Partida Rol por web

Jesse de nuevo se encaminó a los sótanos de la mansión. En esta ocasión, a las enormes cocinas y a las habitaciones de servicio, donde creyó recordar que descansaba la Vieja Tata. Todas las puertas estaban abiertas y vacías puesto que el servicio se hallaba ajetreado de un lugar a otro. En cambio, la habitación del fondo estaba cerrada y un suave calor emanaba de dentro. Al golpear con su bastón, la puerta se abrió y a través de una rendija vio la habitación de una anciana, que dormitaba en su cama. Debía tener cien años. 

El fornido AListair bajada de nuevo las escaleras, observando de camino a ellas, todo retrato que estuviera en su camino, parando ligeramente en busca de nombres del retratado o del creador de la obra. Buscando en parte, tranquilizar su furia, una rabia que avivo su "hermano" Charles Knight con estúpidas acusaciones, simplemente por no ser capaz de admitir su propio miedo. -"Tuvo suerte de que Murron hablara primero o a estas alturas puede que su espinazo estuviera conociendo mi bastón" - Pero al empezar la bajada todo pensamiento se centro en que decir o como abordar a esas gentes que de seguro habían sido testigos de todo lo que pasaba en la mansión.

-¡Maldita sea! Donde esta el servicio cuando se le necesita. -Sus preguntas cayeron en saco roto cuando solo encontró a la supuesta vieja tan rica como para portar perlas, pero tan pobre como para seguir trabajando a pesar de su evidente avanzada edad.

Abrió un poco mas la puerta y volvió a golpear con el bastón el suelo esta vez mas fuerte y carraspeando para despertar a la momia.
-Señora, ¿Sigue con nosotros? Si es así, me gustaría acercarme y hacerle un par de preguntas, en referente a Green Arrow, los sucesos aquí acontecidos y de su ultimo guardián, mi padre; John F. Alistair. -Sequía en el quicio de la puerta, con la puerta abierta, para que la mujer pudiera verle completamente y demostrar su interés y que no ocultaba nada.

Aquella anciana abre los ojos de par en par cuando Jesse la llama y sonríe como una niña pequeña. 

- Pasa, pasa, por favor, ya creí que nadie vendría a visitarme y me quitaron el otro pendiente para que no volviera a dejarlo en uno de los postres, ¿sabes? Ya no sabía qué más hacer para llamar vuestra atención... 

Cuando Jesse Alistair se presenta, la mujer le interrumpe: 

Sabía que eras hijo del señorito John nada más entrar. Eres su vivo reflejo- claramente la mujer no está en sus cabales- Siempre quise ir a Escocia y conocerlo... es bonito ¿verdad? No sois los primeros norteños en habilitar esta casa, no, no... eso que dicen de que el señorito John se alejó de su familia no es verdad. ¡Trató de reunirlas de nuevo! Ay, mi John, mi John...

De la risa pasa al llanto. Jesse trata de arrancarle más respuestas como puede. 

No digas ese nombre, querido, ese nombre impregna cada ladrillo de esta casa desde hace siglos y no haríamos sino darle una satisfacción que no se merece, ya ves, hijo, no lo digo por miedo sino por orgullo... Ese nombre es el peor de los Males pero solo puede matarnos. ¡Solo eso! Tengo 98 años y creo que ya se ha cansado de venir a por mí... Si por la noche quiere matarte solo tienes que recordar lo que te hace especial y darle el máximo partido, querido. Es posible sobrevivir a Green Arrow

Cuando está hablando, uno de los criados entra y educadamente le pide a Jesse que abandone el sitio, que la Vieja Tata no está muy bien y necesita descansar. 

- ¡Volved a visitarme más! Por cierto- dice al criado- ¿Dónde dejasteis los pendientes de perlas? Me gusta estar guapa para las visitas. 

El criado dice...

​- Creo que en un cajón de la despensa, señora... 

La Vieja Tata arquea las cejas y hace un gesto a Jesse cuando el criado dice eso. 

Después Jesse vuelve al Gran Comedor con todos

Apenas había conseguido sacar alguna respuesta a aquella anciana senil, lo suyo no era la sutileza y estaba claro que aquella mujer, ya no contaba con la lucidez que tuvo cuando fue contratada supuso, por lo que no tuvo mas remedio que despedirse inclinando su cabeza sin sombrero.

-Un placer. -Mintió. -Tal vez nos veamos pronto de nuevo. -Concluyo, esta vez sus palabras si parecían sinceras o al menos intencionadas.

