Partida Rol por web

Kazuo no dijo nada. El tiempo de hablar ya había pasado. Se movió como un relámpago y antes de que el guardia pudiera saber que sucedía el ejecutivo estaba a sus espaldas, ni siquiera pudo girarse cuando sintió la cuchilla que salía de donde debería estar el meñique  y cerró los ojos pensando que su vida se terminaba allí. Unos latidos después se dio cuenta de que seguía vivo. Kazuo lo inmovilizaba firmemente mientras mantenía su cuchilla contra la yugular. Un solo movimiento y dejaría de respirar.

—Escúchame bien: estás vivo porque aunque yo sea un peón de la Neoyakuza tengo libre albedrío y estoy harto de tanta muerte. Podría acabar contigo ahora mismo y seguir mi camino pero te voy a dar una oportunidad de esas que no olvidarás.

El ejecutivo sentía el miedo y la confusión que transpiraba de su presa. Ni él mismo estaba seguro de por qué estaba haciendo aquello. ¿Era la misión? ¿Era el recuerdo de su hija y el pensar que este idiota podría tener alguien a su cargo que lloraría cuando recibiese la noticia? Sentía el cansancio de una herramienta que empezaba a agotarse con el uso. Quizás cuando todo terminase pudiera retirarse de alguna manera. Recoger a Suong y perderse en algún sitio donde no llegasen las garras de sus jefes. Era un sueño absurdo pero al menos era su sueño, no el sueño inducido por alguna maldita megacorporación.

Daba igual. Aquel gusano seguía vivo porque durante unos segundos Kazuo se sintió libre. Aflojó un poco la presa:

—Voy a soltarte y tú vas seguir tu camino.

Le quitó el arma en el mismo movimiento que lo soltaba y vacío el cargador, guardándoselo en su chaqueta.

—Te regalo la vida. No seas tan estúpido como para malgastarla.

Se quedó mirando a aquel individuo, esperando que bajase las escaleras. Luego recogería su maletín y seguiría ascendiendo.

Brandon estaba nervioso y miró a varios lugares de aquella enorme planta buscando una solución rápida. Pero la mirada inquisitiva de aquella mujer le intimidaba.

—Verás Ayumi —dijo tras mirar su identificación—. Soy el nuevo técnico. Empecé hace una semana y me han pasado una orden para revisar un prototipo de esta sala. Mira, aquí lo pone.

Levantó un terminal móvil que tenía colgando de la cintura donde Brandon había dado de alta la tarea cuando salió de la sala de seguridad. Llevaba una semana trabajando en aquel lugar y había conseguido saber cómo funcionaba ese cacharro.

—Pero estoy teniendo problemas con mi acreditación... tengo que bajar a seguridad a que me lo arreglen pero tengo mucho trabajo hoy y no he tenido tiempo aún. Estoy de pruebas, ¿sabes? Y no quiero dar demasiados problemas. Necesito este trabajo. ¿Me harías el favor de abrirme la puerta? Te prometo que luego bajaré a que me arreglen el problema de mi tarjeta.

La respiración de Brandon estaba acelerada y la mujer pudo notarlo. Quizá simplemente era el miedo a perder el trabajo o quizá Ayumi sacara otra conclusión.

No tardó Nairobi en encontrar un sitio donde deshacerse del cadáver que portaba, o al menos que permitiera disimularle por los suficientes minutos como para que les diera tiempo a cumplir su misión. Sin embargo, una vez salió del cuarto advirtió que su ropa que antes estaba lo suficientemente manchada como para disimular ser una trabajadora, incluía nuevas manchas de sangre en su hombro y parte de la espalda.

No colarían como gajes del oficio.

Afortunadamente, estaba cerca de la zona que cuando conectó con el velo identificó como el área privada de mantenimiento. Allí podría solventar el problema¹.

