Partida Rol por web

En las zonas limítrofes del distrito Hoàn Kiếm...

Finalmente llegó el día señalado. Los tres (Kazuo Fukuda, Nairobi y Yeng Ha) volvían al lugar de los actos para consumar el gran golpe que les había reunido por mediación de Bocas. Se encontraban en los límites del distrito Hoàn Kiếm en el que se desarrollaba toda la arcología de Hanoi. Se habían dentenido en el borde exterior para evitar despertar las alarmas de la seguridad privada cuya existencia así como su probada eficacia habían podido certificar días atrás.

En el ambiente flotaba una neblina que ganaba en densidad conforme se acercaban al lago, en la altura se replicaba otra neblina que distaba de ser igual de refrescante que la que les envolvía. Era la niebla tóxica que algún yanki bautizó como smog. Entre ambas nieblas, se divisaba la imponente construcción de SIGMA TECH^INC, y en algún lugar en medio de la misma sentían que estaba su compañero Brandon Lee, a la espera de la señal convenida para ponerse manos a la obra.

Habían estado los cuatro, a lo largo de varios días anteriores organizando preparativos y utilizando locales de diferente estrofa para reunirse. Se trataba de una forma de intentar despistar a quienquiera que les estuviera siguiendo la pista, si es que alguien lo hacía. Era un consejo que les había dado Bocas en cuanto le hicieron un adelanto de los acontecimientos. Alternaron bares, restaurantes, incluso lavanderías, el más raro de todos fue cuando Yeng Ha propuso ir a un local de té para reunirse, la mayoría no pegaban en aquel ambiente y desentonaban con los movimientos delicados que estilaba la joven practicante del Neobushido.

En todos aquellos lugares pusieron en común sus hallazgos¹. Brandon iba haciendo pequeñas averiguaciones con cada jornada laboral, pero no había efectuado el boicot al que se había comprometido con "su padrino" creyendo que en realidad era una herramienta desechable. Optó en su lugar por postergar su ejecución para hacerla coincidir con el día señalado. En las últimas horas había recibido tres mensajes impacientes que no dejaban lugar a dudas: no podía alargar más aquello.

Nairobi por su parte les mostró los planos fragmentados que tenía del edificio que estudiaron hasta que prácticamente fueron capaces de dibujarlos sin tenerlo delante, Brandon completó de palabra parte de la información que no disponían pero grosso modo tenían una visión del conjunto bastante clara así como de la ubicación del objetivo (los niveles superiores que exigían un nivel muy alto de acceso que Brandon tenía pero no querían usar sus credenciales para no comprometer su tapadera).

Por su parte tanto Kazuo como Yeng Ha fueron completando la información necesaria, consiguiendo listados de personal que necesitarían en el día grande y haciéndose con algunos juguetes que no vendrían mal en el gran día².

Tres, dos, uno, la hora había llegado³.

Me ajusté el mono de mantenimiento que llevaba puesto claramente molesta. Aun recordaba como al realizar las siguientes inspecciones, la seguridad fue aumentando, volviendo mi anterior acceso al edificio en algo poco menos que un suicidio. Claramente no iba a arriesgar mi vida así, no con la vida de Mimi en juego. Volví a dibujar su rostro en mi mente y a pesar del odio de sus ojos, sentí calor y la rabia remitió. Aun así, no me gustaba lo que había tenido que hacer para poder entrar.

Acceder por medio de Brandon no era una opción. Ya era difícil meter dos personas. Tuve que hacerlo y con ello, convertí una ventaja en un problema. Tuve que contactar con ese técnico, el mismo que aquel día me había amenazado con una herramienta y que yo misma había dejado inconsciente.

No fue tampoco una idea tan terrible, al fin y al cabo, descubrí que estaba a punto de delatarme. El problema fue tener que pedirle un favor. En aquel momento, con toda mi información comprometida, vi como él llevaba las negociaciones. Recordé como no había ido todo como hubiera deseado y recordé una vez más lo que ahora debía a aquel anciano pretencioso.

“Lo haces por Mimi”

Aun así, era un problema que debería ser resuelto, pero al menos consiguió meterme como empleada de mantenimiento de Nivel 2. Eso solo la daba acceso a unas plantas más por encima, aun muy lejos de los pisos superiores, pero al menos estaba dentro. Aguanté los gritos de un imbécil que creyó conveniente increparme por lo que según el, serían los errores que iba a cometer, después pude empezar con mis quehaceres. Activé el comunicador

- Estoy dentro, comienzo acercamiento –

Ahora tocaba abrir a mis compañeros hasta los primeros niveles.

—Estoy en posición —dijo Brandon desde la central de seguridad de edificio.