Observo el gesto de la mujer ante la respuesta del criado y tal vez no supo comprender lo que quiso decir, pero la despensa en un sitio un tanto raro para guardar joyas, pensaba Jesse mientras caminaba de vuelta al salón, con el bastón por delante de cada pisada, aun pensativo y curioseando, como ya hiciera de camino al dormitorio los cuadros de la mansión.

Se encaminaron a los sótanos de la mansión. En esta ocasión, a las enormes cocinas y a las habitaciones de servicio, donde les dijeron descansaba la Vieja Tata. Todas las puertas estaban abiertas y vacías puesto que el servicio se hallaba confinado en el Gran Comedor. En cambio, la habitación del fondo estaba cerrada y un suave calor emanaba de dentro. Al golpearla delicadamente, la puerta se abrió y a través de una rendija vio la habitación de una anciana, que dormitaba en su cama. Debía tener cien años. 

Al entrar la anciana se despertó de manera agitada. 

- ¿Qué ha ocurrido? Nadie ha venido por aquí en mucho tiempo. ¿Han muerto ya todos? 

¡¡Tata!! Exclamó Elizabeth al abrir la puerta y observar la sorpresa de la vieja mujer. ¿Nos recuerdas? Somos el tío Ebenezer, mi hermana Eleanor y yo, Elizaberh. Le cogió la mano, que recordaba suave y amorosa, pero que ahora estaba llena de arrugas, y se la llevó a la mejilla acariciándola, mientras le decía: ¡Tenía muchas ganas de volver a verte!.

Tata, están ocurriendo muchas cosas raras desde que llegamos hace ya unos días, continuó Elizabeth… pero… ¿Por qué preguntas si ya están todos muertos? ¿Cuántas veces más ha ocurrido esto?... Mi propio marido y el de mi hermana han muerto en esta casa. Por favor Tata – Esto sonaba a una dolorosa súplica- ¡dinos cuanto sepas!. Sé que tu sabes más de lo que seguramente has podido contarnos. Sé que un hombre estuvo aquí… le contaste cosas y Edward te prohibió hablar más. Le confesaste tu secreto para seguir viva. ¡Necesitamos saber si hay alguna manera de sobrevivir a Harry! Y también si tu sabes cuál es su razón para querer matarnos a todos.

Elizabeth empezó a acariciar el pelo a la anciana como ella les hacía de niñas mientras que está se mostraba pensativa. Supuso que tendría que valorar qué información podía o debía darles.

Eleanor empezaba a sentirse un poco sobrepasada por las circunstancias. Cada vez le costaba más mantener la imagen de seriedad y formalidad que ella creía que debía tener. La desaparición primero de su marido y de su cuñado después, ver a su hermana destrozada, a toda la gente con los nervios a flor de piel... Todo hacía que se sintiera fuera de su zona de confort. Y la escena que acababa de presenciar en el comedor, con los huéspedes encerrando a los criados en el comedor a punta de pistola, no contribuía en nada hacerla sentir mejor. El hecho de que fuera consciente de que su primo Piers actuaba con buena intención, no contribuía a hacerle sentir menos mal. Una casa de orden debía tener criados y todo debía de estar bien organizado.

Por otra parte, no acaba de entender la actitud de Edward. Para ella la imagen del mayordomo que había conocido toda la vida, se le había venido abajo. Y si había algo que le molestara más que nada era que los esquemas de la normalidad estuvieran rotos.

Así que, cuando entraron en la habitación de la Tata, Eleanor no estaba especialmente comunicativa. Por ese motivo dejó hablar a Elizabeth, sin intervenir nada. Se limitó a quedarse, de momento, en uno de los laterales, esperando a ver qué contestaba la anciana, mientras su mano jugueteaba en el bolsillo con la cadena por la que quería preguntarle. Esperaría el momento adecuado, después de que la Tata hubiera respondido a las preguntas de Elizabeth, y entonces le preguntaría si reconocía la cadena y si sabía de quién podía ser.

- Así que fuiste tú quien perdió el pendiente en la sopa. No sabía que aún te hicieran trabajar en las cocinas. Es inaceptable. Como todo en esta casa. No me extraña que la gente muera por las esquinas...

Ebenezer mantenía todavía el mal humor de la noche pasada. Todo aquello era demasiado. Un servicio incompetente, y lo que parecía que iba a ser una larga serie de cenas frías. Sobre todo ahora que un Alistair había decidido encerrarlos a todos.