El movimiento de Kazuo descorazonó a su oponente haciéndole alejarse un par de pasos hasta que volvió a sentirse aunque insignificante, seguro:

—¿Por qué? —preguntó, no lo había entendido. Al obtener tan sólo una mirada vigilante por respuesta, no supo qué más hacer salvo mirar por unos segundos en derredor sin saber qué hacer hasta que finalmente decidió marcharse:

—No he visto nada.

Parecía que sabía valorar las oportunidades que le daba la vida².

—¡Ya lo creo que me vas a deber una gorda! —le contestó con la risa más falsa del mundo mientras acercaba su propia tarjeta al lector—. Cuenta con ello señor Lee. Sin embargo, tengo curiosidad... Profesional por saber en qué estás trabajando. ¿Me lo enseñas? Puede servirme para futuros proyectos.

Se adentró entonces en la sala y le dedicó una sonrisa con la peor de todas las conclusiones:

—Al fin y al cabo, somos un equipo, ¿no?

Brandon arqueó las cejas.

—Sí, claro... un equipo —dijo entrando por la puerta que acababa de desbloquear Ayumi—. El caso es que el proyecto no es mío pero me han pasado una orden para revisar un procedimiento que no funciona del todo bien. Se trata de un implante facial, Facecom creo que lo llaman. Mejora las capacidades de comunicación y la empatía, ¿sabes? Es un invento revolucionario. Oh, mira, ahí está.

Habían llegado a un mostrador donde descansaba el Facecom. Aparentemente era una fina máscara que llegaba desde la parte inferior de las cuencas oculares hasta la mandíbula. Estaba preparado para su implantación subdérmica pero, con ciertos retoques, también podía implantarse en sustitución de los propios huesos de la cara o por encima de ellos, como una máscara.

Brandon se acercó a echarle un vistazo. El implante era maravilloso y el catabolista no había visto nada igual nunca. Lo cogió con sus manos y se dirigió al banco de pruebas. Allí había varios humanos sintéticos donde se podían probar los implantes. Brandon lo colocó sobre la cara de uno de ellos y su ojo se empezó a mover hacia distintos lados. Cogió uno de los pequeños destornilladores que había sobre un banco de trabajo y levantó una tapa de cromo que había detrás del implante. Durante unos instantes estuvo hurgando por las placas de control del objeto. En unos minutos hubo terminado y cerró de nuevo la tapa de cromo. Había introducido una derivación en los paneles de control de manera que, aleatoriamente, el implante emitía cierta corriente eléctrica que se derivaba a su portador haciéndolo que molestara.

Mientras tanto Brandon hablaba con Ayumi.

—¿En qué departamento trabajas Ayumi? —preguntó mientras trabajaba en el objeto—. Oh mira, aquí debe de estar el fallo, ¿me sujetas aquí un instante? —dijo ofreciéndole la tapa de cromo—. Este implante es fascinante, estoy seguro de que va a reventar el mercado. ¿Te imaginas que gente como yo, con problemas faciales, puedan empatizar con la mayoría de la población, infinitamente superficial? ¡Es una revolución!

Tuyet titubeó, no parecía conocer demasiado bien los vicios de los que allí iban a atender y tampoco quería tratar con ellos por lo que si realmente YengHa era una clase de intermediaria, esto le podía venir al pelo - Está bien, pero no te puedes mover por ahí sin más, hasta los autómatas llevan un chip identificativo - Sacó una tarjeta de su bolsillo. No parecía tener muchas, y se la colgó al cuello a la extra-maquillada y bien arreglada YengHa - Con esto podrás pasear.  

Tuyet se acercó a espetar a una de las vietnamitas - LiuXué prepara dos bandejas degustación

Yeng Ha ayudó a Liu Xué a preparar esas bandejas y con la diligencia y el decoro típico de sus ceremonias religiosas y presentaciones al Daimyo, salió con la bandeja, buscando el primer hueco del pasillo en el que no hubiera nadie para pulsar sobre el lóbulo de su oreja y susurrar- ¿Posiciones?