Le habían llamado allí para reparar un conector de datos que hacía que varias pantallas no mostraran bien sus capturas. Lo había preparado para eso y la idea surtió efecto. El equipo de seguridad, dos tipos con un buen uniforme de la empresa privada que Sigma Tech contrataba para su seguridad, estaban sentados en sus sillas tratando de controlar las cámaras.

—Buenas amigos... soy el técnico —les enseño su identificación—. Me temo que voy a tener que apagar el sistema unos minutos. Quizá podéis bajar a la cafetería mientras yo arreglo esto, ¿no creéis? Tardaré un rato

Brandon guiñó el ojo en señal de simpatía y sorbió la saliva que comenzaba a caer por el labio caído.

—Una vez lo arregle podréis hacer vuestro trabajo sin tocadura de cojones —carcajeó.

—No deberíamos —contestó uno de los vigilantes, más estirado y bastante pardillo para trabajar en aquel lugar, ¿buenas conexiones?. Los compañeros de Brandon podían escuchar claramente la conversación que estaba teniendo lugar, casi como si estuvieran allí. Aquello era posible gracias a los intercomunicadores que se implantaron en una clínica de Hanoi. El médico se jactaba de haber higienizado todas las herramientas pero sin embargo en donde les operaron tenía un sospechoso olor a animal que parecía entrever que no era técnico de implantes, y ni mucho menos médico... O al menos de personas.

—Mira tío, no vamos a hacer nada y ya sabes cuáles son los protocolos, aquí estamos todos investigados hasta el punto que saben si esta mañana te has cambiado los calzoncillos o no— le reprochó su compañero.

—Oye —dijo dirigiéndose a Brandon al que tenía por un don nadie en la empresa—. Vamos a tomar tu oferta, supongo que no tardarás demasiado así que bajamos a por un café helado y subimos, supongo que será cosa de reiniciar pero como siempre dicen que metamos el aviso.

—Bueno venga, nos llevará cinco minutos —concedió finalmente la primera voz.

Tras varios segundos se hizo el silencio, Brandon estaba solo y tenía muchos juguetes de vigilancia a su disposición.

—Tranquilos, ya meto yo el aviso por vosotros —dijo mientras tomaba posesión del equipo de vigilancia.

Primero intentó localizar la estancia donde guardaban el prototipo y evaluar su seguridad¹. Localizó la sala del prototipo en el nivel superior.

—Tengo visual del objetivo, estoy tratando de valorar la seguridad. Tengo poco tiempo —se escuchó como Brandon sorbía la saliva nervioso—. Kazuo, Yeng, reportad joder. Tenéis una ventana de cinco minutos para entrar por la puerta C. Nariobi, escalera 25. Si la alcanzas en una ventana de cinco minutos puedo abrirte desde aquí.

Por la cámara de seguridad vio a los guardias cogiendo ese café y emprendiendo la vuelta. Tenía dos minutos escasos para terminar.

—No tengo tiempo para poner en bucle las cámaras. ¿Alguno puede? Os puedo facilitar acceso franco si lo necesitáis. Espero instrucciones.

Mientras tanto, buscó por las cámaras donde podría estar la sala de pruebas. Allí tendría que localizar ese implante facial que tenía que sabotear²

Yeng Ha se encontraba en la sala de espera del complejo SIGMA-TECH, se encontraba con otras geishas que habían sido seleccionadas para el servicio de catering que YengHa pretendía ofrecer cuando se presentó en el hall de SIGMA-TECH, finalmente había contactado con la empresa privada que asistiria el evento, que casualmente se encontraba afiliada a la iglesia del NeoBushido.

Oyó la voz de Brandon pero no contestó. En su ropa interior presionaba una pequeña pieza, un chip diminuto, una copia bastante mala pero pasable del chip neural. Pham había asegurado a YengHa dos días antes haber conseguido imágenes del evento al que YengHa pretendía acceder, y en ellas aparecían imagenes filtradas de potenciales clientes que asistirían en sus presentaciones iniciales en las que podía verse el chip. YengHa pensó, que si podía hacerse con una copia visualmente parecida, de presentarse la ocasión tal vez pudiera dar el cambiazo.