- No le eche las culpas a los criados, señor, yo misma les convencí de que me trajeran a probar la crema para dar mi vista buena y eché el pendiente en un descuido... Los criados me cuidan y apenas saben nada de esta casa. Solo Edward, Ann y yo sabemos cuál es nuestro papel. El resto del servicio me cuida como si fuera una anciana loca que va a morir en cualquier momento. A veces parecen mis carceleros pero hoy les he echado de menos. ¿Dónde están? A ellos me refería con que si habían muerto todos... 

Disculpad mi memoria.... no os recuerdo... he visto tantas niñas en mi vida... aunque... sois de la familia, está claro. Elizabeth, no sabes cuánto te pareces a una antepasada tuya... Mary... la poetisa ¿no te lo habían dicho nunca? Se casó en esta casa y fue la primera mujer en ser Guardián de Green Arrow aunque tuvo un final trágico el mismo día de su boda. Ooooh, precisamente los pendientes que yo llevaba y que metí en el postre para llamar vuestra atención eran de ella...¿No es una feliz coincidencia del destino? 

Y aún más: Esos pendientes habían ido a parar al marido de Elizabeth. Y pertenecían a la misma Mary cuyo poema encontraron Elizabeth y Ebenezer. Y tal vez la historia de la novia en el lago era su propio cadáver... 

Cuando le preguntan por Harry pierde su sonrisa. 

​- No mentes ese nombre, niña. No le des protagonismo. Cree que porque es inmortal nos lleva ventaja. Pero no sabe que esta partida la estamos jugando entre todos durante muchos siglos. Morimos pero transmitimos lo que aprendemos y al final lograremos volver a matarle. Y esta vez para siempre. Espero que lo estéis haciendo vosotros también. El tiempo apremia y no solo tenéis que descubrir el misterio sino aseguraros que otros puedan resolverlo cuando ya no estéis en este plano de la existencia... 

La anciana habla y yo la escucho desde mi posición un poco retirada. Que ella crea en esas cosas que está contando es casi normal, es una señora mayor y la cabeza seguramente ya no le funciona como le funcionaba en su juventud. Por lo que ella dice hay una especie de lucha entre... no sé si llamarlo el bien y el mal o algo así. Unas fuerzas oscuras que intentan hacer daño y unos guardianes de la casa que intentan... No sé lo que intentan los guardianes de la casa, francamente. Es una persona mayor y mis normas de educación me dicen que no debo hacer sorna de lo que ella diga, así que mantengo mi gesto impertérrito. Pero me llama la atención cuando dice qué hay criados que no saben lo que pasa, mientras que Edward, Ann y ella misma, sí. "¿Quién es Ann? ¿será la señora Huxson? ¿se llamará Ann?" Nunca me he aprendido el nombre de pila de los criados. Salvo en el caso de Edward me parece que no es correcto dirigirme a ellos en esa forma, es como una especie de falta de respeto, así que no tengo ni idea de quién es.

-Pero... entonces tengo una pregunta. Si los criados no saben nada ¿qué es lo que les protege a ellos de morir también? ¿porqué ellos no muere?-

Ni siquiera me puedo creer que la pregunta haya brotado de mis labios. "¡Esto es absurdo! ¿Acaso voy a dar pábulo ahora a estas tonterías?" pienso molesta conmigo misma.

-Perdona Tata, quería preguntarte por esta cadena. La encontré el otro día en la cripta y creo que alguien la ha perdido. ¿No sabrás de quién puede ser? Tú conoces a toda la gente en la casa, igual me puedes ayudar a identificar a su dueño para que pueda devolverla- le comento, centrándome en lo que me ha traído hasta aquí y enseñándole la cadena de plata que tengo en la mano

Elizabeth aguardó atenta la respuesta de la Tata a la pregunta de su hermana, pero no pudo reprimir su curiosidad. Lo que acababa de contar la anciana mujer le había abierto nuevas preguntas y las añadió.

¿Entonces Edward, la señora Huxon y tu, Tata, tenéis un papel que cumplir aquí? ¿Es por ello que no morís? Y ¿dices que hubo una mujer Guardián? ¿Por qué murió? He encontrado una poesía de esa mujer, Mary M. Knight. Hablaba de la casa… Hablaba de terror… Me gustaría saber más de ella. ¿Sabes por qué murió y dónde podríamos encontrar información sobre ella, sobre los hermanos William y Octavious - ¿Sabes quienes son? Y quizá también sobre…. Elizabeth se replanteó mencionar aquel nombre… el “innombrable”? ¿Existe algún retrato de ellos en la casa, o algún árbol genealógico?.... y…. Elizabeth dudó de nuevo si hacer la siguiente pregunta, pero su curiosidad la pudo más… ¿Desde cuándo lleva aquí Tata? ¿A cuantos niños has cuidado?

