Partida Rol por web

Alfred sigue haciendo saltos y katas... y acierta a tres de los bichos, que mueren con crujido de gamba al ser pisada...

La túnica del monje tiene ya varios manchurrones, con las vísceras de los asquerosos bichos...

Por otra parte, la nube de bichos se va posando y reagrupando, después de su éxito depredador... la calle pulula de bichos negros que van retrocediendo hacia el callejón...

Los vecinos, alertados por varios gritos de alarma y dolor, van saliendo y tomando conciencia de la plaga... de uno de los pisos, surge humo y gritos de angustia...

Las voces son cada vez más generalizadas y la alarma de extiende...

Tres de los insectos por fin llegan bajo la ropa hasta la piel, y tratan de atravesarla con sus picos, chasqueando de placer anticipado...

El dolor de las picaduras es punzante... pero la disciplina mental de monje habituado a los sacrificios físicos te permite mantener una hierática dignidad

 Ahuaaaaaaaaaai... incluso para un monje ver como unos bichos le perforan la piel es una situación horrible.

Alfred se intenta apartar los que aún estabn en su piel e intenta buscar una solución en la zona.

 Con un golpe rasante certero, Alfred aplasta a los últimos bichos que tenía... con manos ligeramente temblorosas, revisa para asegurarse de que no le queda ninguno más....

... y que no hay ninguno más revoloteando en las cercanías...

Finalmente, y tras unos minutos examinando las picaduras, descubre que aunque dolorosas, y aparatosas, de acuerdo al tamaño de los insectos, similar al de una ciruela grande... no parecen de mayor importancia.

La gente se ha ido arremolinando, y varias personas se asoman a las ventanas.... el humo del piso cercano se ha convertido en incendio, y las voces suben de tono, por la urgencia de actuar contra el incendio.... y el miedo de acercarse al callejón.

Los pasos rítmicos de varios soldados se acercan, y las figuras acompañantes de cuatro clérigos de la Congregación de los Muertos también aparecen....

Sin mirar a nadie, se acercan al callejón, con evidente intención de encargarse de la amenaza....

 Alfred tras relajarse unos instantes sigue  los clerigos, quiza pueda ayudarles en algo. Subitamente se da cuenta del incendio... habrá alguien dentro de la casa con vida?

Alfred se sigue acercando al lugar de los hechos para cerciorarse...

 Los soldados permanecen dudosos ante la entrada del callejón...

¡Son bichos malignos! ¡Si os pican muchos os moriréis!

Una voz del gentío resuena por la calle...

Los soldados se miran entre ellos, el zumbido grave se sigue oyendo, aunque realmente muy bajo...

Los clérigos se adelantan.... y una voz cascada y casi inaudible se oye...

Ocupaos del fuego... esto es cosa nuestra...

Los soldados no necesitan que se lo digan dos veces, y se van más bien deprisa hacia el edificio en llamas.

Los clérigos intentan abrir la verja, pero está cerrada, tal y como la pobre mujer comprobó... así que entre los cuatro se ayudan a pasar la verja.

Cuando ya por fin están al otro lado, se situan en formación compacta y avanzan muy despacio hacia el callejón, murmurando...

Muere....muere....muere....muere...

 Viendo esto y sintiendo el horror que provocan los clerigos Alfred se aleja con los guardas.

Guardiaz, guardiaz. Alfred llama su atención. Acabo de llegar a la ciudad y me acabo de encontrar con ezoz bichoz. Necezitan ayuda con el incendio, algo que yo pueda hacer?

El monje se acerca con ellos al incendio con la firme disposición de ayudar.

Uno de los guardias se da la vuelta, te mira y dice, dirigiéndose a todos en general:

¡Haced una cadena!... ¡traed agua, coged cubos, odres, todo lo que podáis...!

¡Como se extienda el fuego lamentaréis haber nacido...!

¡Vamos, vamos, haced lo que os digo...!

Se da la vuelta y se mete en el portal, siguiendo a los otros, que ya avanzan escaleras arriba... 

Hay un arco ojival, que da a un zaguán, en el que desde fuera se ven unas escaleras alicatadas con azulejos de colores... se oyen ruidos y golpes que vienen de arriba

Alfred coge el primer cubo con agua que le llega y se lo tira por encima. Ante la mirada atónita del resto de viandantes solo suelta un Ya eztamoz liztos... y mojado se dispone a seguir a los guardas adentro de la casa.

Las escaleras se llenan de humo en seguida, y los soldados van llamando a las puertas para ver si hay alguien o no....

En poco tiempo, empiezan a sacar a la gente que queda en los pisos. Se trata de casas de techos muy altos, con arcos en las entradas y puertas... es muy común que la parte de abajo de las paredes esté cubierta de azulejos, de colores muy vivos.... auténticas obras de arte.

Una señora envuelta en una túnica baja llorando...

Mi hijo.... está ahí arriba.... no puede bajar...

La señora se derrumba, y uno de los soldados la sostiene...

Entretanto empiezan a llegar cubos de agua de la cadena humana que se ha formado desde el canal más cercano...

¿En qué piso vive usted?- pregunta uno de los soldados- Arriba del todo... -llora la señora- sólo hay una puerta

El humo es cada vez más espeso, y se oye el ruido de las llamas... cuesta respirar. Los soldados, viendo lo que has hecho, te imitan y se echan los primeros cubos de agua por encima...

Ves que te miran... a partir de ahora se dan cuenta de que estás yendo con ellos, y que has dejado de ser un ciudadano más... 

...A partir de ahora te recordarán

 No ze preocupe zeñora...

Alfred hace acopio de valor y tira escaleras para arriba. El calor es horrible pero el cubo de agua y su entrenamiento hacen que Ssergius quiera seguir adelante.

 El humo se introduce en los pulmones, haciendo imposible aguantar, y no digamos ver... pero tu entrenamiento acude en tu ayuda, y recuerdas que debes echarte al suelo para limitar el efecto de las llamas.

De esta manera puedes subir hasta arriba... los soldados se quedan atrás...

¿Dónde vas...? ¡Te vas a quemar, vuelve!

Arriba el fuego se ha adueñado del techo de la vivienda... sólo a gatas se puede pasar... 

Se ve una habitación borrosamente, y un cuerpo tirado en el suelo tratando de arrastrarse, pero demasiado débil para conseguirlo...

Para llegar hasta él, hace falta una hazaña casi sobrehumana, pues aguantar la respiración , el calor abrasador, y encima cargar el peso de un hombre adulto es demasiado...