con su uniforme de motero. Por una de las ventanas que dan a las balconadas exteriores entra Hunter, con sus garras llenas de sangre goteante y un reguero escarlata resbalando por su barbilla empapada.

Es hora de terminar esto. La manada está unida...

No, no lo está. ¿Donde está el sacerdote?

Hunter se agazapó despues de atravesar el ventanal, lanzando miradas de alerta a uno y otro lado, atento a cualquier ataque por sorpresa. Tras unos instantes de tensión, Hunter se relajó ligeramente y se irguió lentamente, mientras percibia todo lo que sucedia a su alrededor... y sonreia.

La Bestia, ahita de sangre, husmeó a los mortales que huian despavoridos pero los descartó con la desgana con que un gato panzón en su rincón favorito descarta un juguete.

Acto seguido, centró su atención en Albret, maldiciendo la suerte que protegia a aquella sonrisa mientras descartaba a su victima con total indiferencia. Una punzada de dolor recordó al cazador sus propias heridas, la vitae que habia perdido en el tejado, luchando a solas contra los defensores de aquel maldito cuchitril.

La sonrisa de Hunter se esfumó tan pronto centró la vista en el melenudo pistolero que respondia al nombre de Jules, mientras este se pavoneaba, pistola en mano, a la sombra de su rival. El antitribu Gangrel apretó los puños con fuerza, exprimiendo unas pocas gotas de sangre de sus manos manchadas.

Su Bestia se agitó, repentinamente excitada por el odio que sentía ante aquel vastago a quien debia llamar, por sangre, hermano... "No... Todavia no es tú hermano... No ha compartido nuestra sangre... Ni ha participado en nuestros ritos..." Sin embargo, la apremiante necesidad de completar la tarea -la venganza- que les habia traido alli ayudó a Hunter a contenerse y a centrarse.

"Todos estan bien. Han sobrevivido y estan aqui, en pie... Bien... Bien..."

- Bien...-

El antitribu Gangrel captó las miradas inquisitivas, curiosas e incluso preocupadas de sus ojos y se vió obligado a acallar su temores.

- El Ángel de la Muerte vela por nosotros. No os preocupeís.

Cuando llegan a la sala principal parecía que prácticamente todo había terminado, Cagalli mira a los allí presentes y asiente, parecía que todos habían luchado bastante bien y la cosa había salido bien, realmente eso le gustaba, parecía que todos eran grandes luchadores, a fin de cuentas es lo que se operaba de gente del Sabatt, Hunter comienza a hablar, la vampiresa le mira y dice:

• Si, ya lo veo y de hecho debería de temeros…

Señala la puerta por la que habían salido y dice:

• Por ahí ha escapado un tipo, hay varias trampas de fuego que realmente no es muy interesante pasar, no es demasiado bueno para mi piel tostarla demasiado…. Y bueno como se ha iniciado aquí un incendio no creo que fuera mala idea extenderlo no?

Sonríe a sus hermanos y al melenudo de la pistola, se fija en que falta el sacerdote y dice:

• Y el hermano que falta donde esta? Sabéis algo de el?

Decía mientras caminaba hacia la barra para mirar si quedaba alguien por allí y en que estado había terminado aquello