Un mensaje de Yeng-ha llegó a mi oído.

- ¿Posiciones? -

Desde mi posición, semi-oculta por una columna activé el comunicador.

- Tengo en frente el almacén de monos de mantenimiento. En breve tendré ropa para que todos podáis pasar desapercibido por las zonas prohibidas. Eso facilitará la sustración e incluso dar explicaciones si nos pillan donde no debemos. ¿El resto? Mantengo el silencio hasta haber obtenido la ropa. –

Me asomé nuevamente y miré la zona, una sala semi circular, con un par de mesas, unas sillas y en la pared del fondo un mostrador y atendiéndolo…

“Oh vamos, no me jodas”

Otro maldito autómata se encargaba de la sección. Eso complicaba el acercarme tal cual estaba. Su ojo analítico vería las manchas y las identificaría antes de poder decir nada lo que le haría dar la alarma. No podría entrar sin más y matar otro autómata, sobre todo uno en una zona tan transitada llamaría enseguida la atención. Tampoco tenía tiempo para pensar una plan elaborado ni para buscar otra entrada. 

Entonces vino a mi mente el recuerdo de la entrada del templo de mi orden, de como Daremo podía aparecerse como quería donde fuera… y como podía ocultarse si lo deseaba. El velo, la imagen que impedía ver la realidad, me habían demostrado mil veces que era como una cortina, había un lado, el que todos veíamos y el otro que era el oculto pero si uno se lo planteaba… podía pasar al otro lado… volviéndole invisible a los ojos de los demás.

Era una locura, algo que nunca había hecho y solo había visto, pero la situación lo requería. Cerré los ojos, no era necesario pero me ayudaba a concentrarme y activando los chips que tenía implantada en el mi cuerpo, busqué conectarme al velo, pero de manera general pues debía influirlo por completo. Al principio, la información de siempre me fue llegando, publicidad de productos, indicaciones de la zona, normativas, restricciones, pero lo ignoré todo. Necesitaba ir más allá-

Fui arañando capas del velo y me iba hundiendo aun más en ella. Entonces vi la realidad como ya lo hiciera antes, sucia, apagada y muerta, pero no quería verla, quería estar en ese lado. Por lo que me seguí hundiendo aun más en el flujo de datos y fui viendo cosas que nunca antes había visto. Personas, transacciones, información más personal. Pero aun debía llegar aun más lejos. Fua atravesando capas, al final la información se terminó convirtiendo en datos simples, números, letras. Pero no era suficiente. Entonces solo vi ceros y unos, el nivel más básico… y me lancé de cabeza más allá de ello. Y de pronto, todo negro. ¿Lo había conseguido?

Abrí lentamente los ojos y tuve que contener la respiración. Veía la realidad, pero no como antes, a través de una pantalla o un espejo, sino tal como era. Una sala sucia, oxidada y llena de fijaciones y en el centro, Un aparato tieso. La forma real del droide. Pero no tenía nada que pudiera usar para analizar esa realidad. Al fin y al cabo, no era necesario que los autómatas pudieran ver esa realidad. Lo había conseguido, era invisible.

De pronto un chispazo saltó por el conector que antes dañara y por un instante volví a ver la realidad que el velo quería mostrar antes de volver al otro lado. A pesar de todo, una calma me invadió, solo calma. Todo era calma.
 

Kazuo vio partir al guardia. Le había regalado la vida. Quizás ahora no lo comprendiese pero puede que en el futuro otra persona sobreviviese por aquel mismo motivo: porque el  guardia entendiese lo que ahora sentía el ejecutivo. La rueda del karma podía girar de muchas maneras.

