Partida Rol por web

- No sé si el arco es verde, o sólo la flecha. En realidad, no es más que una corazonada... La estatua parece apuntar hacia el tejado. Aunque no tiene mucho sentido que el arma esté en la dirección a la que debería estar apuntando de estar en el lugar en el que se supone debería estar - Dougal frunció el ceño al ver que acababa de pronunciar una frase demasiado enrevesada - Bueno.... en todo caso intentaré echar un vistazo por ahí. Jesse me vendrá bien tu ayuda .

Murron mantuvo vigilada a su sobrina. Se lo debía a su hermano mayor el hacerlo. Pobre criatura. Tarada y rota en un mundo así... ¡Maldita herencia que había provocado tantas muertes! Ahora él debía hacerse cargo de Conrad, quiere decir, de Mary Jane y... 

Murron se dio cuenta que la preocupación que sentía por la niña pelirroja que de nuevo andaba hacia las cocheras tenía mucho más que ver con su propio dolor y la pérdida de su hijo. Solo el hecho de que cada día volviera a morir más gente le hacía sentir que no podía detenerse aún en padecer el tormento de le pérdida. 

Mary Jane estaba al lado de la carrocería. 

- Tío Murron, por favor- dijo con una seriedad y lucidez inacostumbrada- Ayúdame a montar el carromato a los caballos. Mañana al amanecer debemos escapar de esta casa si todos hacen lo que tienen que hacer. Ojalá puedas ser tú quien conduzca... 

Jesse y Dougal se encaminaron a los tejados. Saliendo por una de las ventanillas abuhardilladas, Dougal intentó no resbalarse para poder asomarse a una plataforma encima de la torre. No lo consiguió. Empezó a perder el equilibrio por la helada superficie. El deslizarse tejado abajo sería el siguiente paso pero su hermano asomó medio cuerpo y le agarró del brazo. 

- Maldita sea, hermano, ¡solo nos faltaba que tú te rompieras la crisma!

Mientras le agarró se dieron cuenta de algo que jamás ninguno de los dos se había percatado: El enorme parecido físico que había entre los dos. La enorme barba y pelo trenzado de Jesse lo había ocultado todo este tiempo pero sin ellas, prácticamente podrían ser gemelos. 

Se miraron un instante y en seguida Dougal se agarró a otra cornisa. 

- En vez de regañarme deberías mover tus piernas aquí arriba, vamos... 

Refunfuñando y discutiendo los dos se vieron por las alturas de Green Arrow. Era un espectáculo tan peligroso como fascinante. 

Y entonces descubrieron algo. Un pequeño lienzo arrugado al lado de una de las chimeneas. Parecía haber sido arrancado de un cuadro. 

- Hmmmm, ¿crees que eso es lo que estaba buscando el notario? 

- Puedo asegurártelo- dijo Dougal cuando desenrolló el pergamino que, milagrosamente, había permanecido intacto en medio de la nieve- Pero esto lo trajo de otra parte. Aquí estaba haciendo otra cosa. Bajemos y te lo explico mejor

Una hora después los dos estaban conversando con una taza de té caliente. 

- Es un plano. Señala algo. Y la perspectiva es desde las alturas. Debió subir ahí el pobre insensato para intentar ver qué es lo que le estaba indicando. 

- Debía ser lo suficientemente importante como para subirse ahí arriba él solo. ¿Y de noche? ¿Por qué no hacerlo durante el día? 

- Hermano... ya has visto lo que esta casa muestra, que no es igual de día que de noche. ¿Y si...? ¿Y si lo que señala el mapa solo puede ser visto de noche? 

- Hmmm, has abierto una posibilidad aterradora pero ¿has podido ver al menos el sitio durante el día? 

- Sí, hermano. Es el kiosco de música. 

Murron miró a su sobrina unos segundos, sin saber muy bien qué responder. De pronto, podía parecer tan demente como lúcida. Ahora era uno de esos momentos en los que hablaba con total serenidad y convicción, aunque seguía sin tener claro si lo que decía era fruto de la locura.