Por el momento, solo pretendía asistir al catering, a la espera de una oportunidad de actuar, atenta a lo que percibieran los infiltrados ojos de Brandon

El tiempo apremiaba e iba saltando Brandon entre cámara y cámara con ayuda de un par de botones que lo facilitaban todo, aquellos terminales los hacían para idiotas. Las imágenes fueron sucediéndose mientras iban saltando alternativamente entre varias plantas, de pronto apareció una sala de espera en la que identificó a una irreconocible Yeng Ha, parecía que estaba operativa aunque por alguna razón no hubiera contestado. Siguió pasando hasta que de pronto localizó la cámara que buscaba, mostraba un laboratorio totalmente aséptico en la que la luz provenía de puntos muy seleccionados y de la propia mesa de estudio sobre la que se disponían las muestras, los subtítulos de la imagen lo confirmaban:

cam102

test room, fl48

Una vez dio al botón, la siguiente imagen que apareció era del mismo lugar pero con otro punto de vista que en nada se parecía al anterior. Pudo certificar que era un lugar extenso aquel, tal vez ocupaba toda la planta 48. Además se hacían ensayos y pruebas de diferentes productos que se habían implantado en personas, animales e incluso máquinas, de pronto lo vio. Allí estaba.

—Oye tú, ¿te has enterado del nuevo fichaje del Hanoi T&T? No me mola una mierda... —las voces al otro lado de la puerta le hicieron pegar un brinco por el sobresalto. Debía liquidar todo antes de despertar sospechas.

Comencé a moverme por los pasillos de servicio del edificio. Era curioso ver el contraste entre el lujo de las oficinas que estaban cara al público, donde el mármol, las luces y el colorido eran la nota común y las zonas solo para empleados de bajo nivel donde todo era metálico, alumbrado por simples leds blancos y el olor era de todo menos halagüeño.

Mientras recorría aquellos pasillos mi mente viajaba nuevamente a dos días atrás cuando me vi en la necesidad de buscar a ese maldito anciano. Dar con él no fue complicado, al fin y al cabo, no era ningún runner. Seguirle, para alguien con mis capacidades fue hasta casi demasiado fácil. Aun recuerdo divertida la cara que puso cuando, justo al entrar a su piso, aparecí detrás de él. Esa mezcla entre miedo y prepotencia de quien no quiere mostrarse vulnerable pero no puede evitarlo.

¿En qué momento perdí entonces el control de la situación? Tal vez fue mi soberbia, eso me hizo ser descuidada, confiada y mostré mis cartas demasiado rápido. Enseguida supo lo que necesitaba que él y lo crítico que era que me lo ofreciera. Muy pronto, comenzó a pedirme cosas y ni todas las amenazas que intentaba parecían convencerle de no ponerse pedigüeño. Al fin y al cabo, dedujo lo mucho que necesitaba su ayuda.

Al final no me quedó más remedio que resignarme y escuchar su petición. Cuando me la dijo, casi estuve a punto de rebanarle la cabeza allí mismo. Pero no podía y él lo sabía. Lo que me pedía iba en contra de todo cuanto creía pero si quería entrar en el edificio no me quedaba más remedio. Y necesitaba entrar en ese edificio, por Mimi, por ese alma que merecía salvación más que yo misma. Finalmente capitulé y acepté el trato. Le pedí más detalles.

No quería dinero ni información, quería algo mucho más básico. Quería que matara a alguien. Aunque intentó contarme una historia de traición y sufrimiento, leyendo entre líneas pude entrever la verdadera historia. Aquel anciano no solo era un prepotente, también un maltratador de mujeres y un ludópata. Eso hizo que la mujer a la que maltrataba le terminara dejando con la ayuda de un hombre que más tarde convirtió en su nuevo esposo. Los maltratos, unido a su indecente gasto del dinero familiar hicieron que no solo perdiera todo el dinero que les quedaba, sino que tuvo que pagar indemnizaciones.

En definitiva, todo lo que quería es que matara al hombre que había “empujado” a su mujer a volverse contra él y que colara ciertas pruebas en sus archivos para que todo pareciera que el divorcio había sido un complot para arruinar al anciano. Me indicó el objetivo, un trabajador de Sigma-Tech y me facilitó un Pen-drive con los datos falsos para colarlos en el sistema.

Y aquí estaba ahora, intentando realizar el mayor robo jamás perpetrado en una corporación y al mismo tiempo, rompiendo todo en lo que creía, sesgando la vida de un hombre inocente y arruinando la vida de otra solo para satisfacción de un desgraciado.

Pero tenía que hacerlo… Por Ella. Su sonrisa era todo cuanto me impulsaba ahora. Cuando me vi sin nadie frente a un terminal, me conecté al mismo e intenté ver donde se encontraba exactamente mi objetivo. Si quería que esto funcionara, debía realizar el asesinato hoy mismo. Así mismo, verifiqué en qué punto guardaban los uniformes de mantenimiento pues debía conseguirlos para que, una vez mis compañeros accedieran a las zonas “restringidas”, no fuéramos dando el cante.