Lo dejó marchar y recogió su maletín cargado de explosivos. Era muy probable que aquella fuera la última vez que se pudiera permitir un acto así. El juego tenía ahora un riesgo mucho mayor. ¿Cómo le había dicho al Bocas aquella vez? Bienvenido a la liga de los grandes. ¿Y qué podía ser más grande que Sigma Tech?

Ahora tocaba dejar de jugar y pensar las cosas en serio. Miró su reloj y comprobó que estaba a punto de abrirse la ventana de tiempo que amablemente Brandon había conseguido para que cumpliesen su misión. Miró las escaleras y comenzó a subirlas a toda velocidad.

No había tiempo que perder.

Mientras Brandon exponía las funcionalidades del nuevo modelo de la máscara neural que SIGMA TECH sacaría al mercado, Ayumi asentía con sumo interés mientras veía lo que le explicaba sin ser consciente de los apaños y retoques que iba haciendo al producto¹.

—Una herramienta muy interesante la que usas —reconoció valorando la omniherramienta—. Supongo que cada maestrillo tiene su librillo.

Tomó la tapa de cromo que le tendían y contestó a la pregunta que le lanzaron acerca de su departamento:

—Diseño y desarrollo. Soy parte de los frikis que se dedican a convertir en algo físico una idea, ya sabes todo ese aspecto físico, ergonomía, esas cosas. En mi caso, trabajo bocetando para después modelar tridimensionalmente el aspecto externo. Éste no lo conocía —puntualizó señalando al equipo con el que trabajaba el vietnamita—. Mira, pues eso que comentas de los problemas faciales... En parte es mi rol, tú haces que funcione, yo hago que si su misión es integrarse para dotar de un aspecto más —pensó durante varios segundos una palabra que no resultase ofensiva—. ¿Discreto? Sí, discreto si el producto lo exige. En otros sin embargo lo que se buscan es que se sepa que es un producto nuestro, un SIGMA TECH.

Permaneció unos instantes más en silencio hasta que parecía que todo estaba por llegar a su fin:

—Pues muchas gracias señor Lee, por la experiencia. Tengo que volver a mi puesto —dijo despidiéndose mientras le devolvía la tapa de cromo y le dejaba a su compañero terminar con los trabajos².

Con la inmersión pudo ver Nairobi, que aquel droide había sido programado de manera chapucera: no tenía aparentemente ningún sensor que le permitiera identificar lo que sucedía a su alrededor. Pudo fijarse también en que su aspecto era tosco y distaba de las elegantes líneas de diseño que había presentado hacía apenas un momento, si tuviera que buscar una similitud, sería la de un viejo cubo de basura, con sus estrías y sus abollones.

—¿Cuál era su forma de funcionar?— se preguntó la intrusa hasta que lo vio: el dispositivo estaba continuamente retroalimentándose de la información del Velo. Aquella matriz de datos que conformaba el Velo informaba en tiempo real lo que sucedía en su nube para que, los equipos conectados de esa manera actuasen en consonancia. 

Al haberlo hackeado, dependía de una funcionalidad más básica, que no existía. ¡El plan había sido un éxito!

Echó a correr entonces la Juramentada por el pasillo ignorando a aquella masa de metal, en dirección a donde tenía identificados los trajes de mantenimiento cuando de golpe sintió una repentina punzada de un dolor¹ que por la impresión la hizo desplomarse contra el suelo. 

El piso era áspero y húmedo, de pronto se hizo suave y seco, otra vez volvió a ser áspero... Alternó varias veces entre ambos estados mientras la imagen del velo titilaba a sus ojos durante varios segundos hasta que el Velo acabó por imponerse a la realidad. Volvía a estar atada a un mundo forzadamente confortable.