-Claro que sí, vamos.

El cochero siguió el juego a la pequeña. Apenas unos días atrás, Murron se había encontrado con una petición similar, y entonces prefirió esperar a pedir permiso a los Knight. Pero todo eso cambió desde la muerte de su hijo. Ya todo le daba igual, salvo intentar salir con vida de allí y ayudar a los que le importaban, como era este caso. Si podía hacer feliz a Mary Jane, aunque sólo fuera un instante, valía la pena.

Murron, siguiendo el protocolo que tan bien conocía, procedió a preparar los caballos y el carruaje.

Harold, Jeanne y Meghan fueron al salón de baile. Era la sala a la que más estaban ligados aquellos tres, junto al pequeño Arthur que se había quedado jugando en el salón con su organillo y con un libro de cuentos que Edward tuvo a bien entregarle a su madre para que el niño tuviera algún regalo en aquel día de Navidad*

Ahora tenían tiempo de descifrar más de aquel libro. 

Y vaya si encontraron información útil

"Y así murió Harry por segunda vez, cuando un descendiente de William Alistair pudo encontrar lo que durante varias generaciones buscaron en las profundidades de Green Arrow. ¡Ah, qué ironía que justo el único arma que alguna vez podría acabar con el Duque Sangriento estuviera presente en el mismo nombre de la mansión! Pero no fue el azar sino un mensaje puesto por aquel que los Alistair en su eterna sed de venganza habían despreciado solo por compartir vínculos con el Duque... "

Otro párrafo decía

"Y así acabé yo en aquel orfanato, viviendo en el anonimato para que la relación secreta entre mis padres no fuera descubierta. En cuanto ellos se casaran me adoptarían y así dejaría de ser un niño bastardo fruto del amor prohibido. Pero en el día de su boda ellos habrían de morir y quedé abandonado en aquel misterioso lugar que no era en verdad ningún hospicio hasta que mi tío..." 

Y perdiendo la paciencia fueron al final del libro. 

"Mi sobrina alzó de nuevo la Flecha para que yo contemplara la sangre espectral del asesino de mis padres. Ojalá mis piernas me hubieran permitido abrazarla pero solo puedo sonreír y hoy dictar el final del Duque Sangriento para que otros sepan qué ocurrirá si un día despierta. Porque Harry volverá cuando alguien sea tentado por el poder de esta casa, cuando alguien crea que la muerte es un juego, cuando alguien con buen corazón o insana tentación decida desafiar al destino. Si eso ocurre, si el Duque Sangriento vuelve de las profundidades habrán de dar con la flecha y clavársela durante la noche. O si eso resultara imposible... dejarla al menos en las manos del último Guardián para apresar al Mal durante los años venideros" 

En la biblioteca buscando en los archivos Eleanor comprueba que desde el siglo XVIII todos los grandes mayordomos de Green Arrow provenían del hospicio. Podía ser interpretado como un gesto caritativo pero buceando en los archivos y las donaciones que la propia casa hacía el orfanato, Eleanor averigua que con pequeñas cantidades de dinero podían mantener a todos los niños y al servicio porque... ¡porque en ocasiones eran solo dos o tres niños los que ocupaban aquella casa! Eso tenía poco de orfanato y más de un lugar donde escondieran a niños bajo algunas directrices. 

Estuvo buceando en archivos y descripciones sin que nada más llamara su atención cuando Edward y su hermana llegaron a la biblioteca hablando de lo mismo: 

- No sé qué más quieren saber, señoras. No me gusta hablar de mi pasado. Era un orfanato grande y casi vacío. Nos daban buena educación pero recuerdo siempre que era un sitio frío y algo... siniestro. Desde pequeños nos enseñaban las artes del buen servilismo, como si nuestro destino fuera ese irremediablemente. Hubo varias institutrices y directores diferentes, alguna como aquella mujer... Smithers, muy severa y extremadamente perturbada pero... no recuerdo nada peculiar de aquella época salvo el natural asombro que a un niño de mi edad le producía ver a una mujer de raza negra enseñarnos también... Buba se llamaba... 