- Chicos, estoy localizando donde guardan los uniformes y os espero al otro lado con ellos. Brandon ¿Podrás colarlos a las zonas internas? –

Mientras esperaba respuesta, seguía buscando información del objetivo.

—Confío en ti chaval.— dijo Kazuo por el comunicador mientras se dirigía hacia uno de los accesos de personal.

Había pensado entrar por la puerta principal para comprobar si realmente Brandon tenía tan controlada la situación como aparentaba pero pensó que eso sería demasiado. Así que se conformó con empujar la puerta de servicio y comprobar que estaba abierta. Y que el detector de armas no había sonado al detectar la pistola que llevaba bajo su chaqueta ni los explosivos que había en el maletín. Buen comienzo.

—Estoy dentro.

Había gente paseando por los pasillos de esa zona, sobre todo técnicos y personal de servicio. La seguridad no era demasiado alta y de momento el ejecutivo no quería jugársela. Se dirigió a una escalera de mantenimiento para ascender hacia el punto de encuentro intentando evitar encontronazos no deseados.

Se había comprometido Yeng Ha con la empresa de catering a abonarles las próximas cuotas que exigía la iglesia de la que formaba parte. Aunque una vía mucho mejor era la de hablar con sus superiores para que les eximieran de tal obligación por sus trabajos para con la iglesia, para ello debía ser el trabajo un gran éxito. No había margen para el fracaso.

Se encontraba Kazuo accediendo¹ cuando una voz sacó a Yeng Ha de su ensimismamiento:

–Me han dicho que eres buena en lo tuyo, la verdad es que no sé el qué es… Me conformo con que no la cagues –la recriminó antes de que pudiera decir nada, hedía su aliento a una mezcla entre tabaco y ambientador bucal– ¿Entendido?

Se trataba de Tuyet la supervisora que la habían asignado, morena de piel y algo bajita para los estándares locales. Se había pasado toda la espera hecha un revoltijo de nervios por el calibre del trabajo que estaban por hacer.

Sin esperar respuesta de la joven, se alejó un par de pasos y se dirigió a todo el equipo, unas dos decenas de personas que aguardaban pacientemente sin mirar sus terminales ni conectarse al Velo, algo que no era de recibo pues deterioraría la imagen de la compañía.

–¡Seguidme todos! Tenemos que dejarlo todo listo.

En ese momento escuchó varios ruidos a través del intercomunicador cuyo origen desconocía, hasta que escuchó la voz de Nairobi precediendo a los pitidos que emitía algún tipo de terminal al ser tecleado.

La juramentada seguía insistiendo mientras rascaba las teclas de una pequeña pantalla que se había desplegado arrojando una luz leve en aquel pasillo oscuro en el que estaba, el ambiente era húmedo y la temperatura estaba un par de grados más baja que en el exterior lo que convertiría aquello en una situación agradable salvo por lo que tenía entre manos. De pronto el terminal parecía no escupir más información emitiendo un mensaje: Esta operación sólo es posible realizarse mediante conexión con El Velo, ¿desea efectuarla?²

Ajeno a todo lo que sucedía Yeng Ha había sido conducida a la planta sótano donde se abría una sala diáfana, sin esperar a ningún aviso, los demás miembros del personal del cáterin empezaron a repartirse por la misma ocupando posiciones: empezaron montando un par de mesas plegables y sobre éstas varios dispositivos electrónicos que en conjunto conformaban una cocina portátil, después empezaron a abrir las misteriosas cajas con acumuladores energéticos y a sacar diferentes comestibles a cada cual más exótico que el anterior. Algunos de ellos no los había visto en su lugar, nada que ver con el Durian o la Jackfruit que eran lo más socorrido de cualquier mercado que se preciase de serlo en Hanoi.

–Tenemos que ir preparando la comida para el servicio –comenzó Tuyet con la fuerte voz que acostumbraba a utilizar–, después vendrá los Autocameriere a llevárselos para distribuirlo. Esto ha de ser perfecto, ¿entendido?

–Sí chef –gritaron todos al unísono.

Estaba dentro, ahora quedaba ver cómo podía escaquearse de todo aquello.

Cuando YengHa y el resto de muchachas uniformadas de geisha fueron a preparar la comida allí mismo, YengHa se extrañó en demasía. ¿¡Pero qué rayos era esto!? ¿Y porqué necesitaban un grupo de gente con quimono preparar la comida allí mismo? ¿Era algún tipo de FoodPorn? YengHa no le encontraba demasiado sentido, pero allí tan solo estaba perdiendo el tiempo. No obstante, en aquel momento solo podía esperar. 