Unos metros más abajo Yeng Ha llevaba varios metros recorridos buscando el momento idóneo para esfumarse aprovechando la ventana que les había abierto minutos atrás Brandon, si no tomaba una decisión rápida perdería la oportunidad. Giró nuevamente por otro pasillo para encontrarse con otro agente de seguridad que la dejó pasar tras un rápido vistazo tanto a ella como al contenido, el ir vestida como una furcia la abría más puertas de las que le había abierto su religión. Avanzó unos cuantos metros más por el pasillo, era similar a los que había recorrido hasta aquel momento, sobrio con una iluminación indirecta que recorría el contorno del mismo como único detalle decorativo, sin embargo en aquel momento no estaba para preguntarse el significado de los distintos colores que había ido viendo, buscaba algo con premura, hasta que de pronto... ¡Encontró una oportunidad! Tenía próxima una vía de escape en forma de puerta de servicio y no había ojos en su cogote. De un rápido y grácil movimiento la abrió para meterse en su interior antes de que nadie advirtiese que había desaparecido por arte de magia.

La puerta se cerró con suavidad, hasta que sintió un empellón de un tipo fuerte que la plantó una cuchilla en la yugular, era Kazuo quién creyéndose sorprendido atacó, acabó por aflojar la presa tras mascullar una maldición².

—Podría haberte matado chiquilla.

El ejecutivo recuperó la calma y señaló las escaleras ascendentes.

—Iba de camino a la reunión. Como tú, me imagino.

Sonrió y siguió subiendo, esperando que la muchacha lo siguiese.

Cuando comencé a levantarme, de vuelta ya a esa “realidad” que nos habían obligado a vivir, tuve que tomarme unos segundos para recuperar la respiración. Aquel dolor casi había acabado conmigo y pareciera que en mi cabeza había cien locos golpeando con martillos. Me llevé la mano a la oreja y sentí algo caliente y húmedo que resbalaba por ella. Lo rocé con los dedos y me lo puse en frente para ver que era. Sangre. Mi sangre.

Mi sistema sináptico que me mantenía conectada al velo estaba dañado y si no andaba con cuidado con su uso, podría llegar a matarme. Sabiendo eso, supe que debía andarme con mucho ojo en cuanto a seguir jugueteando con el Velo.

Pero al menos el plan había funcionado, me había “Vuelto invisible” y ahora tenía todos los trajes de mantenimiento que necesitara. Cogí uno de mi talla y otros tres para mis compañeros y partí rápido de allí. Fue extremadamente fácil ya que, como no imaginaban que nadie pudiera pasar dentro sin el permiso dl droide, no le habían programado para verificar las “Salidas” del lugar, pude hacerlo caminando y con calma.

La vista aun la tenía borrosa y todavía podía sentir los pinchazos en mi sien. Activé el comunicador en cuanto verifiqué que estaba sola.

- Ya tengo los monos de mantenimiento. Voy al punto de reunión –

Una vez avisados todos, comencé a moverme.
 

—Muy interesante tu trabajo, Ayumi. Un día, si te parece bien, tomamos un café juntos y charlamos. Nunca está de más la retroalimentación entre departamentos —dijo Brandon antes de despedir a la mujer.

Había terminado con el trabajo accesorio y ahora tenía que juntarse con el resto del grupo. Estaban muy cerca de su objetivo final y algo recorría la espalda del catabolista. Abrió de nuevo la comunicación.

—¿Cómo váis? Me dirijo hacia la sala de mantenimiento de la planta 48. Creo que deberíais de poder llegar por las escaleras. Hay una puerta de seguridad que necesita identificación pero yo puedo abrirla desde dentro.

Brandon lo tuvo más fácil diciéndolo que sus compañeros haciéndolo¹: estaban en un quinto y tenían que subir hasta la planta 48.

Empezaron con mucho ahínco sin embargo, tardaron poco en comprender que aquella empresa era más complicada de lo que parecía a priori. Buscaron entonces adelantarse a los acontecimientos para ver lo que tenían por delante: contaron los escalones que tenían en una sola planta y lo extrapolaron con una sencilla operación para descubrir que todo el recorrido iban a ser... ¡774 escalones!