- Espera... ¿Has dicho Buba? He leído... ¿dónde estaba? Aquí. En una factura se especifica la manutención de tres niños, dos profesoras Mrs. Lyates y Miss Milton, el director Fawkes y una tal Buba. 

- Sí. Eso era. Es la misma... Pero no me suena el resto del profesorado. Pudo ser tal vez después de que yo me marchara y...

- Es de antes, Edwards- dijo Eleanor con un hilo de voz- Es de 1730. 

Eleanor se arregló para la cena e intentó bajar antes de que llegase el resto. La comida había sido normal, rápida y a turnos ya que, como venía siendo habitual, cada habitante de la casa estaba en quehaceres diversos y no solían comer juntos.

Pero este era el Día de Reyes. Sin ser una festividad especialmente señalada, si era especial y Eleanor estaba cansada de que el ritmo de la vida diaria pasara de largo en este sitio impidiendo mantener el mínimo orden y decoro. Ya a media tarde había dado instrucciones a Edward para que se preparase una cena de fiesta. Y ahora, ya arreglada, bajaba a supervisar la colocación de la mesa. No podía obligar a la gente a que se vistiesen con la formalidad necesaria pero el resto podía organizarlo.

Se sentó en su sitio de siempre y esperó.

A medida que los demás fueron llegando les fue preguntando por su día, de manera educada y sin entrar en detalles. Las novedades que ella tenía no eran gran cosa y tampoco sabía darles una explicación así que esperaría hasta que los demás hablaran. 

Murron llegó con Mary Jane al salón. Un atardecer más estaban todos allí, preparados para cenar antes de la terrible noche. El cochero se sentó a la mesa con la mirada perdida. Le dio vueltas a lo que le había dicho su sobrina.

"Mañana al amanecer debemos escapar de esta casa si todos hacen lo que tienen que hacer".

¿Se trataba de una premonición? ¿O sólo uno más de sus desvaríos? Era difícil interpretar lo que surgía de esa mente indescifrable.

¡Gracias Eleanor!- La dijo abrazándola al llegar al salón donde su hermana ya debía llevar un rato encargándose de los preparativos de aquella cena que parecía especialmente cuidada- Me maravilla que aún en estas circunstancias en las que todos parecemos tener la atención absorbida por esta siniestra mansión, tu sepas atender estos pequeños detalles. Sin duda nos vendrá bien una cena especial, que al menos nos ayude a pasar una velada algo más agradable y distendida - Elizabeth agradeció sinceramente a su hermana el empeño que había puesto dirigiendo al servicio para que todo estuviera listo y la acompañó en la puesta a punto de los últimos detalles, aguardando a que todos llegasen y poder poner en común lo que cada uno hubiese averiguado aquel día.

Ella y su hermana no podían aportar mucho, pero sí algún hallazgo curioso que había realizado su hermana. Ella poco había logrado sacar a Edward sobre su estancia en aquel internado, más que algún nombre y detalle difuso... Esperaría a que el resto acudiese a cenar...

Excitada, volvió con los demás, trayendo lo que creyeron eran buenas noticias. Por desgracia, cada segundo que pasaban allí era un peligro. Así que compartió lo que averiguaron para salir cuanto antes. Y si por lo que fuera volvía a sufrir aquellas pesadillas mortales, al menos intentaría ayudar a que terminaran pronto.

-Harold ha vuelto a descifrar el libro que encontramos ayer. la clave está en el nombre de la mansión. La flecha verde puede acabar con el Duque Sangriento. Es lo único que puede, según he entendido, matarle con la flecha durante la noche. Supongo que será durante esos sueños que nos invaden a algunos. O eso, o dársela al último "guardián" para apresarlo.