Esperó a que algunos canapés empezaran a estar listos y tomando una de las bandejas la rellenó con un par de cada mesa

—¿¡Qué demonios te crees que estás haciendo!? ¿Y quien eres? —espetó Tuyet sin atreverse a acercarse a YengHa por miedo a desmontar o volcar los preciados y exóticos manjares que alegremente ella llevaba en su bandeja

—Le llevo una primera cata al señor Brankaznai, me indicaron que esperara junto a los robots, aunque mi cometido fuera dedicarme en exclusiva a él. Debe ser alguien muy importante — YengHa se tiró aquel farol, para que Tuyet entendiera que tenía un asunto más importante que atender. En cualquier caso, aquella "trabajadora" de cátering no estaba ayudando demasiado, y si no sabía manejar los ingredientes mejor era que se dedicara a lo que quiera que la hubieran asignado. La verdad, iba bastante más maquillada, por lo que no parecía realmente que tuviera que estar entre cuchillos y ahumaderas.

Cuando se estaba metiendo por las escaleras un guardia de seguridad vio a Kazuo y lo miró extrañado. ¿Aquel tipo tenía acreditación?¹

Cuando se aproximaba a la torre Kazuo iba dándole vueltas a como pasar el perímetro inicial. Paradojas de la vida: Brandon tenía liberada la parte más segura pero él tendría que ingeniárselas para cruzar el hall de acceso sin que lo echaran a patadas. Bueno, nadie le había regalado nunca nada ¿no?

Por suerte él siempre iba un paso por delante. La última vez que había usado una tarjeta de acceso había resultado un problema porque el paso era libre. Algo incomprensible en él cometer ese error. Últimamente su cabeza no estaba en su sitio: demasiados problemas, demasiados cambios. A veces tenía la sensación de estar sufriendo algún tipo de trastorno mental en el que múltiples personalidades pugnaban por llevar el control. Ya era muy viejo para esas tonterías, así que desechó esa idea.

Ahora repetía el truco de la tarjeta de seguridad sólo que se había asegurado de que sí que era necesario. Un desembolso económico considerable que esperaba que justificase esta misión. Eso y los favores debidos², claro. El primer guardia de seguridad que lo detuvo en el camino escaneó la identificación de forma maquinal. Kazuo esperó unos segundos con el aire ausente de quien tiene negocios que atender y está pasando por protocolos innecesarios. Por suerte el pase fue validado y el ejecutivo pudo seguir su camino hacia el interior. Una vez dentro Brandon se encargaba de lo demás...

Meterme en el velo no era de mis especialidades y si encima era para hacer algo que iba en contra de todo lo que creía mucho menos. Mediante dos enganches, me conecté físicamente al edificio, cerré los ojos y dejé que mis sentidos dejaran de transmitir, para centrarme solo en lo que los chips y las ondas podían decirme. Aunque mis ojos solo vieran negritud, podía sentirme rodeado de datos, de información. Es como si el mundo se mostrara realmente como era.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Sabía que esto era necesario pero no dejaba de parecerme espeluznante el nivel de control que podían llegar a tener sobre lo que percibíamos. Los brillantes muros solo eran metal opaco bajo una capa de Velo, las líneas de energía se movían no por cables físicos sino por esas energías que conectaban todo y que ahora eran visibles. Contuve la ansiedad como pude antes de ponerme a buscar, lo primer eran los trajes de mantenimiento, luego mi objetivo.

Lo primero fue fácil, en la misma planta donde estaba se encontraba lo que necesitaba, aunque no era una zona a la que tuviera acceso por lo que tendría que pensar bien como colarme. Lo otro, me resultó algo más difícil ¿Quizás porque en el fondo no quería hacerlo? Aparté esa idea de mi mente. Debía hacerlo.

Mientras Brandon aguardaba en silencio, las cosas comenzaban a no ir exactamente como habían planeado. Primero, en el sótano allí donde un equipo variado de mujeres con diferentes cualidades y estilos de vestimenta se estaban afanando en preparar unos aperitivos:

—Haces cosas demasiado extrañas —observó Tuyet mirándola con ojos inquisidores—. Siempre hemos preparado la comida y una vez terminen, es cuando hacemos nuestra aparición es la culminación del acto digestivo en el que autor y comensal se unen en uno mediante el acto...

Subrayó la última palabra entrelazando los dedos de ambas manos uniéndolas en una especie de abrazo manual. Las separó tras un segundo y en ese momento volvió a la carga inquiriéndola sobre lo que había dicho:

—En todo caso, ¿quién es el tal Brankaznai al que mencionas? No me han trasladado ninguna petición especial¹.