El anciano escuchó a la mujer. Estaba claramente desquiciada. Se había dedicado a tirar pendientes a la sopa sin luego decir para qué y no dejaba de hablar sobre maldiciones, y su importancia en todo aquello. Tantos años al servicio de la familia le habían pasado factura. Era una pena, pero algo entendible. Por su vida como criada nunca había podido casarse y cumplir como mujer teniendo hijos. Y finalmente le había llevado a ese estado.

- ¿Y por qué no nos das más pistas entonces? - dijo una vez sus dos sobrinas terminaron de hablar. - Hay un misterio y tenemos que resolverlo para poder quitar la maldición de la Mansión, - no pudo evitar un poco de sarcasmo en la frase. - pero vosotros, Edward y tú, que por lo visto sois los que tenéis todas las pistas no hacéis más que andar con segundas insinuando cosas. Si de verdad nosotros tenemos un papel en todo ésto, ¿cuál es? ¿y qué es eso que necesitamos descubrir?

No le gustaba hablarle de aquella manera a una anciana, pero la situación le estaba sacando de quicio. Estaba encerrado en una casa con un asesino y en vez de buscarlo no hacían más que buscar fantasmas por todas partes.

Siguen hablando con la Vieja Tata cuando la puerta del servicio se abre y entran Rhona y Harold, que venían de al lado, de la cocina: 

- Disculpe, hemos encontrado estos pendientes. Deben ser suyos. 

La Vieja Tata repite para sí misma las respuestas a las preguntas que le hacen como en bucle y otras les mira fijamente con sus ojos aún llenos de vida. 

- Oh, esa cadena que llevas tan bonita debe ser una reliquia muy antigua. No la conozco pero si estaba por ahí puede ser un objeto o un talismán mágico. ¿No os dije que vuestros antepasados han dejado pistas para que las podáis resolver vosotros? 

Seguís queriendo resolver el enigma vosotros solos y me temo que es imposible. He vivido casi un siglo y ni siquiera yo comprendo todo lo que ocurre en Green Arrow. Me habláis de nombres que no tienen eco ya en mi memoria. La historia de Green Arrow es complicada. Recordad que solo luchando junto a los que os antecedieron y junto a los que os sucederán lograréis derrotarle. 

Esos pendientes sí que sé de dónde vienen. Ahora hablábamos de ellos. Pertenecieron a Mary Knight la primera Guardiana de Green Arrow aunque falleció el día de su boda. Esos pendientes se los quitó justo antes de arrojarse al lago engañada por las fuerzas que creía haber derrotado. Tienen poder pero también una consecuencia. Quédatelos querida, se ve el brillo de amor en tus ojos y eso es lo único que los hace útiles. 

Los criados y yo no morimos porque no somos descendientes de sangre de John. Somos tan parte de esta casa como el mobiliario. Otro lugar para explorar para vosotros. Propiedad de ese Ser... Es así de triste pero yo tengo esperanza. Tal vez lo que Edward y Ann han perdido. Yo sigo sintiendo que hay luces al otro lado que cuidan de nosotros. Y que, llegado nuestro momento, nos sabrán salvar para que no caigamos en el infierno. 

Los pendientes te permiten salvar a quién amas durante la noche.

Si falla su tirada, tu amor puede aún salvarles y que esquiven la muerte segura, aunque tendrás que colocarte en peligro la siguiente noche (conseguir que te voten para que estés en zona de peligro) o ambos, tu salvado y tú, estaréis automáticamente en zona de peligro y sumados a los que ya estuvieran de base. 

Se encaminó a los sótanos de la mansión. En esta ocasión, a las enormes cocinas y a las habitaciones de servicio, donde les dijeron descansaba la Vieja Tata. Todas las puertas estaban abiertas y vacías puesto que el servicio se hallaba confinado en el Gran Comedor. En cambio, la habitación del fondo estaba cerrada y un suave calor emanaba de dentro. Al golpearla delicadamente, la puerta se abrió y a través de una rendija vio la habitación de una anciana, que dormitaba en su cama. Debía tener cien años.