Dougal había vuelto de su habitación tras cambiarse de ropa por una menos húmeda. Al llegar escucho a Meghan cómo con emoción explicaba lo que habían obtenido del libro. 

- Esa flecha verde es la que le falta a la estatua de los jardines. Y era lo que hemos estado buscando en los tejados de la casa mi hermano y yo, pero no la hemos encontrado. Sin embargo - sacó algo enrollado del bolsillo interior de su chaqueta - hemos encontrado esto. 

Dougal lo extendió sobre la mesa apartando unas tazas para que pudiera verlo todo el mundo. Era un trozo de lienzo con una especie de diagrama o mapa poco evidente.  

- Estaba enrollado junto a una de las chimeneas, el material ha aguantado la nieve bastante bien. Parece una vista superior de Green Arrow, y los tejados son un lugar perfecto para interpretarlo. 

Dougal intentaba hacer memoria mientras miraba el mapa.

- Jesse y yo hemos estado intentando entender qué hacía este mapa alli arriba. Aquel hombre debió subir de noche intentando localizar aquello que se señala, que no es sino el quiosco de música. Bien sabéis que no comulgo fácilmente con estas historias extrañas pero, de noche las cosas son diferentes aquí. Quien más o quien menos ya lo hemos experimentado en nuestras propias carnes.

Miró hacia el exterior

- En cuanto la noche caiga del todo creo que me acercaré al quiosco de los jardines directamente. Aquel hombre arriesgó su vida buscando algo. 

-"Al parecer Harold no a tenido mucha mas suerte que su tía, tendremos que dejarlo pasar por esta vez." -Discutía consigo mismo, mientras ambos Alistair entraban en escena.

Dejo que su hermano hablara por ambos, mientras llenaba el buche con lo expuesto en la mesa. Y así hubiera seguido de no ser porque Dougal dijo algo que realmente le parecía importante para todos ellos.

-Así es. -Confirmo cada palabra dicha por su hermano. -E instaría a que todos nosotros y no solo Dougal, fuéramos al kiosko esta noche. Si algo ha de pasar, algo tan importante para que alguien incluso ajeno a la familia muriera por él, creo que todos deberíamos ser testigos del posible porque de la muerte del secretario de padre. -Dio un golpe con el bastón en ese instante.`

-¡Maldita sea! Estoy harto de que la noche sea la que nos atrape a nosotros, seamos nosotros quien la atrapemos. Acabemos con esta maldición hoy, esta noche y de una vez por todas. -Con esa inusitada energía, aplaudió las palabras de su hermano y decidió estar a su lado durante la noche, en aquel kiosko del jardín. Tal y como había anunciado.

Piers apenas había hablado en todo el día. Se había limitado a seguir a Harold y a Jeanne, calibrando con su mirada a su esposa e hijo. Sobre todo a su hijo. Parecía pensar con detenimiento, y a menudo sacudía la cabeza, como dando respuesta a palabras que sólo él oyese. Quien le hubiese visto con atención también habría podido verle paseando intranquilo por las habitaciones, con los ojos perdidos y una expresión ceñuda.

A veces también, lejos de los demás, le habría visto respirar profundamente, dilatando las fosas nasales. Enseñando los dientes en una mueca. Había hecho una elección. Nadie más la conocía, pero el sí. Los soldados viven de prestado, eso le había dicho a Harold al encomendarle el cuidado de Jeanne si a el le ocurriese algo. Y sin embargo, había faltado a sus propias palabras. El honor que el cuerpo enseñaba, el honor por el que había regido su vida, y la de Harold, con tanta dureza, no resistía el horror. Su voz se podía ahogar en el ruido de sables. Lo había visto. Había sentido la muerte que esperaba en la casa. La había esquivado, pero ¿a qué precio?. Se había visto expuesto. Sus mentiras estaban ahora a la luz. Había visto su verdadero ser, había tenido que escoger un bando y escogió el equivocado.