Una planta más arriba, Kazuo había detenido su avance ante la mirada inquisidora de uno de los de seguridad, no era un pitbull dopado de implantes como los miembros de la seguridad privada que escanearon su pase pero si no orientaba demasiado bien aquel encontronazo, aquello se iría a la mierda antes de empezar:

—A ti te vi antes... En mi anterior curro... —le dijo con un acento tosco mientras intentaba situarle—. ¡Hotia puta, tú eres el cabrón que cobraba la pasta para la Neo!. Ya estás diciendo por qué estás aquí ehhh—le exigió no sin llevarse una mano hacia la pistolera y la otra hacia el intercomunicador que tenía implantado junto a la carótida, por si tenía que dar aviso.

Había oído rumores, no de las habilidades del que tenía enfrente, si no de la virulencia con la que las utilizaba. Por eso era un hijoputa tan eficaz como los agentes privados al servicio de SIGMA TECH^INC. Debía cubrirse antes de que pudiera hacerle algo:

—¡Habla ya joder! —volvió a insistir sacando el arma de su funda.

Y otros metros más arriba Nairobi se encontraba enganchada al Velo, había utilizado las conexiones del edificio para focalizar la información de manera directa. En ese momento sus ojos estaban vidriosos y miraban más allá de la propia realidad.

Durante su primer conexionado vio durante un par de fogonazos el edificio tal y como era, o al menos cómo era donde se encontraba en aquel momento: sucio, húmedo y con restos de heces de rata por el suelo. Y es que la inversión en tecnología de Velo era fuerte incluso en aquel lugar, no sólo lo habían aplicado en las zonas más nobles, habían ido incluso más allá cubriendo con el Velo de las mentiras incluso aquel rincón, como si quisieran tapar y ocultar sus propias vergüenzas para distanciarse de la imperfección humana:

La mierda siempre huele mal, incluso en las mejores personas. 

La realidad mixta de datos enseguida la situó donde la ropa de los de mantenimiento: a apenas un centenar de pasos en la misma planta, sin embargo no pudo definir exactamente cuál era la sala correcta de todas las que había en ese área³.

Empujó más y más buscando conocimiento, supo entonces la Juramentada que todas aquellas estancias estaban destinadas para los invisibles de SIGMA TECH, invisibles como el viejo que la había metido allí. De pronto la imagen mental que se había formado buceando en la realidad mixta mutó en colores y formas para mostrar el rostro de aquel vietnamita tan amenazador como el día de su primer encuentro. No tardó en verse sustituida aquella fea faz por el de un Daremo más oscuro del que recordaba, estaba juzgándola con la misma dureza que empleó para expulsarla para acabar retirándose la máscara que le conectaba con el Velo que envolvía todo Hanoi.

Entonces lo vio, el inconfundible rostro de Mimi, más mancillado y con la misma mirada de ira que la gritó las palabras que no habían dejado de acompañarla:

¡Monstruo!

Brandon torció el gesto cuando escuchó las voces de los guardias que volvían al lugar.

—Abandono el puesto de seguridad, a partir de ahora estáis solos durante unos minutos. Os sigo escuchando.

Y entonces la puerta del puesto de seguridad se abrió y entraron los dos tipos hablando de alguna suerte de deporte que Brandon no conocía. Reseteó la cámara que enfocaba a la planta de pruebas y la enfocó a la planta principal para que los tipos no supieran qué había estado mirando.

—Justo a tiempo —dijo levantándose de debajo del panel de control y limpiando sus manos de una suciedad invisible—. Ya lo tenéis como nuevo. A ver lo que os dura esta vez.

Según soltaba la última frase Brandon salía por la puerta en dirección al ascensor para la planta 48. En su pecho lucían la identificación como trabajador de SigmaTech así que, una vez el ascensor abrió sus puertas en dicha planta, Brandon levantó la vista para tratar de orientarse según había visto en las cámaras. El prototipo debía de estar en algún sitio de esa planta así que tomó aire y comenzó a caminar con confianza como si supiera donde estaba¹. Tenía que dar la impresión de que había estado más veces allí. La gente solo pregunta si ve las dudas en el rostro y Brandon trataba de disimularlas a toda costa.

Ni siquiera lo pensé sino que actué guiada por el terror. Cogí los cables con los que me había conectado de manera más directa al edificio y tiré de ellos violentamente. El rictus de mi cara había quedado congelado en un grito que apenas pude contener. Mis ojos muy abiertos, aun veían frente a mi la imagen de Daremo y de Mimi ¿Habían sido una ilusión? ¿Datos corruptos en una red masificada? ¿O había sido otra cosa? ¿Por qué hacía esto? Mi respiración era agitada y mi corazón latía con velocidad totalmente desbocado.