Podía pasar de todo a lo largo del recorrido². 

—Joder... tendría que haber pillado el ascensor.— comentó cabreado Kazuo mientras empezaba el ascenso todo lo rápido que podía¹.

El ejecutivo se mantenía en buena forma para su trabajo pero no dejaba de ser una buena tirada, encima cargando con el maletín de explosivos.

Yeng observó a Kazuo con cierta impasividad cuando sintió la cuchilla en su cuello, de hecho, los ciberimplantes de defensa de su cuerpo estuvieron a punto de dispararse de no ser por la calma que siempre invadía a YengHa. Observó sin comentario alguno a Kazuo, entendiendo lo futil de decirle que quizá el que ha estado a punto de morir... era él.

YengHa iba maquillada hasta lo imposible, sus cejas estaban depiladas y repintadas y sus labios pintados de forma minimalista, dejando resaltar el maquillaje blanco que dejaba su cara convertida en un enorme lienzo blanco. En sus manos llevaba una bandeja de deliciosos canapés de diseño que tendió a Kazuo por si deseaba algo de comer, cogiendo uno y metiéndoselo entero en la boca para no levantar el maquillaje

Asintió y observó el montón de escaleras, se ajustó la parte alta de su hakama y empezó la ascensión con cierta impaciencia y nervios, deseando que todo saliera bien y poder estar fuera de allí cuanto antes.

Las escaleras resonaban con cada paso que propinaban los tres de manera desordenada...

En los primeros metros de ascenso nadie se fijó en nada que no fuese el pisar correctamente cada peldaño. Más tarde, el color de las paredes de aquel núcleo de escaleras atrajo su atención: un tono blanquecino que contrastaba con el tono gris de las escaleras. También vieron entonces en que no se advertía mácula alguna en los peldaños como si se hubiera construido toda la escalera de una sola pieza.

Después de diez pisos, el paso se había ralentizado y ningún detalle escapaba a su percepción, como que lo único que interrumpía la monotonía de las paredes blancas y el suelo gris, era la hendidura que se marcaba de vez en cuando en las paredes delatando la presencia de una puerta.

Llevaban las dos terceras partes del recorrido ascendido cuando lo oyeron y se detuvieron: pasos que venían desde arriba¹.

Cargando una bolsa con la ropa, había comenzado el ascenso por las escaleras hasta el punto de reunión. Pronto escuché ruido bajo mis pies, pero tras arriesgarme a mirar, pude comprobar que eran dos de mis compañeros que habían comenzado a ascender desde niveles inferiores. Tras verlos, les hice una señal para que levantaran la cabeza y una vez me vieron, les esperé donde estaba.

- Supongo que no es la forma más elegante de acceder ¿Verdad? Vamos, aun quedan muchos pisos. –

Mi voz era tranquila, mi expresión relajada. Entonces seguí ascendiendo a la cabeza totalmente focalizada, calmada, todo parecía claro y sentía que nada podía perturbarme. Entonces algo escuché sobre nuestras cabezas a lo que les hice un gesto para que se detuvieran.

Dudaba que fuera Brandon por lo que lo único que quedaba es que fuera alguien de la compañía pero ¿Quién? Me aproximé a la parte exterior de las escaleras y me asomé lo justo para intentar mirar. Una boca negra tenía sobre mi cabeza, pero no era con mis ojos normales con lo que iba a mirar. Cerré un momento los ojos mientras activaba los sistemas adecuados en mi cabeza. Entonces abrí de nuevo los ojos y esta vez la pupila había sido sustituida por una lente holográfica de aumento.

Volviéndome a asomar, observé que se nos venía encima mientras miraba a mi alrededor que podía hacer para evitar lo que fuera que venía por las escaleras. Cualquiera que me viera podría ver como la sangre resbalaba desde mis párpados como lágrimas carmesíes. Siempre me dolía usar esta característica. Pero no importaba, estaba calmada.