Vivió. ¿Para qué? Para otra guerra, otro horror. Siempre hay otra guerra. Había hecho de ellas su vida, y las había envuelto en convicciones y palabras que no se habían sostenido cuando llegó la hora de la verdad. Cada minuto que pasaba, lo recordaba. Vivía, sí. Pero en un mundo en el que no merecía la pena. Piers sabía que había algo pendiente. No se dejaría llevar. Haría lo que siempre había hecho. Llevar la lucha hasta donde hiciera falta. Hasta la misma raíz. Hasta las puertas de la muerte. Había tomado una decisión. Y sabía que, por ella, la casa vendría a por él.

Bien, pues. Que viniese.

Esta vez lucharía. Esta vez se vería cara a cara con el verdadero enemigo, y probablemente fuera lo último que viese. Retirándose a la biblioteca, escribió una nota y la dejó en el piano, junto a la colección de notas que contenían la información que habían logrado sacar de su sueño. 

Green Arrow, 6 de enero

Mi nombre es Piers Knight. Si lees esto, seas quien seas, sabrás que no volví aquí a quemar esta nota tras la noche. Porque esta noche, es probable que muera.

Dejame decirte que todas esas cosas que dicen sobre la muerte son falsas. Yo la he esquivado cuatro veces en mi vida. Dos en África y dos aquí, en menos de de seis días. No hay nada noble o romántico en ella. No hay epifanías, discursos, últimos pensamientos, lucidez o consuelo. Solo hay vacío y la certeza absoluta de que es el fin, y de que ninguno de tus sueños o planes importa. De que tu legado se desvanecerá contigo, y de que por bien que se preserve tu recuerdo entre los que te amaron, para tus bisnietos solo serás una figura difusa y sin sustancia. Tu "legado" se pierde en apenas un suspiro, y no quedará nada de ti.

De modo que si tienes que hacer algo- y si estás aquí leyendo esto, es porque es así- hazlo mientras puedas. Mientras aún tengas vida. Y no temas perderla haciendo lo que debes. Porque cuando te llegue el momento de estar de pie ante Dios con el corazón limpio y la conciencia tranquila, valdrá más un día de vida cumpliendo con tu deber que ochenta años sin más aspiración que seguir respirando.

Me da igual a quién hayas perdido, que penas te aflijan o el miedo que sientas. Lucha. Tus actos, tu coraje y tu honra son todo lo que tienes. Yo vendí los míos aquí, en este maldito lugar, en el sueño que casi me robó la vida. Y pienso recobrarlos o morir definitivamente en el intento.

Harold: Ya sabes lo que es perder a alguien. Ya sabes lo que es ver morir a una persona. Si crees que puedes vivir con ello, si su recuerdo te da fuerza y sobrevives a este lugar, y si la resolución por vengar esas muertes te da alas, serás todo lo hombre que yo, o cualquier padre, pueda desear. Haz lo que creas con tu vida, y lo aprobaré donde quiera que esté.

Jeanne: No hemos hablado aún acerca de tu sueño. Quizás nunca lo hagamos ya. Si lees esto- da igual. No sé que fue y por qué te turba, y se me da una higa. Me has dado reposo en mis batallas, me has dado un hijo de mi sangre y has estado conmigo en mis luchas, tanto en la vida como en esta última que amenaza llevarnos a todos. Has cumplido con tu deber, y nadie puede pedir más a cualquier hombre o mujer.

A cualesquiera otra persona, sabe:

- Que este es un lugar maldito, corrompido por la locura y el diabolismo del Señor de Mothcry, también llamado el Duque Sangriento.

- Que nos, la familia Knight, somos sus descendientes. - Que el Duque Sangriento fue muerto de noche, por medio de una "flecha verde", por Alistair Mac Lea.

- Que sus descendientes, los criados de Green Arrow y los Alistair de Escocia, emparentados con John Knight, viene atraídos a este lugar tratando de repetir la gesta de su antepasado.