“Monstruo”

Caí de rodillas al suelo y golpeé el frio metal con el puño.

“Lo hago por ti. Solo por ti”

Levanté la vista y caí hacia atrás al volver a ver la imagen de Daremo frente a mí. Golpeé con la espalda en la pared, pestañeé y ya no estaba ¿Me estaba vigilando? Mi pulso tembló mientras buscaba un punto de apoyo para ponerme de pie. Debía relajarme, estaba poniendo en riesgo toda la misión. Volví instintivamente la mirada hacia el punto donde había visto a mi maestro, como si esperar volver a ver su inquisitiva figura. Pero no había nada.

Me tomé unos instantes más para intentar centrar mi mente. Fuera real o no, ya no podía dar marcha atrás. No había localizado correctamente el almacén, pero sabía que estaba en la planta. Podría volver a conectarme y…

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No estaba preparada para volver a enfrentarme a esas visiones, debía hacerlo de otra forma. Entonces se me ocurrió una idea, no sería la mejor pero era a lo máximo que ahora me atrevía a llegar. Me sujeté la manga del traje con fuerza y usando los servos del mismo hice fuerza para rasgarlo. Con el mono roto, me puse en pie y comencé a moverme por el lugar.

No tardé en encontrarme con alguien del servicio, un tipo menudo de barriga prominente que me miró extrañado.

- Perdona amigo, soy nueva por aquí y me he reventado el traje – Le señalé la manga - ¿Dónde puedo ir a por otro? –

A pesar de todo, solo podía sentir vergüenza de mi misma.

Kazuo asintió al guardia.

—Claro que me has visto antes. Y ahora no me estás viendo. En serio: hay dos maneras por tu parte de enfocar este problema. La primera es la que estás a punto de usar y creo que no es buena idea. Piénsalo un momento: vas a tener que informar de algo y que te hagan caso, a la par que probablemente desenfundar el arma para intentar reducirme. Eso conlleva unos riesgos muy altos de acabar muerto de varias maneras. La primera y más evidente es que yo sea más veloz que tú desenfundando, y creéme que he entrenado en tatamis muy exigentes, y te vuele la cabeza. Eso sería lo mejor porque la segunda es que me mates pero los de la Neo-Yakuza, tras analizar el fallo de mi misión y ver que no me pueden castigar vayan a por ti. En ese caso querrán asegurarse que ningún otro guardia vuelve a hacer una estupidez semejente y probablemente aparte de matarte a ti matarán a toda tu familia. ¿Tienes hijos? ¿Hijas? Una hija. Tu gesto lo ha revelado. Eso es mucho peor. Probablemente le hagan algo muy feo a tu hija. Y te harán mirar para después, cuando terminen, matarte.

Dejó que el guardia asimilase todo lo que estaba diciendo. Kazuo seguía frente a él. Las manos a los lados del cuerpo, el maletín en la izquierda. En la derecha la hoja preparada. No iba a desenfundar ningún arma, si tenía que ser sería algo más personal. Una cuchilla en el abdomen. Pero eso el guardia no tenía por qué saberlo. Lanzó un suspiro y continuó:

—La otra opción es una transferencia a tu cuenta por no haberme visto. Nadie me ha detectado. Te has encontrado conmigo por pura casualidad. Si hago lo que tengo que hacer nadie podrá culparte y tú dentro de una semana, cuando todo haya pasado, serás un poco más rico gracias a una transferencia personal de un familiar fallecido. Una herencia. No demasiado, que tampoco estamos pidiendo que mates a alguien, sólo que mires hacia otro lado. Desde mi punto de vista creo que la oferta es de esas que no se pueden rechazar. Y créeme: he estudiado finanzas. Pocas veces tienes una oferta tan buena: plata o plomo, tú eliges.

Sonrió con la tranquilidad de quien ha realizado esta oferta cientos de veces y conoce bien a sus oponentes.

Mantuvo Brandon su mirada al frente mientras iba derecho hacia lo que creía que era su destino. Pasó por una larga sucesión de laboratorios cuyas vidrieras se abrían al pasillo mostrando todos su secretos con una rápida ojeada que reforzaban el papel que estaba interpretando.

Así fue yendo de un lugar a otro ayudándose de lo que veía como puntos de referencia, hasta que finalmente llegó a su destino. El laboratorio de pruebas que había visto por las cámaras de vigilancia, blanco inmaculado con una luz sencilla pero intensa que se reflejaba en el suelo, paredes y muebles. Escudriñó entonces a través del cristal y lo vio allí: su objetivo situado a dos mesas de la entrada la cual apenas era una puerta de vidrio con un panel lector de tarjetas.