- Que se necesita a un hijo de Alistair y Knight para cumplir dicho cometido. - Que las ruinas de Mothcry, el antiguo castillo, y de sus habitantes tanto Knight como Alistair, reposan bajo este lugar, en los túneles a los que se puede acceder, por ejemplo, por una baldosa en la cripta o a través de los hornos de las cocinas.

Ya tienes, pues, más armas de las que tuvimos nosotros. Úsalas. Si yo no he podido poner fin a esta pesadilla con mis manos, véngame. Si no eres capaz, halla al menos solaz en saber que no fuiste el único

Piers Knight 

Piers miró la nota, la dejó en el piano y se encaminó al comedor. El peso que había oprimido su pecho desde el día de su sueño súbitamente parecía haberse ido. Ahora sí. Ahora sabía por fin lo que había que hacer. Ahora había un final del camino. Esta noche. Esta noche terminaba todo.

Para bien o para mal.

Durante todo el día había estado pendiente de Harold, de sus adelantos. Escucharon los presentes la traducción que hizo de aquel libro. ¡Había tantas páginas por leer! Le recordaba mucho a la idea de Elisabeth de ir escribiendo todo lo que sucediese y dejarlo para la posteridad, por si ellos no salían vivos de allí y alguien, alguno de los descendientes de su familia o de la Alistair, volvía a aquella casa y la historia se repetía.

En un momento dado, vio como Piers abandonaba la pequeña habitación, cruzando con paso decidido el Salón de Baile, para desaparecer escaleras abajo y no volver más con ellos durante la tarde. Le extrañó. Parecía que su sitio era aquel, junto a su hijo y ella, junto a Meghan. Las palabras de su hijo debían ser escuchadas. Pero no volvió. Y algo se revolvió en su estómago. Solo lo había visto tan serio, tan pensativo, en otras ocasiones. Contadas, días fijos clavados en su memoria como fuego. Casi podría recitar las fechas sin pestañear. Los dias anteriores a tener que volver a irse de casa. Su destino, el frente. Una nueva guerra, un nuevo lugar. Ella estaba segura de él, lo creía casi invencible. Así que aquellos dias eran solamente un preambulo de una partida, a la que seguiría una vuelta incondicional. Pero aquella casa generaba otras sensaciones, otros pensamientos, otros sentimientos... Y ella sabía que no solo era a ella.

Bajó al salon a cenar cuando ya estaban todos casi preparados para empezar a comer. Unos y otros comentaban lo que habían creído encontrar. Una nueva pista, una nueva posibilidad.

Asintió al comentario de Meghan, pero lo quiso completar-Sí, Meghan, pero he estado pensando que aparte de confirmar que el nombre de esta casa es el arma que matará a Harry, la fecha verde, puede que la traducción de Harold arrojase otra pista. Harold tradujo exactamente "¡Ah, qué ironía que justo el único arma que alguna vez podría acabar con el Duque Sangriento estuviera presente en el mismo nombre de la mansión!"-Jeanne hizo una pausa, mirando a Harold-¿Alguien ha probado a investigar si las letras del nombre de la casa se pueden mover...? ¿O si están sobre alguna piedra tallada, esta se puede quitar o mover de alguna forma? Realmente no he salido de esta casa desde que llegamos y no recuerdo muy bien como está grabado el nombre...-miró alrededor a todos los presentes esperando que alguien hubiera tenido aquella idea ya y la hubieran llevado a cabo.

Mientras tanto se dirigió a Dougal y a Jesse-No creo que sea buena idea salir ahí fuera de noche, podéis esperar a mañana...-su voz perdió fuerza, aquella sensación en el estómago volvía a surgir. Era un mal presentimiento, lo supo en aquel instante. La casa se estaba preparando para la noche.

Miró a Piers-Si nadie ha comprobado el nombre de la mansión, yo iré a comprobarlo. Piers, ¿vendrás conmigo? Solo será un momento.