Hasta aquel momento había tenido acceso a cuantos lugares se había desplazado, cierto era que tampoco había sacado los pies del tiesto. Nadie que viera aquel momento en las cámaras podría decir si dudó o si lo que lo movió era la impaciencia porque la puerta no se abriese.

Access denied

Unas letras luminosas de color rojo se dibujaron sobre la superficie de la puerta.

—¿Se puede saber qué haces? —preguntó entonces una mujer bien entrada en la cuarentena, era asiática pero no vietnamita. Sus ojos eran implantes a tenor del estraño brillo azulado que desprendían.

—Nunca te había visto por aquí señor... Lee —dijo finalmente una vez leyó la identificación, al aproximarse para leerla sus ojos emitieron un extraño fulgor y unas marcas negras se dibujaron brevemente en su rostro para desaparecer tan rápido como aparecieron. Pareció tranquilizarse al saber que al menos estaba identificado—. Si no se marcha avisaré a seguridad...

Idéntica suerte parecía estar corriendo Nairobi, su reciente experiencia sináptica la había dejado al borde del llanto, su sistema parecía haberse sobrecargado provocándola subidas de corriente que la recorrían¹ el brazo con determinados movimientos haciendo que un leve hormigueo se asentase en la yema de sus dedos.

Seguía sintiendo esa incómoda sensación cuando el barrigudo la contestó. Todo en él era anodino menos su prominente abdomen que había atraído toda su atención:

—Sí es... Bzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

No alcanzó Nairobi a escuchar más pues un zumbido doloroso golpeó de lleno su oído implantado provocando un leve goteo de sangre. De pronto silencio...

—¿Estás bien? —preguntó el barrigudo pero sólo lo escuchó por su otro oído. Como si no hubiera encadenado suficientes desgracias.

La tocó entonces su interlocutor con aparente preocupación sin embargo la joven no pudo evitar notar que en aquel momento no parecía tener interés por su salud, si no por intentar adivinar lo que se vislumbraba a través del roto que se había hecho.

Un par de plantas más abajo, un guardia sonreía porque tenía el arma y Kazuo no, eran matemáticas para críos.

—Te veo muy seguro maldito... ¿Sabes dónde estás? —parecía que el ejecutivo no le había convencido—. No sé una mierda de tus asuntos, pero sé lo suficiente como para saber que SIGMA TECH^INC y la maldita NeoYakuza están compitiendo por hacerse con el mercado. ¿Vienes a chantajear a alguien? ¿A robar algo?... Me la jugaré.

Entonces pudo advertir Kazuo cómo los músculos de aquel pazguato se tensaban, su experiencia le había enseñado que había dos tipos de personas, las que acostumbraban a matar... Esos eran los jodidos, impredecibles cuando lo hacían. Y los pazguatos como él, ellos dudaban antes de disparar y eso se notaba en cómo tensaban sus músculos antes de apretar el gatillo, algunos no lo llegaban a hacer nunca pero... ¿Merecía la pena esperar a descubrir si era de éstos últimos?

El dolor era punzante y me taladraba la cabeza. No pude evitarlo, me llevé las manos a la cabeza y cerré los ojos intentando resistir semejante dolor. Mientras la intensidad crecía, flashes de imágenes saltaban en mi cabeza, una niña en medio de la calle, llorando. Mimi llorando mientras intentaba que no la metieran en el coche patrulla, Una víctima abierta en canal, un accidente de coche, el rostro inquisitivo de Daremo.

Sentí una mano tocándome y reaccioné por instinto, la mano se movió rápidamente y agarró al sujeto que me había perturbado. Se la retorcí, oí su grito, con la otra mano cogí la espada y finalmente le practiqué un tajo en el cuello. El cuerpo del pobre infeliz calló al suelo justo a tiempo de que el dolor comenzara a remitir.

Fue entonces, recuperando el enfoque y cuando recuperé la respiración que tomé conciencia de lo que había hecho. Había matado a un inocente.

“Oh, no”

Miré a todos lados, pero por suerte no había nadie. Sin embargo, ahora tenía un problema aun más grave, pues me encontraba en medio de un pasillo con un cadáver. Y no podía irme sin más, si lo encontraban, darían la alarma y la seguridad se pondría el alerta imposibilitando nuestra misión.

Cogí el cadáver por el brazo y me lo colgué a horcajadas a la espalda, tenía que encontrar rápidamente un sitio donde dejarlo antes de que todo se fuera al infierno. Mi corazón latía con fuerza y me di cuenta de que estaba nerviosa. Esta misión no era para nada como otra que hubiera hecho. Todo estaba saliendo mal. Tenía que tomar el control de la situación y control el temor que parecía atenazarme.