La perspectiva de salir al exterior en plena noche le ponía los pelos de punta.

Piers continuó sumido en sus pensamientos. Más que en pensamientos, en preparaciones. En ideas. En planes. Probablemente no fueran a servir de nada, pero sentía la lucha cerca.  Sabía que llegaría y esta vez, esta vez si podría ser la que llegase. Cuando ese sonido que llevaba oyendo desde su primera batalla finalmente legase y le dijese al oído que era hora de irse. Que el final de la carrera había llegado al fin.

La voz de Jeanne le sacó de sus meditaciones. Estaba... distinta. Había algo en sus ojos, en la forma de moverse. En la tensión que notaba a lo largo de la línea delicada de su mandíbula. En la forma que los dedos finos tenían que apretar los cubiertos, que nunca hacía si no estaba nerviosa.

¿Lo había sentido ella también? ¿Temía por él o, aún peor, sentía que ella también volvería a enfrentarse al horror? Al viejo soldado ya no lo preocupaba su muerte. Si a su edad sigues sin haber aceptado lo volátil de la vida, no vales para esto. Pero no podía aceptar la idea de que ella se fuese antes. 

¿Y quedaba algún remedio? ¿Podía hacer algo él, acaso?.

Bueno. Pronto lo verían, ¿no es así?.

Cuando Jeanne propuso salir, Piers asintió. No creía que fuera a revelarles nada, pero era evidente que no quería estar sola. Y quizás... quizás el tampoco. Quizás, si tenía que irse de esta vida, prefería hacerlo con el recuerdo del calor de su cuerpo contra el suyo y el brillo de su piel bajo la luna, aunque fuera en aquel lugar maldito.

Vamos. Merece la pena investigar cualquier posibilidad. ¿Qué otra cosa podemos hacer? Yo al menos no pienso sentarme a esperar a la muerte.

Pese a la comida y decoración especial que había encargado Eleanor, el ambiente durante la cena se percibía tenso y enrarecido… Elizabeth presentía que la casa les estaba transmitiendo que “ya quedaba poco”, que “se les estaba terminando el tiempo”. Un escalofrío le recorrió el cuerpo… la negrura de la noche se vislumbraba por los ventanales. ¿Volvería a ser víctima de las pesadillas esta noche?

Inmediatamente se levantó de la mesa. No podía arriesgarse. Había algo que aún tenía pendiente hacer. ¡Se lo debía!...

Subió hasta la que fuera habitación de su padre y cogió el viejo diario que él había estado minuciosamente completando durante sus últimos días. Todo aquello no debía echarse a perder. Era importante que fuera encontrado, como ellos habían podido encontrar aquel viejo libro escrito por Julius Knight.

Bajó a la biblioteca y allí, con la pluma del viejo escritorio y algo de tinta, rotuló cuidadosamente y con la caligrafía más bonita que pudo el título de aquel diario:

Diario de Charles Knight

Acontecimientos de primeros de Enero de 1788

Una vez seco el rótulo, repasó aquella inmensa biblioteca con su mirada. Demasiadas estanterías, demasiados libros, pensó. Entonces lo vio claro. Se dirigió al piano, el sitio en el que ella había depositado su nota días antes. Sabía que si alguien lo intentaba tocar, daría con ella rápidamente al notar que algunas teclas no cedían. Si eso ocurría, quizá el siguiente paso fuese abrir el piano para escrutar su interior…. Y entonces… ¡Lo encontrarían!.

Allí, en el interior del piano, dejó el diario de su padre y cuando se dispuso a comprobar que su nota seguía donde la colocó y a tocar, quizá por última vez, aquel piano, constató que había otras teclas que no cedían. Alguien había escondido más notas bajo ellas. Las dejó allí…

Mientras salía de aquella habitación en su pensamiento sólo estaba el deseo de que otros pudieran valerse de todo aquello, si por algún motivo ellos no lograban terminar con Harry, o salir de allí con vida…